¡CACA SONRIENTE!
Harold era un trabajador que le ponía mucho empeño a las cosas, todo fuera para poder mantener a flote el apartamento del tercer piso, y a su obeso gato, "Harold. Jr". Estaba escribiendo en su laptop, con los lentes al borde de su afilada nariz, cuando recibió un mensaje de WhatsApp desde el celular:
Jefe: Brown, ¿qué tal va con el informe? Recuerde que tiene una semana para entregarlo.
Revisó y contestó inmediatamente:
Brown: Estoy por acabarlo, Señor. Pronto podré mandárselo en PDF, o en formato Word, si lo prefiere.
El doble tick azul, y otra respuesta:
Jefe: Excelente. Si sigue así, considere la posibilidad de tener un ascenso...
Brown: Muchas gracias, Señor.
Harold trataba a ese hombre como si fuera una estatuilla china de cristal milenario, pulida por manos de princesa virgen. Y ese era exactamente el motivo por el cual conservaba el empleo en la compañía de comunicación, nadie había durado más de un año con ese tirano neurótico, y él llevaba dos.
Siguió tecleando sin parar durante media hora más, hasta que otra notificación iluminó su pantalla:
"¡Hola! Somos los emojis clásicos. ¿Quieres ayudarnos? *muchas caritas felices* "
Pensó que sería un anuncio de alguna aplicación, así que le clavó el visto. Pero de forma casi instantánea, apareció otro texto:
"Oye, Harold... La cosa es seria *caritas serias*".
Un minuto después:
"Harold".
Otro:
"Harold, Harold".
"Haroooooold".
"Harold, por favor".
"Harold, imbécil, por lo menos responde".
"No puede ser, lo haces mientras cagas, pero ahora ni eso, ¿eh? "
"La recontra *mujer sonriente* que te *mujer embarazada*, eres una *caca sonriente*de persona. Después de todo lo que hicimos por ti... Ahora te jodiste, Harold *muchas manos con dedos medios elevados*. Te vamos a mostrar lo que somos capaces de hacer".
Satisfecho por no volver a escuchar ese infernal pitido, acabó el documento y lo guardó.
Se alejó un poco de la PC, deslizándose en su silla. Vaya que tenía la vista cansada, pero aún así se reacomodó las gafas y observó el teléfono, ahora con mayor atención, y alzó una ceja tras notar el último mensaje.
Brown: ¿Disculpa? Me parece que estás siendo un irrespetuoso. Esta broma está fuera de lugar, si no quieres que llame a la policía, más vale que no vuelvas a molestar.
Lo intentó mandar, y en ese preciso momento, el teclado comenzó a andar solo. Miles de emoticones de policía surgieron de la nada.
"Nosotros también somos emojis, y lucharemos por nuestros derechos, ¡golpe de Estado! *emoticón de hombre con brazo levantado*"
Harold sudó frío al ser testigo de cómo su estado pasaba de un sobrio "Disponible" a un "Disponible, pero no para ti Patrick, no me rompas los *dos emoticones de huevos*"
Estaba mal, muy mal. Y no porque un tipo con más de treinta años se viera como un idiota puberto con esas bromas gráficas, sino porque Patrick era el nombre de la persona que casi le había prometido un mejor puesto.
—Ok, esto no es divertido, quien quiera que seas —. Intentó escribir mientras farfullaba en voz alta.
"Y no has visto nada *demonio sonriente*".
—No —susurró, envuelto en pánico— ¡VOY A ROMPER EL CELULAR! —Lo alzó, ya alterado por completo—¡No hagan eso!
Sin embargo, era tarde. Su jefe acaba de recibir un mensaje suyo.
Uno que tenía una luna negra, una mano haciendo un círculo, otra mano apuntando a la izquierda, corazones de colores, bananas, berenjenas y gotas de agua, ¡hasta un pollito junto un globo! ¿Qué demonios era eso? No tenía idea, pero se sentía sucio por dentro y por fuera.
Intentó escribir, intentó borrar, incluso quiso mandar un audio. Nada, los malditos tenían el control de su móvil.
—Dios, oh por Dios...le llegó. Mierda —tiró de su cabello con desesperación—, ¿qué quieren de mí?
"Sencillo, mejora nuestro diseño, sabemos que tienes los medios para hacerlo... No estamos dispuestos a desaparecer, ¿entiendes? Casi nos pasó con esa espantosa película, no ocurrirá otra vez. Sálvanos, ¿sí? *cara dando un beso con conrzón*"
Como no respondió, los emojis tomaron el poder de nuevo, enviando un mensajito adicional para el mandamás:
Jefe: Eres un *emoticón de fantasma* y *mamadera*, un jodido *cara de ojos torcidos*, me das ganas de *cara vomitando*. Prometo que te voy a *puño, puño, puño*.
—Es mi fin —tembló, y luego cayó al suelo, desmayándose de puro terror.
Unos golpes en la puerta lo hicieron volver en sí. Sudoroso, pálido, y con la mirada algo ida, se puso de pie y fue a abrir.
Patrick estaba allí, entrajeado y serio.
—¡Jefe! Eh... —El hombre le puso un dedo en los labios.
—A mí también me gusta rudo —se abalanzó sobre él.
Mientras tanto, el celular de Harold se llenó de una carita llorando y una pistolita de agua, una carita llorando y una pistolita de agua, una carita llorando y una pistolita de agua...
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