CAPÍTULO 34
El corazón de Logan
Mis padres demandaban a Ramiro por golpearme en el puente por la orden de alejamiento por la misma razón de la violencia. Solo que soy sospechosa de todo lo que inventó Ronney y como Charlie no despertaba, quien es el afectado principal, de ese modo el juicio se aplazó hasta dentro de un mes y medio para que pudiera recuperarse y dijera la verdad.
Si es que no quería perjudicarme más.
Sin embargo, el panorama no era alentador. Tenía muchos problemas y personas que testificarían en mi contra. Estaba jodidísima. Aunado a eso era amiga de dos chicos que estaban sometidos a investigación por venta de droga, por lo que mi reputación era muy dudosa.
Cuando la policía me interrogó horas luego que llegué a casa desmentí que ellos eran mis secuestradores y que voluntariamente yo me escapé. Catalina, por algún acto de consideración no presentó cargos y el asunto se quedó que yo estaba muy estresada y no sabía cómo gestionar el asunto. Parker no reveló nada.
Esa misma tarde donde me sexualizó toda mi familia por casi subir una foto desnuda, Samuel que había sido contratado por papá como seguridad extra y porque lo volvieron a despedir por faltar, me calmó diciendo que ellos eran unos retrogradas y debían de comprenderme más. Por eso me tomó de la mano hacia el garaje explicando que se sabía la combinación del panel porque le habían cambiado la contraseña.
Nos subimos en la camioneta de Alonzo y al comprobar que el acceso de salida estaba activado encendió el motor, la puerta se abrió y luego el portón de salida acelerando hacia las calles.
—Van a despedirme, pero prefiero eso que perder dos amigos; Duke que me lo propuso y tú que estando cerca tengo el alcance.
Besé sonoramente su mejilla.
—No rezo pero lo comenzaré a hacer por ti —bromee.
Conducía tan bien que hizo perder de vista a la prensa detrás de nosotros. En veinte minutos llegamos a una de las clínicas de Manhattan, no era de donde nos escapamos sino otra a calles de distancia. La misma de donde lo fuimos a buscar cuando me escapé.
Duke estaba mejor, ya no estaba pálido y sus labios secos comenzaban a formarse la carne. A su herida le costaba sanar por tener el azúcar elevado, cosa que nunca nos había contado que sufría, al menos ya avanzaba bien. Su espalda no se inmovilizó más, solo fue debido a que por el corte su cuerpo entró en shock y lo protegió del dolor.
Quienes se turnaban para cuidarlo era Cristian y Samuel, a Jessica le dio pánico todo luego de mi escape y solo se comunicaba con nosotros por llamada.
Teníamos a favor la grabación de la cámara en casa de Cristian horas antes de ir al puente, donde en medio de una fiesta él habla con uno de los matones que llegó a entretenerlo y a Ramiro ir con un bolso a la habitación de él. Parece indicar que así plantaron la droga y no fue una simple visita social de nuestro ex amigo.
También estaba la puerta del departamento de Sam, que sabiamente la había mandado a reforzar, la cual estaba alterada pero por lo resistente del cilindro de la cerradura no pudieron entrar. Eso decía algo.
—Hay que conseguir más pruebas —habló Sam entrando en el tema.
—¿Cómo? Todo está en nuestra contra —replicó Duke agotado.
—No todo si no son culpables. Son inocentes.
—Dile a Ron que saque sus mensajes podridos del celular de Cloy. Y que alegue a favor a nosotros —había sarcasmo y amargura en la voz de Cristian.
Samuel lo miro de pronto, más interesado. Byron que estaba jugando con su celular en suelo se levantó para observarlo con una jodida idea en la cabeza. Todo lo dijeron tan rápido que yo no entendí, solo que hablaron de visitar a Ronney a la cárcel.
Alguien tocó la puerta, todos se callaron de inmediato, Sam fue quien la abrió. Era Margot que nos saludó a todos.
—Te salvo el cuello. Tu madre acaba de llamarme y le dije que estaba contigo. Era el objetivo. ¿Podemos hablar en el pasillo?
