36. La Jaula.

Capítulo Treinta y seis.
La jaula.

—¡Aaaa!

—¡Alex, ¿estás bien?!— mi madre entró repentinamente al baño, su voz precipitada y la rapidez con la que había llegado, indicaban que la había asustado.

No. No. No. ¡Es horrible!

Me miré horrorizada al espejo. No podía creer lo que estaba viendo, esto debía ser una pesadilla.

Giré a verla con mis ojos llenos de lágrimas.

—¡Mi cabello está verde! — chille, mostrandole las puntas. Lo que en algún momento fue color paja, ahora era color Hulk decolorado — ¡Se supone que el tinte era azul!

Por unos segundos, mamá entrecerró los ojos, procesando mis palabras y frunció el ceño antes de ponerlos en blanco.

—Te dije que necesitabas usar mínimo dos cajas de tinte, ese cabello no está bien decolorado. Te lo dije, Alex.

Ahí estaba de nuevo, la famosa frase. Me sentía jodidamente patética, no supe qué responder, solo atiné a hacer un mohín como una niña chiquita recién regañada.

—¿Y si voy a comprar otra caja?

Mierda, no debí decirlo.

Juro que fue igual que ver a Louis de Malcom. Su mirada se ensombrecio e inmediatamente sentí miedo.

—Estás loca. Ya es noche, puede pasarte algo, además, te acabas de bañar, Alex. Vas a enfermarte y tú no vas a pagar las medicinas, ¿o si? — ese era el típico sonido de madre sobreprotectora, la cual, si pudiera leer mis pensamientos, no dudaría en aventarme la chancla.

En primer lugar, porque yo nunca me tomaría los medicamentos, menos si es un jarabe. Aún recuerdo como corría cuando mi mamá se acercaba con ese frasco de plástico, ella era tan tramposa que con ayuda de mi abuela me tapaba la nariz para que pudiera darme esa horrible medicina sabor a fresa. De solo recordarlo siento escalofríos.

—Mamá, me veo horrible.

—Tú decidiste pintarte ese cabello y no escucharme.

Y, volvemos de nuevo al "te lo dije".

Pero, para mi suerte, pareció leer mi desgracia y suavizo su mirada para luego acariciar mi mejilla.

—Alex, no se ve tan mal como piensas. — dijo con una sonrisa que me hizo creer en sus palabras, al menos, por esos instantes. — Además, tampoco vas a encontrar abierto, es muy tarde. Mejor descansa.

—Pero... — No quería que Liam me viera así.

Mamá prosiguió a besar mi mejilla, —Pero nada, Alex, será mejor que te pongas la pijama y duermas. Te quiero, mi niña.

Su sonrisa llena de confianza me hizo sentir la peor hija del mundo. Solo bastó con que ella saliera por la puerta para que la culpa tocara a mi consciencia.

En ese momento, sonó el timbre de mi celular que me alerto, no necesitaba pensar demasiado para saber quién era. Tomé el movil y leí.

Liam
Sheccid, ya estoy por llegar.

¿Es enserio? Mi mamá aún no se duerme. Menudo problema.

Tire mi espalda sobre el colchón y suspiré. ¿En qué momento me había convertido en esto? ¿Desde cuándo yo me escapaba de casa por las noches?

La respuesta era obvia y la pregunta muy estúpida. Porqué, yo lo sabía. Todo se debía a una persona: Liam Hamilton, el chico que me había convertido en un desastre.

¿Qué demonios estás pensando, Alex?

De nuevo, ese sonido.

Liam.
Ya estoy aquí.

Joder. ¿Por qué siempre tiene que ser tan puntual?

Yo.
Aun no estoy lista.

Liam.
Asómate por la ventana.

Arrugué un poco el entrecejo, aún así, obedecí. Lo único que tendría que hacer era asomar la cabeza y decirle que esperara. Al menos ese era el plan.

Me acerqué a la ventana, apenas abrí las cortinas tuve que colocar mis manos sobre mi boca para evitar que un grito saliera. ¡Liam estaba fuera, otra vez, colgado en el árbol!

—Sheccid, ¿acaso no sabes lo peligroso que es dejar la ventana abierta? — dijo sentado metiendo su cabeza dentro de la habitación.

