✔️17.- Rencilla familiar




Naro, Sicilia

Una sonrisa surcó el rostro de Piero Barone al caminar hacia la salida del aeropuerto con su maleta en mano. Después de haber aterrizado en Sicilia debió tomar otro vuelo para por fin llegar a su pueblo natal.

Aún con la felicidad impregnada en el rostro cruzó las puertas y dejó que el viento rozara su cara, ensanchando aún más su sonrisa. Se paró en la acera y después de hacer un gesto con la mano detuvo un taxi, en el que se introdujo después de asegurar sus maletas.

Observó por la ventanilla su cuidad y por fin ahí pudo darse cuenta de cuanto la había echado de menos. Luego de un trayecto de media hora pudo vislumbrar su hogar. Después de pagarle la cuota al taxista y tomar su equipaje avanzó hasta detenerse en la puerta de su casa.

Podía abrir con su propia llave, pero quería que fuera una sorpresa para quien sea que abriera la puerta así que tomó una respiración y golpeó los nudillos contra la madera un par de veces.

Escucho algo se movimiento dentro de la vivienda y tuvo que esperar unos minutos antes de por fin poder ingresar. Se escuchó el ruido de la cerradura al ser abierta e inmediatamente después y en menos de un minuto solo pudo sentir el cuerpo de su madre abalanzarse sobre él.

Incapaz de hacer algo más solo pudo pasar sus brazos por la espalda de su progenitora para devolverle el gesto cariñoso.

—Cariño ¡Por fin estás en casa! —la mujer no ocultó su sonrisa— Pasa, te he preparado los ravioles que tanto te gustan.

Barone no pudo contenerse más y soltó una carcajada al ver a su madre en ese estado eufórico. Le dedico un asentimiento y cruzo el umbral con sus maletas detrás de él.

—Iré a desempacar, me daré una ducha y luego bajaré a comer ¿dónde están los demás?

—Tu padre está en el jardín, con tu abuelo que vino de visita y Mariagrazia y Francesco fueron a la plaza.

Piero asintió antes de dirigirse escaleras arriba hacia su habitación.

Apenas al pasar por la puerta dejó su equipaje sobre la cama, sacando solo lo que usaría para la ducha. Con su ropa, productos de aseo en mano y una toalla que colgaba de su hombro se adentró en el baño dejando todo perfectamente acomodado.

Se despojó de su camisa y luego se vació los bolsillos del pantalón dejándolo todo sobre un pequeño cuenco dispuesto sobre la encimera de cuarzo. Luego de templar el agua se metió bajo la lluvia artificial y se permitió relajarse.

Cerro los ojos e irremediablemente su mente viajó hasta los últimos momentos que había compartido con Alena. Ella le generaba un revoltijo de emociones que no era capaz de descifrar y no iba a intentarlo. Lo único de lo que no tenía duda era de que quería compartir todo el tiempo posible con ella.

Luego de terminar de ducharse tomó una toalla, se la anudó en la cintura y salió del baño con una estela de agua detrás de él proveniente de su cabello y torso aún mojados.

Con prisa se calzó la ropa que había elegido anteriormente y se dirigió a la puerta. Pero algo lo hizo detenerse a mitad de camino y empezar a redactar un mensaje de texto para cierta ojiazul. Esta vez lo hizo desde su teléfono personal—no como P.B— porque ya no existía razón para esconderse. Observó la hora 5:16 pm, un punto a favor era que solo había una hora de diferencia entre sus países por lo que quiso creer que la señorita Ivanova le respondería rápido.

Llegue hace hora y media, pero entre el desempaque y todo lo había olvidado avisarte. ¿Cómo va tu día?"

Su mensaje no recibió una pronta respuesta por lo que guardó su celular y retomó sus pasos hacia la cocina. Se encontró con su madre con un montón de platos y bandejas en las manos por lo que rápidamente fue a ayudarla con la carga.

—Tus hermanos ya llegaron y a tu padre le pareció buena idea almorzar en el jardín por el buen día que hace. —Fue todo lo que su madre menciono.

Piero se mostró de acuerdo y juntos caminaron hacia el exterior.

Después de corresponder el efusivo abrazo de su hermana, quien se colgó de su cuello como si de un koala se tratara y saludar a su abuelo y hermano se sentó en una de las sillas plegables que su madre había dispuesto.

La familia Barone se enfrascó en una amena conversación en la que se pusieron al día con las noticias más relevantes.

El sonido de un mensaje entrante alertó a Piero quien rápidamente tomó el aparato para ver de quien se trataba.

Su corazón se saltó un latido al percatarse de que la ojiazul por fin había respondido.

Me alegro mucho de que hayas llegado bien ¿Mi día? Acabo de salir de la empresa, me preparo para una sesión de judo con mi papá, una partida de póker con mi abuelo y para terminar la noche una fiesta de pijamada con mi hermano ¿qué hay de ti?