Accedí sabiendo a que se debía la conversación. Apenas y los vi en la casa hace unos días cuando tuve que contarle a su abogado lo que había pasado en el puente.
—¿No vas a preguntar cómo sigue Logan? —inquirió.
—No quiero seguirme culpando.
—No lo hagas. —Puso sus manos en mis hombros—. Falta poco para que le den el alta. Él quería que lo visitaras, yo le expliqué que Catalina te quiere dentro de su casa de cristal para que nada más te pase. Lo ha comprendido, pero...
Oh, ya entendía. Logan también estaba hospitalizado allí. Tal vez Margot se lo pidió a Samuel y él para matar dos pájaros de un solo tiro me trajo. Me frustró.
—No es que no quiera Margot. Me culpo haberlo llevado hasta allí.
—Te hubiesen matado. Dijiste que de no ser por ellos en alguna ocasión tal vez hubieras muerto o al poder de ellos.
Quería ahorrarme esa plática con ella, así que volví a acceder a su petición yendo hacia otro piso arriba en un pasillo al final donde Parker hablaba por celular, Margot tocó una puerta y tras un pase entramos. Logan estaba sentado con los zapatos puestos, vestía deportivo y Chelsea a su lado acariciaba sus manos, quien al verme casi me tira lava por sus ojos.
—Cloy... —expresó él con una alegría suave.
—¿Qué hace ella aquí? Es una asesina —bramó ella.
—No puedes decirle asesina hasta que se demuestre lo contrario —dijo mirándola dándole una mirada de reto—. No te lo permito.
—Sal. Ellos necesitan hablar —le pidió Margot.
Chelsea se acercó a mí de golpe. Maldita sea, si la golpeaba no se me curaría tan fácil los cortes en los nudillos.
—Zorra asesina.
—Calla tu maldita boca. O te rompo los dientes o te termino de dejar ciega, ya dejé a alguien tuerto. Elige, maldita perra —espeté tan cerca de ella.
Parker sin decir nada entró y se la llevó, Margot salió detrás de ella mirándonos tensa.
—¿Si la golpearías? —me preguntó Logan con voz grave, contrario a la que me recibió al entrar.
Me quité las vendas de mi mano izquierda, la que estaba más afectada.
—No soy tan estúpida. Debía intimidarla, así ya deja de mostrar repudio. Ni siquiera sé porque no le ha golpeado ya.
Se cruzó de brazos. Su golpes en la cara se veían fatal; así nos veíamos, rotos, jodidos y en la puta mierda.
—¿La odias menos que Charlie?
—Yo no odio a Charlie. Si yo demostraba violencia él demostraba descontrol de lo que sentía. Algo igual si te pones a ver.
—¿Entonces fue un hipócrita?
—Totalmente.
Su cara pasó a tristeza.
—¿Dijo algo antes de quedar inconsciente? —Me acerqué a su cama y puse una mano en su hombro—. No me asustes.
—Pidió hablar con su madre, se lo negué una vez y ya luego cuando iba a buscar un maldito celular apareció la maldita policía.
Derramé algunas lágrimas, me abrazó.
—No lo maté. Yo no lo maté. Tal vez sí quise hacerlo con Ramiro. Pero a tu amigo jamás lo asesinaría —confesé contra su hombro.
—Viéndote así, te creo.
Me alejé de él tan pronto dijo eso.
—¿Creíste qué...? —Por su cara llena de disculpa supe que sí—. No puedo lidiar con esto.
—Cloy, lo siento. —Saltó de la cama cuando di un paso atrás—. Había tantas pruebas, que me llamaras de pronto. Como eres tú... reflexioné porque tú no dejas que nadie te salve, te cuide...
—¡Era para causar distracción! ¡Para que salvaras a tu amigo mientras yo los salvaba del mío! ¡¿Qué te piensas maldito seas?! —chillé.
—Lo siento. Las pruebas estaban allí.
