✔️24.- Hastío




Alena remolineaba en la cama mientras varias risas escapaban de sus labios. Se había levantado hace media hora, pero aún no tenía deseos de comenzar el día.

Su mente solo parecía rebobinar los recuerdos de la noche anterior, lo que ocasionaba que su sonrisa se ensanchara. Aún podía sentir la caricia ardiente de los labios de Piero, las ansias con las que los cuerpos de ambos se buscaban, los varoniles gemidos que escaparon de su boca y ella tuvo el placer de escuchar. Su creciente erección presionando contra sus muslos haciendo que la temperatura aumentara. Le encantaba sentir que provocaba esos efectos en el. Si cerraba los ojos aun podía recrear las sensaciones que había experimentado al alcanzar la cumbre del placer.

El sonido de un mensaje entrante hizo que abriera los ojos de golpe. Tanteó en su cama hasta dar con su celular, sonrió al ver en la pantalla un mensaje de Piero.

Buenos días, preciosa ¿dormiste bien? Lamento haberme ido tan deprisa anoche, uno de mis amigos estaba en problemas y tuve que ayudarlo. No dejo de pensar en lo que paso ayer ¿Te pasa lo mismo o yo estoy enloqueciendo?

Su teléfono comenzó a repicar de nuevo, impidiéndole teclear la respuesta al mensaje. Observó la pantalla y frunció el ceño, ese número no estaba entre sus contactos registrados. Aun así, decidió responder.

—Diga

—Alena, soy Francesco, el abuelo de Piero, me gustaría invitarte a cenar esta noche a casa, para agradecerte por lo que hiciste por mi nieta.

—Me gustaría ir, ¿a qué horas sería?

—Te esperamos a las 8

—Perfecto, ahí estaré, adiós

Corto la comunicación y segundos después la pantalla volvió a iluminarse por un mensaje de Piero.

¿Todo bien? Pasó un rato y no respondiste nada

Acabo de colgar con tu abuelo, me invito a cenar esta noche en tu casa

Ah sí, le dije que yo te invitaría, pero insistió en hacerlo el mismo, incluso le pidió tu número a mi hermana

Fue un lindo gesto

¿Vendrás?

Si, ahí estaré

Perfecto, te veré esta noche, un beso, preciosa.

Un temblor se propagó por el cuerpo de la castaña debido a la expectativa de lo que pudiera llegara pasar esa noche. Quería causar una buena impresión, era cierto, pero no por eso intentaría aparentar algo que no era.

Luego de estirarse sobre la cama por fin consiguió las fuerzas para levantarse y comenzar su día.

Lo primero que hizo fue abrir las ventanas de la habitación para permitir que la luz natural entrara. Se dirigió al baño, donde lavó su rostro con agua fría lo que le permitió espabilarse completamente.

Cambio su vestimenta para salir a dar un paseo por la cuidad, se calzó un pantalón de mezclilla, una blusa simple y zapatillas deportivas, tomó sus llaves y celular y salió de casa.

Caminaba por una estrecha y empedrada callejuela y observaba con detenimiento la arquitectura de la cuidad. En todo el lugar estaba impregnada la antigüedad. Pero a su vez era esa antigüedad la que le otorgaba un toque extra de belleza. Los locales comenzaron a ofrecerle algunos saludos y cálidas sonrisas que amablemente correspondió.

Llegó a la calle principal, la que se encontraba llena de varias tiendas de moda. Ale observaba minuciosamente los escaparates hasta que sus ojos se detuvieron en un maniquí que exhibía un precioso vestido.

Era de color azul con un escote corazón, con una abertura desde el largo del pecho hasta donde esté termina, entallado en la parte superior y finalmente caía suelto hasta la cintura, la espalda estaba totalmente descubierta y en la parte de los hombros contaba con detalles de encaje.

Con una sonrisa en el rostro ingresó a la tienda y después de hablar con la dependienta pudo probárselo, su sonrisa se ensanchó al ver lo bien que se ajustaba a su cuerpo. Si, quedaría perfecto para esta noche. Luego de comprarlo salió del establecimiento, soltó una exclamación al darse cuenta de lo rápido que se le había ido el tiempo, apresuró el paso y en media hora ya estaba de regreso en casa.

Fue hasta la ducha y diez minutos después salía envuelta en una bata, luego de humectarse el cuerpo se secó y peinó el cabello en un moño, con algunas ondas, fue hacia el vestidor y saco de una percha el vestido.

