---𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑑𝑖́𝑎---
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 6 AM
El sol se encuentra iluminando gran parte de la ciudad, aunque no tanto como en el comienzo del verano, ya que estamos en mitad de marzo y el otoño se está acercando y con ello, el aumento en la duración de las noches y las bajas temperaturas. En uno de los edificios ubicado cerca de los bosques de Palermo, en el séptimo piso, podemos ver a una familia compuesta por un padre de 44 años, una madre de 42 años, un hijo adolescente de 17 años y una hija de unos 11 años de edad, ambos padres se encuentran en la cocina preparando el desayuno para todos, el hombre, posee un buen físico, es de cabellera castaña, de piel casi bronceada, ojos de un color marrón oscuro, una camisa blanca, unos pantalones de vestir negros, zapatos negros y lo más resaltante, es un anillo dorado en el dedo anular de su mano derecha, que demuestra que es un hombre casado.
-Hoy será el primer día de ambos... espero que puedan disfrutar... en especial Tom... es su último año de secundaria... y no ha conseguido ningún amigo...- mencionó el hombre apenado por su hijo, para luego tomar un largo sorbo de su taza de café, mientras que su esposa, una mujer de cabellera rubia, ojos celestes, piel pálida, viste un traje color azul con bordados negros, unos zapatos de taco bajo y al igual que su esposo lleva un anillo dorado en el dedo anular de la mano derecha –No es necesario que te preocupes... sé que esta vez lo logrará... por otro lado Martina parece que se le facilita mucho el socializar... hablando de ellos... creo que es hora de ir a despertarlos- dijo con una pequeña sonrisa mientras terminaba de preparar el desayuno de sus dos hijos.
El padre soltó una pequeña sonrisa se dispuso a retirarse de la cocina y dirigirse a las habitaciones de sus dos tesoros, paso por el amplio y acogedor salón, el cual está decorado con cuadros familiares colgados en las paredes, junto a bellas imitaciones de las obras de arte más reconocidas de la humanidad, un gran sillón con forma de L el cual puede dar cabida a un total de siete personas, una televisión plasma de unas cincuenta pulgadas a unos metros frente al sillón, con una pequeña mesita de té en medio del camino entre el sillón y la tv, y unas puertas corredizas que dan paso a un gran balcón cubierto, el cual tiene una hermosa vista del sol elevándose desde el horizonte. Al salir del salón, entró en el pasillo, el cual también las paredes están adornadas con algunos cuadros, del lado izquierdo del pasillo se haya la puerta del cuarto de su hija. El hombre abrió la puerta y pudo ver a su hija de 11 años, de piel casi bronceada, y con un cabello de color castaño claro, la pequeña se encuentra dormida plácidamente en su cama rodeada de pequeños peluches, su padre miró el cuarto de la niña y soltó un largo suspiro, la pequeña tiene a un lado de su cama, un escritorio de gran tamaño, donde se haya una computadora y varios libros, frente a la cama se encuentra un televisor de 40 pulgadas amurada a la pared, y una ventana la cual tiene las persianas cerradas, en la pared donde se haya el escritorio, pero la razón del suspiro se debe a que la niña tiene su cuarto hecho un desorden, él encendió la luz del cuarto y luego se acercó hasta estar a un lado de la cama y con su mano derecha comenzó a dar pequeñas palmaditas al hombro de la niña para que despertase.
-Martina... vamos hija... es hora de levantarse... hoy es el primer día en tu escuela nueva...- mencionó el padre con un tono cálido, logrando que su hija lentamente abra los ojos, pero los cerró nuevamente por culpa de la luz –Papá... ¿Qué hora es?- preguntó con mucho sueño la niña, para luego soltar un largo bostezo, mientras hace algunos estiramientos desde la cama, el padre le dio una caricia en la cabeza, para luego voltear hacia la puerta –Son las 6:15 am... es temprano... pero no quieren ver el colegio antes –respondió dando una pequeña sonrisa a su hija, quien se emocionó y rápidamente se puso de pie para prepararse para su primer día, mientras que su padre se retiró del cuarto y siguió caminando por el pasillo, hasta llegar al segundo cuarto, el cual pertenece a su hijo. El hombre abrió la puerta y pudo ver que la luz estaba encendida, entrando en la habitación pudo ver a su hijo despierto leyendo un libro de mitología, el joven, posee un aspecto deportivo, tiene cabellera rubia y ojos azules, se encuentra listo, vistiendo una camisa blanca manga cortas, un pantalón de uniforme color grisáceo y unos zapatos negros, el joven se percató de que su padre entró en la habitación, pero decidió continuar con su lectura –Siempre te encuentro despierto... me alegra saber que seas tan responsable... pero eso le quita un poco de la diversión de ser padre...- dijo con una pequeña sonrisa, mientras ve la habitación la cual es similar a la de su hermana, con la diferencia de que su escritorio es de mayor tamaño, además su cuarto se encuentra ordenado, la persiana se encuentra arriba, dejando entrar los rayos del sol, la ventanas están abiertas y posee dos bibliotecas las cuales están repletas de libros de varios temas, desde obras de literatura clásica y moderna, a libros de ciencia y otros varios de política.
