CAPÍTULO 15
Manipuladores
Catalina me dio número de Ramiro creyendo que me reconciliaría con él, fui a mi habitación a llamarlo para terminar de explotar.
—Estoy muy segura que avisaste a Alonzo y Catalina para que fueran a tu departamento y poner en contra a los chicos.
—Ya es demasiado no afirmarlo. Es cierto, sabía que te emborracharías, no conté con que te drogarías y por eso los llamé para que vieran tu estado penoso.
—¡Maldito cabrón! —espeté, escuché su risa complacida.
—Quería dejarte más meses en inocencia —contó con elocuencia—. Aunque logré mi cometido. Entonces, ¿qué haces llamándome? ¿Para que por fin te lo afirmara?
—Maldito.
—Vamos Margaret, tienes mejores insultos.
—Me has separado de ellos y metido a mis padres en el problema. ¡Por respeto a Catalina les dejé de hablar! ¡Los amenazaste!
—Amé eso en ti, tan obediente a tu madre.
—TE ODIO.
—Y no puedes vivir sin mí. ¿Cómo te enteraste? Sé que Samuel no te dijo nada porque ya me habrías golpeado cuando fui de viaje.
—Le plantaste la droga en su departamento, ¿por qué?
—Catalina me dijo que habías hablado con él, por eso lo hice.
—No fue una amenaza vacía.
Solté un grito de frustración y el teléfono al mismo tiempo. Pensé todo con cabeza fría. Y volví a llamarlo porque él había cortado.
—Pensé que era demasiado de mi para ti —dijo.
—Cállate la maldita boca que sabes que no das miedo.
—Todo fue tu culpa, si jamás te habrías juntado con ellos no te estuviera pasando esto. Ni nada más a ellos.
Analicé sus palabras que me dictaron lo mismo de siempre.
—Eso siempre lo dices... y cuando me echas la culpa es para que me compadezca de ti y te dé lo que necesitas o quieres. Cuéntame qué necesitas.
Hizo un sonido con su garganta cómo pensándoselo.
—Todavía no, tengo que tener toda tu confianza y menos odio de tu parte.
Yo pensé lo que iba a decir hasta que al final se lo dije.
—Eso no te exime que vas a pagarlo caro. Voy a reconciliarme con los chicos. No tienes nada seguro conmigo Ramiro. Eres de lo peor y ya no te debo amistad. Tal vez lealtad en alguna parte de mi alma que siente cosas por ti y ellas se están oscureciendo.
Hizo una pausa tan larga que pensé que había colgado, un grito de rabia surgió de él. Yo sonreí, con tan solo palabras lo había hecho sentir tan mal como yo la estaba pasando.
—Le hiciste una promesa a tu madre.
—Me importa una mierda.
—Te daré unos días para que dejes de odiarme.
—No te empeñes en nadie que ya ha perdido el interés.
—Lo sé de primera mano y me amaras de nuevo.
—No ames a nadie que quieres intentar destruir —dije sin aliento, Ramiro había perdido su límite.
—¿Y cómo dejar huellas?
—No te he dejado huellas manipulándote.
—No, alguno de los dos debemos de ser extremadamente malos. Tú santa no eres, ni obediente.
—Es mi vida y yo decido a quien hablarle. No creas que porque me estás dando una oportunidad al dejarme entrar en tu vida ayudándote creas que seré la misma contigo, yo soy la que te da una oportunidad.
—Y no me perdonas ni dejas todo atrás. Y me culpas de manipulador.
Sonreí apenas.
—No te haré daño porque jamás seremos lo mismo. Ni vamos a ser mejores para afrontar con madurez esto.
—Se repetirá el ciclo.
«No se repetirá Ramiro, no dejaré jamás que entremos en este círculo vicioso.»
—Solo quiero ayudarte aunque nunca me preguntaste cómo yo me encuentro. —Era mi naturaleza ser igual de manipuladora como él. Él mismo me lo enseñó.
—No recuerdo que me lo preguntaras.
—¿Qué más esperas cuando di el primer paso a esta reconciliación?
—No recuerdo que dijeras reconciliación. Todo fue maldito y maldito.
Me reí un poco haciéndome la inocente.
—Soy impulsiva —soné amigable.
—¿Quieres venir a verme? —preguntó de pronto como si yo estuviera fuera de guardia.
Corté tan pronto, me enfermaba su voz
Y él pensó por un breve instante que yo lo ayudaría e iría hasta él. Claro que no. Me entrenó tan bien. Sonreí con malicia, perfecto cuadro para una película porque me estaba limpiando las lágrimas. Con lo que Ramiro no contaba era que yo había desarrollado un poco más de paciencia en esos meses... y porque sabía que lejos no podía hacer nada.
