EXTRA: EL PELOS ROJOS Y LA PELITOS DE CENICERO


Capítulo: 12.

Ubicación: afueras de los casilleros de Madison High.

Fecha: Noviembre del 2018.


Salí para esperarlos y que me dijeran donde era la fiesta, no me quedaría en casa sabiendo que estaba castigada. Cuando todos salieron Jerry Taylor se me acercó.

—¿Me esperabas a mí? —preguntó divertido.

—Esfúmate.

—¿Sigues enojada conmigo?

—Sería demasiado sentir más de eso por ti y por los demás.

—¿Entonces si fuiste a saludarnos fue para hacer las paces con nosotros?

—Tal vez.

Me dio una media sonrisa. Bien, ya eso lo había superado, el único que parecía odiarme era Charlie, los demás hacían como si nada aunque me llamaban la atención saludándome a lo lejos. También notaba como a Logan no le parecía la eterna idea de odiarlos. Dejaría fluir las cosas, sin hacerme amiga de nadie, haciendo a un lado la rencilla. Ya no me importaba seguir en ese odio.

—¿Eso quiere decir que nos perdonas?

—Lo he superado, no quiere decir que los perdone.

—A mí eso me va bien. ¿Qué harás luego de aquí? Nosotros iremos a casa de James a celebrar nuestra victoria, estás invitada.

—Ya pensaré si voy. Debo hablar con Logan.

—Se quedó dentro. Los esperaremos afuera.

Con una sonrisa de alivio y diversión se fue detrás de los demás.



Capítulo: 24.

Ubicación: carretera neoyorquina, camino al departamento de Cloy.

Fecha: enero del 2019.

Dato extra: escena extendida.


En la salida de ese mismo día Jerry Taylor se ofreció a darme un aventón. Estaba ridículamente nervioso. Yo acepté porque Lucas seguía indiferente conmigo, Luz quien podría hacerlo menos incómodo tenía que cortar con Guzmán, sus palabras. También por el hecho de que el silencio de Ramiro me daba miedo, no pondría en peligro mi integridad, por lo que cedí a que me acompañaran.

Que Logan me preguntara todos esos días si podía llevarme al departamento no lo sentí anormal, lo cual me negué porque Duke iba a buscarme. Que también Hanck y Mary Anne me preguntaran fue bastante extraño. Así que aproveché la petición de Jerry para indagar.

—Pareces una lagartija —le dije ya fastidiada de que me miraba expectante de algo en cada semáforo.

—Estoy bien, estoy bien.

Tras un segundo de silencio, dije:

—Dime lo que quieres de decirme.

Me dio una negativa y me permití poner música en su ojeo de vez en cuando hacia mí. Había una interminable lista de músicas latinas.

—Hablas español y ni un hola te he escuchado —dije en dicho idioma.

—Claro, mamacita —respondió de la misma forma en un acento deprimente.

—No me imagino escuchándote cantar un reggaetón con tu acento chillón.

Soltó una pequeña carcajada.

—No las puse ahí, son de James —explicó.

—No tiene tan mal gusto. Ahora llegó el momento de preguntarte porqué te ofreciste a llevarme al departamento.

—Porque quiero conocerte, ser tu amigo.

—No te creo.

—No es si no supieras que me gusta fastidiarte.

—Si me dices que sientes atracción por mí, si te lo creería. No que varias personas fuera de Logan han pedido llevarme al departamento cuando no somos tan cercanas.

—Escuché que Logan le comentaba a Tyler que necesitabas compañía cada que salieras del instituto. Por eso me he ofrecido, no mencionó el porqué pero se escuchaba grave. Lo admito, escuché a hurtadillas la conversación —contó nervioso, lo que no me terminó de convencer—. Con lo ocurrido con Charlie decidí ofrecerme.

—Es una excusa bastante dudosa.

—Por cierto ¿no deberías estar acompañando a Logan?

—Hay que darle su espacio.

Pensé que se callaría hasta mi parada hasta que de pronto habló de nuevo:

—Tengo varias hermanas y primas cercanas, y como Logan no he tenido mejores amigas, hace un tiempo evitaba a las chicas porque pensaba que serian iguales a ellas, a mis primas. Entonces tú, eres tú con tu forma de ser. Insuperable, determinada y te me metes en mi fortuito sistema de protección.

—No es lindo. —Sonrió como si le hubiese dicho un piropo, lo mire aburrida—. Ve a joder a otro lado con tu radar de protección a mi persona.

Giré la vista, perfecto para los dos, él para no seguir explicando y yo para no tener que escucharlo. El resto del aventón se escuchó las canciones en español y mis palabras de dirección las cuales él no objetó nada, le agradecí y despedí al bajar mi mochila llena de libros y otra con la ropa del uniforme de educación física.

—Te ayudo —me dijo él, amagando con tocar mis cosas cuando estuve del lado de la acera.

—Yo misma puedo.

Cuando tomé mis cosas, él me miro a la expectativa. Lo mire con perspicacia.

—Tienes cara de querer subir al departamento.

—Si me quieres allí —dijo con las manos hacia atrás de su cuerpo y en leve encogimiento de hombros como una cosa muy dulce que ver.

—No.

Sonrió amplio y procedió a meterse en su auto siendo un fastidio despidiéndose de nuevo.

Maldije en mi mente los libros porque tendría un fin de semana para estudiar, cuando recordé que él tenía un alto promedio me giré de nuevo dejando a un lado la bicicleta, quien me miraba asegurándose de entrar a mi casa.

—Dime sí o no si tienes tiempo para ayudarme a estudiar.

Procesó mis palabras con lentitud hasta que me observó sin atisbo de fastidiarme.

—Por supuesto, dime cuando y me hago disponible para ti.

Lo pensé unos segundos hasta que hablé:

—Sábado, nueve de la mañana. Biblioteca de la calle tres con cuatro.

No se lo pensó mucho al afirmar con su cabeza.

—Vendré a buscarte.

—Nos vemos allá, iré en bicicleta.

—Vengo a buscarte en mi bicicleta. —Le sonreí con perspicacia de nuevo, se encontró a dos y medio metros de mí—. Sé manejarla.

—Nos vemos a mitad de camino de aquí a la biblioteca —dictaminé.

—Me gustaría venir a buscarte, así desayuno con un delicioso desayuno que-

—Esfúmate de mi campo visual Taylor.

Me gire sabiendo que sonreía, sin mirarlo con voz amenazante le dije que desechara su última idea de su cabeza, protestó porque me ayudaría a estudiar y no todo debía ser como yo lo decía, a lo que respondí que no me convenía entonces que me ayudara y de nuevo habló diciéndome que era chantaje, hice un sonido de pedo metiéndome a la residencia. Más tarde en una nota de voz le dije que lo haríamos a mi manera y él cedió luego de ser amenazado, sin embargo no dejó de fastidiarme por pedir su ayuda.



Capítulo: 25.

Ubicación: departamento de Cloy y biblioteca.

Fecha: enero del 2019.

Dato extra: escena extendida.


Taylor:

Intuí que te habías quedado dormida y otras teorías nada agradables, por eso me vine a tu casa, estoy abajo.

—Hay que comprar comida ¿cómo te mantienes Cloy? —me preguntó mamá.