Retrocedí unos pasos poder proferir una palabra, con los ojos entreabiertos. ¿Es que está idiota? ¿Por qué demonios entra?

La sonrisa burlona de hace unos segundos desapareció tan pronto volvió a darme otro vistazo.

De repente, Liam acortó los pasos que yo había retrocedido. Sus grandes manos se acercaron a la piel de mi mejilla, y sus ojos hicieron contacto con los míos. En ese momento, una corriente eléctrica comenzó a desplazarse por mi sangre, transmitiendo un cosquilleo a todo mi cuerpo.

Él acarició mi mejilla. La suavidad de su roce me hacía sentir que estaba tocando a la cosa más maravillosa del mundo. Su mirada era una combinación de ternura y ferocidad, como si estuviera dispuesto a no mirar a nadie ni nada más que yo. Entonces, su mano comenzó a bajar lentamente por mi oreja y cuello.

—¿Qué hac...?— ni siquiera pude articular completa mi pregunta, mi voz se corto.

—¿Por qué debes ser tan mágica? — habló con el timbre ronco y suave — Eres tan hermosa que siempre que te miro, me doy cuenta que sin importar donde esté, no quiero nunca olvidarte. Lo eres todo para mi, Sheccid.

Mi corazón bombea a mil por hora. Duele demasiado, que en cualquier momento saldrá por mi pecho.

Quiero besarle. Quiero que él me besé.

Entonces, vuelvo a la realidad. Y parece que Liam también se da cuenta que ¡solo estoy cubierta con una toalla!

De inmediato, sus mejillas enrojecen al igual que las mías. Y como un impulso, sostengo uno de mis tenis del piso y comienzo a golpearlo.

—¡Pervertido! — le recriminó en un susurro, sin dejar de pegarle con la suela. — Idiota, depravado. Largo de aquí.

Creí verlo mover sus labios, tratando de susurrar algo, pero mi vergüenza y mi molestia fueron más fuertes que no pare hasta que Liam saliera por la ventana, y cerré rápido la ventana y las cortinas.

¿Qué demonios? ¿Por qué dijo algo tan cursi? Joder, mi corazón se saldrá de mi pecho.

Liam.
Sheccid, lo siento. 👏
De verdad, perdón.
No pienses que soy un pervertido.
Lo siento mucho.

Mi respiración estaba acelerada. Quizás, por el coraje. Si, eso era.

Yo
Pudrete.

Corrí al espejo del baño, y mi rostro estaba completamente rojo.

《Realmente soy una niñata》me dije a mí misma.

Tomé aire y exhale. Después, me diriji al ropero y saque la ropa que hace horas había escogido, esta vez, no sería la chica fifi del uniforme o la de pijama de conejitos. Me coloque mis short de mezclilla, una blusa blanca y una chaqueta verde militar que Liam me había prestado, me coloque mis tenis blancos y tome un bolso que mi madre me había obsequiado y en donde metí un poco de maquillaje y mi cepillo.

¿Será demasiado decirle que ya no iré?

Pensé en las posibilidades de que mamá se acercara a la habitación a echar un vistazo, así que, como una buena chica que se escabulle, coloque algunas almohadas y ropa debajo de las sábanas.

—Dios, no me falles, por favor. Rosa de Guadalupe, tú tampoco. ¿Cómo voy a mirar a ese idiota? — me pregunte. 

Mi estómago estaba siendo atacado por un torbellino de emociones, encabezados principalmente por la vergüenza.

Me dije a mí misma que todo estaría bien y que solo debería de actuar con normalidad —un millón de veces—, y volví a abrir visualizando abajo a Liam sosteniendo las escaleras junto con Renzo que no paraba de mirar su reloj a un lado del Camaro negro de Hamilton. Esto de verdad, era una sorpresa.

—¿Ahora nuestro color favorito es el verde? — preguntó, mirando las puntas de mi cabello.

—Cállate. — Quizás, soné más ruda de lo que pretendí.

—Realmente te ves hermosa, Sheccid.

Le lance una feroz mirada, —Cierra la boca. — me sentía avergonzada.