-Buenos días papá... ¿dormiste bien?...- mencionó sin apartar los ojos de su lectura, logrando que su padre suelte un largo suspiro, para luego ver a su hijo –Bien ¿y tú campeón? –preguntó con una pequeña sonrisa, el joven rubio cerró su libro y se sentó en la cama, para luego ver a su padre con una pequeña sonrisa –Dormí bien... gracias por preguntar- respondió con un tono respetuoso mientras ve la sonrisa de su padre –Bien... el desayuno ya está listo... debemos apurarnos... hoy es el primer día de ambos- dijo el padre con una gran sonrisa decorando su rostro, recibiendo un asentimiento por parte de su hijo. El hombre volteó y se retiró de la habitación dejando a su hijo, quien cambió su pequeña sonrisa por un rostro lleno de aburrimiento, luego de unos segundos se puso de pie, tomó el libro que leía hace unos momentos y lo guardó dentro de su mochila, para acto seguido salir de su cuarto y dirigirse a la cocina, mientras camina admira los cuadros y fotos que adornan las paredes.
No tardó mucho en llegar a la cocina y encontrar a su padre, madre y hermana, quien aún está vistiendo un pijama, debido a que ella desayuna primero y luego se prepara para partir –Buenos días- dijo con una pequeña sonrisa el adolescente, mientras se acerca a la mesa de la cocina y se sienta en la silla libre –Buenos días Tom... tu papa me dijo que otra vez madrugaste- dijo con una cálida sonrisa, para luego beber un sorbo de su café –Buen día Tom... ¿tú también estás emocionado por ir al nuevo colegio?- saludo con una pequeña sonrisa su hermana, para luego hacer su pregunta. El rubio guardó silencio por unos segundos y luego de tomar un sorbo de su café con leche, miró a su hermana menor –Si... estoy súper emocionado... escuela nueva... gente nueva... yeeii...-dijo con aburrimiento, mientras fingía una sonrisa, esto provocó que su hermana menor se molestase, y luego de hacer un pequeño sonido en señal de molestia, los cuatro siguieron disfrutando del desayuno en silencio, aunque el ambiente es agradable, ya que no se siente tensión ninguna, una señal de que la familia es unida. Luego de unos minutos todos terminaron de prepararse para afrontar el inicio de jornada, la madre tomó su cartera, llaves y teléfono, el padre fue a ponerse su bata blanca, en la se puede apreciar en la parte central izquierda del pecho de la misma, un pequeño apartado con su nombre, doctor Swiketsky, el hijo mayor fue por su celular, llave y mochila, mientras que la menor en pocos minutos, ya traía puesto el uniforme escolar, compuesto por una camisa blanca de mangas cortas y una pollera azul que terminaba cuatro dedos por debajo de la rodilla.
-Bien... debo irme primero al trabajo... espero que los tres tengan un estupendo día...- mencionó con una sonrisa la madre, para luego darle un beso de despedida en la mejilla a sus dos hijos, para luego despedirse de su esposo con un beso en los labios –Cuídate cariño- respondió el marido con una sonrisa, mientras ve a su esposa salir por la puerta –Que te vaya bien mami- dijo la pequeña con una tierna sonrisa, mientras que el hijo mayor se limitó a despedirse con un saludo con la mano. Luego de unos minutos al ver que el horario es el adecuado para que los chicos lleguen con algo de margen a su nueva escuela, tanto padre como hijos salieron de su departamento y bajaron a la cochera subterránea del edificio, y se dirigieron a la cochera A6 en la cual se haya un Citroën C3 Picasso de color negro, Martina se subió al asiento trasero del lado izquierdo, mientras Tom se subió del lado del acompañante –Ahora es nuestro turno de partir... los dejare en la escuela y me iré al hospital...- mencionó el padre mientras se sentaba en su lugar para dar inicio a su viaje, la niña se puso sus auriculares para escuchar algo de música, mientras que el rubio sacó su libro de la mochila y se dispuso a terminar con su lectura.
