CAPÍTULO 27
Tres semanas antes
Enemiga
El bulto en mi cabeza disminuyó más de la mitad, tuve que decirles a mis padres que me había golpeado con la cerámica del baño. Y ellos me creyeron, era buena mintiendo. El dolor también se fue y retornaron dos semanas después cuando las amenazas de Ramiro por mensajes se volvieron más constantes, cada día recibía más de tres, una más peores que otras. No se detenía cuando bloqueaba cada número diferente. Solo le faltaba decir querer matarme.
Y la policía no encontraba pruebas para comprobar que era él, utilizaba algún bloqueador de número.
Lo que nos tenía preocupados es que había dado amenazas a los chicos y no había cumplido su cometido como si estuviera planeando algo mejor.
Por otro lado, los chismes no cesaron en el instituto sobre lo ocurrido con Charlie. Yo no tenía tiempo para andar escuchando ninguna polémica. Y al menos el drama había bajado significativamente hasta ese día en el almuerzo.
El dolor de cabeza me estaba succionando el cerebro e intenté sonreír cuando Mary Anne me sacó la lengua de forma amistosa desde la mesa a mi lado disculpándose porque me había pedido privacidad cuando llegó Carlos. Nadie me sacaba de la idea de que lo estaba usando para sacarse de encima a Roger Guzmán que no dejaba de arrastrarse ante ella, me dejaba feliz que Luz ya había cortado con él.
Relajé mi cuerpo evitando un mareo tragando mi jugo.
—¿Sigues con el dolor de cabeza? —me preguntó Luz al darse cuenta.
Sus amigas Johana y Madeline nos prestaron atención alzando la vista de sus respectivas comidas.
—Me acosté tarde —mentí intentando que no se me quebrara la voz ante la punzada que sentí en la parte trasera de la cabeza—. Ya sabes, los exámenes.
—¿Seguro que no es por la contusión? —me preguntó más preocupada que demostrando que no me creía.
—No lo es.
Lo mismo que le había dicho a Samuel la noche anterior y, por supuesto, no me creyó. Y me pidió que fuera a revisarme de nuevo.
Iba a garantizarle de nuevo que estaba bien, cosa que Chelsea me interrumpió apareciendo frente a mí con una botella de agua entre las manos, reparándome con firmeza. Las dos chicas que las acompañaban me regalaban miradas desdeñosas.
—Tengo que hablar contigo —dijo de forma adusta.
No me sorprendió su tono, había cambiado su actitud conmigo esa misma semana, cuando luego de Charlie nos atacara había estado comprensiva y al pendiente de mí. Sé que había pasado algo con ella, lo que creía es que Logan le había dicho el porqué ya no nos hablábamos.
Si nos hablábamos, aunque no me había perdonado. Me saludaba para evitar más incomodidad luego del beso, apenas eso. Había puesto más los límites cuando me fui a visitar el domingo, dos días después de la fiesta de Chelsea para saber cómo seguía. Y tras incomoda conversación, habló:
—Me arrepiento porque tengo novia. No debió pasar.
—Lo sé. Debiste pararme, yo fui la que empezó —le dije con arrepentimiento fingido.
—Yo fui el que te besó. Me dejé llevar. Y lo siento si malinterpretaste algo luego de eso, pero no soy con los que te besas aleatoriamente. —Lo mire con cara dura.
—Estás equivocado, yo seguí y te respondí porque no dijiste que no. Y no mal interpreté nada, sé que fue un error porque tienes novia y porque confundí mis sentimientos amistosos con atracción.
Me quedó mirando hasta irse despidiéndose con sequedad. Yo era la menos indicada para decir que había confundido sentimientos, porque eso jamás me pasaba. Sabía que era atracción sexual, la misma que sentí desde el principio por él. Nada más.
Tras recordar en una cuestión de segundos mi conversación con Logan, le presté atención a su novia.
—Simplemente voy a seguir comiendo y habla —le dije a Chelsea con voz filosa, no estaba de ánimo.
