Capítulo 10: In Love

—¿Te pusiste un hechizo para tener energía o qué? —gruñó Yuya de manera amarga. Yuto lo había sacado de la cama y ahora lo estaba arrastrando por los pasillos bajo la excusa de que su entrenamiento de Tourney era más tarde y que en el peor de los casos, él le diría a Yugo lo que había ocurrido. El hijo de Cuella De Vil estaba apenas arreglado y bañado. El hijo de Maléfica lo había hecho levantar temprano, alegó que había tenido sus justas 10 horas de dormir, que no necesitaba más y que ahora tenía que ayudarle. Como no podía ser de otra forma, tuvo que levantar su maldito trasero y moverse. No quería que le convirtieran en perro o ganso. O lo que fuera.

—Tomé café —dijo apenas mientras se seguía moviendo. Después le mostró un pequeño tarro que había agarrado de la cocina. Era plateado con rosa en algunas partes y parecía que contenía algo caliente—, te traje para que despiertes.

—¿Por qué es rosa? ¿Te gusta ese color? —Yuto alzó los hombros—¿En qué demonios estabas...?

—Es el termo de una de las sobrinas del hada madrina —dijo mientras se volvía a mirar el camino—, todos dicen que debemos compartir. Espero que sepan aplicar ese concepto —dijo mientras bufaba. Yuya bostezó entonces—. A eso es a lo que me refiero cuando digo que necesitas energía.

—Uh, ¿qué necesitas de todas formas? —preguntó con cierta curiosidad. Habían llegado a una parte un tanto desolada de la escuela. Yuto esperaba que nadie los molestara.

—Harás las pruebas de las pócimas de amor, conmigo —dijo sencillamente. Yuya pareció parpadear un poco de la impresión. Yuto le acercó el termo con café.

—¿Yo? —se señaló con un dedo. El de ojos grises alzó una ceja.

—Pensé que era obvio que te quería a ti para esto —dijo sin un ápice de duda. Yuya abrió un poco la boca y pareció quedarse en pausa eterna. Yuto le regaló un par de segundos de paciencia y después hizo una explicación un poco más amplia—. Yugo no cooperaría y Yuri me dirá que me coma el diablo porque lo hice trabajar ayer.

—Eh... —Yuya apretó los dientes. No sabía exactamente que decir—¿Quieres hacer que me enamore de ti? ¿Por cuánto tiempo?

—No, eso no —suspiró suavemente—. Tendrás una atracción por mí y pensarás que te gusto —explicó—. No será permanente. Tengo una "cura" —dijo tomando algo de aire y suspirando poco después—. Desharé el amor en cuanto terminemos de hacer las pruebas.

—¿Es esto realmente necesario? —preguntó Yuya un tanto incómodo. Yuto chasqueó con la lengua—Quiero decir... ¿Debería importar tanto? —parecía dudar. No sabía cómo no había pensado en que él sería el sujeto de pruebas. Era demasiado obvio.

—No es como si quisiera darles razones para que sospechen de nosotros —Yuya pareció convencerse—, y un enamoramiento repentino es como un tiro al pie.

—Está bien —dijo son muchos más argumentos para seguir, además, tomó el termo con café—, tendremos que comer... —entonces empezó a tomar café como si fuera un brebaje rejuvenecedor.

—Galletas y pastelitos —dijo Yuto mientras hacía un pequeño movimiento de muñeca. De ella salían un par de bolsas de plástico trasparentes. Adentro de cada una, se veían algunas galletas y había dos bolsas de cupcakes que se iban a comer—. Esto nos llevará un rato.

Yuya tomó un largo respiro y después botó todo el aire.

—Bien, después de esto recuérdame porque somos amigos —se sentó en el suelo contra una pared. Yuto le siguió el paso.

—No tienes a nadie más con quien hablar —dijo mientras abría el paquete de galletas y le ofrecía una a Yuya. Sobre ella se veían 4 chispas de chocolate casi perfectamente acomodadas.

—Vale... —tomó la galleta—¿Cómo funciona esto?

—Las galletas son de amor, los pastelitos de desamor —explicó mientras ponía el resto de las bolsas sobre el suelo—. Se supone que después de tragar tienes que mirarme al sujeto del que te enamorarás, ósea yo —Yuya asintió y volvió a mirar a la galleta.

—¿Tengo que comérmela toda? —preguntó. Yuto asintió.

