26 Años

Venticinco de julio del 2023, recuerdo haber despertado de un sueño que me ahogó en nostalgia, y la tristeza de pena en alma. Solo han pasado cuatro meses del fallecimiento de papá, y desde entonces no quiero hablar mucho de mi. Es como si me pesara tanto el alma en su ausencia, no por las cosas malas que sucedieron antes de su marcha sino que por la ausencia de su voz, de sus abrazos, de sus alagos.

Recuerdo que a los diez u once años, visitaba un cementerio que daba miedo perderse, sin embargo, donde descansa el cuerpo de mi papá es tan bonito. Tan tranquilo, y pacífico que inclusive te dan ganas de estar todo el día y perderte del mundo a su lado. No obstante, hay pocos buses que pasen por la zona, caminar cuesta bastante, y llegar es dos horas de viaje, ¿vale la pena? Si, pero extrañarle es tanto que solo deseo conseguir un lugar donde caer a llorar, estacionarme una semana para quitar todo este pesar, y seguir adelante. Pero no pasará hasta que el ingreso económico sea fluido y no lo temgo pero lo intento día tras día.

Este veinticinco de julio, soñé estando en una casa que alquilamos en 2020 hasta el mes de febrero de 2022. En marzo todo eso se acabó. Pero bueno, recuerdo que la habitación era enorme, con dos camas y un armario con el espejo en la puerta deslizante, donde antes papá se pasaba entrando a mi cuarto a bailar, a hacerme cosquillas, a hincharme, momentos únicos que actualmente extraño demasiado.

El sueño reflejaba a mamá viendose en ese espejo, sentada en una cama, yo estaba como en segundo plano. Iba a pasar de largo, porque ella parecía estarse preparando para una salida, sin embargo de reojo vi una silueta conocida y como me pareció raro volteé a ver. Encontrandome con la figura de mi papá sentado a la de papá, pero solo en el reflejo del vidrio el se encontraba, mas no en esa realidad. Yo le hablaba como si mamá pareciera no escucharnos, el hacia gestos tipicos y frases mudas que sonaban en armonia de nostalgia con su voz en mi cabeza. Le pregunté si estaba bien, si porqué no abrazaba fuerte a mamá, que yo lo quería abrazar fuerte, que lo extrañaba, que si quería que le dijera a alguien algo, pero el solo me dijo que nada, que esta todo perfecto y que siguiera tal como voy, hacia adelante.

Al final no fue una pesadilla, sino un recuerdo bonito, un sueño que me recordó que este día se cumplían cuatro meses sin él.

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