—Eres una perra envidiosa y zorra casi roba novios.
Me tomé mi limonada sin dejar de mirarla, apenas y me sobresalté ¿qué me había tomado en desventaja? Sí. Antes no la había escuchado decir una grosería, ni la creí capaz de enfrentarme así de esa manera gritándolo a todo pulmón para que los jugadores voltearan sus vistas hacia nosotras. Supuse que de algún modo sí se había enterado del beso.
Madeline escupió su bebida, Johana la miro revoloteando los ojos sabiendo que se estaba poniendo en ridículo y Luz dejó de comer quedándose inmóvil.
—Chelsea, como amiga y compañera de escuadrilla te lo digo —habló Johana—. Devuélvete porque te pones en ridículo.
—El asunto trata de Logan, entonces —dije cómoda robándole la respuesta a una de sus amigas hacia Johana.
La miré fijo, notando que ya no tenía el parche con el que había salido del hospital y dejado por varios días para asegurar su ojo que seguía un poco rojo.
—No tengo otro novio —repuso riéndose sarcástica y amargada.
Me levanté para enfrentarla, terminó por estropearme el almuerzo.
—Y yo no soy una perra envidiosa No te envidio el dinero, ni tu cuerpo ni tu cara. Estas hablando sin bases —dije sin importancia, me puse una mano en la cadera y la otra comencé a golpetear las uñas de esta en la mesa—. Y lo de zorra casi roba novios es mentira, nunca he intentado robarte a Logan.
—Lo besaste en el hospital —dijo audible para todos apretando sus dientes.
—Me besé con Logan, pero no para quitártelo.
No perdí su contacto visual, casi vi la repulsión y la humillación en sus ojos aunque pareció más regia que yo.
—¡Zorra!
—¡Qué zorra eres! —dijeron las dos que la acompañaban de forma ensayada.
Yo rodee la mesa, en ese instante Logan se quitó la cagadera por la estupefacción y avanzó hasta nosotras.
—Los chismes van a rodar, dirán que soy una zorra y Logan un cachón. Lo peor de todo, nunca, pero nunca se van a olvidar que tú quedaste como una cornuda.
Los vítores comenzaron a hacerse presente. Alcé los hombros sin importancia, ella no me iba a dejar humillada y mucho menos de esa forma. Vi sus ojos cristalizarse hasta que se recompuso hablando con fluidez y burla combinado con maldad.
—Y nadie va a olvidar, que quizás tengas sexo con los amigos que tienes en tu departamento, que intentaste algo con Logan. Tuviste sexo con Steve. Quizás le pediste tener sexo a Logan... Muchas cosas. ¿Nadie se acordará de que si eres una zorra?
—Chicas basta, pueden hablar en privado —dijo Logan casi que fuera de sí.
Rápido mire a las personas en las mesas, Carlos y Mary Anne se levantaron por si iba a abalanzarme a ella, Luz estaba también de pie mirándome atónita, Lucas mesas más a la derecha por delante de dos hileras estaba tan pálido como lo era Kevin. Hanck, Dickerson y Jerry estaban también a punto de tomarme para no golpear a Chelsea.
—Tu novia es la que está ventilando todo en público —dije burlándome—. Tú no me detuviste Logan, aunque luego dijiste que fue un error. Ya capto que su comunicación es tan estrecha.
—Te vine a decir zorra en tu cara —dijo ella molesta.
—Ya lo dijiste. Entonces, tu propósito es decirlo muchas veces. Él me besó, yo le correspondí; yo lo besé, él no me rechazó y me correspondió.
—Cloy para —decía de forma repetida con brusquedad.
Yo no podía quedar humillada, menos con armas poderosas. Y porque aunque no tenía por qué defenderme si podía decir la verdad, que había sido también un error de él. Entonces, eché una carcajada porque estaba esperando algo como eso de un hombre y todo porque había profesado fidelidad en nuestra amistad días atrás.
