✔️9.- Furia desatada
El trayecto de regreso no fue nada fácil para Alena, podía sentir como sus pulsaciones aumentaban con el pasar de los segundos, sus manos estaban tan fuertemente sujetas al volante que los nudillos comenzaron a tornársele blanquecidos, la ansiedad corría por su sistema como una ráfaga ¿Qué habría ocurrido con Gleb? El extraño comportamiento que su madre había estado presentando en las últimas semanas la mantenía siempre en estado de alerta. Tenía cambios de humor tan repentinos que nunca sabía a ciencia cierta cómo iba a reaccionar ante cualquier situación.
Después de un viaje de media hora logró llegar a su casa. Todo se encontraba en un completo silencio a la redonda, lo cual era una situación por completo extraña.
Bajo de su vehículo, se acercó y a medida que lo hacía lograba descifrar con claridad algunos gritos dentro de la casa, eso logro ponerla aún más nerviosa. Con mucho cuidado abrió la puerta, pero no estaba preparada para la situación con la que se encontraría al cruzar el umbral.
Su madre, se encontraba con la mano en alza, al acercarse un poco más, pudo vislumbrar con claridad a su hermano menor Gleb con los ojos muy abiertos debido al pánico que le generaba la idea de que su madre lo golpeara.
Noto como su padre trataba de contenerla, pero todo esfuerzo era en vano. La señora de cabello azabache parecía fuera de sí, sus ojos estaban inyectados en sangre y sus pupilas totalmente dilatadas.
No podía seguir siendo testigo de la situación sin hacer algo.
¡ATRÉVETE A TOCAR A MI HERMANO Y ME OLVIDARE DE QUE ERES MI MADRE! —Alena alzo la voz, logrando captar la atención de los presentes.
El rostro de su padre se mantuvo casi sin expresión, pero ella que lo conocía tan bien logró captar una pequeña sonrisa.
Debido a el tono tan fuerte que había utilizado su madre se sobresaltó y volteó a verla con una mirada que ella no pudo describir más que con una palabra: Ira
—¿Qué haces tú aquí? —Vociferó la señora de cabello azabache.
—Al parecer, evitando que hagas alguna de tus locuras —replicó en el mismo tono que ella había utilizado.
Su padre, que hasta ese momento se había mantenido en silencio por fin habló.
—¿Has perdido la cabeza Olga? ¿Cómo se te ocurrió la brillante idea de lastimar a Gleb? —Luka hablo con un tono más elevado del que pretendía.
—Ese mocoso es un desobediente, se la vive desafiándome, yo creo quedo más sensato sería internarlo en un colegio militar —sentenció la mujer, dirigiéndole una mirada desdeñosa al niño.
Gleb afortunadamente logro esquivar el golpe que iba en su dirección. El ver que Olga se atreviera a levantarle la mano a su hermano hizo que Alena perdiera los estribos, se abalanzo sin pensarlo sobre la desquiciada mujer logrando derribarla.
Luego de unos segundos logro incorporarse sin mas complicaciones.
Mientes madre—el pequeño ojiazul alzó la voz haciéndose oír entre los presentes. Tu quisiste pegarme porque me dijiste que era un estorbo para ti y que yo no era tu hijo.
Después de semejante declaración, la estancia se sumió en un silencio total, en donde hasta se podía oír un alfiler caer al piso.
Luka y Alena intercambiaron miradas entre sí, con la sorpresa surcando sus rostros. Luego de unos minutos la joven Ivanova por fin pudo pronunciar alguna palabra.
¿Es eso cierto madre? —interrogó la castaña.
Piensa lo que te dé la gana, para mi tú ya no existes, dejaste de ser mi hija desde el momento en que desafiaste mis órdenes —manifestó la mujer, conservando el tono que había utilizado antes.
Ten por seguro que voy a averiguar la verdad Olga —el que hablo fue Luka. Pero mientras tanto me voy de la casa y me llevo a Gleb conmigo. Haz llegado demasiado lejos.
Luka le dirigió una última mirada y apresuró el paso escaleras arriba para recoger sus pertenencias y las de su hijo.
Alena se mantuvo en silencio, salió al jardín para tomar algo de aire, lo necesitaba con urgencia, sentía que adentro de esa casa el oxígeno disminuía.
Se sentó en la pequeña mecedora que ahí se encontraba, esa que le encantaba usar de niña, ya que podía observar con claridad el paisaje.
Esos recuerdos le produjeron una inmensa nostalgia. No podía creer como todo pudo haber cambiado tan drásticamente y en tan poco tiempo.
Dirigió su mirada hacia la puerta donde venía saliendo su padre con una maleta en mano, mientras en la otra sostenía la mano de Gleb.
Se levantó de su asiento y se encaminó hacia ellos.
Aparto a Gleb un momento para dirigirle unas palabras.
Tu siempre serás mi hermano cariño—musito Alena— no importa lo que esa mujer diga, estarás mejor con papá, ya no te hará daño, prometo que pronto iré a visitarte ¿Está bien?
El pequeño ojiazul no respondió verbalmente si no que se lanzó a los brazos de su hermana y la apretó con fuerza contra su cuerpo.
Ella le respondió el abrazo con la misma fuerza; minutos después lo liberó de sus brazos y observó cómo se marchaba el auto de su padre mientras ella permanecía parada en la acera.
Luego de un largo suspiro, Alena subió a su auto y lo puso en marcha hacia el único lugar donde podía encontrar algo de paz para su corazón agitado.
¡Mejor tarde que nunca! !Gracias por seguir aquí! ❤️
No había podido publicar ya que estoy algo atareada con la edición de mi otra historia "Latidos de Amor" que está en mi perfil por si quieren pasarse.
Un capítulo diferente y con una declaración sorprendente por parte del más pequeño de la familia Ivanov
¿Luka será el padre de Gleb? 🤔
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