Blood


Bueno, donde vivo ya es Halloween por lo que aquí esta lo prometido, este fic pertenece al evento de Halloween del grupo de Facebook "Eden Slash DC" y es la respuesta al reto de conner_draw.

Cuando el grupo de comienzo al evento también lo publicaré allí.

#EdenHalloween2018
#DulceTruco
#OjoPorOjo
conner_draw

.
.
.

Blood

El gris opaco tiñe los cielos de Gotham, los nubarrones de matices oscuros parecen querer descender sobre esta con una ira implacable, como cada día en esta ciudad plagada de inmundicia, los cielos no auguran nada bueno, y la tormenta parece a punto de desatarse sobre la mansión de Wayne.

En medio de tanto gris, los colores que alguna vez destellaron esperanza, hoy se mezclan con el triste color del cielo, convirtiéndose en solo una más de las tonalidades de esa paleta de colores perpetua de la ciudad maldita.

Superboy con su inequívoco traje azul y rojo desciende de los cielos y aterriza en los terrenos de Wayne, el chico de mirar que busca imitar el cielo tormentoso de esa mañana de otoño, desciende a paso lento y pausado por ese sendero que ya se sabe de memoria, pasando por los jardines del lugar, dirige sus pasos hacia el cementerio el cual su camino andado tiene como destino final, ignorando por completo los ojos fieros que le observan desde lejos, él es consciente que ellos saben, ellos siempre lo han sabido, esto no es algo nuevo, no, esto es ya una rutina diaria, los murciélagos saben que él esta aquí, él vendrá cada tarde a las cuatro en punto, llueva, truene o el sol arda en llamas, él vendrá cada día sin falta, y su presencia ya no es signo de alarma para los ocupantes del lugar, no lo ha sido por un largo, largo tiempo.

Jonathan llega a su destinó, rosa blanca en mano, como cada día, pasa por las tumbas de Martha y Tomas Wayne, ignora aquella que algún día acuno y protegió al segundo Robin, y llega a su lugar favorito en el mundo, frente a él, una preciosa lápida de mármol blanco, la inscripción grabada en ella con pulcra caligrafía hace honores a aquel no nacido, aquel que en caso contrario hubiese portado por nombre "Damian Wayne", como en aquella roca fría se podía leer.

El chico de quince años toma asiento a un lado de ella, recostando con cariño su rostro contra la fría superficie, dejando un casto y cálido beso sobre ella, y como ya es rutina de cada día desde hace ya diez años, Jon comienza a relatarle a su oyente no presente lo sucedido durante su día.

Porque Jonathan Kent nunca conoció  al niño de su misma edad enterado seis metros bajo tierra en ese mismo lugar, pero definitivamente Damian Wayne es, y siempre será, su mejor amigo.

Porque a Jon le gusta mirar, siempre lo ha hecho desde que tiene memoria, porque para cada súper, hay un murciélago, esa persona que aparenta frialdad al mundo entero, pero que a solas derraman las más hermosas y sinceras sonrisas, un súper no encontrara apoyo como el que le brindará su murciélago en ningún otro lugar, ni siquiera en aquellos que son sus amantes, es una regla implícita no dicha, para cada súper su murciélago, para Superman su Batman, para Kara su Dick Grayson, para Kon su Tim Drake, incluso para Bizarro existe su Jason Todd, si, Jon creció viendo cuan especial era este vinculo, un lazo inquebrantable, ese que los ata de por vida, a veces en una amistad irrompible de pura lealtad, de esas amistades que duran toda la vida, como esas que comparten Clark Kent y Bruce Wayne, como la que llevan Kara y Dick o tal vez como la de Bizarro y Jason, ese tipo de amistad que solo los que la comparten pueden realmente entenderla, y saber cuan profunda es, y otras veces se presenta en algo que va más allá, que se entrelaza en un amor de aquellos que prevalecerá incluso por toda la eternidad, ese amor sincero e irrepetible, tal como el que comparten Kon y Tim, Jon creció viéndolos con ojos brillantes y anheladores, sonriendo a la nada, esperando por el día en el cual su otra mitad perteneciente a los vigilantes bajo el ala del murciélago, al fin llegará, y volviera su mundo incluso más brillante.

Pero ese día nunca llegó.