—Nos quedaba comida, tengo mis ahorros... —enumeré tomando el abrigo.

—Podrías regresar a casa —dijo papá.

Me distrajo otro mensaje de Taylor.

Como no contestaste, decidí pedirle al portero que se comunicara conmigo.

Cuando sonó el citófono quise arrebatárselo a mamá, pero no podía, me pedí paciencia y no olvidar meterle un vergazo a Taylor más tarde.

—Buenos días... el muchacho que Cloy me estaba comentando. —Me miro ella con suspicacia y poder sobre mí—. Hazlo pasar.

—¿Quién era?—preguntó Alonzo.

—No dijiste que vendría el muchacho —dijo ella.

—No lo sabía, me quedé dormida. Él decidió venir.

—Es un acto de caballeros.

Quité mi bolso repleto de libros de mi espalda y lo tire sin delicadeza al suelo, abrí la puerta para verlo salir por el ascensor del pasillo.

—No te dije que vinieras Taylor —le dije cuando se acercó.

—¡Buenos días! Yo amanecí muy bien ¿y tú?

—Con ganas de patearte tu miseria de testículos.

—Que ruda y gráfica. No me odies, tu seriedad al preguntarme si podía ayudarte a estudiar me indicó que no bromeabas. Que no te presentaras en la biblioteca me hizo formar locas teorías y no sé porque no te llamé pero mi instinto de protección me hizo pedalear hasta acá.

Lo mire con más suavidad, se preocupó por mí.

—Gran discurso, son de los que se quieren meter en tus vidas llegando hasta en tus tuétanos. —El rió—. Hablo de los metiches.

—Lo sé.

—Antes de entrar, sin comentarios fuera de lugar y no nos vamos a quedar aquí, vamos a la dichosa biblioteca.

—De acuerdo. ¿Ya desayunaste? Eso mejoraría tu humor. —Le lancé una mirada furtiva—. Sigo insistiendo que el desayuno mejora el ánimo.

—Tendría que haber boxeado Taylor, así que imagínate desde ya que quiero practicar con tu cara.

De forma instintiva puso las manos en su cara tapándose.

—Te voy a ayudar a estudiar, no seas así Cloy.

Abrí paso a la puerta dejándolo entrar primero, caminamos hasta estar en la sala con Catalina y Alonzo de pie.

—Buenos días, un placer conocerlos. Jerry Taylor —dijo con desenvolvimiento y una sonrisa cálida acercándose a ellos para tomar sus manos mientras estos decía sus nombres en un saludo cortés—. Siento mucho y me apena llegar sin avisar, es que habíamos quedado en vernos en la biblioteca pero al no ver a Cloy allá, decidí venir. Me preocupé por ella y en realidad, olvidé llamarla antes de venir.

Por la mirada que mamá me dio supe que Jerry estaba más que ganado en mi familia, hasta Alonzo estaba atento escuchándolo.

—Me quedé dormida —corté seca.

—Qué lindo que te hayas preocupado, Cloy no es de llegar tarde a ninguna parte siempre —dijo mamá—. No me molesta que hayas venido. Así te conozco.

—No me molesta entonces, darle asesorías aquí, si a ustedes no les molesta, por supuesto.

La sonrisa que echó derretiría a cualquiera, maldición.

—En lo absoluto, así estamos pendientes de ustedes —dijo Alonzo.

—Necesitamos ir a la biblioteca por unos libros —me adelanté.

—Estás invitado al almuerzo —le dijo mamá.

Papá me dio las llaves de su auto, tuve que buscar el carnet de conducir en la habitación, al regresar los tres hablaban en voz baja, yo sospeché.

—No me he acostado con Taylor. No se preocupen.

Tiré de su brazo para llevarlo al ascensor interno. Catalina no me miraba con buena cara por el comentario.

—Tienes una relación abierta con tu familia —comentó.

—Han estado detrás de mí, desde siempre. Dilo, lo que querían.

—Tu madre le alegraba nuestra reunión porque necesitas amigos.

Volqué los ojos.

—Es lo que ella cree. No lo que necesito.

Mientras bajamos y él me decía que su bicicleta la había asegurado en una barra dentro de la residencia le advertí que mi madre quería siempre sonsacar información de mí y que me hiciera amiga por siempre de las personas que ella consideraba buenas, la mayoría compañeros del instituto. Y que por su parte Alonzo siempre daba un ultimátum de que tendría que comportarse bien conmigo porque una amistad era muy seria para tomarse a la ligera.

Conduje a la biblioteca en su relato de que a pesar que me veía ruda parecía una persona genial de tratar. Al llegar buscamos algunos libros y nos sumimos en las materias que se me hacían más complicadas. Él era muy bueno explicando por la paciencia que me tenía; yo hacía demasiadas preguntas para no quedar con ninguna duda, una que otras veces quiso preguntarme cosas personales y banales que evité con sabiduría.

Pasada las doce del mediodía Catalina me llamó avisándome que ya estaba el almuerzo, por lo que nos quería a los dos en el departamento.

—Gracias, por ayudarme —le dije alternando la mirada a la acera y la nieve descongelándose, ya que había estacionado en una calle.

—No fue nada, me gusta ayudar, sé que tengo talento para hacerle entender a las personas. He sido tutor antes —respondió con simpleza.

—¿Pensaste que no te iba a agradecer? —la pregunta salió más natural de lo que creí y no me arrepentí.

Se quiso detener un momento, más el transitar de los automóviles se lo impidieron.

—No. Ya te veo como una persona común y a la vez, no.

—No te entendí ni mierdas.

—Yo me entiendo.

—Estás hablando de mí, si vas a decir algo de mí en voz alta procura comunicar toda la información.

—Se me olvida que no eres fácil.

—Tú lo estás haciendo difícil, dilo todo y no te insultaré.

—No me causan gracia esas amenazas aunque tampoco me molestan tanto.

—Como sea, deberías de irte perdiendo de mi vista.

Él se rió con gusto.

—No voy a importunar tu vista por mucho tiempo —comentó vacilante—. Si no voy a ese almuerzo causaré una grave impresión en tu madre.

Nos metimos en el automóvil.

—Se me olvidaba que tienes complejo de fastidio y dolor de culo. ¿Trajiste tu bicicleta porqué yo también me iría en una? —pregunté porque necesitaba saberlo, él me miro unos segundos antes de volver a concentrarse en mirar la calle bastante vacía.

—Sí, pensé que sería divertido. Hasta que tu papá te pidió irnos en su camioneta. No despego mi trasero de mi auto. Ahora sólo tienes que decir que soy lindo.

Me guiñó un ojo. Reprimí una sonrisa torcida.

—Collins, Espinoza y tú tienen el mismo sentido del humor. El rubio llega a fastidiar para que lo aparten de una patada en el culo. Espinoza irrita al punto que debes darle un putazo y a ti no te quieren matar pero sí sellar la boca.

Se sonrojó porque era tan pálido que era imposible no notarlo. Yo encendí el motor, más no arranqué.

—¿Y de mi parte que significa?

—No me dijiste que significaba el verme como una persona común y a veces no.

—¡Eres odiosa! —dijo casi ofendido.

Menee la cabeza sintiéndome superior, él generaba gracia, molestia, gracia y molestia y luego al querer meterle un puñetazo sabias que era inofensivo porque no te hacía sentir mal en ningún momento.

