I. Dibujo técnico
Eran las doce y media de la noche cuando alguien llamó a la puerta de su apartamento. Echó un vistazo por la mirilla, y abrió. Jason pasó sin decir nada y soltó una carpeta amarilla de tamaño Din A3 sobre la mesa del salón.
-¿Este es tu piso? Menuda mierda, tía- giró sobre sí mismo mirando a su alrededor.
-Muchas gracias, Jason, mi maravillosa condición de estudiante endeudada y sin trabajo me permite vivir en una mansión como esta- le dirigió una mirada de odio al muchacho.
-No estamos aquí para jugar a decorar casitas. Tú eras artista, ¿verdad?- Se acercó a unos dibujos que había colgados en un espacio de la pared. Eran en su mayoría retratos. Jessica siempre había sido algo tímida a la hora de enseñar su arte, así que se acercó y se apoyó en la pared frente a él, tapando los dibujos.
-Hago lo que puedo. Supongo que vienes porque necesitas que te dibuje o falsifique algo, ¿verdad?
-Qué lista- sonrió socarrón mientras se sentaba en el sofá y abría la carpeta. Pese a su tamaño, contenía muchos folios con planos garabateados y hojas con muchísimas cosas apuntadas-. No sé qué tal se te dará el dibujo técnico, pero necesito que pases todos estos planos a limpio- separó los planos en dos grupos- y que cambies un par de cosas de estos otros.
-Un segundo, necesito que me des tu móvil- tendió la mano. Jason negó con la cabeza, pero Jessica no parecía estar dándole una opción.
-¿Qué quieres hacer con él?
-Estamos hablando de cosas privadas y no eres una persona limpia del todo. Voy a dejar ambos móviles en otra habitación- hizo un gesto con lo mano para que se lo diera. Frunció el ceño y gruñó en señal de protesta, pero se lo dio igualmente. Caminó hacia el baño, los dejó sobre la piedra del lavabo y volvió.
Jason terminó dormitando en el chirriante sofá mientras Jessica trabajaba a destajo. El dibujo técnico no era su fuerte, pero durante un tiempo quiso seguir los pasos de su abuelo y ser delineante, por lo que sabía unos cuantos trucos y normas que él mismo le había enseñado, aunque la normativa no era exactamente igual en España que en Estados Unidos, pero Google podía resolver casi cualquier duda. Aun así, seguía intranquila por no saber en qué estaba trabajando realmente, así que procuraba aprovechar los momentos en los que Jason caía rendido ante el sueño para leer el resto de papeles de la carpeta para poder hacerse una idea sobre lo que trabajaba. Resulta que un hombre llamado Mikah Sullivan había abierto un garito, y que en una inspección no cumplía los requisitos necesarios, y por eso uno de los planos necesitaba una salida de emergencia y cuatro cambios en las medidas. Otro de los planos era de otro local de dicho sujeto, que necesitaba unos baños. Ella no era una experta en arquitectura, pero desde luego, por los errores básicos que tenían algunos planos, parecían de dudosa legalidad. Aunque claro, que se lo hubiera pedido Jason y le hubiera metido tanta prisa como para hacerla trabajar toda la noche no le inspiraba precisamente confianza.
Todavía no había terminado cuando el sol comenzaba a bañar la ciudad con la deslumbrante luz del amanecer. Jessica decidió levantarse y hacer algo de café, que sin duda lo necesitaba.
-¿Ya es de día?- Un hilo de voz rompió el silencio mañanero. El hombre se había despertado y se estaba desperezando frente a la ventana.
-Buenos días a ti también. ¿Café?- Se giró sosteniendo dos tazas. Da igual que fuera de día o de noche, las veces que había visto a Jason siempre llevaba una gorra de béisbol verde, y esta era la primera vez que lo veía sin ella. Estaba tirada en el suelo, dejando ver su revoltoso pelo rubio. Éste se pasó las manos por la cara en un intento de retirar el sueño que había en ella y asintió con la cabeza. Dejó una taza sobre la mesita, al lado de los móviles. Ella alzó una ceja.
