Sueños de mujer

Domingo, 28 de marzo de 2021

Querida amiga:

Te escribo para contarte sobre alguien que conocí hace poco.

Ella se llama Selina y durante años vivió en su cocina. En esa oscuridad no había un destello de libertad y la escoba era su única amiga. Llevaba grilletes en los pies que no podía ver. Ella era una niña de casa, abocada a las labores domésticas, porque tenía un padre déspota, dominado por una mentalidad extemporánea y anticuada para la época actual. Pero qué podía hacer contra ese feroz estereotipo.

En su adultez, su rol de mujer de casa no cambió y se afianzó al tener su primer hijo. El fuego del amor conyugal se apagó a los pocos meses y surgió el machismo de su esposo, que se convirtió en un troglodita que solo venía a comer y luego se iba, dejando ropa sucia que lavar. Selina no podía ver más allá de las vajillas y los vestidos largos y roídos.

Una tarde, cuando lavaba la ropa holgada de su esposo, recordó a su padre que parecía querer truncar sus sueños, aún difunto. Ella amaba el fútbol y siempre veía partidos en la televisión: admiraba a los entrenadores más laureados. Anhelaba algún día dirigir algún equipo. Debía vencer a ese monstruoso estereotipo que su padre había alimentado.

A pesar del machismo que rebosaba su esposo, Selina buscó la manera de salir de las tinieblas del sexismo y la subestimación, que ya se había instaurado en su hogar. Con los consejos de su madre, ella sorteó las piedras de la discriminación y entró a un arduo curso de entrenadores.

Tiempo después, Selina sacó un diploma de entrenadora de fútbol y comenzó a dirigir a un pequeño club femenino. Aquel logro llenó de orgullo a su progenitora y puso iracundo a su esposo. Con el apoyo moral de su madre, Selina superó los niveles para llegar a entrenar a su primer equipo.

Con treinta y tres años, ella empezó a dirigir clubes a nivel profesional. Al principio los resultados no fueron los esperados y varios entrenadores pusieron en duda su capacidad. Aparte debía lidiar con el sexismo que aún dominaba este deporte. Pero su suerte iba a cambiar y en ningún momento dejó que los prejuicios hicieran mella en ella.

Una mañana, Selina se enteró de la muerte de su madre, y solo unos días antes su nombre sonaba fuerte para dirigir a un ascendido equipo masculino. Por un momento estuvo a punto de renunciar, pero más tarde se hizo oficial su designación, que tuvo gran repercusión en la prensa internacional.

Selina se convirtió en la primera mujer en dirigir a un equipo masculino en primera división. Su plantel se mantuvo invicto hasta llegar a la final y gracias a la motivación de su entrenadora, el equipo salió campeón. La vida de Selina es un ejemplo para nosotras, es un llamado a romper estereotipos de género, y a perseverar para alcanzar nuestros sueños. Sé que podemos lograrlo.

Micaela

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