38. En su lugar
Capítulo Treinta y Ocho.
En su lugar.
Difícil.
Creo que esa es la manera correcta de explicar todo lo que ha pasado en los últimos meses de mi vida. Desde el momento en que la señorita Torres me envió a la casa del chico malo del colegio ha entregarle la tarea atrasada todo lo que conocía se volvió un caos, de pronto mi rutina había sido arrasada con un grandisímo desastre que iniciaba con la letra "L".
¿Quién lo diría? ¿Podría haber algo más cliché que la Rosa de Guadalupe?
La respuesta era claramente "sí".
De pronto, deje de ser aquella chica mojigata cuya única cualidad era pasar desapercibida por sus compañeros y que nunca se atrevió a salir de su zona de confort a ser aquella que se escapa de la escuela y por las noches sólo para ir detrás de un chico. Siempre creí que cosas como esas no sólo eran una locura, si no también una estupidez, ahora me doy cuenta que esa es una de las tantas características de una relación, incluso, tal vez del amor. Aunque no estoy segura si realmente esa sería la palabra correcta para describir lo que siento por Liam o si él lo siente por mí, lo único que puedo asegurar es que cada día y cada minuto que hemos estado juntos nada ha sido tan típico como yo habría imaginado.
Y es que, a veces no pensamos en qué nuestras historias sean dignas de nombrarse historias y terminamos añorando aquellas que otros genios literarios escriben en lo más hermoso que pueda existir en este mundo mundial: los libros. Supongo que demasiadas veces no creemos que podemos ser nuestros propios protagonistas y sólo suspiramos siendo los espectadores de la imaginación de otros. Así como yo, nunca creí que yo pudiera vivir una historia tan cliché como esta, sin embargo, ahora mismo un chico jodidamente sexy, con la playera rota, golpeado y al cual tengo prohibido ver está sentado en la orilla de mi cama.
A diferencia de otra veces, Liam está callado. No se queja ni emite ningún sonido mientras paso un trapo húmedo sobre su rostro limpiando la sangre que escurre. Mantiene la vista fija en algún punto de mi pared como si algo fuera la cosa más impresionante del mundo. ¿Qué hay ahí que necesita tanta concentración?
—¿Me dirás qué es lo que pasó? — pregunte dejando el pedazo de tela a un lado.
Estoy de cuclillas frente a él, esperando una respuesta. Sin embargo, no dice nada, ni siquiera me mira. Cuidadosamente tomé su rostro con mi mano derecha y lentamente moví su cara hacia mi dirección.
—Mírame. — hable suave. Tenía curiosidad, pero no quería que pensara que lo estaba regañando ni nada por el estilo. — ¿No quieres hablar? — Sin respuesta. Suspiré, y tomé del piso la bolsa de algodón y el alcohol.
Empecé a pasar el pequeño algodón sobre sus heridas. Un ojo morado, algunos hematomas en la cara y el labio roto sobresalían de su piel. Nunca antes lo había visto tan jodido, ni siquiera en la última pelea que lo vi en el Domo. Mientras trataba las cicatrices, no dejaba de sorprenderme y preguntarme si había peleado con más de uno o si él los habría dejado peor, de pronto, a la mente se me vino la idea de que quizás podría haber escapado de la escena antes de que llegara alguna patrulla o creaba diferentes escenas.
Sin embargo, en ese momento Liam me abrazo. Rodeo repentinamente mi cuerpo con sus brazos que no pude evitar abrir los ojos con sorpresa. Su agarre era firme, pero no podría decir que fuera demasiado fuerte como para lastimarme.
—Liam. — No entendía lo que pasaba.
—Lo siento. — su voz paso por mi oído como un helado viento que me hizo estremecer.
No dije nada. Aún mi cerebro no procesaba ni el 5% de la situación.
