Capítulo 53
—Oh… sí, la otra habitación a nombre de Weskare. Aquí tiene la llave —exclamó sonriente aquella mujer pelirroja de avanzada edad.
—Gra… espere, ¿ha dicho la otra habitación?
—Sí, su prometido ya avisó de que llegaría antes que usted.
—Mi… ¿qué?
—Tu prometido —dijo una voz juguetona detrás de mí—. Aún le parece raro ese título. Yo tampoco me lo creo aún. Solo llevamos una semana prometidos —contestó de nuevo la voz dirigiéndose a la recepcionista, quién sonrió de forma encantadora—. Bueno… voy a acompañarla a su habitación —terminó de decirle a la mujer pelirroja mientras agarraba con una mano mi maleta y con la otra mi mano.
—¿No… no prefieren una sola habitación? Tenemos camas de matrimonio —dijo ella con extrañeza.
—Es que…somos más bien conservadores. Ya sabe, queremos esperar hasta ese día.
Sin esperar a que la mujer pudiera contestar, nos fuimos con rapidez al ascensor, y una vez se cerraron las puertas me dirigí a él.
—¡¿Damian, pero qué…?!
—He pensado que la gente se intimida mucho hablando con la policía, creen que entrarán en problemas si hablan de más. Pero… ante una pareja feliz de curiosos que quiere sacar lo que pasó de verdad a la luz sin mencionar explícitamente el nombre de nadie… es más probable que hablen —dijo él con convicción.
Las puertas del ascensor se abrieron, y comenzamos a caminar por el pasillo.
—Ya… ¿Y quién está a cargo de la comisaría?
—Lily, ¿no es obvio? —contestó sonriendo ampliamente. Pillarme por sorpresa le estaba gustando. Yo no pude evitar reír.
Nuestras habitaciones estaban una al lado de la otra. Nada más entrar en la mía, a la derecha, estaba el cuarto de baño: espacioso, con una bañera que a la vez podía hacer de ducha, un retrete moderno y bastante limpio y un lavamanos flotante. Además, en la pared había un secador y dos enchufes. También habían dejado jabón de manos y champú y gel de cortesía.
El resto de la habitación era más bien pequeña, pero muy bien ordenada.
—¿Bajamos a cenar a las ocho?
Decía un mensaje que Damian acababa de enviarme. Yo, tras aceptar su proposición, fui a llenar la bañera.
Estaba realmente cansada, por lo que relajarme entre el agua caliente me parecía la mejor opción, y, aunque mi plan no era dormirme, terminé por hacerlo.
Estoy en un pasillo, en un largo y apenas iluminado pasillo. El suelo está lleno de agua, y yo estoy descalza. Miro a mis lados, todas las paredes están cubiertas por espejos. No tengo guantes, ni maquillaje. Veo perfectamente todas mis cicatrices.
Sonidos de pisadas, cada vez más y más fuertes van sonando detrás de mí.
—Jaaannaaa…. Jaaannaaaa…. —dice una voz adolescente. Una voz muy conocida para mí.
Miro hacia atrás, y veo como las luces se van apagando una a una, desde el fondo del pasillo hasta mí. Forme se apagan, se van rompiendo los espejos de esa zona, y unos fuertes pasos se aproximan a mí cada vez más, y más deprisa.
Salgo corriendo. Corro. Corro. El pasillo no acaba nunca. Detrás de mí escucho más espejos rompiéndose. Quiero detenerme, no quiero huir, pero mis piernas no me lo permiten.
—Janna… Cuando nos conocimos no eras así de cobarde…. —otra vez esa voz. Una voz lunática, que tras hablar se reía desquiciadamente—. Janna… Siempre has pensado que ibas detrás de mí, acechándome, pero mírate ahora… no dejas de huir… —es extraño, los pasos se acercan, corriendo, pero la voz no tiembla.
La oscuridad y los cristales rotos se empiezan a aproximar cada vez más a mí. Estoy perdiendo la carrera.