-¿Cuándo fuiste a buscarlos?- Se sentó a su lado.
-Fui al baño mientras trabajabas, pero estabas muy concentrada, no te enterabas de nada. También entré en tu habitación- sonrió mientras soplaba el café.
-¿Por qué narices entraste en mi habitación, maleducado? Dios, tendría que haberte echado- se masajeó la sien enfadada. ¿Y si él también le había robado dinero como hizo su exnovia? Luego lo pensó, y recordó que el dinero en metálico que le quedaba, lo guardaba en la suela de unos zapatos que no utilizaba, y era imposible que mirase ahí.
-Por curiosidad. Es la primera vez que duermo en casa de una chica que no me he tirado- le guiñó un ojo riéndose. Jess no pudo evitar reírse, pero giró la cabeza de inmediato. Esas bromas le eran un poco incómodas, aunque no tenían por qué serlo, tan sólo eran bromas sin segundas, ¿verdad?
-Me siento privilegiada- le dio un sorbo largo al café y apoyó la espalda en el sofá-. Te ofrecería algo para desayunar, pero no me queda nada más que café instantáneo- Jason la miró sorprendido.
-¿En serio no te queda nada más para comer?
-¿Te parece que tengo dinero para comprar algo? Justo ayer se me acabó el pan y todo lo que me quedaba- se calló unos segundos dándose cuenta de lo triste que era su situación-, que tampoco era mucho.
-Cielos, no sabía que estabas tan pero tan mal de dinero- se rascó la barba y le dirigió una mirada de pena.
-No me mires así- frunció el ceño molesta-, como si necesitara de tu compasión. Si tanta pena te doy, después de este trabajo perdóname la deuda y podré volver a centrarme en intentar comer y pagar las facturas.
-Te vuelvo a repetir que esto no depende de mí. Me debes muchísimo dinero y yo sólo recibo una décima parte, el tío que necesita esos planos es el que se lo lleva todo. Haciendo esto le ahorras pasta, por lo que no tienes que pagar.
-¿Entonces acabo los planos y nos olvidamos de todo?- Se le iluminaron los ojos.
-Lo siento, Jess, pero necesitaré tu ayuda para unos pocos trabajos más. No muchos, te lo prometo, y son más fáciles que dibujar durante toda la noche- Jessica hundió la cara entre sus manos y resopló con desesperación.
-¿Para qué más me necesitas? ¿Cuántos planos mal hechos tiene este hombre?- Jason se rió.
-En cuanto acabes con esos no tendrás que hacer más. Pero últimamente se me amontonan las entregas y no doy a basto. No sé si lo sabes, pero dentro de poco hay un concierto en el aserradero abandonado y todo el mundo sabe que ahí el precio de la droga sube como la espuma.
-Especulación de la droga, qué distópico- se rió sin ganas.
-Escúchame. Sólo necesito que estos días atiendas a varios clientes míos, les des la droga, recibas el dinero y luego me lo des a mí, ¿está bien? Te pido tres días y te puedes olvidar de la deuda.
-No entiendo cómo puedo saldar una deuda tan rápido. Estaba completamente convencida de que me romperías las piernas- dejó la taza vacía en la mesita y se recolocó en el sofá, hundiéndose un poco en él. Estaba tan cansada que creía que iba a apagarse en cualquier momento.
-No sabes lo caro que es un arquitecto en Nueva York, y la droga no es barata en ningún lado- él hizo lo mismo.
-Realmente sólo necesitáis un delineante, cualquier cosa que no necesite retocar la fachada de alguna forma como puertas, ventanas o sistemas de respiración o calefacción es trabajo que también puede hacer un delineante, que es más barato e igual de necesario que un arquitecto. Díselo a tu jefe de mi parte- Jason sonrió por algún motivo que Jessica no llegó a comprender-. Pero sí que es verdad que la droga en Estados Unidos es increíblemente cara. En España, lo que tú vendes a veinte dólares lo puedes conseguir a cinco.
