CAPÍTULO 8

Si hay ganas, los impulsos no se detienen

Dejé que fuera a su vestidor porque no podía huir de la reunión con el entrenador. La escuadrilla de porristas venía y se quedaron de pie al vernos salir, Luz se adelantó al grupo y se acercó.

—¿Lo hice bien? —preguntó y aguardó mi respuesta mordisqueando sus labios.

—Estuviste fenomenal. —Le sonreí—. No sé nada de coreografías, pero fue asombroso lo que hiciste.

—Gracias Cloy, me siento feliz de atreverme.

Me dio un corto abrazo, al menos estaba feliz y no reacia como los días anteriores, aunque reconozco que ella fue la que se contentó conmigo más rápido. Como la vi así no la enteré del tema con Lucas y dejé que se fuera a cambiar.

En la salida seguían algunas personas, entre ellos familiares y maestros y el director que me crucé y me echó una mirada de saludo, por eso entendí que no estaba enterado sobre la paliza que le metí a Cynthia y que al no verlos habían decidido irse.

Minutos después estaba aburrida, tuve que esperar otro poco más hasta que salieron las porristas, Luz se acercó para decirme que ella iría con ellas a la casa de Logan donde había una fiesta por la derrota. Tuve que decidir si irme a hacer nada en mi casa o distraerme en esa fiesta. Elegí estar para Logan, aunque no le hiciera falta con sus amigos alrededor.

No tuve que acercarme cuando el equipo entero salió porque Logan me buscó con la mirada y se acercó a nosotras.

—Escuché tu voz en medio de las consignas, lo hiciste bien —le dijo a mi hermana con una sonrisa.

Luz se sonrojó dándole las gracias.

—Solo es Logan —hablé.

—Los chicos planearon una fiesta en mi casa antes, ¿quieres venir?

—Sí y me tengo que ir contigo.

Sonrió a pesar de que el ambiente no se sentía animado.

Acordé con mi hermana que se iría con sus amigas. Detrás de nosotros venían Mary Anne y el chico moreno que había descubierto que se llamaba Tyler cuando se había presentado diciéndome que estaba para mi si algún día Logan me agobiaba, así fue como yo le dije que necesitaba su número si eso pasaba y de ahí nos saludamos aunque no habíamos sostenido otra conversación.

—¿Nos vas a acompañar? —me preguntó.

—Voy con el dueño de la casa —le dije medio girando la cabeza para mirarlo.

—Soy un dueño de la casa, Logan me dice siempre que mi casa es suya.

—Entonces somos todos dueños de la casa —habló Mary Anne.

Sonreí con simpatía, pero muy pequeña porque la tipa no me caía muy bien que digamos.

—Ningún amigo mío tiene una sola casa —dijo Logan.

Los tres rieron, descubrí que entre ellos sí que había una amistad por la familiaridad con la que se trataban.

Mi intención era que en la parte de atrás sacarle conversación a Tyler, pero la chica lo jaló del brazo al conocer mi intención. Le prestamos atención a Dickerson Collins que se acercó.

—James metió a algunas chicas en su auto como siempre ¿puedo ir con ustedes?

—Súbete —le dijo Logan.

El chico que era bajo y menudo sonrió y agradeció para luego subir a la parte trasera. Todos nos colocamos cinturón y Logan me pidió poner música. Deslicé la pantalla buscando algo que conociera, unos títulos estaban en otro idioma que era italiano, en inglés no conocía nada.

—Hola Cloy.

Giré la cabeza, por la voz sabía que era Dickerson. Pensé que por la derrota estaría callado, me equivoqué.

—Hola Dickerson.

Su expresión me indicó una ligera sorpresa.

—¡Sabes mi nombre!

—Sí. —Volví a Logan—. Pon algo de tu gusto.

—No, acabará poniendo a Andrea Bocelli —dijo Tyler—. Nos queremos deprimirnos más.

—Es que no conozco nada de lo que tiene en la lista.

—Nadie más que él y yo conocemos a Laura Pausinni —dijo Mary Anne riéndose.

—Yo también la conozco. La melodía de sus canciones hace cortar venas.

Ella rió y no por eso me cayó más simpática.

—La voz de Laura me relaja —contestó Logan concentrado en el tráfico.

—Mi hermano te diría que no conoces nada de baladas —le comenté.