Cuando pisaba el acelerador de repente una figura se metió delante del auto para que no avanzara, de inmediato metí el freno. Ramiro me miraba con las manos en alto.

—¡Maldito sea! ¿Qué cojones quieres? ¿Qué te mate? —le grité sacando la cabeza de la puerta.

—Por Dios. Ese tipo quiere hacernos asesinos —dijo Jerry, llevándose una mano al pecho.

—Necesitamos hablar —dijo Ramiro acercándose, con una nota fría y de necesitad al mismo tiempo.

—¿Lo conoces? Oh, mierda.

—No te me puedes acercar, tienes una orden de alejamiento. Si no te vas ahora, llamo a la policía. Jerry llama a la policía. —Sin chistar sacó su celular marcando al 911—. Vete Ramiro.

Su cabello parecía un revoltijo, iba ojeroso, todavía tenía los golpes en la cara que le había metido, vestía un chándal gris y una sudadera color rosa. Muy seguro se moría de frío.

—Tienes que quitarme la orden de alejamiento.

—No lo haré. Te quiero lejos de mi vida. Vete a Canadá, ya no tienes nada que hacer aquí.

—Sufro porque me odias. —Quiso manipularme, cuando sentí que un operador contestaba le quité el celular a Jerry para cortar—. No puedes hacerme esto, estás confundida. Todos te llenan la cabeza de mentiras, tus nuevos amigos. Estoy arrepentido.

—Te daré una sola oportunidad, vete de la ciudad. No quiero saber nada de ti.

Me tomó del cuello con la mano, Jerry salió de inmediato.

—¡Déjala! —lo intentó apartar de mi abarcando con sus brazos sus caderas.

—Ramiro. Vete, llamaré a la policía. —Sentí miedo porque casi estaba sin poder respirar bien—. Te estoy dando una oportunidad.

—Yo también. Si dejas tu odio y te vas conmigo. No te haré más daño.

Cuando se descuidó a apartar a Jerry quité las manos de las suyas que ya me apretaban el cuello y le metí a la nariz, que creo que quebré porque sonó y comenzó a fluir sangre. Cuando subí el vidrio le pedí a Jerry que se metiera de inmediato al conocerle la intención de sacarme del auto, le puse el seguro a mi puerta y el pelos rojos fue tan ágil que fue rápida la manera de poner el culo en el asiento.

—¡Te vas a arrepentir maldita zorra! —Me gritaba Ramiro dándole golpes a vidrio con sus manos llenas de sangre—. ¡No tendré contemplaciones contigo!

—¿Quién es ese maldito loco? —me preguntó Jerry mientras yo tosía por la sensación de ahogo.

—La situación grave por la cual no puedo salir sola.

—¡Hay que denunciarlo! —dijo preocupado, desesperado, frenético.

—Ya tiene una orden de alejamiento. Si emito una denuncia, mi madre se pondrá peor. No le podemos decir a nadie.

Paré en una estación de servicio donde compré toallitas húmedas de bebé para quitar la sangre del vidrio, no era mucha. Allí le expliqué a Jerry mi relación con Ramiro no quedándome de otra, debía de entender y no decir nada. Ya no quería más problemas. Me garantizó que no diría nada mientras no pasara otra situación, de lo contrario hablaría con mis padres.

—Tienes que tener cuidado. —Rodeó una mano en mis hombros y besó mi coronilla de forma protectora. Mil veces lo decía, cualquier persona no tan cercana era mejor que cualquier toque de Ramiro—. Prométemelo.

—Le pediré a un amigo que me enseñe defensa personal.

—No estaría de más.

Regresamos a la camioneta pidiéndole serenidad y normalidad ante mis padres, mi cuello sufrió marcas notables que la bufanda cubrió. En el departamento estaban también Luz. Lucas estaba en casa de Kevin y Jack en casa de un compañero de clases.

—¿Te gusta el picante Jerry? —le preguntó papá.

Él puso una mueca que no le agradaba mucho la idea. Se puso interesante la cosa.

—Soy alérgico al picante.

—Uhm, yo también —le dije—. Y eso no me detiene de comerme algunos chilecitos.

—Y que se ponga como una marmota con urticaria —acotó mamá de lo que mi compañero rió con ganas, hasta ver a papá mirarlo sin gracia.

—Qué grave, yo suelo ponerme rojo como si me hubiese rostizado el sol en una isla.

—Vamos.

Papá señaló con su mano el lugar a la cocina en un estado de seriedad sobreprotectora.

Luz y yo no habíamos llevado novios a la casa, por su parte ningún amigo y por la mía los chicos y Logan. Alonzo no solía ser tan sobreprotector o muy intenso, sus miradas y palabras valían mucho para descubrir si otras intenciones no agradables para él podía verse en cada chico que visitaba la casa. Al final si le caía bien —nunca se dio el caso contrario— lo dejaba de intimidar de forma suave sin dejar de estar alerta hasta podría volverse amigables con ellos. Algo que le agradecía, en cambio Catalina era un poco más directa y sacadora de información, un trabajo equilibrado donde veían potenciales de parte de mi madre y posibles enemigos de mi padre.

Papá palmeó con firmeza el hombro de Taylor preguntándole si alguna vez había almorzado comida mexicana, él negó y me dedicó una mirada un poco nerviosa, yo le sonreí con mera maldad ¿para qué simular que sería cualquier almuerzo? Él mismo quiso entrar a la cueva, que se jodiera.

Luz estaban en la cocina bastante distraída con un delantal de extraterrestres y cantando la canción que sonaba del reproductor una de Ana Gabriel, «Luna, tú que lo vez, dile... cuanto lo extraño»

—Hola. No entendí, sin embargo cantas bien —le interrumpió Jerry, de inmediato ella se giró a mirarlo con un batidor en la mano con la cara tan blanca como sus dientes. Teníamos una artista escondida en casa y no sabíamos.

—Jerry Taylor, hola. En la próxima, te pido, por favor, avisar que vas a cortar mi tarareo —le dijo, con voz entorpecida por la vergüenza, moviéndose para seguir revolviendo el guiso,.

Y mintió, porque ella no tarareaba, al menos no frente a nosotros.

—Luz canta como las diosas sirenas del Olimpo —alabó mamá.

Ella rió un poco y se destensó cuando mamá le ayudó a terminar. Todo parecía ya listo. Papá las miro con una sonrisa como si ya supiera ese aparente secreto.

Le pedí a Taylor que se sentara a mi lado en uno de las sillas del comedor, pasee mi vista por Alonzo que me miraba queriéndome sacar los pensamientos sobre nuestro visitante, reprimí una sonrisita de autosuficiencia, en cambio le dediqué una alzada de ceja contundente queriéndole participar que no preguntara nada —igual siempre se enteraba— que él recibió con cara de estupefacción.

Me reí pero por no ser tan mala, desvié la mirada hasta el delantal de mamá que era de perros. Entonces me acordé lo de Logan, suprimí el pensamiento negando con la cabeza.

—Ey, ¿estás bien? —me preguntó Taylor posicionando su mano en la mía de forma suave.

—Sí, un recuerdo amargo —dije sólo porque mis padres estaban allí—. Puedes quitar tu mano, no me caeré.

