#Ganadora: seasaurio
—No puede ser —murmuré escondiendo mi cara tras el libro que estaba leyendo.
Hacía tan solo tres semanas que mi transcurso por la universidad había acabado y ahora me encontraba en mitad de una transición: la de acabar con mi vida en Nueva Orleans para embarcarme en la gran aventura de trabajar y residir en la gran manzana. Aquel paraíso de asfalto y multitudes me esperaba con los brazos abiertos y yo no podía estar más emocionada. Así que cuando tomé la decisión de pasar una temporada en casa de mis padres antes de marcharme, no esperaba encontrarme a Jim McKenzie en la casa de al lado cortando el césped.
Sin camiseta.
Mis hormonas ya se revolucionaban en el instituto solo con verlo y años después esa sensación parecía querer volver salir a flote; pero era inevitable pensar en lo que hizo aquel capullo arrogante cuando me dejó porque una novia en la universidad le resultaba "una carga innecesaria". Pero al menos no soltó el típico "no es por ti, es por mí" que se había marcado Tyler —otro de mis ex novios— en tercer año de carrera.
—¿Charlotte? —Preguntó con la voz ronca.
¡Ay mi madre! Su voz era más grave la última vez que la escuche.
Mi cara salió de aquel libro, sonrojada. Maldije interiormente al sentir aquel ardor en mis mejillas —y no solo en ellas—. Aquel chico que me había roto el corazón por primera vez con dieciocho años se encontraba frente a mí, siendo un hombre... ¡Y vaya hombre! Jamás en mi vida pensé que aquel enclenque con aspiraciones a ser jugador profesional de baloncesto se convertiría en la mayor fantasía sexual de cualquier mujer.
—Vaya, Jim... te creía en la NBA saliendo con una Kardashian —dije antipáticamente mientras me acercaba a la valla que nos separaba.
Tocado y hundido, capullo.
Él se rio pasándose la mano por el pelo y soltando aquella sonrisa mordaz que me dejaba sin aliento. Llevaba el torso desnudo y a medida que me acerba eran más visibles aquellas gotas de sudor cayendo por sus abdominales. ¡Joder! ¿De dónde los había sacado? No era una amante del chocolate pero aquella tableta de seis podría convertirse perfectamente en mi nueva adicción.
—Y yo a ti triunfando en Nueva York, pero ya veo que ambos nos encontramos en el mismo punto de partida.
—No te creas —murmuré enarcando una ceja.
—Lo único que creo es que tus mejillas siguen sin mentir —dijo sonriente—. Me has echado de menos, pequeña Charlotte.
—Hace calor —murmuré abanicándome con el libro que aún tenía en mis manos—, así que no te creas la gran cosa, Jim. Estamos en verano al sur de Luisiana, ¿qué esperabas?
—Que tus pezones me confesaran lo que tu boca calla. Y mira por donde —dijo mirándome a los pechos ocultos tras el bikini—, parecen decir más que tus palabras, pequeña Charlotte. ¿Nunca te ha dicho que es de mala educación mentir a los mayores?
Me puse aún más roja y esta vez no era de excitación. Mis pezones estaban erguidos y por primera vez maldije el no usar almohadillas para que no se notaran. Jim se estaba riendo, sabía que aún tenía poder sobre mi cuerpo y eso no me gustaba en absoluto.
—¿No tienes nada que decir, Charlotte?
—Que el libro erótico ha hecho su trabajo si mis pezones están erguidos —dije lo primero que se me había venido a la mente.
Ahora era él el que tenía una ceja enarcada, incrédulo ante mi respuesta. Bajó la vista para ver el título de mi libro y nada más leerlo estalló en una carcajada que retumbó en mis oídos.
—Fundamentos de la economía —leyó e inmediatamente escondí el libro tras de mí—. Debe ser muy excitante para que lo escondas.
—Pues la verdad es que sí —respondí mientras él seguía con aquella sonrisa estúpida en la cara—. ¿Sabes? Puede que tú seas un chico de lo más relajado, sin complicaciones ni deberes, pero yo soy una mujer ocupada. Adiós, Jim.
Y me di la vuelta sin volver la vista atrás, incluso cuando Jim me estaba llamando para que volviera a retomar aquella "conversación". Ver a mi ex novio no era algo que me esperara al volver, pero al menos eso sería historia una vez que me hubiera ido a Nueva York.
—¡Espera, Charlie! —gritó Jim.
Me di la vuelta para reprenderle sobre aquel nombre que llevaba años sin escuchar de su boca, pero me lo encontré saltando la valla que separaba ambos jardines.
—¿Qué se supone que estás haciendo?
—Saltar una valla.
—Muy bien, pues haz la cabra otra vez y vuelve a tu jardín.
Me volví a dar la vuelta cansada, no recordaba lo exasperante que podía llegar a ser Jim cuando las cosas no salían como él quería; pero una mano me sujeto en el acto.
—Una cita.
—¿Qué? —Pregunté incrédula. ¿Este hombre me estaba vacilando?
—Una cita, esta noche.
—No —contesté y él se pasó la mano por la mandíbula exasperado.
—Vamos Charlie, por los viejos tiempos.
—No —volví a contestar y me di la vuelta dándole la espalda para entrar en casa.
—¿Ni siquiera en Nueva York en un par de meses? Soy el nuevo presentador de deportes de los informativos del canal 4 y sé que tu estas en el departamento de recopilación de informativos.
No puede ser fue el primer pensamiento que se me vino a la cabeza. Esto tenía que ser una broma macabra del destino o una venganza por haberle robado los zapatos a Nicole y dejarlos hechos trizas. Era imposible que de todas la cadenas del estado, él estuviera en la misma que yo.
—Y una mierda.
—¿Entonces cuando quedamos? —Volvió a preguntar sin quitar aquella sonrisa.
Grité frustrada y entré en mi casa de un portazo.
—Definitivamente, esto empieza a ser una broma de muy mal gusto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top