—Pon The Vamps o 5SOS —me pidió Tyler.

—Iba a proponer a Kylie Minogue —dijo de pronto Logan—. Se las culturicé a los chicos.

Ante el gesto de aprobación busqué hasta hallar el primer título con su nombre. La melodía era pop y el ritmo medio repetitivo, en sí no era mi género predilecto.

Los tres cantaron el resto del camino y a Dick dijo que iba a escucharla porque no la conocía y le pareció buena cantante.

No es que fuera mucha ayuda porque Logan no me dejó hacer nada cuando todos llegaron y comenzaron a preparar un aparente coctel que tenía sidra, vodka y otros líquidos más. Yo preferí una cerveza y los escuchaba hablar sobre que los de Paterson les había dado la paliza del año, yo me quedé al lado de mi hermana pensando en nada.

Tenía la mirada de cada uno de ellos, rodé los ojos, Tyler fue a la nevera y me tendió una taza de helado que decía que el sabor era de chicle, encima de ella había una cuchara.

—No es mi sabor preferido —le dije.

Se acercó a mi oído para secretear.

—Llévate a Logan de aquí. No necesita escuchar que nos lamentamos perder y que siga creyendo que es su culpa.

—También me haces un favor.

Sonrió creyendo su misión exitosa.

—Hilfiger no me pienso comer esto sola —dije antes de atravesar la puerta.

Sentí a alguien detrás y la voz de mi hermana.

—Pórtate bien Cloy.

—Si te refieres a sexo, sé cada una de los métodos anticonceptivos. Si te refieres a mi comportamiento me encargaré de que no te enteres como escondo el cuerpo del dueño de la casa.

—La cuidaré bien —le garantizó Logan

Ella entrecerró los ojos con diversión. Logan se rió y caminó conmigo.

—No me parece chistoso —le dije.

—Uy, Cloy violenta un sábado en la noche.

—A veces.

—Tu hermana te protege, eso está bien.

Lo seguí subiendo las escaleras sin saber a dónde íbamos con exactitud. Subimos las escaleras de la segunda planta hasta llegar a una sala con plantas en macetas donde a través de las puertas transparentes se podía ver la urbanización, era una terraza espectacular.

No caminé hasta allí porque recordé el helado.

Se sentó a mi lado con una sonrisa con las manos en sus piernas muy cerca de mi si puedo destacar, claro, por el helado. Me arrecosté en el sofá dándome cuenta que era muy pequeño para dos.

—Supongo que te gusta el chicle —hablé dándole una sonrisa traviesa.

—Odio mascar chicle, cuando lo hago es por el sabor, lo chupo como un caramelo, al no tener sabor lo escupo. No me gusta porque siento que mis dientes y mandíbula se desencajan.

—Yo a los chicles ácidos le saco el líquido, me gustan. Pero tienes helado de chicle en tu nevera.

—Porque me gusta.

—La palabra chicle me recuerda a ti. —Me gire a él para que tomara la primera porción. Antes de llevarlo a su boca me observó asustado—. Por lo pegajoso que eres.

Relajó su cara sacando el terror momentáneo en él, imaginé que entendió en primer momento algo con doble sentido. Se llevó el helado a su boca y lo saboreó, yo mire sus labios, tenía una peca en medio del superior donde podría besar únicamente allí.

—No es tan rico —dije, luego de probarlo para olvidarme de mis hormonas, y quise vomitar de tanto dulce—. Es que me va a empalagar.

Sentí una ligera asfixia de tanta cercanía e incluso olí un suave aroma a pera salir de él. Logan usaba colonia frutales, pero todavía no distinguía su olor natural. Ya no tenía frío, así que me aparté para quitarme la chaqueta aprovechando para separarme de él, tomé otra cucharada de helado.

—¿Por qué la palabra chicle te recuerda a mi?

—Eres molesto, pegajoso e insistente.

—Me aferré al fastidio hasta por fin caerte bien.

—¿Eres otra persona cuando no estoy cerca?

—Soy así, no sabía que podía ser tan molesto e insistente, pero una vez Charlie me dijo que sí cuando él es peor. Mira que me sirvió.

—Para tu puta suerte. —Colgué un pie en el sofá mientras el otro lo doblé en el mismo quedando de lado frente a él—. Y me sigues pareciendo insoportable.

