Capítulo 31
20:50. Esos números marcaba mi reloj de muñeca. Liu me dijo que me esperaba a las nueve en punto en su cabaña, pero sobreentendí que se refería a “las 20:50 en el bosque, te recojo y te guío hacia la cabaña”. Y así fue.
—Has llegado a tiempo —escuché una voz detrás de mí, me di la vuelta y ahí estaba el castaño de ojos verdes.
—No soy fan de la impuntualidad, ¿tan lejos está tu cabaña que has llegado tan pronto?
—Eso solo fue una vez… Tuve que caminar yo solo hasta las afueras —soltó una risa leve—. Entonces, ¿vamos?
Asentí y comenzamos a caminar, aunque yo le seguía a él al estar totalmente a ciegas en aquel frondoso paisaje. Aún no comprendo cómo se pueden ubicar por zonas así.
—Liu —lo llamé y él me miró con atención—, no es un mal lugar para vivir… ¿De verdad os tenéis que mover tanto?
—Policía y demás, ya sabes… —murmuró y miró a los árboles.
—¿Y todos os movéis de bosque en bosque? ¿Ninguno decide quedarse fijo? —dije mirando a mi alrededor.
—Sí nos movemos de un lugar a otro, pero no al mismo tiempo. Normalmente los primeros en llegar son los proxys, ellos investigan el terreno y luego se lo comunican a Slenderman. Si él da el visto bueno los que nos movemos con él, que somos la mayoría, nos instalamos. Luego suelen llegar algunos bichos como The Rake, que mientras no nos fastidien a los demás no les hacemos mucho caso.
—Espera, ¿y por qué seguís a Slenderman sin ser proxys? ¿Y de dónde sacáis las cabañas y todo eso? —«demasiadas preguntas en muy poco tiempo».
—Mm… —Liu me miró algo extrañado— No me importa responder pero, ¿para qué quieres saber todo eso? ¿Quieres informarte para volver a esta vida? Porque por mí encantado si vienes con nosotros a todos lados —Liu sonrió pícaramente, pero creo que desconfía un poco de mí. Yo no pude evitar reír un poco.
—Lo he estado pensando, porque siento a veces que no encajo mucho en esta vida de… ser normal, ya sabes…
—En ese caso siempre tendrás la puerta de mi cabaña abierta —dijo en tono animado.
Mientras caminábamos, el camino se iba haciendo algo más espeso, pero a lo lejos logré distinguir una especie de almacén rectangular y pequeño, a lo que fruncí el rostro para ver mejor.
—Liu, ¿qué es eso? —señalé el inmueble y Liu siguió mi dedo índice, cuando lo vio se puso nervioso enseguida y carraspeó un poco.
—Am… Nada importante, no te preocupes, es un almacén donde guardamos… ciertos objetos inútiles… —no me creí ni una palabra, se había puesto nervioso, ¿será ese lugar donde estén secuestrados los chicos? Solo tendría que averiguarlo cuando nadie me pudiera ver.
Caminamos otros diez minutos y divisé una cabaña de madera parecida a la de Hoodie, supuse que habíamos llegado.
Liu se acercó a la puerta y la abrió, dejándome paso. Solo esperaba que le hubiera dicho a su hermano que se fuera, porque si no, no podría haberme controlado las ganas desde hace años de descuartizarlo vivo.
—Bienvenida a mi humilde morada —observé la cabaña con suma atención, televisión, electricidad, baño, cocina…
—Liu, ¿de dónde sacáis la electricidad? —me di la vuelta para mirarlo con extrañeza.
—Un… generador… Un amigo experto en tecnología nos ayuda con eso… Si es por el agua caliente no te preocupes, tenemos un filtro para eso —«Ben…»
—Me sorprende que podáis vivir en el bosque sin problemas, es algo surrealista e increíble para mí, siento hacerte tantas preguntas —sonreí inocentemente y recorrí la casa, hasta que vi en el suelo lo que parecían ser unos boxers.
—Oh, perdona… Ha debido de ser mi hermano… Lo siento mucho, Janna —Liu con rapidez agarró la ropa interior y la tiró al baño, parecía algo enfadado con él— ¿Comemos? —asentí y se fue a la cocina. Del horno sacó una lasagna que olía demasiado apetecible.
