Capítulo 95

—Jeff, ¿a dónde vamos? —pregunto.

Nos habíamos bajado de la barca hace unas horas y ahora estamos caminando por el bosque sin rumbo, o eso creo.

—Tenemos que buscar un refugio lejos de aquí. Tenemos que descansar y robar un coche e ir a otro estado. Tenemos que movernos constantemente, tenemos… 

—Jeff —le corto, su tono de voz mostraba lo tenso que estaba—, encontraremos un refugio para que descanses y poder curarte mejor la herida.

Jeff asiente. Miro a los lados, buscando algún peligro que nos estuviera acechando. Se siente extraño tanta tranquilidad, sin un B.O.B o un proxy que estuviese dispuesto a atacarnos.

Seguimos caminando, poco a poco la oscuridad comenzaba a caer, eso era señal de que necesitábamos un refugio ya de ya.

Jeff toma mi hombro derecho con su mano diestra y me hace un ademán con la cabeza, señalando una cabaña con algunas luces encendidas. Le miro dudosa, pero él sigue adelante.

Llegamos a la cabaña, Jeff mira por la ventana y ve a un grupo de adolescentes de mi edad.

Jeff camina alrededor, buscando otra entrada y le sigo.

Abre la puerta trasera haciendo el mínimo ruido posible y me hace una seña de que guarde silencio, yo asiento.

—O SEA, O SEA, ¡CREEPYPASTAS AQUÍ! O SEA, ¡CREEPYPASTAS! —exclama una chica rubia y alta— Menos mal que mi papi nos dio esta casa para pasar las vacaciones.

—Sí, Katherine. ¡Y encima estamos cerca de la zona de “Los Elegidos”! ¿Podría acaso ser mejor? —contesta un chico de pelo castaño y fornido.

Mínimo había siete personas en la cabaña, Jeff las observaba como si las analizase.

Estamos escondidos tras una pared, Jeff ojea la cocina y al no encontrar lo que busca se ve molesto.

—Tenny, sal y toca la puerta delantera. Pide ayuda.

—¿Qué? —pregunto confusa.

—Haz lo que te digo, no tenemos mucho tiempo… —traga en seco y se agarra la herida.

Asiento y, con nervios, salgo por la puerta trasera y corro hacia la entrada principal. Una vez allí, toco la puerta desesperadamente.

—¡Por favor! ¡Por favor! ¡Abran la puerta! ¡Necesito ayuda! —alzo la voz e inmediatamente me abre la chica rubia.

—¡CHICOS! ¡ES TENNY VLACADA! —grita y todo el mundo estaba en la puerta mirándome como si fuera un animal exótico.

—¿Has visto a Jeff The Killer? —pregunta el chico castaño.

—¿Es verdad que Ticci Toby la tiene grande? —cuestiona una pelirroja.

—¿Es cierto que Jeff tiene sexo con Liu y Slenderman? —me mira atentamente una morena de piel canela y bajita con una cara extraña.

Ante tantas preguntas y muchas estúpidas, trago en seco. Y antes de que pudiera responder o reaccionar, vi cómo la chica morena, de piel canela y bajita era silenciada por una mano y degollada con un cuchillo.

—Sky Constanza, ¿qué te pas…? ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —la tal Katherine grita lo más alto que puede y Jeff le clava el cuchillo en la garganta.

—No me gustan chillonas —dice Jeff.

El chico fornido tiembla con los puños en alto, listo para atacar. Jeff se acerca lentamente y, cuando el chico le lanza un puñetazo, simplemente clava su cuchillo en el puño, haciendo gritar su víctima.

Uno a uno fueron cayendo bajo el cuchillo y las manos de Jeff. Por mi parte me mantuve estática viendo la escena desde la entrada.

Algunos me piden ayuda mientras gritan, suplicando y rogando que que hiciera algo, pero siendo sinceros, ¿qué podría hacer una persona como yo contra alguien que es superior a mí en… todo?

Jeff termina de clavar el cuchillo en la cabeza de la última víctima. Se levanta y me mira y a pasos lentos se acerca a mí jadeando, mirándome de arriba abajo.