Porque el suyo estaba muerto, se lo quitaron, y solo lo dejaron con la patética escusa de lo que él imagina habría sido su sonrisa, Jon ha llorado  durante diez años la muerte de su Robin.

Porque Jon creció en completa soledad, llorando en una fría tumba a la única persona que alguna vez podría haberle considerado especial.

Porque cuando Jonathan Kent tenia tan solo cinco años de edad, se entero de la cruel realidad, su otra mitad ya había abandonado este mundo, incluso antes de pertenecer a él.

El que habría sido un niño, que como él, hijo biológico de Superman, estaba destinado a ser el hijo de sangre del murciélago, compartiendo la misma edad estaban destinados a crecer juntos, a convertirse en un equipo en algún futuro, a ser los mejores juntos, y como sus padres, como sus hermanos, ellos estaban destinados a ser inseparables, a compartir ese lazo especial.

Pero Talia Al Gul lo arruinó todo.

Ella no tuvo cuidado, por lo que sufrió de un aborto espontáneo, al principio Jon no entendía muy bien lo que esto significaba, pero a medida que fueron pasando los días la realización se hizo presente.

Damian Wayne, su otra mitad, hace cinco años que yacía bajo tierra, descansando junto a sus abuelos.

Y la rutina diaria del niño kriptoniano dio inició por esa época, llegando cada día a la misma hora, descendiendo en los terrenos Wayne, portando en sus pequeñas manos temblorosas una hermosa rosa blanca, desafiando a todo aquel que osara siquiera intentar impedirle ver a su pajarito.

El día en que Jonathan Kent se entero de la verdad, junto a todas las fantasías infantiles que tenía sobre su Robin, también perdió su sonrisa.

Y al mismo tiempo.

Su infantil mente de cinco años, obtuvo su primera grieta.

Tiempo después, cuando a los seis años se dio cuenta que a sus compañeros de clases no podía contarle sobre tantas cosas, de lo fácil que era dañar a algunos de ellos aun sin intenciones de hacerlo, cuando se dio cuenta que ninguno de esos niños podría convertirse en un verdadero amigo, la segunda fisura hizo su aparición.

Y Jonathan Kent perdió el brillo de su mirar.

Fue a los ocho años cuando la tercera fisura mancillo su mente, cuando aquel niño de mirar azul, aquel que alguna vez resplandeció de un intenso azul océano, fulgurante en felicidad, que por aquellas fechas ya lucía apagado y sin vida, fue cuando la ausencia de sus padres comenzó a ser cada día más notoria, cuando su padre bajo el papel de Superman permanecía más tiempo salvando el mundo fuera de casa que en aquel lugar que llamaba hogar, cuando su madre decidió retomar con renovadas energías su carrera de periodista, pasando incontables horas trabajando, tanto fuera como dentro de casa, la tercera grieta apareció cuando Jon se dio cuenta de lo vacía y silenciosa que era su casa cuando estaba solo.

Ese día el chico de alguna vez personalidad vivas y extrovertida, supo lo que era un corazón roto.

Para cuando cumplió diez años, Jon había depositado sus esperanzas en aquellos chicos que como él, portaban mascaras y un legado, pero ante aquellos que le superaban en edad y siempre le dejaban de lado por ser el más pequeño, y aun ser un niño, Jon se encontró extrañando más que nunca la ilusión de una vida junto a Damian.

Porque si su pajarito estuviese a su lado, él no tendría que formar lazos vacíos y llenos de mentiras y engaños con sus compañeros de clases, si el destino no se lo hubiese quitado, entonces Jon no tendría que jugar solo en una casa vacía resintiendo en silencio la ausencia de sus padres, porque si su pajarito no estuviese seis pies bajo tierra en su fría tumba, entonces estaría a su lado, y Jon no necesitaría fingir ser alguien que no es para agradar a los chicos que como él, formaban parte del mundo de los héroes.

No hay luz sin sombra, no hay sol sin luna, ni día sin noche, y no hay un súper que no tenga a su murciélago, y Damian era el Robin para su Superboy, pero le habían quitado a su pajarito, y Jon estaba muriendo lentamente cada día un poquito más bajo su ausencia.