—Sí, no podemos comernos ambos al tiempo la de amor y mirarnos porque, bueno, ninguno hará al otro reaccionar —miró como el de ojos rojos parecía vacilar—. Te haré comer el pastelito cuando haya sido suficiente.

—¿Suficiente humillación? —preguntó el hijo de De Vil.

—Mira el lado bueno —alzó los hombros—, es mejor que ir al entreno de Tourney —Yuya frunció un poco sus labios—. Y no serás el único que se pondrá cursi, también tomaré.

—¿En serio? —Yuto asintió con casi inexpresión.

—¿No era claro ya? —preguntó sin mucha presión en él. Sonrió un poco—No es como si te pudiera dejar solo. Puede ser diferente para cada organismo.

—Oh —volvió a mirar la galleta. Tragó saliva, miró a Yuto una última vez y dio el primer mordisco. Después el segundo y el tercero hasta comerla toda.

—¿Entonces? —preguntó Yuto. Yuya parecía estar demasiado callado sobre el asusto, demasiado temeroso—¿Te sientes distinto?

—No sabía que pudieras hacer galletas —dijo el de ojos rojos disfrutando genuinamente del sabor. El de ojos grises movió un poco su cabeza hacia él—. Quiero decir creía que tu... —lo miró. Se detuvo en su mirada y después de un momento sonrió como idiota—Eres un hombre de muchos talentos...

—No has respondido —insistió Yuto, pero Yuya parecía embobado con él. No parecía reaccionar con claridad. El de ojos grises terminó por suspirar y chasquear con la lengua—. No puedo creer que no funcionara del todo —arrugó un poco las cejas y dejó de verle a los ojos—. Es la medida que puso mi madre en el libro de hechizos. No pensaba que ella quisiera que... —no lo había sentido acercarse, pero Yuya de un momento a otro estaba a su lado, arreglándole parte del atuendo que tenía y mirándole con ojos de amor. Yuto parpadeó un par de veces—¿Qué ocurre?

—¿Te he dicho que me gustan tus ojos? —dijo embobado. Se pegó al cuerpo del otro como si tuviera frio—¿Y qué me pareces muy sexy cuando ideas maneras de hacer el mal?

Yuto alzó una ceja.

—Estás diciendo sinsentidos —dijo seguro. Yuya seguía sonriendo.

—El amor es un sinsentido —dijo él mientras le agarraba de las mejillas—, ¿cómo pude ignorarte todo este tiempo? —preguntó acariciándole con las llevas de los dedos. Sus mejillas estaban rojas y parecía tener ganas de acercarse a su rostro—Eres todo lo que siempre he querido y querré. Siempre me tienes en cuenta, no te burlas de mi o quieres hacerme daño, ¿es que estuve ciego tanto tiempo? ¿Por qué veía a Yugo cuando pude verte a ti?

Yuto rodó los ojos.

—Creo que es suficiente —dijo sentenciando—, ya deberías...

—Lo siento —le besó una mejilla—, te molesta que lo haya elegido a él antes que a ti —hubo una pausa—. Lo siento por causarte ese sentimiento, pero te prometo que no lo haré más... yo me encargaré de que no te sientas mal por mí.

—Deberías comerte este pastelito, Yuya —dijo Yuto cuando por fin pudo decir algo. Estaba sorprendido. Era bastante fuerte la pócima esa. Casi se le había tirado encima.

—¿Lo preparaste para mí? —preguntó al ver que se lo ofrecía—También siempre estoy pensando en ti... la próxima vez podemos ir a un parque, hacer un picnic, podemos sentarnos en el pasto, ¡podríamos cantar una canción! —propuso emocionado mientras lo abrazaba con cierta fuerza. Yuto abrió los ojos de la impresión—No, ¿por qué esperar? Debería cantarte ahora mismo lo que siento —se aclaró la garganta—. Did I mention...?

—No quiero que hagas eso —dijo Yuto con voz un poco más suave, más personal—, quiero que te comas el pastelito que te hice, Yuya.

—Oh, perdón —sonrió como riéndose de sí mismo—. Es que cuando pienso en lo nuestro... —soltó una risita—Me pierdo y... bueno —dijo sin saber. Yuto suspiró—, tú sabes, es fácil pensar en tonterías. Tonterías bonitas quiero decir. Porque todo es bonito cuando tiene que ver contigo —miró un a Yuto de manera más general—. Absolutamente todo —el de ojos grises tomó aire pacientemente.

