35. Complejos.

Capítulo treinta y cinco
Complejos

Casi nadie nota como pequeños fragmentos de piedras caen del techo, a decir verdad, dudo que alguien lo haga. No cuando están tan concentrados en mover los billetes de mano en mano y gritar tan fuerte hasta quedar afónicos.

Había perdido a los chicos, durante un segundo estaba a lado de Tavo y al otro ya estaba entre toda la multitud. Traté de abrirme paso entre los asistentes, una tarea para nada sencilla, por mucho que intente escabullirme solo conseguí rebotar de un lado a otro y de aquí para allá igual a una pelota de ping-pong.

De pronto, el volumen de los asistentes fue disparado mientras lanzaban sus puños al aire, creando un ambiente mucho más dramático a la pelea.  Me paré de puntitas curiosa por saber que los había puesto eufóricos, entonces vi a Liam alcanzar el rostro de su contricante, el que le volteara la cara me hacía pensar que le rompió la nariz.

Quizás fue en ese momento en que sin darme cuenta las cosas cambiaron. Ante mis ojos ya no era ese chico siendo alcanzado por los nudillos de Liam, era mi padre con el tabique dislocado y ese cuadro mal dibujado la acera fuera de mi casa donde estaba tirado, mamá gritaba y dos hombres vestidos de policía trataban de someterlo. No estoy segura si era la sangre o la manera en que siempre usaban la fuerza, pero sabía que odiaba verlo.

Gracias a un codazo en mi costilla regrese al presente, sorprendentemente había llegado a la primera fila a tiempo para ver como el otro chico lanzó un golpe que Liam logró esquivar dando media vuelta y regresando para estrellar su codo en su nariz obligándolo a retroceder, su sangre salió volando salpicando mi mejilla y mi suéter blanco. El otro sujeto cayó al asfalto en un ruido sordo ante el estallido que no hizo más que aumentar cuando Tavo anunció a Liam como ganador.

Liam ni siquiera miró al tipo tendido en el piso, solo se acercó al verme dentro el zarandeo de personas buscando sus ganancias, con una mano jaló mi brazo y con la otra alejaba a quienes estaban demasiado cerca como para intentar frotarse.

Mantuve la atención en su figura. Su torso cinceleado, con manchas rojizas y uno que otro moretón. Por encima de su hombro pude observar a un par de chicos que socorrian al caído, la sangre cayendo por su boca y nariz, su ojo hinchado.

Papá...

—¿Sheccid, estás bien? — me preguntó preocupado, acariciando mi mejilla salpicada.

Parpadee, regresando la vista a Liam, como si fuera la primera vez que me hablaba.

—¿Estás bien? — volvió a interrogarme, cambiando su expresión a una más seria — Lo siento, Sheccid.

No sabía a qué se refería hasta que me dí cuenta que al abrazarme sin querer me había manchado más de sangre.

—No importa, de todos modos es mi culpa. No debí traerme este suéter sabiendo que vendría aquí. — suspiré un poco ida.

Seguramente, Liam había planeado decir algo si no fuera porque Tavo se adelantó.

—Joder, ¿acaso quieres que Liam nos de una paliza? ¡No vuelvas a desaparecer así, Alex!

Por su tono deduzco que Liam estuvo a punto de usarlo como saco de boxeo al no verme a su lado, típico de este bad boy.

—Sabes que odio la violencia. — le di una mala mirada. 

—Cariño, Liam, "Hache", "perro loco" o como quieras llamarle es sinónimo de violencia.— se burló Grachi.

—No me apoyes tanto. — gruñó él, a lo que ella le sacó la lengua.

—Yo solo apoyo a mi Sheccid. — refutó pasando un brazo detrás de mis hombros, estaba claro que quería hacerlo enfadar. Y, a decir verdad, lo estaba logrando. —Alex, eres tan linda, no puedo creer que salgas con un troglodita como Li.

—Graciela. — dijo él en tono amenazador.

Casi estuve a punto de reír, los gestos de Liam celoso eran sumamente graciosos. A pesar de la distancia y ante la nula luz pude ver la sangre derrochada de la pelea, cerré los ojos obligándome a no pensar en ello.

—¿Sheccid? ¿De verdad estás bien?

—Si. — mentí. 

