VI: Guilty
La algarabía y el entusiasmo se sentían en el aire siendo el día de la graduación, la primera promoción que se graduaría del IIPED. Claro que los estudiantes, tanto los graduandos como el resto, estaban mucho más emocionados por el baile que vendría horas luego de la ceremonia.
Todo el reino estaba de fiesta, no solo por el evento que estaba por llevarse a cabo, sino que por primera vez en años todos los monarcas estarían reunidos en un mismo lugar. Los reyes y reinas, todos congregados para festejar la promoción de sus hijos, teniendo a la gente fuera de sus tiendas y hogares para tan solo verlos saludando desde sus carruajes.
—Creo que no recuerdo la última vez que te vi usando correctamente el uniforme —se mofó la rubia ayudando a su hermano con su corbata.
—Ni me recuerdes que tendré que pasar toda la ceremonia con esta chaqueta puesta.
Por indicaciones de los profesores el resto del alumnado asistiría a la ceremonia de graduación utilizando el uniforme de la institución, luego ya tendrían tiempo de volver a los dormitorios y vestirse apropiadamente para el baile que se llevaría a cabo en la tarde.
Faltaba alrededor de dos horas para que la ceremonia empezara, en el aula Magna se hacían los últimos arreglos al escenario y los toques finales antes de que las personas comenzaran a hacer acto de presencia. Un tremendo caos en comparación a la calma con que los estudiantes se preparaban para una ceremonia tan tediosa.
—Aún no me creo que nos hayan puesto hora límite para estar en el baile —se quejó Jaemin sentándose con cuidado junto a la bolsa de su traje que reposaba sobre su cama—. De verdad mamá aún cree que su broma de volver antes de medianoche es divertida.
Minji sonreía con burla ante las protestas de su hermano, ella había sido quien primero se había alistado y ahora, viendo a sus hermanos batallar y quejarse de sus uniformes, se encontraba apoyada contra la puerta de la habitación hasta que una repentina sensación fría sobre su brazo la sorprendió.
Sin hacer gran escándalo giró un poco la cabeza para encontrar la pequeña ráfaga gélida celeste que flotaba al costado de su extremidad. Contuvo su sonrisa antes de excusarse y salir por la puerta.
Una vez sola en el pasillo la pequeña ráfaga tomó forma de un delicado copo de nieve que flotó sobre su mano por unos segundos antes de empezar a alejarse de ella, obligándola a seguirle a sabiendas de lo que se trataba.
Poco a poco la figura flotaba con más rapidez conforme se alejaba del piso de los dormitorios, la chica de igual forma apresuraba sus pasos correteando detrás del copo de nieve sonriendo cual niña que persigue a una mariposa. Una tonta sonrisa de enamorada.
—Oh, gracias a los Elementos que eres tú —dijo Yuta en cuanto ella pasó por la puerta a la azotea—. Una vez quise llamarte de esta forma y Jaehyun terminó pensando que trataba de jugarle una broma. No fue muy divertido.
Ella tan solo soltó una risita mientras se colgaba del cuello del chico quien no lo pensó dos veces antes de sujetar su cintura para alzarla a su altura, comenzó entonces a dejar un camino de pequeños besos a lo largo de su mandíbula deleitándose con la risa de Minji.
Se suponía que la azotea era un área restringida para los estudiantes —aunque podrían escribir una saga de libros con las cosas que hacían aún estando prohibidas—, claro que para la hija de los directores con acceso completo a todas las llaves y claves de toda la institución, no había rincón que estuviera fuera de su alcance.
—Diría que un mensaje es más sencillo pero me gusta más esta forma —confiesa brindándole una brillante sonrisa una vez que puso los pies de nuevo en el suelo, observándolo desde el cabello hasta la punta de los zapatos—. Te ves bien.
—Sabía que estarías encantada cuando me vieras —jugueteó guiñándole el ojo mientras acariciaba su mejilla.
Al igual que con su hermano, era algo extraño ver a Yuta vistiendo el uniforme como lo dictaban las normas, podría contar con los dedos de una mano las veces que lo había visto utilizando siquiera la chaqueta, la corbata bien atada o la camisa dentro de sus pantalones.
De una u otra forma seguía viéndose más apuesto cada vez por lo que no perdería la ocasión para observarlo y guardar su imagen en su memoria.
—Créeme que una foto duraría más, princesa —acercó su rostro al costado del suyo, susurrando en su oído sintiendo como se erizaban los vellos de su cuello.