—Y estás aquí.

Comí del helado poco a poco para no empalagarme más, observándolo con malicia.

—No soy tu amiga porque me obligas o me obligo a hacerlo, me agradas y te debo una por cuando me trajiste aquí.

—No fue nada. —Volví a tomar helado sabiendo que miraba como chupaba la cuchara—. Lastimaba mi corazón sensible tus negativas.

—Tampoco es nada venir.

—Gracias.

Se encogió de hombros conmovido y palmeó suave mi pierna

Dejé que él se terminara el helado porque ya no podía comérmelo.

Quedé pensativa acerca lo de Malone, ¿a quién más había infectado para chantajearlo? Igual no había cambiado la actitud de Lucas con ella.

De pronto cuando arreglé mi cabello para esconderlo de mi hermano me preguntó por el rasguño. Le expliqué que había golpeado a Cynthia. Él me miro maravillado pidiendo que le explicara cómo había sucedido aunque no estaba orgulloso de mi violencia. Sus ojos brillaron en expectación mientras le conté, una sonrisa ligera se formó en su rostro al final.

—Eres buena, ¿por qué no estás en ligas menores de boxeo?

—Mi madre no quiere que pise otro gimnasio, no me fue bien con mi entrenadora porque le partí a nariz. —Alzo las cejas—. Apenas me deja tener el saco en mi habitación.

—¿Por qué lo haces? Boxear.

—Porque soy muy inútil para contenerme. Me ha ayudado a drenar las emociones, no siempre quisiera golpear a las personas.

—Si te puedes contener.

—Pocas veces controlo la violencia.

—Busca ayuda.

—Ya la busqué con profesionales, no sirvió de mucho. Boxear me ha ayudado muchísimo, aunque no lo creas.

—¿En qué? ¿Contenerte más? ¿Eras más impulsiva?

—Siempre he sido así; impulsiva, violenta. Sin el boxeo no tendría como canalizar mis emociones y no sabría manejarlo más que golpes y no tendría la sensación de descargue que siento luego de usar el saco. Es difícil de definirte que antes no era tan violenta y que ahora tampoco. Ahora hallé un método de contención más efectivo, me ha servido aunque golpee a quien me haga enojar.

Me quedé observándolo como él me miraba atento, sin alguna expresión de prejuicio. Se sentía bien hablar de mis emociones, era un desahogo luego tanto tiempo. No había tenido a nadie con quien hablar de mis cosas personales con personas que no fueran mi familia y ni a ellos les comenté gran cosa acerca de mi violencia.

—¿Cómo practicas boxeo? ¿Desde cuándo?

—Desde los dieciséis, ahora practico cuatro o cinco veces por semana, a veces diario. Me gusta el deporte, veo más partidos que películas

—¿Cómo retuviste a Cynthia así? ¿También aprendiste técnicas?

—Sí.

Esas técnicas de bloqueo de cuerpo el boxeo no me las enseñó, sino Samuel cada vez que tenía oportunidad de entrenarme. Sabía algunas técnicas de artes marciales que antes de poder ser guardaespaldas había aprendido.

Junté mis palmas encima de mis piernas, nostálgica, siempre lograba conversar con mis amigos de mis cosas y ellos me contaban de las suyas. Con Logan fue natural, ya no estaba tan desconfiada. Respetó mi silencio, hasta que me dijo que el helado estaba rico dejando a un lado la taza vacía en una mesita.

El entrenador tuvo una conversación intensa con ellos, estaba un poco molesto porque las practicas apenas una semana se las había repuesto luego de tantas insistencias, aunque entrenaron en campos privados pero parecía que eso los había desconcentrado a algunos y no hubo un buen nivel con el que tenía Logan.

—Esto es. —Alzó la botella que había dejado en el brazo del mueble para comer el helado—. Despecho deportivo. Hoy lo hago porque sentirme menos cansado es lo que quiero.

Me reí sin inhibiciones por eso que había dicho.

—El sonido de tu risa es relajante.

Sonrió marcándosele ese hoyuelo que no muchas veces aparecía.

Nadie me había dicho una mierda de esas, viniendo de su parte no evité sentirme extasiada aparte de cuando me enojo. Un halago es diferente.

Me tendió la cerveza invitándome a beber, yo bebí un trago corto haciendo el esfuerzo al sentirla caliente.

