Capítulo 93
Han pasado tres días desde lo de Carl en la tele. Han pasado cuatro días desde que Slenderman, Jeff y Liu hablaron y Nina ya no ha vuelto a aparecer, pero nunca se sabe. Si algo he aprendido aquí, es que no puedes fiarte de ninguno.
Jeff y Liu han estado algo inquietos, saben que algo se acerca, que algo pronto ocurrirá y quieren irse cuanto antes.
Es 31 de diciembre, Nochevieja. Liu ha decidido que preparará algo más liviano en comparación con la cena de Nochebuena.
—¿Estaremos nosotros tres o vendrán los demás? —pregunté a Liu quien estaba en la cocina.
—Vendrán —contestó seco concentrado en lo que fuera que estuviera preparando.
Asentí con la cabeza aunque no me viese y fui a buscar a Jeff. Salí de la cabaña y estaba a unos cuantos pasos de la puerta sentado en el suelo, observando los árboles. Me acerqué a él en silencio y me senté a su lado.
Soltó un suspiro y siguió en silencio, estaba abrazando sus rodillas y tenía la mirada perdida.
Decidí no emitir ningún sonido, podía notar que estaba estresado con solo mirarle. Bajé la vista a sus dedos, y estaba intentando rajar la yema de estos con sus uñas. Toqué suavemente su hombro con mi mano y se apartó rápidamente. Tragué en seco y me miró, por su expresión se acababa de dar cuenta de mi presencia y, algo anonadado volvió a su posición de antes.
Ambos miramos al frente, a los árboles. El viento ululaba y movía las hojas y ramas, el sol brillaba lo máximo que podía en un día común de invierno sobre las nubes grises. No recordaba ningún día lluvioso, y si lo había, nunca lo noté. Supongo que el secuestro me había absorbido tanto para no percatarme del tiempo, algo tan corriente que omites con facilidad…
—Tenny —habló de pronto Jeff y le miré.
—¿Sí? —esperé a que siguiera, pero se mantuvo callado, como pensando en qué decir.
Esperé varios segundos, pero él negó con la cabeza y volvió a intentar rajarse la yema de los dedos con sus uñas. Parecía frustrado.
—¿Quieres ir al lago? —pregunté y él negó con la cabeza, le sostuve la mirada mientras que él la evitaba— ¿Quieres estar solo? —no respondió, solo se encogió de hombros— ¿Necesitas algo? —giró su cabeza hacia mí, mirándome serio.
«¿Cómo mierda interpreto esto?», pensé.
Sin saber qué hacer, me quedé en el sitio y miré a los árboles, tratando de darle su espacio a Jeff.
De vez en cuando veía a alguna sombra o persona caminar a lo lejos, seguramente sería un proxy.
Pasaron varios minutos, mis párpados comenzaban a caer, a pesar. Solté un bostezo y me apoyé en algo a mi derecha, quedándome dormida con el viento chocando contra mi piel.
Las nubes grises cubrían el cielo de Precespyata. Estaba con el portátil en mi habitación, buscando en secreto lo que se decía de mí por redes sociales: mi nombre aparecía en todas las publicaciones recientes de investigaciones en Wattpad; en Twitter se burlaban de mí y hacían de psicólogos sobre mi "esquizofrenia"; en instagram las páginas de terror subían contenido sobre mi historia… todo el anonimato de estos meses estaba desapareciendo. Nuestro caso por fin empezaba a hacer ruido.
—¿Carl? —llamó Damian a la puerta. Escondí el portátil en mis piernas, abajo del escritorio, y agarré un libro para disimular.
—Sí, pasa.
Damian entró con el abrigo puesto. Al verme sonrió con picardía.
—Vaya, no sabía que podías leer al revés —dijo. Miré el libro torcido y no pude evitar reír. Levanté las manos y le cedí el portátil— mejor quédatelo. Preferiría que leyeras de verdad un libro, pero no puedo impedirte saber qué se cuece ahí fuera —contestó sonriendo con cansancio.