—No había venido porque sentía vergüenza que todo haya salido peor de lo que estaba siendo. Que te hayan golpeado y no poder detenerlo. Que Charlie haya sufrido así. Que fue mi jodida culpa porque por mi Ramiro los conoció. ¡No porque idee el maldito plan!
Sus ojos estaban arrepentidos pero yo no podía perdonarlo, no soportaba que él en específico no hubiese creído en mí.
—Sé que no necesitas esto en estos momentos.
—¡Por un maldito momento deja de pensar en lo que crees que necesito y deja de tener que yo estar a la defensiva contigo!
Arremetí una y otra vez contra su pecho llorando.
—Vamos, golpéame, desahógate. Di todo lo que quieras decirme, lo que quieras decir. ¡Hazlo! Te sostengo y te protejo —estaba al borde de las lágrimas con los puños encerrados a sus costados sin dejar de mirarme.
Me separé de él.
—¿Por qué eres tan masoquista? Házmelo fácil. ¡Por una vez en mi vida, quiero algo fácil, algo de lo que sepa que hice el bien! —bramé.
—¡El por qué es fácil Cloy! ¡Te quiero y es por eso que quiero ayudarte! ¡Y por eso eres ruda, porque nada lo tienes fácil! Y eso está más que bien, combatir lo que quieres cambiar.
Agité mi cabeza de izquierda a derecha negándome a seguir hablando con él dando dos pasos atrás casi chocando con el marco de la puerta.
—No puedo seguir discutiendo contigo. —Limpié mis lágrimas debajo de mi nariz con la manga de mi blusa—. No soporto que tú hayas pensado eso de mi, que te cambie la opinión solo al notarme frágil.
—Por favor... —susurró, su mirada conciliadora me hizo calmarme—. Perdóname.
—Logan... —Me tomó una mejilla, estaba más calmada por lo que pregunté—. ¿Ya no lo crees?
Parecía una maldita desequilibrada.
—Perdóname. Te amo y no debería de pensar en esto. Estoy tan...
—No quiero saber qué significa eso —emití con voz suave. Había vergüenza pero determinación—. Logan.
—Estoy dolido. Y sigo teniendo sentimientos por ti, no es amistad.
No me dio tiempo a replicar, me besó con tantas ganas, con tanta pasión. No como la última vez, también había dolor. Estábamos llenos de culpas, angustias y arrepentimientos por lo que tampoco fue lo adecuado.
No fue nuestro momento.
Rompí el beso sabiéndome doloroso separarme de él.
Nos observamos con ojos llorosos, gustosos y extremadamente arrepentidos porque no debimos de besarnos. En ese momento, no debimos.
—No podemos —musité.
—Yo debo de decir eso porque tengo novia. Estoy de acuerdo y no por eso —me dio tanto pesar que llegáramos a esa conclusión.
—No debemos. Si queremos, no lo queremos...
Era una jodida confusión. No pude mirarlo más a los ojos, sabía que estaba sufriendo, como él sabía que yo. Cerré la puerta tras de mí y Samuel que estaba también allí con los otros tres fue quien me abrazó antes de sollozar.
Alguien mucho después me dijo que lo que sentí esa vez fue un corazón roto.
Una semana después
Caramelo amargo
Tuve miedo. Debería de tenerlo porque yo sentía muchas cosas aunque me hiciera la fuerte. Sabía lo que pasaría y sin embargo sentí un miedo profundo. Un miedo angustiante. Todo porque cuando Ramiro por fin despertaría respaldaría lo que Ronney había confesado, me quedaba claro que él había sido la cabeza por lo que hizo algún plan de contingencia el cual garantizara que los dos no salieran mal parados, ese mismo donde me culpaba de todo.
Lo maldecía mil y una dos mil veces, que ardiera en el quinto infierno de la paila número tres en cien millones de grados. Todo estaba jodido y a punto de joderse a niveles estratosféricos por su culpa.
