CAPÍTULO 36


Cinco semanas después

Sin pulso

Las siguientes semanas fueron fatales, no conseguíamos empleo ninguno de los cuatro. Luego del ataque de Ramiro me quedé sin trabajo y ya no busqué más hasta que me fui de casa.

No nos preocupamos tanto por las necesidades básicas porque papá me ayudó con los gastos a principios de abril y con mantenerme con Yim y Martinez. Fueron unos días de mierda a pesar de que ya no me sentía bajo el yugo de Catalina.

Aparte que no me sentía segura con mi ex amigo / enemigo en alguna parte de la ciudad con la cara desfigurada como la tenía.

Lo que nos alivió fue que Samuel fue el primero en conseguir empleo con los Hilfiger, siendo el guardaespaldas de Logan que también tenía azotado la prensa.

A Duke tras el incidente fuera de la casa de Catalina, Matthew actuó y demandó al reportero, además de un supuesto daño mental o algo así. Los tres mil setecientos dólares no cayeron mal y no cobró por sus honorarios en agradecimiento a Samuel por lo que pasó con su familia unos meses atrás.

A Cristian le iba de la patada como a mí, lo denigraban y le pagaban mal, tanto sufrió unos tres días en un servicio de limpieza en los edificios alrededores del departamento que llegó llorando a mis brazos por no soportar aquella mierda. Además de los señalamientos porque creían que eran mi cómplice.

Nadie le otorgaba trabajo a una supuesta asesina. Por eso me concentré en enviar solicitudes de universidad y culminar mis exámenes con buenas notas.

Seguíamos trabajando en el caso, el cual Alonzo pagaba. Por eso tuvo otra discusión con mamá y él se fue de la casa para vivir en un loft en el Bronx.

Mejoré un poco en las sesiones, podía soltarme y hablar lo que me ocurría, no profundizaba demasiado. Pero ya me daba cuenta que Lauren me escuchaba, opinaba y preguntaba en torno a lo que decía. No era odiosa ni muy hipócrita. Era muy profesional. Era una vía de escape para quejarme como quería porque no podía hacerlo pensando que era muy egoísta ya que los demás sufrían de igual forma o peor.

Era una mierda todo, mi ansiedad crecía al darme cuenta que faltaba nada para el juicio y Charlie Fodds seguía sin avances. Logan y Hanck se veían tristes en toda la escuela, lo que podía tenerlos felices es que habían quedado en cuartos de finales. Hacían falta algunos partidos para que avanzara hasta allí, lo creía. Lo único que creía que podía darse.

Mary Anne quería ver crisparse a Chelsea y a sus amigas así que me convencía de sentarme algunas veces con el equipo, acepté con el otro argumento de que debíamos darles ánimos y creo que se merecían algo bueno de mi parte al ponerlo en ascuas por su compañero Charlie.

Ese día en específico conversábamos sobre una reunión del muevo menú del restaurante de la familia de Mary Anne, del que Dickerson no había ido porque no fue invitado, según él. Estaba mostrando una actitud reacia escuchando sobre la comida que probamos y tras pedirle que hablara se cortó de pronto.

Se quedó viendo atento a como los demás miraban algo en dirección a la puerta, sabía que era chismoso así que ordené los recipientes de la comida que ya había ingerido, yo no mire porque no me interesaba ningún chisme escolar.

—Es Sam —me avisó Luz que estaba al otro extremo de la mesa.

Giré mi torso al verlo avanzar entre las mesas y detenerse detrás de mí, sonrió a todos cordialmente, pero supe que pasaba algo al sentir los músculos de su mano tensos al ponerlas en mi hombro.

—Hoy le diré a mi mamá que casi me asaltan para que me pongan seguridad, ¿me puedes dejar a Sam? —comentó coqueteando Mary Anne.

—Prefiero quedármelo para seguirme enterando cosillas de Cloy —comentó Logan divertido, me giré a verlo y alcé una ceja antes de ponerme de pie.

Me guiñó un ojo y siendo odiosa se lo guiñé, el rió complacido y todas nos miraban divertidos por la tensión.

—Tengo buena comunicación con tu madre.

—Hazlo.

—Hay que apagar el fuego o darles los condones —le murmuró Mary Anne a Hanck echándose a reír.

Quité la silla y encaré a mi amigo que se notaba normal, no sus brazos tensos. Nos ubicamos de lado y en un movimiento disimulado cubrió su boca con mi cabello.

—La señora Margot acaba de llamarme. Es el amigo de Logan. Llevan como una hora tratando de reanimarlo. Quiere que los lleve a la clínica para... ella no puede venir a llevarlo. Quiere que le digas tú con discreción —su voz fue suave con temblor en la voz.

