CAPÍTULO 2
Todavía no le he dado lo que escribí a la psicóloga. No puedo contar muchas cosas. Tengo que darme mi tiempo para terminar en confiar en ella.
Venganza
Para ir al castigo del profesor Flynn tuve que excusarme en casa que le ayudaría a coordinar el proyecto del semestre. Estaba castigada muchos antes, todo databa desde mi cumpleaños número dieciocho en marzo cuando Catalina y Alonzo me encontraron drogada y borracha en el departamento de Ramiro. Todo se había calmado hasta mi acto intencionado contra los exámenes de química y lo que siguió hasta detención vacacional.
No podía salir sola porque Catalina creía que iría tras mis amigos, los que me dejaron en mi fiesta y los que irónicamente ella me había prohibido ver. Y no le hice caso porque ya era mayor, sino porque ellos se alejaron de mí.
Era poco lo que salía por evidentes razones, aparte de trotar por las calles y Central Park cuando comencé mi rutina al sentirme sola. Por eso siempre iba acompañada de mi familia, y cuando Alonzo se ofreció en llevarme ese sábado, no me negué porque era un ángel. Así que estuvimos todo el camino a la escuela cantando las de Luis Miguel.
—¿Algún día podré desplazarme por mi misma a los lugares que quiera? —le pregunté.
—Oye, te hemos dejado venir en metro desde que empezaron las clases. Te confiamos esa libertad —respondió amigable.
—Hace varios meses sucedió lo de detención vacacional —repliqué quitándome el cinturón de seguridad—. Ya es suficiente.
—Hasta el final de septiembre. Recuérdalo. Te has portado bien, no lo arruines.
—Alonzo, no confíes mucho en mis impulsos.
Ante mi cinismo él me devolvió una mirada seria.
—Tus impulsos terminan en desastre.
—No lo niego.
Me despedí con un adiós y él con un beso en mi mejilla.
Caminé directo a salón de arte de la primera planta, donde estaba el profesor Flynn sentado comiéndose un pretzel y a Mary Anne Reed. Ella me saludó con entusiasmo y amabilidad, no le respondí, caminé hacia el profesor y le pregunté qué haría.
—Buenas días también a ti, se te nota que te quieres ir cuanto antes —respondió él divertido, tomando café—. ¿Quieres café? Sírvete y endúlzate.
Yo confirmé con la cabeza a lo que había deducido de querer irme, Mary Anne soltó una risita. Mi naturaleza no era ser amable con las personas que no eran de mi íntimo entorno, no lo sentía por el profesor al cual le iba a hacer el trabajo que a él le tocaba, además de mostrarse confianzudo, ni a ella que parecía siempre enérgica y metida
Flynn minutos después de compartir combinaciones de café con Mary Anne, nos asignó a cada una trazar con lápiz los patrones de figuras geométricas en láminas de cartón las decoraciones para el salón de arte principal, en medio de conversaciones de la chica y él, por lo que noté que ella era muy social y conversadora.
Sabía de su existencia porque era mi vecina de casillero derecho por lo que siempre me saludaba, siendo una tortura en la mañana cuando me acercaba a sacar cosas y ella estaba cantando fatal para que yo le diga algo y así tratar de hacerme conversación.
—La señorita Cloy está muy callada ¿algún problema? —comentó el profesor concentrado en un origami.
Tenía dedos largos y morenos que conectaban con unos brazos decentemente musculosos. El traje que llevaba el día que me regañó tapó lo que la sudadera que cargaba encima mostraba. Por eso decidí hacerle compañía, aun con Mary Anne por razones obvias la tenía pegada a su lado.
—Cloy no es muy conversadora —contestó ella.
—Eso no deberías de decirlo tú que no me conoces —disparé mirándola.
Iba a emitir una disculpa que no llegó porque la ignoré.
—Necesitaba ayuda extra —habló de pronto Flynn—. Por eso las elegí a ustedes y a los otros dos muchachos, que no vendrán por tener práctica. El director Carter sabe que están aquí, pero no le comenté su comportamiento porque me ayudan más aquí que en detención.