—Janna… noto que estás cansada… ¿Por qué no te vas a dormir? —de repente, comienzo a sentir mis piernas, a ganar control sobre ellas, deteniéndome poco a poco.
Me quedo quieta, por fin. Me agacho y agarro uno de los cristales rotos de los espejos, y aún sin darme la vuelta, me incorporo lentamente.
La oscuridad me alcanza.
—Ve —los pasos se vuelven más lentos y cercanos— a —su voz es cada vez más grave y firme— ¡dormir!
Me giro con rapidez. Un metal frío consigue hacerme una herida profunda en el brazo, pero no llega a apuñalarme.
Yo, en cambio, muevo el trozo de cristal con rapidez, y escucho como algo golpea el suelo y comienza a reírse.
—JAJAJAJAJA, me has… dado... JAJAJAJA… mi sonrisa… me la has destrozado… JAJAJAJAJAJAJA…
El sonido de su horrenda risa me enoja, y, sin ver claramente a aquella figura, me muevo por instinto: agarro su brazo derecho con una mano y con la otra le provoco más cortadas.
Sigue riendo.
Corto… corto… corto…
—Al final… —su voz es débil. Me detengo por unos segundos para escucharlo pronunciar sus últimas palabras—. Al final somos lo mismo… —le escucho toser—. Buscamos en la sangre… en la venganza… en la ira… la felicidad que nos quitaron…
No pude evitar reír al escucharlo.
—Yo no soy igual que tú —contesté con los ojos lacrimosos al recordar todo por lo que me ha hecho pasar—. tú eres feliz matando, mientras que yo lo seré cuando deje de hacerlo. Cuando te mate… a ti… acabará todo.
—Sabes dónde estoy… sabes dónde me escondo… sabes cómo llegar a mí… ¿Quieres que te diga por qué sigues alargando todo esto? —acerca su rostro al mío. Noto su aliento en mi oído—. Porque mientras yo siga vivo… tú tendrás excusas para seguir matando… para volver a hacerlo… porque, en el fondo, muy en el fondo, somos iguales. Ambos bailaremos juntos en el infierno…
Vuelve a reír. A reír como un desquiciado. Agarro con fuerza el trozo de cristal, cortándome a mí misma por consecuencia, y se lo acerco al cuello.
—Entonces… ve eligiendo la música por mí.
Le rajo la tráquea. Su risa se detiene. Su cabeza hace ruido al caer al suelo.
No sé si es agua, o sangre, lo que me salpica, pero unas gotas han llegado a mi cara.
Entonces, una tenue y palpitante luz cálida se enciende sobre mí. La cara de Jeff está completamente desfigurada debajo de mí. Pero, por algún extraño motivo, no me siento mejor.
Miro a mi derecha, hay un espejo.
Miro mi reflejo. Mi cara y mi cuerpo están cubiertos de gotas de sangre. Pero no es eso lo que me perturba. Acerco mi rostro. Mi piel está más blanca de lo normal. Mis ojeras son enormes. Mis mejillas… están cortadas, superficialmente, con forma de sonrisa.
Me despierto agitada, vertiendo un montón de agua de la bañera al suelo. Toco mi rostro, miro mis manos, todo está como siempre.
Quito el tapón y el agua empieza a irse. Me seco el cuerpo con la toalla, y agarro mi móvil.
Son las siete y diez. Aún faltaban cinco minutos para que sonara la alarma que tenía puesta para salir del baño. Me dirijo al espejo y miro mis cicatrices, y luego pienso en el sueño.
—¿Soy igual que Jeff...? ¿Realmente disfrutaba al matar...?
No queriendo darle muchas vueltas, me obligué a distraerme y empecé a prepararme para la cena.
—¿Estás seguro de que es legal que la comisaría se encargue de todos los gastos? —le decía forzando mi sonrisa mientras nos acercábamos al restaurante del hotel. Mi mente seguía en aquel sueño.