—De verdad, perdóname. Todo este desastre es mi culpa. Solo mía. — sus palabras estrujaban mi pecho. Yo solo podía respirar mientras ponía en orden todas mis ideas.
—Tranquilo. Todo está bien. — atiné a decir en un intento de transmitirle paz.
Liam negó.
—Tu mamá tiene razón. — intenté separarme de él para decirle que no importaba, pero Liam no me dejó — Todo este tiempo, te he arriesgado. Desde el primer momento en que nos conocimos te he obligado a aceptarme en tu vida. Te he causado tantos problemas que no puedo ni siquiera contarlos.
Eso era cierto. Yo mejor que nadie lo sabía, aún así, quería decirle que no era verdad lo que decía. Que él me había sacado de mi burbuja autoimpuesta. Mi garganta estaba seca, así que preferí escucharlo.
—Pero, a pesar de saber eso. No cambiaría nada. — admitió — ¿Eso me hace un egoísta?
Negué con un movimiento horizontal de cabeza, escondiendo mi rostro en su cuello y dando pequeños golpes en su espalda.
—Todas las personas somos egoístas, es bastante normal.
—Entonces, soy el más egoísta. Porque, no me importa que diga tu mamá o Darién. Aún sí yo soy un desastre para ti y tú un caos para mí, quiero estar contigo. Quiero que seas mi cliché, Sheccid. — mi corazón saltó dentro de mi pecho como un idiota.
—Dejemos de pensar en el futuro y enfoquemonos en el presente antes de que se convierta en el pasado. — dije, sabiendo que al final todo inicio tiene un final, tal vez esta relación no duraría un por siempre, pero nuestros recuerdos nos acompañarían por casi toda nuestra vida.
Escuche una pequeña risa salir de los labios: suave y profundamente ronca.
—Todos los días pienso en ti. Ya no puedo pensar en un mundo donde no estés — su voz sonó firme, por mi parte me preguntaba sí él era consciente de sus palabras —. Tú eres la estrella que ilumina mi cielo. Tú eres mi todo. Incluso si yo no lo soy para ti, el amor que siento por ti no va a cambiar, porque no es momentáneo ni glorificado, es real e infinito.
Cada palabra que susurraba en mi oído hacia que mi corazón se acelerará más, tanto que dolía dentro de mi pecho.
—Dejé el Domo. — su confesión, me sorprendió —Llevo unas semanas trabajando en McDonald's, después de la escuela inicia mi turno con un día de descanso a la semana.
—Creí que habías dicho que nunca trabajarias en esos lugares.
—Lo hice. Y ahora gano al mes menos de la cuarta parte de lo que ganaba por una noche. — dijo divertido.
Rodé los ojos.
—¿Quién te golpeó?— cuestione cautelosa. Si no había ido a pelear, entonces...
—Al terminar mi turno...— hizo una pausa, tomó aire y continuó — Aurelio e Israel junto con otros chicos a los que les he roto el carro y la cara llegaron al final de mi jornada.
Quede impresionada.
—¿Cuantos? ¿Por qué no te defendiste?
—Quiero ser mejor persona para ti. No solo el matón que lanza puñetazos porque si.
Eso no explicaba porque no se defendió. —Pero, ellos te dieron una paliza. Hubiera sido defensa propia. — por más que quería separarme de él para encararlo, Liam no me soltaba.
—Si lo hubiera hecho, habrían más rumores como "Hamilton regreso a la mafia y junto a su pandilla les dio una paliza a sus "ex amigos" o "Hamilton envió a unos tipos al hospital". No quiero que tu madre escuche más cosas malas de mí. — se escuchó decidido — Quiero ser la mejor persona para ti. Incluso si tengo que cambiar quien soy, lo haré. — eso me asustó.
Me separé de él mirándolo preocupada. Cuando mis ojos se cruzaron con los suyos sentí el tiempo detenerse. Liam tenía los ojos más arrebatadores que pudieran existir en el mundo, me sonrió. Esa sonrisa que derretía mi corazón como el sol derrite la mantequilla.