Aprovechando la cercanía unió sus labios con los de su novia, saboreando las frutillas de su bálsamo labial mientras sostenía con una mano su cintura al sentir como sus piernas empezaban a temblar.
Con su mano libre sacó el telecomunicador de su bolsillo encendiéndolo para ver la hora— Son las 8:45, tenemos 15 minutos antes de que la ceremonia empiece. —con sus manos sujetó el rostro de la chica mientras la besaba de nuevo con más brío que la primera vez.
Al otro lado del edificio, unos pisos más abajo, la multitud de estudiantes comenzaban a arribar al auditorio donde darían entrega de diplomas a los graduandos. Varios asistentes tenían la tarea de organizar a los jóvenes según sus cursos evitando una compleja aglomeración mientras buscaban sus asientos.
Unas pocas filas detrás de la promoción que se estaba graduando, se encontraba cierto príncipe repiqueteando con su pie el suelo mientras apretaba sus dedos en un intento de calmarse aunque cierta voz llegó para alterarlo de nuevo.
—Joven Jaehyun, ¿dónde se encuentra su hermana? —Preguntó uno de los asistentes de sus padres observando el asiento vacío junto al chico— Los directores me pidieron asegurarme de que todos se encontraban en sus lugares y...
—Ella acaba de ir a los baños, seguramente no tarda nada en volver. —Mostró entonces una de sus mejores habilidades: mentir mirando a los ojos y mostrando una de las sonrisas más genuinas que alguien pudiera imaginar.
Suspiró de nuevo dejando caer su espalda sobre el respaldo de la silla, al igual que Kun y Seulgi quienes se habían inclinado con la intención de ocultar el también vacío asiento de Yuta—. Eso estuvo cerca.
—Juro que voy a matarlos a ambos —tan solo pudo gruñir entre dientes ante la voz de la chica.
El aula Magna se llenaba a cada minuto que pasaba, todas las cámaras enfocaban a los recién llegados reyes y reinas a quienes habían sentado en las primeras filas en la columna contigua a la de los estudiantes.
Jaehyun no paraba de mirar el reloj a cada segundo, mordiendo el interior de su mejilla viendo hacia el costado tan solo queriendo ver a su hermana y amigo llegar por la puerta, imaginando un listado de blasfemias que le soltaría al par de no ser por la situación en la que se encontraban.
—Ya va a comenzar —masculló Kun al ver a los profesores subir en una columna al escenario.
Ellos se encontraban a escasos metros de la gran tarima y, gracias a la altura de esta, podrías ver a cual persona subiera a este desde cualquier lugar del auditorio, al mismo tiempo que las personas sobre este podrían identificaran a quienes se encontraban en las primeras filas.
En pocas palabras, sabía que sus padres notarían al instante la ausencia de su única hija.
Pero todo parecía calculado con precisión pues en el momento donde todos los presentes se pusieron de pie para recibir a los directores de la institución, ciertos jóvenes aprovecharon el tumulto para escurrirse entre sus compañeros y llegar hasta sus lugares sin que nadie lo notara, nadie más que sus amigos.
—Estoy a esto de asesinarlos —gruñe su mellizo juntando con fuerza sus dedos pulgar e índice.
—Pero no hay ningún espacio entre tus dedos —susurró aplaudiendo casualmente al igual que todos los demás.
Giró un poco su rostro para encontrarse con la expresión de furia de su hermano—. Exactamente.
Aún sabiendo que, de no ser por el lugar donde se encontraban, su hermano sería completamente capaz de cumplir con sus amenazas ella tan solo pudo soltar una pequeña risa que achinó sus ojos. Estaba demasiado feliz como para preocuparse por el regaño que le vendría encima.
La multitud tomó asiento nuevamente en el momento en que el Rey se colocó detrás del podio, alzando las manos para detener los aplausos con una gran sonrisa resplandeciente.
Muchos de los estudiantes de los grados menores disociaron al escuchar como su director empezaba a leer su discurso de bienvenida, algunos hablando en voz baja con sus compañeros a sus costados, algunos apoyando la cabeza sobre la palma de sus manos solo esperando que el tiempo pudiera pasar mucho más rápido.
Jaehyun dio un leve vistazo a su melliza cayendo su mirada sobre su cuello para soltar un suspiro, apretando el puente de su nariz con dos de sus dedos—. Tienes un jodido copo de nieve marcado en tu cuello.