—¿Por qué no te gusta beber tanto? —pregunté.

—Temo que cuando me emborrache hacer el ridículo, no soy tan orgulloso, pero tengo dignidad.

—Yo soy tolerante al alcohol, es poco lo que me haya emborrachado.

La última vez fue irrecordable.

—Bonita y suertuda, tremenda imagen que te gastas.

—Yo soy una amargada huérfana para más de la mitad de lo que están abajo, si supieran que soy más violenta de lo que se imaginan.

Rodé los ojos antes de beber y tenderle de nuevo la cerveza.

Frenó su sorbo para mirarme con extrañeza.

—No lo creo, me parecías intratable y un poco amargada además de tu soledad, no lo podía afirmar pues era lo que veía, no lo que conocía de ti. A la mayoría de mis amigos le caes bien y es cierto que dicen que eres genial, madura, bonita y un poco masculina. Hoy te vieron y dijeron que tenias un cuerpo de muerte, que regalarte la camiseta fue lo mejor que había hecho.

—Qué hormonales, como si nunca habían visto caderas al descubierto y trasero en pantalones ajustados. Si se mueren no ven el espectáculo.

—En tu cuerpo. —Me señaló con la botella—. No habíamos visto esa ropa en ti.

—Son unos hormonales que reconocen las bellezas.

Intercambios otras tonterías acerca de la belleza joven en nosotros y al terminarse la cerveza y querer otra bajamos hasta la cocina donde los chicos jugaban al beer pong.

—¿Quieres jugar? —me preguntó Collins.

—No.

—No nos desprecies.

—Sí, eres oficial, una fan de este equipo gracias a esa camiseta que te regaló Logan —me dijo James Espinoza.

—No les hice porras porque se dejaron influenciar para lanzarme bombas de pinturas e involucrarme en problemas con el director. Vine solo por Logan.

—Ya pasó mucho tiempo, hagamos las paces —dijo Tyler.

—Escucha Tyler..., no sé cuál es tu apellido —el deje de silencio le indicó que quería saber su apellido.

—Hanck. Lo podías preguntar —bromeó echándole una mirada rápida a Logan.

—En años anteriores no la habíamos visto en algún juego, yo creo que ese aire rudo es fachada —comentó Espinoza adelantándose.

—Tyler Hanck. No me interesa lo que los demás se pudieron haber dejado influenciar por Charlie Fodds o que idea tienen ellos de mi al meterse conmigo. No me interesa ninguno de ustedes ni sus disculpas.

—Se nota que estás aquí para una cosa —se metió Charlie Fodds—. Nos damos cuenta que fue para tirártelo. ¿Lo acaba de hacer?

Los demás quedaron boquiabiertos con lo que acababa de decir.

—No te ensucies la boca con hechos que asumes. —Le apunté con mi dedo al acercarme precipitada—. No te dejaré decirme que soy una zorra solo para demostrarle a esta cuerda de imbéciles lame botas que todavía tienes los huevos de humillarme.

—No me gusta verte cerca de mi equipo y mis amigos. No voy a ser un hipócrita.

—No es mi problema. Resuélvelo.

—Me gustan los retos.

—Charlie para con todo esto —le dijo Logan—. Ya es absurdo.

—No necesito un reto para decirte las verdades en la cara y vengarme porque casi me expulsan del instituto —le dije.

—No te manches las manos Cloy McNaughton —me dijo Fodds colocándose frente a mí—. Una chica como tú que viene aquí es para hacer lo mismo que Cynthia Malone intentó hacer con todos nosotros, al fin y al cabo es tu cuñada. El mismo tipo de mujeres.

—Maldito arrogante de mierda, que te den bien duro por el culo.

No lo pensé mucho al darle un puñetazo en su boca, Tyler Hanck fue el primero en atajarme pues Logan se quedó inmóvil. El maldito de Fodds sonrió con malicia, ese gesto que terminó por desequilibrarlo me hizo dar cuenta que estaba borracho.

—¡Pagarás esto, maldita violenta!

Lo tomaron de la camisa entre el único pelirrojo y Espinoza, los demás lo observaban incrédulo, sobre todo Dickerson Collins.

—Charlie te pido que te retires —le pidió Logan molesto sin perder su educación.

