Capítulo 10

"¿Cómo ser una omega?", por Teresa River.

Ya me imagino el título de mi libro de etiqueta, obvio nunca escribiré un libro, menos uno como ese. Pero me siento bastante especial teniendo una aprendiz con determinación. Hablando de libros, nos encontramos en la biblioteca porque debo buscar información en viejos libros de comportamiento omega y más.

—¿Qué debo hacer? Supongo que empezaremos por mi aspecto, puedo conseguir ropa rosa y maquillaje —dice Brenda mirando su vestimenta. Su estilo es más causal y cómodo, similar al mío, sólo que el suyo es más deportivo y utiliza ropa rasgadas.

—No tienes que gastar dinero en eso —niego para luego entregarle un par de libros.

—¿Debo leer todo esto? —Por la cara que puso diría que no le gusta leer.

—No, sólo lo que nos ayude —responde al momento de sentarme con ella en la mesa—. No quiero cambiarte por fuera ni que seas algo que no eres. Intentaremos potenciar hábitos amables y tiernos que ya tienes.

—Entiendo. —Brenda me sonríe, y tengo una idea de cómo podemos comenzar.

—Eso, sonríe mucho cuando hablas con alguien. Pero tampoco exageres. Aquí dice que la sonrisa es un gesto de bienestar, alegría y placer —le explico indicando una página determinada del libro.

—Okey, más sonrisas —murmura Brenda y la veo anotando eso en una libreta de mano.

—Veamos... —No sé si ahora deberíamos seguir con la postura, modales y eso. Estaba a punto de decir algo, pero Trevor viene hacia mí con una cara de pocos amigos. Parece molesto, es difícil saberlo ya que no huele a nada.

—Más vale que tú y geografía no hagan cochinadas en mi biblioteca o los obligaré a limpiar —dice cuando llega a mi lado. Yo niego rápidamente con la cabeza, pero él continúa allí—. Hey, ¿me escuchaste? —El beta aparta la pila de libros que cubren a Brenda, creyendo que estaba con Atlas.

Ella hace una mueca y le arroja una enciclopedia en el rostro. Trevor se queja del golpe mientras sostiene su frente.

—No molestes, pedófilo –—le dice entre gruñidos.

—Quietos los dos. —Me armo de valor para levantarme y separarlos—. Trevor es el encargado de la biblioteca y Brenda es mi nueva amiga —los presento entre sí para luego sonreír cuando la alfa se disculpa con él.

—Lamento molestar, creí que estabas... Olvídalo. Las dejaré estudiar tranquilas. —Trevor se excusa diciendo que tiene cosas que hacer y ambas volvemos a estar a solas.

—Betas metiches —dice Brenda haciéndome reír—. ¿Dónde estábamos?

—Oh, bueno. Debemos probar la sonrisa con alguien, un alfa o beta, lástima que golpeaste a Trevor —respondo y suelto una risita.

—De eso hablo, eres sarcástica pero sigues viéndote tierna. —Brenda suelta un largo suspiro y apoya su cabeza contra la mesa.

—Supongo, soy omega y-

—¿A qué huele? —Ella hace una mueca mientras comienza a olfatear el aire.

Yo me interrumpí al sentir unas manos tomar mi cintura. Casi grito del susto de no ser por ese olor y la gran sonrisa de Atlas, el alfa recuesta su cabeza sobre mi regazo mientras cierra los ojos.

—¿Es un aromatizante de la biblioteca o qué? Creo que ya lo había sentido antes... —Brenda está realmente inquiera debido a él. Pero Atlas parece no importarle, es más levanta la mirada y murmura en voz baja.

—Creí que te olvidaste de mí. —Los ojos que puso son iguales a los de un cachorro regañado. Casi lo perdono por haberme dado un susto de muerte.

—¡¿Qué es eso?! —exclama Brenda, dando un salto para alejarse de mí.

—Atlas —respondo con una sonrisa nerviosa. En ese momento él corre mi silla hacia atrás para poder salir de su escondite.

