IV: Election

Por última vez en el año todos los alumnos se dirigían al gimnasio, era curioso pero se trataba de la primera vez que realizaban este recorrido con ánimo. Este era el sitio donde casi cada mes eran convocados por los directores para escuchar una extensa charla o un tedioso anuncio sin demasiada importancia la mayoría de las veces, pero esta sería la última vez que los próximos graduandos presenciarían una de estas.

Habían oído por los altoparlantes la voz del Hada Madrina llamándolos a todos a una asamblea, con la idea en mente de que únicamente escucharían de nuevo las indicaciones para la graduación y el baile, los estudiantes empezaron a reunirse en los pasillos conforme salían de sus habitaciones para ir al gimnasio.

El grupo de amigos se juntaron con mucha facilidad a pesar de la gran cantidad de personas alrededor, siendo ellos los únicos que sabían la verdadera razón de aquella asamblea.

—Sus padres realmente están locos —dijo Sicheng cuando por fin emprendieron su camino una vez que estuvieron todos juntos.

Sin la necesidad de hablarle a alguien en específico, no se había que ser un genio para saber a lo que el chico se refería y exactamente a quienes se estaba dirigiendo. No obstante no tenía el suficiente valor para ponerse de pie frente a uno de los hermanos y sostener en sus rostros lo completamente dementes que se estaban volviendo sus padres.

—Lo sabemos mejor que nadie, hyung —de los cuatro, había sido Jaemin quien contestó a su afirmación con total tranquilidad.

Ninguno de ellos comentó más nada en todo el camino, principalmente pues seguían casi rodeados del resto de los estudiantes y no estaban seguros de lo que sucedería si alguno de ellos se enterara de la desastrosa noticia de sus labios y no de los del Rey. Pero un segundo pensamiento ocupaba la mente de casi todos, aquel desinterés e indiferencia que mostraba, no solo Jaemin sino que sus tres hermanos mayores cuando hablaban de algo, no necesariamente bueno, de sus padres. Casi como si estuviesen de acuerdo con cada cosa desagradable que se dijera de ellos.

¿Podrían ellos permitir tales comentarios si se trataran de sus padres? ¿Dejarían que alguien más se refiriera así de ellos?

Y sin tener que pensarlo demasiado una respuesta afirmativa se hizo presente. Claro que lo permitirían, de igual forma ¿cómo podrían defenderlos si tomaban decisiones tan absurdas?

Sin embargo no tuvieron tanto tiempo para pensar mucho en ellos ya que de repente aparecieron varios de los sénior, más específicamente Kibum y Minho quienes, acompañados del otros de sus compañeros, pasaban entre los más jóvenes hablando en voz muy alta.

— ¡Dejen pasar a sus sunbaes, niños! —exclamaba el más alto, poniendo sus manos a ambos lados de su boca para proyectar más su voz. Como si eso fuese necesario—. ¡Por favor, ya estamos viejos, denle espacio a los ancianos!

Sus ocurrencias sin lugar a dudas sería algo que se extrañaría en el Instituto, nadie podía imaginarse no volver a ver a sus mayores todos los días, aquellos que habían sido casi como sus guías desde el momento en que pisaron la instalación. Eran los únicos que habían visto a todo el mundo llegar allí, pero ahora serían los demás quienes los verían irse a ellos.

Sin poder evitarlo una sonrisa, y alguna que otra risita, surgía de los estudiantes mientras veían pasar a los mayores. Justo Minji se quedó con dicho gesto luego de que, al sentir un toque en su hombro, viera a Joohyun caminando a su lado sonriendo hacia ella, tan solo fue capaz de medio inclinar su cabeza viendo el blanca cabellera cruzando la puerta doble del gimnasio. Su sonrisa se había quedado en su mente, de un momento a otro cayó en cuenta de que ya no la podría ver más diariamente entre clases, no solo a ella sino que a ninguno de sus mayores: ya no presenciarían sus clases de batalla cuando tuvieran tiempos libres, no los verían caminando por los pasillos sintiéndose los reyes de todo el lugar.