Su hermana dio un respingo ante el gruñido de su hermano para de inmediato soltar su cabello para que este cubriera dicha área mientras susurraba unas leves disculpas sin motivo alguno, pero con un tono de diversión en su voz por la fastidio del chico.
—Si vuelves a desaparecerte de repente, no voy a cubrirte de nuevo —anunció cruzando los brazos mientras miraba al frente fingiendo que le prestaba atención al discurso de su padre.
—Oh, vamos, ni tú te crees eso —dijo burlona estirando su mano para pellizcar su mejilla, haciéndolo mover de forma brusca su rostro—. Preferirías echarte la culpa antes que delatarme, ¿cierto?
Tan solo sonrió con satisfacción ante el silencio de Jaehyun. Sin importar cuánto este la regañara una y otra vez, cuántas veces le reclamara y tuviera que meterse en problemas por ella, el instinto de protegerla prevalecía por sobre todo lo demás. Prefería regañarla él mismo a ver a sus padres reclamándole algo.
Otra ronda de aplausos se hizo presente cuando el hombre le dio paso al Hada Madrina quien nombraría uno a uno a los estudiantes para que subieran a recibir sus diplomas. Estos inflaban sus pechos con orgullo en la espera de escuchar sus nombres, preparándose con anterioridad su desfile por el escenario, varios de ellos jugueteando con sus manos y pies de manera nerviosa.
Los jóvenes aplaudían y vitoreaban ante cada uno de sus mayores conforme recorrían el escenario dándole la mano a cada uno de los profesores, de alguna u otra forma todos se mantenían felices y entusiasmados tratando de ignorar el nudo en sus gargantas a sabiendas que esta sería una de las últimas veces que verían a sus seniors todos juntos.
Ya no estarían ahí para contarles las bromas que habían hecho contra los profesores, para aconsejarlos en sus prácticas y exámenes. Lo menos que podrían hacer por ellos era despedirlos de forma apropiada.
—Ha sido un gran honor para mí haber sido espectadora de su crecimiento estos años —comenzó la reina con su típico tono de madre comprensiva. Claro que este seguía funcionando puesto que los aludidos ya tenían los ojos brillosos y sus narices picaban en señal del llanto que se aproximaba—. Me llena de orgullo ver en las grandes personas que se han convertido y pronostico un futuro sumamente brillante para cada uno de ustedes.
Hizo una pequeña pausa para recorrer con la mirada las filas de estudiantes frente al escenario, derrochando brillo maternal de sus ojos conforme veía a sus "pequeños retoños" con togas oscuras.
Todo un simple espectáculo para la prensa, para las docenas de cámaras que enfocaban hacia ella.
Brindó una sonrisa antes de alzar sus brazos con las palmas hacia arriba—. Es un placer para mí presentar a la primera generación del (nombre del instituto).
El teatro entero estalló en aplausos y vítores ante la frase de la reina, viendo como los birretes salían volando a la vez que globos y confeti todo dorado caían del techo de la sala. En los corazones de los profesores y padres no cabían ni una pizca más de orgullo, estos estudiantes se abrazaban entre sí entre lágrimas y sonrisas de nostalgia.
En el ambiente todo parecía estar bien, todo el mundo no podía esperar a que las horas pasaran para asistir al baile. La alegría absoluta se sentía en aire, solo que nadie quería pensar en esta extrema euforia como un mal augurio.
—Señorita Minji —murmuró una de las chicas hablando con nerviosismo mientras, junto a sus compañeras, observaban como la princesa aplicaba su propio maquillaje luego de que ella misma hubiese arreglado su cabello—, de verdad no creo que esta sea una buena idea.
—Ya he tomado mi decisión, esto no tiene nada que ver con ustedes. Tranquilas —mostró una pequeña sonrisa hacia las chicas a través del espejo—. Ninguna saldrá perjudicada de esta situación, lo prometo, inventaré alguna historia y dejaré bien en claro que ustedes trataron de detenerme.
Aún sin estar por completo satisfechas las tres jóvenes asintieron con la cabeza mirándose entre ellas de forma fugaz.
A estas chicas se les había asignado la importante tarea de arreglas a la princesa para el baile de celebración, desde arreglar su cabello hasta ayudarla a vestirse. Tenían indicaciones precisas de cómo esta debía lucir desde la punta de los tacones hasta el último cabello de su cabeza, razón por la cual entraron en pánico cuando, al llegar al cuarto, ya la princesa se arreglaba por su cuenta y de forma extremadamente diferente a cómo se tenía planeado.