Sabía que Liam no se quedaría tranquilo, así que sin darle tiempo de decir ni "pío", jale de su brazo.

—Vamos, debemos limpiar esas heridas. 

Nos alejamos de los chicos y justo cuando íbamos a llegar al pequeño espacio destinado para Liam, un grupo de chicas con tops y jeans ajustados se acercaron a nosotros.

—Hache, estupenda pelea. — le dijo una de ellas, a diferencia de su apariencia, el tono de su voz era nervioso. —Las chicas y yo nos preguntamos si no te gustaría ir a festejar con nosotras tu victoria.

Liam le sonrió. Genial, ahora yo quiero golpearlo.

—Suena divertida tu propuesta — bien, debería batearle las bolas —, y te lo agradezco pero mi novia tiene mañana clases y yo no voy a ningún lado sin ella. — besó fuerte mi mejilla.

Me acercó más a él para retomar nuestro camino, aún sin voltear podía sentir como me taladraban con su mirada, lo que me hizo sentir escalofríos e incomodidad.

—Algún día harás que me golpeen. — me quejé, justo antes de sentarme en un escalón lo suficiente empinado como para que Liam me ayudara.

—¿Quién podría golpearte? — cuestiona como si lo que dije fuera una locura —. Nadie se atrevería. — no sé si es mi imaginación pero eso último pareció sombrío. 

—Claro, solo porque tú lo dices. No te diste cuenta, ¿cierto? — saque algodón y alcohol de mi mochila, primero asistiendo las herida de Liam —Esa chica quería sexo.

—¿Sexo? — no lo cree — ¿Por qué lo harían? Ni siquiera la conozco, además tengo novia. Obviamente, si pretendiera perder la virginidad definitivamente sería contigo. ¡Auch! — se queja cuando aprieto el algodón con alcohol en su ceja.

Siento mis mejillas calientes. ¿Alguien más cree que hace calor? Agradezco a la rosa de Guadalupe y la santa madre de los pectorales que este lugar carezca de luz.

—¡Arde, Sheccid!

—Oh, vamos. ¿Puedes soportar una pelea pero no un algodón con un poco de alcohol? — rodé los ojos. 

—¿Y dices que odias la violencia?

—Por supuesto. — le dije, apretando más el algodón. — ¿Por qué me miras así tan detenidamente?

—Eres la chica más hermosa del jodido mundo. Soy el chico más afortunado.

Parpadee.

—Estás loco. Definitivamente.

Liam acercó su rostro al mío, su respiración y la mía parecían volverse una.

—Mientras consiga poner una sonrisa en esos hermosos labios, sin duda seré feliz de considerarme loco de atar.

Reí, negando la cabeza. Este chico podría tener un gran IQ pero le faltaba un tornillo. 

Liam, deslizó una mano por mi nuca para posteriormente sellar la charla con un beso. Jaló de mi labio, besa tan jodidamente bien, que no puedo creer que no sea un mujeriego, solté un jadeo.

—No sé que fue lo que pasó hace un rato, tampoco preguntaré solo quiero que sepas que sin importar qué siempre estaré para ti.

No pude evitarlo, aquello había derretido mi corazón. Pasé mis manos detrás de su nuca y lo atraje más a mí para sentir la colisión de nuestros labios.  Primero, el roce de la carnosidad, la sutil intromisión de su lengua en mi boca y la manera en que la tensión nos envuelve hasta hacerme sentir fuegos artificiales.

Han pasado meses desde que Liam y yo iniciamos oficialmente nuestra relación. A su lado podía sentir como lentamente el peso de ser una chica buena y perfecta se reducía, era como si la verdadera e imperfecta Alex pudiera salir a la luz sin miedo a ser rechazada por los demás o eso quería creer.

Yo tenía miedo. Mucho. Aquello por lo que me había esforzado empezaba a quebrarse, solo habían pedazos de lo que fui, pero no podía unirlos para estabilizar a lo yo real. Los momentos en qué me sentía feliz a lado de Liam, desde las salidas furtivas por mi ventana, que pasáramos el 25 y 31 de diciembre hasta días atrás donde estaba decidido a enseñarme a conducir su bellísima Harley. Todos ellos, por más que quisiera atesorarlos, siempre se terminaban opacando por ellos...