Quería decir, "gracias", pero después de lo que paso, solo podía esquivarlo.

Y como toda una cobarde, entre en el asiento del copiloto, observando a los chicos bajar cuidadosamente la escalera para cargarla y meterla en la cajuela.

Dos segundos después, ambos entraron al auto y Liam metió la llave, el rugido del motor empezó a rugir suavemente y en un parpadeo ya estábamos avanzando.

—El cinturón de seguridad, Sheccid. — me dijo el chico, echando un vistazo en un semáforo rojo.

Rodé los ojos, pero hice caso.

—¿Cómo es que nunca te preocupas cuando yo no lo uso? — cuestionó, Renzo en el asiento trasero, ofendido.

Liam le lanzó una sonrisa de autosuficiencia que estoy segura pudo ver desde el espejo.

—Fácil. Tú no eres Sheccid.

—¡Soy tu amigo! —continuó —Nos conocemos desde secundaria, no puedo creer que me cambies por una chica. Todos son iguales. — dijo afligido, colocando dramáticamente una mano sobre su frente.

No pude evitar soltar una carcajada ante su escena. Incluso, estuve a punto de ensuciarme con el rimel que colocaba encima de mis pestañas.

—¿Lo ves? Es por eso. Incluso su risa es perfecta, es música. — le respondió Liam, — Ella te supera en todos los aspectos.

—¿Así? ¿Y si se hecha un pedo, seguirá siendo perfecta?

—¡Renzo, ¿qué carajo?! — exclame, dejando el espejo y el rimel dentro de mí bolso para Mirarlo. — Eres un asqueroso.

—¿Yo? — colocó una mano sobre su pecho, el muy maldito sonrió después —, pero, Sheccid es algo biológico.

Abrí la boca dispuesta a decirle algo, pero Liam se adelanto, sorprendiéndome una vez más.

—Si.

Renzo y yo lo miramos sin entender.

—¿Qué?

—Ella seguirá siendo perfecta, sin importar qué.

Mi nivel de vergüenza estaba a punto de colapsar.

—Si que eres un perro enamorado. Supongo que Amelia ya esta soltera. — mencionó con un tono nada sutil.

Escuchar ese nombre me caló.

—Amelia ha estado soltera desde hace mucho, espero que logres conquistarla.

Este idiota. De verdad, no sé a cual de los dos golpear. Estaba claro que Renzo había enviado una indirecta.

—¿Podrían decirme por qué todos están tan nerviosos? — inquirí, desde hace unos días todos en el círculo social de Liam estaban entusiasmados por este día— Casi todos los días Liam pelea en el Domo o va a una de sus carreras — aunque yo no recordaba que fuera a otra después de aquella con Amelia — ¿Qué tiene de especial hoy?

—¿No se lo has dicho? — ese fue Renzo.

—Claramente, no. De ser así, no estaría preguntando. — dije muy obvia.

—Hoy es el sexto aniversario del Domo, Sheccid. — explicó Liam. Al ver mi expresión aún confundida, agregó — Se ha preparado un evento especial, por lo regular, las peleas y las carreras se hacen en ubicaciones diferentes, pero está vez han decidido que todo será en un solo lugar.

—¿Eso no es peligroso?

—Lo es. — asintió nuestro acompañante — Pero eso es lo divertido. Además, creo que Darien y Andres, han arreglado todo. El evento es exclusivo.

—¿Un evento callejero y clandestino, exclusivo?

—Claro, ¿acaso no has visto el club de la pelea?

—No. — respondí seria.

—¿Qué carajo? Liam, amigo, baja a esta chica, ahora.

—Antes de que baje ella, bajas tú. — le respondió  con frialdad. Hasta yo me sentí. El puchero de Renzo fue un poema.

Sonreí un poco, y no porque hiciera sentir mal a Renzo, más bien, sentía cálido cuando él de alguna manera me defendía. Miré mi pulsera, ya tenía más letras que la última vez.

All I Eve

—Cómo sea — dijo, restando importancia a su berrinche —. Este año, el evento principal será una pelea.

—¿Y eso que tiene de nuevo?— estaba curiosa, yo lo veía bastante normal.

