5 "Celos"
CY
Dawson me observa con detalle, es bastante intuitivo. Se pasa la mano por el pelo y se echa a reír después de darle un sorbo a su cerveza.
—¿Un ataque de celos real?
—Nah.
Leo y Tyler se echan a reír cuando me ven pasar, estos perros mal amigos habían planeado una fiesta sin invitarme. Por eso Tyler se fue tan rápido del departamento, porque venía a divertirse sin mí.
Aunque yo la verdad había previsto darle una sorpresa a Jay llevándola a comer para mostrarle las llaves de nuestro nuevo hogar, pero me ví pausado cuando me dijo que iría con la rata de Cups a buscar a Amelia.
Por suerte, tengo mucho estilo a la hora de vestir y no me he aparecido por aquí como un hombre frustrado y rechazado sino como el Dios que soy.
—Ya quítate, hombre —Empujo a Dawson que sigue en el medio de mi camino viendo cada rastro de mí e impidiendo que avance—. Vengo a esta fiesta aburrida.
—Ni sabías que había fiesta. —Ese es Leo.
En efecto, no lo supe hasta que ví la mansión decorada con luces por fuera y los autos de los chicos.
—Porque nadie me dijo nada, y tú, perra en celo —Señalo a Tyler, se parte de la risa cuando escucha su nuevo sobrenombre—. Fuiste a mi casa y no dijiste nada.
—Hey, reina, te quedan cuatro días junto a Jaden. Nadie te va a mover de su lado, y menos una fiesta revoltosa.
Ruedo los ojos porque tienen razón.
Y me molesta un poco que yo sacrifico todo y hago lo que sea por verla y estar con ella pero siento que no recibo lo mismo. Y sí, sé que en una relación siempre hay alguien que es el que más ama, pero me gustaría obtener también un poco de lo que doy.
—Pero ya vine, estoy aquí. No pueden hacer una fiesta sin el rey.
—Mis huevos son el rey, tú lo que eres es una princesa maricona —Leo se burla, me arroja un cojín y muy pronto inicia una pelea amistosa de todos contra todos.
Conozco a los chicos desde los quince años, estudiamos en la misma escuela. Sólo Dawson y yo coincidimos en la misma universidad, aunque íbamos a facultades diferentes nos reuníamos con frecuencia, de allí nuestro estrecho trato. Al graduarnos nos reencontramos todos y empezamos a tocar juntos como hobby.
Ellos son mi familia, los amo con toda mi alma. Son mis hermanos y mis mejores amigos, y aunque han existido desacuerdos y peleas al final nos reconciliamos.
Dawson me hace una llave que me deja de cabezas contra el suelo. Escucho la risa de ellos y luego el grito de Stella.
Ni siquiera sabía que ella estaba aquí.
—¡Hey, mugrosos revoltosos! Quédense quietos.
La mansión es enorme.
Es la casa de Duncan, y conociéndolo sé que vendrán miles de personas. Nadie es más escandaloso y exagerado para armas fiestas, siempre que Side Gloomy hace una fiesta organizada por él protagoniza la primera plana de los diarios nacionales.
Hasta en Munich salimos en los periódicos, nos multaron y detuvieron por alterar el orden público.
Un caos total, digamos que somos la banda de rock más influyente del momento y también los más polémicos.
—¡Stella, querida! —exclamo una vez que me levanto del suelo, avanzo con los brazos abiertos hacia ella, siendo consciente que no hay nadie más amargada en este mundo como ella. Odia que la abracen— Ven aquí, mi estilista favorita.
—Trasquiladora será. —Esa es la voz de Duncan.
Volteamos y lo vemos debajo del marco que va hacia al aérea de la sala de juegos.
—Cuida esa boca, te dejé a la reina perra ésta más bonita que antes. —La pelinegra se refiere a mí.
Yo me echó a reír, todos se han empeñado en llamarme reina perra o princesa maricona ahora.
Muy bonito.
—Claro que sí, lo dejaste como un hombre de verdad.
Todos se burlan, yo me les uno. Es divertido escucharlos reírse de mí y luego escuchar a los fanáticos preferirme por sobre todos.
—¿Dónde está Jay? —pregunta Tyler— ¿No viene su hermano?
Volteo a verlo con cara de palo.
—No, y no te metas con él.
Stella me hace caras raras, parece que no está enterada de nada. Al menos Tyler ha mantenido la boca cerrada. Y lo agradezco.
—Jay está con Phillips y Amelia Lauren.
—Uy con que Phillips ¿Eh?
Ese es Leo.
Me encojo de hombros, no podía hacer nada. Es su trabajo y no voy a interferir en él aunque odie al zamuro asqueroso y ridículo ese.
