37. El Problema


Capítulo Treinta y Siete

El Problema.

—No puedo creer que me esté pasando esto. No puedo creerlo. No. — Si mamá se entera, va a matarme.

Sentí unas inmensas ganas de llorar. Quería anotarme contra el piso o la pared y despertar de este mal sueño. Simplemente, no podía aceptar esta situación.

—Calma, Sheccid. Todo estará bien.

¿Bien? ¡¿Bien?!

¿Se estaba escuchando?

Baje mis manos que hace unos segundos sostenían mi cabello, estaba segura que estuve a punto de arrancarmelo, pero ahora quiero arrancarle el suyo a Liam. Levanté la cabeza y lo mire con molestia.

—¡Deja de decir tonterías! Mira a tus alrededores, Hamilton, estamos arrestados.

—No estamos arrestados. Estamos en los separos por una falta menor. — aclaró él como si hubiera alguna diferencia de estar en este lugar.

—¡Estamos tras las rejas! — volví a decir eufórica — ¿Sabes en lo que esto puede repercutir en nuestro futuro? Seremos ingresados al registro de delincuentes y no podremos encontrar un buen trabajo.

Estaba que me llevaba el demonio, estaba con los nervios de punta muerta de la preocupación, sin embargo, a Liam parecía no importarle nada de lo que decía. ¿Qué mierda sucedía con él? ¿Por qué continuaba con esa expresión tan tranquila?

¿Acaso de verdad estaba ciego? ¡Estábamos hablando a través de barrotes! El lugar era bastante parecido a como las películas y la rosa de Guadalupe solían poner en la pantalla, solo que este lugar era más oscuro, lugubre, antihigienico y oloroso. Olía peor que baño público, como si alguien orinara en cada rincón de estas cuatro paredes. Además de que cada separo era sumamente pequeño.

—Verás que Darién vendrá pronto y pagará nuestra fianza. Después nos iremos y te dejaré en casa. — empezó como nada — Será como si nada hubiera pasado. — aseguró entusiasmado.

Pero yo solo quería estar en la misma celda para patearlo.

No entendía como Liam podía estar tan tranquilo y sentarse en el piso. ¿Será que ya ha estado en una situación cómo esta antes? Es un chico que suele meterse mucho en problemas, de hecho, las palabras problemas y peligro son sinónimo de él.

Ladee la cabeza muchas veces para evitar pensar en ello. Respiré, pero de inmediato me arrepentí de hacerlo, recargue mi cabeza contra el metal del barrote, lamentándome por encontrarme en esta situación y repitiéndome una y otra vez que debí quedarme en casa, pero ir había sido mi decisión y estar en un sitio como este era mi consecuencia. Ahora solo me quedaba llorar en silencio.

《Supongo que ahora sé como papá se sintió al estar aquí. Bueno, no, me falta estar borracha. 》

—Sheccid.— escuché a Liam, pararse, y acercarse a mí —. Lo siento, de verdad.

No sabía si sus palabras eran sinceras hasta el momento él había demostrado que estar en un lugar como este no le importaba.

—Van a llamar a mi madre porque somos menores de edad. — le dije entre dientes.

—Ya lo harían hecho, realmente los temas burocráticos y las líneas de atención son lo de menos en lugares como estos. — continuó. De verdad, mis ganas de golpearlo, aumentan más — Darien vendrá por nosotros, ya lo verás.

Parecía tan seguro que por un momento quise creerle. Quise confiar en que realmente todo estaría bien y que haber estado en esta horrible jaula solo sería una mala experiencia que me haría reflexionar para el futuro, si embargo, situaciones como esta no era fáciles. Lo supe cuando él policía Godinez, el padre de Fernando, regreso a donde nosotros.

—Alex, han pagado tu fianza. — su voz había sido dura, no tenía nada que ver con el tono amigable con que se dirigía a mí cuando iba a comer con ellos a su casa o como la de hace un par de horas cuando nos atrapó escapando.