—Damian, ¡lo hemos conseguido! ¡Todo el mundo conoce nuestro caso!
—Sí… lo conseguimos —dijo tocándome el hombro.
—Damian, si puedo preguntar… ¿La PCE podría echaros del trabajo a Janna y a ti?
—Es posible, sí, y pueden fastidiar más a Janna que a mí, aunque…
—Se os ha ocurrido una manera de contraatacar —sonreí con malicia hacia la PCE—, ¿verdad?
—Digamos que legalmente a ellos les puede afectar lo de tu firma "falsificada" —dijo haciendo comillas con los dedos— entre otras cosas. Pero al ser tan poderosos… lo que más daño les va a hacer va a ser la opinión pública. No les interesa hacer mucho más ruido del que ya hay… Janna y yo esperamos que tarden por lo menos unas semanas en llevar algún plan a cabo para dañarnos.
—Tampoco pueden mandarme a un psiquiátrico, ¿verdad?
—No hasta que Alejandra lo diga —dijo con una sonrisa más amplia. Luego tomó aire—. Estos días van a ser más complicados para Janna y para mí, pero todo va a acabar bien. Los atraparemos, Carl. Lo haremos —me sonrió y me acarició la mejilla.
Miré el abrigo que llevaba.
—¿Vas a comprar algo para esta noche?
—Eso pensaba hacer, pero creo que al final llamaré para encargar comida —se fue quitando la prenda—, claro que tendremos que calentarla luego al horno antes de cenar.
—Perfecto —sonreí.
Sobre la mesa de mi comedor: una copia del mapa del bosque que Ben nos había facilitado, varios folios con distintos planes a su alrededor, mi grabadora y diversos documentos que tengo desde hace años.
—Faltan cuatro días. Cuatro días y estos once años habrán valido la maldita pena —dije con una sonrisa mirando mi mesa.
Eché un vistazo a mi grabadora y las cintas que había grabado a lo largo de la investigación, contando a detalle mis pasos y lo que había pasado, por si llegaba a fallar que al menos alguien lo encontrara.
De repente, alguien tocó la puerta y me apresuré a guardar todo. No podía arriesgarme a que fuera alguien ajeno a la investigación.
Una vez habiéndolo escondido en el armario de mi cuarto, abrí la puerta lo más tranquila posible y, en cuanto vi de quién se trataba pensé en cuánto amaba a mi intuición.
—No deberías estar aquí —le dije, él me miró serio sin decir nada—. ¿Quieres pasar? —asintió y se fue a sentar en el sofá.
—Tenemos que hablar —dijo y me senté en frente suya, justo como la última vez.
—Liu, si es lo que creo que es, ya te he dicho que tengo asuntos pendientes —contesté seria, él tensó su mandíbula.
—¿Me quieres? —preguntó de la nada, cosa que hizo que mis ojos se abrieran bastante.
—Por supuesto, ¿por qué preguntas eso? —fruncí el ceño.
—Ya no tenemos citas. Ya no me hablas. No vienes a verme. No me recibes con buena cara. No me tratas como a un novio, Janna. Eso es lo que pasa —respondió con calma, mirándome a los ojos. Siendo sincera, lo que dijo Liu me había dolido, incluso me dio pena.
En parte él tenía razón, no lo recibía cómo debía y nuestra relación estaba en la cuerda floja, pero no era culpa mía. La culpa era de su hermano y del secuestro que habían causado.
—Liu, no estamos en una situación favorable para ambos, y lo sabes. Tú mismo sabes que no deberías estar aquí, la policía… la policía está por todas partes y podrían capturarte.
—Hoy vamos a cenar, vamos a estar en familia. Mi hermano, mis amigos, la amiga secuestrada de mi hermano y yo. Quiero que vengas —dijo ignorando todo lo que había dicho.