Cuando despertó, Ruiz, el abogado que llevaba mi caso se contactó con nosotros para decirnos que Ramiro efectivamente había confesado lo mismo que Ronney. No obstante, estaba en su contra lo sucedido en Nueva Orleans, la orden de alejamiento, la declaración de Jerry cuando él me ahorcó y otras más que se construían mediante pruebas que se irían recolectando. Lo que me frustraba es que no diéramos con pruebas creíbles sobre lo sucedido en el puente, ninguna era sólida.
Y Ronney, a pesar que Samuel jugó con su mente al visitarlo en la cárcel, no dijo la verdad. Después de todo era un chico con un coeficiente alto.
Aunque en mi primera sesión de terapia psiquiátrica fue luego de enterarme que Ramiro ya había despertado del coma inducido, no mejoró mi ánimo ni me calmó. Me había ido tan mal con los psiquiatras y psicólogos que no confiaban en ellos. La hora fue súper lenta llena de preguntas y silencios, no revelaría mi vida así tan fácil. Primero debía confiar en Lauren Montgomery.
Físicamente comenzaba a recuperarme, mentalmente no tanto, me habían detectado estrés post traumático.
Mi preocupación también era el instituto, había perdido exámenes y clases que solo copiándome podría pasar. Luz me ayudó con las materias del lunes, no estaba muy preparada por las constantes distracciones, lo que me incentivaba era el esfuerzo por conseguir que se me grabara alguna maldita fórmula de física. Lamentablemente Catalina luego de que invitara a los chicos para visitarme y verme desnuda se le quitaron las ganas de aceptarme más visitas como para que Jerry viniera.
Yendo hacia el instituto conduciendo Yim, Sam en el copiloto y Martínez en otro auto siguiéndonos Luz me apretó la mano al ver un puñado de personas con cámaras y micrófonos haciendo preguntas fuera de casa, bajé la ventanilla por estar pegada a la puerta y les saqué los dos dedos medios.
—Pueden ir a besarle el culo a sus madres. No voy a contestar ninguna pregunta —les advertí teniendo esa primera oportunidad de hablarles.
Maldita la gente chismosa de Nueva York, por cualquier mierda quería hacer desangrar una noticia con sus periódicos y canales amarillistas.
—Esto va a YouTube —Luis se jactó de la grabación en su celular.
Lucas que estaba pegado a la otra puerta le quitó el celular de sus manos, que era de Luz, borró el video.
—¿Para esto le dejas el celular a Luis? —le preguntó duramente.
—No sabía —replicó la chica a mi lado.
No mire bonito a Luis, de pronto supe que también todo aquello lo afectaba. Lucas le pegó a Luis en la frente. Ellos comenzaron a pelear hasta a Luz le dieron en el hombro.
—¡Dejen de discutir maldita sea! —grité—. Tú deberías de haber venido en tu maldita camioneta si lo que quieres evitar es hablarme y tú Luis haciendo un video mío no va sacarnos a la maldita prensa.
Lucas me observó desorbitado igual que Luis con lágrimas en los ojos que no quería derramar, a ninguno les había hablado directamente porque el mayor me hablaba lo necesario y Luis también estaba enojado por echarme la culpa de tener a Sam como guardaespaldas.
—No es así... —exclamó Luis.
Quité el cinturón de seguridad de mi cuerpo y me pasé a las piernas de Sam, lidiar con la tristeza de Lucas por no corresponderle se había acabado, lo que no soportaría en gran medida era su casi desprecio ni que Luis me odiase.
Abracé de medio lado a Sam, no quería ni ver cuánto faltaba para llegar al instituto. Cuando él me susurró que debía moverme abrí la puerta para salir, mire por unos instantes a Luis que me miro con ira, subí rápido pensando que por alguna vez solo debía preocuparme por mi llegada a la escuela.
Caminé con Luz a mi lado que me pasó la mano por el brazo viendo como Lucas se alejaba a toda velocidad, rodé los ojos. Me trataba como si tuviera lepra, maldito trastornado.
Lancé una mirada asesina a la gente que me miraba en el estacionamiento.