Separé mi cabeza del metal, primero mire a Liam, de verdad me estaba muriendo de miedo. Incluso algunas lágrimas se encontraban a punto de salir, aún así, al ver los ojos de Liam, quise aferrarme a la idea de que en verdad todo estaría bien. Él me sonrió y yo asentí, cada uno empezó a caminar hacia la puerta de su propio separo, teníamos suerte de que nos excluyeron de los demás o no sabría cómo me habría puesto.

El oficial metió la llave en la cerradura, aún así, no dejaba de mirarme con una mezcla de decepción y enjuiciamiento, lo cual me hizo sentir incómoda.

—Sal. — me ordenó cuando después de abrir no pude moverme.

Asentí y di un paso fuera de la celda. Y me detuve para esperar que le abriera a Liam, pero al parecer habíamos malentendido algo.

—¿Qué esperas? — preguntó al ver qué no lo seguía.

Miré a Liam, indicando que lo esperaba a él. El hombre sonrió con sarcasmo y bufó como si aquello fuera lo más estúpido que había escuchado, en nuestras miradas solo se podía ver confusión.

—Solo tú, no él.

Ambos abrimos los ojos. De pronto me sentí como ese meme de "entonces, cell sintió el verdadero temor".

—Un momento. — intervinó Liam, — ¿a dónde la lleva? ¿Qué piensa hacerle? Ambos venimos juntos, ¡no se la pueden llevar! — la confusión de Liam pareció volverse enojo. Estaba segura que ahora mismo quería romper el acero.

—Lo que tu creas me tiene sin cuidado. — respondió el hombre. — Vamos. — tomó mi brazo y jaló de mí. 

Estaba tan distraída y muerta de miedo por quien había llegado que sin darme cuenta accedí, entre más caminábamos pude escuchar los gritos y maldiciones de Liam hacia el policía y los que algunos borrachos le decían a él por no dejarlos dormir.

—No puedo creer que haya tenido que traerte a un lugar como este. ¿Qué carajos hacías con ese tipo? — me preguntó el hombre.

No le respondí. Me limite a observar. El pasillo era gris, las luces parpadeaban, realmente el lugar no era demasiado grande. Sólo habían cuatro separos, uno donde dividían a los hombres y otro a las mujeres. Después estaban los últimos dos donde tenían a Liam con otros jóvenes y uno donde yo estaba sola.

De pronto, el color gris tomó un color blanco y azul que me lastimó los ojos en un primer segundo. El olor a orines secos fue reemplazado por el de hojas y cloro, el sonido de los borrachos cantando o gritando obscenidades por el de teclas, personas respondiendo el teléfono y otras hablando.

Indudablemente, un gran cambio.

—Este no es un lugar donde tu deberías estar. ¿Qué diría tu mamá? Ta es suficiente con tener que lidiar con tu padre para que tú le pagues así.

Sus palabras agregaron un sentimiento en ese momento: la culpa. Pero, igual me hizo reaccionar.

—Un momento — lo miré — ¿Está diciendo que mamá no pagó la fianza?

El hombre asintió.

—¿Entonces, quién lo hizo?

Solo bastó con dar un paso más para ver a la persona que había estado detrás de tan amable acción. De pronto, ya no me importaba estar detenida, quería regresarme.

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? — me sentí estúpida, de pronto todas las piezas se conectaban dentro de mi cabeza, no había sido mi imaginación, Brandon y él si estaban ahí — Fernando.

Ahora, mi mente estaba sacando una nueva conclusión. Ellos habían llamado a la policía. Claro, el padre de este imbécil está en servicio, que coincidencia, ¿no?

—Yo lo llame. — respondió su padre al ver la tensión entre nosotros. — Creí que también él estaría en ese lugar clandestino, pero me equivoque.

