10 "Respira profundo"

No sé cómo reaccionar, ni qué hacer.

Deslizo las bragas por mis piernas sacándomelas, y las arrojo junto con el papel higiénico al cubo de basura al lado del inodoro.

Esto no puede estar pasando, no otra vez.

No podré superarlo, no podré reponerme.

Abro la llave de la regadera y entro, empapándome con el agua fría que con los segundos se torna tibia. Paso los dedos por los pliegues de mi sexo y no encuentro nada, no hay más sangre.

Rompo a llorar desconsolada, sintiéndome sola. No quiero perder al bebé, no quiero y me niego a no poder ser madre.

No sé cuánto tiempo paso así, en la misma posición. Mirando mis pies y abrazándome a mí misma con el chorro del agua cayendo sobre mi cabeza, sollozando y repitiéndome que no ha sido más que un susto.

Soy fuerte.

No siento dolor en ningún lugar, estoy bien. Y eso me asusta, no saber porqué he sangrado.

En mis anteriores abortos el sangrado era bastante... Pero hoy apenas fue un manchón, y... No sé lo que es, no sé lo que significa, no quiero ir al hospital por miedo a que me den una mala noticia.

Yo estoy bien y mi mini poseído también lo estará.

Salgo de la ducha envuelta en una toalla limpia, arrastrando los pies con un creciente miedo en el pecho. Así mismo me meto en la cama y sujetando mi vientre entro en un profundo sueño del que no salgo sino cuando tocan a mi puerta.

Me siento agotada, los párpados me pesan y en cuanto estoy más consciente entro en pánico otra vez. Me arranco la toalla consiguiendo todo limpio, no volví a sangrar y me convenzo de que solo ha sido un susto.

Más golpes en la puerta, suena el timbre y maldigo a quién esté del otro lado jodiendo mi mañana.

Me cubro con una bata de algodón blanca, hundo los pies en las pantuflas de Mickey que me regaló Cy cuando fuimos el año pasado a Disneylandia y me apresuro a abrir, encontrándome con nada más y nada menos que el maldito desgraciado de Phillip Cups.

No tengo nada en contra del hombre de hecho, simplemente me molesta que no comprenda que soy una mujer comprometida y embarazada y que aún así no deje de insinuarse conmigo.

—¿Se te perdió algo?

Alza las cejas haciéndose el ofendido, pero es evidente que le parece divertido mi desplante.

—Oh, hola, estoy bien ¿Y tú?

—Odio el sarcasmo y te odio a ti, así que lárgate.

Intento cerrar la puerta pero el pelinegro lo impide metiendo su zapato.

—Jay, por favor. No seas grosera conmigo, sólo quiero ver cómo estás... No llegaste al canal hoy, me tomé el atrevimiento de llamar a Gio pero no...

¿Qué?

—¿Qué hora es? —interrumpo.

No espero su respuesta, entro corriendo para buscar mi celular. Phillip aprovecha de pasar detrás de mí.

El reloj en la pared me detiene, son las cuatro de la tarde y no puedo creer que me pasé todo el día durmiendo. Ni siquiera bebí alcohol, qué carajos me pasa.

Me devuelvo encontrando al pelinegro en el medio de la sala mirándome con cara de risa.

—Sí, me quedé dormida.

—Parece que el embarazo te tiene dormilona.

No estoy para juegos y me harté de hacerme la loca, sé que Philip me coquetea y sé que es guapo. Pero no permito que venga a mi casa a querer joder mi paciencia porque no estoy de ánimo.

—¿Qué quieres?

—Daré la primicia mañana —Suelta—. Nadie se me imagina que el rey del rock actual va a ser padre y no quiero...

—Eres un hijo de puta egoísta.

—No, no, no. O sea, no es que...

—¡LARGO DE MI CASA! —Lo echo enojada.

—Jay.

—¡Que te vayas! —En cuanto grito siento una punzada en el vientre, y me es imposible no inclinarme hacia adelante sosteniéndolo.

