CAPÍTULO 20

Ocho semanas antes

Independencia condicionada

La familia de Ramiro tenía un jet en el que viajamos a Nueva York. No lo soportaba, pero debía tenerlo allí como segunda opción y porque planearía un ataque para que ni se les ocurriera volver a acercarse haciendo que huyera de la ciudad. Pagaría por lo que nos había hecho.

Cuando bajó un poco la emoción de que Luis ni me miraba por haberlo traicionado al irme de nuevo, fui con Catalina y Alonzo a la biblioteca. Por fuera seguía un poco a la defensiva pero por dentro estaba derrotada, era como si ella hubiera ganado la batalla al alejarme, de nuevo, de mis amigos-hermanos, no podía regresar al departamento de Samuel precisamente para mantener el trato con ella.

—¿Quieres libertad? —me preguntó Catalina seria.

—Quiero que dejes de prohibirme ver a mis amigos.

—Tienes a Ramiro aquí.

—Ramiro se irá.

—Me acaba de confirmar que residirá un tiempo aquí.

—Ramiro no es solo mi amigo, también lo son Duke, Jessica, Samuel, Cristian, los demás mamá. Entiéndelo. No puedes prohibirme que los deje de ver. Nadie te ha prohibido que dejes de frecuentar amigos.

—Porque nunca tuve de ese tipo. Y recuerda que era pobre en México y jamás me junté con gente así.

—Catalina no estamos llegando a lo que acordamos —habló Alonzo.

—Te daremos el abogado. Podrás vivir fuera de mis reglas en un departamento con Ramiro garantizándonos que no te involucraras en el caso.

—No quiero vivir con Ramiro y quiero conocer el abogado.

—Esta mañana nos reunimos con los padres del chico y el abogado que contraté. Ellos no van a pelear la patria potestad, se negaron a la hora de la verdad.

Quedé estupefacta. Alguno de los chicos me lo habría dicho pero no había podido comunicarme con ellos.

—Ofréceles dinero.

—¿Crees que soy extorsionadora? —preguntó ofendida.

—Se enoja la que chantajea a su hija para que haga lo que ella diga mientras le quiere controlar la vida. —Me crucé de brazos—. Si pudiéramos hacernos cargos de él no estaríamos aquí hablando de esto y jamás habría recurrido a ti. Ofréceles dinero para que el sistema no se meta más porque tú no quieres adoptar a un drogadicto ¿cierto?

—Ya se procesó el caso, seguirá en el reformatorio hasta la mayoría de edad.

—Lo que te pedimos es que ya no hagas el intento —me pidió Alonzo—. Ya no hay nada que hacer.

No, no había nada que hacer. Me levanté y traté de llamar a mis amigos mientras escuchaba a Catalina decirme que al ser independiente debía trabajar y estudiar el instituto que seguirían pagando, el departamento estaba comprado pero debía hacerme cargo de los servicios, una de mis tarjetas tenía dinero suficiente para una semana.

—Y no quiero a Ramiro ahí. Solo lo estoy usando porque ese imbécil es un...

Sonó el timbre, como Alonzo tenía en sus manos la tablet que controlaba el sistema de seguridad miro la cámara de afuera y me avisó que era Logan. Catalina cortó la conversación obligándome a ir a atenderlo.

En la puerta de la entrada del pent-house ya estaba Ramiro.

—¿Conoces a este tipo? —preguntó refiriéndose a Logan del otro lado.

Mi visitante dibujó una sonrisa al verme resaltándole el hoyuelo.

—Hola Cloy —dijo, se acercó, besó mi mejilla y me abrazó.

—Logan —dije.

El abrazo duró poco lo que agradecí no quería que me trataran como si acabara de salir de la cárcel, uhm... eso ya pasó. Pinche déjà vu.

—¿Me puedes explicar quién es él? —preguntó Ramiro de forma odiosa.

—Ramiro —le dije a modo de regaño, a Logan le sorprendió el nombre—. Él es Logan mi amigo del instituto y Logan él es mi amigo Ramiro, a los dos les mencioné del otro alguna vez.