—¿Vas a entrar? —me pregunta, asiento levemente y entro en la cabaña cubierta de cadáveres y sangre. Mi expresión es neutral al ver la escena, no siendo nada, ni siquiera mientras morían o gritaban— Vamos, pondremos los cadáveres en alguna habitación en la que no nos molesten.

Asiento nuevamente y le ayudo a arrastrar los cadáveres a una habitación. Los colocamos encima de la cama amontonados y cerramos la puerta.

—No te preocupes por la sangre, se secará y no molestará —afirmo con la cabeza y bajamos, nos sentamos en el sofá y Jeff suelta un suspiro—. ¿Puedes traerme la bolsa de…? —se queda callado, no espero a que termine y me levanto para traerla— Gracias.

Jeff saca el botiquín de la bolsa. Se quita la gasa ensangrentada y suelta un gemido de dolor.

Me acerco y tomo un algodón pasándolo por la herida.

—No se ha infectado —digo en bajo—. No hay pus ni hay color verde, solo rojo.

—Es… es bueno saberlo.

—¿Podrías quitarte la sudadera y la camiseta? —pregunto y me mira arqueando una ceja— Me molesta para estar con tu herida.

—Buena excusa —Jeff se quita las prendas quedando semidesnudo.

Sigo pasando el algodón con el alcohol. Cuando termino, busco la aguja e hilo.

—Tú no sabes hacer eso… —dice Jeff mirando cómo intento pasar el hilo por la aguja— Chupa.

—¿Qué? —frunzo el ceño y me señala el hilo. El hilo a mi boca mojándolo con saliva y logro meterlo en el agujero. Jeff hace un nudo e intenta coserse él mismo— Déjame hacerlo a mí.

—Ni de broma, soy una persona, no una brocheta para que me pinches cuanto quieras.

—Pero así estás dando palos de ciego —contesto y le quito la aguja agarrándola con firmeza.

Pincho cerca de la herida y atravieso la piel, pasando el hilo por la herida y clavando la aguja en el otro lado.

—Joder… —murmura y suelta un suspiro— En el estómago me duele más.

—¿De verdad? —respondo con voz calmada mientras tiro del hilo, clavando y pinchando— Tal vez porque el estómago es más sensible que el brazo, ¿no? Por los órganos y… eso.

—Tal vez… —Jeff me mira atentamente. Llego hasta el final y muerdo el hilo sin poder romperlo— Agarra unas tijeras… —me dice algo cansado.

Voy a la cocina y encuentro las tijeras en unos cajones. Vuelvo a la sala y corto el hilo.

—No me ha salido tan mal, ¿no? —miro la herida, Jeff baja la mirada haciendo lo mismo.

—No, para ser tu primera vez no está mal —sonrío levemente y guardo las tijeras en la cocina.

—Voy a buscar qué tienen en la cocina, para no desperdiciar la de la bolsa —aviso y Jeff se recuesta en el respaldo del sofá tirando su cabeza hacia atrás.

Miro la despensa y veo que tienen fideos y avecrem, puedo hacer una sopa de fideos y preparar algunos sándwiches.

Limpio una olla mojándola y luego la lleno de agua, enciendo el fuego esperando que hirviese.

Escucho unos pasos detrás de mí, me doy la vuelta y veo a Nina mirándome con una gran sonrisa.

Sin perder tiempo, agarro un cuchillo afilado y le apunto, no puedo depender de Jeff, él está herido y no siempre va a estar.

Nina está estática, mirándome fijamente. Respiro hondo, cierro mis ojos un segundo y los vuelvo a abrir, Nina ha desaparecido.

Meto los fideos y el avecrem en la olla. Mientras, aprovecho para hacer dos sándwiches de jamón, queso y chorizo.

Pongo la sopa en unos boles y lo llevo todo a la sala en dos viajes. Me siento en el sofá y Jeff me mira.

—¿No hay bebidas?

—¡Ah! Perdón, me he olvidado…

Me levanto y vuelvo a la cocina rápido, abro la nevera y veo cerveza y agua.

—Solo hay cerveza y agua, ¿traigo solo el agua? —Jeff guarda silencio por unos largos segundos.