Miles de imágenes pasan por mi mente y pienso que en cualquier momento empezaré a sangrar otra vez, puedo imaginar los chorros del líquido rojo corriendo por el interior de mis piernas y grito más por el susto que por el dolor que pueda sentir. La cara de Phillipsse desfigura por el miedo y se me viene encima, ayudándome a sentar en el sofá.

—No dejes que lo pierda, no dejes que...

—¿Qué sientes exactamente, cariño?

La punzada no se va, se queda allí jodiéndome la vida y cierro los ojos obligándome a ser fuerte.

Yo puedo con esto, mini poseído está bien.

—Respira profundo, cuenta conmigo hasta diez...

Él empieza a contar y yo sigo quejándome de la punzada que poco a poco va cediendo, cuando pasa por completo me aferro al cuello de la camisa de mi ex jefe con los ojos llorosos. Intentando buscar una protección que no consigo.

Necesito a Cy, no puedo hacer esto sola.

—Jay, tranquila. Sólo dime que...

—Sangré, no debería sangrar porque... Tengo miedo, no dejes que pierda a mi bebé.

Me abraza contra su pecho y me quedo así algunos minutos, hasta que poco a poco me tranquilizo.

—Hay que llevarte al hospital ¿Quieres que llame a alguien?

Niego.

—¿Quieres que te lleve a algún lugar?

Vuelvo a negar con las pestañas pesadas por las lágrimas.

—¿Intento ubicar a Cy?

—No a nada. —respondo.

No dejaré que me vean como la tipa que no puede tener hijos, no seré la fracasada que no puede mantener a un bebé más de tres meses dentro de ella.

Voy a parir a mi hijo y seré mamá. Punto.

Y no quiero que nadie se entere de que estoy sufriendo. De que vivo cada día con miedo de perder lo más preciado que he podido crear.

—¿Qué? Pero me dijiste que sangraste y ahorita acabas de... No puedo dejarte aquí así, tienes que...

—No. No iré al hospital y no llamarás a nadie, mucho menos darás alguna maldita primicia porque te juro que te voy a arrancar la garganta con una lata abierta y no será muy bonito para ti.

La carcajada que se le escapa no es de burla, es de impresión por mis palabras cargadas de rabia y promesas asesinas que él cree que no cumpliré pero que yo sé que soy capaz de hacer.

—De acuerdo. Pero te quería informar realmente que mi intención de dar la primicia es porque según ví en la planificación de Bomba Letal estarán comentando de tu supuesto embarazo directamente para mañana. Y sé que odias a Dornan.

¿Qué?

Maldita Alvarada.

Bomba Letal es uno de los programas más amarillistas de Norteamérica y sé que si llegan a decir algo sobre un supuesto embarazo mío —cosa que he mantenido sólo para la familia y allegados cercanos— andaré en boca de todos y no sé cómo vaya a reaccionar Cy o Side Gloomy propiamente con eso.

Se levanta, sacudiendo sus pantalones.

—Espera ¿Hay alguna manera de evitarlo?

—Sí, que lo confirme yo primero.

Ruedo los ojos.

No me refiero a evitar que sea Alvarada justamente quién lance la bomba. Hablo de la noticia en sí.

—Eres un egoísta, solo quieres quedarte con...

—Sí a todo lo que digas. Pero al menos no le darás el gusto a Alvarada de iniciar una ola de rumores tuyos que no son tan falsos, después de todo sí estás embarazada.

—No quiero que digas una mierda, así que te callas ¿Me oyes? —Agredir verbalmente es mi don, no puedo evitarlo y menos con la rabia que crece en mi pecho— Nadie tiene el derecho de decidir cuando o no quiero confirmar mi puto embarazo, porque es mío ¿Estamos?

—De acuerdo.

—Y tampoco dirás nada de lo que acaba de pasar.

—Cerraré la boca, Jay, pero queda en tu consciencia lo que sea que llegue a suceder, porque que conste que quise ayudar.

—No va a suceder nada.

Se encoge de hombros abriéndose la chaqueta para sacar su iPhone de ella.

—No soy un imbécil como piensas y no busco llevarte a mi cama de manera descarada, y ya que no puedo ser algo más que un compañero de trabajo me quedaré como tu ex jefe o tu amigo, si así lo quieres. Y ojo, que no me interesa ser padrastro.