Mary Anne buscó la atención de él hablando de los tonos de los colores de las pinturas mientras yo grapaba y le hacía forma de triángulo al cartón, luego comencé a pintar, iba terminando la primera capa cuando ella rompió el silencio.
—¿Qué te parece si vemos a los chicos entrenar? —me preguntó—. Tenemos que esperar a que la pintura se seque.
Rechacé su oferta porque me di cuenta el cómo le hablaba casi de forma posesiva al Flynn y me miraba dándome a entender que no buscara su atención. Patética. No era fea, tenía unos suaves rasgos asiáticos que la hacían ver interesante, melena negra y cuerpo bastante proporcionado.
—Ve, y disfruta las vistas —me dijo el profesor—. Yo iré a fumar.
Yo me quedé sola unos minutos hasta que salí al darme cuenta que estaba en cuatro paredes y para mí eso era angustiante. Curiosa por ver como entrenaban, porque siempre quise pertenecer a un equipo aunque mi individualismo ganaba, fui al campo.
Me revisé si me había manchado la sudadera, el jean o los converse deslavados, iba a maldecir de que tenía una mancha en el antebrazo por tener la manga subida cuando escuché a alguien jadear.
—Gabriel, Gabriel. Ahora estás como... guapísimo y punto —la voz susurrante e intensa que se podría comparar a algún actor malo de obras de teatro juvenil era Mary Anne, que parecía no haber visto a un hombre sudando. Me notó cuando con distancia me puse a su lado en la barra divisora—: ¡Oye! ¡Ni siquiera te sientes!
—Ya ves que sí —contesté con menos efusividad y miré al campo.
—La mayoría son unos malditos engreídos mujeriegos e infieles —comentó gruñendo.
Alcé los hombros desinteresada, recargué mis codos en la barra, estábamos en el primer escalón de las gradas. Los ejercicios que hacían los que parecían ser el equipo de lacrosse consistían en circuitos de abdominales, marchas cortas en aros en el suelo, desplantes y flexiones difíciles, pedían auxilio con sus miradas entre ellos sin vencerse.
—¿Qué se siente haber golpeado a Charlie? —me preguntó.
—No vine a hablar de eso —contesté.
—¡Descansen! —gritó el entrenador Miller desde una punta diagonal a nosotras—. ¡Y para el próximo error va la practica castigo!
—Práctica castigo —murmuró ella sonriendo con maldad—. Eso se merece Roger, la practica castigo es dura.
Si pensó que le iba a preguntar, no lo hice. Un chico moreno oscuro bastante bueno de ver la saludó mientras se acercaba y ella lo hizo entusiasta, él me dio una sonrisita rápida de saludo que no pasé desapercibida, no me dio tiempo de corresponderle al tener la atención en ella. Me fui alejando y escuché la voz de Logan.
—¡McNaughton no me has dicho que vendrías! —exclamó, pero eso no hizo que me detuviese.
—Oh, vamos Cloy McNaughton. No te hagas la dura —me dijo el moreno.
Me detuve para mirarlo, había amabilidad y un poco de picardía en sus pequeños y expresivos ojos, volví a escanearlo y propuse:
—Vayamos a beber algo luego de aquí.
—Yo me anoto —dijo Mary Anne.
—No, solo contigo —le dije al chico.
Se quedó pasmado, me crucé de brazos. Los chicos de secundaria eran tan indecisos, por eso nunca me había involucrado con nadie en North George. Logan se quedó cerca de ellos interesado escuchando.
—Si me invitas tienes que entender que invitaré a mi amigo Logan, a mi amigo Charlie y a mi amiga Mariana —explicó—. No te pido que seamos amigos, pero sí que no las llevemos bien.
Y claro, por no involucrarme con chicos de secundaria no me habían dejado en la friend zone o algo así. Me molesté, parecía que no me deseaban.