—Tráeme una cerveza —contesta y agarro la botella de agua y la cerveza junto con dos vasos. También agarro el cuchillo afilado y me vuelvo a sentar. Jeff nota el cuchillo—. ¿Y eso?

—Lo necesito para defenderme —Jeff me mira—. Jeff, no vi a… Nina en ningún lado, y no descarto la posibilidad de que… esté viva.

—¿Se te ha aparecido o la has visto ahora? —bajo la mirada un momento y Jeff cierra los ojos— Estoy aquí, no te hará nada mientras yo esté cerca. No te preocupes por eso.

—Jeff, estás herido, y no siempre estarás ahí para protegerme. No quiero usarte de escudo humano. Debo aprender a defenderme —él cierra los ojos y suspira.

—Nina no es rival para mí, nunca lo ha sido ni lo será. Puede intentar asustar todo lo que quiera, pero no es buena peleando.

Hago una mueca pensativa. Tal vez Nina no supiese pelear según Jeff, pero yo nunca me he peleado en serio, sin contar los momentos de la celda…

Jeff toma un sorbo a su cerveza y una cucharada de sopa. Comemos en silencio, escuchándose solamente el sonido de los cubiertos.

Al terminar, subimos a una habitación y nos acostamos en la cama, a los segundos me quedo dormida completamente.

Después de unas pocas horas, despierto, aún es de noche. Despierto mirando a Jeff sentado en la ventana, observando el exterior. Escucho que moquea y bebe otra cerveza. Voltea la cabeza, notando que estaba despierta y cruzamos miradas. Tiene los ojos y la nariz rojos. Sin decir nada, sigue viendo al exterior, abrazando sus rodillas, haciéndome sentir una presión en el pecho.

Me levanto y agarro la almohada, acostándome en el suelo, justo debajo de donde estaba él. Jeff lo nota y nos quedamos mirándonos hasta que me quedo dormida de nuevo.

Bang. Un disparo. Un simple disparo en la cabeza había matado a Liu Woods, también conocido como Homicidal Liu: asesino de asesinos según el internet. Asesino de inocentes en la realidad. 

—¡¿No hay rastro de nadie más?! —Ya hace un rato que me vendaron el tobillo que Liu me apuñaló. Me acaban de informar sobre la aparición de su cuerpo, y ningún policía dice haberlo eliminado. Aún no sé nada sobre Janna.

—Damian… —Intento levantarme. Lily lo evita— han caído bastantes proxys, se ha conseguido acabar con las criaturas antes de que despertaran, hemos arrestado a varios asesinos… pero por el momento no hay informes de la aparición de Slenderman ni pistas sobre el paradero de Tenny Vlacada. Cuando inspeccionen a fondo las cabañas y…

—¡NO! —le corto la palabra a Lily. Respiro para tranquilizarme— Ya me han ido informando de todo eso, pero mi pregunta es… ¿hay algo, cualquier cosa, que pueda hacer sospechar si Janna ha intervenido en todo esto?

—B-bueno… los policías que han encontrado el cadáver de Homicidal Liu afirman haber visto correr a un sujeto acorde a la descripción de Jeff The Killer y… 

—¿Y…?

—A otro sujeto huir de la escena. Tenía un traje como el nuestro, pero sin el casco. Su pelo era negro como el de Janna. Además —Lily me pasa varias fotografías—, nos han llegado estas imágenes de la cámara del casco de los que se han topado con la escena. Cerca del cuerpo de Liu se encontraba una pistola como la que nosotros manejamos, seguramente la del arma del crimen. También por esa zona han encontrado…

Dejo de escuchar a Lily y miro la imagen detenidamente. Es la máscara de Janna. Janna estaba allí, y todo apunta a que ella asesinó a Liu Woods. 

17:30. Hace cuatro horas que el asalto terminó. Entre nuestra comisaría y las demás tuvimos 32 bajas, 40 heridos graves y 68 leves. Demasiados incidentes, pero la misión se considera exitosa. Hemos arrestado o acabado con una buena cantidad de Proxys y otros asesinos, eliminado a todas las criaturas encontradas y hallado un montón de pistas que no consiguieron destruir a tiempo en sus cabañas. Entre ellas, una carta de Tenny Vlacada para sus padres y hermano, de la que obviamente no sé el contenido.