No se habían puesto a pensar en ello, pero con esto surgía el pensamiento de que, al final del siguiente año, algunos de ellos serían quienes se marcharían.

—Min, ¿vienes? —Volviendo a la realidad pudo ver a su mellizo señalando con su cabeza en dirección a la entrada.

Alejando todos los pensamientos de su cabeza asintió con esta siguiendo a sus amigos dentro de la sala.

Ahí se presenciaban las gradas casi llenas, no obstante esto no fue un impedimento para que los menores se echaran a correr hacia un espacio vacío, lo suficientemente espacioso para que pudieran sentarse todos. En los asientos más altos se hallaban los mayores, mientras que los de abajo estaban ocupados por los novatos, o los que estaban a punto de dejar de ser novatos.

Y por supuesto que en el medio de la cancha se encontraban los directores, ambos yacían de pie con una expresión inmutable junto a varios de los profesores de lado y lado, incluyendo a Siwon quien había captado la atención de los estudiantes, tanto de los que lo conocían como de los que no.

¿Para qué mentir? Gran parte de la población femenina ya se encargaba cuchicheando entre suspiros acerca de la grata visita.

—Quiero ver cómo cambian sus expresiones cuando se enteren del motivo de su visita —habló Taeil entre dientes luego de que un grupillo de féminas a su costado se echaran a reír del comentario de una de estas, más específicamente de los músculos del recién llegado.

—Déjalas que consientan a la vista, no siempre te puedes cruzar con hombres así por aquí —asegura la princesa con una sonrisa ladina en sus labios, la cual se volvió una carcajada al verse siendo observaba, no de la mejor manera, por sus amigos y hermanos.

El sitio era un completo caos, todo el mundo hablaba a la vez y tantas personas parloteando en un lugar cerrado hacían un bullicio con muchísima facilidad. Pero al igual que sabían divertirse, también les habían enseñado a comportarse y seguir indicaciones, por lo que reinó el silencio cuando el Rey puso su mano en alto sin la necesidad de formular palabra alguna.

Este lució una brillante sonrisa al lograr su cometido, bajando su mano para juntarla con la otra frente a su abdomen—. Me complace tenerlos a todos aquí reunidos por última vez este periodo escolar.

Justo cuando pronunció la última sílaba, se oyeron los vítores y chillidos vociferados por los estudiantes del grupo sénior, logrando subir de a poco el ánimo del lugar.

Tal y como se esperaba el director emprendió su tan elaborado, y ciertamente aburrido, discurso explicativo sobre la ceremonia de graduación acompañada del tan esperado baile. Como si no se supieran ya de memoria cada pequeño dato como horario, vestimenta y, por supuesto, etiqueta. Habían asistido a clases casi diarias de modales y etiqueta desde que aprendieron a sentarse en una silla por su cuenta, ¿de verdad debían recordarles detalles tan básicos?

La gran mayoría de los estudiantes oían pero no le prestaban demasiada atención a las palabras del monarca, con discreción se mantenían entretenidos en diversas cosas como cuchichear en voz baja, aunque estaban los otros que simplemente se habían ido por completo a sus mundo, como Chenle quien, desde que el rey dijo por primera vez la palabra graduación, había empezado a sujetar diferentes mechones del cabello de Minji para tratar de realizarle algún peinado que resultaba en moños todos despeinados o los varios intentos de trenzas que acababan en nudos que ella misma debía soltar mientras lo escuchaba disculparse en susurros a la vez que reía.

Sin embargo todo cambiaría cuando surgieron las "noticias importantes". Nadie tenía unas muy altas expectativas de este nuevo anuncio, o mejor dicho, nadie a excepción de sus hijos junto a sus amigos, quienes sabían a la perfección que estas supuestas buenas noticias no tenían ni un pico de buenas a su parecer.

—Como lo habrán visto, tenemos aquí con nosotros al señor Choi Siwon —expresa, causando que casi de inmediato las chicas, de todos los grados y edades, gritaran con emoción ante su presentación. Sin importar si lo conocían o no, cada una coincidía en que el recién llegado estaba cómo quería—. Quizás algunos lo recuerden aún al ser su instructor de Defensa y Batalla.