—Tú no tienes que cambiar por nadie. — acaricié su mejilla.
—Eres la única por la que cambiaría todas las estrellas del mundo.
—¿Aunque sea una estrella defectuosa?
—Solo existe una Alex en el mundo. Y esa es mi princesa. Mi Sheccid.
No puedo evitar que mi corazón salte como un maldito desquiciado. En cuestión de segundos, sus labios golpean suavemente los míos. Su carnosidad se mueve al compás y de pronto su lengua invade mi boca.
La dulce danza, repentinamente comienza a subir de ritmo. De repente, aquel beso dulce es reemplazado por dos personas llenas de deseo. Su mano baja de mi mejilla hasta mi cintura mientras mis brazos se aferran a su espalda y, repentinamente, Liam se levanta cogiendome por el aire al mismo tiempo en qué mis piernas viajan alrededor de su cintura.
Vuelve a sentarse al borde de la cama conmigo encima de él, puedo sentir sus manos sosteniendo la blusa de mi pijama, me separo de sus labios y puedo leer como su mirada verde azulada brilla apasionante preguntando <<¿puedo tocarte?>>. Siento que me desnuda con los ojos, sorprendentemente, eso no me molesta sino me excita y como respuesta acerco mi rostro hacia su cuello empezando a lamer y dar pequeños mordiscos al mismo tiempo que comienzo a mover mis caderas sobre las suyas.
Un jadeo ronco saliendo de su garganta me llena de satisfacción. En una fracción de segundo, Liam mete su mano por debajo de mi blusa. Siento un escalofrío ante el frío de su piel, sin embargo, aquella corriente electrizante es suficiente para dejarlo pasar. Estoy demasiado excitada que no me incomodo cunado él me quita la blusa y tampoco dudo en quitarle la de él.
Empujo su cuerpo hacia el colchón, mis dedos pasan sobre las líneas de sus tatuajes. Primero, sobre las alas sobre su pecho, después por el ave en su cincelado abdomen.
—Te gusta lo que ves al parecer. — dice con el aliento cortado y una combinación placentera y vergüenza.
Como respuesta muerdo mis labios lo que hace que Liam reafirme su agarre sobre mis caderas y vuelva a mover nuestros compás al mismo ritmo. Sin poder evitarlo suelto muchos jadeos mientras disfruto, ahora mismo pienso que esto se sentiría mejor si no tuviéramos tanta ropa encima.
Sus manos suben nuevamente a mis pechos — sobre el brasier — y los aprieta como si fueras jodidamente grandes a pesar de que solo son talla 32B, sin contar, el relleno de la misma copa. Aún así, me siento sexy, deseada.
Me da la vuelta, cuidadosamente se coloca sobre mi cuerpo, me sonrió de una maldita manera hipnotizante besando mis labios comenzando a bajar hacia quijada, luego, mi cuello y llegando a mis pechos. La humedad de su lengua también hacen que mi entrepierna se humedezca, joder, y eso que solo se enfoca a la piel desnuda arriba de la tela.
Sus manos se posicionan en mis piernas desnudas, subiendo hasta llegar a la tela de mi short.
—Me estoy volviendo loco. — gruñe de la forma más jodidamente sensual que pueda existir en el puñetero mundo.
—Tú me estas volviendo loca. — gemi.
Sin darme cuenta, abro mis piernas, los dientes de Liam jalan la tela de mi sosten, sus dedos están dentro del short, encima de mis pataletas, y cuando presiona sobre mi pelvis automáticamente comienzo a moverme.
Lo deseo. Lo quiero dentro de mí. Añoro sentirlo mientras se mueve. Mi lado racional al parecer decidió salir de paseo y dejar a las hormonas adolescentes en su lugar.
