✔️35.- Conexión
Después de varias horas de un agotador vuelo el joven Barone al fin pisaba tierras rusas. Exhalo con pesadez, sentía todo su cuerpo cansado y además de todo un incesante dolor martilleaba sus sienes dificultándole el pensar con claridad.
Arrastró sus maletas hasta desembarcar del avión y adentrarse en el aeropuerto, el cual se hallaba casi vacío por ser las tres y media de la madrugada. Llegó hasta un mostrador y habló con una señorita para poder realizar de nuevo el chequeo de equipaje y así poder embarcar su vuelo final. Se encontraba en la capital, pero aún le faltaban unas cuantas horas para llegar a San Petersburgo.
Luego de realizar los trámites correspondientes al fin pudo descansar en uno de los asientos. Resoplo y gimoteó un poco al sentir como una nueva punzada de dolor lo atravesaba. Rápidamente se apresuró a tomar un analgésico de su equipaje de mano y tragarlo con ayuda de una botella de agua. No recordaba que sus anteriores viajes a Rusia hubieran sido tan extenuantes. Reviso su celular y se alegró de encontrar un mensaje de la ojiazul.
¿Qué tal va todo cariño?
Suponía que, en Japón, donde ella se encontraba ya era de día.
Acabo de aterrizar en Moscú, me queda un vuelo más para llegar a San Petersburgo, tengo un dolor de cabeza terrible, muero de sueño y te extraño
Ya le queda poco señor Barone, yo aquí entre tipos indecisos que me hacen perder el tiempo por favor llámame o escríbeme cuando llegues, un beso
PD: Yo también te extraño
La postdata del mensaje lo hizo sonreír y olvidarse al menos por un momento de sus dolencias. Los altavoces sonaron, anunciando el embarque de su vuelo por lo que se apresuró en tomar sus maletas y entregar su pase de abordar, y minutos después por segunda vez en 24 horas ya estaba en el aire.
El taxi por fin detenía su marcha después de un trayecto que a Piero se le antojó larguísimo, apenas pudo agradecer al conductor por su desconocimiento del idioma con un precario "Gracias" en inglés.
Con su equipaje a cuestas y cuando apenas había avanzado algunos pasos levantó la vista para encontrarse con una casa con una fachada de estilo colonial, pero se notaba que había sido remodelada en gran parte.
Se tomó unos minutos para observarlo todo con detenimiento, si la propiedad de Ale en Italia le pareció preciosa, está definitivamente le quitaba el aliento.
Recorrió un pequeño camino empedrada hasta detenerse enfrente de la puerta principal, buscó el juego de llaves que Alena previamente le dio y por fin pudo abrir la puerta. En el piso se hallaba un pequeño desnivel antes de entrar a la sala de estar por lo que procedió a quitarse su calzado.
Se adentró aún más en la casa y cada detalle que apreciaba le gustaba más que el anterior. Una serie de maullidos interrumpieron sus divagaciones.
Bajo la mirada para encontrarse con dos preciosos felinos, el primero de ellos era totalmente blanco, uno de sus ojos era azul y el otro negro, el otro era de un lindo color dorado con unos ojos tan negros como el carbón. Los acaricio a ambos, quienes respondieron ronroneando y restregándose contra sus piernas. Decidió tomar una fotografía de el con los mininos para hacerle saber a Ale de su llegada.
Mientras esperaba por su respuesta siguió con su inspección de la casa, se topó con una gran cocina de estilo americano, de esas que parecen salidas de la televisión. Ese pensamiento lo hizo sonreír.
Camino por un largo pasillo con varias puertas, llegó al final y abrió la última. Se percató de que ese era el dormitorio principal. Cerró la puerta tras de él y detalló la habitación con minuciosidad, lo que atrajo su atención totalmente fue un gran ventanal de piso a techo. Quedó fascinado con la vista de la cuidad, que parecía sacada de una postal.
El amanecer comenzaba a hacerse presente, tiñendo el cielo de una mezcla de tonos naranjas y rojizos que se combinaban a la perfección, aumentando la belleza de ese espectáculo natural.
El inconfundible sonido de un mensaje entrante lo distrajo del paisaje. Se sentó sobre la enorme cama para mayor comodidad y tomó su celular para leer lo que le había sido enviado.