—Comisario Dimills —me llama Morrison, el nuevo encargado de la morgue. Veinna se fue en cuanto nos enteramos de su traición—. Ya lo he inspeccionado… puede pasar, como me pidió.

Con ayuda de dos muletas paso a la sala. Morrison me ha dejado una silla al lado del cadáver. Antes de sentarme, le retira la tela del rostro.

Su piel exageradamente pálida, su pelo que cae sin vida sobre la cama de metal, sus ojos cerrados como si durmiera y esa profunda herida que decora su frente y hace compañía al resto de sus cicatrices le dan un aspecto notoriamente a muerto. Aún así, algo en él me hace notar la tristeza entre la que murió. Janna… ¿qué te hizo matarlo?

—Avíseme cuando… haya terminado —me dice Morrison antes de salir y cerrar la puerta. 

Me siento en la silla y lo miro detenidamente.

—¿Sabes, Liu? —Me dirijo a él—. Pensé que me sentiría bien al verte muerto. Definitivamente estaba equivocado.

Con los ojos cerrados me desafía no devolviéndome la mirada. Pasando de mí. Respiro profundamente.

—Ahora entiendo por qué Janna te apreciaba tanto. Yo solo podía intentar enamorar a Janna Weskare. Tú, sin embargo… —me acerco a él y miro sus cicatrices pasadas— tú eras capaz de derretir a Jane Arkensaw. 

Se me aguan los ojos al recordarlo. Su voz, esa cinta…

—Claro que la versión que yo conozco de ella también es una versión suya —sonrío de medio lado— pero siempre que estaba conmigo luchaba por esconder esos impulsos asesinos, esa otra verdad suya… Contigo no hacía falta. Contigo podía fantasear todo lo que quisiera sobre asesinatos, sin desvelarte nunca que su objetivo era tu hermano. ¿No es así, Liu? 

Lo miro fijamente y me imagino cómo me responde con esa mirada de odio suya. 

Río levemente ante la estupidez que estoy haciendo. Aquí estoy, perdido en mí mismo, haciendo terapia con un muerto. El gran Damian Dimills, el héroe de Precespyata que se metió con la policía que lo tenía todo bajo control, lideró una emboscada para matar a unos cuantos jóvenes esclavos asesinos, no pudo rescatar al objetivo de la misión y acabó en una habitación fría hablando con el cadáver del novio de la mujer a la que quería… Este es el gran comisario de Precespyata.

Me echo para atrás en el asiento y miro el techo. 

—Ni siquiera debería ser comisario, ¿sabes, Liu? —No contesta, pero intuyo que está intrigado— Verás, antes de mí había otro comisario. Lautaro Agwuegbo se llamaba. Él no era natal de Precespyata, sino de un pueblo vecino, uno de los que nos han ayudado hoy para vengarlo… Lautaro era un hombre muy trabajador. Estudió derecho y estuvo trabajando 15 años como policía antes de ascender a comisario —respiro hondo—. Un día apareció muerto, asesinado, y con todos los indicios de haber sido tu hermano el culpable —miro a Liu—. Sí, lo sé, sé que a tu hermano le echaron el muerto. ¿Y sabes quién fue? ¡Janna! Tanto tiempo echándoos mierda por asesinar a inocentes y ¡BUM! Va y asesina a sangre fría a Lautaro porque no la quiso readmitir. ¡¿Te lo puedes creer?! 

Segundos de silencio. Segundos en los que miro al cadáver de Liu, que en realidad no muestra expresión ninguna. Me echo las manos a la cabeza, miro al suelo y suelto todos mis sentimientos en forma de lágrimas casi silenciosas.

«Janna. ¿Por qué? ¿Por qué tenías que destruir a todos a los que hacías feliz?».

—¿Comisario Dimills? —Una voz desconocida me llama a través de la puerta— Perdón por interrumpir. Soy el general John Connor, de la PCE. 

«La PCE… lo que faltaba».

—Ya salgo —le digo.