—Andres, conoció a unos tipos norteamericanos, así que Hache Loco Hamilton peleara contra...

—Un novato estadounidense. — acompleto Liam.

Frunci el ceño, por esa irrupción. Examine su expresión y parecía bastante normal, aunque, la de Renzo era completamente diferente.

—¿Un novato extranjero? — cuestione.

—Si. Lo que tiene entusiasmado a este idiota y a los demás es que la pelea será dentro de una jaula.

—¿Una jaula? — estaba sorprendida, en este tiempo, solo se dibujan figuras en el piso con gises — ¿Cómo en las luchas de AAA?

—Algo así. — me respondió él.

—Y me imagino que tú serás la estelar.

—Si. Así es. Aunque en realidad, era Darien, pero en el trabajo lo abordaron y Andrés me lo pidió.

—¿Estás seguro de esto?

—Sheccid, ¿no confías en tu novio? —  Renzo mantenía una sonrisa divertida.

—Lo hago. — asentí, mirandome por mi espejo de mano mientras cuidadosamente me ponia labial rojo en mis labios — Pero también, me preocupo por él.

Liam, sonrió.

—Tranquila, Sheccid. Yo estaré bien. Además, haré mucho dinero para ti.

Voltee a ver a Liam con la boca abierta.

—Yo no te lo pedí. Además, ya te lo he dicho. Un mal golpe y ya valiste, ¿el dinero vale más que tu salud? — genial, ahora parecía una madre riñendo a su descontrolado hijo adolescente.

Liam, frenó de repente. De no ser porque traía el cinturón puesto, creo que me habría golpeado con el parabrisas.

—Imbécil, ¿por qué frenas así? — le reclamó Renzo.

Él no respondió, simplemente, giro a verme y tomó de mi rostro para besarme. Estaba tan estupefacta como nuestro acompañante, ninguno de los dos podríamos adivinar que pasaba por la cabeza de ese chico loco.

—Sheccid, en verdad, soy el chico más puto afortunado del mundo.

—¿No pueden conseguirse un hotel?

—¿Acaso quieres que te patee el trasero y te deje varado aquí mismo? — volteó Liam con cara de pocos amigos.

—Eres malo, Li. Malo con M de maldito. — chilló su amigo, fingiendo limpiarse lágrimas inexistentes. — Cómo sea, yo no me metería con ninguno. Menos al saber como dejó Sheccid a esas chicas.

Sentí mis mejillas calientes, aun no puedo creer lo que pasó ese día. Me es difícil aceptar que yo en verdad arrastre a esa chica. Y más, pensar que mamá no se entero gracias a Liam y Grachi.

—¿No te regañaron? — estaba bastante curioso.

Mire por la ventana, tratando de no prestarle atención a su mirada. Aunque también sabía que mi silencio no iba a cambiar de tema.

—Al día siguiente me enviaron un citatorio, y fue la nana de Grachi fingiendo ser mi abuela. — me encogí de hombros.

Renzo soltó un silbido, impresionado.

—Vaya, eres un cabrón, Hache. Llevaste a una chica buena al lado oscuro.

—Exagerado. — solté, fingiendo tranquilidad.

Visualice la carretera, las luces nocturnas del cielo y de electricidad contrastan perfectamente con la tonalidad oscura del cielo. Antes de llegar al inicio de Ciudad Universitaria, Liam giró adentrándonos entre las colonias de Santo Domigo y Santa Ursula. Realmente no reconocía donde estábamos, pero mientras más adentro íbamos, más solitario se Veía el lugar.

Aunque, no sentía miedo. Estaba acostumbrada a que las ubicaciones del Domo fueran así.  Entonces, empecé a escuchar rastros de música y el sonido de llantas derrapando rápidamente por el suelo, unos minutos después, luces de diferentes colores iluminan la carretera como sí estuviéramos entrando a un antro.

No era un lugar en ruinas o un baldío ni nada parecido. Más bien, parecía el estacionamiento de un ¿gimnasio de luchas? ¿Un palenque?

No había visto algo parecido, solo en las películas de Rocky o de esas donde el chico sexy va a pelear por la chica que ama. Pero, esto no aplica, ¿o si?