Frunci el ceño. Entonces, lo mire de arriba a abajo. El estaba usando su pijama y unas sandalias. Realmente no parecía que estuviera en ese lugar, pero tampoco le creía.

—¿Qué pasará con Liam? — me dirigí al hombre, quien pareció extrañado de que ignorará a su hijo. — ¿Cuándo saldrá?

—Cuando alguien pague su fianza.

—¿Puedo quedarme a esperarlo?

—No. — respondió. — Ve a casa. Que Fernando te lleve

—Pero yo no quiero ir con él. — no tenía miedo, pero no quería estar a solas con él.

—Entonces llama a tu madre para que ella venga por ti. — habló el muy idiota, sabía que era mi punto débil — Estoy seguro que le encantara saber que su hija estuvo detenida por unas horas y que escapo de casa.

—Eso... Espera, ¿qué? ¿Escapaste de casa? — el señor Godinez junto con otros que escucharon parecían juzgarme.

—Vamos. — jale al chico, de verdad, estoy a punto de matar a alguien.

Me cuesta respirar, mi pecho empieza a dolerme y un nudo en mi garganta obstruye mis gritos.

—Eres un hijo de perra. — le dije justo cuando salimos de la delegación. — Maldito cínico. ¿Cuánto fue de la fianza?

No quería deberle nada.

—Olvídate de eso. No es necesario que me lo devuelvas.

—¿De verdad, pagaste? — cuestione sugerente.

Él suspiro.

—Sé que me odias, pero lo hice. Es una suerte que tuviera mis ahorros de mi trabajo de medio tiempo. — se rasco la cabeza, — Pero, espero que esto te abra los ojos.

Me detuve, y Fernando hizo lo mismo.

—¿A qué te refieres?

—Debes estar bromeando. — resopló.

—No. Dime.

—A tú y Hamilton. A esto. — señaló la delegación — Ustedes son tan diferentes. Ese chico es un desastre y tú eres tan inocente y buena que no te das cuenta de quién es. ¡Mira lo que pasó hoy!

Me está jodiendo, ¿verdad? Empecé a reír como loca.

—Esto no está pasando. Eres un idiota con doble moral. ¿Cómo te atreves a hablar de él cuando sabes lo que me hiciste?

—No estamos hablando de mí, sino de él. — dijo como una pobre excusa.

—Eres un...

Quise decirle muchos insultos, pero me quedé congelada y no exactamente por el frío o por la hora, sino por ver a quienes bajaban de un taxi.

—¿Le llamaste a mi mamá? — interrogue exaltada, asustada y temerosa.

No obstante, Fernando mantuvo su expresión tan sorprendida como la mía y negó.

—Yo lo hice. — salio su padre detrás de nosotros. Bajando las escaleras.

—¿Por qué?— lo confrontó Fernando, molesto — te dije que yo iba a venir a pagar su fianza.

—Hijo, — habló el hombre tratando de calmarlo — ella es su madre, debe saber lo que está pasando. Que Alex está empezando a salir con personas criminogenas. Además, es menor de edad, es parte del protocolo, yo no voy a saltarlo. 

Antes de que él pudiera responderle, mamá llegó a nuestro lado.

—Alex. — no sabía cómo describir a mamá, parecía estar molesta y muy enojada pero al mismo tiempo preocupada.

Ella venía junto con Jorshua, quien sostenía una chamarra, aparentemente para mí.

—¿Qué pasó?

El temor me paralizó. No pude decir nada, incluso cuando mamá repitió la pregunta más veces. Ante esto, el padre de Fernando comenzó a explicarle los hechos, es decir, como yo estaba en una pelea clandestina hecha por un 'grupo criminal' y cómo el me había atrapado escapando con un chico cubierto de sangre, golpes y que aparentemente es problemático. Entre más hablaba, mi hermano alzaba las cejas impresionado y mi madre descomponía su rostro enojado, sus cejas de juntaban en una, sus labios se torcian y sus brazos se cruzaban.

