VI. La vida adulta


-¡Me tienes que estar vacilando!- Gritó Dexter mientras gesticulaba exageradamente-. ¡¿Cómo se puede ser tan zorra?!

-Pues siendo Alice, qué más te puedo decir- espetó Jessica de mala gana. Había ido a visitar a su buen amigo a su casa, en un barrio residencial muy bonito con casas muy pintorescas y grandes como la suya, aunque no todas podían fardar del jardín y la piscina de la que gozaba él.

-¿Y no te ha vuelto a decir nada?- Preguntó mientras se llevaba la copa de vino blanco a la boca.

-No, y tampoco me ha desbloqueado de redes sociales...- Se acicaló el pelo pensativa-. Oye, prefiero cambiar de tema. Darle vueltas y vueltas a la historia con Alice no me está ayudando en absoluto, así que voy a tratar de olvidarla y ya está- explicó con un tono de voz calmado y sereno.

-Sabes cómo se superan estas cosas, ¿no?- Alzó una ceja con picardía.

-No creo, ¿cómo se supera?- Dexter no pudo evitar poner los ojos en blanco y quejarse.

-Nena, estás en la parra. ¿Nunca has oído que un clavo saca a otro clavo?- Le dio un codazo con complicidad.

-Pues hablando de clavos, una vez intenté sacar un clavo con otro clavo en un tablón de madera- sonrió con inocencia.

-¿Y pudiste?- Volvió a enarcar la ceja.

-No- sonrió aún más ampliamente mientras se recostaba en el respaldo dela silla. Dexter se llevó la mano a la cara con decepción.

-Eso no importa, tu vida amorosa no es un trozo de madera. Mira, hasta finales de enero, hay una discoteca que los jueves hace descuento a los universitarios, lo llaman "jueves universitario"- la ilusión inundó su semblante.

-Qué original- señaló irónica.

-¡Y tú y yo somos universitarios! Vamos a ligar un poco, a bailar y a divertirnos juntos, ¿vale?- Posó su mano sobre la rodilla de Jessica, a modo de gesto cariñoso.

-Te olvidas de un crucial detalle- entrelazó sus manos frente a ella-, y es que estoy pelada. ¡No tengo dinero para eso! Apenas tengo para comer- Dexter le dio un cate en la frente-. ¡Auch, oye!

-¿Tú eres tonta? Ya te lo dije, en mi casa siempre hay un plato para ti, ¡y nunca cuentas conmigo!- Se echó hacia atrás cruzando los brazos, indignado-. Pero ahora vas a tener trabajo, ¿no? Eso ya no será más un problema.

-No te animes tanto. Todavía no sabemos si me van a contratar, tengo que ir hoy en- miró su reloj- dos horas para la entrevista, y aunque me cogiesen, cobraría a final de mes, y estamos a principios.

-Bla, bla, bla, ¡detalles! Mira- con pequeños saltos colocó su silla junto a la silla y pasó una mano por su hombro-, yo te pago la entrada y las consumiciones esta vez, y no me devuelvas el dinero, o te patearé el culo. ¿Perfecto? ¡Perfecto!- Se levantó de sopetón y dio unos pasos hacia delante, contemplando su jardín repleto de arbustos floridos.

-Dexter, sabes que no voy a dejar que hagas eso de ninguna de las maneras. ¡Es muy incómodo para mí!- También se levantó. Su amigo se giró y la miró inquisitivo.

-¿En España está mal que los amigos cuiden entre ellos?- Frunció el ceño.

-No, pero esto no es cuidar, simplemente me estás pagando la entrada a una discoteca para irnos de fiesta juntos- ansiosa volvió a mirar la hora. Apenas habían pasado unos minutos, pero sentía como el tiempo se le echaba encima-. Tengo que irme ya, tengo que coger un bus para llegar y me dijeron que mejor no llegase tarde. Pero muchas gracias por estar ahí para escucharme- le agarró de la mano con dulzura. Dexter era un muchacho algo bajito, y Jess tenía que bajar un poco la cabeza para poder mirarle a la cara.