—Y te llevas un descuento de un cincuenta por ciento en mi restaurante —me dijo la chica.
Lo pensé seriamente, si aceptaba tendría a Logan Hilfiger y Mary Anne detrás de mí. Esa idea me hizo retroceder, no los aguantaría.
—Por supuesto que no —rechacé su idea.
Y salí del lugar siendo consciente que todo el equipo se quedó secreteando.
En el salón tuve que soportar las miradas de Mary Anne que se echaba con el profesor, no había espacio de discreción. Y al final tuve que hacerme entender que era algo que yo haría. Dimos por finalizada la jornada al terminar varias figuras geométricas más bien pintadas y escarchadas, esperamos que Flynn llegara del baño mientras escuchaba a Mary Anne cantar en voz alta.
Me senté en el suelo con un cuadrado de medio metro cuando el fresco viento que venía de la ventana intentó tumbar de la mesa el triángulo, sostuve la base con mis manos que apretaban un papel para no escarcharme de dorado y alguien se detuvo frente a mí.
—Te ves muy bonita —escuché la voz de Logan burlona.
—No te voy agradecer por hacerme ver la realidad —espeté alzando la cabeza.
—No es necesario que te lo diga, muchos te dirán lo mismo siempre.
—A veces resultan ser más molestos que tú cuando lo dicen.
—¿Me ofendo?
Me levanté del suelo nivelando su altura. Éramos casi del mismo tamaño. Llevaba la misma ropa de hacía unas horas y la misma de cuando lo traté por primera vez porque antes solo lo conocía de vista; andaba en bermudas y camisa manga corta blanca con diseño en negro, uniforme del equipo, su cabello era la oscuridad total que contrastaba con unos ojos marrones matiz miel que combinaba con su piel trigueña.
Por el físico ya estaba en mi lista mental de futuras cogidas. Por su cerebro, aunque parecía decente y caballero no me fiaba de su insistencia en amigarse conmigo.
—Voy a lavarme las manos —me avisó Mary Anne.
Me dio igual aunque pensé que podría ir a donde estaba Flynn convenientemente, y por esas miradas de antes lo creí. Me agradaba su astucia y me chocaba que fuera tan como yo. Esperaba que fuera mayor, como la mayoría de nuestro año, y que nadie se enterara porque la ética y la moral se valoraban en ese eje social.
Le presté atención a Logan que me preguntaba que necesitaba para mantener la paz con Charlie Fodds, de nuevo, parecía el coro de una canción. Volví a fastidiarme, tomé mis cosas y me fui bajando las escaleras, él me siguió.
—No me sigas Hilfiger. Yo no quiero ser tu amiga, ni de nadie aquí —aclaré.
—Siempre te he visto sola... ¿Tienes amigos?
La misma pregunta de siempre desde que nos hablamos en detención vacacional, los días siguientes él me parloteaba sobre su vida y sus amigos mientras yo pintaba casilleros, lograba distraerme hasta que me preguntaba sobre mí y lo dejé tranquilo contándole lo básico. Me llegó a aburrir cuando repetía sus mismas preguntas e insistía que soltara algo de mí, un día ya había terminado su curso y no lo vi más.
—Claro que sí —Tenía amigos que me querían lejos, pero eso no se lo diría—. Hilfiger pierdes el tiempo conmigo intentando ser mi amigo.
—¿Es una broma y por eso te haces la dura?
Seguí bajando y bajando hasta estar en el descanso de planta baja. De pronto sentí un frío húmedo en mi abdomen. Incliné la cabeza, me habían tirado un globo con pintura roja... luego otra morada, vi que a él también una azul en su camisa y luego otra negra.
Y así comenzaron unas veintenas de globos contra nosotros desde el piso que habíamos bajado, provenientes de unas cabezas cubiertas con los cascos de lacrosse que nos las tiraban con sus manos.
—¡Malditos pandas de mierda váyanse al infierno! —grité enfurecida dispuesta a golpearlos.