Ellos vociferando. Ellos gritando. Ellos peleando. Siempre ellos. Ellos que siempre habían permitido que los muros de nuestro hogar se cayeran, aferrándose solo por la estúpida idea de familia nuclear, ellos siempre lastimándonos.

¿Yo quería eso? ¿A eso me llevaría una relación?

—Pensaba tomar un curso, pero son muy costosos, no creo que mi padre quiera pagarlo. Quiero contabilidad, pero siento que será muy demandada. — suspiró Edmun, desanimado.

—Opino que por sí misma la UNAM es muy demandada. — replicó Jorge — No se de que te preocupas, eres inteligente. Igual que Sheccid.

No dije nada. En realidad, no tenía nada que decir, o bueno, es esos momentos no sentía que me importara. De ello, ahora mismo me parecía que la universidad no era tan importante como antes hubiera creído, ¿qué podía decir? Ni siquiera sabía que demonios quería, mi plan perfecto de estudiar economía —tal como quería mamá — había sido influenciado por una pregunta: ¿Qué es lo que tú quieres?

Yo no lo sé.  Creí que lo sabía, pero no lo sé. ¿Qué me diría mamá si se lo digo?

Genial, ahora pensar en mi futuro se ha vuelto una carga más pesada sobre mis hombros. Me pregunto como Liam puede llevar tan tranquilamente su extraña decisión por la fotografía, ¿de verdad no sabe que podría morirse de hambre? Bah, bueno, al menos, sabe lo que quiere.

—Tierra llamando a Sheccid. Tierra llamando a Sheccid. La nave ha aterrizado en el planeta "perdida en sus pensamientos", ¿me escucha?

Una mano pasa cerca de mi cara. Fruncí el ceño y la hago a un lado de forma brusca.

—¿Qué les sucede a ustedes dos?

—¿Estás bien? Estás como que ida, ¿no?

—No entiendo a que te refieres, Jorgais, estoy escuchando lo que dicen. — me defendí — Hablan de la universidad.

—Si. Hace como tres horas.

—Además... — inicia Edmun —, no nos has dicho nada.

—Economía. Aplicaré para economía.

Jorge rueda los ojos cansino. ¿Ahora que dije?

—¿Lo ves? Ni siquiera sabes de qué hablamos. — se queja, mientras Ed le da palmadas en la espalda.  — Te hemos llamado Sheccid y no nos has dicho nada.

Demonios. No creí estar tan inmersa en mis pensamientos.

Piensa, Alex. 

—Quizás, simplemente, ya me acostumbre. — me encogí de hombros.

—O tal vez, no quieres admitir que algo te sucede.

—¡Vamos, nos conocemos desde hace años! Somos dignos de confianza. — me anima Edmun. — Por cierto, Grachi me dijo que vendría con Hamilton.

Las mejillas de Edmun se sonrojan, cada vez me cuesta más pensar que lo que hay entre esos dos es una relación abierta.

—Ese es el problema. — los dos me miran sin comprender lo que digo — Siento que desde que Liam llegó todo se ha vuelto un desastre. — vi que Jorge abrió la boca, por lo que me apresuré a aclarar: — Más desastrosa que antes.

—¿Qué quieres decir? — está vez interroga Ed.

—Ya no sé que es lo que quiero. — solté. ¿Felices? ¡Lo dije!

Para mi sorpresa ellos no parecen impresionados. ¿De qué me perdí?

Jorge suspira, dando palmadas en mi espalda. La pose que adopta es como la de un coach de vida animando a su cliente —al menos como yo me lo imagino —, ahonda en sus ideas hasta que finalmente suelta:

—¿No crees que quizás sea la primera vez que en verdad piensas en lo que tú quieres?

—¿Qué... — quiero terminar con "qué quieres decir", pero antes de iniciar con la segunda palabra siento la sombra de alguien cubrirnos de la luz del sol.

Estábamos fuera del instituto, una vez que finaliza el turno de la mañana e inicia el de la tarde, los prefectos nos pide de manera "amable" que nos retiremos de las instalaciones. Por lo que, ahora estábamos sentados en una de las bancas a un lado de las motocicletas.

—¿Eres la 'presunta' novia de Hache?

Una chica mastica chicle y me mira sonriendo. Dos chicas la acompañan.

¿Es mi imaginación o parece una escena de fangirl de séquito? ¿Por qué diablos pienso en eso?