Ruedo los ojos.

Este maldito hombre...

—Ya vete.

—Dame tu número nuevo, quiero saber si estarás bien.

—Estaré bien.

—Jaden, por favor. Solo quiero darte apoyo y ayudar si es necesario, dijiste que sangraste y no seré mujer ni padre pero una mujer embarazada no puede sangrar porque eso es síntoma de un abor...

—No lo digas, cállate.

Me le quedo viendo, me está haciendo sentir culpable con su actitud de don socorro.

—No tengo tiempo, ¿Me darás tu número sí o no?

Me lo pienso un poco pero termino accediendo, después de todo Phillip no es mala persona y tampoco es íntimo de la familia o amigo de mis amigos. Eso me sirve por si acaso sucede algo y no quiero que nadie se entere.

El guarda mi número y me da la espalda, yéndose ya.

—¿Lo dirás?

Se detiene a verme.

—¿Decir qué?

—Que estoy embarazada, animal del monte ¿Qué más?

—No sé de lo que hablas, cariño. Estás confundida.

Camina hasta la salida, se despide con un simple "Hasta mañana" y cierra la puerta tras él dejándome con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

No lo dirá.

En cuanto estoy sola me permito pensar en lo que sucede conmigo. Avanzó al baño para revisarme, no hay rastros de sangre.

Todo está bien, estamos bien.

Mi mini poseído va a nacer sea como sea.

***

Viernes, ocho de la noche y Alvarada plantea que Jaden Walker, única hija de Jackson Walker y conductora del programa Bajo el lente de Jaden ha estado ausente por más de una semana en el canal, que ha sido vista en varias ocasiones dentro de farmacias o en los alrededores de la mansión Walker Colleman y que su aspecto no parece ser el mismo de antes.

Me habían estado siguiendo y no lo noté.

Comenta que se rumora —falso, lo está inventando ella por amarillista— que puedo estar escondiendo un embarazo o alguna patología grave como leucemia. Yo sé que es real lo del embarazo, pero ella no porque he sido cuidadosa, no es más que una puta especulación de su parte porque me odia, lo ha hecho desde que me entregaron los permisos para conducir mi propio programa y alcancé un ranking más alto que el de ella.

Hasta hablan de Cy y del mes que tiene fuera de Estados Unidos, comentando que posiblemente hemos roto la relación por el escándalo pasado con Dadisha.

Maldita perra cotilla.

—Esperamos verte de vuelta por el canal, querida Jay. —Habla antes de pasar a la siguiente noticia.

Apago el televisor.

Un mensaje de Phillip llega enseguida.

Grano de culo: Te lo dije, Alvarada ya inició la ola.

Yo: Ve a joder a otro.

Dejo el celular en la cama medio frustrada por el escándalo que va a desatar esto.

No tardo en recibir una videollamada de Cy.

—Hola, mi amor. —lo saludo.

No me pasa de largo las gotas de sudor que decoran su frente, se ve rosado. Hay música de fondo.

Está en alguna fiesta.

—¿Viste el furor que causó Dornan en las redes?

Alvarada Dornan, desgraciada mentirosa.

—Sí, ya ví. Niégalo.

—¿Qué? ¡No! Quiero gritarle al mundo entero que seremos padres.

—No. —No me he sentido bien los últimos dos días y no quiero que se confirme una noticia hoy que tal vez mañana pueda ser un: "Jaden Walker acaba de perder al que sería el primer hijo de la estrella de Rock más exitosa del momento Cy". Me niego, pero tengo que tener cuidado con la manera en que voy decírselo, nadie sabe que tengo miedos con motivos por el sangrado que tuve, sólo Phillip—. Esperemos un poco más, quiero charlar el tema con papá primero.

—Jack es el abuelo no el padre. No tenemos que pedir permiso de nada, además...

—Ya dije que no, no voy a confirmar nada y tú tampoco.

Se queda callado, veo las manos de algunas mujeres pasarse por su cuello hasta que llega Tyler y se le sienta encima, jodiéndolo un rato.

—¡Poseída! —me saluda.