—¡Chicos basta! —gritaba Logan, al que no pude seguir escuchando porque corrí hacia arriba por las escaleras.
Cuando llegué, ellos ya no estaban.
—¡No sé por qué lo hicieron! —me dijo él corriendo hacia mi.
—Fue un muy grande error Logan Hilfiger. —Lo apunté con mis dedos.
—No sé porqué se metieron contigo.
—No me hables, maldito estúpido.
Le advertí bajando las escaleras, y estaba a punto de cruzar la puerta para irme cuando Mary Anne entró también mojada por pintura, su cabello era un desastre multicolor.
—Quiero venganza —exclamó furibunda.
—Ya pensé en algo —no pensaba con claridad, también quería venganza.
—¿Qué harás?
—Ya verás. Y si me expulsan será con gusto. ¿Viste a dónde se fueron?
—Al bosque.
La dejé con la palabra en la boca dirigiéndome hasta el depósito de herramientas.
Yo les tenía preparado una revancha.
Me apresuré sabiendo que llegaría rápido, sin que nadie me viese, ya que no sabía que otras personas estaban allí, o todos esos autos eran del equipo o había más profesores y alumnos en sus entrenamientos. Aguardé en un barrote cerca del estacionamiento y caminé más de cerca donde estaban todos a punto de irse para que no los descubrieran.
—¿Quién fue el de la idea? —preguntó Logan molesto—. ¡¿A quién se le ocurrió la brillante idea de las bombas!?
—Fue Charlie —dijo el moreno de antes—. Yo no participé.
Parecía decir la verdad, no tenía pintura encima.
—Cloy está furiosa.
—No es tan grave —respondió Charlie Fodds.
—¿¡No es tan grave!? ¡Ella no les ha hecho nada a ustedes! Lo comprendo de ti Charlie, de ustedes no.
—Y Mary Anne —murmuró un chico que no era la voz del moreno y no vi por el círculo que tenían entre ellos.
—¡Puede irse a la mierda, no se lo hice por cortesía! —le gritó Fodds—. Ella me dejó este golpe ¿o no lo recuerdas?
—¿Qué te hizo para que la odies? —le preguntó Logan.
—¿Qué te hizo para que la defiendas? ¿Sexo oral? —contraatacó Charlie.
—Te estás pasando —murmuró el moreno al verme.
—No hables así de ella ¿Qué tanto conoces de ella para juzgarla? —le dijo Logan.
Ellos dos estaban vociferando y sus miradas eran punzantes debido al calor del momento.
—Ella no es suficiente para "ser tu amiga".
—Me tienes cansado con ese tema. Basta —su voz sonó dolida por lo que acababa de decirle.
Cuando me notaron, me echaron una risita y a cada uno le lancé una mirada fulminante que no les hizo mucho efecto a todos.
—Malditos estúpidos —hablé enardecida—. Se metieron conmigo y no saben donde se metieron. Soy vengativa.
—Son unos inconscientes que llevaron la bromilla lejos, salpicando a Cloy y a Mary Anne. Si nos expulsan serán su culpa —dijo Logan y luego cambió el tono a preocupado—. Y por favor, no hagan nada si no tienen nada personal con nadie.
Ellos estuvieron de acuerdo luego que me salpicaron con pintura. No les creí.
—Nos van a expulsar, me van a matar mis padres —volvió a hablar con las manos en la nuca desesperado.
Se notaba que nunca había estado en un lío como ese.
—Fue un error que se hayan metido conmigo. Me parece ridículo que se tomen personal el asunto de Charlie Fodds —les dije.
—¡No se trata de ti! ¡A ti no te van a expulsar! —me gritó Fodds, descontrolado acercándose a mí, ni me inmuté.
—¡Charlie basta! —le ordenó Logan jalándolo de la camisa para que no se me acercara más.
—Logan, estás haciendo un drama innecesario. —Se giró a verlo molesto.
—No es ningún drama innecesario. ¿Por qué te vengas? Es una chica, no deberías de hacer eso.
—¡Me golpeó!
