CAPÍTULO 32
Party Tatto
Todos comenzamos a planear.
Nos movimos a la mesa mientras Byron que acababa de llegar con Marco inventaba el plan: Duke, Marco y las chicas iríamos a la fiesta de a un kilometro a camuflajearnos. Los otros chicos irían por unas cervezas para ir a dejar el auto que Cristian había prestado, el de Marco y el de Tris en un granero, así si los descubrían simularían estar bebiendo entre amigos. Las chicas estaríamos pendientes de la policía y escondernos y si no había de otra hacerme ver. Si atrapaban a los chicos, también me harían ver.
No los pondría en riesgo.
El barrio tenía calles asfaltadas y había todo lo indispensable, pero no dejaba de verse como pueblo por sus casas distantes de la otra. Fue fácil meternos entre las sombras de los árboles para ir hasta la casa donde se hacía la fiesta. Era de dos pisos, una mini hacienda por el granero, los establos y las extensiones de trigo, secas por el invierno. La música estaba en un volumen bajo por lo que imaginamos que era una fiesta de gente rica, nos miramos sabiendo que podría ser difícil entrar.
—Parezco una momia enferma, no me tapé nada con maquillaje —dije y mire Lindy que tomé por sus hombros para llevarla más cerca de la puerta—. Lindy, sé buena chica.
—No, me da vergüenza. Soy vergonzosa —dijo ella escapándose de mis manos.
—Yo me sacrifico —dijo Tris tocando el timbre.
—Ustedes hagan todo el trabajo, seré un florerito —dijo Marco alzando las manos.
—¿Son amigables? —le preguntó Lindy a Jess.
—No sé quienes viven aquí. Ya sabes, me la paso trabajando. ¿Marco, no viniste antes con Byron?
—Miramos por la ventana y salimos corriendo cuando B. tumbó una maceta. No nos descubrieron, ya que nos hubiesen gritado y perseguido —respondió.
Tris se arregló el pelo, volvió a tocar el timbre y un chico por fin abrió luego de la larga espera. Tenía un tatuaje en el cuello y el cabello tintado de blanco, tenía pinta de conocerlo de algún lado. Nos hizo un escaneo curioso y exhaustivo no dejando espacio en la puerta.
—¿Ustedes vienen a...? —intentó ser intimidante.
—Escuchamos que hacen tatuajes gratis —habló Tris con voz fina—. Y pues somos mejores amigos y queremos hacernos uno en conjunto.
—Me encanta ese que tienes en el cuello —le dijo Jess.
¿A quién le podría gustar un tatuaje de soga como si estuviera ahorcándote? Estaba tratando de ser simpática.
—Sí, lo hacemos... pero somos algo selectivos.
—¿Disculpa? —le preguntó Marco—. Podemos ir a otro lugar.
Jessica le tomó el brazo apretándoselo para que se callara. Actuaba mucho como Byron.
—Solo queremos hacernos los tatuajes.
Él arrugó su nariz dispuesto a despacharnos.
—Yo te conozco de algún lado —dije, haciendo que él me tomara atención y entrecerró los ojos.
—Conozco mucha gente a diario, pero sí, te conozco de algún lado.
Nos miramos escaneándonos, no recordaba y él tampoco. Cuando iba a sonreírle como estocada final, gritó una voz conocida que se fue acercando.
—Princesita, ¿qué tanto haces mirando a la nada? ¿te enamoraste del porche? —le preguntó con burla, era una chica.
Jess reprimió una risa, él se volteó hacia dentro de medio lado. Duke nos miro aburrido aunque sabía muy bien que se contenía de demostrar que le dolía más de la cuenta.
—Hay unos chicos que quieren entrar, estoy en un debate de dejar entrar a la tetona y a la pelirroja callada, los demás me han caído mal.
Antes de que los cinco replicáramos apareció la chica de pelo corto rojo y mechas vinotinto envuelto en una coleta corta que apuntaba encima de su cabeza, estaba en shorts rasgados y mallas amarillas también cortas y una remera dejando ver sus brazos tatuados.