No soné muy suavecita que digamos, pero, vamos, no soy rosas en aguas turbias.

Alonzo no preguntó nada pues su mirada no había abandonado mi cuerpo, me preguntó con la mirada, negué de nuevo con la cabeza haciéndole saber que no era nada. Se puso detrás de mí poniendo sus manos en mis hombros quitando el gorro y besando mi cabeza. Jerry no apartó la vista como muchos harían, como yo haría, sonrió con amplitud. Y fue el segundo punto favor a Alonzo, en ese instante pensé que si seguía sonriendo así ya en unos meses comenzarían a planear nuestra boda.

De antemano sabía que Jerry, se quedaría solo en los pensamientos de lo que creí que pensaban que estaban vaticinando en sus mentes.

—¿Y tú? ¿Todo bien? Pareces distraída —le pregunté a Luz cuando se acercó con las charolas.

—Pensando en el instituto. Los exámenes...

—Bueno, los pensamientos parecen que te aportan más belleza —bromee.

—Y si piensas tanto tú luces despampanante.

Jerry nos observó entretenido.

—Sé que mis hijas son bellas ¿Podrías disimular un poco tu mirada de querer calentarles el oído?

—Papá Alonzo, por Dios —dijo Luz enojada y ruborizada.

—No me mal interpreta —se apresuró Jerry retractándose de su acción de embobamiento—. Nosotros, los del equipo de lacrosse, sabíamos quién era Luz ya que la habíamos visto en los entrenamientos que dan su escuadrilla en el campo, ella misma puede decir que la saludábamos y cuando Cloy comenzó a ser amiga de Hilfiger la miramos de verdad como hermanas ya que nunca lo habíamos hecho. Porque no lo parecían a estar de pasárselas juntas muchas veces. Ahora la vemos y parecen mejores amigas.

Era cierto, ese año Luz y yo nos habíamos vuelto fiel confidentes. Nuestra relación había mejorado. Luz se incomodó al instante y a papá y mamá no les hizo mucha gracia el tema.

—Oye —le dije porque obvio no quería que sacara el tema de mi relación con mi hermana frente a mis padres.

—Espera que termine. Los chicos podemos hablar de cosas que no son nuestro asunto como si tuviéramos la verdad absoluta o el derecho, con solo mirar. Como buen observador que soy sin adelantarme a nada me di cuenta que indefinidamente la relación que ustedes tengan, se quieren como hermanas. Lo descubrí un día.

Terminó con una sonrisa, pero ninguno dijo nada, los cuatro no los quedamos observando; había algo en la forma que Jerry se expresaba de la cual hacía no quitar sus ojos de él o dejar de escucharlo, era atrapante de alguna forma. Su sencillez y opinión de las cosas más simples lo hacían en potencia una persona por la cual valía la pena.

Y en ese instante me di cuenta.

—Yo quiero a Luz, no hay que negarlo —hablé rompiendo el silencio no pesado, si inusual, como un silencio del que nunca anhelaste pero lo recibes de buena forma.

—Yo también te quiero —dijo ella casi que muerta por ruborizarse tanto por el tema de ella y yo—. Nunca lo he negado.

—Perdón, si me metí en un tema que no debo —dijo Jerry.

—Descuida —le dijo mamá—. Ya lo sabíamos. —Nos miro con una sonrisa—. Pensé que ustedes me avergonzaban más como madre sin mi presencia. Sus caracteres no son fáciles.

Todos nos reímos hasta que apareció Lucas saludándonos a todos, incluso a mí con un asentimiento de cabeza de lo más grosero, no lo culpé pero no lo merecí. Ni al pelos rojos que chocaron puños lo trató de la patada.

Le dediqué una mirada implacable que interrumpí cuando lo vi robando y masticando una tortilla que Luz tenía en un plato, de forma inteligente desvió la mirada para sonreírle a mamá. Jerry siguió sumido en su plato valiéndose del pequeño silencio para no tener que comer picante y Luz más interrogante que nunca por Lucas y yo.

Necesitaba otras vacaciones, esa vez a Groenlandia.

—¿Si comes un trozo de picante te caerá muy mal? —le preguntó papá a Jerry.

—Sí, señor. No me arriesgaría, es a lo único que soy alérgico y de verdad no quiero preocupar a mi madre. La última vez no nos fue bien.

—De acuerdo muchacho —le dijo papá, el pelo rojos pudo respirar mejor—. ¿Qué tanto conoces a Cloy?

—No lo suficiente para considerarme su amigo. —Me miro y a los demás mientras hablaba—. Sin embargo me sorprendió que me pidieras que te ayudara a estudiar.

—Eso siempre lo hace Lucas —dijo Luz en automático no percatándose de la escena pasada—. Cloy y yo somos auto consideradas la menos hábiles si en lo intelectual se trata, mi mellizo es el genio. Pensándolo bien, ya que tienes un tutor podremos tener más tiempo para que me ayudes.

Dijo lo último a su compartidor genético mirándolo, él ya no la miraba pues su mirada estaba en mí y en Jerry.

—Tienes mejor promedio que yo —dijo Lucas sin molestarse—. Suerte.

—No hago milagros —Jerry bromeó aligerando el ambiente.

Yo pegué mi codo con el de él en desacuerdo con el maldito comentario.

—No soy muy intelectual. Soy mala estudiante que no le gusta estudiar y con este año optativo llenos de asignaturas universitarias. Aprendo rápido así que tengo buenas habilidades de comprensión y memoria —le hablé pateándole el culo por su deducciones—. No tengo las mejores notas y eso no me hace bruta. Como a ti no te hace súper inteligente tus notas altas.

—Soy disciplinado. —Se encogió de hombros aceptando con tranquilidad mi discurso verbal vomitivo.

—Y yo odio las matemáticas, álgebra, todo que contengan números. Los análisis son tediosos de escribir y aunque me guste leer, odio hacerlo en público y escribir —dijo Luz—. Soy el tipo de estudiante que evaluación asignada, evaluación que voy a estudiar pero sin el empeño suficiente para resultar brillante.

—Soy su motivador estudiantil —acotó Lucas.

—Dejando a un lado su inteligencia y esfuerzo por los estudios, te había hecho una pregunta —habló de nuevo papá—. Que ya me respondiste.

—Sobre que tanto conocía a Cloy.

—La misma conversación de siempre, donde te pregunta si quieres ser mi amigo, si es un sí debes de decirle que intenciones tienes conmigo y luego volverte mi amigo por siempre así sea que se inunde el Empire State.

En los ojos de Jerry hubo desconcierto por mi relato y admiración hacia mi padre. Sí, estaba molesta porque con cada chico que llegaba quería que nos uniéramos de por vida y yo no consideraba el pelos rojos en mi grupo de amigos lejano, ni lo había contemplado.

—Eso está bien, estoy de acuerdo con eso.

Lo dejé pasar estallando por dentro en rabia y demostrándolo con mi cara apretada de culo. Estaba escogiendo a mis amigos y mamá le echaba más leña al fuego. Entonces Alonzo contó la historia de su familia valiéndose de que quería hacer sentir más íntimo a Jerry en nuestra familia.

Jodida.