—A mí no.

Logan con una sonrisa extendió su mano a mi amigo.

—Mucho gusto.

—No te daré la mano porque debes de ser alguien nulo porque Cloy nunca me habló de ti —le dijo sin vacilaciones con pose seria.

Logan aguardó la mano relajado.

—Ella alguna vez si me habló de ti. Cosas buenas —dijo bromeando tratando de eliminar la tensión.

—No me interesa —lo cortó—. No quiero que estés cerca de Cloy, bien lo dijo que eras un amigo del instituto, yo soy desde mucho antes de tener uso de razón, llevo delantera. Eres un desconocido para ella. No me agradas, punto.

Logan se expresó de una forma paciente, sin ganas de ofender, amable. Perfecto para dialogar con una persona con una bomba dispuesta a matar a centenar de personas. Ramiro, el peor grosero de la historia.

—No puedo obligarte a que me trates. No quiero que esto vaya más de lo que puede llegar, no soy una persona ni competitiva ni peleonera. Y eso no significa que deje de tratar de Cloy.

Ellos me miraron, me sacudí las manos.

—Yo no puedo obligarlos a que se lleven bien. Mierda. Solo no lleven esto demasiado lejos —aclaré—. Logan, entra.

Cuando él dio un paso, Ramiro dio otro delante dispuesto a atacarlo, Logan se molestó deteniéndose.

—Yo no estaré en posición de ofensa. Vine porque quería saber cómo habías llegado, hablamos en otro momento, adiós. —Y se fue.

Ramiro se rió.

—Súper fácil.

—No sé si consideraras fácil que yo no voy a dejarlo de tratarlo solo porque tú quieres. —Se le borró la maldita sonrisa de la cara, yo dibujé una malvada—. Yo no soy amiga de nadie de a ratos ni lo comenzaré a volver a tratar cuando te vayas. Yo no soy así, mételo en tu cabeza competitiva.

—Cloy.

—No, Ramiro —lo interrumpí—. Si te cae mal, es tu maldito problema pero no puedes obligarlo a que no me hable o a mí. Si no vete a chingar a otro lado, pendejo.

Si eso era una prueba donde creía que me tenía a sus manos, no la superé.

Corrí a las escaleras dispuesta a alcanzarlo, grité su nombre cuando lo vi pasar cerca de la recepción, a mitad de camino de la salida. Se giró a mí, me repasó mientras se acercaba; en definitiva le gustó mis botines rojos, mi falda de conjunto beige con una chaqueta y una camisa sin mangas negra. Él se acercó tentativamente a mí casi con miedo.

—Respondiendo a tu pregunta anterior, el viaje no me fue bien, tampoco tan mal. Ahora soy una persona con un departamento a mi disposición.

Sonrió encantado de haberlo seguido, llevaba una chaqueta marrón, zapatos marrones, camisa con botones blanca y pantalón negro, vestía bien.

—Nunca preguntas por mí.

—¿Cómo estás tú?

—Excelente.

—Por lo visto te informaron bien aquí, porque viniste justamente cuando acabo de aterrizar.

—Luz me soltó un poco de información de que te opusiste a lo que te pidió tu madre. —Agité la cabeza afirmándole.

—¿Te dijo solamente eso?

—A veces no es tan fácil sacarle información.

—¡Logan! ¿Qué más te ha contado? Porque el día que te contó de mis alergias me quedó claro que yo no puedo confiar en ustedes dos.

—Nada más, tranquila, yo te lo puedo preguntar —dijo sonriente—. ¿Ya no estás molesta con tu madre?

—Sigo molesta y no sé si es una alegría tener un departamento para mi sola. El trato que hicimos se torció.

—Se preocupa. Eres consciente que debes garantizarle que no se preocupe accediendo a lo que te ofreció. No seas testaruda quedándote en la calle cuando te ofrece la seguridad de un departamento.

—No quedaría en la calle con mis amigos.

—Y por lo menos yo no dejaría que pasaras algo así.