—Al final no solo vas a ser un gran cocinero sino un adivino, porque me encanta la lasagna —dije con una gran sonrisa. Y era cierto, era de mis platos preferidos y tenía una pinta estupenda. Jamás habría imaginado que Homicidal Liu pudiera cocinar así.
—Sí, al vivir solos digamos que tuve que aprender a cocinar… A mi madre le hubiera gustado la idea de haberme visto hacer la comida y probarla, pero por azares del destino… —soltó una sonrisa amarga y colocó la comida de la mesa.
«Por culpa de tu hermano, querrás decir…»
Liu me miró y cambió rápido de tema.
—Bueno, no es momento de lamentos —su sonrisa se volvió resplandeciente, aunque algo forzada al principio—. Dime qué te parece —Liu agarró la silla para separarla de la mesa y permitir que me sentara, luego colocó un plato para cada uno, apoyó su brazo sobre la mesa y se quedó esperando a que diera el primer bocado.
La lasagna estaba caliente pero no ardía, y al probarla creo que se me iluminó la cara porque estaba deliciosa. «Solo espero que no esté envenenada».
Liu alzó un poco su rostro alegre esperando una respuesta.
—Efectivamente, un gran cocinero —contesté y los dos comenzamos a comer, al rato volví a hablar—. Liu… ¿Puedo hacerte una pregunta?
—No puedo responderte hasta que no sepa de qué pregunta se trata —dijo levantando una ceja y con una media sonrisa. Yo bajé mi rostro sonriendo por unos segundos pensando cómo formularla.
—He… he escuchado lo del secuestro de unos adolescentes de esta zona. Tengo que serte sincera, vine aquí atraída por eso, esperaba que vosotros estuviérais por aquí cerca, realmente quería volver a contactar con… mi verdadero yo… —el castaño sonrió y se acercó levemente a mí, aún con la media sonrisa.
—¿Y cuál es la pregunta?
—¿Sois vosotros, entonces? —su sonrisa se volvió algo nerviosa y miró al suelo antes de mirarme a los ojos.
Después de lo que le había dicho no creo que quisiera mentirme, pero quería pensar bien qué palabras usar.
—Es… complicado… —cogió algo de aire antes de seguir— Creo que es bastante obvio que somos nosotros, pero no decidimos realmente hacerlo. Son… órdenes. Órdenes un poco extrañas, he de decir —su sonrisa se desvaneció, ahora estaba serio, no parece que el tema de los adolescentes se lo tome a broma—. Sé que son prácticamente niños, solo una tenía dieciocho, pero no te asustes, no somos unos pervertidos. No todos al menos… Ellos eligieron meterse en problemas, y todo esto tiene un sentido, es para un bien mayor…
—¿Un bien mayor? ¿Qué de bueno tendría secuestrar a unos adolescentes? ¿Tienen algo en especial? —fruncí el ceño confundida mientras seguía comiendo.
—Créeme, Janna, yo tampoco lo sé, no me han dicho nada, a nadie que yo sepa de hecho… Ni siquiera a Hoodie.
Bajé la mirada dubitativa, «¿ni siquiera ellos mismos sabían entonces lo que estaban haciendo? Tiene que ser obra exclusivamente de Zalgo, ya que todo empezó por él…»
Escuché que tocaron la puerta de la cabaña, Liu se levantó y abrió a la persona que llamaba.
—Ben, ¿qué pasa? —al escuchar ese nombre tragué en seco, mierda, en cualquier momento podría delatarme… ¡Maldito enano!
—¿Está Jeff? —preguntó.
—No, ¿pasó algo? —dijo en tono de preocupación.
—No, no, solo lo estaba buscando por si quería hacer algo, tal vez esté con Eyeless… Oh, no sabía que estabas acompañado —comentó amablemente.
—Sí… Estamos algo… ocupados…
Ben murmuró algo que no alcancé a oír, estaba empezando a sudar y estaba tiesa en la silla, esperando que en cualquier momento dijeran que conocían a una chica parecida y Liu me degollase en menos de cinco segundos, pero la puerta se cerró y el castaño volvió a la mesa algo irritado.