—Supongo que no te gustan los pastelitos... —dijo con fingido desánimo. Yuya abrió un poco los labios.

—Oh, no, no, no, no —dijo desesperado. De un solo mordiscó comió una gran parte del pastel, masticó y tragó—. Lo siento por... —y paró. El brillo de sus ojos se desvaneció con rapidez. Yuto lo miraba atento mientras parecía darse cuenta de todo. Yuya se alejó del hijo de maléfica de manera casi instantánea como si fuera una peste. El pastelito fue soltado en medio del escape.

—¿Te sientes mejor? —Yuto lo preguntaba en serio.

—¡Esa cosa es demasiado fuerte! —exclamó mientras se tapaba la boca, después se tomó de la cabeza con la mano libre y miró al suelo—Demonios... ¿En que estaba pensando?

—¿Si quiera lo estabas haciendo? —preguntó Yuto con una pequeña sonrisa. Yuya negó con la cabeza, totalmente sorprendido.

—Estaba todo nublado... solo estaba pensado en ti, demonios —dijo aun poco ensimismado—. Parecía que no había nada más en mi cabeza, formé un futuro juntos en segundos, quería que fueras... todo —levantó la mirada hacia Yuto, quién parecía estar pensando y mirando el resto de las galletas.

—Y eso es lo que no queremos que se haga para Yugi, sería demasiado repentino —dijo mientras suspiraba. Tomó otra de las galletas que tenía cuatro chispas de chocolate—. Supongo que ni siquiera tengo que intentarlo.

—Ah no —Yuya se volvió hacia él—, tú también tienes que sufrir. No puedo yo pasar por esta vergüenza solo.

Yuto se alza los hombros.

—Ya probamos el punto de esta, yo tomaré la otra —Yuya se mordió los interiores de las mejillas—. No me mires así, no le diré a nadie nada de esto, si tu no le dices a nadie, claro.

—¿Cuánto de esas lágrimas tenía? —preguntó algo cohibido. Yuto frunció los labios y tomó una galleta con 3 chispas de chocolate—¡¿Tenía cuatro lágrimas?!

—Cálmate —dijo mientras trataba de que su impresión bajara un poco—, solo tenía una —le mostró la galleta que tenía en la mano—, esta tiene menos que una. Espero que el efecto sea menos... efectivo.

—No me imagino que haría una de cuatro lágrimas —dijo Yuya casi a manera de suspiro. Yuto lo miró unos segundos y después reflexionó—. Viviría obsesionado con esa persona, no sé si lo dejaría vivir —abrió un poco los ojos al pensar en algo en concreto—. Esos celos que sentiría... No podría ni siquiera ver a su enamorado con nadie más. Sería como un villano del amor.

—Podría matar por amor —dijo sencillamente—. Asesinar a muchas personas solo porque desea tener el corazón de alguien.

Yuya, por unos momentos, quiso tragar saliva ante eso. Pero después simplemente soltó un comentario cualquiera.

—Quizá ese sí sea un villano que gane en esta ocasión —Yuto, a pesar de tener un par de ideas en la cabeza sobre eso, simplemente negó.

—O terminaría muerto o en la isla —había un deje de tristeza en sus palabras—, con nosotros sino logramos completar este plan —dijo más confiado. Después, sin dejar que Yuya dijera algo más, comió la galleta enseguida. Parecía como si no quisiera profundizar mucho en ese detalle. Miró todo el tiempo al de ojos rojos y este no notó el suave rosa que se había formado en sus mejillas.

—No tienes reacción como la mía —dijo mientras hacía un puchero. Yuto tragó algo de saliva y miró a otra parte tratando de tranquilizarse.

—¿A qué te refieres? —se limpió un poco la garganta. El de ojos rojos lo miró e hizo una mueca.

—En que yo iba a cantarte una canción —hizo una mueca. El de ojos grises se haló un poco el cuello de la camiseta y tragó saliva—, pero tu solo estás aquí sentado, como si nada pasara.

—Y-Yo podría cantarte algo —dijo sin pensarlo mucho. Yuya arrugó las cejas—. O no. Olvídalo, era mala idea —se ocultó un poco mirando a otra parte y volteando la cabeza. Allí fue cuando notó su mejilla rosa—. Pésima, no deben gustarte para nada que te canten, no sé porque se me ocurrió algo tan tonto.