Tapo el rostro de Liu y me ayudo con las muletas para llegar hasta la puerta. Con dificultad la abro y me encuentro con el dueño de esa voz: un hombre de piel blanca y rasgos finos con una mirada fuerte. 

—Vaya… —me mira con falsa sorpresa— ¿ha sufrido un accidente esta mañana, comisario? —fuerzo una sonrisa.

—Hablemos en mi despacho, señor Connor.

Una vez allí, John Connor cierra las persianas y enciende la luz mientras me siento.

—Vaya, ¿alto secreto? —le digo.

—Comisario Dimills… —me dice sin sentarse— si no le importa intentaré ser rápido y breve. Ambos sabemos por qué estoy aquí. El asalto que ha llevado a cabo para arrestar a muchos de esos criminales es completamente…

—Ilegal, lo sé —le digo sonriendo con cansancio por el mismo discurso de siempre.

—Impresionante, iba a decir —abro los ojos de sorpresa—. Deje que me presente de nuevo. Soy el general John Connor, de la PCE —. Camina por la sala mientras habla, mirándome cada pocos segundos—. Usted ha estado tratando con el equipo de Rodríguez, inferior en rango a mí, y sé que no se lo ha puesto fácil para hacer todo lo que ha conseguido. Si le soy sincero, pocos oficiales de la PCE están de acuerdo con lo que voy a ofrecerle, pero es indiscutible que el asalto nos ha dejado atónitos a todos. 

—No está siendo ni rápido ni breve, general… —Digo y él ríe levemente.

—Tiene razón. Bien, se lo diré directamente. —Se detiene y me mira con los ojos bien abiertos—. Estamos dispuestos a hacer un trato con usted, ya que ha resultado ser un gran líder y un buen enemigo para esos… seres. En vez de llevar acciones legales contra usted, le ofrecemos un alto puesto dentro de la PCE y aceptamos difundir algunas verdades sobre los Creepypastas, pero solo sobre los humanos. Preferimos guardarnos el secreto acerca de las criaturas, fantasmas y demás… En caso de que no acepte, siempre puede quedarse aquí como comisario del pequeño pueblo de Precespyata —dice con tono de desprecio—. Eso sí, comisario Dimills, si decide quedarse aquí debe comprometerse a jamás volver a involucrarse en nada sobre los Creepypastas. A no ser que quiera acabar arrestado por traición, claro… 

Normalmente me pensaría más esta decisión, pero tal y como se han dado las cosas… no, no podría continuar mi vida actuando como si no existieran. Además, yo ni siquiera debería ser comisario. Lautaro…

—¿Y qué hay de la inspectora jefe? 

Connor pone cara de sorpresa.

—¿La inspectora Janna… Weskare? ¿Sabe quién es en realidad? 

—Sí… —intento disimular mi tristeza, pero solo me sale un hilo de voz— Me enteré justo antes del asalto y ahora está… desaparecida.

—Jane Arkensaw es una criminal. Nunca ha actuado al lado de Slenderman ni de Zalgo, pero sigue siendo una de ellos. Entre esos Creepypastas humanos de los que hablábamos de destapar se encuentra ella —me mira con extrañeza—. Comisario… no rechazará esta gran oferta de la PCE por una asesina mentirosa, ¿verdad? 

Me llevo las manos al rostro, tapando mis ojos. Janna… mi poder dentro de la PCE podría ayudarme a evitar que se centren en ella, ¿no...?

También Carl me vino a la mente. Él jamás se olvidaría de los Creepypastas, y estar yo en la PCE podría ayudar a que no decidiera ir a por ellos en solitario.

Llevo una de mis manos a mi mandíbula y la otra a la mesa. Miro a Connor.

—Quiero por escrito el acuerdo y el contrato con todas las especificaciones sobre el puesto. 

—¿Entonces acepta? —dice sonriendo de un lado.

—Primero mándeme lo que le he pedido.

Antes de que pueda hablar, suena el teléfono de Connor.

—Mi mujer. Debería contestar —dice, aún sin descolgar—. Más tarde hablamos, comisario. 

Acepto con la cabeza y Connor responde al teléfono. Luego sale de la sala y cierra la puerta.

