Nivel 2: ¿Misión cumplida?
—Aleación, ¿cuánto hace que sacamos a todos del planeta para salvarlos de sí mismos?
El hombretón, sentado y con las piernas extendidas, levantó la mirada de su consola. Tras pensarlo unos segundos, respondió.
—Casi tres meses. ¿Por qué?
Su interlocutora, una joven de pelo corto alborotado, traje ceñido en tonos azules e iris a juego, sentada en el lateral de una mesa, movía las piernas adelante y atrás.
—Cada nueva misión que me encarga Sinapsis me agobia más. Paso sola muchas horas sin ver a nadie hasta que regreso aquí. ¡No pensé que echaría tanto de menos a la gente!
—No te preocupes, Nimbo. Cuando quieras darte cuenta habremos terminado y volverás a quejarte de los problemas que causen nuestros queridos hermanos humanos.
Una implosión de luz atrajo la atención de ambos mutantes hacia una esquina de la habitación, desde donde una figura encapuchada, envuelta en jirones de oscuridad, los observó fríamente.
—Me encantan tus dramáticas llegadas, Umbral —aplaudió Aleación con una sonrisa socarrona mientras le guiñaba un ojo—. Apuesto a que has estado escuchando antes de materializarte.
Por toda respuesta, la recién llegada se dirigió a la máquina de café y empezó a preparar uno. Aleación miró a Nimbo, sonrió maliciosamente, y se encogió de hombros.
—No puedo evitarlo, Nimbo. Su elocuencia me cautiva.
La joven reprimió una risa. Sabía que el humor no era el punto fuerte en la personalidad de Umbral. Pero a Aleación no parecía importarle, y nunca dejaba escapar una ocasión de pincharle de algún modo. Hasta el momento, sin éxito.
—Hay buenas noticias —dijo Sinapsis mientras entraba a paso vivo en la sala de control acompañada de otras dos mujeres del equipo, Eco y Faro. Aleación y Nimbo dieron un respingo en sus asientos.
—Odio cuando hace eso —susurró la chica.
—Hemos cumplido un noventa y cinco por ciento del plan establecido —anunció Sinapsis—. Si todo marcha bien, pronto podremos traer de vuelta a los habitantes de la Tierra.
—Como ya expresé antes —apuntó Eco mientras miraba de reojo a Sinapsis—, temo reacciones negativas cuando se den cuenta de que nunca hubo una amenaza alienígena.
—¡Pues yo creo que nos lo agradecerán! —saltó Nimbo con entusiasmo juvenil, y se ganó una mirada de ternura de la telépata.
—Te comprendo, querida Nimbo —intervino Faro, pero estoy de acuerdo con Eco. Los humanos nos acusarán de haberlos engañado en nuestro beneficio.
—Sea como sea —interrumpió Sinapsis, nos encargaremos de ese problema cuando toque. Ahora lo que importa...
Una de las pantallas se iluminó y el altavoz empezó a emitir una señal acústica. Aleación acudió al momento para ver de qué se trataba y, tras realizar varias comprobaciones exhaustivas, levantó la mirada. Con rostro muy serio, anunció:
—La red exterior de satélites de defensa acaba de detectar una enorme nave de origen desconocido.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo es posible!? —Sinapsis no salía de su asombro.
—Ni idea... Pero lo que sí sé es que, en estos momentos, se está aproximando a Marte.
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