— ¿Por qué nosotros no tenemos instructores así? —pudieron escuchar un susurro a sus espaldas, Minji sin evitarlo dejó que la curiosidad la venciera y giró, para encontrarse a Yeji con las mejillas encendidas al darse cuenta que la habían oído.

—Deberíamos hacer una petición para que vuelva, ¿cierto? —sugiere guiñando un ojo haciendo asentir con emoción a las pequeñas.

De repente sintió un jalón en su oreja que la hizo regresar su mirada hacia adelante, para descubrir con gracia que se trataba de Kun quien siempre los regañaba cuando no se comportaban de forma obediente. Además de que sabía a la perfección que si la dejaba acabaría hablando de más acerca del guapo instructor.

Puede que estuviera bromeando, pero se veía un gran contraste con los chicos a sus lados quienes mostraban sus más serias expresiones al ya saber hacia dónde se dirigía aquel discurso.

—Pues el señor Choi aquí presente es el instructor principal del CEREV —pronuncia dejando el gimnasio en un silencio sepulcral.

Dentro del Instituto cualquier mención de alguno de los villanos o, mucho peor, de sus hijos era completamente repudiado, al menos así lo era para los estudiantes. Incluso cuando la gran mayoría de ellos, por no decir que ninguno de ellos había siquiera conocido a alguno de ellos, los herederos tenían muy arraigado el rencor con las personas que en muchos de los casos incluso intentaron asesinar a sus padres. Ese sentimiento no discriminaba a familiares, a sus ojos todo lo que hubiese sido tocado por el mal estaba infectado y era tan solo una pérdida.

Y el Centro de Educación, Reclusión y Entrenamiento para Villanos tan solo estaba lleno de personas echadas a perder desde su concepción.

—Es una de los principales responsables de instruir a los jóvenes que estudian allá y por esa razón está aquí el día de hoy. Lo traje aquí para mostrar el arduo trabajo que se ha hecho día a día con dichos jóvenes, por eso no está solo.

<¿Qué?>

Una confusión colectiva se hizo presente, todos sabían exactamente a lo que se referían pero tenían la esperanza de que fuera una mala broma, un malentendido. Justo como los cuatro hermanos cuando les contaron la noticia.

— ¡Entren! —vociferó de manera repentina Siwon con las manos sujetadas en su espalda.

Ante la orden todos los pares de ojos se dirigieron en un milisegundo hacia la puerta, empezando con los murmullos y exclamaciones cuando la fila de chicos apareció por esta. No había necesidad de saber quién era cada uno, ni sus nombres, ni mucho menos de quién era hijo cada uno, todo en ellos gritaba con megáfonos "VILLANOS". Sus botas de aspecto pesado, los pantalones con tachos y cadenas, todas sus prendas eran similares al cuero, de tonos oscuros y sin contar sus cabellos alborotados dándoles un aspecto mucho más rudo. Incluso su forma de estar de pie denotaba que estaban listos para lanzar un golpe si alguien los provocaba.

Esta igualmente era la primera vez que algunos de los chicos veían a los intrusos, fuera de las vagas descripciones de parte de los mellizos, verlos en persona era algo por completo distinto. Una experiencia única que no querían ni habían pedido tener.

Pero no solo eran ellos quienes no estaban disfrutando de toda la situación, era muy visible el desagrado en los rostros de los recién llegados. Apretaban sus dedos, juntaban sus labios y se mordían la lengua, hacían cualquier cosa con tal de no explotar con aquellos niñitos engreídos. ¿Y ellos quienes se creían para abuchearlos? No era cómo si ellos hubiesen rogado por ir allá, y varios de ellos estuvieron a punto de explotar y gritarles sus cuatro verdades, cosa que no hicieron no por miedo, ni mucho menos, pero con Siwon justo a su lado a la más mínimo signo de rebelión serían devueltos a casa. Aunque, pensándolo bien, aquello empezaba a no sonar tan mal.