—No pretendí robarte a tu novio, ni acostarme contigo. —Mire a los dos y hablé con odiosidad—. Hilfiger, no me has perdonado, pero ¿me has quitado el habla? No, Chelsea, sabes que no.
—Mi premonición —dijo Charlie acercándose, nos miró a los tres y luego a Logan—. Te dije que te arruinaría.
En ese momento Jerry se aproximó porque los demás parecían tenerle miedo.
—¡Cállate la maldita boca que tú no quieres que cambie mi puta declaración! —le grité.
Esos días siguientes al verme no alzaba la cara hacía mí, había estado en silencio y soportando los cuchicheos de los demás que lo insultaban por gustarle Logan. Había cavado su propia tumba.
Como yo también cavaba la mía, porque no saldría ilesa luego que Chelsea afirmaba que yo era una zorra y no negaba nada de lo que decía. ¿Para qué? ¿Para seguir mintiendo?
Al final ser zorra no era un insulto como tal porque las zorras eran astutas y fieles a sí mismas.
—¡¡¡No me amenaces!!! —Se acercó peligrosamente a mí, pero Jerry lo detuvo metiendo una mano entre nosotros—. No quiero deberte ningún favor. Suéltame lame botas.
Jaloneó a Jerry hacia un lado.
—No te le acerques porque todos te están viendo —replicó Jerry volviendo a mi lado.
—Todos han estado viendo cuando me golpeó otras veces. No seas hipócritas pedazos de mierda, están cegados por este culo inútil y tóxico.
—He hecho eso y me siguen, tú has hecho apenas nada y te odian porque has hecho más daño que cualquier otro. Has puesto a tus amigos en contra —dije—. Yo gracias a eso los he ganado a todos.
Apretó la mandíbula sabiendo que tenía razón.
—No vuelvas a amenazarme.
—No te denuncié, pero no lo hice por ti. Fodds, no lamento que esa parte violenta de mí, que aborreces, la hayas sacado tú también. Mírate en ese espejo maldito violento.
—Te vas a arruinar y yo colaboraré con eso.
Sus ojos estaban oscuros, casi iguales cuando me golpeó, no temí porque no me volvería a pisotear.
—Palabras. Vete a joder a otro lado.
—Charlie vete de aquí —le pidió Logan con voz dura actuando y poniéndole una mano en el hombro para que se alejara de mí.
—Te arruinaré antes de que termines a arruinar a Logan —me amenazó Charlie—. Te veré en la mierda.
Salió azotando la puerta y en esa oportunidad nadie siguió detrás de él. Desde que nos golpeó nadie se acercaba a él. Y era raro porque cuando yo golpeaba a alguien de esa maldita escuela más bien los chicos se me acercaban, tampoco era me comportaba como una neurótica a cada momento como él.
—Logan no te ha quitado el habla por lástima —me dijo Chelsea buscando protagonismo de nuevo.
—¿En eso si estás segura? ¿Pero no lo que pasó en realidad? O sea, Logan te dijo: Cloy me besó. Y tú lo perdonaste.
—No importa cómo supe —dijo ella entre dientes más bajito.
—Y tú no fuiste a hablar con él antes de que tú: una señorita de sociedad se viniera a rebajar con una zorra. Como acabas de decirme. —Me acerqué a ella, Logan de inmediato puso una mano en mi pecho que Jerry se apresuró a quitar con rabia, volví a ella casi que tocándole la nariz—. Las zorras son quienes van y buscan robar novios o romper relaciones. En ninguno de los dos casos hago eso. Y con quien me bese o no, no es tu maldito problema.
—¿No le robaste el novio a la novia de tu hermano, el antiguo capitán? —Me reí casi con delicadeza pero profundo, agotando su paciencia.
—Si sigues creyendo chismes, menos serás verídica. En menos de un mes ya cogías con Logan, lo sé. Vi los condones en su billetera, conmigo no los usaba a menos que Logan tuviera sus cogidas con otras. —Volvió a apretar sus dientes—. Te mandaron al magma hace buen rato, casilleros de Madison Hihg, pendeja.