El doctor Swiketsky encendió el auto y salieron de la cochera tomando rumbo al nuevo colegio al que asistirán Tom y Martina, pero aunque aún es temprano por la mañana, hay varios autos en las calles, mientras el sol ilumina gran parte de la ciudad, no se demorarían demasiado gracias al poco tránsito que se encuentra por la zona y el que los semáforos siempre estén a favor ayuda en numerosas ocasiones –Vaya... una escuela nueva... eso quiere decir otra nueva oportunidad de establecer lazos... ¿ustedes están ansiosos?- mencionó con una pequeña sonrisa, sin apartar la vista del camino, la más entusiasta como en todas las demás veces sobre el tema es la pequeña niña –Si papá... espero tener muchos amigos... y divertirme mucho en las clases- respondió con una sonrisa ya que aunque estuviese con auriculares, podía oír lo que le decían, por otra parte el hijo mayor se mantuvo en silencio, continuando con su lectura, sin dar una respuesta. El padre se limitó a soltar una pequeña sonrisa triste, ya que su hijo siempre fue de actuar de esa manera cuando se toma el tema de las relaciones y amistad en una conversación, su nivel académico nunca causó un problema debido a sus altas calificaciones, nunca formó una amistad en ninguna de sus escuelas anteriores, tampoco es problemático en casa, ya que ayuda en numerosas ocasiones, pero se la pasa encerrado en su cuarto leyendo libros, y aunque la lectura no sea un problema, el hecho de que no tenga relaciones con pares es problemático, incluso puede llegar a ser dañino para la salud mental y eso es algo que su padre no quiere para sus hijos. Luego de un viaje de treinta minutos llegaron a las rejas del colegio, el cual es hermoso, debido a que posee un hermoso parque en la entrada y otro aún más grande en la parte de atrás, incluso posee varios edificios correspondientes a cada ciclo escolar, y esto se debe a que las edificaciones se planificaron para ser utilizadas como una sede universitaria, pero de un momento a otro los dueños cambiaron de decisión y la volvieron una escuela privada y católica, y no una cualquiera, sino la mejor a nivel académico de todo el país.
-Llegamos... espero que tengan un hermoso primer día... aún es temprano para ti Tom... y mucho más para tu hermana... cuídala un poco antes de que empiece tu horario...- mencionó el padre con un tono tranquilo, mientras se detenía frente a las rejas del colegio, recibiendo un asentimiento por parte de sus dos hijos –Ah y una cosa más... ¿saben que los quiero mucho?- dijo alegrando a la menor –Lo se papá... yo también te quiero mucho- respondió con una sonrisa para luego bajar del auto, pero esas palabras confunden siempre al mayor –Papá... ¿Por qué siempre dices eso?... no encuentro una razón por la cual repetir eso siempre, cambia algo- pregunto sin entender las razones de su padre –Tom... las personas pueden demostrar a otro lo mucho que lo aman con acciones... y aunque lo haga... nunca estaré tranquilo si no les recuerdo lo mucho que los amo a los tres... por eso lo repito siempre que pueda... porque uno no sabe cuándo será la última vez que los vea- explicó a su hijo con una cálida sonrisa, quien aún muestra un rostro confundido, pero este cambio a una pequeña sonrisa –Si... sé que me quieres papá- mencionó mientras guarda el libro en su mochila, para luego bajarse del auto y acercarse a su hermana menor, quien se encuentra esperando en la reja. Ambos hermanos vieron como su padre se retiraba del lugar con el coche, para luego de unos pocos minutos ellos se adentren en el parque principal de la escuela, caminando encontraron un cartel el cual señalaba a que ciclo pertenece cada edificio, el del lado derecho corresponde a pre escolar, el central a la primaria y el izquierdo, siendo el más grande, corresponde a secundario.
-Faltan aún 20 minutos para que sea mi horario de entrada... te acompañare hasta la entrada de tu edificio... luego me retiraré al mío...- dijo el rubio con un tono tranquilo, mientras camina con rumbo al edificio, pero su hermana se detuvo a medio camino llamando su atención –Tom... mama y papa se preocupan mucho por ti... yo también lo hago... eres un gran hermano mayor... por eso te pido que esta vez intentes hacer algún amigo...- dijo con un tono decaído al saber cómo actúa su hermano, quien al escuchar esas palabras soltó un largo y pesado suspiro, para luego voltear a verla –No puedo asegurarte nada... pero te prometo que al menos lo intentaré...- mencionó con un tono tranquilo, mientras rasca la parte trasera de su cabeza, logrando que su hermana sonría por la promesa de su hermano mayor. Tom acompañó a su hermana menor hasta el edificio de primaria, para buena suerte de ambos se halla un grupo de maestros, junto al director de primaria, los dos se acercaron lentamente, hasta que los docentes se percataron de ellos -Buenos días... ¿que necesitan chicos?- preguntó uno de los docentes, el cual aparenta estar en sus cuarenta años, viste un traje negro, con el escudo del colegio en la parte izquierda de su pecho –Buenos días... somos alumnos nuevos... yo soy de secundario... pero como no podemos dejar a mi hermana esperando sola en casa, ella viene conmigo- respondió con un tono tranquilo y respetuosos, para que luego el director mire su reloj comprobando la hora –Faltan 40 minutos para el ciclo primaria... pero ella puede esperar dentro del edificio, los maestros están rondando y el guardia vigilará que nada pase- dijo con una pequeña sonrisa un hombre de unos cincuenta años, de escasa cabellera canosa, que viste un traje negro igual al del docente. Martina sonrió, para luego despedirse de su hermano, ya que sabe que él tiene clases dentro de poco tiempo, mientras que este soltó una pequeña sonrisa para luego de unos segundos retirarse y dirigirse a su edificio –TOM... NO OLVIDES TU PROMESA- dijo la niña en voz alta para que su hermano la oyese, recibiendo como respuesta un pulgar en alto por parte de este.