-En serio, si necesitas lo que sea, llámame, ¿vale?- La rodeó con los brazos. Ésta le devolvió el abrazo, y una oleada de llorera invadió su interior. Decidió acabar pronto aquel abrazo antes de que no pudiera resistir aquel impulso, y sonrió.

-Te llamaré aunque nunca te necesite- le alborotó el pelo riéndose.

-¡Serás mala perra!- Dio un paso hacia atrás mientras le apartaba el brazo-. Vete antes de que te mate por esta ofensa- se lamió la yema de dos dedos y comenzó a recolocarse el pelo minuciosamente. Jessica se fue riéndose hasta la salida.

-¡Jessie! ¿Ya te vas?- Oyó la voz de Joyce, la madre de Dexter, provenir dela cocina. Unos pasos rápidos y ligeros le advertían que aquel torbellino de energía que era su madre se aproximaba.

-Sí, señora Murphy, tengo un compromiso, y no me gustaría llegar tarde- giró sobre sus talones al tiempo que la señora aparecía por una puerta secándose las manos en un delantal. Joyce Murphy era una mujer verdaderamente pintoresca: pelirroja, bajita, robusta, con caderas anchas, hombros estrechos y unas manos increíblemente suaves para la cantidad de trabajos manuales que realizaba a diario, como cocinar, limpiar o cuidar del jardín. La mujer caminó hasta Jessica y del bolsillo sacó un caramelo de café.

-Por favor, Jessie, ¡sabes que puedes llamarme Joyce! En España no es común tratar de señor o señora a las personas, ¿verdad?

-No lo es, pero no voy a ignorar la etiqueta estadounidense sólo porque sea de otro país- razonó-. Ha sido un placer venir, tiene las flores del jardín preciosas- Joyce no pudo evitar sonreír mientras movía las mejillas ligeramente.

-Eres un encanto, cielo, ¡deberías venir más a menudo!- Sacó otro caramelo y se lo dio-. Espero que te vaya bien tu compromiso.

-Yo también, ¡es una entrevista de trabajo!- La emoción se escapaba por su voz. Volvió a mirar su reloj-. Algún día vendré a visitarla a usted y no a Dexter, pero me tengo que ir ya. Muchas gracias por el caramelo- se despidió con la mano y salió por la puerta.

-Qué formal es esta chica- oyó murmurar mientras cerraba tras de sí.

Tal y como había supuesto, el primer autobús que encontró estaba tan lleno que ni siquiera paró en la estación de autobuses, y tuvo que esperar al siguiente durante veinte eternos minutos. Durante el trayecto no pudo evitar pensar en Alice. ¿Se presentaría ella también al trabajo? Tenía deudas que saldar con Jason, y a lo mejor él podría haberla ayudado como hizo con ella. Pero éste parecía muy enfadado con ella. Aunque no le había amenazado con romperle las piernas. ¿Y si también le había ayudado ya? Jason en el fondo era bastante amable y nervioso, puede que siempre hiciera lo mismo con la gente que se endeuda, ya que al fin y al cabo él acabó trabajando de lo que trabajaba debido a una deuda, y le confesó que no le hacía gracia del todo. O a lo mejor Alice volvería a desaparecer. No, eso era improbable. ¿Por qué iba a desaparecer de nuevo después de haber hecho todo ese papelón en la puerta de su casa?

Se bajó del autobús tras una hora y comenzó a caminar.

¿A qué diablos juegas, Alice? ¿Me quieres o no me quieres? ¿Me quisiste o sólo fui un juguete? ¿Por qué me tratas como un juguete? A lo mejor eso es lo que era, una distracción. Bien,entonces no quiero volver a saber nada de ti, ni siquiera quiero queme devuelvas mi dinero. Espera. ¡Mi dinero! ¡Por supuesto que lo quiero de vuelta! No estoy para ir regalándolo. Debería pedirle... No, exigirle mi dinero, sí. Eso haré. ¿O no? Maldita sea, eso significaría tenerla en mi vida durante más tiempo, y bastante daño me ha hecho ya. ¿Y entonces qué hago? ¡Dios, Jessica, deja de pensar en ello! Tienes cosas más importantes que hacer. Estás yendo a una entrevista de trabajo, ¡por fin! Bueno, no sé de qué te alegras, al fin y al cabo simplemente van a entrevistar a un montón de gente, y no tienes el mejor currículum del mundo. ¡Hostias, el currículum!