—Maldita sea, ¿en serio van a acosarme?
Continué cortando sus deducciones cuando mire hacia el otro lado de la calle a los reporteros.
—Así parece..., a lo que quiero llegar es que ustedes están peleados desde mucho antes ¿Por qué?
Sus ojos marrones estuvieron analíticos y ansiosos por saber. Comencé a pensar una excusa.
—Desde que se enteró que estuve con Steve.
Pareció eso convencerla, porque no dijo nada hasta que llegamos en la entrada. Me gustaba que estuviera apoyándome y no dejando que me lanzara a las personas que cuchicheaban frente a mí.
—No les digas nada. Comentarles a tu estilo implica una mala impresión al jurado.
Traté de relajar la impotencia destensando mis músculos. Íbamos a entrar cuando choqué con el cuerpo de alguien que venía hacia nuestra dirección.
—Maldito seas, mira por donde caminas —espeté sabiendo que ese olor a pera era de Logan Hilfiger.
Ahora prefería tratarlo mal y él también me traba mal. Era raro todo luego de aquel beso en el hospital. Aunque no estábamos enojados del todo, yo al menos estaba enojada porque no era el momento para estar juntos.
—No advertí que girarías —explicó distante, pero con tono odioso.
Vio a Luz y se le iluminó la cara incluso la saludo de beso en la mejilla.
—¿Cómo estás? —preguntó mi hermana visiblemente incómoda—. ¿No tenías más días de reposo?
—Estoy atrasado con exámenes. Solo asistí por ellos, ya luego me voy a casa.
—Lo lamento. Aunque es una buena idea, suerte.
Luz se sonrojó cuando él le sonrió, ¿era en serio?, ella me tomó del brazo para irnos, pero no me aparté, primero él debía irse.
—Ah, quieres hablar con Logan. —Lo observó como intentaba estar distraído—. Señor Hooke, vamos a darles espacio.
Logan la observó, luego a mí que solté un bah y a Yim quien se mantenía al margen, miro a Luz luego a él. Logan se despidió de Luz y fue directo al guardaespaldas al que le puso una mano en su hombro para caminar más allá.
Luz me ayudó a meter algunos libros en el casillero. De pronto sentí unas manos en mi vientre que vinieron desde atrás.
—Me alegra ver a mi amiga de vuelta —dijo Mary Anne para luego nalguearme, chillé de inmediato. Seguía doliéndome porque me inyectaron en el culo en la clínica y porque Samuel me había dado esa palmada—. ¡Perra, así chillo yo cuando me dan nalgadas!
Luz la miro con desagrado hasta fijarse de Carlos que iba junto a Elliot frente a nosotras, él soltó una risita por lo que dijo esa otra desvergonzada como yo.
—Tienes la mano pesada zorra —le dije, ella se rió y me abrazó, la quité—. Deja el contacto físico.
—Luego de verte desnuda me quité las pocas distancias físicas que mantenía contigo.
—Sigue diciendo eso y te veras con otro golpe en la barbilla.
—Dolió, deberías estar en la liga femenina de boxeo. Estás perdiendo tiempo —bromeó tocándose la zona que golpee e hizo una mueca.
—Discúlpame, estaba fuera de mis sentidos. No había dormido.
—Tranquila, no hay rencores.
Puso una mano en mi hombro, yo me quedé incómoda por el arrepentimiento y tuve la distracción de Carlos que él y Elliot me apoyaban.
Todos ellos me daban fortalezas, a pesar que estaban afectados por el ánimo de Logan, todos odiaban la situación grave de Charlie, su intento de asesinato más su coma que no daba señales, pero el bienestar de Logan era el que más importaba para los estudiantes y sobre todo para el equipo. Sin embargo, Hanck era el segundo, podría decirlo sin dudar, preocupado por Charlie.
También lo que me reconfortaba que en ningún momento mostraron que dudaban de mi inocencia.
—Al menos quiero un besito —dijo Dickerson más tarde en la hora del almuerzo metiendo la cabeza entre Jerry y yo poniendo su mejilla cerca de mi cara—. Por ser un caballero.