El rubio en su camino a su edificio, sacó su celular y comprobó que aún le faltan unos 10 minutos para que sea su horario de entrada, por eso empezó a trotar un poco llegando rápidamente a su edificio, a una velocidad que supera la del humano promedio, por suerte nadie pudo presenciar tal hazaña, pero eso no le importaba a Tom, quien entró al edificio y pudo ver al guardia de seguridad prestando atención a su celular e ignorando la presencia del joven. El adolescente decidió ignorar al guardia y se acercó al mapa para ver cómo se dividía el edificio, pero algo lo incomodó del lugar, y se trata del hecho de que está repleto de ilustraciones religiosas, para luego ver en el mapa que el edificio posee un auditorio de gran tamaño, donde se hacen las ceremonias, lugar que supone que se llevará a cabo el acto de inicio del ciclo lectivo, sin perder más tiempo se acercó a las escaleras y comenzó a descender al subsuelo, mientras que el guardia siguió sin percatarse de su presencia.
Luego de bajar las escaleras llego a un amplio y largo pasillo con varias puertas con letreros en la parte superior que te informaban a qué corresponde cada sala, Tom se puso a recorrer el pasillo, ya que leyó que la última puerta al final del corredor corresponde al auditorio, saco su celular para observar la hora, dándose cuenta de que aún le faltan siete minutos para que comience su jornada. El rubio pudo apreciar que las paredes del pasillo están decorados con cuadros de los fundadores del colegio, todos los directivos que tuvo desde sus inicio, y a los alumnos mejores calificados del mismo, además de aún que otro cuadro religioso, pero no era tan sofocante como en la entrada del edificio –Este lugar es muy grande para un simple colegio- dijo Tom para sí mismo, mientras se detuvo en la puerta del auditorio, luego de unos segundos con cuidado abrió las puertas del lugar, y definitivamente todos los alumnos se encuentran en el lugar, y no solo ellos, sino todos los profesores y miembros del personal. Tom solo soltó un pequeño suspiro al ver que en las primeras filas se encuentran los alumnos de primer año, y de ahí van sentados los demás años y cursos, pero el rubio decidió sentarse en la última fila apartado de los demás alumnos, pero cuando se ocupó un asiento se percató de que no era el único, a cuatro sillas a su izquierda de él se encuentra una chica que aparenta tener su misma edad, que es un poco más baja que Tom, piel clara, pelirroja de cabello largo, viste el mismo uniforme que su hermana menor, lleva puesto auriculares mientras ve algo desde su celular, como una especie de caricatura, y a otros seis asientos de la joven se encuentra un chico de la misma edad que Tom y aparentar ser más alto, de tez bronceada, vistiendo el mismo uniforme, cabello negro alborotado, lleva un pequeño arito en la oreja derecha y se encuentra profundamente dormido.
La pelirroja miró de reojo a la derecha y se dio cuenta de que Tom la estaba viendo, ella rápidamente se quita los audífonos, mientras bloquea su celular, para luego agachar la mirada avergonzada, pero se podía notar un poco de tristeza en el ambiente, esto confundió un poco al rubio debido a que de todas las posibles reacciones no se esperó esa, pero decidió no darle importancia. La hora llegó y subió al escenario la directora del secundario, una mujer de unos cuarenta años, que para evitar que su edad se vea reflejado en su pelo, se tiñó de un color castaño muy claro, pareciéndose a un rubio, y que viste un traje similar al del director de primaria, la mujer se presentó ante los alumnos, para luego dar un pequeño discurso que abarcó sobre las escuela, la importancia de lo académico y del esfuerzo de los estudiantes –Espero que tengan un buen inicio de clases... y que Dios los acompañe y los ilumine- mencionó la mujer con una pequeña sonrisa, para luego retirarse del escenario, dando a entender que el acto ha concluido y que debemos partir a nuestras aulas. Los alumnos comenzaron a ponerse de pie y a retirarse lentamente del lugar, Tom se mantuvo sentado, pero vio cómo velozmente la pelirroja de su fila se retiró rápidamente, pero el rubio pudo ver en sus ojos tristeza, mientras que el chico de cabellera negra sigue durmiendo, ya que en ningún momento le prestó atención al discurso de la directora, el hijo mayor del doctor Swiketsky se puso de pie, pero no se retiró del lugar, ya que hizo una promesa e intentaría cumplirla, por esa razón se acercó al chico dormido y lo despertó sacudiendo su hombro.