Mi yo de antes no me hubiese interesado que necesitara algo, solo decirle que se pudriera yendo la mierda.
Huir
Un día después recibí una visita.
—Te buscan —dijo Alonzo, no estaba del todo contento y parecía un poco nervioso—. Duke Avery.
Mi sonrisa se desbarató al escuchar el jadeo de Catalina casi que horrorizada.
—¿Qué hace ese muchacho aquí? —nos preguntó a los dos.
En ese momento se valía mierda lo que me pidió, lo que cumplí obligada y que fui a recibirlo ignorando su comentario acerca que estaba en pijama, salí hasta la puerta de entrada y lo abracé.
—Quedamos en que te iba a llamar, pero te me adelantaste —le dije tomándolo de la mano hacia dentro de la casa.
—Te llamé, no contestaste.
Se detuvo.
—Dejé mi celular cargando apagado y no le he quitado la corriente. ¿Tu visita inesperada es por?
—Te traje la ropa. —Alzó la mano que cargaba una bolsa de supermercado—. Y también quería verte.
Iba a abrazarme y quedó inmóvil mirando a un lado de nosotros. Miraba a Alonzo que abrió y cerró la boca tratando de decir algo, yo lo mire divertida, nunca sabía cómo tratar a mis amigos.
—Entra. —Tomé sus dos manos atrayéndolo a mí—. Tenemos que podernos al día y olvidar la ridiculez que no debo seguirlos viendo.
—Nunca estuve de acuerdo de esa prohibición. Es Catalina... Cloy, por favor —habló Alonzo—. Su visita es sorpresiva, ella pensaba que ya no se trataban.
—Ya no voy a seguir en esto, así como ella me castiga y no me deja salir al menos puede dejarme tener visitas.
—Estaba en casa de Cristian y se siente culpable por lo de hace días... —comenzó Duke.
—¿Quieres ver de nuevo a Cristian? Lo ves todos los días —le interrumpí.
—No siempre.
—Vamos a arreglar este puto asunto —decidí llevándomelo de la mano hacia dentro.
Mientras, yo le preguntaba para qué Cristian lo esperaba, era porque así como en navidad todos se reunían Samuel los demás días les preparaba el desayuno a quienes no tenían familia, en sí a: Cristian, Byron y al mismo Duke.
Alonzo se mantuvo callado mirándome con súplica ante lo que se me venía. En la sala Catalina nos fulminó al vernos, no había indistinción entre a quien miro peor.
—¿Si ya Cloy te dijo que te alejaras de ella, qué haces aquí? —preguntó cabreada directamente a Duke.
—Le dije que tú me lo pediste, no que yo te iba a hacer caso —repliqué.
—Y al final tú y los demás sí te le hicieron caso —dedujo.
—Señora, no somos una amenaza letal. La orfandad, la pobreza y las drogas no son una amenaza si se erradican. Usted es un ejemplo de cómo una hija adoptada cambió su vida, ¿o no?
Duke era una maravilla, esas palabras. La total educación cabía en su cuerpo, incluso esa pizca de sarcasmo pasó un poco por alto.
—No puedes decirme eso, tú, un tipo drogadicto que apenas ha vivido unos cuantos años en la miseria. Porque eres huérfano, sí, pero te enseñaron tanto en los orfanatos.
—¡Catalina! ¡¿Por qué tan humillante, qué diablos te pasa?! —grité tan estupefacta como estaba, jamás se había dirigido así a ningún amigo mío.
Traté de contenerme apretando mis puños todo lo que podía.
—Catalina, debes de calmarte —le dijo Alonzo.
Los chicos miraron a mamá consternados y enseguida Luz se llevó a Luis que preguntaba que sucedía, Lucas los siguió.
—Me mantengo del dinero que mi familia lejana me reúne, y estoy viviendo con Cristian en una casa que compró —contestó educadamente, ni parecía estar ofendido.
No entendía porque no quería seguir adelante, salir de los campamentos. Hice una nota mental de tocar el tema otro día.
—¿No trabajas? ¿Qué clase te personas puedes llegar a ser? Ninguna honorable.
—Catalina —Gruñí.
—Lo quiero fuera de esta casa y de tu vida. Vete de aquí. Y cumple tu promesa Cloy.
La mirada que echaba dictaminaba que se fuera de inmediato.
—No la voy a cumplir.