—Eh… ¿me acabas de escuchar? —me crucé de brazos algo molesta.
—Sí, por eso te he dicho que vengas tú, para pasarla en fam…
—¡Liu! ¡No puedo, por Dios! ¡No puedo ir de nuevo al bosque! —exclamé.
—¿CUÁL ES TU EXCUSA AHORA? —gritó golpeando la mesa, su mano estaba temblando— ¿Por qué… por qué siempre hay un algo? ¿Por qué siempre hay un pero? ¿Por qué siempre tiene que impedirlo algo? —mis ojos comenzaron a aguarse un poco— ¿Estás con Damian? —abrí mi boca formando la letra "O". ¿Acababa de decir lo que creo que acababa de decir?
—¿Qué? —fue lo único que pudo salir de mi boca.
—Damian, el comisario. Lo vi en las noticias, en un kebab junto con el hijo de puta del crío y en tu casa. ¿Estás con él?
—¿Qué? Espera, ¿qué tiene que ver el kebab aquí? —disimulé lo mejor que pude mi confusión.
—Damian y Carlbronazo estaban en el kebab del centro comercial. Fui allí porque a Jeff —apreté mis dientes al escuchar su nombre— le apetecía cenar uno. Así que fui y me los encontré sentaditos. El niñato se cagó encima al verme y fue corriendo al baño. Lo que me llamó la atención, Janna, es que había tres sillas y tres comidas distintas en las mesas.
—¿Y? ¿Qué insinúas? —hice una mueca con la boca.
—Que el tercer asiento que faltaba por ocupar era el tuyo porque estabas en el baño.
—Ajá… ¿y alguna prueba de ello? —Liu se quedó callado— Me lo imaginaba…
—¿Y aquella vez en la que Damian salió de tu casa cuando llegué yo? —arqueó una ceja.
—Me estaba advirtiendo.
—¿De qué? —me miró fijamente.
—Liu, sospechan de mí.
—¿Qué? —ahora el sorprendido era él.
—Bueno… digamos que… he intentado escalar puestos… y sospechan de mí. Es la policía, tienen información. Solo quería encontrar alguna que me fuese útil, pero por ahora la que he encontrado no es de mi interés. Y Damian vino ese día para advertirme de que comenzaban a sospechar de mí por mostrar tanto interés. Por eso no quiero que te expongas tanto, por eso no he ido a ver a Hoodie. ¿Quién sabe si me están vigilando? —mi rostro era de preocupación y tomé las manos de Liu para acariciarlas.
—Ya te he dicho que podemos buscarlo por nuestra cuenta, Janna, solo…
—Liu, cariño. ¿Qué crees que estuve haciendo en mi adolescencia? —nos miramos— Pasé toda mi adolescencia buscándolo, persiguiéndolo, y nada. No obtuve nada más que problemas y a la policía persiguiéndome por robos y… otros asuntos. Pero ahora, créeme que es más… seguro. Estar del lado de la policía es mucho más seguro para mí que hacerlo del modo ilegal. Por eso no puedo dejarlo teniendo una base de datos de todo el país, solo tengo que acceder a ella y… mi trabajo habrá terminado.
—¿No… no has pensado en que capaz ese vagabundo esté muerto? —preguntó Liu con un tono calmado, a lo que negué con la cabeza.
—Mi intuición no me falla. Como te dije, en cuanto lo encuentre ya no tendré más pendientes ni nada que hacer en… mi vida. Se lo debo a mis padres —Liu cerró los ojos y suspiró—. Y, para tu información, no soy una cualquiera. Jamás te sería infiel y menos con Damian, él no es mi tipo y, a parte, estoy contigo. Él es comisario y solo trato de acceder a la base de datos.
Liu se relamió los labios y tragó en seco, acariciando con sus dedos mis manos mientras las miraba.
—No te voy a mentir, Janna… Esperaba que la relación tomase otro camino… Entiendo tus motivos, pero espero que también entiendas mi desconfianza.