—Para Cloy —me dijo Logan poniéndose en el lugar de ella—. Basta.
—No sé si seguíamos siendo amigos, pero si lo éramos, ya no lo somos. No alardees de ser un buen amigo cuando no has sido justo aquí. —Palmee su mejilla—. Y tú Stone, la gente igual te dirá cornuda. Vamos, fuera. Déjenme comer. Fue bueno verlos ponerse en ridículo.
Y sé que con decirle que no haber sido justo tocó la tecla que faltaba para acabarlo y poner un punto de cierre en nuestra relación.
Me senté sonriente a seguir comiendo, todos se fueron menos Dickerson y Jerry, no dejé que opinaran porque no me interesaba saber más de esa pareja. Por dentro estaba casi que muriendo por el ego tocado.
San Valentín con sus desastres y sus esplendores
Nos hicimos regalos entre nosotros, en realidad Luz ordenó bombones para todos que tomamos sin consciencia cuando fueron a recogerme en la residencia. Justo cuando salíamos los seis, con Duke detrás de nosotros, me di cuenta que caían flores que lanzaba un helicóptero por todo el edificio.
En un lado de la acera de la entrada reconocí a la camioneta de Ramiro que tenía un gran moño rojo encima en el techo y con cientos de chocolates sobre los asientos. Papá se acercó, al regresar me entregó una nota que tenía en el parabrisas.
«Feliz San Valentín Cloy, perdóname todo. Disfruta mi regalo que puse a tu nombre»
—Mierda —dije, papá me entregó las llaves que estaban junto a la nota y supe que Ramiro estaba cerca.
Mire a todos lados cuando Duke me tomó del brazo para entrar en la residencia.
—Llamaré a la policía —dijo mamá intentando no lucir alterada—. Entra al departamento.
Me quedé en recepción con los chicos, la policía apareció revisando el perímetro y la camioneta que no tenía ningún objeto explosivo o sospechoso.
—No pensé que Ramiro estuviese enamorado de ti —dijo mamá de pronto.
—Si es amor la va a matar —dijo papá pasándose las manos por la cara intentando bromear.
—Es excesivo —dijo Lucas con desagrado antes de irse.
—Los chocolates tienen veneno. Es seguro —murmuró Luz.
—De Ramiro lo creo todo, y lo peor —apoyó Duke.
—No está enamorado de mí, solo pide perdón. Esa camioneta que se la lleven los policías y manden a limpiar la residencia, no quiero ver nada —pedí con asco.
Cuando los policías me dijeron que podía irme a donde quisiera que una patrulla me vigilaría todo el día, respiré porque donde menos quería estar era allí, y quería distraerme.
Llegué en la camioneta de papá al instituto oliendo a las flores rojas. En el primer pasillo escuché susurros de chismes inventados del día anterior, pretendía no prestar atención pero mis dolores de cabeza hicieron estragos así que me atiborré de pastillas para calmarlos, así como los zumbidos en los oídos, me sentía hasta caliente de fiebre. Un poco más aliviada soporté las clases. Me topé con la mirada agria de Chelsea a la que le ofrecí una mueca intimidante.
Nos tocó un intermedio para ver que nos habían puesto en los buzones rojos que sobresalían de los casilleros, cualquier persona podría dejar una carta, una rosa o un regalo pequeño. En el mío su mayoría eran post-it pegados alrededor y unas tres cartas dentro del buzón. Leí todas que contendían sandeces, propuestas de sexo, tríos de todo tipo y otras notas normales de mis compañeros deseándome feliz san Valentín, otros poemas anónimos de lo más bonitos o muy sexuales.
—¿Algo especial? —preguntó Mary Anne sacándome de mi estado absorto.
—No. Estos tipos tienen más imaginación sexual que yo cuando era virgen. —Mire que ella tenía notas en sus manos que consistían en la mayoría números telefónicos—. Estarás muy ocupada por lo visto.
