VII. Museum

Quiero exorcizar los demonios de tu pasado,
Quiero complacer los deseos ocultos de tu corazón.
Puedes ser un pecador pero tu inocencia es mía.
Muse, Undisclosed Desires.


Capítulo VI

JongIn se encontraba dubitativo frente al armario, mordiendo su labio inferior, en un claro signo de ansiedad.

Una vez vestido con las prendas que consideró adecuadas para su reunión con el psiquiatra, chequeó su figura en el espejo de su habitación.

Su cabello estaba más largo de lo usual y algo desordenado; su piel aunque levemente morena, lucía pálida junto a unos círculos oscuros bajo sus ojos. No estaba tan delgado como lo estuvo meses atrás, ya que ahora se veía saludable. Incluso sus piernas seguían siendo tan largas y finas como las de una gacela.

Luego de admirar su figura frente al espejo, definitivamente se encontraba de buen humor. Y aunque lo negara, muy en el fondo se debía al encuentro de esa noche, específicamente con la persona con quien lo tendría.

A un par de cuadras antes de llegar, su corazón empezó a agitarse nuevamente, a lo que JongIn decidió ignorar, junto a la extraña sensación de vacío que iba creciendo desde su estómago.

Llevaba un par de minutos a las afueras del Museo de Arte Milwaukee, donde quedaron en encontrarse, y no había rastro de su psiquiatra en medio de las personas que ingresaba en pequeños grupos; siendo ese día la inauguración de una exposición de arte.

Quizá había llegado demasiado temprano, concluyó fijándose en las manecillas de su reloj que marcaban las siete en punto.

Sin embargo, conforme los minutos pasaban, JongIn presentía que algo no estaba bien. Tal vez lo inventó todo.

Su agitada mente planteaba otros escenarios, mucho más inquietantes...

"¿Acaso el encuentro de ese día nunca ocurrió? ¿Fue real? ¿Su psiquiatra  también es producto de su imaginación?".

Lo que provocó que su ansiedad llegara como una ola tras otra, dispuesta a derrumbar los castillos de arena construidos bajo una falsa sensación de seguridad, y lo hiciera replantearse qué era real y que no.

Sus manos, dentro de los bolsillos del gabán color miel, escondían el leve tic que le generaba este tipo de situaciones. El rostro jovial que había mantenido, se convirtió en una mueca de desesperación, mientras subía y bajaba los escalones que conducían al Museo.

No fue hasta que sintió un sutil toque en su hombro. Al voltear, sus inseguridades y todos sus miedos de esa noche, se desvanecieron bajo la cálida sonrisa de unos los labios en forma de corazón y unas mejillas pinceladas en un tenue rosa; que hacía que el hombre frente a él, luciera excepcionalmente atractivo, bajo un criterio estrictamente objetivo; se replanteó JongIn a último momento.

—Hola, disculpa la tardanza —expresó el profesional tímidamente.

—Hola... no fue nada, yo apenas acabo de llegar.

JongIn sonrió tranquilamente pasando una mano por su cabello, ante aquella mentira que había soltado tan fluidamente.

A quién quería engañar, estaba a punto de tener un ataque de pánico hace un momento atrás; pero finalmente él estaba allí, para alivio de su mente y alma.

—Yo realmente quiero decirte que... —agregó el psiquiatra  tras unos segundos, llevando su mirada hacia sus zapatos con la firme intención de evitarlo.

JongIn incluso notó sus mejillas tornarse  rojas.

—Luces realmente bien —agregó.

No había esperado aquellas palabras. JongIn había recibido un cumplido por parte de un atractivo hombre, lo que en definitiva, tras recobrarse de la sorpresa inicial, lo puso de buen humor y no dudó en regresar el cumplido.

—Gracias. Igualmente. —respondió formalmente.

Aunque demasiado formal, y eso hizo que el otro hombre formara un mohín en sus labios, como un niño pequeño queriendo llamar su atención; cosa que logró, sintiendo una especie de aleteo en su pecho.

—Si lo dices por cortesía, no cuenta. 

JongIn rió bajo ante aquel comentario, le encantaba de sobremanera ver a su psiquiatra en un ambiente fuera de lo profesional, proyectando cierta jovialidad, con una expresión mucho más relajada, incluso cuando aparentaba estar molesto.

—No quise decirlo de esa manera —Empezó a resarcir sus palabras en un tono ameno—. Realmente me gusta como se ve en esta noche —expresó sincero.

Ahora las líneas de su relación se tornaban borrosas.

—Me alegra que vinieras, JongIn. Yo llegué a pensar que no lo harías.

—No me lo perdería —mencionó el menor dando un vistazo rápido al Museo—. Gracias por traerme aquí.

JongIn se sentía genuinamente agradecido. El joven doctor había hecho que saliera de su pequeño departamento, que saliera a vivir.

El psiquiatra negó con la cabeza tímidamente, antes de hablar nuevamente:

—No tienes porqué agradecerme.

La pequeña sonrisa hacía que sus mejillas se vieran incluso más apetecibles para plantar un beso justo allí, fue lo que JongIn imaginó y por primera vez no le incomodó la idea.