—Yo desconfío de todos todo el tiempo —le dije y él me miró.
—No sé qué decir…
—Liu, no estamos cortando.
—No hablé de cortar, sino que… simplemente no sé qué hacer en esta situación, estoy perdido…
—Dame tiempo, solo un poco más —le dije y él me miró con ojos cansados.
—Tiempo es lo que no tenemos, Janna…
—¿Qué quieres decir? —fruncí el ceño.
—Jeff y yo nos vamos —abrí los ojos sorprendida—. Janna, esta situación es una mierda… Zalgo ya cumplió su plan, la policía y el pueblo están contra nosotros y encima hay tensión entre los nuestros… No es seguro para ninguno.
—Espera, ¿cómo que Zalgo cumplió su plan? —apreté un poco sus manos y él suspiró.
—Es… es una tontería… De verdad, cuanto más lo pienso menos sentido tiene. Supuestamente era una venganza contra los adolescentes porque pactaron con él en vidas pasadas o algo así y de paso devolvernos la fama de asesinos peligrosos que teníamos antes —miró hacia otro lado— siendo sincero, creo que todo esto tiene que ver más con él que con nosotros. Desde que incluyeron a Zalgo dentro de los Creepypastas de internet la gente ha empezado a tomárselo como una broma con todos los ships, fanfics y esas mierdas… seguro que todo este espectáculo del secuestro ha sido para ganarse el temor y el respeto de la gente de nuevo; todo a nuestra costa… Aunque solo es una teoría mía —me miró a los ojos y sonrió cansado—. La policía con esa rueda de prensa hizo el trabajo, a decir verdad. Ellos han conseguido que la mierda esa de policía especial deje de silenciarnos pero… siento que todo esto nos va a explotar en la cara, y quiero ponernos a mi hermano y a mí a salvo antes de que explote. Por eso he venido, para que vinieras con nosotros. Esto ya no es seguro… —me miró con tristeza.
Entonces, todo lo que la PCE ha intentado era contra el plan de Zalgo… ¿Ellos lo sabían? No, no es posible, solo podían saberlo los más cercanos como Ben, Lost Silver y Eyeless Jack, o tal vez ni siquiera ellos… Esto no tiene ningún sentido. ¿De verdad valía la pena sacrificar algo que llevan construyendo Zalgo y Slenderman para tirarlo así como así por la borda?
—Pero…
—Créeme, nos parece absurdo todo lo que ha escalado esta situación. Se supone que sería un simple secuestro, haríamos ruido y listo, nos temerían. Pero este circo mediático… —apoyó su cabeza en nuestras manos.
—Zalgo está mal de la cabeza… —murmuré y él negó varias veces con la cabeza.
—Ojalá haberlo visto venir, en serio… —se lamentó y cerró los ojos apoyándose en el respaldo del sillón— Debería irme ya, debo terminar de preparar la cena —dijo Liu y nos levantamos, caminamos en silencio a la salida y nos dimos una última mirada.
—Ten muchísimo cuidado, Liu. Pronto estaré con vosotros —le dije para tranquilizarlo y solo podía ver tristeza en sus ojos.
—Tenemos que irnos —dijo y se dio la vuelta, caminando de vuelta hacia el bosque. Cerré la puerta.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAGH! —solté un gritó de frustración cubriéndome el rostro con las manos— ¡MALDITO ZALGO! ¿¡CÓMO ES POSIBLE QUE LLEVE ALGO ASÍ TAN LEJOS!? ¡TODO ESTE MALDITO TIEMPO HE HECHO LO QUE ÉL HA QUERIDO Y NO ME HE DADO CUENTA! ¡MIERDA, MIERDA, MIERDA, MIERDA! —jalé mis cabellos con ambas manos.