-Eh... ¿Qué ocurre?- pregunto el peli negro luego de despertarse de golpe, para luego ver al chico rubio a un lado de él –El acto ya termino... no querrás quedarte dormido aquí y que te echen la bronca luego- respondió Tom con aburrimiento, mientras voltea para retirarse de la auditoría –No te vi nunca por aquí... eres nuevo ¿verdad?- pregunto el chico con un tono tranquilo mientras se estira –Si... si soy nuevo... y no quiero llegar tarde- respondió con un tono tranquilo, mientras se retira del lugar, dejando al peli negro, quien a gran velocidad salió corriendo y adelantó a Tom en el pasillo -Gracias por despertarme amigo- dijo mientras dejaba atrás al rubio. Luego de unos minutos el joven Swiketsky llegó a su aula, ubicado en el último piso del edificio, para su suerte el maestro aún no había ingresado al aula, pero casi todos los bancos estaban ocupados, solo quedando el de la primera fila del de la hilera de la ventana, el rubio se dirigió a su asiento, ignorando la miradas de todos, pero resulta que el destino es muy tramposo y obra de maneras extrañas, debido a que en esa misma hilera de bancos se encuentran la chica pelirroja y el chico peli negro, pero ninguno se dirigió la palabra solo se mantuvieron en silencio, hasta que ingresó el profesor al aula.
El hombre se presentó como el profesor de física, y luego de dar unas pequeñas presentaciones se dedicó a comenzar con la clase, la cual era bastante introductoria, ya que se basó en hacer memoria de los temas vistos en años anteriores, algo que al rubio no parecía interesarle y se la paso viendo por la ventana pero eso no le causó una mala imagen con el profesor, debido a que cada pregunta que hacía para él o en general, la respondía correctamente. Los minutos pasaron y las dos primeras horas de clase volaron rápidamente, llegando el recreo, permitiendo que los alumnos bajen y disfruten del parque trasero que posee la escuela, debido a que el principal está dedicado a los alumnos de primaria, Tom sacó el libro que estaba leyendo en la mañana y bajó de su aula al pequeño parque, el lugar que transmite una sensación agradable, de alegría, o incluso conexión con la naturaleza, algo que no parecía interesarle al rubio, ya que se acercó hasta una de las bancas y solo quiso disfrutar de su corta lectura, antes de retomar las clases. Parecía estar concentrado en su lectura, pero está muy pendiente de lo que ocurre a su alrededor, en especial de las miradas que recibe de sus compañeros de curso, unas miradas que transmiten curiosidad, a la vez que incertidumbre, ya que es raro que alguien entre al último año de secundario en otra escuela, cuando los demás mantienen sus lazos de tantos años –¿Eres nuevo verdad?- pregunto un chico de piel clara, cabello castaño oscuro, y se puede ver sobresalir de su camisa, que tiene un tatuaje en el pecho, junto al joven lo acompañan otros tres chicos y dos chicas –Sí... lo soy- respondió el hijo del doctor con un tono que transmite aburrimiento Swiketsky, sin interrumpir su lectura -¿Cómo era tu nombre y tu apellido?- preguntó una de las mujeres del grupo –Mi nombre es Tom Swiketsky- respondió el rubio a la pregunta de la joven, sin apartar la mirada de su libro, provocando un poco de incomodidad en sus compañeros, por no darles importancia –Oye amigo... te estamos hablando... ¿no crees que deberías prestarnos algo de atención?... deja ese tonto libro- dijo uno de los chicos con un tono molesto por la actitud del rubio, quien siguió ignorándoles, lo que provocó que el grupo entero se molestase y decidiera dejarlo a su suerte –Otro rarito más... con el ya tenemos tres en el curso- mencionó la otra chica del grupo, mientras dejaban solo a Tom con su libro.
El recreo termino y llego la hora de volver a clase, todos los alumnos subieron a sus aulas para recibir las siguientes clases, esta vez se trató de la profesora de matemáticas y nuevamente Tom se limitó a mirar por la ventana con aburrimiento, contestando correctamente las preguntas de la profesora, pero la actitud del rubio comenzó a molestar a la mayoría de alumnos del salón, pero tanto la pelirroja como el peli negro, quienes compartieron fila con él en el acto de inicio de ciclo, se encuentran bastante sorprendido, por los conocimientos de su compañero de clase. Tom miró de reojo a la pelirroja, quien al percatarse, agacho la mirada para evitar el contacto visual con él, algo que no le importo del todo al rubio, quien noto un cambio de color en la mejilla izquierda de la joven, a uno un poco más rojizo junto a la inflamación de una pequeña área, algo que no tenía antes de salir del salón, dándole a entender que ella recibió un golpe durante algún momento del recreo. Luego de unos segundos el rubio decidió ver qué es lo que estaba haciendo el peli negro de hoy en el acto, quien no se percató de la mirada de Tom, se lo podía ver muy cansado, ya que sus párpados se cerraban cada dos por tres, además de en numerosas ocasiones casi caer dormido sobre la mesa, el hijo del doctor Swiketsky soltó un pequeño suspiro, para luego nuevamente solo mirar por la ventana.