—Oh, ya entiendo lo que está pasando —Yuya se acercó un poco a él y este pareció alejarse un poco abriendo los ojos más de lo que debía y cerrándolos con cierta fuerza mientras temblaba suavemente—. Te doy nervios, como quien admira en secreto a alguien y no puede creer que estén hablando —comentó como si nada. Yuto tomó algo de aire, quería decir algo, pero Yuya volvió a interrumpirle—. Solo tienes pena, eso no es justo —hizo un puchero y se alejó.

—Ah... ¿lo siento? —se agarró las manos y trató de no sudar tanto. De secarse un poco. Yuya lo seguía mirando casi acusatoriamente.

—Es que no entiendo, ¿cómo puede ser que sea tan diferente? —preguntó afligido. Yuto abrió de nuevo la boca, pero no pudo decir gran cosa—. Quizá es que tiene que ver con que igual yo no soy tan de tu agrado.

—No, no, no, no —dijo el otro casi entrando en pánico—. Eres de mi agrado, eres... eres mi persona favorita de toda la isla —Yuya aún lo miraba, pero no había cambiado mucho su expresión—. ¿Qué digo? De todo Auradon, del mundo. M-Me agradas mucho y me gusta pasar tiempo contigo y... y lo siento por arruinar esto —tuvo de la nada un aura triste—. No tenemos muchos momentos a solas y no puedo comportarme bien contigo y...

—Hombre, cálmate —Yuya estaba quitándole la importancia. El otro arqueó un poco las cejas—. No pasa nada.

—Lamento todo esto, es mi culpa —Yuya casi sintió pena por él, pero luego recordó, con mucha razón, que no es como si él estuviera dentro de sus cabales. Así que pensó una manera en la que podría hacer para acabar con eso, ya habían visto suficiente, estaba casi seguro de que era suficiente. Para llamar su atención y que saliera de su estado, se volvió a acerar a él y le besó la mejilla. El otro casi explota en rojo, casi temó que hubiera sido demasiado.

—No pasa nada —sonrió suavemente—, solo... comparte este pastelito conmigo —alzó el cupcake. El de ojos grises asintió suavemente mientras lo agarraba. El de ojos rojos agarró otro y fingió que se lo iba a comer. Yuto hizo lo mismo, mordió y empezó a masticar, Yuya fingió que se distraía con algo.

Al tragar, la cara del otro cambió por completo.

—Eso fue menos agresivo de lo que me esperaba —dijo mientras miraba el pastelito. Yuya tomó aire.

—Pero si no podías ni siquiera hablarme... —comentó. El de ojos grises hizo una mueca.

—No digo que no, a lo que me refiero es que quizá me iba a poner a intentar bajarte la luna o a recitarte poesía —dijo alzándose de hombros—. Solo me he puesto nervioso.

—A ver, que el de la poesía soy yo —dijo Yuya bufando en broma. Yuto soltó una suave risita.

—¿Me quieres recitar "El Mar"? —alzó una ceja—Cuanto romance hay en esos versos...

—¿Y quién dijo que quería dedicarte poesía romántica? —sonrió un poco en broma—Quizá busque una que se trate de cuanto te odio o una que hable sobre tu muerte. Eso si pudiera dedicártelo.

—Yo creo que después de estas galletas me vas a querer es más bien desear la muerte de todos tus rivales amorosos —levantó un poco las galletas. Yuya rodó los ojos.

—Que pérdida de tiempo, la fila de pretendientes esta tan vacía que creo que podría crear eco en su espacio —Yuya sonreía bastante a este punto y eso hizo que Yuto volviera a sonreír.

—No es como si la tuya fuera mucho mejor —Yuto alzó un poco los hombros—, la única razón por la que se te acercarían sería para preguntarte donde queda el baño.

Ambos rieron suavemente y Yuya le dio un empujón amistoso a Yuto. Este levantó las manos aun riéndose.

—Oh, cállate.

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—¿Qué haces con mis cosas? —preguntó una voz a sus espaldas fastidiada. Yugo tomó algo de aire. No tenía idea de su nombre, apariencia o familia, pero ya la odiaba. La voz que tenía era justo lo que menos deseaba escuchar—¿Y bien?