—Me pides que deje el drama, pero te has vengado. Ay Fodds de verdad que te gusta meterte conmigo —intervine.
—Sí, lo hice para vengarme. Me has golpeado dos veces.
Había odio en su mirada. Logan estuvo a punto de nuevamente apartarlo, pero, lo detuve poniéndole una mano en su brazo.
—Déjamelo a mí —soné demandante—. No me importa con quien más te metiste, yo vengo por mí.
—¡Sí, me quise meter contigo maldita discriminada!
—Basta Charlie —pidió Logan.
Me le acerque más a nada de tocarnos narices, lo empujé con toda la intención de que se cayera y enseguida le vacié sobre su cabeza el bote con la pintura verde que había quedado de los casilleros, estaba dentro de un bolso que tenía encima de mí para pasar desapercibida.
Algunos se rieron y otros se quedaron asombrados como Logan.
—Ya lo sabes, para que no te metas de nuevo conmigo.
—MALDITA, DAÑASTE MI UNIFORME —gritó, sentado y quitándose la pintura de sus ojos.
Ridículo, todos teñían manchas de pintura de los globos en sus rostros, él mismo tenía un brazo estaba pintado de gris. Aunque era notable que las pinturas que usaron ellos era de manualidades lavable y la mía para paredes.
—Conozco una tintorería que puede hacerte el milagro —dije con desdén—. Eres tan cero en mi vida que no recordaré pasarte el número.
—No me gusta que te tenga encabronado —dijo dirigiéndose a Logan.
—No sabes de lo que hablas —le respondió.
Charlie Fodds se fue decepcionado, como no tenía nada que hacer allí mire a todos con amenaza y me salí del círculo para caminar dignamente hacia la entrada, primero debía lavarme la pintura. En realidad, quería que me incriminaran en algo y que me expulsaran, ya no quería estar en ese maldito instituto de mierda.
Detrás de mi escuché como todos iban metiéndose en sus autos.
Sin darle tiempo a hablar me dirigí al baño a lavarme la pintura de los antebrazos, con la ropa no había mucho que hacer, iba a parecer una payasa miserable en el metro ya que no tenía ropa en mis casilleros. Me iría en metro y me topé a Logan en la salida, este chico no se rendía.
—Yo sé que tenemos poco conociéndonos, y te puedo asegurar que no miento cuando digo que me caes bien. Y que no eres accesible, pero no quiere decir que no me gusta hablar contigo o intentar sacarte conversación. Quiero ser tu amigo —explicó.
La mirada que le di fue suficiente para que se alejara. No lo hizo. Me valía mucho mirar a una persona a los ojos, le demostraba mi seguridad a las personas, pero no de la amigable sino de la intimidatoria. Él en cambio me observó confundido sin saber cómo actuar o qué decir y eso parecía transparente.
Entonces se acercó a no sé qué hacerme. Yo me alejé de inmediato. Me iba a abrazar, ay, que tonto.
—Yo no soy comprable con un abrazo ni quiero lastima de nadie. Has sido amable y has mantenido tu trato ahora que comenzamos las clases. No confío y no es personal —le dije.
—Mi interés en ti es evidente. Quiero ser tu amigo.
Él no estaba acostumbrado a esto, se veía, como si nadie hubiese desconfiado de él antes y le parecía extraño.
Sin esperar algo más de su parte me fui, se veía dolido, supuse que era que nadie lo había rechazado de esa forma como yo lo hice.
—¡Hey, debemos ir a hablar con Miller! —escuché que me llamaba.
Yo no iría con nadie, eso implicaba meterme en más problemas. Esperaba que el entrenador no llevara a otro nivel todo el asunto. En la entrada el de seguridad me preguntó si era yo porque Miller quería hablar conmigo, mentí exitosamente al explicarle que ya todo estaba solucionado con él.
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Si les va gustando no olviden hacer lo imprescindible como votar y comentar lo que te haya impresionado.
Besitos problemáticos y abrazos pendejos.😘
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