—No te imaginas porque estoy accediendo. —Ladeó la cabeza, confundido, queriendo saber al mismo tiempo—. Es una historia larga.

—Tienes un rostro de haber pasado por tanto.

—Luis no quiere hablarme por haberme ido.

Me dio una mirada comprensiva.

—Si fuera mi devoto, hablaría con él. Pero como no, allí no te puedo ayudar. Cuando la señora Lina me llamó preguntándome si sabía de ti me preocupé.

—Eso causo en las personas últimamente.

Deformé la cara en arrepentimiento analizando todo, mire al suelo, saqué un poco el aire por mi nariz.

—No es lástima. —Alcé la mirada a él—. ¿Te puedo dar un abrazo?

—No si es lástima.

—Me preocupo por ti porque me importas, te involucras con pocas personas y con esas pocas lo haces emocional y sentimentalmente, eres de sentimientos fuertes como sensible.

—¿Ya me analizaste? Qué cursi.

—¿Si dejaras que te abrace? Todos de seguro te han dado su apoyo, pero yo no porque ni me contestaste las llamadas, ni ese mensaje tan escueto quitó mi preocupación.

—Jodes con demasiado mensajes ¿Margot te enseñó a ser paciente?

—Sí, nunca la aplico ¿y a ti la señora Lina la prudencia?

—No. —Sonrió porque me tocó su punto—. Fui con un objetivo claro. Por cierto, no intentes simpatizar con Ramiro, en serio, maten la distancia.

—Quiero tener todo en paz. Pero en lo que sí puedo ayudarte es a levantarte el ánimo, un abrazo y un beso que sane el dolor.

—¿Dónde seria ese beso?

Lo meditó por unos segundos.

Cuando me besó las manos en su casa me explicó que así hacía su madre cuando estaba más pequeño, yo le pedí que no lo volviera a hacer, su respuesta fue sonreírme con una promesa que sabía que no podía cumplir. Y allí estaba de nuevo, besándome.

—En la cabeza, allí están tus emociones.

—¿Aplicaras para psicología? Conocí un tipo que ¡Por los mejores tacos! Está guapísimo y es psicólogo, te puedes convertir en uno así.

—¿Fuiste a quitarte carga emocional o a coquetear?

—Cuando las oportunidades se presentan, no hay que desaprovecharlas.

Ladeó su cabeza confundido.

—¿Y eso quiere decir qué?

—No te importa, chismoso.

Rodó los ojos, me miro directamente, por incomodidad de la intensidad de mi mirada destronó su cuello hasta que no lo soportó y abrió sus brazos.

—No te dejaría de hablar porque le caigas mal a Ramiro o te lo haya pedido, o a mí, no soy amiga de nadie a ratos. O lo soy, o no lo soy —aclaré.

—Entonces ¿viniste a decirme que no podremos ser ya amigos?

—No seas pendejo, claro que no. Le paso las palabras de Ramiro por su culo flacucho.

Volvió a sonreír mostrándome ese hoyuelo incitador abriendo más sus brazos.

—Si es así, permítame señorita un abrazo y besos que sanen el dolor de sus emociones.

—No tienes límites —bromeé.

Volcó sus ojos ya irritado, sin dejar de bajar los brazos, para no ser más malvada, con una seña con mis manos le pedí que se acercara para por fin darme su abrazo. Repartió besos por toda mi coronilla que me hizo erizar los bellos de la espalda, luego por la base de mi cabeza, me apartó un poco para que parara.

Quedamos mirándonos a los ojos ya que los botines me ponían a su altura. Sonrió y por impulso besé su mejilla, tomó mi nuca para llevarme a su pecho y volver a darme besos en el cabello hasta que se detuvo.

Escuchamos dos voces masculinas conocidas, me giré sin dejar de abrazarlo.

Lucas y Ramiro venían a nosotros bajando las escaleras de emergencia, el primero se detuvo cerca del ascensor y el otro siguió hasta nosotros.