El día que se dio cuenta que el único lugar donde podría haber alguna vez encajado, era ese donde estaba junto a Damian, fue el día que apareció la cuarta fisura en la mente de Jon.

Desde entonces el de ojos azules perdió toda esperanza, sumiéndose en el abismo de la soledad y cayendo en largas noches de insomnio, noches que gastaba imaginando todo lo que pudo ser y no fue, creando la ilusión de lo que Damian pudo ser y nunca será.

Y fue en una de esas noches, cuando tenia trece años, de esas donde el trinar de la lluvia te hace preguntarte "¿Y si?", que el de cabello cual noche se dio cuenta, que su felicidad le fue robada y enterada junto con el cuerpo no nato de Damian, que si tan solo su pajarito estuviese a su lado, la soledad no seria su única amiga, porque el día que enteraron aquel ataúd en miniatura seis pies bajo tierra, también enteraron toda la historia que ambos niños hubiesen escrito juntos, y esa noche sin estrellas, de nubarrones grises, con el constante tronar de la lluvia en su ventana y la imagen de una sonrisa fantasma, que hubiese sido tal vez alguna vez, perteneciente a su pajarito, la última grieta fue plasmada en la mente de aquel de mirar sin vida.

Esa noche, Jonathan Kent perdió por completo la razón, cayendo en los brazos de la locura, y en un amor imposible que nunca será.

Para cuando se cumplieron diez años del día en que se entero de la cruel verdad, su mente ya estaba hecha añicos, y su vida solo era el correr de las horas del reloj, y todo aquello que debía acabar antes de poder llegar hasta su amado, y contarle, la tortura que era estar vivo un día más, sin poder tenerlo a su lado.

.
.
.

Jon terminaba de relatar las últimas líneas que narraban lo ocurrido hoy en su día, y con una sonrisa suave y ojos que miraban a lo lejos con amor, expresaba a esa tumba vacía cuanto anhelaba que él hubiese estado allí a su lado.

Porque en efecto, esa tumba estaba vacía, porque Talia Al Gul mintió, nunca hubo un aborto, las cenizas entregadas a Bruce Wayne nunca pertenecieron a Damian, porque ha estado llorando sobre una tumba sin dueño durante diez años, porque Damian Wayne nunca existió, sin embargo, Damian Al Gul aun pose un corazón que late, es un chico de quince años que respira, poseedor de una inteligencia digna de un prodigio, habilidades impecables en todo aquello que lleva a cabo, un chico capaz de convertir un combate en una hermosa danza mortal, un chico peligroso, de mal carácter y sonrisa petulante, un chico de piel bronceada besada por el sol y dos gemas de jades en su mirada, bajito, de complexión delgada, tan hermoso como letal y peligros.

Un chico que era su murciélago, su Robin para su Superboy, y una ilusión que ya no debía solo imaginar, que ahora podía escuchar respirar, verle sonreír como si el mundo le perteneciera, tocarle como tantas veces solo en su habitación, deseo poder lograr.

Su pajarito estaba con vida, y ninguna de sus idealizadas imágenes del "¿Y si hubiera?", creada por su mente, le llegaría siquiera cerca a la hermosa criatura que en realidad era su otra mitad.

Y ahora de pie frente a esta tumba vacía, Jon observa el mármol frío con ojos trastornados, ojeras perpetuas y amoratadas bajo sus azules orbes, ojos perdidos en la locura y sonrisa que pinta sus labios de forma siniestra.

Su pajarito esta de vuelta en el nido, y esta vez, no habrá fuerza en el mundo que se lo pueda arrebatar.

Con una última rosa depositada frente a la lápida de su amado, Jon dio media vuelta para abandonar el lugar, ese al cual el día de hoy seria la última vez que tendría que acudir, deteniendo sus pasos a mitad del sendero que ha recorrido durante diez largos años, dirigiendo su vista hacia una de las enormes ventanas de esa mansión, enfrentando ese fiero mirar jade que nunca dejo de observarle, y dedicándole una suave y dulce sonrisa, una que acaba por opacar al sol, una que por primera vez en diez años llega hasta sus ojos, esos zafiros plagados de felicidad y amor solo para aquel que sin saberlo ya se ha ganado su corazón, y cuando no recibe el mismo gesto de regreso, solo puede sonreír incluso más si eso es posible, y comenzar a emprender el vuelo de regreso a casa, él debe comenzar a planear como ganarse el corazón de su pajarito, porque Damian debe amarlo tanto como él lo ama, Damian es su murciélago y solo le pertenece a él, él no se lo entregara a nadie más, y jamás, jamás permitirá que se lo vuelvan a arrebatar.