Sonrío con hipocresía. Realmente no estoy de humor para esto, mientras yo estoy aquí soportando mis malestares de mierda y llorando a cada nada por un embarazo que me tiene aterrada, Cy está en el culo del mundo cantando y pasando de fiesta en fiesta como si nada.

—Los dejo para que sigan disfrutando. —Cy sigue algo congelado por lo que dije—. Y ya dije que no.

Cuelgo sintiendo una presión en el pecho que me hace llorar algunos segundos, estoy demasiado sensible y odio mis lloraderas frecuentes.

Otro mensaje de Phillips llega.

Grano de culo: ¿Cómo te has sentido hoy? ¿Ya alimentaste al monstruo que llevas dentro?

A decir verdad no he cenado y mis ganas no dan para ello. Sólo quiero dormir y comer helado, pero no tengo porque todo me lo harté en la mañana y tampoco quiero salir.

Yo: No quiero cocinar, sólo quiero dormir y llorar.

Grano de culo: Pretendes acostarte a dormir sin comer?

Decido no responder porque ese no es su problema, bloqueo el celular y me cubro con toda la sábana.

Sólo quiero dormir y sentirme miserable porque mi novio no está aquí para abrazarme sino en una jodida fiesta siendo una puta estrella de rock.

Diez minutos pasan solamente antes de toquen el timbre, salgo en bata con un moño desaliñado, arrastrando mis pies descalzos por el piso frío con cara de perro amarrado y ganas de matar al que se haya atrevido a sacarme de mi cama. Mi estómago ruge y decido a último segundo que obligatoriamente voy a tener que cocinar.

Abro la puerta y allí está Phillip sosteniendo dos bolsas con comida y un envase familiar de helado de vainilla.

—No voy a durarte toda la vida, Jaden. Agradécele a Dios que existo o te mueres de hambre.

Me hago a un lado para que entre porque en mi estado es imposible rechazar comida, y menos cuando se me hace agua la boca con el olor de lo que parece ser ¿Carne?

—Te traje helado y espagueti libre de gluten con un guisado de carne de soya, el helado para tu monstruo y jugo de manzana sin azúcar.

La verdad me impresiona su amabilidad y cuidado con mi dieta.

En el canal no es un secreto para nadie que soy diabética, supongo que lo sabe por ello.

Deja todo sobre la barra de la cocina y se devuelve con las llaves de su auto en las manos.

—Llámame si necesitas algo más.

La puerta sigue abierta y yo he quedado en el mismo lugar como si estuviera hipnotizada.

—¿Ya te vas?

Mi pregunta sale sola.

Él repara mi cara con detalle antes de plantarse bajo el umbral de la puerta. Ya va de salida.

La verdad he pasado todo el día sintiéndome la peor mujer del mundo y no quiero estar sola ahora.

—¿No quieres quedarte un rato? —lo invito— Puedo compartir el helado contigo.

Lo veo sonreír.

—No quiero ocasionarte problemas con Cy.

Ese cabrón ni siquiera está aquí.

Ni siquiera me manda mensajes de buenos días o me pregunta si he comido. Sólo aparece en las noches para preguntarme qué tal va todo.

Y hoy solo llamó para preguntarme si había visto lo de Alvarada.

—No habrá problemas. —aseguro.

Parece pensárselo un poco pero finalmente accede, diciendo que irá por una pizza para él. Así que se va y yo me quedo babeando por el olor de la comida que me espera en la barra para ser engullida por mí.

Lo espero algunos minutos, pero no resisto la tentación y empiezo a comer degustando con felicidad la fantasía culinaria que se deshace en mi paladar.

No sé cuánto tiempo pasa, pero termino y voy por el helado.

Así se me va el tiempo, hasta que comprendo que él no volverá.

Vuelvo a mí habitación para meterme a la cama, reviso mi celular encontrando un mensaje de Phillip de hace una hora en donde me pide disculpas por no poder volver, que se le presentó un inconveniente y que en otro momento se queda conmigo.

Lo bloqueo, apago las luces y me obligo a dormir con el amargo sabor de pensar que me siento más sola que nunca.

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