—Yo te dije algo a ti chico ricachón —le dijo.

Me aparté de Logan para ponerme frente a Ramiro mirándolo con la mirada más mortal del año, no dio su brazo a torcer porque me la daba con igual intensidad.

—No quiero discusiones delante de mis padres ¿Tú crees que es justo que luego de tanto drama le vas a sumar otro porque Logan no te cae bien?

—Cloy, yo puedo irme, nos veremos luego —habló él tras de mí.

—No te vas a ir —dictaminé sin mirarlo.

—Mamá le pidió a Logan que viniera hoy, hay una cena en tu departamento —dijo Lucas acercándose, eligiendo el bando de Logan. Siempre había sentido celos de Ramiro.

—Cloy Margaret.

—No me digas así. Unas palabras, unas solas palabras que se digan para armar pelea y les juro que los saco de mi casa y no volvemos a ser amigos. No provoquen más tensión.

Caminé por delante de ellos, tomando a Lucas del brazo.

—Esa es la Cloy que quería ver —me dijo.

—De verdad que no elijas un bando, no todavía Lucas, mantente a raya. Te lo pido.

—Lo haré, sabes que si me lo pides, lo haré. —Me acarició la mano en un intento de calmarme.

Me giré cuando no sentí sus pasos, me giré casi tropezando con Ramiro, Logan seguía en el mismo lugar.

—Deja la amenaza Ramiro.

—Te pones intensa. —Me esquivó y subió con el ascensor.

—No me dijo nada —contestó el otro.

—Camina a la casa —le ordené.

Mamá me pidió ir a la habitación con ella, Luz empacaba unas maletas, era cierto. Ya no viviría allí. Yo empaqué todas mis cosas del instituto y aparte de los uniformes la laptop. El saco de arena ya no estaba, así que tomé mis cosas de boxeo y la otra ropa que tomé fue la de hacer ejercicio. Catalina no estuvo contenta por dejar mi ropa allí, pero lo aceptó. Bajé las cosas con ayuda de los chicos y fuimos al departamento. Las cosas que me habían llevado Alonzo a casa de Samuel ya él las había traído.

Quedaba a siete minutos en auto, no los conté pero Lucas sí, en la misma zona alta del la casa que ya no era mía desde hace mucho, estaba bien asegurado y contaba con unos veinte pisos por ser muy exclusivo, era de la corporación Sanders. El departamento era espacioso con dos habitaciones, dos baños, una cocina amplia, balcón, una mini oficina y un cuarto de ejercicios donde estaba mi saco.

Catalina a pesar de la rabia de salirme con la mía preparó junto a Luz una cena de bienvenida al departamento, o como se llame. Aparte de Logan invitó a Roque y a su familia.

En la cena, Ramiro se entretuvo conversando con papá y Roque, mientras yo con Lucas, mamá, Logan y Karen, Luis habló exclusivamente con Luz y Denisse. La tensión no se sintió mucho porque había comida y conversación en abundancia en el comedor con doce puestos.

—Me llamó la novia de Logan, Chelsea Stone, hace dos días —me habló mamá, yo quité la vista de Luis—. Verificando la confirmación de la asistencia a la fiesta del aniversario de sus abuelos. Luz irá, tú también estás invitada ¿Irás?

La condenada invitación que me hizo cuando fue a casa se me había olvidado. Mire a Logan que me observaba atento.

—Evidentemente, tengo que buscar un empleo, no puedo ir —dije.

—Luz podría ir con Lucas, pero la chica me insistió mucho que fueras tú ya que estabas castigada. Y Logan también me habló al respecto.

—No iré.

—Ella quiere que vayas. No hay que desaprovechar en vano la amabilidad de ella y de Logan.

—Oh mi Dios. Nueva Orleans, yo quiero ir —sonsacó Ramiro—. El Mardi Gras.

—Se celebra el primero de marzo —le corrigió Lucas y así generó risas en los demás.

—Vamos Cloy —me pidió Luz—. Este año no viajamos a ningún lugar y Chelsea quiere que vayas.