Ante de que pudiera pensar en algo más, sentí mi cuerpo retroceder.

—Sheccid. — era Grachi, rodeando mi espalda con sus brazos — ¡Llegaron! — su aliento olía a cerveza y moras. Su ropa, a marihuana.

—Tardaron demasiado. — se acercó Tavo.

—No me mires a mí — se excuso Renzo, alzando las manos —, culpa a los tortolitos. — nos señaló.

Sin importar por donde miré, la multitud es el doble de lo normal. De repente, el sonido de diferentes tipos de claxones se dispara al mismo tiempo que el cuádruple de llantas derrapan ferozmente en el piso, al rugido de los motores les responden nuevos rugidos.

—¿Qué te parece una carrera, Li? — propone Tavo —. Este año han llegado unos chicos de Italia, amigos de los americanos.

Liam que hace unos segundo había logrado separar a Grachi de mí para abrazarme por la cintura, miró al chico.

—¿Y yo por que?

—Porque tu nombre se ha vuelto demasiado conocido en este lugar, gilipollas. — soltó él, rodando los ojos.

—Pero estoy con mi novia, ¿para que tienes ojos, si no ves, idiota? — le dice con entonación grave, digna de un bad boy.

—¿Acaso te has vuelto mandilón? — cuestiona un chico bastante parecido a Tavo, pero con unos años más.

Liam sonríe de oreja a oreja cuando me mira, en cambio, al mirar al chico su expresión cambia a una dura.

—Si soy mandilon o no, no es algo que sea de tu incumbencia, Andres.

—Así que, tú eres la famosa, Sheccid. — la sonrisa de Andres cubre de oreja a oreja su rostro. — Ya nos habíamos visto, ¿cierto?

Afirmé con un movimiento, — Nos conocimos en la fiesta de cumpleaños de Grachi.

El chico extiende su mano, pero antes de que pueda responder su saludo, Liam me coloca detrás de su cuerpo como si fuera un escudo. Cosa que hace soltar una carcajada al chico.

—Si que eres celoso, Li. Darien no se equivoco al decir que esta señorita te traía como pendejo. — pasa su mano por su cabello, divertido por lo infantil que es Liam.

—Jodete, cabron.

—Cómo sea, necesito que muevas el culo, Li y te subas a tu carro y me hagas ganar dinero. Mucho dinero. — no deja de sonreír, pero remarca el tono de orden.

—Esos gilipollas, han traído a un corredor de las ligas mayores. Y los americanos también, piensa que representas a México en la copa internacional del Domo.

—Si, categoría: carreras ilegales, lleno de clandestinidad. Wow, el mejor premio. — bufo, sin ningún interés. — Tú solo quieres explotarme, tacaño.

—Vamos, que también puedes ir con tu novia.

Eso pareció enfadar a Liam. Sin decir nada, se acercó al chico y lo tomó del borde de la playera de Queen, levantandolo un poco del piso.

—No metas a mi novia, en tus sucios negocios. — parecía que de sus ojos salía fuego.

Todos mis sentidos se alertaron, así que me apresuré, tomándolo del brazo.

—Liam, basta. Sabes que odio que hagas esto.

Parecía que mi voz lo hacía entrar en razón, no tardó nada para que lo soltara. El problema, es que no era la única que se había percatado de ello.

Lo peor de ello, es que, a los muy idiotas les resultaba gracioso y no preocupante como a mi.

Escuche el sonido rasposo que salia de la boca de Andres mientras tosía y su hermano le pasaba una lata de cerveza Indio que el chico no tardó en sostener.

—Guarda esa energía para la jaula, Hache, recuerda que tú eres nuestro estelar y lo necesitarás. — dijo alzando sus manos — Pasame una corona. — le ordenó a Tavo.

Entonces, Andres estiro la lata hacia Liam, o eso creí, cuando él la iba a sostener, negó.

—No, no. Tú debes concentrarte en la pelea, Romeo. Esta es para ella. Una corona para una princesa.

Lo mire desconfiada. Aunque, sabía que Liam confiaba en él, así que la tomé entre mis manos. Lo que menos quería es que este tipo hiciera otra broma y este loco terminara enviándolo al hospital.