No podía creerlo. ¿De verdad estaba de tan mala suerte que se la encontraba a ella allí? Demonios, solo estaba pasando el rato antes de su clase de Tourney, pensando en cómo iba a resolver una cuestión que le daba su entrenador sobre su relación de equipo. Apenas había logrado nada y dado que se aburría en su habitación solo, con un Yuri que había salido temprano a "no sé qué", "no sé dónde", salió a la academia. Vaya problema con el que se encontraba ahora.

—Se te quedó algo en una clase —dijo mientras se volteaba y mostraba una pequeña cartuchera de unicornio con brillantina—, te lo estoy devolviendo.

—¿Ah sí? —preguntó ella con cierta amargura. Tenía los brazos cruzados. Yugo soltó aire de manera fastidiada—¿Y por qué solo me lo estás devolviendo hoy, domingo? La perdí el viernes.

—No eres mi prioridad —gruñó mientras dejaba la cartuchera el casillero abierto y lo cerraba sin delicadeza alguna—, puedo devolvértela cuando yo quiera.

—¿Y mañana? —ella levantó una ceja. Yugo no pudo importarle menos—¿Qué te impedía dármelo mañana?

—La devuelvo cuando yo quiero —dice como si no le importara. La verdad es que era molesta, pero era mucho menos molesta que cuando Yuri le daba por ponerse intenso—, y como yo quiero.

—Eso no es lo que tu debes hacer, tenemos una... —Yugo la interrumpió sin importarle nada.

—Como sea, lo importante es que lo tienes allí —se dirigió hacia una columna pasando de ella como si fuera nada— tu casillero está cerrado y —hizo un inciso mientras mostraba sus manos vacías—no tomé nada que no es mío —empezó a treparse por una pared de ladrillos que vio. La chica se acercó a reñirle, pero no pudo hacer mucho, él ya estaba en el techo cuando él exclamó: —. ¡Intenta acusarme de algo! —y se largó de allí por el techo.

—¡Oye!

En un inicio, Rin intentó seguirle el paso, gritándole y llamando su atención, pero Yugo logró salirse de su vista después de poco tiempo, dejándola a ella con aún más malgenio que la noche anterior.

El hijo de Jafar, por su parte, estaba mucho más relajado. Caminó un poco mientras decidía que hacer en la siguiente media hora que le quedaba antes de su esperada práctica. Ya extrañaba correr y pasar de todo el mundo. Por mucho que no se llevase bien con sus compañeros, adoraba jugar con ellos. Al menos ellos vivían el Tourney y se desvivían por él. Entendía ese sentimiento. La sensación de anotar o de llevar la delantera, de superarlos de manera limpia, todo eso era fantástico. Le gustaba, le gustaba mucho. Golpear son que le dijeran nada, incluso la capacidad de vengarse de manera silenciosa era mucho más satisfactoria que la de golpear a propósito. Le gustaba ver las caras de los demás a través del casco y reír con malicia. Compañeros que lo habían golpeado con anterioridad y que después se había encargado de humillar personalmente. Adoraba eso.

Le hacía lamentar el hecho de que perdería todo eso en cuento lograran liberar a los demás. Se llevó las manos atrás de su cabeza y miró al cielo brillante, casi sin nubes y a la temperatura perfecta. Pensó que quizá con los demás villanos podría jugar también. Solo que, con ellos no aplicarían las reglas, pasarían a liarse con hechizos, armas y demás cosas. Hizo una pequeña mueca.

—Maldición, estos payasos son mejores en algo a nosotros —bufó con molestia.

De repente escuchó una carcajada. Yugo arrugó las cejas y miró con detalle. Estaba sobre el tejado del primer piso de la escuela. Apenas había unas cuantas aulas en el segundo piso. No había ventanas abiertas en las que podía ver. Miró un poco a su alrededor para descifrar si había provenido de abajo, pero no, estaba solo. Probablemente solo estuviera esa chica molesta y ella no tenía cara de reír muy a menudo. Cuando se acercó a las ventanas, descubrió a alguien sentado en el suelo mirando a su mano, riéndose burlonamente.

—Son tan tontos... —murmuró apenas entendible. Yugo parpadeó sin dar crédito. Yuri estaba en el aula mirando a su espejo mágico. Sonreía maliciosamente y agarraba una patata de una bolsa. Estaba comiendo mientras veía algo. El de ojos esmeralda no supo que hacer un rato, hasta que tocó la ventana con poca delicadeza. Al de ojos fucsias casi le da un ataque cardiaco al escucharlo. Pero cuando levantó la vista, puso expresión de molesta—¿Qué quieres?