Revisó por última vez una honda de su cabello colocando su tiara derecha sobre su cabeza, antes de ponerse de pie y caminar hasta el gran espejo donde brindó una mirada a su vestido, no solo ella sino que las tres señoritas. Con una sonrisa de suficiencia dio media vuelta inclinando la cabeza ante las chicas para acto seguido salir del vestidor directo al Gran Salón del palacio de sus padres.
Conforme caminaba por el pasillo, las miradas de los guardias se giraban hacia ella algunos por simple respeto, algunos por admiración ante la belleza y elegancia de la princesa, la mayoría debido al revelador estilo de su vestido.
De esta forma llegó a las puertas del Gran Salón poniéndose de pie justo frente a estas, regresando la reverencia a los guardias colocados a cada lado de la entrada. Arregló por última vez la falda de su vestido, estiró sus guantes y alzó la barbilla justo antes de asentir a los guardias indicando que abrieran las puertas.
Vio entonces la escena que tanto había planeado en su cabeza, todas las cabezas girando en su dirección y analizándola de arriba abajo, la expresión de sorpresa de su madre al final del salón al ver su vestido, o lo debía ser su vestido. La prenda que la había mantenido despierta toda la noche con la serie de modificaciones que le había hecho, resaltando el marcado escote en V tanto en su pecho como en la espalda.
Echó por la nariz el aire de sus pulmones y emprendió su desfile hacia donde sus amigos y hermanos se encontraban, sintiendo como su cabeza retumbaba y su sonrisa peleaba más por salir con cada paso que daba en medio del enorme salón. Vislumbrando las sonrisas cómplices de sus compañeros y varios pulgares alzados de parte de sus amigas.
"Volví a ganarte, madre"
—Wow~ —sonrió ante el asombro de sus hermanos menores, soltando una pequeña risa viendo sus bocas abiertas.
— ¿Por eso te desvelaste anoche? —pregunta Jaehyun de forma burlona analizando la prenda que su hermana vestía, viendo la clara diferencia que existía del vestido del que se había estado quejando ya que era "muy del estilo de su madre".
— ¿No te gusta? —dice tomando la tela de su falda y moviéndola de lado a lado de forma infantil sacándole una carcajada al chico.
—Te ves perfecta para darle un ataque del corazón a nuestros padres.
No obstante su comentario se vio interrumpido por el murmullo de Jeno anunciando la aproximación de su padre hacia ellos, hablando de la forma más discreta para avisar a sus hermanos.
Minji entonces sintió la palma de su padre sobre su hombro haciéndola gira levemente para ver al Rey acompañado de una asistente cargando una tela brillante doblada en su brazo, apretando sus dientes en el momento en que reconoció dicha prenda.
—Mi bella princesa luce radiante —señaló con una brillante sonrisa paseando sus ojos por sus cuatro hijos—, pero parece que tiene frío ¿no lo creen?
Las mandíbulas fueron apretadas y las manos cerradas en puño, claro que nadie dijo nada mientras la asistente dejaba caer la tela del chal sobre los hombros de Minji, cubriendo tanto su espalda como su pecho.
Recibió una palmada sobre su hombro ahora cubierto para luego sentir como "acomodaba" la tiara que descansaba sobre su cabeza antes de alejarse nuevamente en dirección a su esposa.
—No reacciones, por favor, no lo hagas —murmura su mellizo sujetando levemente su brazo para girar y que dejara de ver a su progenitor.
—A la bella princesa no la dejaron continuar con su acto de rebelión. —Bufó al escuchar la voz de Yuta cargada de burla, girando los ojos tratando de ocultar su sonrisa.
Al girar notó a los mellizos alejarse en dirección a sus amigos dejándola sola con su hermano y Yuta, notando como Jaehyun analizaba de arriba abajo al chico, al igual que ella pero por razones muy diferentes, claro está.
—Ni se crean que voy a dejarlos solos, ya no confío en ustedes —aseguró cruzándose de brazos haciendo que su amigo soltara una carcajada mientras él fruncía el ceño—. No le veo la gracia.
— ¿Qué crees que podríamos hacer en medio de este gran salón? —dijo de regreso ladeando su cabeza.
Fue Minji quien se apresuró a tapar la boca de su hermano al ver sus intenciones de hablar y soltar una sarta de cosas no muy dignas de decir en público.
