✔️6.- Fuertes discusiones, dias de cambio
Habían pasado un par de semanas desde la última vez que Alena había tenido noticias de Piero lo cual le parecía muy extraño ¿acaso no la recordaba? Eso era posible ya que la única vez que lo había visto él no estaba en sus cinco sentidos debido al aparatoso choque. Pero ¿acaso no quería verla?
El solo momento en el que ese pensamiento cruzo su cabeza una extraña sensación le recorrió la espina dorsal. Alena quería verlo para asegurarse que estaba completamente recuperado y verlo en sus cinco sentidos.
Sacudió su cabeza para desentrañar sus pensamientos, dirigió su mirada a su mesa de noche en el que el reloj marcaba las 8:30 am. Dio un largo suspiro para después pararse de la cama.
Con pasos lentos se dirigió al ventanal en donde comenzaba el verano en la ciudad de San Petersburgo. El sol comenzaba a tomar fuerza, la nieve de los días pasados comenzaba a derretirse. El poder observar eso hizo que Alena sonriera y por consiguiente su ánimo mejorara.
Camino hacia el baño para ducharse y comenzar su rutina diaria. Después de hacer todo lo habitual fue escaleras abajo para desayunar.
Al llegar al comedor observo a sus padres. El varón leía atentamente el periódico mientras tomaba pequeños sorbos de café; mientras la señora de cabello azabache solo la observaba atentamente sin hacer ni un solo ruido, casi ignorándola por completo.
Rodeo la mesa para llegar a su padre y momentos después plantarle un beso en la mejilla que hizo que el hombre sonriera abiertamente.
Buenos días padre —Alena sonrió, al mismo tiempo que tomaba asiento al lado de su progenitor.
Buenos días querida —Luka volvió a sonreír.
Repitió la acción con su madre, pero no recibió ninguna reacción de su parte, lo cual hizo que el malhumor que había tenido anteriormente regresara
Mama, ¿hasta cuándo seguirás con esta actitud tan infantil? —La ojiazul la miraba directamente a los ojos, esperando una respuesta. Ya han tres semanas y esto no puede seguir así.
La señora alzo una ceja y sin ninguna expresión en el rostro replico.
—Hasta que recapacites y reanudes tus planes de boda con Aleksei.
¿Acaso te estas escuchando? —La joven Ivanova alzo la voz, sin poder contener su enfado— ¿No oíste bien cuando te dije que lo encontré en la cama con mi supuesta mejor amiga? Lo siento, pero no voy a atarme a un hombre solo porque a ti te agrade —Soltó una risa sarcástica-. Aunque creo que lo que realmente te gustaba de él era su dinero y su apellido porque lo único que parece realmente importarte es el que dirán, en lugar de preocuparte por los sentimientos de tu hija ¿Qué clase de madre eres?
La señora abrió los ojos y no dijo una palabra más.
Alena volteo hacia donde su padre se encontraba, el cual se encontraba callado observando la discusión entre ambas.
Lo siento padre pero no puedo seguir aquí con esta mujer —fueron las últimas palabras que pronuncio antes de salir de la casa dando un portazo.
Una vez estando lejos de ese lugar, Alena se permitió respirar profundo para calmarse, Después envió un mensaje de texto a su padre.
'Papa, siento mucho lo que tuviste que ver esta mañana, pero la situación me sobrepaso, ya no tolero su actitud, estaré en la empresa el día de hoy y más tarde tratare de charlar con ella si me lo permite, si no es así tendré que tomar medidas drásticas'
Te amo,
Alena
Guardo su celular y se subió a su auto para dirigirse a su empresa a trabajar para tratar de concentrar su mente en otra cosa.
Luego de un viaje de treinta minutos detuvo el vehículo al encontrarse fuera de ''GasProm Ivanov''. Su empresa una de las mayores compañías energéticas de toda Rusia. La sede principal estaba ubicada en Moscú, esta solo era una ampliación de la compañía.
Su padre también era empresario, pero él estaba en el sector de la metalúrgica.
Bajo del auto y atravesó las puertas acristaladas, saludando de manera cordial a la recepcionista, quien le dedico una media sonrisa.
Siguió sus pasos hasta entrar a su oficina con su secretaria detrás de ella.
Milenka ¿Qué tenemos para hoy? —Inquirió Alena, a la vez que colgaba su abrigo en el perchero.
No mucho señorita -Milenka reviso la libreta que llevaba- solo la junto con los posibles socios rumanos en una hora más.
—Bueno entonces prepara todo en la sala de juntas, por favor sácale fotocopias a estos documentos —la joven le entrego unos papeles-—ponlos en carpetas y encárgate de que todo esté en orden.
—Ahora mismo señorita.
Milenka salió de la oficina con sus tacones repiqueteando por el piso embaldosado.
Luego de un día agotador inmersa entre papeles y alguna que otra junta Alena al fin pudo salir de la empresa.
Ese día no le apetecía demasiado regresar a casa de sus padres debido a lo tensa que se encontraba la relación entre ellos, por lo cual emprendió camino a su departamento, el cual no utilizaba hace mucho.
Al llegar se dirigió a su habitación, dejo su bolso sobre la cama, se despojó de sus zapatos y siguió hasta el baño para darse una ducha que le quitara todo el estrés acumulado.
Se encontraba en la cama ya lista para dormir, pero por alguna razón no lograba conciliar el sueño.
Fue hasta la cocina por un vaso con agua para saciar su sed, mientras observaba el paisaje nocturno de la ciudad. Miles de pequeñas luces alumbraban todo a su paso. Alena observaba atentamente mientras sin quererlo se perdió en sus pensamientos.
Un insistente sonido la distrajo de sus ensoñaciones y al voltear a la mesada se dio cuenta que era su celular.
Al mirar la pantalla se dio cuenta que el número que aparecía no lo tenía entre sus contactos, así que luego de un instante de pensarlo un poco lo tomo entre sus manos y descolgó la llamada.
Se quedó callada, hasta que escucho una voz del otro lado de la línea.
—¿Hola?
¡No podía ser posible! ¡Era el! ¡Esa era su voz! Piero la estaba llamando!
Sin poder evitarlo una sonrisa se le escapo, pero las palabras no salían de su boca por más que lo intentara.
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