—Dale toda la suerte a Li, que la necesitará.

—¿A qué te refieres? — quise preguntar, pero antes de escuchar su respuesta, Liam me sostuvo de la mano y me guió hacia otro lado.

—Andres siempre se vuelve más idiota cuando Darien no está.

—Veo que se llevan muy bien. — comenté.

—Es el mejor amigo de mi hermano, son socios. — respondió con una sonrisa ladina.

La noche continuó con normalidad. Claro, la normalidad que debería de haber en una fiesta rodeada por carreras de motos y autos, con chicas buenas y chicos ebrios pero animados por qué llegase el evento estelar.

De alguna manera, Liam se encontraba al margen y yo en el centro de la pista bailando con Grachi y Tavo. El alcohol recorría mis venas creando una explosión de adrenalina que era extasis para mi cuerpo.

Nananana nananana nananana na
(You know). Los capos están ready


Todos reconocíamos la canción de Dady Yankee, aunque ya no fuera tan escuchada como a principios de los 2000. No había nadie en la pista que no siguiera la letra, por nuestra parte, Grachi y yo parecíamos estar bien coordinadas en nuestro baile, que el movimiento de caderas y brazos se sincronizaba a la perfección con el de la otra, incluso cuando Tavo se incluyo en nuestra pequeña rutina improvisada.

Sin embargo, no pude evitar detenerme cuando creí ver una cara familiar. ¿Brandon? ¿Si él está aquí, Fernando también?

Un miedo horrorozo me invadio. ¿Por qué ellos estarían aquí? En mi mente se empezaba a crear un remolino de ideas para nada buenas, la preocupación comenzó a ir de un lado a otro hasta que volví a sentir la mano de Grachi, y vi su sonrisa que me transmitía un 《tranquila, no estás sola》Después, miré a Liam que no dejaba de verme, como si tratara de decirme que él nunca me dejaría sola. Así que seguí bailando, retomando nuestra rutina improvisada de movimiento de caderas y manos mientras mi amiga y yo rodeabamos a Tavo.

Todo era tan divertido, tanto que no supe en que momento Tavo y Graciela habían iniciado con un beso candente. Quise darles un poco de privacidad e intenté darme media vuelta, sin embargo, como típica escena cliché mi rostro choco con algo, mejor dicho, alguien.

—Estoy celoso. Yo también quiero que me bailes así, Sheccid. — susurró en mi oído, roncamente.

—¿De nuevo, estas de pervertido? — resople mirando sus bellos ojos.

—Si yo solo quiero besar a mi novia. — respondió con inocencia. — Pero es tan buena que me da miedo que me diga que no.

Solté una pequeña carcajada, que hizo que la curva de su sonrisa se agrandara.

—Puedes intentar.

Liam que tenía el cigarrillo en sus labios, acercó su rostro al mío. Mis labios entreabiertos, pude sentir como sutilmente pasaba el humo hacia mi boca, el cual, no dude en tomar justo antes de sentir su piel sobre los míos, unos segundos antes de que mi lengua se enlazará con la suya y lentamente bailará.

Pase mis manos detrás de su espalda, supongo que él debía haberse agachado bastante. Era tan malditamente alto que no me costaba trabajo creer que no tuviera ya dolor de espalda o cuello.

Aunque, en estos momentos, eso no importaba. Mordí ligeramente su labio, a lo que él soltó un suspiro.

—Vaya, creo que ya has aprendido a fumar. — susurré con la voz entrecortada.

—Supongo que tengo a una grandiosa maestra.

Reí, —Supongo que las Goo Girls también pueden corromper a los Bad Boys.

—Creo que ese mito es real.

Justo antes de poder besarnos nuevamente, Tavo jaló del brazo de Liam:

—Li, es hora. Después, pueden besarse todo lo que quieran.

Hamilton soltó hn gruñido, pero asintió. Antes de irse, me dio un pequeño beso y caminó junto a Tavo.

—Alex, es hora de entrar, si ven a Liam entrar con Tavo, todos correrán dentro. — me susurro Grachi en el oído tratando de ser discreta.