Awww, mis bebes. La gata blanca es Anastasia, el gato color caramelo es Fedor y el gato negro que viste en Italia es Boris, quien está justo en este momento en mi regazo. Me alegro de que hayas llegado bien, puedes recorrer la casa o lo que quieras, en el armario hay espacio para que pongas tus cosas. Yo llegaré hasta mañana, ya quiero verte cariño, ahora tengo que dejarte, un beso.
Piero sonrió al pensar en que ella había previsto todo para su llegada, debía agradecerle ese detalle apenas tuviera la oportunidad.
Gracias por la información señorita zafiro, yo también ya quiero verte, que todo salga bien con los japoneses, te desearía suerte, pero no creo que la necesites
Después de ese breve intercambio de mensajes deseaba darse una ducha, pero la cama se sentía tan suave y confortable que en pocos minutos se rindió al cansancio acumulado que cargaba durante días.
El joven Barone despertó al percatarse del ruido de unos zapatos de tacón, cuando por fin consiguió enfocar la vista su sorpresa fue mayor al ver a Ale parada a los pies de la cama, quien lo observaba con una sonrisa estampada en el rostro.
—¿No se suponía que regresabas hasta mañana Ale? —Piero se aclaró la garganta.
—Ya es mañana cariño, son las 11 de la mañana. Ale sonrío.
Piero se levantó de un salto de la cama.
¡Había dormido todo el día!
—Date un baño, yo prepararé el desayuno cariño —Alena se acercó para depositar un beso sobre sus labios que le arrancó una sonrisa a Piero.
—Sí, definitivamente te extrañe mucho cariño.
Piero sonrió antes de levantarse de la cama y perderse en el cuarto de baño.
Media hora después y ya un poco más despejado por la reciente ducha cruzó el largo pasillo hasta la cocina solo vestido con una camiseta blanca y pantalones de chándal, iba descalzo.
Tomó asiento en el comedor y a los pocos minutos Alena se unió y comenzaron a degustar la comida que había preparado mientras se ponían al día con lo que había sucedido mientras ellos estuvieron separados.
Definitivamente podría acostumbrarse a esto.
Los días transcurrieron con normalidad, cada vez se iba creando una rutina más definida y que funcionaba para ambos. Alena se despertaba primero, incluso antes del amanecer, hacia algo de ejercicio, para luego regresar y que ambos desayunaran juntos hasta que ella debía irse a trabajar.
Piero había comenzado a buscar empleo, pero desafortunadamente aún no encontraba algo que lo satisficiera.
Podían mantener largas charlas hasta el amanecer, desde los temas más profundos hasta los más banales, una vez que comenzaban casi no podían parar.
Los fines de semana Luka y Gleb los visitaban y pasaban un rato agradable todos juntos.
Alena disfrutaba en demasía notar las pequeñas huellas que Piero comenzaba a dejar dentro de su vida. Cosas tan minúsculas como ver su cepillo de dientes junto al de ella la hacían sonreír.
Por supuesto que como todas las parejas que recién comienzan a vivir juntos y conocerse más íntimamente a veces tenían discusiones, pero estas nunca duraban demasiado y jamás se iban a la cama enojados.
Pero, sin duda una de las cosas que Piero más disfrutaba era dormir junto a la castaña, sentir el calor de sus cuerpos unidos, el mantener sus piernas entrelazadas y conciliar el sueño gracias a las tiernas caricias que ella dejaba sobre su cabello era uno de los mayores placeres que jamás hubiera experimentado.
Ese sábado en particular Piero se percató de que Alena actuaba extraña, se mordía con insistencia la uña del dedo pulgar y tartamudeaba un poco, cuestión recurrente en situaciones de extremo nerviosismo.
Se sentó junto a ella en el sofá junto a ella y le tocó el hombro para lograr que volteara a mirarlo y un instante después sus miradas se encontraron.
—Cariño ¿qué ocurre? ¿Qué es lo que te preocupa?
—Te lo diré, pero por favor no te molestes conmigo, tal vez me haya sobrepasado un poco.
Piero frunció el entrecejo, no lograba entender nada de lo que pasaba.
—Alena, me estoy inquietando mucho ¿qué está pasando?
—Hace unos días Mariagrazia me envió algunas de tus fotografías y pinturas, hablé con uno de mis conocidos y le gustaría hablar contigo el lunes porque quiere abrir una exposición con tus trabajos en una galería muy reconocida de Rusia.
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