—Vamónos. — según dijo, me tomo del brazo con fuerza, pude sentir sus uñas traspasar la tela y clavarse en mi piel.

Sus pasos se convirtieron en zancadas, estaba segura que ahora mismo yo estaba corriendo.

—Mamá, me lastimas.

—Señora, Julia. Espere, no es necesario tanto fuerza. — trató de mediar Fernando, pero Jorshua lo detuvo.

Cosa que no me impresionó. Ambos sabíamos que era lo mejor. A ella no le gustaba que nadie le llevara la contra.

—¿En qué diablos estabas pensando? — se detuvo, en ese momento, sentí mi mejilla arder y como mi cara volteaba. Lo único que pude hacer fue colocar mi mano sobre la zona y sobarme — ¿Acaso yo te crié así?

Dolía. Los golpes de mi madre siempre habían sido duros, pero no tanto como su mirada llena de reproche y decepción.

Guarde silencio. Todos a nuestro alrededor lo hicieron. Mis lagrimas empezaron a caer.

—Responde. — exigió enfadada. Volvió a alzar la mano y de nuevo atacó contra mí mejilla. El sabor metálico de la sangre está vez llegó a mis papilas.

Pero esta vez, nadie se quedó callado.

—¡Shecci! — pude escuchar al otro lado del estacionamiento.

Dios, no. Por favor, no.

Estaba en mi momento más vulnerable. Me sentía humillada y ni siquiera tenía armas para defenderme. No las merecía.

Liam corrió hacia nosotros, seguido de su hermano y Andres, quienes le gritaban que se detuviera. Mamá lo vio y rápidamente supo que era la persona con la que me "habían arrestado", entonces, Fernando me colocó detrás de él como si fuera un estúpido escudo o muralla cuyo propósito es proteger a la princesa.

Esa acción, no la tomo bien Liam.

—¡No te acerques a ella, idiota! ¡Voy a romperte la cara!

No. No digas eso.

—¿Quién es él? — le preguntó mamá a los chicos.

—Es Liam Hamilton. — respondió Jorshua inseguro.

Entonces, mamá me echó una mirada interrogante que yo no supe responder y antes de que Liam llegara, ella corto la distancia y —a pesar de la estatura— estrelló su potente mano contra el rostro de Hamilton. Si bien, no le volteó la cara como a mí, si le dejó roja la mejilla.

—¡Señora! — Darién grito enojado. Esto se está poniendo feo —¿Qué carajos le hace a mi hermano!

Ella no pareció inmutarse. Miró a Liam con todo el rencor que pudo juntar.

—¡No quiero que te vuelvas a acercar a mi hija! ¡No quiero que la busques o la mires! — exigió ella.

—Señora yo....

—¡Tú eres una molestia en la vida de mi hija! No creas que no he oído todo lo que has hecho. Expulsado, detenido, mujeriego, delincuente... No sé con qué chicas has tratado, pero Alex no es como ellas, escúchame bien, ella es una buena chica y no voy a permitir que tú intentes arruinarla.

—Su hija no es tan inocente si está aquí. — Darién salió en defensa de Liam.

—Mi hija no estaría aquí si no fuera por él, ¡antes de conocerlo mi hija nunca se había escapado de casa y menos para ir a un lugar de mala muerte!

A pesar de que ellos dos fueran unos mastodontes mi madre no mostró miedo y tampoco dio su brazo a torcer. Darién abrió la boca dispuesto a defender a Liam, pero él negó.

—Escúchame. — se dirigió mamá a Liam — no sé qué juego tengas con Alex, pero no te va a funcionar, hoy estuvo gracias a ti en un lugar como este, mañana ¿a dónde la quieres llevar? ¿De nuevo aquí? ¿A accidentarse? ¿A qué algo le pase? Aléjate de ella. — terminó, y nos miró a mí y Jorshua — Suban al auto.