-¿Tan barato? ¿Y cómo se puede vivir de la droga ahí?- Parecía sorprendido.
-No tengo ni idea, nunca compré allí. Diferencias culturales, supongo.
-Entonces, si nunca compraste, ¿cómo sabes lo que cuesta?
-El tema de la droga es muy distinto en España. Aquí te miran fatal por fumar tabaco con un poco de grifa, pero en España a partir de los doce años es lo más normal y lo que hacen los niños guays y malotes. Hay idiotas en todo el mundo- Jason se rió.
-¿Sabes? Esta es la primera vez que hablamos de algo que no sea negocios- se giró para mirarla.
-Tampoco te acostumbres. Estoy segura de que no eres mal tío, pero no puedo decir que seas de mi agrado- cerró los ojos cansada. No lo vio, pero el hombre alzó las cejas, como si estuviera dolido por su comentario.- No es nada personal, pero no me gustan las movidas en las que estás metido, y no quiero involucrarme de ninguna manera.
-¿Pero en qué narices te crees que estoy metido?- Se cruzó de brazos.
-En tráfico de drogas, posiblemente la gente con la que trabajas esté metida en la prostitución y me has pedido que arregle un montón de planos para alguien importante y según lo que me has dicho, agresivo. Muchas gracias, pero no, gracias. En cuanto te pague lo que te deba me gustaría poner un poco de distancia entre tú y yo.
-Vale, puede que no vayas desencaminada del todo, pero a mí tampoco me gusta estar metido en toda esta mierda, ¿sabes?- Jessica abrió los ojos y le miró, aunque sus párpados le pesaban cada vez más-. Yo también me endeudé, pero al final terminé trabajando para ellos y ganando lo suficiente para vivir-. Abrió la boca de nuevo, como si fuera a continuar, pero calló durante unos segundos-. ¿Qué vas a hacer cuando se te acabe el dinero? ¿Volverás a tu país?
-Te voy a contar un secreto- cerró los ojos de nuevo-, allí tampoco tengo lugar para vivir- susurró mientras se desvanecían las últimas fuerzas que le había dado el café.
(...)
Jessica despertó de un salto al oír la melodía de su móvil a todo volumen. Miró a su alrededor desorientada y no vio a Jason. Descolgó mientras se levantaba y recorría su casa.
-¿Sí?- Se sentó en su cama.
-¿Te gusta la pizza?- Se oía alboroto al otro lado de la línea.
-Jason, ¿qué estás haciendo?- No le gustaba por donde iban los tiros.
-Ya veo, ¿y de barbacoa o con pepperoni?
-¿Vas a ignorar todas lo que diga?
-Si no me respondes a lo que pregunto, posiblemente- se rió.
-Te contesto si me respondes a una sola pregunta- suspiró malhumorada.
-¡Dispara!
-¿Estás comprando comida para que comamos juntos en mi casa?- La idea le hizo temblar de nervios. No quería que Jason comiera en su casa, no quería que fueran amigos. ¿Y si Jason iba con segundas intenciones? Ni de broma, no se iba a arriesgar a algo así.
-Ya sé que no te agrado, pero es mi forma de pedirte perdón por ser un capullo- se quedó callado unos segundos-. Y tampoco tienes comida en tu casa, ¿qué más te da si te compro una pizza?
-Malditos americanos...- dijo en español. Resopló de nueva y miró su cocina. Los armarios, que tenían paneles de cristal dejaban ver un paquete de café y varios platos al otro lado, pero ni un solo atisbo de comida-. Está bien, desde ayer no como nada. Y me gustan las de jamón y queso, soy una persona simple.
-¡Lo siento! Has tardado tanto en responder que he comprado lo que me ha dado la gana. ¡Nos vemos en un rato!- Colgó. Jessica se quedó mirando a la nada perpleja. ¿Realmente acababa de suceder lo que acababa de suceder?