Yo me quedé mirando, Luz de mi parte callada, Lucas estudiando de por más a Taylor y papá atacándolo de vez en cuando mientras mamá le sacaba información con su familia. Vivía con sus padres, dos hermanas mayores y una menor, su familia era de Irlanda. Lo más normal del mundo, era educado, responsable, atento, fastidioso sin llegar a la burla, extrovertido, comprensivo. Era una nube de algodón de persona sin ser muy inocente. Hasta me agradó todo su relato familiar básico, ¿y quién me caía así bien de rápido esos últimos días?

Nadie.

Alonzo y Catalina estaban más entusiasmados en que yo hiciera lazos con él que cuando Logan, qué lata.

Luego del postre y una larga conversación de a lo que se dedicaba la familia de Jerry, su madre lo llamó porque tenía una visita familia. Lo acompañé al ascensor para de agradecerle no contarles lo sucedido con Ramiro.

—No lo dije porque te entiendo. Pero no salgas sola, y si vuelves a encontrártelo grita, haz algo.

—Sé noquear, gracias Jerry.

—De nada preciosa. Estudia lo que repasamos. —Me abrazó—. Nos vemos en el instituto.

Me giré a lavar los platos cuando se cerraron las puertas. Luz se puso a mi lado para ayudarme a secar.

—Jerry se ve bien a tu lado —bromeó.



Capítulo: fuera de escena antes del 28.

Ubicación: departamento de Cloy.

Fecha: 1 de marzo del 2019.


El viernes en la tarde no tenía turno en el trabajo, así que le pedí a Jerry que me ayudara a estudiar para tener el fin de semana menos ocupado. Aunque quería tenerlo muy ocupado, sobre todo ese día. Todos pensaban que sí tenía turno, menos Duke que le había tocado doble turno así que en la mañana le avisé que estaría en la tarde en el departamento, pero no quería que nadie me molestara. Así que después de la escuela fuimos al departamento y entró por primera vez, según él lo poco que había visto de Duke lo intimidaba por lo que prefería no entrar.

Sabiendo que estábamos solos entró con confianza.

—No me gusta esa cara —comentó al ver que yo miraba malhumorada mi celular. Tiré mi celular en la cama antes de mirarlo.

—Estudiemos. —Puse los libros en la mesa, él se me quedó viendo fijo—. Solo no quiero estudiar hoy.

—¿Te has dado cuenta que a veces si nos creemos que estás bien, pero cuando de primera te muestras débil o enojada si sabemos que estás mal? Ya no puedes evitar fingir del todo que estás bien.

Los ojos de Jerry era un espectáculo para ver, en realidad todos los ojos azules, era mi debilidad, no por temas hormonales, si no porque me recordaban a esa niña que fue violentada en el orfanato. Antes de esa tragedia sus ojos eran tiernos, inocentes y vivaces, cuando yo vi sus ojos apagados por la violencia y la muerte había fragilidad y oscuridad por la enfermedad de esos chicos. Desde allí me quedaron pesadillas con esos ojos, por eso cuando veía ojos de ese color siento una debilidad por ellos, para hacer lo que no tuve tiempo de hacer por esa niña.

—Haz como si nada pasara.

—Eso sería imposible. —Se acercó a mí tomando mis hombros—. No escondas lo que te aflige, confía en mí.

—Quedamos en física —zanjamos la conversación.

—Oye, ¿me escuchaste?—Le di una mirada fija. Negó con su cabeza agitándose su cabello en el proceso.

—Que cuentes conmigo o con nosotros. Sabemos que de ánimo no estás bien. Cuentas con nosotros para cualquier cosa. No puedes ahogar tu rabia por lo de Ramiro en silencio, no puedes mostrarte tan indiferente con Logan...

—Yo necesito estudiar —remarqué tomando una posición adusta.

—Creo que necesitas hablar. ¿O ya lo hiciste con tus amigos?

—Ya lo hice Jerry.

—Me agrieta un poco el corazón que no lo compartas con nosotros, tus compañeros de clases que nos creemos tus amigos —murmuró.

Se alejó sentándose en el borde de la mesa con los brazos cruzados, no disimulé ver como su entrepierna se marcó en sus pantalones del uniforme.

—Ya me desahogué con ellos. Me falta hacerlo de otras formas.

—¿Estudiamos o no?—carraspeó detectando el doble sentido.

—No vamos a estudiar todavía. Yo no quiero, así que puedo contarte como me gusta desahogarme.

—¿No boxeas?

—También me desahogo de otra forma...

—Lo que tengo que soportar. —Cubrió su rostro con sus dedos—. Ya hay demasiada tentación como para seguir soportándolo.

—No me soportes. —Me crucé de brazos y me senté en el suelo sobre una alfombra cruzando las piernas por delante—. Puedes irte y termina tu tortura.

—A veces no te soporto. Te considero mi amiga y me importas —confesó relajándose.

—Apenas y me conoces, si no te hubiese dicho que me ayudaras a estudiar nunca habrías conocido mi casa. Dime la verdad del interés en mí.

—Cuando comenzaste a interactuar con nosotros gracias a Logan, al principio si hubo una sensación de todo el equipo babearse por ti. Incluso antes pasaba de ti. Te veía de vez en cuando en las clases y pasillos con tu actitud de chica mala despreocupada y un tanto cínica, que no me caías bien con solo verte.

Eso me sacó de onda, si luego no quería dejar de hacerme plática.

—Suenas como un hipócrita. —Junté mis cejas—. Sé que no te caía bien al principio, luego te pusiste raro cuando me tiraste al lodo. Me pediste disculpas millones de veces. Me fastidiaste junto a Dickerson hasta el cansancio. Aceptaste ser mi tutor. Me quisiste proteger tras lo de Ramiro. Haces todo eso y no me soportas.

Me quedé pensando a la nada mi relación con James Taylor, era de los más inusual con altibajos y todo, casi como la de Logan, la diferencia es que nunca lo usé, incluso le pedí ayuda. Las cosas con él y conmigo eran más naturales y menos forzadas que con Hilfiger.

—Tú tampoco me soportas. No creo que solo me hables por las clases y porque quieres que guarde tu secreto de Ramiro.

—No. —Me levanté ofendida—. Ya lo hice con Hilfiger, no lo haría con nadie más.

Mierda, se me salió.

Me observó interrogante.

—No te juzgaré. Pero ¿por qué usaste a Logan?

Tenía flojera de estudiar, ganas de perder el tiempo y ser más cercana a Jerry Taylor que le conté qué sucedió con Logan en nuestra amistad, obviando la atracción. Él comprendió un poco sin juzgar, quedamos calladas mirándonos a los ojos hasta que comenzó a explicar sentados lado a lado en el suelo respaldados a la cama.

—Me caías mal, no por eso iba a tratarte mal cuando nunca me habías hecho algo. Eras la sensación del momento, todavía, y nadie sabía cómo tratarte. Solo fui yo, te traté como normalmente trataría a una chica. Cuando pasó lo del lodo, me sentí mal por pasarme de confianza contigo; ese día dijiste que estabas tan cabreada como la madre que no conociste. Descubrí que era tu odio hablando, hacia tu vida en general. Decidí no meterme tanto contigo ni juzgarte.

—¿Es lástima Taylor?