Ansiosa, llevo mi mano encima del botón de su pantalón para desabrocharlo, él se separa un poco para que con ayuda de sus pies quitárselo al igual que yo bajo y arrojo hacia un lado de la cama mi short, dejando mis piernas abiertas dándole permiso de que se posicione entre ellas. Y cuando empuja sus cadera me siento en el cielo.
Dejo de pensar en lo demás. Solo quiero concentrarme en sus labios sobre los míos.
Joder, esto quizás se sentiría mejor si no tuviéramos ropa interior.
Adelante y atrás. A pesar de que tiene el bóxer puesto puedo sentir su gran ereccion oprimiendo mi pelvis. Sin embargo, repentinamente — y para mí malestar— Liam se detiene, alejándose de mí.
—No podemos hacer esto.
Claro que si podemos.
—Sheccid, te deseo. — confieza como si fuera el pecado más grande del mundo.
Y yo a ti.
Son tantas cosas que quiero decir pero la aceleración de mi pulso no me lo permite.
—Te amo. No solo quiero coger. Yo te deseo a ti. Quiero estar contigo.
—Entonces hazlo. — digo suplicante.
Mi vagina me arde. Esta deseosa.
—No tengo condones. — dice avergonzado, sus mejillas están rojas — Yo soy virgen. No sé como se hace. Además, quiero que tu primera vez sea especial.
Quiero enojarme con él. De hecho, lo estoy. A pesar de eso, no puedo evitar que mi corazón continúe saltando como un loco por él.
Comienza a buscar mi ropa y, me coloca primero mi blusa y después mi short. Después, busca su pantalón y se lo pone antes de recostarse a mi lado.
—Yo nunca te haré daño. — me dice suavemente, acariciando mi mejilla.
—Para este punto, creo que yo soy más peligrosa que tú. — respondí, divertida.
Nos quedamos unos segundos en silencio hasta que Liam me pregunta:
—Ese día..., ¿Fernando te hizo algo?
Negué.
Liam, me acerca más a él, —Tu mamá piensa que ese hijo de puta es una santa paloma, ¿verdad? — no es pregunta, es afirmación.
—Ella ya está demasiado decepcionada de mí. No importa que haga, siempre seré una inútil. — no quería decir eso último frente a él, pero ya era demasiado tarde.
El silencio se prolongó unos segundos, lo único que podíamos escuchar era nuestra respiración. Entonces, Liam negó tomando mi rostro entre sus manos.
—Nunca digas eso. Tú eres genial. Tus historias son geniales. Tu forma de ser es única. Y tus defectos son perfectos. Tú eres perfecta.
Quise sonreír ante sus palabras, pero no pude. En su lugar, mantuve mi expresión seria hasta que recordé que Liam nunca me regreso mi libro de escritos.
—¿Aún tienes el cuaderno con mis escritos? — pregunté estupefacta, a lo que asintió— Lo hubieras tirado, son demasiado malos.
—¿Quién carajos dijo eso? — su molestia era demasiado evidente a pesar de que uso un volumen bajo.
—Mamá dice que escribir es una pérdida de tiempo. Son pocas las personas que realmente tienen éxito con sus historias. —suspiré, ella tenía razón.
—Yo creo que es genial. — dijo alzando su pulgar en forma de "like" — Quede toda la noche despierto leyendo. — reí. — ¿Tienes más historias?
Dude un momento sí era sensato enseñarle el resto, después de todo, el escrito más avanzado que tenía, estaba en las manos de Liam. Tampoco quería que leyera tantas faltas de ortografía, coherencia y narración en pequeños fragmentos. Aún así, no pude resistirme a esa carita de cachorro.
Negué con una sonrisa por lo inmaduros que somos, me levanté de la cama dirigiéndome al ropero de donde saqué una libreta y después, regrese a su lado.
—No se vale reírse.
Negó, —Leelo, por mí.
Rodé los ojos, pero asentí.