—Yo solo quería verte —añadió el psiquiatra abriendo grande los ojos por la sorpresa de sus propias palabras—. No quiero qué pienses mal de mí, JongIn. Soy tu psiquiatra, eso lo tengo claro. Solo... no lo tomes a mal, por favor .

El hombre de mayor edad suplicó cuando las líneas de su relación se desvanecían conforme se expresaban con sinceridad.

—Está bien, no lo tomo a mal —dijo JongIn, brindando una sonrisa en un intento de borrar la incomodidad generada.

JongIn se sentía inquieto con la presencia del otro hombre, sabía muy bien que este era un nuevo terreno para él.

No era como si en el pasado no hubiese coqueteado con otros hombres, simplemente esta vez se sentía diferente.

JongIn creía que los dos necesitaban tanto una conexión con este mundo, sentir que realmente eran importantes para alguien más. Desde un inicio, su psiquiatra siempre le pareció una persona solitaria, aún recordaba lo impersonal de su consultorio.

Después de eso, JongIn dirigió toda su atención hacia el diseño del lugar, recordó haberlo estudiado en su carrera, y aunque ya llevara un par de meses en esa ciudad, era la primera vez que realmente observaba el lugar como el profesional que era; dejándose impresionar por el diseño.

La forma como el arquitecto había querido que la estructura estuviera casi flotando, a través de paneles geométricos de forma abstracta junto a las columnas y los cristales, haciendo que el Museo proyectara una agradable vista hacia el lago localizado al fondo, y que gracias a la iluminación, daban la impresión de fuegos artificiales sobre la superficie del agua.

Se sintió fascinado, era un sitio tan emblemático y de no ser por su psiquiatra, ni siquiera estaría allí esa noche.

El solo hecho de pensar en ese hombro hizo que sus labios se curvearan en una sonrisa radiante, sintiéndose en otra piel.

—Realmente me encanta verte tan feliz, pero creo que debemos entrar.

El de piel nívea observaba el menor, quien había estado concentrado en el diseño del lugar; de no ser porque en verdad debían ingresar al recinto, lo hubiese seguido admirando en silencio.

JongIn apenas y se daba cuenta que había estado casi embelesado admirando el diseño del lugar, ignorando olímpicamente a su cita.

—Uhm creo que me distraje —JongIn sintió cómo sus mejillas ardían fruto de la vergüenza, aunque el otro hombre le seguía sonriendo dulcemente—. ¡Este lugar realmente es increíble! Me refiero a su arquitectura, es magnífico.

—Solo lo has visto por fuera, te sorprenderás cuando lo veas por dentro.

—De eso no tengo duda... siempre quise conocer este lugar —mencionó con pesar, a lo que el mayor arrugó el ceño.

—¿Y por qué no lo hiciste antes?

JongIn tan solo se encogió de hombros, pero parecía que el psiquiatra quería una respuesta verbal.

—Porque no había tenido la oportunidad —contestó—. Desde que estoy en esta ciudad, nunca antes había estado en una cita.

El psiquiatra asintió ante aquellas palabras.

JongIn, a última hora, analizó lo que acababa de decir "¿acaso dije cita? No podía ser posible".

—Es decir... reunión de amigos... me refiero como a una ci-cita de conocidos. —Estaba actuando como un idiota, no podía dejar de titubear como un imbécil.

Su psiquiatra propuso seguir adelante, percatándose de sus dificultades para hallar las palabras correctas.

—Qué tal si ahora de verdad, entramos.

El hombre de ojos grandes disfrutó de la vista de un JongIn todavía confundido, siguiéndolo hasta la entrada como un niño perdido, donde entregó en la casilla las dos boletas para su ingreso.

Antes de dar el siguiente paso, el profesional en salud dio media vuelta enfrentando la expresión perpleja de JongIn.

—Somos hombres adultos... podemos llamar las cosas como son. Es una cita si quieres que lo sea, pero si te hace sentir más cómodo, podemos decir que solo nos estamos conociéndonos mejor con fines meramente terapéuticos —Le propuso en un tono gentil.

JongIn cerró los ojos antes de dar una respuesta. Su psiquiatra parecía ser una persona bastante madura, a la que claramente se podía confiar. Aún así, no se sentía del todo seguro, si lo llamaba cita y las implicaciones que esa palabra tendría.

—Es una salida para conocernos mejor —admitió el menor seguro de su decisión.

Cuando abrió los ojos, fue recibido con el brillo de un par de grandes ojos y la más grande sonrisa del hombre quien estaba a un par de centímetros de distancia, percibiendo su suave fragancia a lavanda, y por alguna razón se sintió protegido.

Incluso cuando no se tocaban, había una electricidad estática que los mantenía en ese espacio, en ese momento, contagiándose por sus sonrisas, y la sensación cálida en su corazón.

—Está bien, JongIn. Será todo lo que quieras que sea —propuso el mayor, bajo una intensa mirada.

"Seré todo lo que quieras que sea...".

De repente esas palabras resonaron en su mente como una advertencia, haciéndolo sentir una especie de déjá-vu acompañado de escalofríos, que rápidamente desaparecieron cuando el joven doctor le siguió sonriendo cálidamente.

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