Capítulo 56:

-Buenos días, hijo.

-Malos días, papá.

El rubio se sentó en la silla del comedor, listo para desayunar y marcharse.

Miró hacia su plato. Tortitas.

A pesar de ser su plato favorito, sobre todo para empezar bien la mañana, las masticó sin ganas y sin enterarse de lo que estaba tragando.

Zak todavía no tenía humor para nada, pero tenía clara una cosa: iba a hacer todo lo posible por traer su felicidad de vuelta.

"No seas tan egoísta... Kiet y Fenzy también la echarán de menos" pensó.

En efecto. Fenzy estaba tan preocupada que había ni siquiera había puesto pegas a la sesión de relax con su madre. Y Kiet no había podido pegar ojo hasta altas horas de la mañana, lo cual era una gran sorpresa tratándose de él.

-Abuela, ¿qué harías si un amigo tuyo fuera secuestrado por un maniático? -Le había preguntado.

-Pues llamaría a la policía y denunciaría a ese bruto -le había contestado ella.

-¿Y si no pudieras llamar a la policía?

-¡Qué cosas dices, Kiet...! -Atajó la abuela.- Tienes la cabeza llena de pájaros. -De pronto se detuvo.- ¿No estarás otra vez con el rollito ese del Sendo... Sendo...?

-¡Qué cosas dices, abuela...! Tienes la cabeza llena de pájaros. ¿No estarás otra vez con el rollito ese de... Ese duende... Ya sabes...?

-Anda, anda... -Dijo ella riendo.

Kiet se disponía a salir por la puerta, cuando su abuela lo retuvo.

-¿No te olvidas de algo?

-¡Es verdad! ¡Mi almuerzo! Gracias, abuela -dijo el chico, plantándole un sonoro beso en la mejilla a su abuela. Acto seguido, salió trotando por la puerta, con la boca llena de bocadillos.

Cuando llegó a la colina, descubrió que era el último. No le sorprendió mucho.

Miró hacia sus compañeros.

Fenzy tenía una cara que rara vez se presentaba en ella: cara de preocupación, quizá con un poco de miedo, aunque lo disimulaba bastante bien.

Y Zak...

Tenía unas ojeras enormes, los ojos rojos y los hombros encorvados, como si la vida le pesara una barbaridad.

Aunque él tampoco tenía mejor pinta que sus amigos.

-Bueno... -Empezó el peliverde.

-Supongo que habrá que acercar los brazaletes... ¿No? -Dijo Fenzy, tímidamente, como nunca hacía.

-No se puede -dijo Zak.

Los otros dos le miraron.

-Cuando he llegado, antes que Fenzy, he intentado abrir el portal, pero no funcionaba. Supongo que es por lo de las Chronex, y todo el rollo espacio-temporal.

-No tiene sentido: ayer, Tänpo y los demás llegaron a la Tierra y después volvieron a su dimensión -argumentó la pelirrosa.

-Pues lo volverían a cerrar -dijo Kiet, intentando buscar una explicación lógica.

-No creo. Ellos fueron los que quedaron con nosotros en venir aquí. Eso quiere decir que cuando ellos llegaron, el portal estaba abierto. Pero, al marcharse, alguien tuvo que cerrarlo.

A Fenzy la recorrió un escalofrío al pensar lo que se le acababa de ocurrir.

-¿Creéis que ha sido... Lon?

A Kiet también le asustó la posibilidad.

El único que parecía que nada podía hacerle sentir ninguna emoción era Zak.

-Es muy probable, sí -admitió el rubio.- Aunque, si te paras a pensarlo, todo esto es de locos.

Se sentó en la hierba. Sus compañeros lo imitaron.

-Lon cayó en Masara con el casco del Gran Zorn -empezó.- Y debería haber muerto, eso está claro.

-Pero no murió -dijo Kiet.

-Pero no murió -repitió Zak.- Algo pasó entre la caída y la llegada al suelo que se nos escapa.

Los tres amigos se callaron, mientras pensaban una explicación "razonable".

-A lo mejor fue Chronam-Yatt -aventuró Fenzy.- Hay que recordar que ella fue la que dirigió el ataque a la Tierra y manejaba a Sidmodius: quizá también quisiera manejar a Lon.

Los demás la miraron con cara de expectación.

-Ya sabéis, como es la Diosa del Mal...

El peliverde parecía estar completamente de acuerdo. Al hakuru también le parecía una buena teoría, hasta que cayó en la cuenta de un detalle fundamental.

-Pero el portal se cerró porque algo les pasó a las Chronex -recordó Zak.- Lo dijo Tänpo: ellas controlan el espacio tiempo, y si eran dañadas, o si morían, los portales se cerraban.

-Entonces, ¿qué puede ser?

-No lo sé -reconoció el rubio.- No es sólo el asunto del portal: por alguna razón, Lon es inmortal, tiene el casco del Gran Zorn y controla a los Zorn. Además, ¿os habéis fijado en como está el cielo hoy?

El peliverde y la pelirrosa elevaron la cabeza.

-Pues... Hay niebla -dijo Kiet.

-Vale, sí, hace un tiempo de horror. ¿Y qué? -dijo Fenzy.

-¿No hay algo que se os hace extraño?

Fenzy cayó en la cuenta al instante. A Kiet le costó un poco más entenderlo.

-Pues la verdad que... -de repente enmudeció, y miró a su amigo con cara de horror.

-Tíos... ¿Dónde están las naves? -Susurró la chica.

Toda la flota Zorn que se veía antes en el cielo, había desaparecido por completo.

-No lo sé, pero esto empieza a ser más raro de lo normal -murmuró Zak.

-Mejor vayámonos a casa -sugirió Kiet.- Después de todo, ni Tänpo, ni Kento, ni Lalith están aquí. Ni tampoco los Zorn.

-Y tampoco Cloe, así que de aquí nadie se mueve hasta que encontremos un modo de sacarla de donde sea que la tenga ese maniático de Lon -dijo Zak, poniéndose en pie.

-Tío, ya sé que quieres salvarla y que la echas de menos y tal, pero Kiet tiene razón: aquí nosotros solos no hacemos nada -empezó Fenzy.

-¡No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras a Cloe le pueden estar haciendo mil cosas diferentes! -Dijo un nervioso rubio.

-Estamos hablando del duende de Tänpo -puntualizó el peliverde. - Ese tío es un crack, sabe lo que hace. Sólo relájate un poco, chico enamorado, ¿quieres?

Zak suspiró. Después de todo, tenían razón: si Tänpo no conseguía algo, nadie en el mundo podría conseguirlo.

-Está bien, vayamos a casa -accedió el hakuru.

Los tres amigos empezaron a bajar por la colina.

-Pero que conste que no pienso bajar la guardia ni un segundo -insistió Zak.

Perdón, perdón, mil veces perdón por no actualizar.

Siento mucho la espera, de verdad.

Es que últimamente no tengo ninguna buena idea, y prefiero tomarme mi tiempo para pensar antes que escribir algo que no os guste.

Espero que lo entendáis.

Un abrazo Lila de vuestra Tita, 😘

Sara

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