—Un caballero no pide un beso de esa forma —le reclamó Mary Anne.
Mejor dicho, ninguna mujer toleraba a Dickerson Collins, ni Luz, por mi parte lo aguantaba porque era amigo de Jerry y Jerry era mi amigo. Además él aunque era fastidioso era atento y por eso me había llevado mi bandeja de comida porque según él mis dedos estaban amoratados.
—No fui grosero —replicó sentándose a comer.
Minutos después Jerry me habló quitándole tensión al momento.
—¿Necesitas ayuda con tus clases?
—Ya Alonzo hablará hoy con Catalina para que me acepte las visitas. —Toquetee con suavidad su mano—. Era mejor cuando tenía un departamento para mi sola. Catalina ha estado muy estricta. No solo a ustedes les negó las visitas.
—Tu madre parece un pan de Dios —comentó Dick.
—Se ha puesto maldita todo este año. Y yo no me quedo atrás, si eso es lo que piensan, le he mentido fenomenalmente.
Todos me observaron con la significancia que requería el momento,
—Te vas a mejorar, solo debes ponerle empeño —habló Jerry acariciando mi mano gesto que tenía a todos mirándose de reojo.
***
Mamá apareció en mi habitación pidiéndome ayudarla en la cena. Yo era la única que podía ayudar, Lucas, Luz y Luis se habían ido con mis abuelos a conocer algún sitio de la ciudad, así que quedaba yo como ayudante.
Terminar de preparar la comida nos tomó dos horas y luego fui a cambiarme por una falda y jersey cuando estuvo todo listo.
El timbre sonó y mamá me pidió que abriera. Caminé hacia el panel cerca de la puerta para desbloquear la puerta de la calle, esperé impaciente que la persona subiera sin recordar que podía ver quien era por la pantalla del mismo panel por estar sincronizadas con las cámaras o ir al mismo cuarto secreto de control.
Casi me caigo de culo al abrir la puerta y ver a Mathew sonreírme con egocentrismo.
—Cloy, amiga —dijo pelando todos sus dientes yo alcé las cejas.
—No es grata tu visita.
—No puedo decir lo mismo de ti ¿qué haces para estar más despampanante?
—No presiono a nadie para sexo —Me dio una sonrisa menos burlista al escucharlo. Seguí mirándolo seria.
—¿Me invitaras a pasar?
Le hice un pequeño espacio que me permitió susurrarle al oído mientras le apreté el hombro:
—Lamentablemente sí Matthew Sanders.
Él se quedó mirándome tranquilo.
—Qué amable Cloy McNaughton.
—Dices algo que salimos y te corto las bolas.
—No es mi interés esta noche decirlo.
Dejé que pasara, extrañada, incluso usaba traje lo que nunca le vi antes, llegamos yo por detrás de él, saludó a mis padres y preguntó por los mellizos, pasamos al comedor donde no dejó de halagar a mamá, lo que supuse que solo escucharía sobre el proyecto en Seattle porque él a veces intervenía en los proyectos de sus padres. Hasta que de pronto papá habló diciendo que nosotros nos chateábamos y cómo iba nuestra relación.
—Solo fue al principio mensajes de saludo —intervine antes de que él la cagara.
—Sí, luego comencé con mi último semestre y perdimos conexiones —dijo él.
—Eso no parece si tenemos en cuenta las conversaciones que mantuvieron el verano pasado —dijo mamá.
Mierda. Mi celular estaba siendo usado por la policía como pruebas. Algún informático contratado por Ruiz revisaba mi cuenta sincronizada por mi laptop para obtener rastros de la manipulación de mensajes. Lo que no previne es que mis padres supieran mis conversaciones. Según lo que recordaba Matthew no era de mensajes sino solo de llamadas, así que no corría riesgos de nada y todo nuestro chat lo había borrado.
—No fue para tanto —dije terminando de masticar.
—Para mí sí. Eres buena conversadora —dijo Matthew mirándome.