Agitó mis manos mientras ella me sonreía feliz, disfrutaba mucho sentirse querida.
—Sí, con varios pedidos de citas. Tengo que cubrir turno en el restaurante así que no se va a poder hasta las once. Nadie me ha pedido salir formalmente así que... no tengo citas para hoy, ni que quisiera, ¿y tú saldrás con alguien?
—Los chicos tienen preparada una cena en mi casa, ya sabes, juntarnos por el tiempo perdido —le conté.
Me contó que había recibido cuatro cartas, dos chicos pidiéndole que se las chupara y comentó que eran unos mal educados porque no lo hacían de frente. Para mí no era romántico y para ella sí. Otra decía que la necesitaban en una orgía de nacionalidades con dirección incluida y la última solo decía: Te amo.
—Hanck no es nada romántico —comenté, a ella de inmediato le pasaron miles de colores por el rostro.
—Tyler definitivamente no es el amigo que quiero follarme —dijo.
En ese instante Hanck se apareció frente a nosotras con un ramo de frutas en forma de flor. Mierda. Él la miro perplejo unos segundos y se fue. Ella corrió detrás de él sabiendo que el chico la había escuchado y la había re contra cagado. Me sentí mal por él.
Como ya Mary Anne me había sugerido y obsequiado papelitos de colores y un bolígrafo para decirles algo a los chicos. Encontré a Luz quien estaba feliz porque entre los jugadores les habían regalado flores, me ayudó a escribir Feliz día de San Valentín en todos los papeles a las personas más cercanas; empezando con Mary Anne y después con Jerry que estaba en el otro pasillo repartiendo flores con otros chicos del equipo, el casillero de Dickerson estaba al lado así que le metí un papel en el buzón, el de Hanck cerca del de Logan el cual Luz metió una hoja alegando ser de su parte.
Lo bueno de los mensajes a los jugadores era que ninguno estaba en sus respectivos casilleros, así que terminé tranquila y de forma rápida con Carlos y Elliot cuando la llamó la capitana de la escuadrilla, Alexandra, y tuvo que irse. Volví al casillero esperando que todos terminaran de besuquearse y alardear regalos cuando Mary Anne venía acercándose, más atrás Hanck.
—Tú y yo no podemos ser nada. Tú quieres todo conmigo y yo apenas quiero un rollo —dijo ella, me moví a otro pasillo para no seguir escuchando ni queriendo mirar la cara de decepción de Hanck.
Hasta que vi venir la cabeza rubia de Dickerson sonriendo en mi dirección con una rosa en la mano.
—¡Feliz San Valentín! —Me abrazó—. Algunos chicos del equipo decidimos darle rosas a todas las chicas solteras más cercanas. Así que me tocó dártela a ti.
Dickerson Collins era una mezcla de atrevimiento e inocencia. Tierno e irritable al mismo tiempo. A veces me caía bien porque decía cosas chistosas, hasta allí, tenerle aprecio era condena al fastidio.
—Gracias. —Le sonreí, olía bien la rosa rosada.
—A ti por la nota. He ido cada tres minutos a revisar si tengo más cartas. —Volví a reírme—. Y la tuya ha sido la única, aparte de la de Jerry y James.
Borré la sonrisa y apenas sentí sus manos por el hombro y me giré para que no viera que sentía pena por él, quien parecía no demostrar mucha importancia. Miramos a los demás darse regalos entre sí.
—Qué empalagoso —comenté.
—Nunca he tenido novia, supongo que me sentiría bien desde ese lado.
—Eso es cursi.
—Creo que si —dijo sonrojándose.
Frente a nosotros, quizás a metro y medio estaban Lucas y Cynthia, ella lloraba desconsoladamente, mi hermano parecía afectado pero tranquilo. De pronto otra voz a mi lado me hizo entrar en tierra.