Se paró de golpe, atolondrada por su propio pensamiento. Continuó caminando más despacio.

Muy bien fiera, te has dejado el currículum en casa. Bueno, creo que lo tenía guardado en la nube. Más te vale, Jessica María, tener una copia del documento en la nube.

Sacó el móvil y comenzó a rebuscar entre sus archivos. No le fue fácil encontrarlo entre tantos documentos de antiguos trabajos y borradores de muchos otros, pero consiguió encontrarlo. No pudo evitar dar un pequeño salto de la alegría y sonreír.

¡Bien! Muy bien, todavía queda una media hora para que empiecen a hacer las entrevistas, mientras llego y espero a que me elijan puedo..."decorarlo" un poco. Seguro que no me vendría mal. Uff,no, qué idea más terrible. ¿Y si me pillan y me meten el la cárcel por mentir? No, ¿qué coño estoy pensando? Jessica, cálmate, por el amor de tu madre, sólo vas a atribuirte más cualidades de lasque tienes... O mejor aún, en lugar de mentir, digo, decorar, ¿porqué no busco recetas de cócteles y tal? Porque fijo que me preguntan... Por el amor de Dios, ¡estoy sudando un montón por los nervios! Qué asco.

Se secó las palmas de las manos contra el pantalón mientras cruzaba una calle a grandes zancadas. Una manzana más adelante, podía ver un pequeño grupo de personas paradas en la acera, así que parecía que ya había llegado.

Vale, organízate. Voy a preparar mi currículum, a buscar cómo se preparan bebidas alcohólicas más complicadas que echar refresco en ron...

Sus pasos fueron ralentizándose mientras podía ver con mayor claridad alas personas que estaban ahí paradas, frente a un local llamado Infernos. Había un total de doce personas, la mayoría chicas muy guapas. A excepción de dos muchachas, las otras seis vestían como si fueran a una fiesta, una con un escote casi hasta el ombligo y otra con la espalda completamente descubierta. Cuando estuvo a unos metros de ellas, varias repararon en su presencia, y comenzó a sudar todavía más, intimidada por aquellos bellezones. Dirigió su mirada hacia un muchacho que estaba cerca de ellas con un papel en la mano y caminó hacia él.

-Perdona, es aquí donde hay entrevistas de trabajo para camarero, ¿verdad?- Señaló la puerta de Infernos. Éste asintió mientras movía su mirada hacia la puerta y erguía la espalda. Jess se giró, y vio como un hombre con entradas y barba marrón salía por la puerta. No era más alto que ella, pero parecía ser el doble de ancho. Llevaba una camisa de manga corta, que dejaba ver unos brazos repletos de tatuajes, e incluso diría que había alguna cicatriz. Miró al corro de personas, en especial a las hermosas muchachas.

-Los castings para stripper primero, que entre quien quiera presentarse- dejó la puerta abierta con un tope, y atropellándose las unas a otras intentaron pasar, aunque una chica pelirroja consiguió entrar la primera. Observó a las personas que se habían quedado ahí junto con ella. ¿Qué clase de discoteca era esa? ¿Acaso era en realidad un club de striptease? A lo mejor algunas discotecas eran así en Estados Unidos.

-Vaya liada...- masculló molesta en castellano. Se acercó a una boca de incendios y se sentó sobre ésta mientras intentaba distraerse memorizando todas las recetas de cócteles que encontraba en Internet.

Poco a poco las muchachas fueron despachadas, algunas salían con cara triunfante y otras indiferentes. Tras la última chica volvió asalir aquel hombre barbudo.

-Quien esté aquí para puesto de camarero, que entre- hizo una señal con la cabeza y volvió hacia el interior. Jessica se levantó despacio,cogió aire profundamente y con paso decidido caminó hasta la puerta, entrando la última.