TRES AÑOS ATRÁS
—¿Padre, Richmond? — murmuró una chica peli negra de ojos castaños. Su cabello húmedo se pegaba a los lados de su rostro.
A pesar de que odiara como el hombre la miraba cada vez que visitaba su casa y la costumbre que su madre tenía de enviarla afuera como si el cura también fuera uno de sus clientes, también era un hecho que el padre era el único capaz de escucharla cuando uno de sus demonios la carcomía en sus pesadillas de media noche, además de que tampoco la trataba como basura.
—Padre Richmond. — volvió a llamarlo.
Algo no estaba bien. Indecisa, caminó al confesionario contemplando entre segundos de relámpagos una extraña mancha —oscura y pegajosa —, el inicio del rastro de sangre.
Quizás, lo sensato hubiera sido correr por ayuda, sin embargo, cómo leal personaje de novela negra, se dejó guiar por la curiosidad y estupidez, siguiendo el rastro hasta la puerta trasera.
El suspiro de las hojas y el sonido del agua cayendo sobre ella, estremecieron su cuerpo mientras la fría noche nublaba su panorama visual. Hasta que entre la luz y la oscuridad, con la paulatina sombra blanca de los rayos, visualizó a dos figuras al pie de la fuente de la virgen.
No necesitó mirar dos veces para admirar el tono metálico bañando el rostro del sacerdote arrodillado, suplicando e implorando.
¿Quién diría que alguna vez lo vería así, de rodillas por otro que no fuera su Dios?
El estruendoso rezumbido de una trueno se combinó con el de una bala perforando el cráneo de un hombre vestido con su hábito: el padre Richmond. Un charco brillante color carmín se acumuló alrededor de su cuerpo sin vida, disolviéndose con la caída de la tormenta. Frío y con los brazos tendidos, era contemplado por la hija de una prostituta, el fin del hombre —tal vez, persona — más querido del pueblo.
El cuerpo del asesino se desfiguró ante la luz eléctrica de los rayos. Estaba convencida que él no la había visto, así cómo estaba segura que jamás podría olvidarnos, el asesino la persiguiría como todos los demás demonios que vivían dentro de sus pesadillas.
—Fin del cuento. — cerré la libreta.
—Dime algo, ¿por qué te inscribiste a economía y no a literatura para realizar el examen a la universidad?
Alcé una ceja, —¿Acaso no es obvio? No tengo talento para eso, solo escribo por diversión. Eso que acabo de leer solo es una idea, el primer borrador.
—A mí me gusta lo que escribes.
—Eso es porque eres demasiado raro. — fue broma.
—Yo creo que serías bastante popular.
—No creo que ni siquiera publiquen lo que escribo. Es muy cliché y ya hay demasiados libros así. — esto me está irritado — Vamos, el primero, vampiros y alienigenas buenos con triángulo amoroso y sexys protagonistas. Cliché. Lo que acabo de leer es solo un intento de romance dark, más cliché. No hay nada diferente en mis escritos. — solté ya frustrada, no con él, conmigo.
—¿A que le tiened miedo? A que juzguen lo que escribes. — cuestionó — Alex, es tu vida, es tu futuro y si no te digo que todas las decisiones que tomaras serán las correctas, pero es mejor arriesgarte por algo que te guste a algo que les guste a los demás. ¿Que importa si hay muchas escritoras de romance o misterio? Exacto, nada. Porque ellas no eres tú.
—Lo sé, son mejores. — murmure. A nadie le gustarían mis historias a comparación de las autoras reconocidas.
—¡Ey! Chibi, — hace mucho que él no me decía así — No digas eso, porque eres buena. Y debes aprender algo: No hay libro o genero malo, sólo diversidad de mentes e ignorancia del respeto."
Sonreí un poco.
—Ni siquiera te pensado en terminar alguna historia. — fui sincera — Pero, si lo hiciera y alguna editorial lo publicará se quedaría en la banca rota. — me reí.
