Epílogo

La respuesta de Nilan era evidente, siempre la vió como una hermana, nada más que eso. De igual forma, ese día de lluvia nadie lloró, ni hubo gritos, ni mucho menos tristeza.

Ambos amigos se sentaron en el sillón, vieron una película como los viejos tiempos y volvieron a los días en que sus sonrisas estaban siempre presentes.

Dulce se agarró del brazo de su protector y lo miró feliz.

—Te extrañe.

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