Después de calzárselo se observó en el espejo y sonrió, después de maquillarse solo con un poco de labial y rubor estaba lista con media hora de anticipación.

Condujo por las solitarias y oscuras calles hasta que llegó a su destino. Aparco el auto en la acera y después de asegurarse de cerrar las puertas avanzó hasta quedar frente a la puerta. Presionó sus nudillos contra la madera y espero.

Minutos después percibió el sonido de unas pisadas hasta que la puerta fue abierta. Piero se hallaba en el umbral vestido con un traje blanco y negro que le sentaba fenomenal.

—Te ves hermosa esta noche

—Usted también luce muy bien esta noche Sr Barone, tanto que me gustaría volver a ver que esconde debajo de su ropa —Ale, con toda la coquetería del mundo le guiño un ojo.

Se sonrieron mutuamente, Barone avanzó hasta llegar a ella, colocó su mano en su espalda baja, lo que le provocó un escalofrío a la ojiazul debido al contraste de temperaturas. Juntos caminaron hasta entrar en la casa.

Avanzaron en la misma posición hasta llegar a la estancia, pero al voltear a su derecha Ale se llevó un gran impacto.

En el sofá, acurrucado junto a Mariagrazia estaba Dimitri, su amigo de la infancia y compañero de práctica.

—Dimitri ¡que sorpresa!

Al escuchar su nombre ser pronunciado el susodicho volteo el rostro, quedó sorprendido al ver a Alena ahí. Rápidamente se levantó y la envolvió en un abrazo que ella correspondió.

—Ustedes.... ¿se conocen? —Piero alternaba su mirada entre Ale y el novio de su hermana.

—Sí, somos amigos desde la infancia —Ale sonrió.

—¡Vaya! El mundo es un pañuelo—Mariagrazia sonrió.

El abuelo Francesco entró a la estancia, con pasos gráciles y fuertes captando toda la atención de los presentes.

—Que bien que ya están todos aquí, pasen al comedor, la cena está lista.

Todos asintieron y se encaminaron hasta allí, Piero volvió a tomar a Alena por la cintura para poder guiarla.

Todos tomaron asiento, después de hacer las presentaciones correspondientes, en general toda la familia de Piero se mostró agradable con ella, a excepción de Eleonora quien le dedicó una mirada desdeñosa mientras alzaba una de sus cejas. Cosa que ella decidió pasar por alto, solo se limitó a sonreír.

—Y bien Alena ¿a qué te dedicas? —Gaetano, el padre de Piero fue el encargado de romper el silencio.

—Manejo mi propia empresa desde que tengo dieciocho, nos dedicamos a la creación de energías renovables —Ale sonrió.

—Vaya, empezaste muy joven ¿fue por herencia familiar?

—No —Alena soltó una risita— todo lo contrario, mi padre me ofreció ser la vicepresidenta de su empresa, pero yo me negué y comencé desde cero con una empresa que estaba casi en bancarrota.

La conversación continuó, todos parecían llevarse bien, incluso aceptaron a Dimitri como novio de Mariagrazia, luego de preguntar cómo era que se conocían el y Alena.

—Ha llegado mi invitada —la voz de la madre de Piero distrajo a todos de la conversación.

Se observaron entre sí, todos estaban desconcertados.

Alena observó a su izquierda, ¡oh no! Eso no terminaría bien.

Tatiana la ex novia de Piero entraba por la puerta. Barone le había contado toda la historia el mismo día que ella le confesó su secreto. Volteo a su lado y se percató de cómo le cambiaba la cara a su chico y su nerviosismo aumentaba. Ale entrelazó su mano con la de el por debajo de la mesa, en una súplica silenciosa de que mantuviera la calma.

—Buenas noches a todos —la despampanante rubia les dedicó una sonrisa falsa a los presentes. Espero no haber llegado tarde.

—Para nada querida —Eleonora sonrió— llegas justo a tiempo, toma asiento estábamos a punto de cenar.

Todos en la mesa se hallaban incómodos, la tensión se respiraba en el ambiente. Gaetano le dirigía miradas asesinas a su mujer, al igual que el abuelo Francesco, Mariagrazia no ocultaba su desagrado con una mueca mal disimulada y Piero parecía perder la paciencia a cada segundo que pasaba.

—Es una maldita caza fortunas —la rubia musitaba entre dientes y en italiano, lo que no sabía era que Alena podía entender lo que decía perfectamente.