Apreté los ojos instintivamente maldiciendo a Ramiro para que se quemara en el último y más caliente infierno.

Nos miramos a los ojos unos segundos, él se disculpaba aunque no tenía culpa. Suspiré y me giré a los chicos que nos miraban ultra curiosos, mi cara seguía neutral o eso pensé. Nadie evidenció que todo iba en la peor jodida mierda.

Tuve un trance al darme cuenta que era amigo de Logan y Tyler también lo consideraba así. ¿Por qué me tocó dar esa noticia? No sabía cómo.

Me puse entre cada uno de cuclillas para susurrarles.

—Tu abogado quiere hablar con nosotros. —Mire a los dos breve—. Es para los testimonios en el juicio, pero debe ser discreto. Está en la oficina del director. Vamos.

Algunos hicieron preguntas que Logan respondió diciendo que eran cosas del caso. En silencio me siguieron hasta mucho después de las puertas de la cafetería, suspiré antes de girarme mirando que Sam se había quedado a unos dos metros.

—¿No deberíamos seguir? —preguntó Hanck.

—No es nada referido a eso. Margot llamó, quiere que vayan al hospital, Charlie no está bien —dije reuniendo toda la suavidad y seriedad posible.

Logan quedó con la boca entreabierta sin creérselo, Hanck se pasó las manos por el cabello imaginándose lo peor.

—Lo siento mucho. Solo Margot le dijo a Sam que lo han estado reanimando.

—Tenemos que ir —dijo Hanck con la voz acelerada. Se giró hacia Sam para tomarlo de las mangas de la camisa—. Llévanos.

—¿Está mal? —pudo preguntar Logan.

—Mucho —no le crearía falsas esperanzas.

Hanck tomó a Logan de la manga de la chaqueta.

—Nos necesita. No te quedes paralizado.

Intentaron comenzar a andar pero Logan parecía tener los pies pegados en el piso. Me acerqué para susurrarle haciéndole volver a la realidad, lo tomé de la mano teniendo que ir a su ritmo, cuando pasamos en frente de las puertas de la cafetería el director Carter y Miller salían de ella.

Carter dijo que ya había dado la orden para que nos dejaran salir y entonces Logan lo creyó.

Caminamos más rápido hasta la camioneta de Margot que ahora era de él, me quedé detrás de ellos al sentir la mano de Hanck en la mía apretándomela. Logan en cambio me tenía tomada del brazo. Afuera el auto de los guardaespaldas nos siguieron. Sam condujo espantosamente rápido.

—Hay que calmarnos. Va a estar bien —decía Tyler—. De seguro es porque va a despertar, tiene que ser eso.

—Lo tiene, lo tiene... —le respaldaba Logan.

Ellos corrieron por la sala de habitaciones tomando mis manos haciéndome también correr con ellos, dos reporteros al vernos en la entrada se volvieron locos. Los guardias de seguridad conocían a Logan así que no nos impidieron el paso hasta el ascensor, entramos y tuve que meterle el pie a uno de los periodistas para que trastabillara y no se metiera. Tyler oprimió neurótico las teclas del ascensor y cuando se cerraban las puertas vimos como Sam y los guardaespaldas les pedían a los reporteros que se alejaran.

En la subida hasta el piso diez Tyler jadeaba por los nervios. Logan se tomaba la nuca entre las manos y pegaba la frente al metal. Corrieron hasta el cuarto donde se escuchaban los sollozos, me frené cuando ellos entraron, no entendí muy bien porque si lo reanimaban dejaban pasar a la familia.

—Tienen que despedirse —escuché la voz de un hombre y luego un grito que pudo haber sido de Tyler o de Logan.

—¡Tienes que luchar! —exclamó Tyler.

—No puedes hacérnoslo. Tú te enojarías si yo lo haría, si estuviera en tu lugar —gritó Logan.

Sam se acercó con Yim y Martínez, los tres no emitieron nada, se alejaron por respeto y yo los seguí. Sin embargo, los gritos de Logan me inquietaban.

—Sé su sostén. Me lo pidió la señora Margot. Está en una reunión importante con el señor Parker —me habló Sam.

Avancé temerosa. Charlie nunca me había caído bien, pero jamás le deseé la muerte. A pesar que no lograba sentirlo, sí tenía empatía ante una vida joven se muriera (sacando de lado la maldita jodida culpa que sentía) más cuando Logan estaba tan afectado.