—Entonces, yo comprare todos los libros.
—En ese caso, tú serías el que se quede en la banca rota. — dije entre risas.
Liam puso sus ojos en blanco.
—Eres una testaruda, pero aún así caí por ti. — beso repetidamente mi mejilla, haciéndome soltar una carcajada. Puso sus manos son mi cintura y me tiro al colchón acercándome a su pecho.
Sin embargo, el buen ambiente que habíamos creado sería alterado.
—¿Nunca le dirás a tu madre lo que ese infeliz te hizo, cierto? — su pregunta me hizo sentir pequeña. Él sabía la respuesta — Ella cree que ese hijo de perra es bueno para ti.
—Eso no importa. — mi garganta ardió, — Yo sé lo que es, y él no es alguien que quiera en mi vida. Tú si. — mis mejillas se sintieron calientes.
—Estoy feliz. Quiero llorar de felicidad. — estoy segura que habla enserió —Pero, me encabrona pensar que ese tipo se salga con la...
Coloque mi dedo sobre su boca para callarlo.
—Basta. Tomé una decisión. — dije firme — Decidí que lo que pasó voy a olvidarlo, quiero dejar ese momento fuera de mi vida Liam. Y espero que me apoyes en esta decisión.
—Sheccid, ellos te lastimaron. Él te lastimó.
—Si. Pero, fue mi culpa. Yo estaba borracha, yo me expuse, además no quiero que nadie se entere. — no podría soportar que más me culparan — Sabes, antes cuando cerraba los ojos podía ver y sentir ese día, sus manos sobre mi cuerpo, el dolor, sus risas llenas de burla y quería desaparecer. Morirme. Pero, después, pensaba en ti y veía tu sonrisa y todo estaba bien. Ya no quiero seguir guardando este rencor.
Quería dejar todo atrás. Pensar que nunca pasó. Creer que ya no era más basura.
—¿Puedes apoyarme?
—Fernando te violo.
—¿Tú crees que las mujeres queremos decir a los cuatro vientos "mírenme fui violada y lastimada por un hijo de puta?
—No fue tu culpa.
—Solo quiero seguir con mi vida, no quiero atarme al pasado. Por favor. — dije suplicante.
Liam parecía enojado. Suspiró furioso, y volvió a abrazarme.
—Quiero golpearlo.
—No lo hagas. Solo apoyame. Si no lo haces, me temo que esta relación no va a funcionar.
—Lo sé. Quiero entender lo que dices y quiero apoyarte. Así que lo haré, pero que ese idiota no se te acerque más.
Me sentí feliz. De verdad lo estaba. Quizás era una decisión muy cobarde, pero no me importaba.
—Lamento arruinar este momento tan romántico — mierda, esa voz. —, pero mamá no tarda en llegar.
Ambos dirigimos la atención hacia la puerta y quise desaparecer. Mierda, mierda y triple mierda. Joshi estaba recargado en la puerta con los brazos cruzados, una expresión en la cara encabronada y oprimiendo sus labios fuerte como si quisiera matar a alguien.
—Quiero hablar con mi hermana. — su voz fue dura.
Liam de inmediato se levantó y se puso delante de mí como si fuera un escudo, eso no puso contento a mi hermano. Solo era unos centímetros más bajo que Liam, aún así, no mostró miedo o si lo hizo lo supo ocultar muy bien.
—Quítate Hamilton, ella es mi hermana. Además estaba castigada con no verte. — sus palabras eran verdaderas — Solo quiero hablar con ella, tú puedes ir a mi habitación, supongo que ya conoces a Haziel.
Joder, Joshi era demasiado inteligente. Ya había atado cabos en el asunto. No tenía miedo porque me acusará, bueno sí, pero ahora mismo me aterraba más cuanto había escuchado de mi conversación con Liam.
—Liam, está bien. Él no me hará daño. — traté de sonar convincente, pero por dentro temía que me juzgará.