Acerqué mi cara a de él, si era así me iba a sentir peor, pensé que con él al menos iba ser normal. Me estaba acostumbrando a su presencia y verlo fastidiarme, en cierto modo me recordaba a Cristian, cosa que no quería que me pasara porque de cierto modo quería tener criterios individuales de los que me rodeaban.

—No, me puse en tus zapatos pensando que no debió ser fácil crecer ni ser criada por una madre. Por eso cuando le quité a Luz tu número celular le pregunté cosas de ti. —Ladee la cabeza—. Apenas me dijo que te adoptaron a los doce años y que odiabas el barro, desde allí comprendí algunas de tus actitudes.

—Me sigues juzgando porque me tienes lástima. —Me decepcionó por ser él, lo comenzaba a ver como amigo.

—No te tengo lástima —remarcó con fuerza.

—Yo no soy así porque no crecí con una madre, eso queda en segundo plano. Yo soy así por circunstancias de eso, porque la misma vida me llevó con personas indeseadas, aunque culpe a quien me parió nunca me forjé porque me dejaron abandonada una maldita noche lluviosa llena de barro.

Su expresión ceñuda cambió a una más débil impactado de eso.

—¿No recuerdas lo que me dijo Malone ese día de San Valentín? —continué, él asintió.

—Pensaba que era mentira —habló bajito mirándome.

—Por eso estaba enojada contigo, odio llenarme de barro, no ayuda tampoco haber visto un cuerpo inocente de ojos azules en el barro tiempo después. Me sentí con impotencia porque no podía dejar de recordar, dejar de sentirme impotente. Jerry yo..., yo agradezco que mis padres me hayan adoptado, lo agradezco tanto, porque por eso ellos me adoptaron. Pero que sea desconfiada no tiene nada que ver con lo que te estoy contando, yo no me sentía mal porque quien me abandonó, no sé quien fue, en la entrada del orfanato lo hizo en medio del barro, yo no siento nada por esa persona. Yo me sentí mal porque el barro me hizo recordar una tragedia tan fatal, por ser débil luego de tantos años.

Escondí mi cara en mis manos, no podía más que me rompí a llorar. Él me sostuvo con delicadez, con sentimentalismo, con comprensión.

—Lo lamento, lo lamento —dijo él.

—¿Por tenerme lastima Jerry Taylor? —balbucee en el dolor que estaba, en pretender que no me dolía su lástima. Le cogí cariño.

—No te tuve lástima. Nunca. Pensé que era una etapa inmadura antes de conocerte, y luego también lo pensé hasta ese día pensando equivocadamente. Pensé que era por el abandono de esa madre, por no haberla conocido. —Movió sus manos tratando de hacerme entender que no era lo que pensaba.

—Yo agradezco que fuese así, conocí a los McNaughton.

—Eso está bien. —Me jaló para volverme a abrazar—. Pero perdóname por juzgarte, de verdad que luego pensé que eras una chica que estaba perdiendo la oportunidad de tener amigos por ser una tonta rebelde. Saber que eres así por desconfianza en algo grave me hace querer darme contra alguna pared por no analizar una causa.

—Prefiero que me juzguen a que me tengan lástima. —Limpié mis mocos en la sudadera negra que cargaba encima—. Si la tienes, hazme el favor de irte y no hablarme nunca.

Negó con su cabeza, me guio hasta sentarnos en la cama y hacernos acostar, puse en pausa que eso parecía medio romántico. Le devolví una sonrisa, no sé que tenía Jerry que había un magnetismo en su mirada, me culpo por ser irresistible a los ojos azules.

—No te sonrojes.

—No estoy sonrojada. Es porque estaba llorando.

Dibujó cortamente un patrón con su dedo en mi mejilla, sonrió y lo quise besar. Fue un movimiento único cuando tomé su cuello y lo besé con tranquilidad, sus roces fueron tan suaves que me hicieron suspirar. Yo fui más profunda apretándolo al besarlo con pasión, él me correspondió. No fue un beso como el de Logan el cual yo fui la que le puse intensidad.

Alcé una pierna a su muslo, queriendo más contacto. Y sin embargo, no quise que todo pasara tan rápido, quería más calma sin dejar de ser intenso. Él fue tan gentil que masajeó con suavidad mi muslo, comenzamos a agitarnos y él se separó un poco ubicando sus manos en mi cara.

—Conozco... —Me dio un beso corto—. A personas que fueron huérfanas, al hablar con Luz ese día entendí tus actitudes. Intenté que me perdonaras aunque fueses más dura que una roca, desistí y comencé a hablarte más, en un determinado momento pensé que solo era para ti un chico más que saludas.

—Antes, ya he notado más tu presencia y tu confidencialidad. —Le di un mordisco a su barbilla antes de subirme sobre él y quitarme la sudadera quedando en la camisa del uniforme.

Llevaba falda así que sentíamos todo entre ambos.

—Mierda, no se siente mal. Se siente bien y no te has movido.

Sonrojado y agitado se notaba que lo estaba disfrutando.

—¿Tienes condón?

—Oh, no espera. —Se sentó sosteniéndome mirándome alerta—. Tenemos que hablar primero.

—La onda rara entre nosotros se llama atracción.

—La siento ahora más que nunca. —Tomó una de mis manos y la otra la dejó en mi espalda, el tacto se sentía bastante raro y ridículo mientras al mismo tiempo reconfortante—. Pero ni quise animarme a más nada contigo.

Oh, mierda, ¿se me iba a declarar?

—Nunca hemos estado en la misma sintonía. Siempre ha estado Logan, luego Steve...

Mierda, sí, era eso. Temblé. Nadie se me había declarado, todo era tipo: me gustas y vamos a una cama. Lo mire desorbitada, él sonrió un poco jactándose de mi expresión. ¡¿Gustaba de mí?! Yo pensaba que me apreciaba por eso se peleó por mí, que su fastidio era como el de Dickerson, no que le gustaba, de atraer era normal por mi cuerpo.

—Jerry aprovecha el momento, luego me explicas. —Besé su cuello y comencé a moverme, por unos minutos nos pusimos al corriente pero luego me alejó aunque jamás me bajó de su regazo, incluso me movió para apoyarse en la cabecera—. En serio, quiero desestresarme.

—Me gustaste porque quería defenderte de lo que descubrí ese día en el barro. Detecté miedo a sentirte vulnerable una vez más. Fue una necesidad por lo poco que sabía de tu pasado, no sabía nada de ti. ¿Cómo ibas a gustarme por eso?

Miro hacia otro lado contrariado, yo me levanté de la cama.

—Jerry, ¿te gusto o te atraigo?

—¿Te estás dando cuenta que me gustas porque quería defenderte? Allí no hay otra razón, no hay otra menos paupérrima como esa. —Me hizo frente cerca de mi cara—. Hasta que un día soñé contigo, un sueño muy húmedo entonces me comenzaba a excitar cuando estabas cerca, me sentí feliz que me provocaras deseo, no un sentimiento basado en tus penas, que ahora veo que está equivocado.

—Me dijiste que no gustabas de mi, que tu manera de tratarme era «tu fortuito sistema de protección» por tener hermanas y primas, que no querías haber tenido amigas porque pensabas que eran como ellas.

—Lo dije para esconder que me gustabas. Y te lo creíste, así que supe que no te interesaba de esa forma. Y con lo de Ramiro no quise agobiarte con mis sentimientos. Pero quería probarte, quería descubrir si había algo en ti que me decantara.