-¡Putos americanos!- Gritó alzando los brazos al cielo-. Desde que llegué a Estados Unidos sólo me han pasado cosas surrealistas- se tumbó en la cama-. Tendría que haberme ido a Valparaíso con Tolo y Roberto- continuó quejándose, recordando a su familia. No los veía desde los seis años, pero jamás se había olvidado de ellos. Después de descansar unos cinco minutos mirando al techo, se levantó y encendió el horno mientras pensaba en la actitud de Jason. No se conocían mucho realmente, todas las veces que se habían visto y habían hablado había sido con Alice de por medio. Maldita Alice, pensó Jessica, pero por suerte ese pensamiento fue interrumpido por alguien llamando a la puerta. Echó un vistazo por la mirilla, y obviamente, era él con dos bolsas en las manos. Abrió y le dejó pasar.
-Ahí veo más que dos pizzas- apuntó mientras dejaba las cosas en la mesita del salón.
-No des por sentado que es todo para ti. Yo también tenía que hacer la compra- apoyó los brazos en su cadera y sonrió. Jessica no sabía cómo reaccionar. Le molestaba que se comportase de manera tan amistosa con ella intentado pedir perdón, sentía que habría segundas intenciones, y no le gustaba en absoluto. Por otro lado, era demasiado tierna en el interior como para llegar a odiar a alguien que seguía órdenes superiores, y además, le había comprado comida. A decir verdad estaba famélica, llevaba una semana haciendo una sola comida al día, y comenzaba a sentirse increíblemente cansada por no comer lo suficiente.- Jessica, ¿me estás escuchando?
-La verdad es que no, me he quedado pensando. ¿Qué decías?- Se acercó a él y observó las bolsas de plástico.
-Que continúes haciendo tu trabajo, ya prepararé yo las pizzas- señaló los planos que seguían en la mesa.
-Vale, pero necesito que me digas de qué son- comenzó a ordenar el papeleo que había armado sobre el escritorio.
-No, no lo necesitas. Te dije lo que te podía decir y no voy a decirte más- abrió un armario y metió un paquete de arroz.
-Sí, sí lo necesito, o por lo menos una idea aproximada. Que, bueno- le señaló una habitación dibujada con el nombre de "camerino"-, creo que me puedo hacer una idea de por dónde van los tiros, pero me gusta saber en qué trabajo.
-Pues mala suerte, ya te he dicho todo lo que podía decirte- se encogió de hombros mientras metía una de las pizzas en el horno.
-Por favor, es importante saber en qué estoy trabajando, porque tengo que buscar la normativa de edificación por Internet y no es la misma para una vivienda que para unas oficinas, o un bar. ¿Qué tiene de malo saberlo? No querrás que haga arreglos sin saber exactamente cómo deben ser, ¿no?- Se sentó en la silla y encendió el ordenador, preparándose para continuar trabajando. A decir verdad no le quedaba mucho, había estado toda la noche trabajando en corregir lo que se le pedía, y si no hubiera dedicado unas dos horas a distraerse en las redes sociales y a buscar a Mikah Sullivan en ellas, ya lo tendría acabado. Jason resopló.
-Está bien. Por Dios, sí que eres insistente- se colocó correctamente la gorra y la miró-. No sé de qué son todos. Sé que uno es un viejo club de estriptis que ha reformado para abrirlo de nuevo, otro es un bar y otro un almacén para guardar- calló- cosas. Creo que hay también otro club de alterne y los demás no sé qué son.
-Está bien, muchas gracias- le sonrió sin ganas y comenzó a redibujar los planos en el ordenador. No pasó mucho tiempo hasta que Jason le dejó un plato al lado.
-Ya he terminado- estiró los brazos hacia arriba y arqueó la espalda hacia atrás, desperezándose.
-Justo a tiempo. Te han llevado mucho tiempo, ¿no?- Se dejó caer en el sofá-. Ya sé que eran varios planos, pero no sé. Es dibujar, al fin y al cabo- le dio un mordisco a la pizza. Jessica se levantó agarrando el plato y se sentó a su lado de nuevo.