Las horas transcurrieron con tranquilidad y las clases finalizaron con el sonido del timbre, dando por finalizado al primer día de clases, pero esto solo era con respecto al nivel secundario, ya que la primaria aún continúan con sus clases, además de que ellos poseen una doble jornada, Tom se encontraba caminando por el parque principal del colegio dirigiéndose a la salida, a varios pasos frente a él se encuentra la chica pelirroja, quien lleva puesto sus auriculares. Un grupo de cuatro chicas del mismo curso de ambos, pasaron a un lado de la pelirroja y una de las chicas, colocó su pie intencionalmente de tal manera que logro que la chica de audífonos callera de rodillas al suelo –¿Ahora te pondrás a besar el suelo Camila?- preguntó con un tono burlón una de las chicas del grupo para luego comenzar a reírse mientras se retiraban, Tom al ver a la chica en el suelo se acercó a ella y le extendió la mano para ayudar a que se ponga de pie –Dame tu mano... yo te ayudo- dijo el rubio con un tono tranquilo, mientras que la pelirroja levantó la vista y se sorprendió, pero aceptó la ayuda, tomando la mano del Tom, quien la ayudó a ponerse de pie, para luego retirarse.
El hijo del doctor Swiketsky salió por las rejas quedando frente a la calle, para luego sacar su celular y enviar un audio a sus padres, informándoles que ya terminó su primer día de clases en su nueva escuela, para luego dirigirse a una parada de colectivos, que se encuentra a dos cuadras del colegio, para tomar la línea que lo deja a media cuadra de su edificio, no tardó mucho en llegar a la parada, lo único tedioso era el esperar que llegase el colectivo, y que no venga lleno de pasajeros. Luego de unos diez minutos aproximados esperando, el colectivo llego y para la buena suerte de Tom, estaba medio vacío, con varios asientos disponibles, el adolescente extendió su brazo con su tarjeta sube en mano, dándole a entender al conductor del bus que quiere subir, el colectivo se detuvo y el rubio subió –Buena día... 20- dijo con un tono tranquilo, luego de pagar se dirigió a uno de los asientos individuales disponibles del fondo junto a la ventanilla, donde se sentó y se puso a ver por la ventanilla el viaje.
Luego de un viaje de 20 minutos, Tom se encontraba a dos cuadras de la parada de su casa, se puso de pie mientras se colocaba la mochila, para luego acercarse a la puerta de atrás del colectivo y hacer sonar el timbre, haciendo que el conductor se detenga en la parada que sigue, cruzando las dos cuadras el colectivo se detuvo y abrió sus puertas para que el rubio pudiera bajar, una vez fuera solo le quedaba caminar media cuadra para llegar al edificio. Tras dos minutos caminando llego a la puerta del edificio, sacó sus llaves de su bolsillo, luego de abrir la puerta entró y se dirigió a uno de los dos ascensores, pero antes no le quedó de otra que saludar al guardia, por un acto de respeto con el prójimo, una vez dentro del ascensor marcó el séptimo piso, y luego de unos ocho minutos entre la subida y llegar a la puerta, por fin regresó a su casa, luego de cerrar la puerta se dirigió a su cuarto, no sin antes enviar un mensaje de que llegó a su hogar. Estando en su habitación, se quitó el uniforme y lo colgó en una percha, se quitó los zapatos, luego se acercó a su placar y de ahí sacó una remera lisa mangas cortas de color negro y unos shorts del mismo color, después de cambiarse se acercó a su mochila y sacó el libro que llevo, para luego acostarse en su cama –Las personas no cambian... no importa la década, siglo o milenio... pase el tiempo que pase... siempre actuaran igual- dijo con aburrimiento mientras mira el techo, pero cuando iba a retomar su lectura su celular comenzó a sonar, él lo tomó y vio que se trata de una llamada entrante de su padre.
-Hola papá... ¿Qué ocurre?- preguntó luego de atender la llamada.
-"𝑁𝑜 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑎... 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑎𝑝𝑟𝑜𝑣𝑒𝑐𝘩𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑙𝑚𝑜𝑟𝑧𝑎𝑟 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝘩𝑎𝑏𝑙𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜... 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑙𝑙𝑎𝑚𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 𝑙𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑑𝑖́𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑒𝑙𝑎"- respondió su padre.
-La escuela en si está bien, los directivos parecen ser responsables, los docentes que pude conocer son estrictos y comprensivos... diría que fue un buen día- Mencionó con un tono tranquilo, mientras ve el techo con aburrimiento.
-"𝐸𝑠 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑜 𝑡𝑒 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑒... 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑖𝑚𝑒 𝑇𝑜𝑚... ¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑡𝑎𝑙 𝑡𝑢𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑒𝑟𝑜𝑠? ¿𝑃𝑢𝑑𝑖𝑠𝑡𝑒 𝘩𝑎𝑏𝑙𝑎𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑜𝑠?"- pregunto el doctor Swiketsky con un tono de voz tranquilo y con algo de emoción.
-La verdad es que no me llamo la atención socializar... no es que los alumnos sean lo mejor de la ciudad- respondió con un tono aburrido.