—Solo eran saludos Matthew y a veces solo con emoticones.
—Hablamos por llamada, por eso nuestro chat está casi vacío.
—¿Por qué no nos dijiste? —preguntó Catalina—. ¿Se gustaban?
—Porque no fue serio y no quería que ustedes se enteraran para luego armar un alboroto. Matthew ni me gustaba ni me gustará.
Ella no se quedó convencida ni papá que dijo que luego conversaríamos, Matthew alzó las cejas con pedantería.
Terminamos la cena una conversación aburrida de construcciones, al tiempo del postre Ruiz llegó y se presentó con Matthew que se mofó al decirme que él era estaría en defendiendo mi caso aportando ideas. El mundo era un puto caramelo amargo porque los Hilfiger pertenecían a un bufete y él trabajaba allí. Sabía a qué se dedicaba más desde un principio más no creí que mi ex polvo me defendiera, no era ético de su parte.
Ruiz me pidió que siguiera hablando sobre cómo había pasado las cosas ese día que Ramiro me golpeó, así que comencé contándole lo que ocurrió en Nueva Orleans, ni más ni menos y preguntando cabos sueltos del reporte de la policía de esa ciudad. Él escribió sus propias notas a medida que iba contándole y Matthew me escuchaba, mamá y papá estaban a un lado.
—Necesito el número de Steve —dijo Matthew—, debe de estar de testigo.
Me tendió una libreta y escribí el número que copié desde mi celular.
—Gracias chica conversadora.
—No puedo tenerlo de abogado —le dije a mis padres.
—¿Por qué dejaron de hablarse? —preguntó Alonzo.
—Él está esperando que yo lo diga para rechazarme y ridiculizarme —dije.
—No, no lo haría. No salgo con menores que yo —respondió Matthew.
—Y yo jamás me echaría a tus brazos.
—Ellos necesitan una habitación más que nosotros —dijo una voz conocida entrando.
Era Cristian. Deformé mi cara en una mueca interrogante al verlo acompañado de Sam y Duke viniendo de la puerta principal. De inmediato los abracé mientras veía como Sam le reñía por ser imprudente.
—Me hubiesen avisado que vendrían de visita —dije entre contenta y desconcertada.
—No es visita.
Duke me agitó los mechones, su mirada gritó que quería abrazarme aún más contrario a su tono de voz distante. Me pasó por un lado para dejarse apoyado en la pared más alejada.
Miré a Sam que tenía los labios en una línea, no queriéndome decir, incluso Cristian se sentó al lado de Ruiz, quitándole los papeles que mantenía en la mano. Me invadió la impotencia, por ellos dos, sobre todo por Ramiro.
—Hablemos para los alegatos del juicio —habló Ruiz—. Tendremos un una conversación individual y esta es grupal. Queremos saber el inicio de todo, ¿algún hecho ahora o en su infancia que marcó su aparente división entre Ramiro y ustedes?
Me senté entre mis padres con la mirada en Duke, que fingió no mirarme posándola en sus botas. Sam se sentó en un sillón comenzando a contar cómo Ramiro fue posesivo desde que lo conocieron, con la intervención de Cris de vez en cuando, los dos de forma precisa en favor de mí. Los demás parecieron analizarlo hasta que Matthew lanzó la pregunta.
—¿Qué desencadenó su actitud reacia? Algo ocurrió, ¿antes de enero o luego? —Quería que le respondieran ellos, pero me miró a mí.
—Sintió celos porque yo los seguía frecuentando —contesté mirándolo sin ninguna expresión.
—¿Te dio un ultimátum reciente? ¿O ustedes acordaron que te distanciaras de ellos? —preguntó Ruiz justo en el clavo.
—Nada importante.
—Sí Cloy —intervino Sam—. Sus advertencias de dejarnos eran constantes, hasta que pareció cansarse y nos mintió en la fiesta de tu cumpleaños antepasado...
Contó todo a excepción que nunca dijo que me había drogado, sino emborrachado, cosa que mis padres no desacreditaron.