Fernando nos abrió la puerta de su coche. Realmente me sentía como una inútil. Ni siquiera pude mirar a Liam ni tampoco a mi mamá o mi hermano.

El camino a casa fue más largo que cualquier otro. El silencio y la tensión sólo hicieron que empeorará la situación. Ahora solo quería que la tierra me tragara. ¿Por qué no pude decir nada?

Al llegar, la primera en bajar del coche fue mamá, parecía que se la llevaba el diablo. Debía apresurarme y seguirla antes de que iniciará una escena y despertará a los vecinos, pero Fernando tomó de mi brazo rápidamente.

—Ella solo está preocupada por ti.

Escuchar eso último me mató.

—Tengo miedo. — mi voz salió en un hilo de voz al mismo tiempo que mis lágrimas brotaban de mis ojos.

Este sentimiento era una mezcla de cosas que no podía describir, por una parte temía que mamá volviera a golpearme como cuando era niña, por otro que me mirará con decepción y por último escucharla decir que era una inútil.

Fernando acortó la distancia entre nosotros, la calle estaba oscura a excepción de la poca luz que daban los postes ubicados a los extremos y las luces del carro que estaban encendidas, lo que hacía que nuestras sombras fueran lo único visible a esa hora.

Me encontraba tan asustada por el qué pasaría que ni siquiera pensé en empujarlo o insultarlo. Mi cuerpo temblaba y él me abrazo como si quisiera darme un rincón de seguridad.

—Todo estará bien. — me susurró en el oído.

Pero yo sabía que nada lo estaría. Después de todo, yo había roto ese voto de confianza que habíamos construido mi mamá y yo en todos estos años.

—Alex, entra a la casa. — ordenó duramente ella.

—Vamos. — me dijo Jorshua.

Asentí dudosa, miré una última vez a Fernando y entré a casa. El patio estaba más oscuro que la calle, apenas entré a la casa mis ojos ardieron cuando mamá encendió la luz.

—Mamá...

—Cállate. No quiero escucharte. — me interrumpió antes de poder decir más.

Comenzó a subir las escaleras y yo fui detrás de ella. Para mi sorpresa, no fue a su habitación, sino que se dirigió a la mía. Volvió a encender la luz y me miró furiosa, parecía que era cuestión de segundos para que salieran llamas de sus ojos y humo de sus orejas.

—¡No estabas! ¡Escapaste! — gritó furiosa —¿En qué demonios estabas pensando Alex Peñaloza Medina?

Me llamó por mi nombre completo. En verdad, no es una buena señal.

—¿Qué crees que pensé cuando me llamó el padre de Fernando cuándo me dijo que estabas en la comisaría? Primero pensé: no, mi hija está durmiendo en casa. Ella no puede ser. Y mira — apuntó la cama — vacía. ¿Cuándo te enseñe a hacer eso? ¿Sabes los riesgos que corriste?

No respondí.

—¿No es suficiente tener que lidiar con tu padre? ¿Ahora tú también me darás problemas? Siempre te creí más inteligente.

—Mamá, yo...

—¿Ese chico te amenazó? — su pregunta me dejó en un limbo.

—¿Qué? ¡No! ¡Liam no haría eso! — me apresuré, pero de inmediato calle. Porque, en un inicio quizás fue así, cuando lo conocí y me quito el celular y de alguna manera me llevo al Domo.

—Ese chico no es una buena influencia. ¡No te quiero cerca de él!

—Mamá tú no puedes decidir con quien puedo o no salir.— me arrepentí de haberle dicho eso.

Ella pareció flipar. Yo nunca le respondía.

—¿No? Cuando tú te compres tu ropa, tu comida y una casa, me dices eso. Alguien que realmente te quiere no te arriesgaría como él lo hizo.

—Tú no entiendes.