Él asintió y caminó, escucho que Joshi le indicaba la puerta de su cuarto y desapareció del mío, no pude verlo porque mi hermano cerró la puerta.
—¿Es cierto? — interrogó. No respondí — ¿Fernando abuso de ti? — volvió a inquirir.
Quisiera decir que no sentí nada en ese momento, pero era mentira. Sin que pudiera evitarlo, las lágrimas comenzaron a salir. De pronto parecía que mi cuarto se volvería un río.
Joshua no dijo nada, solo se acercó y me abrazó.
—No fue tu culpa. — murmuró.
Después de eso, todo fue silencio a excepción del hipo que me había ocasionado llorar tanto. Él sabía la decisión que yo había tomado, nos había escuchado y la respetaba.
Mamá no tardó demasiado en regresar a la casa, y Joshua al parecer necesitaba hablar seriamente con Liam, así que aprovecho que yo ayudaba a mamá y a mi abuela en la cocina para tener una charla.
Y, aunque no sabía exactamente de qué hablaron supe que había sido bueno en la mañana siguiente mientras desayunabamos.
—Alex puede estudiar hoy, yo cuidare a Haziel.
—¿No vas a ir al entrenamiento de fútbol? — preguntó la abuela — Mira que Fernando podrá ser tu cuñado, pero.
—Él ya no sale con Alex — interrumpió de manera fría, dejando a todos boquiabiertos — Lo siento. He decidido salirme del equipo.
Eso nos tomó por sorpresa a todos, incluso a Haziel.
—Creí que te gustaba pertenecer al equipo.
—Tengo mucha tarea, ya no tengo tiempo.
Mentira. Sabía que mentía. Él no hacía tarea, había tomado su decisión por mí. Sentí culpa, pero Joshi me sonrió. Era una sonrisa que me decía <<Fue mi decisión, no tu culpa.>>
Ya no hubieron más preguntas, pero si salió un tema que me causaron nervios: la aplicación de mi examen de admisión a la universidad.
—Mi jefa solo me dio permiso de llegar tarde, no de faltar. — dijo mi mamá pensativa — Quizás, no deba ir mañana, no quiero que regreses sola.
Estaba pensativa. Habían pasado muchas cosas. Regularmente, era una cobarde.
—No es necesario. Me gustaría que me lleves, pero si no te molesta también me gustaría que mi novio fuera quien me recoja. — su semblante se endureció, — Liam hace hoy su examen, así que no tendrá problemas.
—Alex. ¿Sabes lo que pienso de ese chico, verdad? — ahí va.
—Él no es tan malo, mamá. — intervinó Jorshi.
Ella frunció el entrecejo.
—¿No fuiste tú quien me hablo de los rumores? Además, también Fernando me contó más y su padre dice que no es la primera vez que..
—Desde el día en que fuimos a la delegación por Alex, investigue más, y bueno golpear a profesores y alumnos no es correcto — mordió su panque —, pero tuvo razones.
—¿Por qué alguien destruiría el coche o la cara de una persona? — realmente no sería convencida fácilmente.
—Algunos chicos molestaban y acosaban a otro chico menor por ser gay, el profesor que golpeó se masturbo en el salón con fotos de sus alumnas, un tipo abuso de una chica — me tense — el esposo de la profesora quiso golpearlo porque creyó que él salía con ella, pero en realidad fue acosado por su maestra. Lo demás solo son rumores.
Mamá quedó pensativa unos segundos.
—Aún así, te arriesgo. No me agrada —soltó —, pero esta bien. Solo porque no quiero que regreses sola.
Sonreí feliz.
—Solo un favor. En lugar de escapar, pídeme permiso. E invitalo a tu comida De cumpleaños, quiero conocerlo mejor.
Asentí emocionada. Miré agradecida a Joshi y él asintió. Por fin sentía que todo estaba en su lugar.
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