—Ustedes tienen el enredo de una serie de Netflix —dijo Matthew—. Si la señora Catalina no los quiere, tendremos que hacerle ver al jurado que usted los ama por sobre todas las cosas como unos hijos más.
Escribió en su agenda diciendo todo lo anterior de forma distraída. Catalina puso mala cara. El desgraciado de Cristian dibujó una sonrisita de superioridad.
—Hay que hacerlo bien porque nos odia bastante la señora Catalina. Y Ramiro lo dirá.
Ruiz y Matthew alzaron la mirada hacia nosotros hasta que la posaron en mis padres. Alonzo miraba a mamá como diciendo: «te dije miles de veces que dejaras de chingar con ese tema», Catalina miro con desprecio a Cristian.
—A pesar de todo. No fue un error —dijo ella.
—Deja el tema —le pidió papá con firmeza.
—Enmascaremos eso —concilio Ruiz. Matthew contuvo la risotada—. Cuando regresaste con él de Chicago fue antes de ir a Nueva Orleans, ¿qué ocurrió en ese entonces? Si es algo sin importancia no importa.
—A la señora Catalina le pareció brillante idea comprarle un departamento con la condición que Ramiro fuera su compañero de piso —replicó Cristian con pedantería, evidentemente se las estaba descobrando.
—Limítate a responder cuando te lo pregunten —le aconsejó Matthew—. Tu actitud de mierda de odio déjala para la señora Catalina en otro momento. Ahora finge que ella se equivocó si tu ex mejor amigo lo saca a relucir.
Matthew no bromeaba. Sí me molestaba la actitud de Cristian, pero teníamos libre expresión y si quería decírselo que se lo dijera. Realmente llegaba a chocar y me vi en ese espejo. Mierda. No me veía bonita.
—Harás que te soporte menos y te eche de aquí —amenazó mi madre de brazos cruzados.
—No es la primera vez.
—Cállate de una buena vez Cristian Herald —regañó Samuel—. Deja la insolencia.
Cristian se quedó enfurruñado de brazos cruzados. Catalina complacida. Seguimos conversando sobre antes de Nueva Orleans.
—¿Te golpeó por algún otro motivo veces anteriores? —preguntó Ruiz.
—Me golpeaba cada vez que se enojaba, él me enseñó a golpear, y sí, era constante los golpes hasta que me empecé a defender, pero eso no quería decir que no me golpeara.
—¿Te golpeaba antes? —preguntó Duke desconcertado y abatido.
Sentí un nudo en la garganta y asentí. A él se le cristalizaron los ojos.
—¿Ustedes presenciaron algún golpe? —preguntó Matthew.
Los cuatro negaron y yo aparté la cara.
—¿Los golpeó a ustedes en algún momento antes del puente? —preguntó Ruiz. Todos asintieron y él único que habló fue Samuel al decir que fue en el orfanato—. Entonces es de pequeño, ¿por qué actuaba así?
Yo expliqué que sus padres habían muerto y que incluso vio a algunos psicólogos por la pérdida.
—Ya con Cloy nos damos cuenta que en cuanto a la psicología del niño la directriz no fue consecuente —habló Alonzo—. Cloy tuvo algunas sesiones luego de la primera adopción y se quedó en nada. Por eso pensamos que estaba bien, pero ahora no ha sabido lidiar con este trauma. Y tal vez nosotros también fallamos.
Observé a papá, él si sabía que lo que más me marcó fue el motivo de la segunda adopción porque se lo había dicho un día y le aseguré que estaba bien. Solo había aprendido a superar la pérdida pero el trauma estaba ahí.
En ese momento más que nunca me di cuenta que sí que necesitaba la terapia.
—Necesitamos ese expediente médico con urgencia —dijo Ruiz—. Y preguntarle a su ex novia porque retiró los cargos. Necesitamos que se vea que el del problema es Ramiro, que él tenía intención de secuestrarte y matar a Charlie Fodds —concluyó.
4/¿?
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