Él sonrió amargado como si eso hubiera sido un chiste, tomó un vaso con cerveza del juego y se fue en su actitud arrogante y orgullosa.

—No sé que le ocurre —me dijo Logan poniendo una mano en mi hombro.

—Ha evolucionado su imbecilidad —dijo Dickerson mirándome—. Pero lo desconozco, ¿qué pasó antes entre ustedes?

Me solté de Hanck quien sacó de la nevera cubos de hielo para luego envolverlos en un trapo, lo puso en la mesa mirándome a mí y a la comprensa que había hecho.

—Si sigue así no me contendré. Díselo, adviértele Logan Hilfiger. Estaré en la piscina.

—Adelante. Ten cuidado en el borde, no te acerques —dijo con voz lejana.

Me llevé la comprensa y una cerveza sabiendo cual era la dirección del patio, ya que la primera vez que había ido quería verlo más no alcancé a ver la piscina. Estando allí mire a las pocas personas que estaban afuera, entre ellas Mary Anne que parecía tontear con un chico del equipo.

No podía vengarme de Charlie, eso lo había descartado porque no quería que todo fuera más grande y sin embargo quería hacerlo. Nunca había planeado nada contra nadie. Mis venganzas eran golpes y advertencias para que dejaran de joderme. Me complació mucho que Logan le pidiera que se fuera protegiéndome y poniéndome de su lado frente a sus amigos, ¿qué mejor que eso aparte de ese puñetazo? Por el momento eso estaba bien.

Solté maldiciones por dejar la chaqueta en el segundo piso. A una distancia nada prudente caminé alrededor de ellas, las dos piscinas eran mucho mejor que la de mi casa y que Alonzo no lo supiera.

Decidí buscar a Luz para irme cuando alguien me tomó de los hombros para alejarme del borde.

—Eso no es cuidado —dijo Logan, caminé con él cinco pasos atrás, bajó un poco su brazo para rodearlo en mi cuello.

—No me iba a zambullir con este frío y si Charlie ya se fue no va a tirarme con ese puñetazo que le di, a menos que alguien más me desprecie.

—Ya se fue —no evitó una nota de culpa en su voz.

—Me dijiste que lo sentías, no lo sientas, no es tu culpa. Yo quería golpearlo. Quiero todavía.

—No quería que lo golpearas. Es mi mejor amigo.

—Logan Hilfiger no lo siento. Estoy hasta la madre con sus malditos celos que estés conmigo y por lo que pasó antes.

—¿Qué ocurrió con él antes?

Suspiré profundo alejándome de su contacto y encarándolo, era un tema del que a Lucas no le gustaba hablar, pero debía contárselo. Se suponía que yo ahora era su amiga y que Charlie al ser su amigo no se lo contó por razones que desconocía.

—¿Se lo preguntaste a él?

—No me quiso decir.

—Toda la primaria se la pasó robándole la comida a Lucas, acosándolo y burlándose de él.

—¡¿Qué?! —no podía creer lo que acaba de decir.

Cuando entré a terminar la primaria, Lucas tenía problemas con un niño por cualquier tontería de esa edad. Nosotros nos enteramos cuando mamá se dio cuenta que él no se comía su desayuno. Hasta que yo le saqué la verdad preguntándole que había pasado y me dijo que él se le lo robaba todos los días.

Charlie en ese momento era un bravucón terrible que la tenía agarrada con Lucas y se burlaba tanto que no quería ir a la escuela.

Yo lo enfrenté y lo golpee, el puñetazo le hizo sacar una muela. Cuando comenzamos la preparatoria él nos quería lejos, más no de una forma hostil, nunca miro de nuevo a Lucas en la cara y apenas me regalaba miradas de indiferencia.

Su expresión dijo mucho, no se creía lo que le acababa de decir.

—¿Charlie Fodds? ¿Mi mejor amigo?

—Él mismo. No sé qué concepto e idea tengas de él.

—Charlie es tranquilo y no se burla de nadie. Incluso me defendió de la burla de mis compañeros en primero de preparatoria porque dije un saludo en otro idioma. Nunca me dijo que te conocía, ni a tus hermanos.

—No sabía nada esto... nunca te mencionó.

Lo mire mal con los brazos cruzados.