Yugo, como era obvio, no lo escuchaba bien. Volvió a tocar la ventana e hizo señas de que le abriera. Yuri rodó los ojos y se vio molesto al tener que levantarse y abrirle. Solo lo hacía para que el molesto chico no le insistiera más. Se volteó apenas quitó el seguro y se fue directo a su puesto.

—¿Qué haces aquí? —preguntó mientras entraba por la ventana.

—Cosas mías —se comió otra papa y miró fijamente a su espejo—. ¿Por qué vienes a molestarme si tienes que ir a tu Tornei?

—Tourney —le corrigió sin pensárselo demasiado —, empieza en un rato, estaba por el lugar —Yuri levantó una ceja y lo miró fijamente. Yugo volvió a ver la ventana—y me encontré con una presencia no deseada, así que hui por los tejados.

—¿Desde cuándo tú huyes de algo? —preguntó el de ojos fucsias ligeramente extrañado.

—Desde que tú y Yuto son mis madres —dijo Yugo con obviedad. Yuri no pudo evitar sonreír con suavidad.

—Que buen secuaz nos saliste... —dijo mientras volvía su vista al espejo mágico.

—Yo no soy el secuaz de nadie —dijo y se cruzó de brazos. Entonces, a su mente vino una idea, una metáfora que ni siquiera quiso pensar dos veces antes de soltarla—. Somos como el equipo de Tourney, nos odiamos entre nosotros tenemos riñas, pero al final queremos lo mismo, así que nos aguantamos porque si no nadie tendrá lo que quiere —se quedó pensando un rato. Arrugó un poco las cejas. Luego levantó la mirada hacia Yuri para comprobar si lo estaba observando, pero negativo. Estaba totalmente hipnótico en su espejo. Bufó suavemente.

—Lo que digas —dijo casualmente haciéndole señas con la mano para que se fuera.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó de nuevo mientras inclinaba su cabeza a ver el espejito, Yuri de inmediato se lo retiró de la vista.

—Cosas —insistió con severidad—. Mías. No te importa.

—¿Estás espiando a rulitos en el baño? —preguntó alzando una ceja. Yuri rodó los ojos—Por qué sino, no veo porque tanto secreto.

—Ya quisieras tú que estuviera haciéndolo —rodó los ojos. Yugo sonrió.

—Lo haces, lo veo en tu cara como disfrutas de toda la actuación —afirmó acusatoriamente. Yuri rodó los ojos de nuevo y en esa acción le agarró el espejo con un movimiento rápido de mano. El de ojos fucsias se fue de inmediato sobre él, pero Yugo le puso una mano el pecho y la otea alejada.

—¡Devuélveme eso, idiota! —le riñó. El de ojos esmeraldas sabía que la iba a liar parda, pero eso no era nada que no hubiera hecho con anterioridad

—¿Por qué tanto revuelo? —sonrió con malicia mientras lo bloqueaba, justo como había aprendido a hacer en su deporte—. Es solo tu próximo novio en pelota —rio, Yuri pareció enfurecerse e intentó pegarle. Pero Yugo fue más ágil.

—¡No seas idiota y dámelo! —reclamó de manera insistente. El otro volvió a reírse, se divertía con tantas estupideces.

—¿Tan bueno está? —preguntó reído—Venga va, no me prives de esa... —y miró al espejito. No fue un buen momento para mirar las imágenes. Salidas de contexto, el beso que se estaban dando Yuya y Yuto parecía totalmente real y sincero—vista...

Yuri logró escabullirse de su mano en medio de su confusión, agarró el espejo y empujó al otro fuera de su alcance.

—¿Qué parte de cosas mías no entiendes? —gruñó algo agresivo. Sin embargo, Yugo estaba incrédulo por lo visto en el espejito—Idiota.

—¡¿Desde cuándo estos dos están saliendo?! —preguntó casi horrorizado. Yuri levantó una ceja y volvió su mirada al espejito, vio a Yuto tomando se los hombros a Yuya, quién estaba confundido. Lo que más le sorprendió, fue el suave sonrojo de las mejillas del de ojos grises, ¿sería posible...?

—¿Se besaron ya? —preguntó a Yugo.

—¡Respóndeme! —Yuri ladeó un poco su cara. No entendía porque si quiera le interesaba tanto en ese dato.