Al darse cuenta de la inconformidad de los estudiantes, varios de los profesores trataban de calmarlos y hacerlos callar sus quejas, pero esto solo fue posible cuando el mismo Rey alzó su mano como lo había hecho con anterioridad logrando el objetivo de llamar al silencio.

—Me decepciona su actitud —dice luego de un suspiro, hablando como si de un padre se tratara. Solo que a sus "hijos", e incluso a sus verdaderos hijos, les importaba muy poco que tan o no decepcionado estuviese de ellos—. Quiéranlo o no, ellos están aquí y deberán convivir juntos pues ellos estarán presentes durante la ceremonia de graduación y el baile de celebración.

Claro está que este nuevo anuncio no fue muy bien recibido quizás por nadie que no fueran los profesores e instructores. Estaba bastante claro que, ni los estudiantes del IIPED querían a los villanos ahí, ni los del CEREV querían estar en ese lugar.

—En nombre de todo el profesorado de esta institución, espero que puedan darle un uso a la buena educación que se les ha dado durante estos años y nos hagan sentir orgullosos del alarde que hacemos de contar con unos jóvenes tan correctos —para cuando la reina tomó la palabra detuvo por completo los quejidos de los estudiantes. Había algo en ella que inspiraba una sensación maternal en cada uno de ellos, era como si estuviesen siendo sermoneados por su propia madre.

Aprovechando su momentánea, y casi obligada calma, la bella mujer volvió a hablar con una voz dulce mencionando las palabras que todo estudiante anhelaba escuchar: Son libres de disfrutar sus vacaciones.

Fue sorprendente la manera en que, como si no hubiese sucedido absolutamente nada unos momentos antes, los jóvenes comenzaron a gritar con alegría y sin esperar mucho se pusieron de pie y salieron en carrera luego de que esta señalara hacia la puerta. Como casi siempre los últimos que se pusieron de pie fueron los amigos de sus hijos, un gran error que cometían cada vez.

—Minji, cariño, ven un momento —llamó su madre, obteniendo la atención de todos los chicos.

La rubia giró su cabeza hacia sus amigos, poniendo un puchero tratando de ablandar el corazón de cualquiera de ellos, aunque lo máximo que obtuvo fue una palmadita en su cabeza de parte de Taeil justo antes de que los chicos abandonaran el lugar.

Resignada tuvo que acercarse a su madre quien se hallaba junto a Siwon, mientras su padre estaba reunido con el resto de los profesores. Y no podían faltar los intrusos aún de pie en una fila.

Era algo de lo más común el sentir todos los pares de ojos sobre ella, no necesariamente por la atención que llamaba, sino por la gran cantidad de eventos públicos de los que formaba parte desde que contaba con memoria. Ella incluso fue presentada ante todo el reino al día siguiente de su nacimiento junto con su hermano. No obstante ni se le acercaba a tener justo a los villanos observando cada uno de sus pasos, sentía sus miradas yendo de arriba abajo y no precisamente desprendiendo cariño. Y al final su curiosidad terminó ganando la partida y dirigió sus ojos hacia ellos, sacando de lo más profundo de su ser una mirada fría mientras caminaba con las manos dentro de sus bolsillos, posando su mirada sobre cada uno de sus ojos por una fracción de segundos.

Era una batalla perdida cuando de lado y lado se intentaban intimidar, no se llegaba ni se llegaría a nada. Pues, en vez de intimidar a alguno, había llamado la especial atención de unos cuantos ya que en el poco tiempo que habían estado ahí de pie pudieron sentir el escrutinio de cada uno de los estudiantes, sus tan obvias miradas que los analizaban de pies a cabeza, solo que absolutamente ninguno de ellos mantuvo contacto visual con ellos. Quizás desagrado, quizás odio, quizás miedo, por la razón que fuera, la rubia no parecía intimidada de verlos directamente a los ojos.