—Déjalos pasar Princesita, si no hay nadie... —dijo poniendo sus manos en las caderas haciendo escáner hasta que miró dos veces a mi persona—. Yo te conozco —me apuntó con su dedo.
—¡Ada! —le exclamé
—¡Yo! —Me envolvió en un abrazo que hasta me alzó—. ¿Qué te ha hecho la droga que consumes?
—Solo doy unas caladitas. —Hizo una bailecito con sus caderas al dejarme, yo me reí—. ¡Qué sorpresa! Steve no me dijo que vendrías.
Mis amigos me quedaron viendo.
—No. Estamos en un paseo de amigos recorriendo la ciudad.
Tocó mis manos sintiendo la vía.
—¿Estás bien? Por Dios, pareces enferma, entra, entra. Estás sin abrigo. —Me miro preocupada hasta que miro a Marco—. Tienes dos abrigos de más, imbécil. Está fría.
—Me lo acabo de quitar. Ellos vienen conmigo —dije cuando me llevó con ella rodeándome el hombro, cabe destacar que tenía más fuerza que yo.
—Pasen.
—Es tu casa, pero se ven sospechosos —dijo el pelo blanco desdeñoso cerrando la puerta.
—Es la chica de Steve —le dijo ella, en su mirada todo cambió comprendiendo.
—¿Steve? ¿El tatuador? —preguntó Jess tras de mí, asentí—. Qué casualidad. —La sonrisa no le cabía en la cara.
—O causalidad. A mi parecer —objeté.
—¿En serio? ¿Estás bien? —Me preguntó Ada—. ¿Y estos chicos?
—Son de absoluta confianza. La vía es para un medicamento, todo está bien.
—Tienes la cara golpeada.
—Golpes de la vida —dije, mientras las seguíamos a la cocina. Duke le quitó a Marco el abrigo y me lo puso encima de los hombros.
—Le he preguntado muchas veces a Steve por ti. Me había dicho que le prometiste ir a una Party Tatto —Con que esa era la reunión—. Y luego no habló más de ti de un tiempo para acá. Un lunes llegó golpeado, nos dijo que lo intentaron robar, desde allí no habló más de ti. No quise ser entrometida en un mensaje preguntándote qué había ocurrido.
Jamás diría la verdad. Maldito cobarde.
Le sonreí y me dejé conducir a la cocina con mis amigos y el pelo blanco detrás, realmente muy pocas veces lo vi las escasas veces que fui al local de tatuajes. Ada le ordenó que sirviera ron y a mi café ya que no quería que mezclara medicamentos con alcohol, el cual me bebí sedienta aunque no me gustaba el sabor, necesitaba estar atenta. Ada miro a mis amigos analizándolos, mas ellos no la miraron bien.
—Estamos quedándonos cerca así que oímos de esta fiesta y vinimos a ver qué tal iba —hablé rompiendo el hielo—. Este chico no es amistoso.
—Me llamo... —habló él.
—Dile Princesita —lo cortó Ada.
—¿De dónde se conocen ustedes? —preguntó Jess—. Cloy no me dijo que los conoció.
—Somos compañeros de trabajo de Steve —explicó Ada señalando al pelo blanco—. Y nos ha caído bien Cloy, esperamos que ellos puedan enseriarse. Hoy hacemos nuestra fiesta de tatuajes mensual. ¿De dónde se conocen ustedes?
¿Enseriáramos? Si dejó de verme cuando estuvo involucrado en aquel problemón en Nueva Orleans.
Tomé un ponqué de la mesa y los chicos me imitaron, menos Duke que tenía muchas ganas de morirse. Le explicamos que éramos amigos de un orfanato y ella nos sonrió asombrada porque ella también lo era, la conversación pasó con la pregunta de Marco que si era una fiesta por qué no había mucha gente.