Tomé la mano de Duke y me lo llevé a mi habitación, escuchaba los gritos de Catalina en la puerta alterada, él estaba nervioso y me preguntaba qué hacía cuando veía a perfección que estaba tomando ropa y un par de zapatos y los metía a un bolso junto con mi identificación. Me cambié a unas botas, tomé un abrigo y luego la mano de él.
Abrí la puerta para ver a mis padres.
—¡Deja de joderme la maldita existencia! —le grité.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó al verme con el bolso.
—Ya no quiero vivir bajo tus reglas. ¡Me voy de aquí!
Alonzo que venía con las llaves de la mano se quedó de piedra a medio pasillo, mis hermanos estaban confundimos mirándonos desde la puerta de Luz.
—¡No puedes hacer eso!
—Lo haré, no puedes obligarme. Me cansé de lo jodida que estás en no aceptarlos.
No tenía ganas de discutir así que jalé a Duke.
—Cloy, no hagas esto. Respira profundo y piénsalo —me dijo.
—Ya no puedo seguir lidiándola. —Se me quebró la voz y los ojos me picaron—. Ya no puedo.
—Cloy, piénsalo bien —me suplicó Alonzo.
—No puedo, ya tomé la decisión. Lo siento mucho.
Lo abracé lo más fuerte que pude y él no tenía intenciones de soltarme, Catalina me jaló de él gritándome tantas cosas horribles que no podría escribir todas con exactitud pero si recordarlas.
—¡Te estás buscando una mala vida! Eres una inconsciente que no sabrá mantenerse por sí misma. —Me tenía prensada del brazo y no podía alejarme con brusquedad para no hacerle daño—. ¡Apenas sabes hacer un maldito taco! ¿Quieres vivir en un campamento? ¿Qué te metan a la cárcel por posesión de droga?
—Y no van a prohibirme nada. Suéltame que me haces daño.
—¡Qué no!
—Suéltala —gritaba Luis—. ¡Déjala!
Catalina estaba desorbitada y fuera de sí, no podría ser amable así que tuve que empujarla con la otra mano para que se despabilara. Vi su dolor y me sentí fatal, Duke estaba más allá en el final y parecía que no podría alcanzarlo... solo me faltaba despedirme de mis hermanos para tener libertad...
—No lo hagas —me pidió Lucas llorando.
—No me quieres, no te sirvo aquí. Lo siento tanto Luis, quedar así, pero nos veremos.
—¡No te puedes ir! —dijo sollozando intentando meterme a la habitación.
—Cuando Catalina te prohíba hablarte con un amigo o cuando hagas otra travesura y te extienda el castigo me entenderás.
Les di un abrazo a Lucas y luego a Luz que lloraba inconsolable y ni siquiera podía decirme nada.
—Cuida de todos y tú Lucas no dejes que ella se les imponga —dice sorbiendo la nariz.
Al alejarme de Luz sentí un jalón horrible en el pelo que me envió hacia atrás y casi perder el equilibrio, era Catalina, me giré y tomé con las manos la otra parte de mi pelo porque me hacía daño.
—¡No te irás de aquí!
Los demás gritaban porque la presión me tenía con las rodillas en el piso y luchando para salirme del enredo de sus dedos dentro de mi cabello y que no me siguiera tratando de arrastrar usando su otra mano para agarrarme las manos.
Ninguno hizo nada
Duke se apresuró para venir hasta mí pero sabía que no se atrevería a usar su fuerza bruta, pero yo sí.
Me arrepentí antes y en mi memoria quedó como mi espalda crujió al darme una vuelta rápida y conectar mi puño en su mejilla, el sonido del golpe, el dolor de mis dedos y el alarido que profirió. Sacudí su mano para alejarla de mi cabello.
Allí si todos se metieron.
—Lo siento mucho —dije aunque apenas podía verme porque la había noqueado.
Me di una vuelta para ver a Duke.
—Mierda. ¿Estás segura de esto?
Asentí envuelta en llanto y tomé su mano y tuvimos que correr ante los pasos que supimos que eran de Alonzo cuando me llamaba. Él era el único que valía porque a pesar que su esposa estaba tirada vino tras mí.
—Lo siento —dije dándole una mirada antes de bajar las escaleras—. No te haría daño y te quiero.
Metí rápido la contraseña del portón en el panel y salimos a la calle. Y aun así tuvimos que escondernos porque seguía buscándome y sabía que él conocía donde encontrarme.
°°°
Debate:
¿Habrían hecho lo mismo que Cloy en su posición?
¿Fue una buena decisión?
Dentro de unos días estará lista la otra tanda de capítulos editados. Gracias por leerme, quiero saber si ya a este punto están enganchados.
Besitos problemáticos
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