—Niños en cuerpos de adultos… —soltó un suspiro molesto y siguió comiendo.
—¿Todo bien?
—Sí, solo vino a molestar un poco, así es él, no le des importancia… ¿Por dónde estábamos?
—Me hablabas de que no sabías de las órdenes que os habían dado, ciertamente suena algo peligroso estar haciendo algo sin saber realmente qué estás haciendo.
—Sí, no sabes si todo va bien y la estás jodiendo… Ya no quedan muchos vivos —un nudo se formó en mi garganta mientras lo escuchaba, ¿quedarían solamente Tenny y Carl? ¿Todos habrían sido asesinados brutalmente en tan poco tiempo?
—Ah… —fue lo único que pude decir, pero Liu siguió.
—De todas formas, no es como que nosotros realmente fuésemos a matarlos, las muertes que hubo ellos mismos las ocasionaron. Somos asesinos, pero cuando una víctima trata tanto acercarse a ti para jugártela creyendo que todo saldrá como lo ha planeado… Créeme que luego se sorprenden de porqué no nos dejamos manipular por ellos, o porqué acaban muertos. Realmente los detesto…
—Bueno… —apreté mi mandíbula tratando de contener mi rabia— Digamos que también es… entendible que quieras escapar estando en un lugar contra tu voluntad…
—Por supuesto que sí, pero pudieron usar mejores métodos, más que intentar ser nuestros… "amigos"... —Liu soltó una risa, escupiendo un poco de saliva— Tal vez podrían haberse estado quietecitos sin hacer nada, aunque, ¿quién sabe? Tal vez hubieran muerto de todas formas, con él nunca se sabe…
Me quedé callada, terminé de comer la lasagna y Liu también.
—Con tanta prisa para comer olvidé las bebidas, ¿quieres algo de beber?
—Agua, por favor —sonreí gentilmente, él se dio la vuelta y sacó una botella de vino y una jarra de agua. Miré minuciosamente cómo echaba el líquido transparente en la copa, tenía que tomar precauciones aún así…
—Aquí tienes —tomé la copa y bebí un poco—. Es extraño que no bebas alcohol.
—Sí lo hago, pero no me parece muy prudente estar ebria al tener que cruzar el bosque entero con mis cinco sentidos embobados —reímos levemente y Liu bebió su copa de vino de un sorbo.
—Siempre puedes… quedarte en la cabaña… —susurró con voz ronca y los ojos entrecerrados mientras jugueteaba con la copa.
—Y-yo… —titubeé un momento, el verlo así había hecho un efecto en mí que irremediablemente debía borrar. No, no puedo sentir eso por alguien como él, definitivamente no— Liu… Creo que se hace tarde, debería volver…
—Vamos, Janna… ¿Segura que no quieres quedarte aquí? —sus ojos estaban fijos en los míos.
—Sabes que es mejor así… Todavía no he vuelto por así decirlo… —Liu soltó un gruñido y dejó la copa a un lado— Pero podemos quedar de nuevo otra vez —añadí, a lo que su rostro se iluminó un poco, ambos nos levantamos y él me acompañó hasta la puerta.
—Te acompaño.
—No, no hace falta, puedo ir sola —sonreí y él cerró la puerta.
—No es una pregunta, Janna, no te estoy pidiendo permiso —tomó la delantera mirándome de refilón y caminamos por el bosque, cuando llegamos a ese supuesto almacén, lo miré de reojo, tengo que encontrar la manera de entrar ahí.
El camino fue silencioso, pero no incómodo, ambos la habíamos pasado dentro de lo que cabe bien y estábamos cansados. Al llegar a la entrada del bosque, Liu se detuvo mirando el pueblo.
—Ya te llamaré —dije y él volteó a verme asintiendo, hizo una mueca de que deseaba algo más, pero ambos nos fuimos por nuestro propio camino.
«Ya casi los tengo».
Curiosidad n°31: Ben no reconoció a Janna afortunadamente porque estaba de espaldas.
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