Me encontraba renuente, demonios, le gustaba a Jerry Taylor. Que no gustaran de mí para sexo era decepcionante porque sabía que no iba a corresponderle.

—¿No te gustó todo esto? —pregunté de forma cruel.

—¡No! ¡Me excité! —dijo, resollando bajito moviendo sus brazos—. Lo has visto, casi que lo llevamos a otro nivel.

—Al menos.

—No al menos. Sé que no llevo chance, tú quieres a Logan.

—Yo no quiero a Logan, yo no estoy enamorada de Logan. No estoy enamorada de nadie.

—Pensé que... ¿te gusta el tatuador? —Hubo una mezcla de confusión y perplejidad en su expresión.

—No estoy enamorada de nadie —reiteré—. Hay chicos que me gustan pero no en plan romántico, ni nada de eso.

Me acerqué a él comenzando a jugar con los botones de su camisa

—¿Yo qué? —Comenzó a ponerse nervioso, de nuevo.

—Matemos la atracción, estamos solos y nadie vendrá dentro de mucho tiempo. Ya estamos excitados, y sí tengo condones.

—Y yo dije que sí... —Soltó sarcástico caminando a los libros—. No, de que me gustes de una forma rara no quiere decir que quiero sexo contigo.

Lo observé perpleja incluso le hizo gracia, después de todo era Jerry Taylor, un incordio de persona.

—Te excitaste...

—En estos momentos no Cloy, tú no estás bien, te vemos malhumorada. Sé que tienes miedo de Ramiro y que estás agobiada por la presión de tu madre que quiere que dejes a tus amigos, eso me lo dijo Logan un día. No voy a aprovecharme de eso, yo quiero, no puedo negártelo como también tener una cita. No es momento para pensar en eso, debes concentrarte en tus estudios y resolver tus problemas.

—¿Para qué me dijiste todo eso?

—Para darte una razón para que confíes en mí como amigo. Mucho más.

—O sea, te iba a dejar yo en la zona de amigos y tú me estás dejándome a mí cuando eres quien gusta de mí.

—No imaginé que quisieras sexo en tu departamento cuando puede que venga tu madre de pronto.

—¿Cómo estás seguro de eso?

—No puedes proponerle sexo a una persona que siente por ti lo contrario de lo que sientes tú —desvió el tema, él no sabía mentir.

—Es lo que puedo ofrecer.

—Tranquila, tú me auto dejaste en la zona de amigos mucho antes, con cualquier cosa... Pensaba que te gustaba Logan.

Me senté en una silla frente a él para comenzar a estudiar.

—Muchas personas lo piensan y están equivocadas.

—Porque Logan siente por ti, incluso al mismo tiempo de Chelsea..., no sé cómo se arreglará sus sentimientos, es lo que veo. Él fue el que te sacó de tu auto soledad y al tener ustedes complicidad pensé que se habían enamorado. Tú lo rechazabas no tan definitivo, te veías cómoda. Cuando te vi con Steve pensé que era por Chelsea. Lo pensé hasta que lo negaste hace un momento.

—Enamorarse es un término superficial Jerry, es metódico, la gente piensa que está enamorada. Y ni siquiera lo han definido con certeza.

—En él hay respeto, simpatía, confianza, cariño. Si aplicas todos los valores sabrás que hay amor.

—Estoy en desacuerdo. —Crucé una pierna sobre otra—. Siento que nunca me voy a enamorar.

Alzó la vista de los libros con una mueca divertida y bromista.

—Recurre a mí, yo te puedo enseñar a enamorarte.

—Sacando eso, te estoy confiando muchas cosas. No creas que no me importas.

Sonrió enternecido mirándome, había cierto orgullo.

—Ya lo sé.

Se quedó acariciando mi mano mientras me explicaba algunas fórmulas.

Cenamos temprano al decirle que yo no quería saber más de física, por eso pedimos un servicio de pollo y papas fritas. Cuando Duke me avisó que venía en camino Jerry se comenzó a despedir, iba hacia el ascensor cuando se dio la vuelta y abrazó.

—Feliz cumpleaños.

—Te lo dijo Luz.

—Tu madre me dijo, y que no querías fiestas. Pero te hará una cena en tu casa, tienes que venir conmigo porque te llevaré —todo su relato sonó a disculpa.

—¿Quiénes están allá?

—Es familiar.

Suspiré de alivio, por eso mis hermanos-amigos dijeron que lo dejarían para el domingo la reunión por la celebración.

—Vamos. Allá en casa tengo ropa.

Sonrió aliviado comentando que mamá le había dado esa tarea y no quería defraudarla, además él tenía una cena familiar también por lo que no podía asistir. Cogí mi celular para avisarle a Duke los cambios de planes al meternos en el ascensor. Me volvió a reiterar que la cena era familiar y en un restaurante y que no le diría a nadie que ese día era mi cumpleaños, lo que era mejor no quería fiestas sorpresas.



Capítulo: 28.

Ubicación: fiesta de Elliot.

Fecha: 02 de marzo del 2019.

Dato extra: escena extendida.


Alcé los hombros, me di la vuelta. La perra de Mary Anne no estaba cerca para bailar, así que en medio de la pista comencé a hacerlo, primero con los ojos cerrados tratando de pedirle a mis hormonas que se controlaran, al tomar el ritmo comencé a tocarme las caderas, el pelo, las tetas, los muslos.

—Deja de hacer espectáculos. —Jerry me tomó de las caderas—. No sé bailar, pero baila conmigo y deja de tocarte así. La gente ya está eufórica y viéndote montaran orgías en la piscina y por toda la sala.

Me alejé de él para encararlo.

—No debiste rechazar mi propuesta, mi euforia la pasaré con otra persona.

Besé mis dedos para pasarlo por sus labios con la sonrisa más cruel del mundo.

—Usa preservativo.

Le entrecerré los ojos, suspiré, maldición estaba a tope, usé mi último recurso. Moví mis caderas bailándole a él al rodearlo por completo, de pronto puse mis manos en su cuello pegándome a él.

—Te perdono por lo del lodo. Sé que fue sin intención, fui muy cruel por no perdonarte.

—Eso me alivia. —Se limitó a mirarme a los ojos.

—Si tú tienes preservativos, podemos usarlos juntos.

—Ya hablamos.

—Ahora si es muy tarde para volver a pensar en proponértelo.

Estuvo de acuerdo aunque no le agradó mucho la idea. Me alejé de él meneando las caderas consciente que me miraban, al ver a Mary Anne regresar de su fenomenal follada vengativa la jalé hasta la pista.



Capítulo: 39.

Ubicación: pasillo y auditorio de North George Hill Preston.

Fecha: mayo del 2019.

Dato extra: escena completa.


—Ya que ella no está en medio, deberían de aclararlo. Me desespera que se tengan ganas y no hagan nada. Pensé cuando los vi besándose que iniciaban algo. Son idiotas —se quejó Mariana.

—Se nota la tensión —dijo Dickerson llegando con Jerry—. Pero no se ven bien juntos. ¿Para qué lo niego? Se ven de maravilla.

Jerry lo reprendió con la mirada.

—Pero de maravilla, mucho mejor, con mi amigo Jerry —repuso. Mary Anne lo miro irritada.