—No quise asustarlas, pero puffy tenía una cita conmigo —comenta el alfa cuando pasa su brazo sobre mis hombros. Brenda nos mira a ambos, moviendo sus ojos de Atlas hacia mí, no puedo evitar sonrojarme.

—Puffy, jajajaja. Hey... ¿Son pareja?

Él no responde, simplemente baja un poco mi ropa, descubriendo mi hombro. No sé lo que vio, pero Brenda levanta las cejas de forma exagerada para luego soltar una carcajada.

—¿Que? Acaso... —Rápidamente toco la zona, no sé qué haré si llegó a marcarme. Pero es imposible, porqué lo haría si disfruta tanto de su libertad—. ¿Me marcaste? —le pregunto mirando directamente a sus ojos.

—Claro —responde tomando su celular y activa la cámara frontal para enseñarme la marca roja con forma de corazón que está en mi piel.

El aire vuelve a mis pulmones al saber que no fui reclamada. Aunque con esta marca mi omega interior está más que satisfecha, ahora entiendo porqué se tomó tanto tiempo en besarme ayer en mi cuarto.

—Es increíble —comenta Brenda cuando calma su risa—. ¿Atlas? Creí que con tu reputación te llamarías Max, Demián, Nathan o Patch, no sé.

—No —contesta él mirando a un lado—. Vamos Tesa —murmura para mí y comienza a jalar de mi mano. En eso Brenda toma la otra y quedo entre ambos alfas, quienes se desafían con la mirada y sueltan gruñidos de advertencia.

—Ve a jugar con otra omega, yo necesito a Tesa —dice Brenda acercándome a su cuerpo.

—Ahora la quiero a ella, no molestes —responde Atlas jalando de mí—. Estás contaminando su aroma con el tuyo.

Ambos continúan discutiendo y siento que me partirán en dos. Entonces un fuerte gruñido se oye por encima de los de ellos. Tanto Atlas como Brenda me sueltan y retroceden debido a la orden de Trevor, ahora sí agradezco que esté aquí para ayudarme.

—¿Esos brutos se lastimaron?

—No, estoy bien. Sólo era una pequeña discusión —respondo restándole importancia a lo que pasó. Le explico que Atlas sólo quería un poco de atención y que yo estaba tan ocupada con Brenda que olvidé la cita que tenía con él. Ambos alfas se encuentran castigados en un rincón mientras Trevor me escucha con atención.

—Ah, ya veo —murmura el mayor para luego mirar a los alfas—. Ustedes dos, pueden acercarse.

Luego de oír su orden, los otros se acercan y mantienen la cabeza agachada. Trevor sonríe al ver que tiene poder sobre alfas, pero lejos de aprovecharse de él, simplemente lo utiliza para regañarlos.

—Que esto no se vuelva a repetir o los llevaré con la directora, ¿entendido?

—Si señor —responden de mala gana. Trevor sonríe para luego tomar un par de libros y caminar hacia los estantes.

—Bien, volveré al trabajo.

Una vez que el beta se pierde de vista entre los interminables estantes, Atlas viene hacia mí y me da un abrazo.

—Gané, ahora me quedo con Tesa —se dirige a Brenda haciendo que esta frunza el ceño.

—Tramposo, ella estaba primero conmigo.

—No oh —niega el morocho para luego dejar un beso en mi mejilla—. A mí me lo prometió ayer, se queda conmigo.

—E-Es cierto, se lo prometí —digo llamando la atención. Atlas frota su cabeza contra la mía mientras Brenda se cruza de brazos y nos da la espalda.
—Que envidia —la escucho decir, entonces levanta su mano mientras camina a la salida—. Nos vemos luego, trabajaré con mi sonrisa por ahora.

—¡Suerte! —respondo sonriendo. Luego volteo hacia Atlas, quien me mira con el ceño fruncido, por lo que mi sonrisa desaparece poco a poco—. Lo lamento.

—Tranquila –murmura tomándome entre sus brazos—. Pero debo castigarte, ¿si?

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