Solté un suspiro al darme cuenta de qué no era buena idea hacerlo, así que fui al baño a arreglarme. Al verme al rostro, sabía que no podía decirle la verdad a Damian, el plan se desmoronaría por completo y el pueblo finalmente nos había dado su apoyo. Ya no había vuelta atrás.
—Que sea lo que Dios quiera.
Estábamos todos sentados frente al televisor, Liu ya había traído los platos.
—Espero que os gusten, le tomé prestadas las recetas a una familia en Navidad.
—¿Qué son? —preguntó Eyeless, seguramente buscando algo que tuviese carne humana.
—Ah… Son platos de… España —contestó Liu mirándolos—. Ninguno tiene carne humana, así que por un día que no comas dudo que te… mueras por segunda vez —Eyeless Jack solo se encogió de hombros.
Miré cada platillo, cada uno era más diferente que el otro. Tomé uno que parecía una especie de galleta de color canela con un pequeño pico, parecido al de una castaña.
—¿Qué es esto? —pregunté a Liu mientras daba un mordisco, él sacó el papel en donde tenía apuntadas las recetas.
—Tetas de novicia —dejé de mordisquear y todos lo miramos, él apartó la mirada lentamente.
—¿Son tetas? —preguntó Ben agarrando una para mirar el plato de cerca.
—Yo no le puse el nombre —contestó Liu.
—¿Y esto? —siguió Masky señalando unos frutos morados que estaban pegados entre sí.
—Cojones de fraile —Ben y Toby estallaron a carcajadas.
—¿Y esto? —cuestionó Bloody señalando unas pastas en forma de corazón.
—Dulces orgasmos —Hoodie siguió las carcajadas de Ben y Toby.
—¡Eh, Jeff! ¡Lo que te falta! —le molestó Ben entre risas, pero Jeff tenía la mirada perdida en una esquina, parecía no escucharnos— Eh, Woods —Ben le tocó el hombro y volvió en sí.
—¿Eh, ah? —dijo Jeff mirándonos a todos.
—Nos estamos riendo de la comida de tu hermano, ¿dónde estás tú? —habló Eyeless y Jeff se encogió de hombros.
—Solo me distraje un momento —Jeff agarró una pelota de fraile y se la metió a la boca—. ¿Ciruela?
—Cojón de fraile —contestó Ben con una sonrisa maliciosa.
—Esto es ciruela, no me jodas —dijo Jeff cogiendo otra—. Ponle el nombre que quieras y haz tu chiste, pero ciruela es ciruela.
—Liu, ¿esto cómo se llama? —preguntó Bloody señalando unas galletas color marrón claro y con un polvo blanco por encima.
—Cojones anticristo —en ese momento todos empezamos a reír, Liu se contagió de nuestra risa y no tardaron los chistes en venir.
—Yo digo que nos comamos uno cada uno y nos enfrentemos a Zalgo —dijo Ben gesticulando con las manos—. ¡Tendríamos al anticristo de nuestro lado!
Seguimos riendo y comiendo lo que había preparado Liu, creo que la familia que robó en Navidad le jugó una mala pasada con los nombres.
Algunos otros nombres que saltaron fueron; “carajitos del profesor” que eran una especie de galletas, “casquetes” que se trataban de empanadillas dulces con cabello de ángel y “chochitos ricos”, unas pastas redondas con un agujero en el centro, como los donuts pero sin ser tan empalagosas.
—Son los mejores cojones que he probado nunca —comentó Masky y no pudimos evitar soltar risitas.
—Sí, debes haber probado muchos para estar donde estás —bromeó Jeff—. Como los de Slenderman.
—¡Oye, Slenderman no tiene genitales! —saltó Hoodie.
—¿Y CÓMO LO SABES? —atacó Jeff y todos estallamos en carcajadas, tanto por el tono en el que gritó Jeff como la cara de Hoodie.
—Fue buena idea cenar algo más ligero, no quiero empezar el 2017 empachada —dijo Janna comiendo los espaguetis con gambas y sin salsa de tomate.