—Sí, claro. Al fin y al cabo estamos de misión… para investigar los para nada relacionados con Jeff asesinatos de Lautaro y los señores Driesatdpo —dijo levantando ambas cejas.
—Y por eso estamos en el pueblo de una de las supuestas víctimas de Jeff —contesté intentando poner un tono gracioso.
El mesero nos dirigió entonces a nuestra mesa para dos, y una vez pedimos la cena, comenzamos a hablar de nuestros planes.
—Hoy no podemos hacer mucho, pero mañana lo dedicaremos exclusivamente a la investigación —dijo Damian.
—Vale, mañana será de la investigación. ¿Y hoy? —contesté no muy concentrada en la conversación. Mi mente seguía en aquella pesadilla.
—Hoy… hoy podemos planear qué hacer mañana, supongo —Damian soltó una pequeña risa, yo solo lo miré y sonreí por compromiso—. Janna… ¿estás bien? —dijo agarrando mi mano. Yo la retiré de inmediato.
—Perdona… es solo que…
—Su cena —dijo de repente el camarero mientras dejaba los platos en la mesa. Una vez se alejó un poco, proseguí.
—Llevo… tanto tiempo detrás de ellos… sobre todo detrás de Jeff, que estar aquí, en el lugar donde comenzó todo es…
—Janna, puedo preguntar… ¿Cómo los investigabas antes tú sola? ¿Cómo sabías de la existencia de todos? No es como que puedas encontrar información real suya en cualquier lugar.
—Bueno… comencé siguiendo el rastro de Jeff… —la piel se me erizó al pronunciar su nombre—. No era muy difícil, en el sentido de que eran asesinatos que ocurrían unos cerca de otros… con el mismo patrón, pero sin rastro del asesino… Luego, con el tiempo, me fui dando cuenta de que ciertos asesinatos no los podría haber hecho él solo, no cuadraban con su patrón normal —miré hacia otro lado, tratando de no imaginarme a Liu matando con él—. Y, de repente, las zonas de los asesinatos giraban todas en torno a un mismo lugar: un bosque, siempre, un bosque, como si se resguardara ahí. Entonces… dejé de centrarme solo en Jeff, me puse a investigar en varias zonas alrededor del bosque del momento y descubrí que había más asesinatos y desapariciones inexplicables… y, de un momento a otro, los focos de los asesinatos cambiaban radicalmente a otras zonas, también con un mismo bosque como punto común… No fue difícil, tras hablar con… supuestos testigos, averiguar un poco más del resto de asesinos y criaturas con las que Jeff se había aliado.
—Comprendo… oye, y eso me recuerda… hace dos años, el caso de las niñas que intentaron asesinar a su amiga por Slenderman… ¿Qué piensas? Desde que salió, he pensado que era imaginación de ellas, pero ahora no sé que creer… ¿Te has topado con casos similares?
—He de decir que cuando ese caso salió a la luz me recordó mucho a cómo Slenderman se hace con sus proxys… los vuelve paranoicos, los tortura psicológicamente, les hace ver y oír cosas… Y luego les hace cometer cualquier acto horrible para después llevárselos con él… Sin embargo, no creo que ese fuera el caso de aquellas chicas, porque, de haber sido así… jamás las habría capturado la policía.
Damian y yo continuamos hablando mientras cenábamos. Al principio el único tema eran los creepypastas y los lugares que visitaríamos al día siguiente, pero, tras un rato, empezamos a conversar más bien sobre nuestra vida privada.
—No me lo creo —decía yo riéndome sin parar con la copa de vino en la mano—. ¿Me estás diciendo que tú, Damian Dimills, comisario de Precespyata, le pinchaste una rueda del coche al profesor de educación física por suspenderte?
—En mi defensa diré, que sólo ocurrió una vez —contestó con los ojos algo llorosos de tanto reír.