Asentí y junto a Renzo y otros, nos apresuramos a entrar. A pesar de eso, fue inevitable no encontrarnos con la sorpresa de que ya todas las gradas delanteras estaban ocupadas. Por suerte, Andrés nos vio, tomó mi mano y me guió debajo de una especie de cuadrilátero. Estaba impresionada, no porque el tamaño fuese el doble de grande, sino, que por primera vez Liam estaría rodeado por una jaula en lugar de gente.

—No pensé que estuvieras de acuerdo con esta pelea, — comentó de la nada el chico, sacándome de mis pensamientos — Darien me amenazó con colgarme de los huevos en el árbol más grande de México.

Su expresión era tranquila, mientras la mía mostraba una clara confusión.  

—¿Qué?

El chico saco un cigarro de su chaqueta de mezclilla, mostrando su pulcra dentadura cuando esbozó su sonrisa. No obstante, esta más que divertida esa sarcástica.

—Pero, claro. Liam nunca escucha, es demasiado impulsivo. — encendió su cigarro con el encendedor de su otra mano — Cuando escuchó cuanto estaba en juego, solo pensó en su novia y todo lo que podría comprarle con ese dinero. — terminó, echando el humo sobre mi rostro.

—Él dijo que competiría contra un novato. — tosi un poco, sin embargo, mi voz era seria.

Si ese chico quería intimidarme, yo no lo dejaría. ¿Quién se cree?

—¿Un novato? — ahora el sorprendido era otro — Hijo de su...— ahogó el insulto y volvió a soltar humo — Te mintió, ese chico no es como los demás. Él está en las ligas profesionales, para ese chico esta pelea solo es un juego de niños. ¿Entiendes?

¿Qué había dicho? Fruncí mi ceño unos segundos hasta que de repente mi mano golpeó con fuerza la espalda de Andres que incluso sonó como si mi palma hubiera tenido la palma de un puño.

—¿Por qué rayos no lo detuviste? — dije entre dientes. ¿No se supone que él es el mayor?

—¿No conoces a Hache? Él da miedo, incluso esta a punto de alcanzar a Darien, ¡y sigue en crecimiento! — confesó, temblando.

—Voy a matar a ese estúpido. — externé en lugar de pensarlo.

Una mezcla de emociones nada agradables se esparcieron por todo mi cuerpo. Mi corazón frenó como si corriera un maratón para detenerse de putazo, estaba preocupada, ahora mismo solo quería correr en busca de Liam y darle una golpiza por mentirme y después llevármelo a rastras.

Okey, quizás ese chico desastre y yo seamos la pareja perfecta, ambos somos dos idiotas impulsivos y salvajes.

—Dime en donde mierda queda el vestidor.

Ahora, el semblante de Andrés parecía entretenido.

—¿No confías en tu novio? — arqueó una ceja, divertido.

—Lo hago. — respondí sincera — Pero no soy estúpida, incluso tú estás preocupado por él. Yo no voy a permitir que a ese idiota con el IQ de nuez le pase algo.

—¿Sabias que tiene un IQ muy alto? Además, — canturró, recargando su brazo sobre mi cabeza — ya comprobé lo que quería, y la pelea va a empezar.

Quise abrir la boca para decirle que dejara de decir estupideces, pero en ese momento el par de luces blancas se apagaron para destellar algunos faros azules al mismo tiempo que el sonido de una sirena resonó dentro del lugar, nadie se espanto porque Tavo apareció en compañía de otro chico de altura larga y con rasgos que claramente indicaban que era uno de los norteamericanos.

Vi que ambos movieron los labios, aunque no me importaba que dijeran, yo solo quería ver a Liam tomarlo de la mano y llevarlo lejos de aquí.

Segundos después, la música sonó con estridencia por los altavoces y el grito del público estalló en frenesí cuando Liam apareció entre las sombras como siempre con una pose altiva y expresión indiferente pero egolatra.

—¡Liam! ¡Liam!

Cruzamos miradas, sin embargo, el muy idiota solo me guiñó el ojo coqueto.

—Si ese tipo no lo deja en coma, lo haré yo.