—Desde nunca, pero espero que pronto, ya me hacía falta molestar a alguien por tener pareja —sonrió maliciosamente. Yugo seguía estupefacto. ¿Yuya se había conseguido novio? ¡¿Antes que él?! —. Lástima que esto sea solo por lo de la poción de amor...

—Espera, ¿qué?

—Yuto me pidió unos ingredientes para una poción de amor, así que ha salido a probarla con Yuya. Llevan así toda la mañana —sonrió con malicia—. Es lo único que me mantiene entretenido en esta escuela del aburrimiento...

—¿Toda la mañana en las mismas? —preguntó Yugo con una ceja en alto.

—Toooda la mañana —dijo sin mirarle—y no verlo hubiera sido una desgracia.

—Ah, ya veo —dijo algo descolocado.

—Controla tu envidia, ¿quieres? —le dijo Yuri. Yugo soltó aire y miró a otra parte—A mí ni me importa esto, pero sí sé que en el momento en el que Yuto sospeche que tienes celos...

—No estoy celoso —gruñó. Decía la verdad.

—Yo lo sé —Yuri rodó los ojos—, pero Yuto no creo que lo tomé así —Yugo se cruzó de brazos. Tenía razón el idiota—. Así que, si quieres evitarte tu pelea de turno por falsos celos, contrólate.

—Ahora resulta que das consejos —Yuri suspiró.

—Ahora resulta que nuestros padres han informado a toda la isla sobre nuestros avances y les dijeron que para las vacaciones de este año escolar volveríamos con ellos —dijo recitando de memoria toda la información que le había enviado su madre antes en una de sus cartas.

—Oh...

—"Oh" —repitió el otro—, yo de ti, estorbaría lo menos posible para que no tengamos que volver a esa maldita isla durante vacaciones —lo señaló—. Yuto tiene un plan, algo arriesgado, pero que puede que funcione, así que —lo miró con amargura—, no intervengas. Juega tu Tornei y lo que quieras, solo sé buen niño y no atraigas la atención demás. ¿Quieres?

—Ugh, yo no quería madres en Auradoon —murmuró molesto. Yuri sonrió.

—Es el precio que tendrás por la fama —dijo Yuri mirando de nuevo a su espejito—. Quién sabe, quizá así sea la única manera en la que por fin obtengas la atención de ese chico pulpo que tanto te gusta —comentó con casualidad. Yugo miró a otra parte—. El hijo de Úrsula ese... ¿Zarc?

—Tú no sabes nada de esto —gruñó mientras salía por la puerta con cierta rabia.

—Oh, querido —sonrió para sus adentros—, te sorprenderías.

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Yuto esperó hasta la noche. De hecho, hasta organizó un poco la cocina en su espera. Quería evitar pensar en el error que había cometido. Se había dicho que podría manejar las situaciones que iban a ocurrir con Yuya, al fin y al cabo, estaban bajo el efecto de algo. Pero ahora su pecho estaba vuelto un desastre. Fue hasta un poco más tarde, cuando la de ojos fucsias por fin apareció, al menos no fue como la primera vez que se asustó con él. Esta vez, parecía que ella sabía que él estaría allí. Y él, había encontrado una excusa para

—Hola —dijo ella amistosamente. Yuto simplemente se acercó a ella de a poco, ya que estaba en el otro lado de la cocina.

—Hola —dijo él más casual. Ruri estaba algo ansiosa.

—Entonces, ¿qué harás hoy? ¿Galletas de nuevo? ¿Cupcakes? —preguntó con cierta alegría que a Yuto le hubiera parecido contagiosa, de no ser porque estaba algo cansado. Simplemente le acercó el termo de café que cargaba desde la mañana. Estaba perfectamente lavado y no tenía daños—Oh. ¿Te sirvió? —preguntó con curiosidad. Yuto asintió. Tomó algo de aire y frunció los labios.

—Gracias —dijo en un tono casi gutural. Salido de su garganta incluso. Ruri sonrió como siempre hacía.

—No hay problema, siempre que necesites algo no dudes en decírmelo —Yuto asintió y se dirigió a la salida sin decir nada más—. Ah —ella pareció vacilar ante el comportamiento del hijo de Maléfica, pero al final, solo hizo lo propio—, buenas noches.

Solo recibió una mano como despedida.


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¡Feliz San Valentín! 

Espero que todas ustedes se lo hayan pasado maravillosamente uvu. Se les quiere mucho, ¡hasta luego!


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