—Oh, vaya —era Jerry al lado de nosotros viendo lo que yo no veía por estar mirando a mi hermano—. ¿Logan le está pidiendo compromiso a Chelsea?
—Oh, rayos. Ya Logan está fuera de la lista de solteros más codiciados —dijo Dickerson con voz burlona y graciosa.
Cynthia le dio una cachetada a Lucas y él no se movió, yo me solté de él para caminar hacia ellos.
—¿Interrumpirás? —me preguntó Jerry tomándome del brazo, yo me solté de él avanzando hasta ellos—. No sería agradable.
No mire a nadie más, ni siquiera sabía porque había tanta gente dándole la espalda a ellos concentrados en un círculo.
—Lucas —dije a quizás tres pasos de ellos.
—No nos interrumpas —dijo ella con voz llorosa.
—Vete —me pidió él con voz dura.
Me di la vuelta y sentí de nuevo el maldito dolor de cabeza. Por eso dejé atrás los llamados de Dick y Jerry. Se me partiría en cualquier momento la cabeza y era por culpa de Ramiro, los últimos días estaba irritante, sensible, ansiosa...
Me tropecé con alguien que no había visto en el suelo recogiendo un libro y una libreta de anotaciones llena de papeles de colores, supuse que también había recibido sus cartas de amor. Elliot O'Connor me miro desde abajo, un momento bastante corto mis piernas, hasta que se levantó jugueteando con los objetos en su mano mirándome con intensidad.
Asentí apenas a su disculpa y me abrí paso hasta la clase cuando el chico se puso delante de mí extendiéndome un pañuelo porque estaba sudorosa.
No podía pensar más que en Ramiro armando un plan contra nosotros.
***
Mamá no me dejó ir a trabajar esa tarde todavía con el miedo que Ramiro se presentara de pronto cerca de mí. Tenía tanto dolor de cabeza que me atiborré de pastillas y me quedé dormida en la casa, ya que tampoco quiso que me quedara sola en el departamento.
Alguien me despertó a las horas.
—Duke y Samuel están esperándote en la sala —me avisó Luz.
Me puse los zapatos del uniforme, cogí mi bolso, celular con llamadas perdidas de ellos y caminé perezosa hasta la sala donde Lucas conversaba animado con papá. Besé a Luis en la frente que ya se dejaba abrazar por mí aunque seguía reacio.
—Debo irme. Tenemos una cena en el departamento —le expliqué a mamá cuando apareció con los dos oficiales que me habían vigilado desde la mañana, traían tazas de chocolate y mamá una bandeja con galletas.
—Yo te dije algo de no hacer fiestas... —comenzó ella.
—Déjala. No harán fiesta, ya Samuel me lo explicó. Y Ramiro no se aparecerá. Samuel está capacitado para salvaguardarla y hasta ella misma —le dijo papá.
Ella no lo miro bien y eso estaba siendo más común en los últimos tiempos. Me despedí de todos antes de bajar mientras los oficiales merendaban. Los chicos estaban esperándome en el vestíbulo, tendrían que ser las siete de la casi noche.
—Te vinimos a buscar porque pensamos que tu madre no te dejaría. Tuve que llamar a tu padre para pedirle permiso en tu propio departamento —explicó Samuel acercándose por un abrazo de San Valentín.
—Me quedé dormida. Espero que hayas preparado cosas deliciosas.
—Algo de comida buena dentro de tanta angustia —musitó Duke confirmando.
Nos fuimos en el auto de papá que condujo Samuel con la patrulla detrás. Al llegar al departamento todos estaban escuchando música, las chicas estaban en la cocina, los chicos discutiendo por el reproductor mientras decían que Marco tenía buen gusto. Sus padres le habían prohibido juntarse con nosotros, pero luego de varios días había venido a pedir perdón.
¿Por qué yo no era él?
—¡Llegó por la que todos lloraban! —gritó Byron.
—Hoy lloré —dije bromeando amarga que ante el desconcierto de todos aclaré—. Y no fue por Ramiro. No se preocupen.