—¿Lo de suspender educación física o lo de pincharle las ruedas a un profesor?
—Lo de suspender ¡obviamente! —a mí me entró otro ataque de risa al oírlo. Creo que el alcohol estaba haciendo su efecto en ambos—. Después de correr lo que corrí cuando me pillaron, fue imposible suspender educación física de nuevo.
—¡¿Pero cuántas ruedas has pinchado?! ¡¿Y cómo demonios se puede suspender educación física?! —creo que estaba alzando la voz más de la cuenta, pero no me importaba.
—Dos. Pero esa vez fue por un reto, ¡y me gané quince dólares a cambio! Y educación física… difícil aprobar cuando no te presentas a los exámenes.
—¡¿Pero cómo demonios has acabado como policía?! —contesté ya levantándome de la silla.
Continuamos riéndonos por el pasillo, hasta llegar a nuestras habitaciones. Abrí la mía y Damian se apoyó en el marco de la puerta mientras calmábamos nuestras risas.
—Bueno… me ha gustado la cena. Me lo he pasado muy bien. Gracias —dije sonriendo. Me había olvidado por completo de todas mis preocupaciones y miedos, me había sentado muy bien aquel rato de risas.
—Me alegra oír eso… yo… —Damian me miró a los ojos sonriendo ampliamente y con las mejillas sonrojadas por el alcohol—. Yo también me lo he pasado muy bien…
—Buenas noches, descansa. Hasta mañana —contesté sonriendo mientras cerraba la puerta.
—Janna… ¡espera! —entonces, Damian evitó con su pierna que la puerta se cerrara, la abrió y se acercó a mí bruscamente, intentando besarme.
Yo me aparté con rapidez.
—Damian…
—Perdona… yo… pensaba que… —dijo alejándose de mi cuerpo.
—Pensabas mal… Además, sabes que tengo pareja…
—Sí, pero… pensaba que era solo por la investigación… yo…
—Aunque así fuera, no soy esa clase de persona… Buenas noches —y ahora sí, cerré la puerta.
A los pocos segundos escuché como Damian abría la suya.
Di un gran bostezo, los rayos de luz empezaban a escaparse por la pequeña ventana que se encontraba en lo alto de la celda.
Abrí mis ojos y por un momento me sorprendí al ver a Carl tan cerca de mí, dormido, manso como un león al que acababan de mimar.
Lo de anoche… Dios, no sé qué pensar, si lo pienso, Carl también está roto, Carl podría ser uno de ellos perfectamente. ¿Realmente lo sentía? ¿Y si él acaba mucho peor por no ayudarlo? ¿Debería de tratar de que no decaiga y vaya a peor?
Me senté pensando en eso, no sabía qué creerle a Carl y qué no. Existe tanto la posibilidad de que me haya mentido, pero, ¿y si no lo ha hecho? ¿Y si se ha abierto para pedirme ayuda?
Hoodie cambió el cubo, eso significa que debían de ser… ¿Las diez? ¿Las once? Carl se removió en la manta, abrió sus ojos y se sentó soltando un bostezo.
—Buenos días —me dijo adormilado mientras se estiraba—. ¿Cómo dormiste?
—Bien, ¿y tú? —respondí mirándole mientras me restregaba los ojos. Sonrió levemente y se levantó mirando a su alrededor. Lana y Brian apenas despertaban también.
—Ya deben de traer el desayuno… —murmuró estirando su espalda, la camisa se levantó dejando ver su pálida piel, aparté la mirada hacia los barrotes.
—¿Carl? —habló Brian extrañado— ¿Qué haces con Tenny?
—¿Tenny? —murmuró Lana algo asustada.
—Me pidió disculpas anoche —contesté dirigiendo mi mirada hacia ellos—. está todo bien.
—¿Segura? —Lana hizo una mueca y miró a Carl.