Al llegar junto a su madre, mantuvo su expresión inmutable hacia ellos hasta que la mujer sujetó su brazo mientras con su brazo rodeaba sus hombros

—Cariño, ¿tienes algo especial que hacer? —pregunta, continuando con el conteo mental de las veces que su madre la llamaría "cariño". Aún pensando en la propuesta de sus amigas a salir ella negó con la cabeza a sabiendas que la reina terminaría pidiéndole que pospusiera dichos planes—. Perfecto, entonces no habrá problema en que le enseñes a nuestros invitados el Instituto, ¿cierto?

De inmediato y sin disimular ni un poco, abrió desmesuradamente los ojos hacia la mujer, mordiendo su lengua para no empezar a quejarse. ¿Quejarse de no querer hacerlo para que luego terminara cediendo ante su madre? Viendo la súplica en los ojos de su progenitora no tuvo más remedio que resoplar alejándose de ella para encaminarse hacia la salida.

—Síganme —dijo sin más y sin ver hacia atrás para asegurarse que de verdad le siguieran.

Por unos segundos los jóvenes miraron a Siwon por instinto en la espera de una orden, con una vaga esperanza de que él fuera quien caminara tras la chica para no ir solos con ella, pero lo único que recibieron fue un movimiento de cabeza en dirección a la puerta indicando que podía —debían— ir.

[...]

Como era de esperar nadie le dirigía la palabra a nadie, la única persona que hablaba era Minji tan solo para indicar cada vez que pasaba por una sala en específico, señalando las escaleras y todas las salidas por donde fueran pasando, hasta que se dio cuenta que justo era la hora de la comida. No sabía ellos, pero su estómago comenzaba a rugir.

—Esta es la cafetería —expresa al pasar por la puerta y manteniéndola abierta hasta que cada uno de ellos hubiesen cruzado.

Sin poder evitarlo el asombro podía notarse a simple vista en sus rostros, sus ojos trataban de recorrer cada centímetro del lugar pero simplemente no les daba abasto aquel pequeño momento para observar cada cosa con detenimiento. Era como un comercial de un local de comida rápida los cuales veían a escondidas en los televisores de los guardias, y la comparación era algo de locos: en SU cafetería tan solo tenían unas cuantas mesas de concreto que estaban al aire libre y la ventanilla donde recibían su bandeja de comida, mientras que aquí veían una gran cantidad de mesas de un blanco puro con un piso del mismo color, contaron al menos tres maquinas expendedoras y sin contar las dos, si, dos barras que cubrían toda una pared.

—Síganme si quieren comer algo —escucharon de repente un cambio en su voz, lo que podría sonar como una orden se escuchó más como una especie de consejo y, aunque desearon negarse y tan solo ir a sentarse, el hambre también los afectaba.

Todos la siguieron apoyándose en la barra de plástico donde todos los espacios donde debería estar la comida se encontraban vacíos—. Hoy es el primer día de vacaciones y eso significa que no hay nadie aquí, por eso los cocineros no preparan nada, pero al parecer si hay hamburguesas así que... Pueden escoger de qué forma quieren comerla.

Esto lo explicó sin siquiera mirarlos de frente, procediendo a explicar su "pedido" a una de las mujeres que estaba de pie frente a ellos. Mientras veía a la mujer poniendo cada ingrediente sobre el pan podía escuchar el murmullo de los demás, algunos pidiéndoles a los otros lo que deseaban comer, esto hizo que girara a verlos y al ganar su atención hizo una seña con su mano señalando a las mujeres para que perdieran su vergüenza.

Por un momento, por un pequeñísimo instante sintió pena por ellos.

«Algunos de sus padres no sintieron ni un poco de pena al tratar de matar a los nuestros»

Dicha frase destruyó por completo el ápice de lástima que empezaba a sentir, volvió a sus sentidos y tomó su comida para alejarse hacia una de las tantas mesas vacías.

—Luego los bichos raros somos nosotros —masculla una de las chicas a la vez que rodaba los ojos.

—No me fío de ella. Que de repente se comporte como una princesita buena con nosotros no me da buena espina —afirmó el hijo mayor de la Reina Malvada—. Simplemente no entiendo a dónde quiere llegar con eso.