Fue por el dolor de cabeza a cuentas claras.
—Ya que vino el chef, uno de los ayudantes tendrá que cubrirnos —habló Tris—. ¡Vamos a embellecernos!
Las tres me llevaron a la habitación donde me metieron a bañar y al salir ya tenía la ropa escogida y me maquillaron. Cuando los chicos nos vieron se quedaron embobados.
—Esto suele pasar todos los San Valentín —concentré la atención en Cristian—. Cada vez que tenemos esta cena las chicas se ponen más hermosas y hoy tenemos a Cloy. No puedo creerlo, estás guapa.
El muy baboso se acercó a mí para abrazarme, le dejé con una risita para no rechazarlo. Era cierto, esas cenas quien Samuel era el chef las hacían cada San Valentín en Brooklyn, pero nunca me quedaba mucho tiempo antes porque Ramiro siempre me disuadía por Catalina estaría. Estaba emocionada, nos habíamos reunido por una ocasión especial que se había vuelto tradición.
—Lo dices porque quieres otro beso de ella —replicó Tris caminando hacia la cocina donde estaba Samuel.
—Claro que no voy a negarlo.
—Cállate C., lo empeoras —le dijo Ron.
—¿Por qué? —repuso confundido.
—Dios. Dile.
—¿Saben algo? No es justo que ustedes hayan roto los códigos —dijo Jessica mirándonos a Cristian, Tris, Byron, Ron y a mí.
—Eso lo dices algo tarde —le dije echándome una risita.
—Te puedo echar el nuevo chisme cuando quieras —se ofreció Byron.
—Me temo que será más tarde, ya está lista la entrada —anunció Samuel apaciguando con bandejas en las manos—. Venga y dejen de discutir.
Por ser Samuel todos le hicimos caso metiéndonos al comedor, comimos luego el plato fuerte con una tensión clara en el ambiente que no se apaciguó cuando estuvimos haciendo karaoke. Pasamos al postre más tranquilos y tirándonos bromas.
—¿Tú crees que Ramiro esté enamorado de mi? —le pregunté a Duke cuando coincidimos a buscar cervezas en la nevera, desde la cocina que era abierta podía ver a Tris comenzar a besuquearse con Ron.
—Lo creí por un tiempo. Y lo sigo creyendo —confesó—. O ha confundido todo.
—Nos besamos tres veces, en una me manoseó... —me detuve cuando me miro con horror.
—Nadie con un beso tuyo no se enamoraría. —Se alejó hasta el balcón donde encendió un cigarro, yo lo seguí—. Menos yo.
—¿Por qué? —indagué. La vida romántica y sexual de Duke era un misterio.
—Porque estoy más propenso a enamorarme de otras personas que de ti.
—Eso me dolió.
—¿Y por qué? —preguntó dando más caladas y se cruzó de brazos evitando mirarme.
—Le dolió a mi ego.
Un perdón se reflejó en sus ojos. Jessica se acercó y detuvo al vernos como si hubiese interrumpido.
—Todavía esto no se ha vuelto un San Valentín sangriento para que tengas esa cara —bromee—. Faltaría Ramiro para eso.
—Vine a refugiarme, los chicos quieren jugar a la botella y probarse bocas. No lo entiendo. —La consternación deformaba su cara.
—No entiendes que eres hermosa y que los chicos te miran —repuse con seriedad para que se lo metiera en la cabeza.
—Bueno, los chicos lidian con eso. Unos más que otros —dijo Duke despegándose de la pared—. Ya me encargaré de decirle a Samuel que haga respetar los códigos.
Jessica se sonrojó y lo miro más extrañada y consternada cuando pasó por su lado, Duke no la miro ni un segundo. Yo me reí suave y me acerqué poniéndole la mano en su hombro.
—Refúgiate sola. Yo necesito probar la boca de Samuel.
Claro que sí logré besarlo y esa vez no se sorprendió tanto con en la estación porque él quería lo mismo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top