Oscurece muy rápido y la mansión se llena tal y como predije. Hay música, drogas, transformistas y prostitutas por cada rincón.
Tyler se da vida de rico con un chico pelirrojo que llegó hace unos minutos, hasta se pierden escaleras arriba. Leo está hasta la madre de sustancias tóxicas y duerme en uno de los sillones con otra chica drogada encima, Dawson no se despega de Evani y me preocupa un poco que esa chica permanezca tanto tiempo en fiestas de este tipo. Yo no traería a Jaden a un lugar como este por tantas horas, no es sitio para ella.
Duncan ni idea, y el resto del equipo anda regado por toda el área, en las afueras donde están las piscinas hay cientos de personas desmadrosas. Y la música suena a todo volumen.
Hay demasiada gente amontonada y las mujeres se me insinúan.
No me fijo de la hora hasta que veo a Evani despedirse de Dawson, son las tres y cuarenta de la mañana. Su chófer viene a recogerla.
—¿Cy?
Volteó y me encuentro con unos ojos cafés sobre mí, es una chica de cabello rubio y recogido en una larga cola de caballo.
Se me hace conocida, hasta que la recuerdo por completo.
Donna Ford.
¿Pero qué hace ella aquí?
Se supone que estaba en Munich.
—¡Donna! —me alegra verla. Enseguida la abrazo.
Es una mujer dulce, con valores y profesional. Es todo un amor conmigo, y es preciosa. Parece una modelo de pasarelas europeas.
—¿Qué haces aquí?
—Duncan llamó hace tres días para avisar que necesitaban un nuevo fotógrafo y le gustó mi trabajo.
—Tú deberías ser la modelo, querida. No la fotógrafa.
Sonríe, a pesar del ruido que hay puedo escucharla. Veo sus mejillas sonrojadas tras mi comentario y se me hace tierno teniendo en cuenta que tiene treinta años y no es un niña.
—¿Y por qué no esperar a que volvamos a Munich? Ya quedan cuatro días para regresar ahora que lo pienso.
Me observa con el entrecejo fruncido.
—No hay Munich, Cy ¿Duncan no te lo dijo? Nos vamos a una gira de medios en Europa.
Qué.
No puede ser.
Creo que mi cara no expresa nada, se me ha hecho una costumbre enterarme de todo de esta manera, ya que la manía del equipo es no decirme nada hasta último momento para que no ponga excusas y evitar mi ausencia.
Entiendo que quieren mi total enfoque, pero también tengo una vida personal, está Jay y mi compromiso con ella. No puedo irme por tanto tiempo y esperar que al volver ella siga esperándome con los brazos abiertos.
No es tan fácil, toda mi vida escuché a mi madre decir que quien tenía una tienda debía atenderla, y allí está el caso de su matrimonio: No se han divorciado pero tampoco están juntos.
Mi madre engañó a papá con otro sujeto debido a su marcada ausencia en casa. Casi nunca estaba y su descuido le costó caro.
No quiero verme reflejado allí.
—Qué cara de perros que te has puesto. —Habla, se ve algo incómoda.
—No es por ti, cielo. Ni te preocupes por eso, estoy bien... Sólo no sabía que... había una gira de medios.
Se encoje de hombros.
—No te preocupes, no pasa nada. Ni modos que Side Gloomy viaje y yo no asista. —bromeo para aligerar su tensión, supongo que se siente culpable por ser ella quien me de la noticia.
Medio sonríe.
Donna es una mujer increíble, compartí con ella y su familia mucho tiempo en Munich. Todos en esa casa son dedicados al arte, su madre es pintora, su padre profesor de música y miembro de una banda de jazz, su hermano es director de la orquesta sinfónica nacional y ella fotógrafa.
Increíble.
Justo por tratarla tanto y creer conocerla un poco me sorprende que esté en este lugar tan poco sano para una chica decente.
—¿Dónde te estás quedando?
La veo arquear sus cejas, mira hacia todas partes y se encoge de hombros.
No puede ser.
—¿Te quedarás aquí? ¿En este infierno?
Asiente, sus mejillas se encienden otra vez.
—No, definitivamente no. No puedes quedarte aquí. —Hablo determinado. Duncan es un tipo excelente y responsable, pero cuando no estamos trabajando es igual de frito que los chicos, casi todos los días hay fiestas aquí y gente que no es buena. El medio artístico es un ambiente podrido y lleno de vicios, muy pocos sabemos nadar entre las aguas para no caer bajo— Este no es un lugar para una dama, nos vamos ya ¿Dónde está tu equipaje?
No sabe que hacer porque me mira con los ojos bien abiertos, está mucho más roja que antes. Titubea, mirando a su alrededor para buscar una salida.
