Capítulo 6
Mi mente está nublada por completo por todas los pensamientos que tengo en este momento. Al mismo tiempo mi omega interior parece estar a gusto y de acuerdo con que esto se haga.
El alfa empieza a acariciar mi cintura de manera lenta, cierro los ojos cuando profundiza el beso, dejándome llevar por mis sentidos.
Él pasa su brazo izquierdo bajo mi cintura para acercarme aún más a su cuerpo. Lo siento muy necesitado, la excitación presente en su olor como también en el calor de su cuerpo. Jadea de forma irregular cuando se separa de mi boca para comenzar a olfatear mi cuello.
—Me encanta, n-no me cansaría de tu olor —murmura entre gruñidos. Luego comienza a quitarme la calza corta que llevo debajo de mi falda.
—No sé hacerlo —susurro mientras miro a un lado. Estoy muy avergonzada y nerviosa, tanto que mis manos sufren de ligeros temblores.
—Déjamelo todo a mí, ¿si? —responde, me mira a los ojos por un momento y comenzamos nuevamente con los besos. Con el paso de los minutos este se hace más atrevido, jadeo al sentir su mano en mi pecho, dándome un suave masaje. Él asalta mis labios, los succionaba con entusiasmo mientras su mano derecha continúa moviéndose. Su boca recorre mi cuello y pasa por mi hombro con destino a mi pecho.
En eso escucho un clic, el alfa acaba de desprender mi sostén y lo quita del medio con destreza. Me estremezco cuando su mano se adentra debajo de mi blusa, toca con cuidado y deseo al mismo tiempo que olfatea mi cuello con energía.
Regresa a mis labios y siento una mordida, primero en el superior y luego en el inferior. El último fue un poco más fuerte.
—Lo siento —susurra al escuchar el chillido que solté. Los besos ya no son suficiente y lo sé cuando él guía mi mano a su entrepierna. Toco su erección y lo siento muy despierto bajo la tela de sus pantalones. Al mismo tiempo él acaricia mis pechos.
El alfa me guía en la manera de debo tocarlo, lo veo cerrar los ojos y suspirar ante mi mano. Eso me hace sentir muy extraña. Pero entro en pánico cuando baja mi ropa interior, acariciando mis glúteos en el proceso. Nerviosa bajo mi falda, siendo la única cosa que aún no me ha quitado.
—¿Estás bien?
No sé qué responder e intento controlar mi cuerpo, estoy temblando de nuevo. Atlas sonríe y frota su cabeza contra la mía, entonces le pido continuar al ver que estaba esperando.
—Despacio, ¿si? —digo en un tono bajo.
—Bien. Intentaré controlarme. —Sus manos retoman mi cintura y van bajando hasta mis glúteos—. ¿Sientes lo mucho que te necesito?
—Mmm, si... —respondo apenas, su erección está contra mi estómago. Es grande y tengo miedo. Miedo que dura un instante cuando él se quita su camiseta. Todas las telas que impedían el contacto piel a piel desaparecieron.
—Tú también lo quieres —comenta al ubicarse entre mis piernas. Entonces lleva una mano hacia mi centro para estimularme con cada roce, gimo apenada al notar la terrible humedad que provocó con sus besos y caricias.
Él sonríe mientras acaricia mi interior con sus dedos, oyendo mis suspiros y gemidos bajos que no puedo controlar.
—¿Lista? —pregunta alejando su mano.
—Si —respondo con la voz débil. Tengo muchas dudas pero ya hemos llegado muy lejos.
—Respira, concéntrate en mi olor —murmura, haciendo que de unas profundas inhalaciones. Su aroma a pino y menta llena mis pulmones, solo puedo sentir calma hasta que comienza con una lenta penetración. Cada pulgada hace que sienta dolor, fuerza mi cuerpo para aceptarlo, pero al mismo tiempo quiero que continúe.
Cuando al fin estamos unidos, hago una mueca por el punzante dolor dentro de mi ser. Mis caderas duelen y detengo al morocho cuando intenta dar una embestida.
—¿Quieres que pare? —pregunta aún sabiendo la respuesta.
—Si, por favor —contesto lloriqueando. El dolor es casi insoportable.
—L-Lo haces muy bien —me dice dándole una sonrisa—. Oh, mierda. Eres muy estrecha.
—Despacio, despacio —le suplico al verlo moverse. Creí que iba a embestir sin compasión, pero el lugar de eso se inclina hacia mí para olisquear mi cuello. Suspiro ante sus besos y mi cuerpo comienza a relajarse, respondiendo a los jadeos bajos del alfa.