—Es tan solo una persona hipócrita como todos aquí, ninguno de estos principitos mostrará su verdadera cara, solo el rostro falso de muñecos de porcelana que ponen todo el tiempo. —Su repentino desahogo dejó sorprendido al resto de su grupo, pero sobretodo obtuvo las sigilosas miradas desconfiadas de las cocineras.

Recibiendo su comida, el chico de cabello rojo giró hacia los demás obteniendo todas las miradas sobre él—. Ustedes le están dando mucha importancia a todo esto.

Sin decir nada más empezó a alejarse de ellos, a sabiendas que igual lo seguirían, para tomar asiento en una de las mesas más cercanas —y más lejana a la de la rubia—. Al llegar algunos tomaron sillas cercanas para tomar asiento todos en la misma mesa, siendo esto incluso una novedad ya que estaban acostumbrados a sentarse en las bancas de concreto donde terminaban sentándose más de los que cabían en cada una.

—Hyung, esto es genial. ¡Estamos comiendo hamburguesas! —expresa emocionado el segundo hijo de la Reina Roja, pero manteniendo en voz baja su felicidad.

Este comentario, secundado por unos cuantos, solo pudo hacer hervir la sangre de su hermano mayor. En lugar de contentarse de ver al chico disfrutando, miles de comparaciones empezaron a surgir como locas en su mente; el estar en una cafetería de lujo mientras la de ellos era en el patio, que mientras los príncipes y princesas tenían un extenso menú de donde elegir, ellos debían comer el mismo ramen todos los días, a veces incluso frío. Que ellos en sus vacaciones pudieran recorrer el sitio de la ciudad que les diera la gana y que si ellos se acercaban a las malditas rejas del patio ya tenían a tres guardias ordenándoles que dieran la vuelta y regresaran.

— ¡Ugh, Taeyong! —El grito de Dongyoung y el frío en su mano lo trajeron de vuelta a la realidad. Sin darse cuenta había apretado con tanta fuerza el vaso de cartón que todo el contenido de este ahora se encontraba desparramado por toda la mesa

Cada uno comenzó a tirar las servilletas sobre el charco de refresco mientras seguían recriminándole el desastre que había hecho, para callarlos tan solo se puso de pie con la excusa de buscar más de este papel.

De pie junto a la barra tuvo que tragarse su orgullo y pedirle a una de las mujeres algo para secar su desastre, en la espera de su regreso se permitió mirar hacia atrás, pero en lugar de observar a sus compañeros fijó su mirada sobre la rubia quien comía un tanto alejada del resto. Analizó desde la forma en que cruzaba sus piernas hasta cómo sujetaba su cabello con una mano para comer con la otra.

Mientras la miraba no podía recordar haber odiado tanto a una persona, nunca había deseado tanto que alguien se ahogara con un bocado de hamburguesa, que un ingrediente le causara una reacción alérgica cerrando sus vías respiratorias. Le asustaba la cantidad de escenarios que cruzaban por su mente como un celuloide a gran velocidad.

Nunca había pensado que, al verlos en persona, llegara a odiarlos tanto como lo estaba haciendo desde el instante en que bajaron del autobús y tampoco imaginaba que una de sus rivales fuera tan prohíbidamente hermosa como lo era ella. Un gran desperdicio de belleza en una manzana podrida como ella.




Nuevo capítulo como celebración de que la historia va por sus 800 lecturas, ¡falta muy poquito para los 1K!

Sé que tardé mucho en actualizar, pero he estado haciendo muchas cosas juntas tanto con respecto a mis proyectos aquí en Wattpad, y los que llegarán a Wattpad, así como asuntos personales. Quien esté en la universidad recordará lo estresante que fue hacer todo lo necesario para inscribirse por primera vez, no pensé que fuera tan agotador. Pero espero tener ahora más tiempo que brindarle a esta historia.

Ahora sí, ¿qué pensaron de este nuevo capítulo? Muy pronto comenzaremos a ver las cosas desde otras perspectivas y los nombres empezaran a nombrarse finalmente.

Y sin más, ¡hasta la próxima, bellezas!

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