—No, Alex, no entiendo. No entiendo en qué momento mi hija se convirtió en una mentirosa. — sus palabras me matan — Si sigues así no llegaras a ser nada.

De nuevo eso.

Yo soy nada. Solo soy un cero a la izquierda. Una inútil. Alguien egoísta.

—Fernando tuvo que pagar tu fianza. 

—Fernando no es tan bueno como tu piensas, y Liam no es tan malo como crees. — susurré entre dientes.

—¿Qué?

—Nada. — mi garganta me dolía. Quería gritarle, pero no, ya estaba lo suficientemente decepcionada de mí para que yo la decepcionará más.

—¿Tú crees que no sé qué te peleaste en la escuela? — abrí los ojos de manera grande — Tú profesora me habló — ¿Cuál profesora? — ¡Lo que hiciste fue demasiado grave, Alex!

—¿Estoy en problemas con la escuela?

—Deberías estarlo. — sentenció — Lo que hiciste no solo merecía una expulsión, es ilegal. ¿Cómo pudiste hacer eso? Definitivamente, yo no crié a una mentirosa.

De pronto, todo se venía cuesta abajo. Lo que parecía ser la salida fácil se convirtió en el camino más boscoso y difícil.

—Estás castigada. Un mes. No, un año. ¿Sabes que? Por el resto de tu vida, no voy a permitir que vuelvas a hacer lo mismo. Me fallaste peor que tu padre.

Salió del cuarto, azotando la puerta. Mis piernas temblaron, de pronto caí al piso. Segundos después la puerta se abrió y aparecieron Joshua y Haziel. El menor corrió hacia a mí y me abrazó, mientras que Joshi se quedó recargado en la puerta.

—Mamá estaba muy preocupada cuando vio que no estabas.

—Lo siento. Lo siento. En verdad, lo siento. — dije mientras correspondía al abrazo de Haziel.

Joshua no dijo nada más. Se mantuvo en silencio. Después de que mi hermano fuera a su habitación y Haziel se durmiera a mi lado, mire en mi celular un mensaje de Liam.

Lo siento.

Apague la pantalla, y abrace a Haziel mientras mis lágrimas caían. Todo había sido un desastre. Desde que lo conocí me vida había dado un giro de 180°, de pronto me veía envuelta en problemas y más problemas. Y en su mayoría, más malos que buenos.

*******


Han pasado días, un par de semanas para ser más exactos y para ser sincero el ambiente continua igual de tenso que aquella madrugada.

Simplemente, mi mamá ya no confía en mí. Todas las noches va a mi habitación a mitad de madrugada para asegurarse que yo me encuentre en la habitación, mi abuela va a dejarme y recogerme de la escuela y cada vez que quiero salir tengo que hacerlo en compañía de Joshua.

Como hoy.

—Ha pasado un tiempo, ¿no? — Grachi se colgó de mi brazo mientras caminábamos dentro de la sucursal.

—No me gusta McDonald's. La comida es demasiado fea y cara. — mi cara era demasiado obvia. Realmente creía que la gente sólo venía a este lugar por el área de juegos, me costaba creer que en realidad les gustará — Una vez, vi en un video de YouTube que habían ratas en su cocina.

—No deberías ver tantos videos de YouTube, ¿cierto, Joshi?

Mi hermano venia con un auricular en el oído, su expresión estaba seria, estaba claro que él no quería venir pero aun así temía que hacerlo.

—A mí tampoco me gusta la comida de este lugar.

—Grachi tiene razón, las hamburguesas no están tan mal. —intervinó Edmun en ayuda a la chica que le gustaba, aunque no se escuchaba muy seguro de lo que decía.

—Si me subo al tobogán, ¿qué creen que suceda?

—Nos corren de la tienda. — dijimos los tres al mismo tiempo.

—¿Y si tengo un amigo que trabaja aquí? — preguntó ella en tono sugerente que me hizo pensar.