—No te preocupes, te hospedaré en uno de los mejores hoteles de Nueva York ¿Cómo es posible que Duncan pretenda meterte aquí? ¡Tacaño de mierda! Ay, lo siento, querida. No suelo decir groserías pero... —Me callo cuando me encuentro con su mirada plantada en mí, se ve hipnotizada— Busquemos tus maletas.
Atrapo su mano y la guío hacia las escaleras, ella de inmediato me lleva a la habitación que le fue asignada y sacamos sus bolsos de allí. Para ser una mujer sólo trae un morral y una maleta pequeña.
Casi no debe tener ropa allí. No sé cómo pretende sobrevivir tanto tiempo con cuatro mudas. Pero ese no es mi problema.
Me despido de todos, ni siquiera me preocupo en avisarle a Duncan que me llevo a Donna de aquí, mañana cuando no esté intoxicado lo llamaré. En este estado no va a acordarse de nada para dentro de una hora.
Cargo la maleta con mi mano izquierda y me subo el morral al hombro. La rubia camina detrás de mí, dejo todo en la caja de la camioneta y abro las puertas, ella sube enseguida al asiento del copiloto y muy pronto arrancamos.
—Eres muy amable, Cy. Gracias.
—No es nada, querida. Me gusta ayudar, digamos que soy el caballero soñado que rescata a damiselas en peligro.
Escucho una risita de su parte, suena tierna.
Miro la hora en el panel de la camioneta, son las cuatro de la mañana.
Me las arreglo para conseguirle habitación a Donna, no es nada fácil. Pero después de llamar a Dawson, que es el único que no está drogado ni ebrio, logro encontrar cupo en el Madys Good.
La ayudo con el equipaje, la dejo en su habitación y me marcho. A las cinco y media de la mañana llegó a casa, Jay ya está dormida. Me baño, me visto y me acuesto a dormir, el agotamiento por el trasnocho es enorme.
Pero casi no duermo porque a las diez de la mañana me despierto cuando escucho ruidos afuera, como si arrojaran trastes contra el suelo.
Me pone de mal humor despertar sobresaltado, así que salgo de la habitación irritado, listo para reclamar por el escándalo.
Pero me consigo con Jay y su nueva amiga Giovana, que también es su asistente. Ambas están de espaldas a mí, Jay maldice mientras observa la pantalla de la televisión, las dos traen ropa de gimnasio.
Veo un vaso de vidrio en el suelo hecho pedazos y luego miro bien las imágenes que muestran en el programa de Philips Cups, hoy Jay está libre y van a pasar su reposición.
Son imágenes mías en la fiesta de Duncan, saliendo de la mansión de él, entrando al hotel Madys Good con Donna y luego saliendo.
Maldita sea.
Todo parece indicar que estuve con la rubia siéndole infiel a Jaden.
Me paso las manos por el pelo justo cuando la castaña de ojos grises voltea a verme, endemoniada.
—¿No te vas a creer ese cuento verdad? —suelto yo. Es obvio que es falso.
—No lo sé, anoche te llamé miles de veces y no contestabas, dime tú.
—Ok, yo me voy. —Esa es Giovana, se ve súper cortada. No sabe si sonreírme como saludo o ponerse del lado de su amiga, su mueca extraña me indica indecisión—. Nos vemos, Jay. Te hablo más tarde.
La asiática no consigue respuestas de mi novia porque ella está enfocada en mí, asesinándome con la mirada. Sus ojos están muy abiertos y me irrito más de la cuenta por esta estúpida escena de desconfianza y el haberme despertado de golpe.
Giovana finalmente se va y en cuanto cierra la puerta, Jay explota:
—ERES UN MALDITO IMBÉCIL.
La ignoro porque cuando está enojada suelta sus sapos y culebras por la boca sin pensar para luego volver como un perro arrepentido con la cola entre las piernas.
Sin embargo, parece que mi actitud la enoja más, porque cuando le doy la espalda la siento correr hacia mí, supongo que para golpearme o hacer alguna de las locuras típicas de ella, pero me volteo a tiempo para atrapar sus manos en el aire.
—¿TE ACOSTASTE CON ELLA?
Suelto sus manos de golpe, no pienso discutir. Entonces la veo agarrar vuelo para cachetearme y la detengo.
Ahora sí llegué a mi límite.
—DEJA DE ACTUAR COMO UN MALDITO ANIMAL, JADEN. CIERRA LA PUTA BOCA YA MISMO.
Y sus ojos se abren demasiado, hasta creo que se asusta porque se encoje. Sostengo su muñeca, apretándola tan fuerte que soy consciente de que pronto comenzará a dolerle.
—Estoy cansado de ti. —Me refiero a su manera tan explosiva de reaccionar.
La amo, carajo, pero odio que no pueda dialogar como una mujer normal.
Y ese pequeño detalle es obstinante.
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