—Querría disculparme también con vosotros por cómo me he comportado, ha estado todo mal por mi parte, chicos… —Carl me miró un momento y luego a ellos, les tendió la mano y ellos no la tomaron.
—¿Esto es en serio? —preguntó Brian incrédulo.
—Sí, estoy siendo lo más serio que puedo.
—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? —se cruzó de brazos la de pelo castaño.
—No más peleas, no más insultos, nada, se supone que estamos juntos en esto, y solo he separado al grupo. Quiero enmendar mi error —Carl me miró de reojo por unos segundos—. Lo siento.
Lana y Brian no sabían qué decir, Lana estrechó su mano, y Brian segundos después.
—Más te vale no volver a jodernos —dijo Brian y todos nos juntamos.
—No lo haré, lo prometo —dijo con seriedad el rubio y se escuchó el sonido de la puerta abriéndose—. ¡El desayuno! —exclamó contento y se dirigió a los barrotes para encontrarse cara a cara con Jeff, su sonrisa se desvaneció rápidamente.
Jeff lo miró fijamente y serio, con mirada gélida, como si sus ojos no tuviesen vida. Me perdí en ellos por unos segundos hasta que alguien habló.
—¿Puedes apartarte, Plagaunado? Hoodie está demasiado ocupado hoy para jugar contigo.
Carl no apartaba la mirada, me acerqué a los barrotes y Jeff abrió la celda, dejándome salir.
—Jeff, espera —el moreno me miró—. ¿Podrías traer la manguera? Para que Brian y Lana se puedan asear un poco, por favor.
Ellos me miraron algo boquiabiertos y luego a Jeff, quien se mantuvo callado unos segundos.
—Sí, supongo que necesitáis un baño… —murmuró y se detuvo en Tenny—. Ve a la cabaña, espérame ahí.
—Espera, ¿yo sola? —¿me había mandado a la cabaña sola? Que yo supiese, no podíamos merodear solos, nunca.
—¿Por qué no? —arqueó una ceja.
—¿Y si me trato de escapar? —bromeé, él soltó una mini risa nasal.
—Inténtalo, saluda a B.O.B de mi parte cuando te lo encuentres —ambos reímos recordando lo que había pasado.
—Te espero en tu cabaña entonces, intentaré no perderme —iba de camino a la salida de la celda, hasta que escuché una voz que llamaba a Jeff.
—Jeff —me di la vuelta y era Carl. Carl le estaba hablando a Jeff, esto no puede ser bueno…
El de capucha blanca lo miró fríamente.
—¿Qué mierda quieres? —dijo con voz grave, dura y firme.
—Quería… —Carl me miró un momento, que lo miraba expectante y volvió su mirada a Jeff— quería pedirte disculpas, por todo lo que he dicho, no estuvo bien y me merecía la paliza por bocazas.
Nuestras caras parecían memes de impactados, Carl, el Carl que conocemos, que había insultado miles de veces a Jeff, ¿pidiéndole perdón y que se merecía la paliza de muerte que le dio?
Jeff clavó su mirada en él, sus ojos azules se atravesaban mutuamente sin decir nada, hasta que el moreno habló.
—¿Te ha costado mucho preparar ese chiste? Porque tiene menos gracia que un maldito cadáver —dijo con tono burlón Jeff.
—No es una broma —replicó Carl—. Es una disculpa totalmente sincera.
—Ah, espera, ¿que me lo tengo que creer?
Carl no se inmutó, seguía con su expresión seria, Jeff se cruzó de brazos, lo miró fijamente como si lo estuviera analizando.
—Gracias por delatarte, estúpido —Carl frunció el ceño, Jeff me miró y me hizo un ademán con la cabeza para que me fuera.
Sin decir nada, salí de nuestra prisión, caminando por el bosque en dirección a la cabaña de los Woods, Jeff se había quedado para bañar con la manguera a Brian y Lana.
Cuando llegué, me senté en el sofá sin decir nada, miré al suelo mientras tomaba mis manos, pensando en Carl.