—¿Presunta?— pregunte.

—Se ven completamente diferentes.

Santa Rosa de Guadalupe, ¿acaso viene una típica escena cliche de esas historias donde forzosamente hay rivalidad entre chicas? Espero que no.

—Claro que somos diferentes. En primera, él es un hombre y yo una mujer, sin contar la genética.

Mis amigos se ríen discretamente. La expresión de la chica se vuelve de pocos amigos. ¿Dije algo malo o incorrecto?

—Solo mirate con ese uniforme, tu desaliñado aspecto y esas ojeras. — me barre con la mirada — ¿Cómo pudo preferirte a ti?

Rodé los ojos. ¿Por qué demonios tenemos que vivir en constante comparación entre unas y otras?

Entonces, me doy cuenta que a diferencia de mí y los demás estudiantes de este lugar, ella no usa nuestro uniforme, sino, el de una escuela privada.  Su cara no me es familiar.

—Disculpa, ¿puedes ir al grano? ¿Qué quieres de mí? ¿Te conozco? ¿Quién eres?

La chica alza la cara. Enrojece.

—Soy la que te va a partir la cara si no dejas a Hache. — sube su tono.

Mis amigos se quedan conmocionado, algunos de nuestro alrededor nos miran. ¡Estupendo yo que odio el centro de atención ahora estoy en medio!

—Ey, no me gusta el escándalo. Baja la voz, por favor.

—Ah, dices que no te gustan. Entonces no entiendo porque sales con Hache.

—Porque nos gustamos, ¿no crees? ¿Por qué otra razón sería? — resople obvia —. En serio, no quiero discutir. Vamonos chicos, esto me incomoda.

Cuelgo la mochila en mi hombro y me pongo de pie. No tengo idea de lo que esta chica pretende, ni siquiera la conozco, pero tampoco me voy a quedar descubrirlo. Finalmente,  puedo encontrar a Liam en el camino.

—Ey, espera. ¡No me ignores! — jala de mi mochila, me regresa unos pasos.

—No quiero discutir.

—¡Oye tú, déjala en paz! — grita Fany.

Los chicos se quedan al margen, cosa que agradezco, lo que menos quiero es que ellos interfieran y alguien grite que las ataca.

—¿Y quien eres tú? ¿Su hada madrina o algo así? 

—No sé que te pasa, pero si eres del club de fans, déjame decirte que Alex no tiene la culpa de ser su novia.

—¡Pero si es una mojigata! — exclama frustrada — Además, también salías con Fernando Godinez, ¿cierto?

La tierra bajo mis pies tiemblan al escuchar ese nombre.

—Te he visto antes con él, ¿a que si? Él es más tu tipo,  no es feo, y es el capitán del equipo de fútbol de la preparatoria.

—¿Y eso que tiene que ver? — Fany interroga, yo no puedo decir nada.

—Qué sé lo que pasó en las pruebas y que sé como se ve una cara de idiota enamorada. — sigue la desconocida — ¿Acaso estás usando a Hache para darle celos a Fernando?

No siento saliva en mi boca, no sé que decir. Solo reafirmo el agarre en mi mochila y vuelvo a darme la vuelta.

—Si tanto te gusta Fernando deberías ir con él.

—No digas tonterías. Además, él tiene novia. — eso último estaba de más, no supe porque lo dije.

Siento que tiran de mi pelo y me arrastran hacia atrás, mis ojos se aniegan en lágrimas. De seguir así, terminará arrancando mi cabello. Estoy desorientada, es obvio que nadie me ayudara, a Fany la sostienen sus amigas y, Edmun y Jorge han sido advertidos de no tocarlas al menos de que quieran una demanda. Sin opción, yo también le jalo el suyo. Parecemos como dos gatas. De pronto, jalo de su saco y la empujo con fuerza que ni yo misma sabía que tenía y un fuerte ruido se produce a nuestro alrededor.

Respiro repentinamente liberada, viendo a esa chica tirada junto a las motos —antes paradas —, mi pecho sube y baja rápido, mi respiración es entrecortada, el dolor de mi cabeza es tan grande que llega a mi cerebro, veo unos cuantos cabellos sueltos en su mano así como su expresión adolorida. Por un segundo quise decir "lo siento, ¿estás bien?" y darle la mano; sin embargo, hago lo contrario, abalanzandome sobre ella. Primero empiezo a darle manotazos donde quiera que caigan, cuando ella intenta levantarse, mi mano se hace puño e impacta en su mejilla, le tiro del cabello varias veces. Algo se apodera de mí. Una gran rabia. No debió acercarse. No tuvo que decirme nada. No debió mencionar a Fernando, ni atacarme.