Me quedé en el marco viendo la habitación y los presentes; un equipo de más de cinco médicos y enfermeros, los padres, Logan y Tyler, y Charlie moribundo en una cama. Se podía ver pálido, rígido, con moretones y una venda grande en su garganta. Un sonido pitaba constantemente, lo que me distrajo un momento.

Estaba perturbada, miedosa, molesta e indignada.

Aun así observé como Logan y Tyler estaban arrodillados en el suelo viendo a los lejos como los médicos intentaban salvar la vida de su amigo, los padres estaban en el otro extremo. Seguía pareciéndome raro que la familia estuviera ahí mirando, ¿si ya sabían que iba a morir por qué los dejaban o seguían intentando?, ¿cuál era el objetivo?

Tampoco veía mal que estuvieran intentando salvar el último gramo de vida. Todos necesitábamos que estuviera bien.

—¿Qué mierda haces aquí? ¿Quieres rematarlo? —me gritó la que suponía era madre del moribundo.

—No. Logan... —lo llamé apretando en mis manos los bordes de la puerta. Él se giró a verme—. Aquí estoy...

Me corté cuando una mano venía hacia mí, Sam me apartó de inmediato, era el padre de Charlie gritándome profanidades y que me fuera. Yo entendí.

Me alejé hasta planta baja donde Yim pidió una sala para que yo estuviera allí esperando sin la molestia de los reporteros. De pronto, Sam salió avisando que Margot ya había llegado. Me quedé con mis guardaespaldas que me dijeron que lo sentían y yo les contesté que más lo sentía la gente que lo quería.

Como dos horas después, Sam apareció con cara agotada y se sentó a mi lado poniendo la frente en mi hombro y eso incrementó mi inquietud.

—No me digas que está muerto —mi voz tembló por primera vez.

—Acabo de ver un milagro —murmuró.

Eché un suspiro de alivio.

«Maldito seas Ramiro, no ganaste tu cometido.»

Unos días después Charlie Fodds comenzaba a reaccionar gracias a un médico europeo que los padres de Logan habían contactado y fueron a buscar a su casa en Finlandia en el jet, al parecer ya los padres de Charlie sabían que podía detenerse el pulso por lo que lo buscaron desde el día anterior y no habían podido viajar.

Salvó la vida del chico con un medicamento que había traído.

***

Era domingo en la tarde cuando Alonzo pasó por mí convenciéndome de cenar en familia, en el camino le pregunté.

—¿Están separados definitivamente?

Él encogió los hombros.

—Creo que no debimos meter los asuntos de ustedes en nuestra relación. Es lo que con sinceridad puedo decirte ahora.

No hice otra pregunta, al llegar los chicos fueron a abrazarlo sin que estuviera distante con Lucas como había visto días anteriores. A pesar que nuestra relación había mejorado al conversar con Alonzo, con él no lo había hecho. En la sala Catalina y yo fingimos que la última vez que nos vimos no nos dijimos cosas horribles.

Les pedí a los chicos que me ayudaran a escoger algunas flores para ponerlas en la sala, ya que no se sentía igual el ambiente, suponía que mi madre había descuidado ese aspecto tras la separación con mi padre. Lucas era el experto en sacar las flores porque había ido a un campamento de floristería hacía unos años.

Con las manos llenas de barro fui a abrirle la puerta a Ruiz que no sabía porque venía.

—Estás aquí. Necesito contarles algunas cosas —la seriedad en su voz no me dio señales de algo bueno.

Subimos y esperamos que papá y Catalina dejaran de discutir, en cambio mis hermanos llegaron y avisaron que se llevaría a Luis por un helado. Nosotros nos sentamos y el abogado los saludó.

—Sanders está recibiendo noticias de los abogados de los Banner —explicó él—. Yo pude reunirme con la abogada de los Fodds. Ahora que pronto él podrá hablar accedieron a verme. Negociar es el término. Ellos quieren que te declares culpable.

—Con el maldito coño —espeté—. Voy a pedirle la dirección a Logan para decirles en la cara que se vayan al infierno.

—Los Banners quieren lo mismo —se anunció Matthew y luego de saludar se echó en un sofá, parecía cansado—. Tengo noticias, sigue colega.

Ruiz lo miró serio hasta que habló mirándome.

—Se te reducirá la pena y...

—Jódete mucho. —Me levanté—. Tal parece que no quieres ganar el caso o solo te importa el dinero.

—Siendo no una pregunta tienes que respondérselo —se metió Matthew.

—¿Qué se creen las personas para andar dizque negociando para que una persona se declare culpable? —se preguntó Catalina—. Margot me llamó para contarme que el senador y el gobernador quieren que te eches la culpa.