¿Qué le pasaba? ¿Realmente estaba arrepentido?
—Ah, hola —habló una voz detrás de mí, era Liu.
—Hola Liu —le saludé con voz algo apagada.
—¿Ocurre algo? Espera, ¿dónde está mi hermano?
—Le pedí si podía sacar la manguera para lavar a mis amigos, y él me dijo que fuese a la cabaña sola.
—Jeff… ¿Jeff te dijo que fueses tú sola a la cabaña? ¿Caminando por el bosque? —se cruzó de brazos mirándome incrédulo.
—Sí, pero no es como si me fuese a escapar, ¿no? No tengo posibilidades.
—¿No tienes posibilidades o es porque no quieres? —arqueó una ceja.
—¿Qué? —hice una mueca de la sorpresa ante esa pregunta, Liu se acercó a mí.
—¿Te has encariñado con Jeff, verdad? —fruncí el ceño, su tono era acusador, entrecerró los ojos, yo solo me mantuve en silencio— ¿Te has encariñado? —volvió a repetir.
—Eso no es de tu incumbencia, Liu.
—Claro que lo es, es mi hermano, y créeme, como se te ocurra usar alguna artimaña…
—¡No uso ninguna artimaña! —me levanté— ¡No estoy tratando nada con él! ¡Estás malinterpretando todo!
—Así que malinterpretando, ¿eh? Explícame entonces por qué mierda siempre andas detrás de él colándote en nuestra cabaña —hizo hincapié en "nuestra".
—¡Porque Jeff siempre me saca de la celda para pasear!
—¿Y por qué aceptas? —elevó el tono de voz un poco.
—¡Porque me gusta pasar tiempo con él! ¡No solo porque pueda salir y caminar! ¡No me disgusta estar a su lado! —solté exasperada.
Liu me miró fijamente, parecía que era una cualidad esa manera de mirar entre los Woods. Desvió la mirada unos instantes, después miró a la puerta y soltó un suspiro.
—Liu… —hablé un poco más calmada— Sé lo que os pasó —inmediatamente atraje la mirada del castaño, quien me miraba sorprendido—. Seguramente se ahorró algún que otro detalle, pero… lo que os pasó a ti, tanto a él como a vuestros… padres…
—¿En serio te lo ha contado? —me interrumpió bruscamente—. Agh, ¿en qué estará pensando…?
—Tu hermano no estaba bien, necesitaba desahogarse, estaba… lleno. Solo necesitaba vaciarse mentalmente, y solo le apoyé y escuché. Ahora entiendo el porqué sois tan unidos. Y por si acaso, no pienso ni he pensado en hacerle nada malo a Jeff, ni se me ocurriría por un segundo.
Liu me miraba inexpresivo, seguramente estaría tratando de encontrarle alguna falla a lo que había dicho, pero la puerta de la cabaña se abrió, dejando ver a Jeff.
Cuando cerró la puerta y entró, caminó hacia el sofá y se desplomó en él boca abajo, soltando un suspiro agotado.
—¿Qué? ¿Día duro? —habló Liu con seriedad.
—Qué pereza de vida… —murmuró Jeff, me empecé a reír por lo bajo. Era un comentario típico de alguien de mi edad, y se me hacía divertido escucharlo de un adulto.
—¿Tan temprano? Apenas es por la mañana —dije yo mirándolo.
—Por eso, ya desde por la mañana tengo pereza —se acostó boca arriba y soltó un bostezo, yo me senté en la esquina del posabrazos. Vi como Liu me dirigía una mala mirada, pero traté de ignorarlo. Con Jeff al lado, Liu no podía hacerme nada, ¿no?
—¿No dormiste? —le pregunté, dirigió su mirada hacia mí.
—No mucho, salí a matar por la noche con Liu, Ben, Eyeless… —asentí y miré al suelo, mis piernas no llegaban al suelo, así que me puse a jugar con ellas balanceándolas—. ¿Has desayunado?