—Hilfiger no mientas. Si no lo quieres decir, no lo digas, pero no me eches esa mentira. Sé que te ha hablado mal de mí, he visto las expresiones de él contigo acerca de mí. —Su cara apenada me dio a entender que sí.

—Lo siento. Es que no puedo asimilarlo. Charlie es un buen chico, hoy estaba borracho.

—Tu problema lo que pienses de él, me da igual. A mí no me importa si tiene resentimiento hacia mí. Lo que me importa es que deje de meterse conmigo porque no demuestra ser un buen chico cuando quiere que me expulsen del instituto.

—No te daría igual si yo pensara lo mismo que piensa él.

—Me daría igual, ya si me haces algo querré cobrármela.

—No me apetece verlo con un diente menos.

—Es cuestión de tiempo. O tal vez ya lo hice, de nuevo.

No habló algo más, entonces, él se acercó para quitarse su chaqueta y ponérmela, no sirvió decir no.

—Tenía intenciones de esto desde que te vi parada aquí como si quisieras tirarte a la piscina, pero discúlpame, estoy borracho, me distraigo.

—Gracias, hace frío.

Echó una risita, entonces, miró mis manos que no me había soltado desde que me puso su chaqueta.

—¿Por el saco? —Me miro ladeando su cabeza genuinamente interesado, mis nudillos estaban rojos—. ¿Alguien te hizo daño? ¿Con Cynthia? ¿Golpeando a Charlie?

—Ya estaban así, me pasé un poco con el saco.

Había llamado a Samuel en la tarde, no me contestó, lo que me enojó.

—¿Duelen?

—Arden más que todo.

Quitó sus dedos de los míos siendo palmas contra palmas.

—¿Te haces daño a ti misma? —preguntó suave.

—No a propósito.

—Tengo mucha curiosidad de ese saco, ¿podemos ir a verlo? Confío en los chicos que no pasará nada en la casa, y mira, no se escucha la música a alto volumen, no hay posibles desastres. Vamos.

Lo mire inaudita, esa idea era descabellada para la una y más de la madrugada. ¿Por qué me engañaba? Me gustaban esas mini aventuras, sentir la adrenalina.

Una hora después porque me gustaba hacerlo sufrir ante sus insistencias, estando aún más borracho. Accedí en la cocina por fin porque me daba dolor de cabeza.

—Yo conduzco. Busca las llaves de tu auto —le pedí.

—¿Sabes conducir?

Fuimos a una búsqueda rápida de sus llaves y la chaqueta. Al volver a bajar en la sala los chicos jugaban twister. Salimos por la cocina donde se detuvo a tomar un paquete de seis cervezas, me tomó de la muñeca hasta su auto.

—Dame las llaves.

—Te las doy si me dices porque no tienes auto.

—No vamos.

—Si vamos, me lo acabas de decir.

Busqué en su abrigo la llave que sabía que estaban en un bolsillo. El camino a su auto fue torturante al cuestionarme cómo sabía conducir.

Olvidé que en Nueva York a las tres de la mañana de un domingo habría tráfico, Logan vivía del otro lado de Manhattan así que nos quedamos atascados en un puente que cruzaría hasta mi casa en el centro de Manhattan en tan solo quince minutos. Como el embotellamiento no avanzaba, bajé la ventanilla para preguntarle al tipo del auto de al lado que ocurría. Un accidente en la mitad del puente por dos motocicletas.

—Tengo suerte —dijo irónico cuando subí la ventanilla.

Me acomodé viéndolo destapar su segunda botella.

—Si lo hubiese sabido no me hubiera metido a esta cola y estuviéramos en tu casa viéndote jugar twister.

—Aprovechemos esta cola para que me digas porque sabes conducir si no tienes auto.

Apreté mi mano en la cara resoplando resignada de su batalla de preguntas.

—Con mis hermanos cumplimos la misma edad en el año en meses diferentes. Papá nos pensó regalar un auto a cada uno, antes nos había enseñado a conducir, Roque me enseñó a mí. En el primer orfanato donde estuve se cayó la estructura de una nueva ala. Una pérdida millonaria. Mi padre no nos había comprado el auto todavía así que le pedí que donara una parte del mío prometiéndole que yo completaría la parte donada para comprármelo.

»Fue una aporte para una institución que me dio tanto y me salvaguardó de la calle. Tengo mis ahorros, pero no para el auto, pienso que hay cosas mejores que un auto. Como por ejemplo pagar fianzas.