Mordía su labio escuchando las carcajadas de su pareja mientras suplicaba con la mirada a Jaehyun para que se quedara callado. Aún no superaba lo de la mañana luego de un gran interrogatorio acerca de la razón de su tardanza.
Las quejas del príncipe tuvieron que pausarse al escuchar el sonido de sorpresa colectivo haciendo que los tres voltearan y dirigieran la mirada hacia las puertas que fueron abiertas dándole paso a nada más y nada menos que el grupo de villanos siendo acompañados por Siwon.
— ¿Por qué están ellos aquí? —farfulló la rubia apretando la seda que cubría sus hombros.
Todos vestían trajes negros muy similares pero vestidos de muy mala manera por algunos de ellos, había corbatas mal atadas o ya de por sí sueltas, camisas por fuera de los pantalones y cuellos mal acomodados. Y ni hablar de los vestidos de las dos chicas, ambos muy similares solo que uno era muchísimo más corto luciendo como si hubiese sido rasgado en lugar de cortado.
Al momento de virar su rostro hacia su hermano lo encontró girado hacia sus padres con todas sus facciones tensas, su mandíbula apretada en medio de una gran batalla unilateral en contra de su padre ya que este se encontraba muy entusiasmado con la llegada de sus "invitados especiales".
—Jae —lo llamó tocando su brazo con sutileza tratando de calmarlo.
—Aléjate de ellos y ya está. —Minji se sobresaltó ante el gruñido del chico justo antes de que este se alejara de ellos en dirección hacia una de las salidas laterales.
Al momento de perder de vista a su mellizo giró para darle una última mirada al grupo de recién llegado que caminaban en fila india detrás de Siwon, dirigiéndose hacia una de las tantas mesas. Habían causado exactamente el mismo efecto que Minji al momento de entrar en el salón, con la única diferencia de que ella había recibido miradas de asombro mientras que dicho grupo estaba siendo el centro de todas las malas miradas del lugar.
Tampoco es que a ellos les importara mucho, a decir verdad.
—Mamá y papá no nos dijeron que ellos vendrían —refunfuña Jeno llegando junto al resto de los chicos—. ¿Por qué?
Todos miraban a la única chica en la espera de algún tipo de respuesta, aunque ante su silencio fue Taeil quien decidió hablar—. Sus padres ya se dieron cuenta que la idea de los villanos aquí no les entusiasma para nada, ya no tienen ninguna razón para contarles sus intensiones ni sus planes ya que sabe que no contarán con su apoyo.
Un pequeño quejido salió desde la garganta de Jaemin aún más fastidiado por toda la situación.
—Quédense todos aquí —ordenó Minji yéndose hacia donde se suponía que se encontraban sus padres, yaciendo únicamente el Hada Madrina.
Con fuertes pisadas se hizo paso entre algunos estudiantes y otros monarcas que se encontraba en el camino, sin apartar ni un segundo la mirada de su destino. Siendo, sin tener la menor idea, vigilada desde lejos por algunas personas.
— ¿Dónde están? —pregunta sin siquiera pensarlo, recibiendo una mirada de reproche en lugar de una respuesta.
Pero justo cuando la mujer estuvo a punto de abrir la boca, un pequeño destello llamó su atención haciendo que alzara la mirada viendo así las joyas de las coronas de sus padres brillando ante la luz del montón de candelabros que adornaban el lugar.
No lo dudo ni por un segundo antes de dirigir sus pasos hacia las escaleras dejando atrás los regaños de su segunda madre, quitando con furia el ridículo chal que tapaba sus hombros y dejándolo caer tras ella. Sin embargo al llegar a la cima se encontró con una escena un poco más escabrosa.
Mientras que sus padres daban tranquilamente la espalda al salón y a los invitados, estos se encontraban siendo acribillados por los gritos y reproches de su hijo.
— ¿Terminaste? —cuestionó su madre con un tono sumamente calmado, incluso sonreía.
—Se han vuelto completamente dementes —masculla entre dientes denotando lo tenso que se encontraba—. Todo esto va a salir en serio mal y será solo su culpa.
Sin decir palabra alguna, Minji acortó la distancia entre ella y su hermano colocándose a su lado casi queriendo darle su apoyo. Tocando de forma leve su espalda logrando que soltara un sonoro suspiro.