Todos también notaban que Jerry Taylor suspiraba por mí y que yo le seguía la corriente.

—Gracias por tu perspectiva Dickerson —comenté divertida antes de avanzar.

Caminamos al auditorio donde había ensayo de los graduandos mientras Dickerson y Mary Anne discutían con quien me veía mejor, Jerry no dijo nada sino que se quedó a mi lado.

—Es entendible, Mary Anne es amiga de Logan y Dick es mi amigo, se opondrían a posiciones lejanas de su entorno —me dijo Jerry.

—Logan te quiere, acaba la tensión. A ti no te importaría dar el primer paso, tú ya lo hiciste —me dijo ella.

—Vaya, Hanck comparte la información contigo. Cuidado sueltas cosas. Aprecio que quieras vernos juntos, eso lo decido yo sin presiones.

—Ya te dijimos que somos el dueto de dominio público de su relación. Logan te quiere.

—Bah, es mentira. Logan la odia. No quiere saber de ti —contrarió Dickerson.

—Exacto. Y que Logan presente eso, ya es grave —lo secundó Jerry.

Mary Anne miro a los dos con el ceño fruncido por sabotearles su plan. Los dejé atrás cuando entramos al auditorio y Jase me saludó con la mano aunque tonteaba con una chica. Jase era agradable. Mire a mí alrededor ignorando que ahora Jerry se oponía. Luz y Logan conversaban animados al fondo, en la ventana cercana Hanck hablaba con una chica, que era amiga de Chelsea, así que decidí abrazarlo por detrás.

—Vaya, ya cambiaste el amor de Mary Anne —le susurré en el oído. Él giro su cabeza casi dándome un beso, que no me hubiese molestado.

—El que yo le tengo a ella. No ella a mí.

—Auch. Te debe de doler.

—Y tú debes de decirle a Logan que lo amas.

—Me huele a que hicieron un plan: Cloy debe decirle a Logan que lo ama.

—Se llama: Cloy y Logan deben de tener sexo —confirmó.

—Ustedes no se imaginan nada —dejé intriga.

—Exacto. —Mire mal a la chica que me miro mal—. Por eso necesitamos verlos juntos porque son muy reservados en el tema.

—Cuenta el problema que tienes —le dije a la chica—. Hanck, me voy porque no quiero golpearla.

Me besé la mano que luego pasé por sus labios mientras él me daba una mirada insulsa. Volví a mirar a mi alrededor, ignorando la discusión de Mary Anne con Dickerson y Jerry.

—¡Como amigo de los dos apoyo la idea que sean amigos por siempre y ya no discutan pero de lado unitario no estoy de acuerdo de decirle a la chica que me gusta que vaya a tener sexo con su amigo, con el que se besó y con el que ignora que hay atracción! ¡De ambas partes! —exclamó Jerry, me voltee para mirarlo con los ojos amplios.

Todo el auditorio escuchó, por ese silencio momentáneo que se hizo. Jerry se quedó de piedra, pero asumiendo lo que acaba de decir sin ninguna vergüenza.

—Y yo no voy apoyar que la posible novia de mi amigo vaya y haga cosas con él —dijo Dickerson.

—¿Qué importa? Si coge con los dos, está muy bien —y esa fue Mary Anne. ¿En qué lado estaba?

—Y hablan que yo soy directa —intervine—. Estoy de acuerdo con los tres, en algunas partes.

Los demás se rieron por mi desfachatez. Logan y Luz querían desaparecer.

—Ya folla con Logan y luego con Jerry. Pero rebaja la intensidad con los dos, nos van a embarazar —dijo Mary Anne.

—Deberían de meterse en sus putos asuntos y dejar de presionar —me enojé.

Volví a mirar alrededor hasta que me fijé que del otro extremo estaba Cinthya sentada mirándome con una cara de satisfacción que ignoré cuando Carlos cerca de ella en una ventana me llamó. Fui sin dudar, sabía que los tres no se callarían con ese tema.


Capítulo: fuera de escena antes del 39.

Ubicación: pasillo y auditorio de North George Hill Preston.

Fecha: mayo del 2019.

Una hora después de la presentación y la cena serpenteé cuerpos con mi bebida en mano caminando fuera de la pista hacia el pasillo de entrada, justo cuando estaba a punto de llegar Jerry se puso delante de mí impidiéndome el paso.

—Al parecer no quieres bailar —le dije. Le di una sonrisa divertida antes de beberme la copa de vino.

—No sé. Te buscaba para que lo hiciéramos aunque sean dos pies en distintas direcciones —reveló sonrojado.

—En estos momentos no puedo analizarte y creer si lo quieres o no.

—La verdad, no. Prefiero quedarme a conversar contigo, con la chica que me gusta.

Se quitó la pajarita de su cuello murmurando que la tenía muy apretada.

—Te ves bien así, o podrías necesitar mi ayuda.

—Solo usaba cortaba, así que no sé arreglar una pajarita.

Le di la copa que bebió un sorbo, me acerqué explicándole que Luis me enseñó a hacerla, cuando estuvo lista se la puse.

—Gracias —murmuró, se notaba nervioso—. Muy lindo de tu parte.

—Tú eres un puñado de granos en mi culo.

—¿Debo decirte señorita con ese vocabulario vulgar? —Golpee su hombro con suavidad—. ¿Y con esa fuerza al golpear?

—Jódete Taylor.

—Pelitos de cenicero. —Recibió otro golpe de mi parte en su otro hombro, él solo rio restándole importancia porque no eran fuertes—. Pero no te ofendas Cloy, no me estoy burlando, te queda bien el color de cabello así. Eso solo te lo diré, si supieras todo lo que piensan los chicos te morirías de los puercos que son.

—Dime lo que me quieres decir. Se te nota.

—Tengamos una cita en verano —lo soltó yendo al grano.

Me dio risa su franqueza y la situación, le acepté la idea pasando mi dedo por su labio superior que sabía el labial veinticuatro horas. Su respiración fue un asco hormonal.

—Lo capté. Hay demasiado furor en mí. Así que para controlarme... nos vemos pelitos de cenicero.

Presionó un beso en mi frente antes de irse pordonde había llegado. Sonreí, era un buen chico.


Continuará la historia entre estos dos...


...

¡Hola! Es un placer volver a saludarlos por esta historia.

Es mi regalo de navidad adelantado.

Recuerden que Cloy cumple el 29 de febrero y también recuerden que Cloy no hace preguntas por traumas pero cuando es muy necesario las hace y todo esto fue antes del final, y también que en las primeras versiones desarrollé lo que tuvieron ambos pero por temas de no enredar nada más y sintetizar la historia solo fui breve con ellos, e iban a ser un recordatorio más, pero ya no lo recuerdo, jaja, lo siento.

Si tienen una duda pregunten.

Por fin diré que esta historia será una trilogía, hay una idea para una segunda y tercera historia, por ahora nada escrito ni en borradores, solo ideas que he ido organizando. La protagonista es Cloy, por supuesto, los intereses amorosos son varios, porque esta chica no se queda con las ganas de nadie, como ya ven Jerry es uno de ellos.

¿Qué se les viene a la mente cuando las iniciales de la segunda historia son DD?

Así que nada más, feliz navidad.

Sky :D

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