Alena no pudo evitar que una gran carcajada se le escapara. Dimitri, quien también había entendido lo que la rubia había dicho, la secundó.

—¿Que es tan gracioso? —Eleonora los observaba a ambos con una ceja alzada.

Permítame le explico señora —la voz de Dimitri se hizo escuchar. Esa mujer que usted ve sentada al lado de su hijo gana trescientos mil dólares cada hora que trabaja, así que es todo menos una caza fortunas.

Mariagrazia escupió el sorbo de vino que tenía en la boca debido a la impresión, mientras la cara de Eleonora se descomponía.

—Piero amor, ¿enserio me dejaste por ella? —la rubia seguía intentando hacer molestar a la rusa. Cosa que no lograría porque Alena se mantenía impasible y con una sonrisa.

Todos se mantuvieron en silencio, ignorándola por completo.

—Alena, Mariagrazia me dijo que practicabas judo ¿es cierto?

—Vaya que si lo hace —Mariagrazia interrumpió. Debieron ver cómo derribó a esos dos tipos la otra noche.

—Me consta que si —Dimitri habló de nuevo. Me ha pateado el trasero varias veces.

Alena rio debido a lo dicho por su amigo, era cierto, varias veces lo había derrotado.

—Sí, así es, —Alena se dirigió al abuelo. Practico judo y karate desde los cuatro años.

—Tatiana es experta en artes marciales ¿verdad? —Eleonora otra vez intentaba meterse en la conversación.

Tatiana asintió, pero Ale pudo percibir el miedo en sus ojos, lo que la hizo sonreír.

—¿Porque no vamos afuera y nos muestran algunos movimientos? —El abuelo habló nuevamente.

La rusa asintió y así todos salieron al jardín, ambas contendientes se descalzaron preparándose para lo inminente.

—¿Estas segura que quieres hacer esto? No quiero arruinarte la manicura—Ale le dedicó una sonrisita hipócrita.

—Por supuesto.

Alena se acercó y fue la primera en atacar al cargar a su rival en su espalda y lograr azotarla contra el pasto, la rubia trató de recuperar el aliento y después con sus piernas hizo que Alena cayera al piso. Ya en el suelo Ale utilizó la fuerza de sus pies para poner uno sobre su cuello para lograr inmovilizarla y poco después montarse sobre ella. Pasados tres segundos en que la rubia no se levantó Ale si lo hizo, con una sonrisa triunfante en el rostro.

La rubia por su parte le dedicó una mirada asesina mientras se levantaba con toda la intención de abofetearla. La rusa detuvo su mano antes de que esta impactará en su rostro.

—Eres una salvaje, casi me matas —chillo la rubia.

—Te equivocas, eso era un combate de judo para principiantes —hizo énfasis en las últimas palabras— El que tú quisieras hacerle creer a todos que eras experta en artes marciales no es mi culpa, esto para mí no es un juego, además te di la opción de arrepentirte y no la tomaste.

Después de calzarse sus zapatos de tacón entró de nuevo a la casa dejando a Tatiana bufando de ira y con la palabra en la boca.

Una vez los ánimos estuvieron más calmados Francesco y Gaetano felicitaron a Ale, Mariagrazia aún seguía sorprendida por lo que había ocurrido. Pasaron al comedor y terminaron la cena.

Los pasos apresurados de Eleonora se hicieron escuchar, hasta que entró a la estancia acompañada de Tatiana.

—¡PIERO TU NOVIA ES UNA SALVAJE! —Grito— Casi mata a Tatiana allá afuera ¿enserio quieres eso para tu vida?

—¡MAMA YA BASTA! —Piero alzo la voz después de darle un golpe seco a la mesa. Te advertí que no hicieras nada para traerla de regreso a mi vida o si no íbamos a tener problemas, esto ha sido el colmo, deja de interferir en mi vida de una buena vez y tú Tatiana —Dirigió su mirada a su exnovia—  sabes perfectamente que terminamos por tus celos enfermizos y no por otra cosa, deja de venir aquí a victimizarte porque el papel no te queda.

—Alena es mi novia y a quien no le guste tendrá que aprender a vivir con eso. Tomándola totalmente por sorpresa Piero giró su rostro y chocó sus labios con los de ella en un beso hambriento que no tardó en corresponder.

¡La noche no pudo haber terminado mejor!

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