-"𝐻𝑖𝑗𝑜... 𝑠𝑒́ 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑢𝑙𝑡𝑎𝑟 𝑑𝑖𝑓𝑖́𝑐𝑖𝑙... 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑠𝑒́ 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑚𝑢𝑦 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑠 𝑦 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑎 𝑠𝑒𝑟 𝑚𝑢𝑦 𝑒𝑚𝑜𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑒𝑠... 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑎𝑠 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑟𝑡𝑒 𝑢𝑛 𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠... 𝑦 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́𝑠 𝑣𝑒𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑏𝑢𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑠𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑟𝑎𝑛 𝑎 𝑡𝑖 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑛𝑡𝑖𝑣𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒"- dijo el padre con un tono un poco decaído.
-No te preocupes papá... te prometo que hare un gran esfuerzo para tratar de conectar con los demás... también se lo prometí a Martina- explico el rubio, para luego soltar un largo suspiro, logrando sacar una risa a su padre.
-"𝑀𝑒 𝑎𝑙𝑒𝑔𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐𝘩𝑎𝑟 𝑒𝑠𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑝𝑒𝑜́𝑛... 𝑦 𝑛𝑜 𝑡𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑜𝑐𝑢𝑝𝑒𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑢 𝘩𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑎... 𝑡𝑢 𝑚𝑎𝑚𝑎́ 𝑖𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑙𝑒𝑔𝑖𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑎𝑙𝑔𝑎 𝑑𝑒𝑙 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑜... 𝑎 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑙𝑒 𝑞𝑢𝑒𝑑𝑎 𝑚𝑎́𝑠 𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎 𝑦 𝑠𝑎𝑙𝑒 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑀𝑎𝑟𝑡𝑖𝑛𝑎... 𝑐𝑢𝑖́𝑑𝑎𝑡𝑒... 𝑐𝑜𝑚𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔𝑖́𝑎𝑠... 𝑐𝘩𝑎𝑢"- se despidió el medico de su hijo, dando por finalizada la llamada telefónica.
Tom dejo su celular sobre el escritorio, para luego tomar su libro y continuar con su lectura, la razón por la que se concentra tanto en la lectura se debe a que trata de generar en su cabeza, las leyes normas o destino, que recibiría un mundo donde los seres antiguos como lo son los dioses de los panteones, o las propias criaturas, esa es la razón de su tardanza, aunque en realidad el durante todo el día leyó el libro de más de ochocientas páginas unas cien veces como mínimo. Luego de varios minutos termino con su lectura, y llego a la conclusión de que los seres de los que hablan los humanos, como los centauros, lobos gigantes, titanes, dioses, etc, es imposible que puedan habitar en un mundo como este, ya que las habilidades que se dice que tendrían, capacidades, forma de actuar, no es aceptado por las normas y leyes que dictan el funcionamiento de este mundo –Me pregunto cómo las personas pueden crear a estos seres... pero al menos los antiguos establecían a varios Dioses para diversas tareas... no como los cristianos, judíos y musulmanes... ellos creen en un único ser que se encarga de todo... y si algo así existiera o estuviera presente... yo sería el primero en percatarme... pero hay cosas interesantes de esas religiones... datos que pueden estar bastante correctos con respecto a las leyes... pero son muy pocos...- dijo para sí mismo, al recordar la gran cantidad de figuras católicas que adornan su escuela. Tom se quedó mirando el techo, perdido en sus pensamientos, para acto seguido cerrar los ojos, las horas pasaron y los miembros de su familia regresaron a su casa, el rubio se mantuvo acostado con los ojos cerrados, mientras que sus familiares al verlo creyeron que se encuentra dormido profundamente.
Llego la noche a la ciudad de Buenos Aires, los relojes de la casa de la familia Swiketsky marcan las 21:00 pm, y como todos deben acostarse temprano, para porque toda las semanas les tocara madrugar la cena ya está lista, la pequeña Martina entro al cuarto de su hermano mayor, debido a que su madre le pidió que vaya por el –Tom... ya está la cena... es hora de que te levantes- dijo la niña con un tono tranquilo, mientras toca el hombro de su hermano. El rubio abrió los ojos de golpe sorprendiendo un poco a su hermana –Gracias por venir a despertarme Martina- dijo Tom con una pequeña sonrisa, mientras se sienta en la cama, luego de cruzar miradas le dio dos palmaditas en la cabeza a su hermana menor, para que después de ese momento ambos hermanos se dirijan a la cocina, Martina va por delante y Tom la sigue, cuando llegaron a la cocina vieron en la mesa un plato repleto de empanadas caseras de carne, otros cuatro platos vacíos, una jarra con agua y sentados del lado derecho se encuentran sus padres –Hola mamá... perdona por no saludarte- dijo el rubio con un tono tranquilo al ver a su madre, mientras se sienta en la silla –Está bien... debió ser bastante duro empezar de nuevo en otra escuela... pero que no vuelva a ocurrir- mencionó la madre soltando una risita en la última frase, dando a entender que se trataba de una broma. La familia comenzó a cenar, y como en el desayuno el silencio reino la mesa, pero se podía sentir el cálido ambiente familia a pesar de eso, en especial de la madre, el padre y Martina, la familia terminó su comida, para luego levantarse e irse cada uno a prepararse para dormir, mientras que Tom se quedó a lavar los platos antes de prepararse para su nuevo día, pero por alguna razón su rostro demuestra frialdad, algo no so suele expresar.
