Capítulo 6 : Arcoiris.

Miro las ramas de los árboles, ahí están, ardillas que juguetean y aves que alzan el vuelo. La niebla es densa, y el frío es estremecedor. Doy un paso y luego otro, el lodo se filtra por mi zapatos y maldigo por tener que volver a ser una errante, una perdida, maldigo porque ya estaba harta de la situación, estaba más que agotada, sólo deseaba que aquello acabase, sin importar la manera. ¿Porqué el nuevo mundo se empeñaba con acabar conmigo? ¿Por qué tal furia hacia mí?

Miro a William y detrás de él veo un destello rojizo, son bayas. Nos acercamos y las miramos con detenimiento, dudando si son nuestra salvación o nuestra inminente muerte. Decidimos comerlas porque si nuestro fin llegaría lo recibiriamos con brazos abiertos. Y miro detrás de su pantalón y veo algo, ahí, oculto.

Luego, veo su rostro y siento como el enojo corre por cada una de mis venas, lo golpeo con todas mis fuerzas.

- ¡Tenías una Bengala! ¡Maldito desgraciado!- Grito y después, con desenfrenada ira lo sujeto de la camisa - Estoy mojada, muerta de frío, hambrienta y un sin número de cosas más, tenías el medio para que nos encontrasen y no dijiste nada. Tienes suerte de no estar muerto.

- ¡No comprendes! ¡Ayudé a escapar a alguien! Si Negan se entera no viviré para contarlo, no puedo volver, no quiero volver. - Exclamó.

Le quitó la Bengala e intento dispararla, pero el traicionero me empuja y caigo, golpeadome en la cabeza, viendo doble. Lo veo mover los labios, pero no escucho lo que dice , tomo un cuchillo de mi pantalón y se lo incrusto en el pecho, William cae y subo encima de él para luego sacar el cuchillo y enterrarlo en su sucia cabeza.

Caigo viendo totalmente borroso y a tientas agarro la vengala para dispararla y luego, de golpe, desmayarme.

...

Los salvadores tenemos una peculiar forma de organizarnos, lanzas una vengala negra si necesitas ayuda, vengala roja si hay peligro para todos, verde si es seguro continuar, naranja si una orda otra se acerca al santuario. Sí, así éramos nosotros.

El surgimiento de mi despertar fue a una hora totalmente desconocida para mí, pero si se donde, estaba en casa. Abro los ojos y veo una figura borrosa, no puedo mantenerme despierta por más tiempo y nuevamente, como si de un bucle se tratara, vuelvo a caer en esa inmersa oscuridad a la cual llamamos sueño.
Ya cuando pude despertar bien vi un vaso de agua al lado mío y no dudé en tomarlo, también había algo de pan y queso. Miro el suero en mi brazo para luego sentarme, mis pies tocan el suelo frío. Miro al vacío, respiro, analizo.

La puerta se abre y dirijo mi mirada hacía allí. Dos hombres, uno viejo , desaliniado, con ojeras y cara larga; él otro, todo lo contrario. Negan se acerca a mí, pero ya no sonríe como antes, más que serio parece enojado.
Bajo la mirada a sus pies y digo:

- Lo siento.

Con su bate, al que orgullosamente le otorgó el nombre Lucille me alza el mentón, y me mira, cada razgo, cada detalle.

- ¿Qué carajo te pasó? - Formula su pregunta.

- Una orda, la más grande que jamás vi, rodearon los autos, si permaneciamos en ellos nos rodearian y no podríamos escapar. Tuvimos que huir al bosque, no se de donde vinieron Yo misma había hecho la revisión de perimetro. Lo siento Negan, te fallé - Dije.

Él hace señas para que el doctor nos deje a solas, cuando este obedece, Negan, mi endemoniado líder, se arrodilla frente a mí y luego , tras acomodar mi cabello, besa mis labios. Entre tanto frío ellos fueron la calidez más acogedora, mi refugio más eficaz, la dulzura jamás encontrada. Luego de esto, recuesta su cabeza en mis piernas y suspira.

- Estuve perdido sin ti jodiendome los cojones con tu silencio. Gracias por sobrevivir. - murmura.

Me sorprendo al escuchar esas palabras, me temo que he perdido la cabeza, el golpe me ha afectado más de lo que yo creía, aquello podría ser una ilusión, mas no me importaba, quería vivir en esta estúpida fantasía porque cansada estaba de vivir de la misma manera.

- Estuve más que perdida, Negan. Sólo quería volver a casa - Murmuré.

Después de mi tormenta obtenía mi arcoiris. No era el más grande, ni el más brillante, pero ahí estaba, sólo para mí.

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