Obviamente el que nos abrió no dejaba pasar a nadie.
Con la mano de ella rodeada en mi hombro subimos las escaleras entretenidas en la conversación de los orfanatos, mientras Duke y Marco conversaban de algo en voz baja. Ada era enérgica, buena onda y ocurrente. Me recordaba en cierta manera a Mary Anne aunque la segunda era una perra pervertida, por lo que la tatuadora que era menos vulgar cayó bien de inmediato a las chicas.
Había una gran sala a la izquierda de la primera planta donde estaban los tatuadores tatuando.
—Vaya, vaya que casualidad —dijo Trent, el mayor de todos, sonriendo inclinado a la espalda de un tipo que estaba tumbado en una camilla—. Ada, ¿La llamaste?
El rock suave que se escuchaba dejó de reproducirse, captando la atención de las otras cinco personas; Gina, la idiota que me ladró la primera vez, la chica que tatuaba en la muñeca, un tipo negro fornido que comía espaguetis que me recordó a Pluto, y Steve con la chica que tatuaba y le besaba el hombro.
—Aparecí por razones del destino —le hablé dándole una pequeña sonrisa—. ¿Qué tal Trent?
—Muralista —corrigió Ada, como siempre—. Miren quién se une a la fiesta, Cloy y sus amigos. Chicas siéntanse cómodos, abajo hay comida y bebidas o pueden ocuparnos para un tatuaje gratis.
—Todo bien —me respondió el hombre de mi pregunta anterior—. ¿Qué quieres tatuarte?
—No lo he decidido, luego te aviso.
Quedó una pequeña tensión en el ambiente, Jess dispersó a las chicas e ir a socializar con el tipo que comía espaguetis. Duke no había subido con Marco.
Gina de pesada cuestionó por qué estaba ahí y Ada le advirtió que no se pusiera loca porque estaba en su casa. Ella volvió a lo suyo echándome miradas furtivas, solo le saqué el dedo una vez, las demás veces la ignoré como siempre lo hacía.
Steve se levantó y me miro unos segundos hasta acercarse. Ada se retiró en silencio dándole una mirada de advertencia.
—¿Y esos golpes? —me preguntó algo alarmado.
—Nada importante —respondí con indiferencia.
—¿Fue Ramiro?
No supe cómo responderle porque eso me hizo cuestionarme qué habría pasado con lo que hice. Agité mi cabello con una mano de forma odiosa antes de alejarme, lo impidió, al ponerse delante de mí.
—Dime.
—Tú te apartaste como un cobarde. No quieras que ahora te importe.
Se acercó buscando más intimidad.
—¿Estás molesta por qué no te llamé luego? —Su aliento rozó mi mandíbula—. Sí es por eso, lo entiendo.
—Siempre tengo ganas, no hizo falta llamarte luego para quitármelas. Ya me las quité con alguien.
No le gustó mucho mi respuesta al torcer un poco los labios.
—¿Pero estás enfadada por qué no te llamé?
—No lo estoy.
Sí, lo estaba. Era un puto cobarde, pero, ¿llamarlo luego de decirme que tal vez no nos veríamos más? Obvio que no.
—Fue mi culpa, lo sé. Eso no quiere decir que no me preocupe por ti. Y lamento no haberte enviado, al menos.
—Tantas chicas Steve y lamentabas no enviarme un mensaje.
Reí con sequedad. De forma imprevista puso una mano detrás de mi nuca para acercar mi oído a sus labios. Me prendió a mil.
—Lamentaba no poder meterme en ti, en ese coño exquisito... —la lentitud de sus palabras pausadas erizaron mis bellos faciales y capilares.
Mis rodillas temblaron un poco al mirarme con deseo sintiendo un cosquilleo de anhelo cuando la dirigió más de lo necesario a mis tetas.
—Yo también quiero coger. Busquemos privacidad.
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Espero que les haya gustado, besitos muy problemáticos pero satisfactorios y deliciosos
Sky💝
2/¿?
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