Lo primero que vio fue una pequeña habitación con una barra diminuta y tras de ésta varios armarios abiertos, como si fuera un ropero, y a su derecha unas escaleras de metal negro que descendían. La iluminación era tenue y de color morado en aquella habitación, pero mientras bajaba ésta cambió a un tono amarillento, pero no iluminaba más. De hecho, había tres luces encendidas en aquella gran habitación a la que habían bajado. La pared de la derecha tenía una larga barra pegada a la pared que terminaba en una esquina, y un metro más adelante continuaba otra un poco más gruesa, delante de la tarima y el pequeño escenario para las bailarinas con sus barras y una plataforma para el pinchadiscos. Al final en la pared había unas escaleras flotantes con un gran cartel luminoso en la pared de una estrella en la que se podía leer "VIP", y bajo estas dos puertas, una rosa y otra azul. El lugar estaba repleto de detalles, los taburetes de bar tenían estampado de cebra,del techo colgaban grandes y preciosas lámparas de araña y una pared tenía grandes lámparas de lava en forma de tubo que llegaban hasta el techo.

Ensimismada por los detalles del lugar quedó rezagada durante unos segundos del resto de personas, pero aceleró sus pasos y se sentó en uno de los taburetes como los demás, a excepción de un muchacho que subía las escaleras hacia la zona VIP con el hombre.

Pasaron diez largos e interminables minutos hasta que el individuo la señaló a ella y sucesivamente la puerta, indicándole que era su turno. De un salto se levantó del taburete y caminó casi a zancadas hasta aquella gran sala. Un gran sofá recorría una pared entera, y sólo se dividía por mamparas de cristal opaco, que delimitaban el espacio de cada reservado, que por cierto, eran inmensos. Se sentaron en el tercero, donde había unos papeles sobre la mesa de madera oscura y bordes dorados.

-Buenas-dijo mientras se dejaba caer sobre el sofá-, mi nombre es Mikah.

-Encantada,soy Jessica- se presentó con la voz algo temblorosa. Mikah le echó una mirada algo extrañado.

-Veo por tu acento que no eres de aquí. ¿México?

-Soy de España.

-Eso está cerca de México- reiteró mientras rebuscaba entre los papeles de la mesa-. ¿Tienes experiencia elaborando cócteles con rapidez, aguantando idiotas y trabajando bajo presión?- Agarró un papel en blanco y sacó un boli del bolsillo mientras apuntaba algo en una letra inteligible.

-No demasiada, muchísima y bastante.

-¿Qué quieres decir con "no demasiada"?

-Bueno, nunca he tenido la necesidad de crear una gran selección de cócteles... En España es habitual entre los adolescentes reunirse en algún descampado y bueno, ponerse a beber ahí, entonces es la experiencia que tengo.

-Bueno, algo es algo...- Resopló mientras le echaba un vistazo al móvil-.Este local abre la semana que viene, ¿podrías ponerte a trabajar el viernes a las ocho?

-Estoy disponible para incorporación inmediata.

El terrible tono de teléfono de Mikah interrumpió la conversación, y sin mediar palabra, se levantó y comenzó a andar hacia el final dela habitación. Era una canción estridente que Jessica no terminaba de reconocer.

-¿Qué pasa, Jason? ¿Ya lo tienes listo?- Sacó un mechero del bolsillo y comenzó a jugar con él-. Estupendo, el dinero nos irá genial. No,no me interesa cómo lo ha conseguido, siempre y cuando no nos busque a nosotros problemas. ¿Quién?- Miró a Jess por encima del hombro unos segundos-. Sin más, no es brillante, pero podría hacer la vista gorda, así podría tener la ayuda más cerca. Hablamos luego, y acuérdate de lo de Nathan-. Guardó el móvil en el bolsillo y se sentó frente a ella de nuevo con semblante bastante serio.

-¿Todo bien?- Preguntó mientras se tocaba el cabello algo nerviosa.

-Empiezas el viernes.

-¿De verdad?- La emoción se escapó entre sus palabras, aunque intentó recobrar la compostura y sonrió intentando no parecer nerviosa-. Estupendo, ¿a qué hora?

-Abriremos a las nueve, así que aquí a las ocho- se levantó de nuevo y caminó hasta la puerta-, será día de apertura, prepárate-. Abrió la puerta mirando a Jessica seriamente, e intimidada se levantó de un salto y mientras asentía caminó con prisa hasta su casa, como si la mirada de aquel hombre acechase aún tras ella.

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