Aguardó unos minutos mirándome con curiosidad y orgullo.

—Imagino que fue algo más como que diste algo de ti a esa institución que te ayudó.

—No siempre es el dinero, pero es necesario en muchas cosas, yo aporté a algo para que esos niños tuvieran un buen lugar en donde vivir.

—Eso es noble. Tú dices que eres violenta, hace rato lo confirmé. Yo te veo noble, humilde y agradecida. Y es bueno que me dejes ver esa parte más delicada de ti.

—Qué tonterías. Eres más parlanchín y preguntón ahora con más de diez cervezas encima.

—No es una tontería.

Bebió un sorbo, dejó la botella en la guantera, de pronto tomó con cuidado mis manos, las observó concentrado, yo estuve expectante aunque me irritó su contacto por sus manos frías y muy suaves. Con mucho cuidado intentó besar mis nudillos lastimados, las alejé de él.

—Un beso sana el dolor —explicó con voz dulce.

Con el mismo cuidado de su voz se llevó mi mano a su boca besando de forma continua una y luego la otra, yo lo miraba extrañada porque yo no lo permitía de nadie que no llevaba mucho conociéndome me tocara, él estaba muy borracho para hacer eso y yo golpearlo, a mi me molestaba, también me agradaba y no a la vez por el hecho de que era demasiado cariño.

Logan estaba siendo cariñoso, un cariñoso amigo y no me asustaba porque yo no le gustaba. Yo apenas quería un polvo.

Me sonrió luego de terminar, con ese hoyuelo que hacía estragos en mis hormonas. En definitiva yo estaba con Logan porque necesitaba que mi madre confiara en mi, necesitaba amigos y porque me atraía sexualmente.

Si había ganas, el impulso de besarlo estaba allí.

—Solo di, mis manos están listas para golpear ese saco que le mostraré a mi querido y molesto nuevo amigo Logan —bromeó, su voz afectada por el alcohol se notaba más.

Me pasó una botella de cerveza que no me negué, necesitaba tragar mejor la saliva acumulada de tanta intensidad. Pasó la pequeña caja que le quedaban tres botellas al suelo en los asientos traseros al recordarle que si algún policía nos veía bebiendo nos multaba.

—Estás ridículo y borracho.

—Y cansado, cabe recalcar.

Miramos al frente, la cola no avanzaba. Él se acomodó contra la puerta quedando frente a mí mirándome.

—Eres hermosa.

—Gracias.

—¿Jugamos a preguntas y respuestas?

Alcé la mirada a él negando con la cabeza con una sonrisa.

—No —lo que pareció un tono divertido se convirtió en un tono arisco.

—Siempre tan dura como si fuera a revelarlo a alguien. —Miró al techo reprendiéndome sin estar del todo molesto—. No jugaré nunca contigo. Me caes demasiado bien que me asusta. A veces actúas como si no te dieras cuenta que me agradas, que me interesas. No te encasilles en pensar lo mismo de las personas, por favor.

Lo dijo con la naturalidad que la cerveza puede dar; arrastró palabras, habló en algunas frases rápido, pero no sonaba molesto. Eso no quitaba que de verdad sentía lo que decía.

¿Cómo podía seguir pensando que fingía conmigo? ¿Qué le interesaba y que no diría nada de mí a otros? No me dolería si le contaría a alguien más, no me importaba lo que diría, si no que me molestaría haber confiado en alguien que no lo merecía. Y con él estaba segura que no ocurrirían mis temores.

—¿Qué tipo de preguntas?

—Muy personales.

—Cuando estés sobrio. Algún día lejano.

—De acuerdo. Estoy borracho, estoy perdiendo la facultad de decir la realidad. Es lo que hay, así que escucha mis disparates.

Pasaron cuarenta minutos donde habló del lacrosse y las jugadas que añoraba hacer, las tres botellas las tomó él y poco a poco fue hablando menos acomodándose mejor en el asiento hasta que acabó dormido.

Atrapada en esa larga fila no podía hacer más que acomodarle la cabeza, unos veinte minutos después avanzó poco a poco. Lo llevé a su casa, llamando en el camino a Luz que le dijera a los del equipo de que iba dormido y me ayudaran cuando llegara.


 

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Besos problemáticos muy violentos

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