—No, no todavía.
—Te prepararé algo.
—No, no, no hace falta, en serio —me encogí de hombros algo avergonzada.
—Veré qué hay, si os dejo de nuevo solos en la cocina os veo capaz de comer hamburguesa con pan de perrito… —dijo Liu soltando un suspiro y se fue a la cocina.
—Jeff… —lo llamé—. Gracias, por lavar a Lana y Brian, no tenías que hacerlo y me hiciste ese favor, te lo agradezco.
—No es nada —cerró sus ojos y puso su brazo en su rostro, tapándolos—. Tenny, quiero hablarte de algo —dijo serio pero calmado.
—Dime, ¿qué pasa?
—¿Te ha hecho algo Carl? —tragué en seco, sabía que si le decía que Carl intentó violarme lo mataría en ese mismo momento aunque se haya disculpado. De todas formas, no quiero más muertos por nuestra parte.
—No sé a qué te refieres… Carl se disculpó por la actitud que ha tenido con nosotros.
—Claro, y como se ha disculpado ahora duermes con él… —dijo sarcástico, ¿estaba molesto?
—Yo… le dejé dormir cerca de mí porque se disculpó y se abrió conmigo, hasta lloró… me dio pena y temo que Carl vaya a peor de lo que ha ido, ha tenido cambios de humor repentinos en muy poco tiempo. Al igual que comportamientos…
—Tenny, ¿hace cuánto que conoces a Carl?
—Desde que tenía doce años, ¿por qué?
—¿Y cómo ha sido todos estos años? Sin contar cuando os secuestramos —hizo otra pregunta.
—Es el más callado del grupo, es decir, casi nunca hablaba, solo asentía o respondía con palabras cortas, pero siempre iba con nosotros, y poco a poco ha estado hablando algo más —ladeé la cabeza, ¿adónde quería llegar con eso?
—Bien, ¿os ha hablado de su entorno familiar?
—No, nunca, cuando le preguntábamos no decía mucho, solo que o estaba bien o cambiaba de tema… A excepción de hace unas semanas que fue cuando explotó —Jeff se apartó un poco el brazo, dejando a la vista su ojo izquierdo mirándome—. Por lo que nos contó, tuvo una vida bastante dura, como que tuvo que ocuparse de sí mismo a temprana edad, sus padres discutían siempre, sufría de bullying… —me entristecí un poco al recordarlo.
—¿Siempre ha sido contigo tan atento?
—¿Por qué tantas preguntas? —me sentía en un interrogatorio, hice una mueca con la boca.
—Solo responde, ¿quieres? —siguió con su tono y semblante serio.
—Solo recuerdo que me miraba mucho y trataba de estar cerca de mí, trataba de empezar o mantener una conversación y hablar de gustos en común, de cualquier cosa.
—Y todo el comportamiento que ha tenido siempre ha sido normal, ¿no? Todo lo que ha estado diciendo y haciendo es nuevo, es decir, que empezó desde que estáis encerrados, ¿no es así? —asentí—. Bien… deberías evitar a Carl a toda costa.
—¿P-por qué? —eso me tomó desprevenida—. ¿Qué pasa con él?
—Es alguien peligroso.
—Pero… tú eres un asesino —Jeff se sentó rápidamente, al quitarse completamente el brazo de su rostro y tenerlo más cerca, pude notar que sus ojeras eran más grandes, sus ojos lucían cansados, entreabiertos.
—Yo soy un asesino y él el tipo que supuestamente es tu amigo, y dime, ¿quién en tan solo dos meses te ha puteado tanto para que te sientas más segura con alguien que conoces hace poco que alguien de años? —me miró a los ojos sin parpadear.
—Tú, pero… ¿Y si esta situación le afecta de esa manera? Es decir, a todos nosotros nos afecta, pero él pudo… haber reaccionado y pensado de esa forma, y al ver que fue estúpido rectificó.