Un segundo después siento una embestida corta y rápida, esto me sobresalta y hace que rodee el cuello de Atlas para sostenerme. Las embestidas comenzaron de a poco, el dolor cambió a ser incomodidad en mi interior. Pero no comprendo porqué gimo a cada movimiento.
—¿Te duele? —dice haciéndome abrir los ojos. La vista con la que me encuentro es muy lujuriosa, Atlas está muy acalorado, jadeando y con algunos cabellos pegados a su frente.
—Mmm... —No pudo contestar ya que esa invasión a mi cuerpo captaba toda la atención. Siento como algo duro, pero a la vez suave y caliente se abre paso en mi interior. El dolor había pasado por completo y esos recuerdos se desvanecieron.
—¿Cómo te sientes? —susurra en mi oído mientras choca su cadera contra la mía.
—No sé —dijo sacudiendo la cabeza de un lado al otro, estoy abrumada, jamás había sentido algo como esto.
—¿Como que "no sé"? —se burla para luego continuar con las penetraciones. Nuestros labios también se unieron por un momento. Pero, como me dificulta respirar, tengo que romper nuestro beso.
—No m-me mo... molestes —contesto con dificultad. Me mantengo abrazada a su torso mientras me embiste, en un momento da dos fuertes y profundas estocada que me quitan el aliento por un momento. El dolor regresó por un instante pero se distraje besando el cuello del alfa.
Él se separa lentamente y me acaricia el cuello, su mano pasa por todo mi cuerpo dejando un camino de calor. Cuello, pecho, estómago y piernas. Suelta un largo suspiro para luego salir, dejando un vacío incómodo.
—Respira, estás muy agitada —comenta al apartar el cabello de mi rostro—. ¿Quieres continuar?
—Si —respondo, dándole una sonrisa. Aunque mis piernas no dejan de temblar.
—Bien. —Me devuelve la sonrisa—. Tu olor... s-se combina tan bien con el mío. —Sus palabras me tranquilizan, como también su embriagante aroma de alfa. Atlas se distrae olfateando mi cabello mientras yo recupero un poco el aliento.
En eso me mira y toma el lugar junto a mí, con cuidado me levanta y ubica mi cuerpo sobre el suyo.
—Ahora lo harás tú —murmura en mi oído. Entonces siento sus manos en mis cintura y poco a poco nos unimos nuevamente. En esta posición lo siento mucho más profundo, tanto que duele un poco.
—Ah, mmm... No te muevas.
—¿Lo sientes? —responde en medio de un suspiro. Tarareo en afirmación ya que no consigo hablar sin gemir. Cuando me acostumbro, comienzo a mover mis caderas de adelante hacia atrás. Él coloca las manos en mi cintura para marcar un ritmo más acelerado mientras gimo bajo en su oído.
En ese momento él baja su cabeza a mis pechos y lame sin vergüenza, eso provoca que todo mi ser se estremezca, más aún cuando siento unas suaves mordidas.
Los movimientos se hicieron más rápidos, pero el alfa, con un gruñido de promedio, nos voltea. Quedo nuevamente bajo él y me besa desesperadamente, intento seguirlo, pero debo apartarme para recuperar aire. Sus embestidas son tan fuertes que soy cepillada contra la cama mientras intento sostenerme de sus brazos.
—Alfa, alfa... —Mis gemidos salen sin control de mi boca al ver a Atlas, él me mira con los ojos oscuros, muy dilatados mientras suelta jadeos y gruñidos graves. Me siento un poco orgullosa al saber que causo todo esto en él.
—Estoy cerca —dice en mi oído, es lo que me faltaba para tocar el cielo con las manos. Gimo su nombre en alto cuando las olas de excitación atraviesan mi cuerpo. Me aferro a él y mis uñas se clavan en su ancha espalda.
—Ah... ah... —Poco a poco mi cuerpo deja de temblar y Atlas se detiene luego de dar una profunda estocada. Él jadea en mi oído para luego besar un cuello repetidas veces.
En ese momento siento algo crecer dentro de mí, eso me hace gemir nuevamente. Es el nudo. Al reconocerlo intento apartarme, pero sólo consigo hacerme daño.
—Tesa, p-para. —Él me toma de la cintura y me inmoviliza con su peso.
—No, no, no.
—Tranquila, usé protección —comenta dándome una sonrisa–. Siempre lo hago.
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