Hace días que Liam y yo no nos veíamos, y nuestras conversaciones por mensajes eran cortas y a veces nulas.

—Díganos que quieren, Alex y yo iremos a ordenar.— sugirió la chica alegre.

Mi hermano frunció el entrecejo como si algo no le convenciera.

—¿No prefieren ustedes buscar asientos y que nosotros vayamos por las órdenes?

Grachi negó, riendo.

—No. Vamos Joshi, nosotras somos chicas empoderadas que pueden cargar un par de bandejas con hamburguesas y refrescos. Somos fuertes. — dijo flexionando su brazo, como si mostrara algún musculo.

Mi hermano alzó un poco la cabeza, luego nos miró, Grachi parecía ponerse nerviosa, sin embargo, aún si estar convencido Joshua sólo suspiro y asintió para después hacerle una señal a Edmun de que fueran a buscar una mesa.

—Joder — murmuró Graciela, soltando un poco de aire —, pensé que lo había visto.

No entendía. ¿Ver?

—¿A quién?

—Pronto lo sabrás. — respondió con una gran sonrisa.

Volvimos a caminar, nos formamos en una larga fila y cuando fue nuestro turno el chico que se encontraba de espaldas se dio la vuelta.

—Bienvenidas a McDonald's, ¿en que puedo ayudar...?

Parpadee un par de veces sin poderme creer lo que estaba viendo.

—¿Liam?

Sus brazos tatuados se encontraban cubiertas por mangas largas y blancas, la playera roja con rayas amarillas se moldeaba perfectamente a su figura y abdomen cancelado, por último la gorra que si bien cubría parte de su linda mirada, le daban un toque magistral. Sin duda, el uniforme no era para nada sexy o eso creí hasta que vi a Liam que le daba una mezcla de enigma y rudeza.

—¡Sorpresa! Ahora, quiero mi cajita feliz y..., ¿qué pidieron ellos? —  me preguntó, pero estaba tan sorprendida que no le hice caso.

—¿Por qué estás aquí?

Liam empezó a teclear en la máquina, y me sonrió.

—Trabajar. He dejado las peleas y las carreras. Ahora estoy aquí trabajando como cualquier puberto  con necesidad de dinero. — dijo divertido.

Un minuto, ¿fue por lo que dijo mi mamá?

—Sheccid, iré a verte esta noche. — me dijo — Después de terminar mi turno.

—Si. Mamá, hoy saldrá con sus amigas. Así que es perfecto. — respondí con una sonrisa.

Después de que nos entregará la comida y nos diera helados gratis, regresamos con los chicos y me convencí que definitivamente prefería las hamburguesas de los puestos fuera del Walmart.

De regreso a casa, por alguna razón me encontraba más entusiasmada que antes. Realmente quería ver de nuevo a Liam. Durante todos estos días tuve dudas de nuestra relación, sin embargo, no puedo evitar que mi corazón lata como idiota solo por él.

Cuando mamá se fue, me echo una mirada que indicaba 《no hagas nada estúpido. No pienses en escapar por la ventana》 y una a Joshua que decía 《vigila a tu hermana.》Eso se me hacía totalmente injusto, porque, yo era la mayor. Aún así, no permití que eso me hiciera sentir mal, como a las 10 de la noche, me encontraba escribiendo en otra libreta y escuche pequeños golpes en mi ventana.

Salté de la cama y corrí hacia mi ventana, donde retire las cortinas y abrí.

—Sheccid. — susurró Liam.

Lo dejé pasar, pero quede impresionada por su apariencia. Habían sido solo horas atrás cuando lo había visto y sin duda, estaba muy diferente. Sobre su ceja había una gran cicatriz abierta cuya sangre caía por su rostro, un ojo morado, el labio roto. 

¿Qué mierda le había pasado?

Espero que el capítulo les haya gustado. Si es así voten y comenten que les pareció. Nos vemos próximamente. 

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