Tomo mi móvil un momento y bajo por la lista de contactos hasta llegar al de Alejandra. Marco el número y espero que suene.

—¡Damian! ¡Hola! ¿Cómo va todo?

—De la mierda… —contesto sobándome la nariz— ¿Cómo está Carl? Tengo que hablar con él.

—Claro, ahora mismo estoy haciendo la cena, ya te lo paso —escucho los pasos de Alejandra, toca una puerta—. Carl, es Damian… —silencio— ¿Carl? —vuelve a tocar la puerta y escucho cómo la abre. Sigue caminando pero con más rapidez.

—Ale, ¿qué pasa? —pregunto y suelta un suspiro, está frustrada.

—Carl ha escapado.

Cuelgo el maldito teléfono. ¿Acaso nadie podía estar aunque fuese un minuto sin hacer lo que le daba la maldita gana?

Alejandra y yo estamos jugando ajedrez, voy perdiendo.

El trato de Alejandra conmigo es distante, pero no me rechaza y su trato conmigo es cordial. Supongo que mi razón para haber matado a mis padres no le parece válida.

—Jaque Mate —dice y tiro con mi dedo índice mi rey negro al tablero, mostrando mi rendición.

—Jugaste bien —digo y Alejandra mira el reloj.

—Haré la cena.

—¿De verdad no sabes algo de Damian y Janna? —pregunto y ella me mira.

—Sé lo mismo que tú, Carl —se levanta y va a la cocina.

Hago lo mismo pero finjo que voy al baño. Entro al cuarto de Alejandra, abro la ventana y salgo por ella. Afortunadamente vive en un bajo.

Corro, empiezo a correr lo más rápido que puedo. ¿De verdad se iban a creer que esperaría todo el día sin noticias? Es de noche y aún no sé nada de ellos, así que, o están muertos o ha pasado algo.

Voy por las calles centrales de la ciudad, hay mucho tráfico y personas. Cada vez me acerco más a la comisaría. Doblo unas calles y la diviso a lo lejos. En frente de ella hay muchos coches patrulla aparcados, ambulancias y furgones policiales. Veo a Noah sentado en la acera cabizbajo y Angie a su lado, me acerco a ellos.

—¡Noah! ¡Angie!

—¿Carl? ¿Qué haces aquí? —pregunta Angie mirándome con ojos bien abiertos.

—¿Dónde están Janna y Damian? —ellos se miran entre sí nerviosos.

—El… el asalto ha… resultado… exitoso, se podría decir… —contesta Noah y traga en seco, tiene sus brazos apoyados en sus rodillas inclinadas— Hemos tenido muchas bajas y heridos, pero los Creepypastas son… historia.

—¡Y eso es bueno! ¿Verdad? —digo con una sonrisa— ¡Eso significa que Tenny está aquí y Jeff muerto! ¿No? —gesticulo levantando un poco mis brazos y abriendo las palmas de mis manos. Ambos se quedan callados mirándome y mi sonrisa se va— ¿Qué?

—Carl… Janna está… desaparecida —responde Noah. Trago en seco y bajo mis brazos, mis ojos se empiezan a cristalizar—. Damian está bien, está dentro. Solo tiene una apuñalada en el tobillo y algunos moretones, pero está fuera de peligro.

—Ah… —es lo único que puedo decir y frunzo el ceño, noto mis ojos calientes— ¿C-cómo que… Janna está… desaparecida…?

—Fue lo único que nos dijo Damian, no sabemos nada de ella —responde Angie con una expresión de tristeza—. La buscaremos, haremos un perímetro de búsqueda. Lo único que… si no está entre los cadáveres es que sigue viva.

Miro a la comisaría, las lágrimas empiezan a recorrer mi rostro y moqueo un poco.

—¿Y Tenny? —niegan con la cabeza.

—Está viva, pero está desaparecida —Angie hace una mueca.

—Hola, Carl —me saluda Celeste mientras pasa con un papel entre las manos, entrando a la comisaría.

—Ya nos veremos por ahí —digo y me alejo, la pareja se levanta.

—¿A dónde vas? —pregunta Noah y me doy la vuelta.