—Tenny, cuando se disculpó contigo, ¿a quién estaba mirando?
—A mí —dije sin pensar, ¿a quién más iba a mirar si estaba hablando conmigo en ese momento?
—Cuando se disculpó con Brian y Lana, ¿a quién estaba mirando?
—A ellos, aunque me miró a mí un momento…
Jeff seguía mirando, tomó una pausa de unos segundos y soltó un largo suspiro.
—Está bien. Cuando se "disculpó" conmigo —dijo haciendo comillas con los dedos—, ¿a quién miraba?
—A ti, pero hubo un momento en el que a mí… —fruncí el ceño, no lo entendía—. Pero no lo entiendo, no tiene nada de raro en que me mire…
—Para que luego digan que las rubias no son tontas —llegó Liu con unos sándwiches mixtos.
—A ver, Tenny… en los tres casos en los que Carl se disculpaba, te miraba a ti, ¿no? —asentí lentamente—. Muy bien, ¿entiendes lo que te quiero decir? —negué con la cabeza, Liu se empezó a reír.
—Ay, me recuerdas a mí intentando explicarte alguna asignatura del colegio —Jeff subió la mirada por un segundo hacia su hermano que se encontraba detrás de mí.
—Carl quería ver tu reacción, para ver si lo que él estaba haciendo y diciendo te gustaba, para ver si estabas satisfecha.
—¿Qué? —levanté las cejas sorprendida.
—Te está manipulando, como lo intentó conmigo en la celda, no sé si realmente creyó que me lo tragaría o si era su intención siquiera, de lo que estaba seguro es que estabas cayendo en su juego.
—E-entonces…
—Trata de evitarlo todo lo que puedas. Carl no está haciendo esto porque sí, debe de tramar algo…
—Pero Jeff, es Carl, ¿qué puede hacer él? Está herido y hay cientos de Creepypastas y no Creepypastas a lo largo de todo el bosque, es imposible que Carl tenga un plan o algo así. Es decir, es hombre muerto haga el movimiento que haga.
—No te falta razón, pero yo a ese cabrón no le creo nada, lo veo capaz de cualquier cosa, hasta solo por impresionarte o llamar tu atención.
—¿Como cuando se cortó las venas? —dijo Liu, tomé un sándwich de la mesa y comencé a comer.
—Exacto. Eso es un ejemplo claro de que ya no está tan cuerdo como ellos, Liu, y lo sabes.
—Cuando lo encaré parecía un niño acorralado al no saber qué responder —se burló el castaño, yo iba por el segundo sándwich escuchando la conversación.
—Trataré de no juntarme con Carl… o al menos que… bueno, no se ponga demasiado agresivo, al menos con nosotros. No es como que pueda hacer algo más, ¿no?
—No, ni nosotros, Zalgo no quiere que hagamos nada más por el momento… —Liu miró de forma extraña a Jeff tras escuchar eso. Estoy segura de que a Liu no le hace gracia que Jeff me hable de los planes de Zalgo…
—Jeff, tendré cuidado —nos miramos, él estaba terriblemente cansado, se le notaba en el rostro, sonrió levemente abatido y se tumbó en el sofá.
—Déjala que se quede hoy, Liu, al menos para que no esté con ese idiota… —murmuró Jeff y soltó otro bostezo.
—Bueno, pero le tendré que cobrar alquiler, pasa más tiempo aquí que nosotros dos juntos —tomó un sándwich del plato y se encogió de hombros.
Entonces, ¿Carl intentaba manipularme? Si es así, ¿para qué? ¿De qué le vale manipularme a mí y no a alguien que de verdad le pueda ayudar a escapar de todo esto?
Curiosidad n°53: Janna, a pesar de estar con Liu por la investigación, no le sería infiel lo amara de verdad o no. Ya que, nuestra querida señorita Weskare tiene principios morales en los que la infidelidad no tiene lugar.
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