-Ya te dije que el dibujo técnico no es mi fuerte, y tampoco soy una experta en arquitectura, así que entre buscar información de cómo hacer las cosas, hacer lo que me pediste y corregir mis propios errores hay un tiempo- miró la porción del plato con ansias-. Y además soy muy distraída- le dio un bocado. La pizza era de jamón y queso como le había pedido por teléfono, y sabía increíblemente bien. Su madre siempre le decía que la comida sabía mejor cuando había hambre-. ¿Por qué te has quedado aquí mientras hacía los arreglos?
-Porque te conozco lo suficiente para saber que dibujas, pero no tanto como para saber si eres una chivata. Quería asegurarme de que no ibas a llamar a la policía de mientras o a quemar los planos- miró los bocetos que había en la pared colgados.
-Pues no eres muy bueno vigilando- comenzó a reírse entre dientes-, te recuerdo que la mayor parte del tiempo estuviste dormido.
-Sí, bueno, no puedes quejarte de eso- achicó los ojos divertido-, en cuanto te sentaste en el sofá te quedaste dormida cuando no confiabas en mí.
-Y sigo sin confiar en ti- puntualizó ella con la boca llena.
-Pues no te preocupa que la comida esté envenenada- dejó de masticar unos segundos y lo miró, mas sonrió enseguida y siguió comiendo.
-No vas a matar a alguien que te está haciendo un trabajo y que te debe pasta. No es un negocio rentable- Jason se rió.
-¿Sabes? Si eres así de minuciosa con todo, te iría bien en este negocio- comenzó a estirar un hilo de queso fundido que se le había pegado a la barba. Jessica frunció el ceño algo molesta. No le agradaba la idea en absoluto de meterse en el mundo de las drogas. No porque tuviera miedo de la ley, sino porque el poco contacto que había tenido le había acarreado una deuda y la había conducido hasta la situación actual.
-Sí, bueno, no soy antidrogas, pero va bastante en contra de mi código moral dedicarme a ello- fue hacia la encimera y cogió dos trozos más de pizza, para luego volver a sentarse.
-A ver, seguro que no es lo que tus padres querían para ti, y no es que cobres mucho ni sea seguro- se rascó el mentón, pensativo-, pero no es tampoco tan malo.
-Puede ser todo lo genial que tú quieras, pero tengo gente que ha acabado muy mal por el abuso de drogas, y no me gusta la idea de que mi trabajo alimente la degeneración de una persona, o que pueda acabar con su vida.
-Entonces, ¿quieres ser productiva para la sociedad?- Jason se levantó a por más pizza.
-No quiero ser productiva para nadie más que para mí- dejó los bordes en el plato.
-¿Eso no es un poco egoísta?
-Por el mismo motivo es egoísta por tu parte no ser productivo. Somos personas- se encogió de hombros-, no máquinas. No hemos sido creados para aportar al mundo, aportamos si podemos y queremos. Yo sólo quiero aportar lo suficiente para que me dejen en paz, y pueda vivir bien- el tono de aquellas palabras dejaba entrever la tristeza que guardaba. Jason volvió a colocarse a su lado, se notaba que no sabía qué contestar a eso.
-Bueno...- Dio unos golpecitos en sus rodillas y miró hacia todas direcciones, como si el tono profundo que había adoptado la conversación le hiciera sentir incómodo-. Cuando acabemos la pizza vamos a dejar lo que has dicho de lado y me vas a ayudar a repartir mis pedidos.
(...)
¡Hola! Hace muchísimo que no escribo nada y por ahora creo que me está gustando, y espero que a vosotros también. Sé que todavía no se ve por dónde caminará la historia, pero forma parte del encanto. Personalmente no me gustan las historias en las que desde un principio se sabe quiénes son los buenos, quiénes los malos, quién es el interés romántico y cuál es el problema principal. Aunque bueno, éste último ya se puede entrever.
No os entretengo más. Espero que os haya gustado, nos vemos en el próximo capítulo.
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