La música cambió por Starboy, apareciendo esta vez la figura de alguien más. Era tan alto como Liam, sus músculos más abultados y la seguridad que reflejaba en su mirada podía contratarse con la ferocidad de terminar con su presa.

Su llegada sólo hizo que el griterío del séquito de ambos aumentará, era obvio lo que todos en este lugar buscaban. Presenciar un baño de sangre entre dos bestias.

Sonó la campana e inmediatamente Liam atacó. Pero esta vez, no dio como esperaba en la nariz del chico, éste dio media vuelta y giro para golpear con todas sus fuerza en la mejilla de Hamilton. El golpe fue tan potente que hizo girar su cara, para mí,  fue como ver en cámara lenta la sangre saliendo de su boca.

Como si eso no fuera suficiente, su contricante aprovecho que estaba desorientado y le escupió. Cosa que provocó el descontrol de algunos en el lugar. Sin embargo, Liam no se inmutó, simplemente le sacó el dedo de en medio y aprovechando eso, corrió regresando el golpe con un gancho a la derecha. Entre más veía el intercambio de golpes, podía notar que su adversario lanzaba puñetazos con más potencia que algún otro al que antes se hubiera enfrentado.

Todos estaban tan concentrados en gritar hasta quedar afónicos y mirar como esos dos intercambiaban golpes entre ellos que nadie se percato en que momento neumáticos ajenos a los participantes de carreras llegaron al lugar.

Nadie dentro pudo ver como las luces rojas y azules llegaron. Hasta que de pronto, la muchedumbre y los gritos de afuera pudieron llegar adentro del desastroso baño de sangre.

De un momento a otro, los presente comenzaron a correr mientras caían en un estado crítico de pánico. Empujándose en busca de salir primero por las múltiples salidas pequeñas y ocultas, buscando algún escondite y haciendo que me alejara de Andres o cualquier otro conocido.

—¡Sheccid! — pude oír a Liam gritar desde dentro de la jaula, dejando de lado al chico.

—¡Liam! — grité siendo llevada por la caótica multitud.

Genial, esto parece mucho a otra escena cliché de un libro cliché. Entonces, ¿no es el momento en que alguien me ayude?

No, claro que no. La única que podría ayudarse en este momento era yo. Tenía que buscar a los chicos, no esperar a que ellos me rescataran como una doncella en peligro.

Todos corrían a una dirección, la cual era contraria a donde estaba Liam, tenía el presentimiento que él me estaba buscando, así que inicie hacia el lado contrario, en cambio antes de que pudiera dar diez pasos una mano me tomó del brazo y me arrastro hacia un rincón.

—¿Estás bien, Sheccid? — las vendas de sus nudillos estaban ensangrentadas, su abdomen moreteado y sus heridas abiertas.

—Vaya, el cliché es real. — comenté para mí misma, hasta que recordé que me había mentido y lo golpeé en el hombro — ¡Maldito mentiroso!

—Auch, eso duele, Sheccid. — se quejó.

Rodé los ojos, — No chillaste cuando ese mastodonte te golpeó, ¿pero, conmigo sí?

—Es que tú eres muy fuerte y te amo. Pero este no es el momento para discutir eso. Tenemos que irnos.

Liam quito un pedazo de lámina vieja y nos escabullimos por ese hueco, aprovechando que todos corrían en diferentes direcciones buscando sus autos, huyendo de la policía o en búsqueda de un right, nos alejamos lejos del sitio.

El problema fue que no creí que nos encontraríamos con un rostro conocido.

—¿Alex?

Mierda.

Eso fue lo primero que pensé al ver al padre de Fernando parado frente a nosotros, sorprendido, y cuya expresión cambió a una cara de pocos amigos al ver la apariencia para nada sospechosa de Liam.

¿Quién hubiera imaginado que en esa madrugada, yo podría experimentar lo que era estar dentro de una jaula, pero del Ministerio Público?

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Espero les haya gustado el capitulo. Sé que la historia ha estado inactiva, pero recuerden que soy una persona con muchas otras responsabilidades, además que hubo un periodo que no me sentía bien conmigo misma.

Voten y comentan.

¿Qué creen que pasará después?

Lamento incoherencias, faltas de ortografía y demás.



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