—Nochebuena es Nochebuena y Nochevieja es Nochevieja —respondió Damian con una sonrisa, yo comí en silencio y Janna miró el reloj de pared.
—¡Oh! Deberías encender la televisión, tenemos que ver la bola de Time Square.
—¿Te imaginas perderte eso del Año Nuevo? —le contestó Damian y me levanté a encender la televisión y poner el canal correspondiente.
Estaban enfocando la bola, miré el reloj y faltaba casi un minuto para las doce. Entonces, la gente en Time Square comenzó a gritar, la bola estaba bajando poco a poco.
En cuanto bajó, todo el mundo gritó “feliz año nuevo”, tanto los espectadores, reporteros y vecinos.
Según nuestra tradición, debías besar en la boca a la persona que tuvieses al lado sin importar si fuese tu pareja o no.
Miré a mi lado y, como de costumbre, no había nadie. Miré hacia atrás y Janna y Damian se habían abrazado, Janna con una gran felicidad en su rostro y Damian con un poco de decepción disimulada.
—¡Feliz año nuevo, Carl! —me dijeron y me abrazaron, no pude evitar sonreír por primera vez en un Año Nuevo sin fingir.
Terminamos de comer mientras escuchábamos los escandalosos fuegos artificiales, ojalá poder celebrar el siguiente año con Damian y Janna.
Sonreí como un tonto imaginándomelo y recogí los platos en cuanto terminamos.
Después de un rato Janna se fue a casa y Damian y yo a dormir. No éramos unas personas fiesteras, todo lo contrario, y eso me gustaba.
Estos días he dormido relativamente tranquilo, el hombre del sombrero no ha vuelto a aparecerme, tal vez tenía mejores cosas que hacer que estar con un adolescente traumatizado como yo.
Desperté tras los primeros rayos de sol, debía seguir entrenando aunque no fuéramos a la comisaría hoy, ¡y eso significa que podré hacerlo con Damian!
Me quedé dormida en el sofá. Estuvieron hasta muy tarde gritando, comiendo, bebiendo y bromeando. Se notaba la diferencia entre cómo celebraban Nochebuena, una noche de "paz" y "tranquilidad" y Año Nuevo, la última noche en la que se supone que debes hacer… ¿locuras?
Tocaron la puerta suavemente, no sabía dónde estaban Liu y Jeff, si estaban en sus habitaciones o si habían salido.
Limpié la baba de mi rostro y caminé con pasos pesados a la puerta, al abrirla me encontré con Lucy.
—Hola, esperamos que hayas pasado un buen final de año, Tenny —dijo con una sonrisa.
—Gracias, Lucy, espero que vosotras igual. ¿Necesitas algo?
—No, solo vine a traerte lo que me pediste —abrí los ojos sorpresivamente.
—¿Tan rápido lo has conseguido?
—Si lo pides con tiempo, te lo traen sin problema y rápido —sonrió angelicalmente y me extendió una pequeña botella—. Espero que sepas usarla, y no la uses con cualquiera, no es como que haya un cargamento infinito solo para ti.
—La usaré cuando sea necesario, muchas gracias. Te debo una, gracias —le devolví la sonrisa y ella asintió yéndose.
Observé la botella con cuidado. Caminé al cuarto de Jeff y la escondí debajo de la cama. Por ahora Nina no ha vuelto a aparecer, pero nunca se sabe si llegaré a utilizarla…
Ya es 1 de enero de 2017, eso significa han pasado tres meses desde que hemos sido secuestrados, tres meses en los que he ido perdiendo a mis amigos uno por uno. Tres meses en los que… no he visto a mis padres ni a mi hermano.
¿Podré verlos de vuelta alguna vez?
Curiosidad n°93: Los nombres de los postres son de distintas partes de España, entre ellas Salamanca, Asturias, Cantabria y Cataluña.
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