—Sin consigo un trabajo me despedirán.

—Y te consigues otro la semana siguiente. No desaproveches la oportunidad. Además Lina quiere que vayas para que cuides a Luz —me dijo Ramiro.

—Soy la menos adecuada para cuidar a Luz —repliqué—. Ni que necesite niñera como yo parezco tener.

—Yo también quiero ir —dijo Lucas—. Sería aburrido si no vas

—Chelsea está muy entusiasmada realmente —habló Logan—. Vamos. Mis padres tienen una avioneta y están invitados.

—El jet de mi padre está a sus servicios —retó Ramiro—. Y yo por supuesto que iré si vas.

—Nosotros tendremos que ir a Seattle y dejar a Luis con Karen este fin de semana —dijo Catalina.

Yo no era tonta, me estaba dejando ir para no estar en medio del caso de Killian.

—Está bien, iremos —hablé porque de alguna manera también me convenía tener a Ramiro lejos de los chicos—. ¿Confiaran en cuatro jóvenes yéndonos solos?

—Sí, confiamos en ustedes —dijo mamá—. Pero no en lo que harán. Astrid estudia en Indiana, pero irá a ver de ustedes. Y ella estará en la habitación con las chicas. Por favor, no le den razones para que se moleste.

—Ninguna mamá —dijo Lucas contento mirándome.

Cerca de las diez de la noche Logan se fue, al igual que Roque con su familia y la mía. No pude aclarar la situación de Ramiro con Catalina porque no quería otra discusión con la familia de Roque presente ni otra discusión en general. Eso no quitaba el hecho de querer despachar a Ramiro, ya no lo necesitaba y aunque fuese un buen comodín con respecto al abogado, seguía teniendo los planes de vengarme.

La ventaja era que podía ver a mis amigos-hermanos sin que me lo prohibiera.

Él entró a mi nueva habitación con dos vasos y lo que parecía vino rosado.

—No tengo ánimos de celebrar nada —le dije—. ¿Cuándo te irás?

—Esta será mi nueva residencia.

—No puedes, ya no tienes nada con qué chantajearme.

—Hay algo que no sabes.

Me dio el vaso, yo lo dejé contra mi abdomen y por un momento pausé la ropa que arreglaba sobre la cama.

—¿Qué? ¿Mataste a golpes a Caddie?

—No —dijo sobrado y bebió un sorbo complacido, sonrió y sabía que no vendría nada bueno—. Tuve mucho antes que tú la misma idea de chantajear a los padres de Killian.

De la impresión mis manos temblaron haciendo que el vaso se rodara cayendo al suelo y mojándome del líquido los dedos de los pies. Ni se movió, acentuó más la sonrisa perversa y quise reventarle el vaso en la cabeza.

—¡Habla maldito!

—Sabía que me usabas como plan b así que para vengarme de todos al mismo tiempo llamé a los padres de tu querido Killian y les ofrecí dinero para que no pelearan la custodia.

—Maldito traidor.

—Tú lo eres. Y no te preocupes por él. Sus padres renunciaron a sus derechos y dejaron que una abogada de mis viejos llevara el caso para tener la custodia.

Estaba segura que toda información que yo le daba a mamá de mis amigos o para ser exacta del tema Killian, parecía que ella le contaba a Ramiro. Fue algo que no contemplé o no vi hasta que me di cuenta que todo el plan se había venido abajo gracias a su audacia para estropearlo. Lo que más me tenía angustiada es que podría ser cierto que Catalina estaba conspirando contra nosotros por razones porque odiaba mucho a mis amigos.

Sabía que ella trataba de protegerme, pero ponerse al mismo nivel de Ramiro me decía mucho de ella como persona.

Me desconocí cuando no pude contenerme y lo golpee tan fuerte en la mandíbula que se cayó al suelo.

Esperé que desde ahí se mofara para volverlo a golpear, pero no fue así.

Lo había noqueado, me acerqué y cuando vi que se estaba moviendo le patee las bolas y se desmayó ahora sí.

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