—Al parecer también querías tener tu pequeño momento de rebelión interno al igual que tu hermana, sí que se parecen. —Esta vez fueron ambos quienes se tensaron ante el comentario de su padre, el tono de sátira en su voz solo les hacia querer tirarlo por el balcón donde se encontraba apoyado.
Fue el turno de Jaehyun sujetar con fuerza la muñeca de su hermana deteniendo un posible arrebato contra su progenitor.
El gran Rey únicamente optó por soltar una pequeña risa, casi burlesca, antes de dar unos pasos aproximándose a sus hijos. La tensión del ambiente podría fácilmente cortarse con uno de los tantos cuchillos de plata del salón, pero mientras que los monarcas mantenían su expresión más serena, sus primogénitos lucían como fieras a punto de saltar sobre su presa.
Aunque en ese momento las presas eran ellos.
—Ambos van a escucharme muy atentamente, ¿entendido? —dijo sin esperar siquiera una respuesta de su parte— Ustedes van a dejar de actuar como se les dé la gana y dejarán de lado sus teatros de rebeldía porque no van a lograr nada en lo absoluto, ya no son más los niños consentidos que conseguían todo tan solo con hacer una rabieta.
Por varios segundos se sintió como todo el salón se quedó en completo silencio, o al menos así lo sentían los mellizos. Viendo el rostro tan calmo de su padre por completo al contrario de las palabras que salían de su boca, por un instante se convirtieron de nuevo en aquellos niñatos de los que él mismo hablaba, sus niños internos temblaban de miedo mientras que ellos mismos casi temblaban de la rabia.
Ni una palabra más fue dicha mientras el Rey se giraba hacia su esposa para ambos bajar juntos por las escaleras dejando a sus hijos aún paralizados.
—Voy a largarme —replicó queriendo irse por las mismas escaleras por donde sus padres se habían largado, siendo detenida de inmediato por su hermano quien no había soltado su muñeca—. ¡Déjame irme de una vez!
Casi ignorando las súplicas de Minji jaló de su brazo hasta las puertas de dicho lugar, pasando de los guardias que habían presenciando toda la situación. A decir verdad estaban bastante acostumbrados a observar dichos dramas de la familia Real.
Al cruzar por la puerta entraron en una sala más pequeña donde no había más guardias, dándole la libertad de soltar el grito de frustración que se había estado guardando desde el primer instante en que su discusión con sus padres. Por obvias razones dos de los guardias abrieron las puertas para certificar que todo se encontrara en orden, siendo la chica quien de inmediato movió sus brazos haciendo que estos hombres se retiraran de inmediato.
—Invitar a esos villanos a un baile de graduación —masculló desatando su corbata mientras caminaba de un lado a otro—. Si tanto les agradaban ellos y sus familias, ¿por qué los desterraron en lugar de invitarlos a sus bodas y coronaciones?
Minji solo podía juguetear con el tul de su falda buscando una forma de tranquilizarse ante de siquiera pensar en calmar a su hermano.
Tampoco habían muchas cosas que ellos dos pudieran hacer, no es como si pudieran salir y echar a los intrusos. Sus mismos padres, no de la mejor manera, se lo habían dejado muy en claro: ellos no eran más que unos subordinados más.
De improvisto el caos se desató en el Gran Salón, o al menos fue lo que ellos pudieron oír.
Los gritos, cristales estallando y la oscuridad inundando todo el lugar. El pánico ni siquiera pudo golpearlos ya que en menos de cinco segundos varios guardias irrumpieron en la sala, amplificando el bullicio una vez que las puertas fueron abiertas.
— ¡Llévenlos al búnker de inmediato!
[...]
¿Volví? ¡Volví!
No se imaginan lo mucho que me entusiasmaba continuar con esta maravillosa historia que al parecer les gusta mucho, sin embargo la universidad me tenía contra las cuerdas, ¡pero sobreviví otro semestre!
Espero actualizar muy pronto ahora que tengo muchísimo más tiempo libre, claro que mientras más apoyo tenga la historia más motivación tendría para escribir aún más.
¿Qué opinan del capítulo de hoy, les gustó? Como lo ven todo está empezando a salirse sumamente de control, les puedo adelantar que el siguiente capítulo estará bastante intenso.
Antes de terminar me encantaría agradecerles el inmenso amor que ha recibido este libro, no se imaginan lo feliz que me hace leer cada uno de sus comentarios.
Ahora sí, ¡hasta la próxima, mis bellezas!
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