Era cierto, Logan me pidió pasar por él a su casa antes de ir al partido. Ese día estaba Parker en su elemento con asistentes del gobierno cuando uno de ellos me reconoció. No recuerdo quién. Y me dijo que lo mejor sería declararme culpable, por supuesto que lo mandé con la mierda al infierno.

—Llegaría a un punto luego de decirte las opciones. Si te declaras culpable seguirías echándole la culpa a Ramiro Banner, pero a través de su maltrato. Habrías que tener un estado médico muy crítico, lo que le ganaría a él peso porque está demostrado que él es capaz de golpearte. La orden de alejamiento lo dice —dijo Ruiz.

—Señor colega tenemos problemas —habló Matthew—. Los odiosos y muy buenos abogados de los Banner ofrecieron dinero y una beca en Europa de boxeo para que te vayas luego de cumplir la sentencia si te declaras culpable y varias propiedades quedando como una millonaria joven. Por cierto, a tu enemigo lo dejaste completamente destrozado, las cejas están... ya no existen.

Oh, mierda.

—Deja de parlotear y llega al grano —pedí impaciente fingiendo que no me importaba el estado de Ramiro.

—Por favor —pidió papá.

—A mi me divierte que sea elocuente —comentó Catalina.

—Gracias señora. Mi reunión con ellos fue más de lo mismo, también le ofrecieron dinero a los Fodds para que le quitaran la denuncia, ellos no lo harán, los quieren en prisión, a todos los implicados. No teman que los padres de Charlie se dobleguen, los quieren en la cárcel. Por ahora eso no es importante. Lo que sí fueron mis informantes en la clínica.

—¿Qué clínica? —le cuestionó Catalina.

—Este caso ha sido escandalosamente caro, luego le hago la factura. En fin. Revisé su historial clínico de Canadá, data luego que los Banner lo adoptaron. Tenía problemas de ira.

—Algo bueno —dije.

—Dejó de ver a su psicólogo a los dieciocho, incluso se medicaba calmantes. ¿Nunca lo supieron? —Nos miro con una mueca a los tres—. Con eso se van a respaldar que está enfermo para que le reduzcan la pena, me lo dijeron otras personas que soborné que viven en su casa; el jardinero, no hay problema.

—¿Eres un abogado corrupto? —le preguntó Ruiz.

—La prensa que está afuera es un maldito disfraz por parte de ellos, de tu ex querido amigo, para saber todo. Incluso hablaron con los Yamamoto para sacarle información, pero ya sabemos que ambos están medio locos y paranoicos y no se quieren involucrar. —Ellos eran los accionistas de la empresa con papá e incluso tenían acciones con los mismos Sanders. Estaban creando su propia sociedad en conjunto con las tres firmas—. También le ofrecieron dinero a la ex novia de Lucas para que alegue contra Cloy.

—Esa maldita —gritamos Catalina y yo.

—No me gusta jugar sucio, pero hay que igualar y esto está tan jodido que hay que embarrarnos. ¡Incluso me ofrecieron una maldita cuenta en las islas caimanas!

Todos quedamos boquiabiertos ante esa mención.

—El tema está que si le comprueban que la enfermedad se interpuso para ayudar a Cloy o si se demuestra que fue quien lo planeó, la enfermedad está por encima.

—Jodida mierda. ¿Ven? Ya hablo como Cloy —dijo papá restregándose la cara.

Yo quería golpear algo.

—Hay que tener las pruebas que te golpeó en ese hotel y te atacó en la calle —dijo Ruiz después con su calma—. Si hay que pagar, lo pagamos. Ya estoy cansado que no consigamos nada, sin pruebas la declaran culpable y le sentencian cincuenta años.

—Canalizaré algo con el chico informático que contrataste. Ahora te vuelvo a preguntar, ¿tienes como contactarte con Caddie Williams? —me preguntó Matthew realmente interesado.

—Nunca supe mucho de ella. Sé que la conoció en Chicago.

—No se sabe de ella, la última vez que movió sus finanzas fue en septiembre de ese año en Chicago. Nada más.

—Pobre muchacha, hasta yo me hubiese escondido de ese golpeador —murmuró Catalina.

—Ella es clave. ¿Contratamos a algún investigador privado? —preguntó papá.

—Haría eso... —comenzó Matthew.

—Ya sé cómo, no contraten a nadie —lo interrumpí.

Recordaba una dirección del lugar donde había vivido, solo necesitaba un número para conversar con ella porque no podía salir de la ciudad por ser sospechosa de asesinato. Entonces, necesitaba a alguien que me hiciera el favor.

Y recordé otra dirección.








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