—A buscar a Janna y a Tenny. Jeff debe haberse llevado a Tenny y Janna estar tras ellos. Es lo que haría ella —contesto y corro por las calles sin esperar respuesta.

La casa de Janna se encuentra cerca del bosque, por lo que tengo que ir recto y buscar la calle que recuerdo desde el día que fuimos a la bolera.

Tras unos diez minutos, llego a su calle y a su puerta, que está destrozada y semiabierta.

Sin pensarlo dos veces, corro dentro.

—¡JANNA! ¡JANNA! ¿JANNA? —camino por los diferentes cuartos. Nada en el salón, nada en la cocina, nada en el baño. Entro a su habitación y veo una grabadora de voz con una nota para Damian. Tras leerla, me quedo aún más confundido de lo que ya estaba. Tomo la grabadora y le doy a reproducir, escucho la voz de Janna.

«Ella… ¿ella mató al antiguo comisario? E-ella es… ¿Jane The Killer?».

Escucho unos pocos pasos apresurados detrás de mí, me doy la vuelta y una mujer con un vestido negro, cicatrices de quemaduras en el rostro y un gran cuchillo afilado en la mano derecha se abalanza para atacarme. 

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡JANNA! ¡JANE! ¡ESPERA! —del susto me caigo, apoyándome en el costado de la cama.

—¿Carl? —baja el cuchillo y al verme bien sus facciones se relajan. Mi respiración es agitada y mis hombros están tensos— Pero… ¿qué haces aquí? —más lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.

—V-vine a-a b-buscarte… P-pensé q-que… habías muerto… P-pero cuando hablé con… Noah y Angie… y-y me dijeron que habías desaparecido… supe que estarías aquí para ir por Jeff y Tenny —trago en seco y me levanto lentamente sin hacer movimientos bruscos.

—Siempre fuiste tan listo… —pone sus manos sobre mis hombros, acariciándolos suavemente— Debes irte de aquí. Yo terminaré el trabajo, tú debes estar con Damian, es lo más seguro para ti.

—No —frunzo el ceño—. Jeff se ha llevado a Tenny y tengo que recuperarla, a parte, no dejaré que hagas esto sola. Damian estará seguro en la comisaría.

—Querido, he estado años haciendo esto sola, puedo cuidarme perfectamente —toma mi rostro con ambas manos desnudas.

—Sí, ¡pero ya no estás sola! ¡Nos tenemos el uno al otro! Esta vez acabaremos con ellos, sea quien sea, erradicaremos a esta plaga de Creepypastas, ¡juntos! —Janna se queda callada unos segundos y niega con la cabeza.

—Eres muy dulce, pero esto debo de hacerlo yo sola.

—Entonces iré por mi cuenta —me cruzo de brazos y ahora ella frunce el ceño—. Iré por Jeff y Tenny.

—Ni siquiera sabes dónde están… 

—Y es por eso que me meteré al bosque yo solo. Ya no soy un niño, sé pelear y he entrenado mucho para esto —Janna suelta un suspiro y se cruza de brazos—. Con o sin ti sabes que entraré al bosque, aunque me dejes inconsciente.

—No tienes remedio, ¿eh? —sonrío— Llevo todo lo que puedo para irnos, pero sabes que si se nos acaba la comida, medicina y el dinero tendremos que robar, ¿verdad? —asiento.

—Eso es lo de menos, solo busquemos lugares seguros para dormir. Podemos robar provisiones, pero un lugar para que descansemos… no.

—De eso me ocupo, no te preocupes —contesta y salimos de la casa, Janna lleva dos mochilas enormes de color negro. Me ofrezco a llevar una y me la da, compartiendo ambos el peso. 

—Por cierto… Janna, o Jane… ¿Cómo… cómo debería llamarte? —ella me mira y sonríe.

—Como tú quieras.

—Bien, Jane —le devuelvo la sonrisa y caminamos, adentrándonos en el bosque de noche.

Curiosidad n°95: Damian, tras escuchar que Carl escapó fue directo a casa de Janna pensando que estaría allí. Una vez dentro, recogió las cintas y la nota de Janna. Luego dio el anuncio oficial de su desaparición.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top