P.D. Esperaba que P.B se hiciera presente

Tecleó rápidamente una respuesta, sin meditarlo demasiado.

¿Judo? ¿Póker? Wow señorita Ivanova siempre encuentra la manera de sorprenderme y dejarme sin palabras. ¿Qué cinturón eres?

PD: Respecto a tu postdata, creí que ya no habría necesidad de eso

Para su sorpresa Ale respondió sólo un minuto después de haber mandado el mensaje.

Y aún no ha visto nada señor Barone. Soy cinta negra en Judo y Karate ambas las practico desde los cuatro años.

PD: Aun así, me gustaba el misterio, espero que a P.B no se le quite la costumbre de mensajearme

La postdata del mensaje le causó una gran sonrisa que no pudo reprimir, de la cual su familia se percató.

—¿Quién es? —Directo y sin rodeos su abuelo Francesco lo cuestionó.

—¿Quién es qué? —Piero trató de desentenderse del tema, pero la sonrisa en su rostro lo delataba, sin remedio.

—La chica que te hace sonreír así —su abuelo no desistía en saber todo.

Piero lanzó un suspiro derrotado y acercó su silla hasta quedar cerca de su abuelo, tomó su celular y le mostró una foto de Ale que tenía guardada en lo profundo de su celular. Al tiempo que empezaba a contarle la historia resumida.

—Se llama Alena, la conocí después de que ella me ayudara cuando tuve el accidente en coche y llevamos unas semanas saliendo apenas.

Su hermana Mariagrazia al escuchar lo pronunciado se acercó para conocer al nuevo interés amoroso de Piero, presa de la curiosidad.

—¡Que lindos ojos tiene! —Mencionó después de observar la fotografía a través de la pantalla.

Luego de un momento Piero observó fijamente a su madre, quien se mantenía callada y no había emitido sonido alguno en todo ese lapso de tiempo.

¿Estás bien, mamá? —Piero arqueó una ceja en espera de su respuesta.

Su madre solo lo observó y le dedicó un resoplido y una mirada que no supo descifrar.

—Sigo creyendo que Tatiana era perfecta para ti, cariño es una lástima que lo hayan dejado.

Piero bufo, visiblemente fastidiado. Tatiana era su ex-novia, su última relación larga, al principio todo marchaba sobre ruedas los primeros seis meses de relación, pero luego todo empezó a cambiar para peor cuando ella empezó a celarlo demasiado sin tener razón alguna para hacerlo. Empezaba a actuar como una loca apenas una mujer se le aproximaba, pero la gota que derramó el vaso fue cuando le hizo una escena porque había salido con su hermana y el auto se había descompuesto por lo que pasaron la noche en un hotel ¡SENTÍA CELOS DE SU PROPIA HERMANA! Ese fue el motivo por el que decidió cortar todo lazo con ella.

—Mamá sabes perfectamente porque termine mi relación con ella, era una celopata y yo no estaba dispuesto a aguantarlo.

—Aun así, insisto en que era perfecta para ti.

Piero volvió a bufar y se pasó las manos por el rostro visiblemente fastidiado.

—Me importa muy poco lo que tú pienses que es mejor para mí. Lo único que me importa es mi felicidad.

Al ver que los ánimos comenzaban a calentarse los miembros restantes de la familia decidieron intervenir.

—Eleonora, Piero tiene razón, esa mujer estaba loca —su padre decidió hablar— no tenía ni un gramo de cerebro porque todo estaba cubierto de silicona y no va a ser infeliz el resto de su vida por darte gusto a ti.

Mariagrazia, Francesco y el abuelo no pudieron contener la risa al escuchar las primeras palabras pronunciadas por Gaetano y asintieron con la cabeza mostrándose de acuerdo.

— Y te prohíbo que intentes hacer algo para traerla de vuelta a mi vida —la voz de Piero se volvió a escuchar. Espero que de verdad no lo hagas porque si lo intentas tú y yo vamos a tener serios problemas madre.

Eso fue lo último que dijo antes de tomar su chaqueta y sus llaves y salir del lugar en busca de una caminata que pudiera serenar su carácter.

Luego de unos kilómetros recorridos decidió parar a recuperar el aliento. Reviso su celular y sonrió al darse cuenta que Alena le había enviado un mensaje con una foto adjunta de ella sosteniendo al que supuso era su gato con un mensaje debajo.

Sé que no es muy tarde, pero estoy agotada, buenas noches señor Barone

Se apresuró a responderle deseándole también buenas noches, adulando su belleza y la del felino.

Volvió a sonreír y solo esas simples líneas hicieron que su mal humor se evaporara y regresara a casa con un mejor semblante.

¿Que les pareció este capítulo?
¿Será que la mamá de Ale y la de Piero son amigas lejanas? 🤣
Si les gusto no se olviden de marcar la estrellita ❤️

Besos B.

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