¿Por qué estoy haciendo eso?

Sus amigas corren a socorrerla, una me jala del cabello y la otra pellizca mis brazos. Antes de poder soltarla, Fany se abalanza sobre una, de la nada otra figura se cae sobre la segunda amiga. Dos brazos fuertes me levantan, sigo dando patadas, quiero volver y asestar más golpes, pero quienes nos rodean me miran raro, ya no se ríen y tampoco graban. Entonces, me doy cuenta de lo que hice.

La multitud nos abre paso, estoy a punto de echarme a llorar. ¿Qué sucedió conmigo? Yo no soy así. Yo soy tranquila. Nunca me meto con nadie. Se supone que yo no sobresalía en popularidad, era normal.

—Hache. —  escucho lejanamente detrás de mí. No logro oír lo demás.

La cabeza me da vueltas. De pronto, veo mis mano y veo hacia adelante, ahí estaba mi papá. Su figura. Su agresividad. Su impulso. Su miseria. Aún así, esta ira interna no se puede aplacar hasta que algo debajo de mí frena.

Un minuto..., ¿qué?

—¿Estás bien? — Liam se para frente a mí, yo estoy sentada en la moto.

No estamos ni cerca de la escuela. Me siento una estúpida.

—Lo siento.

—¿Lo sientes? — asentí —. Vamos, Sheccid, no tienes que disculparte. No me has hecho nada.

—Lo siento. Yo no quería hacerle daño. De verdad. No quería. ¡Soy un monstruo!

—No. No lo eres. — acaricia mi mejilla.

—¡No viste lo que le hice!

—Si. Me sorprendió mucho. ¿Dónde quedó esa chica que odiaba la violencia?

Pasa sus manos detrás de mi espalda. Yo sigo llorando. Mis manos tiemblan, mi moco se escurre y estoy hipando.

—Te has reprimido tanto que ahora has explotado. — él se separa, y me mira a los ojos — De ahora en adelante, no te reprimas más. Un ángel, un demonio, o una catástrofe sin importar qué seas yo quiero estar ahí para ti siempre.

Sorbi la nariz. Limpio mis lágrimas. Mi corazón se acelera, pero hay algo que nos detiene: el tiempo y el cambio.

—¿Sabes que nada es para siempre, verdad?

—¿De qué hablas?

Tome aire.

—Liam, algún día tendremos que terminar. Los sentimientos cambian igual como todo. Esto, tendrá que llegar a su fin en un momento y tú ni yo podremos saberlo — pensar en ello me duele, pero es mejor dejar las cosas claras antes de que estos sentimientos crezcan más. —Después de eso, tú y yo solo seremos simples conocidos que pasaran a ser desconocidos. Esto no es una estúpida historia cliché donde el protagonista sexy e inalcanzable se casa con la 'cero a la izquierda'

Me abraza. Se queda en silencio unos instantes.

—¿No podemos simplemente crear nuestro propio cliche? Uno donde puedas quedarte siempre conmigo.

—Eso seria un sueño. No conviertas los sueños en algo peligroso. — acaricié su cabello. Su respiración hacia cosquillas en mi oreja.

—Vale correr el riesgo si es contigo. Solo contigo. Clava miles de agujas en mi corazón, no me importa si tú estás aquí, conmigo.

—Eres muy cursi. — reí nerviosa. Mi corazón saldrá de mi pecho.

Liam ríe junto conmigo.

Momentos como estos resultaban mágicos, el tiempo siempre dejaba de importar y al final todo se resumía en nosotros dos.

El problema es que incluso esa magia podría romperse.

—Mierda.

—¿De nuevo con poca imaginación y palabras poco coloquiales? — se burló.

—Es serio.— pase mi mano sobre mi cabello — Estoy segura que llamaran a mi madre, las orientadoras no tardarán en saber que fui yo. Estoy muerta.

—¿Y qué tal si tu abuela va antes de que eso suceda?

¿De qué demonios habla?

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