Las horas pasaron y ya son las dos y media de la madrugada, la casa se encuentra en un total silencio, padre y madre se encuentran profundamente dormidos, mientras Martina está durmiendo abrazada a sus peluches, pero Tom aún sigue despierto –Ya están dormidos... es bueno que nunca abran la puerta- dijo el rubio para sí mismo en voz baja, mientras ve su puerta cerrada, para luego voltear y abrir su ventana por completo. Tom se puso en cuquillas al borde de la ventana, para luego dejarse caer, pero sorpresivamente en el momento en que sus pies tocaron la pared del edificio, este dejó de caer –La terraza es lo mejor de este edificio- menciono para sí mismo el adolescente, para luego comenzar a caminar por la pared desde fuera, rumbo a la terraza, y no debe de preocuparse que alguien lo vea, ya que la visibilidad es muy baja, y el hecho de vestir ropa negra, le permite a Tom moverse con tranquilidad por las paredes, luego de unos pocos minutos llegó a la terraza del edificio, para luego sentarse en la cornisa y apreciar el oscuro cielo lleno de estrellas.
-Dan igual los años que pasen... no puedo evitar estar cautivado por la noche y su oscuridad... me tranquiliza... no entiendo por qué los humanos le temen tanto- menciono para sí mismo mientras observa el paisaje nocturno –Y tú no has parado de seguirme y molestar durante todo el día... deja de ocultarte... no me obligues a sacarte- dijo con un tono aburrido, mientras espera que la entidad a sus espaldas se manifieste. A pocos metros a espaldas de Tom, una luz azul claro se hizo presente, y esta comenzó a tomar una apariencia humana, pero a diferencias de una persona normal, a este ser se lo puede apreciar con la carencia de partes de su cuerpo, incluso se lo puede ver bastante demacrado, además de aparentar llevar prendas pertenecientes de la edad media –Los seres como tú ya empiezan a ser molestos... no pueden superar su odio... por tu atuendo y aspecto diría que eres un humano de hace 500 años... cuánto odio debes tenerme para querer vagar la tierra en mi búsqueda...- dijo mirando de reojo al espectro que se manifestó.
-Venganza- Dijo el espíritu mientras lentamente se acercaba a Tom.
-Como lo dije... los humanos no cambian... pero... en esa familia encontré algo que me interesa... por eso no dejaré que molestes- mencionó con aburrimiento, mientras voltea, quedando cara a cara con el espectro.
-Venganza... quiero... venganza...- repitió el espectro acercándose más rápido.
-Te lo dije... no dejaré que molestes a esta familia... - dijo con un tono serio, mientras que con su mano izquierda sujetaba el rostro del espectro, y al instante en que si mano hizo contacto con él, la luz azul que emana el espíritu, comenzó a disminuir rápidamente, hasta que de un momento a otro llegó a desaparecer, trayendo como consecuencia que el espectro comience a desaparecer, partícula por partícula.
-Te... te... maldigo... Zokial... -mencionó a duras penas el espectro, antes de desaparecer completamente.
-Me lo han dicho muchas veces en el pasado... incluso espectros más viejos que tú... debiste superar tu odio y no venir a por mí- dijo aburrido, para luego voltear y nuevamente sentarse en la cornisa.
Tom se quedó mirando el oscuro cielo por unos segundos, pero algo no andaba bien, ya que no se ve como antes, sus ojos, el brillo de sus ojos desapareció, ahora siendo de un color azul oscuro, pero eso no fue el único cambio, ya que sus pupilas se volvieron rasgadas, como si las de un felino se tratase –Pasaron casi ochenta años desde la última vez que alguien me llamó por mi verdadero nombre- dijo aburrido viendo a la nada, para luego ponerse de pie y mirar al cielo.
-Ya fueron diecisiete años desde que decidí tomar esta vida... es bastante aburrido tener que comportarme como un humanos... y mantener las apariencias... pero... siendo totalmente sinceros... no fue la peor decisión que haya tomado en todos mis años de vida- mencionó con un tono tranquilo, mientras ve las estrellas, las cuales comenzaron a titilar todas simultáneamente, llamando un poco la atención de Zokial.
-Eso es nuevo- dijo con aburrimiento, mientras mira las estrellas, para luego ponerse de pie sobre la cornisa –Los espíritus están rondando por los alrededores, pero estos no se están dejando guiar por el odio... parece que valoran su existencia... ya que en la escuela está completamente rodeada de ellos- mencionó con un tono tranquilo, para luego mirar la palma de su mano, y que de esta comience a circular una visible corriente de aire.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top