Jon sabe, él es cociente de lo enfermo que esta, él sabe desde hace mucho cuan profundo ha caído en la locura, pero ¿Pueden culparlo?, ellos le arrebataron lo que era suyo por derecho, él no los perdonará, él jamás perdonara a Talia Al Gul por haberle arrebatado a su pajarito.

.
.
.

Hace ya un año que vivo con mi padre en Gotham, y realmente no puedo quejarme, mi vida ha cambiado totalmente de lo que era mientras vivía bajo los cuidados de mi madre, aquí en la ciudad del murciélago tengo todo aquello que alguna vez pude desear, tengo a Grayson quien siempre me esta cuidando y mimando, a Todd quien me permite conservar intacta esa parte de mí que nunca será un Wayne, sin avergonzarme de ello, a Drake para mantenernos a los tres vivos, padre me cede todo aquello que necesito para vivir cómodo sin necesidad de obtenerlo bajo alguna prueba que resulte en mí dolor, Pennyworth me ofrece tres comidas al día, tengo un techo sobre mi cabeza y una cama caliente al finalizar el día, incluso voy a la escuela, tengo un mejor amigo llamado Colin y un novio llamado Jonathan, pasar el rato con Colin siempre es divertido, él siempre sabe cuando escuchar en silencio mi ira, y cuando es momento de susurrar palabras de consuelo, por otro lado, Jonathan incluso con sus celos y su conducta posesiva un poco extrema, me hace sentir amado, especial, y tal vez, un poco más humano, me siento feliz cuando estoy a su lado, querido y a salvo, me hace querer ser mejor persona solo para que él no me odie, no quiero que me odie, no quiero fallarle, y es por eso que no debería tener estos pensamientos insanos y enfermos, porque ya no son necesarios, ya no necesito hacer tal cosa nunca más.

Pero.

.
.
.

Pero a veces aunque Pennyworth siempre es puntual con sus comidas, aunque siempre coma hasta llenarse y un poco más, aunque siempre este metiendo cuanta cosa comestible encuentra en su boca, el hambre no se ira, nunca esta satisfecho, siempre anhela más, más y más.

No.

No más, si no, que lo que su boca ansia degustar no esta en el menú, nunca debería estar en el menú.

Y ahora se encuentro aquí, de pie frente al cadáver de este tipo idiota que se desangra a sus pies y mancha sus votas verdes de carmín, mientras le saliva la boca al ver el espeso liquido seguir emanando del cuerpo algo aplastado debido a la caída.

No debería ser a si, cuando era niño lo hacía por necesidad, porque su madre no le daría de comer si fallaba en sus misiones, y al inicio, cuando solo tenia tres años, fallar era muy común en su estado de ignorancia a la hora de realizar lo que se le pedía que hiciese, el hambre era enloquecedor, el estomago le quemaba y todo a su alrededor daba vueltas, tenia hambre, tanta hambre.

Recuerda que la primera vez que lo hizo llevaba ya cuatro días sin probar bocado, realmente, tenia hambre.

Y los cadáveres no eran algo que escaseasen en la liga de las sombras.

Tenia hambre, y aquello era comestible.

El primer bocado de carne humana que metió a la boca, fue cuando tenia tres años, sabia mal, asqueroso, se sintió enfermo y con cada bocado la bilis subía a su garganta, recuerda haber llorado con más fuerza cada que abría la boca para meter otro bocado, recuerda haberse ahogado con una mezcla de sangre y sus propios sollozos, recuerda haber vomitado tras el quinto bocado y toser en agonía mientras sus ojos derramaban un sin fin de lágrimas, su garganta escocia como si estuviese en llamas.

También recuerda que el hambre insoportable le obligó a seguir comiendo después de haber botado el primer intento.

Y lo peor, no fue la última vez que el hambre le orillo a recurrir al canibalismo, mientras fue creciendo en las condiciones inhumanas bajo las que su madre decía entrenarlo, el hambre era constante, y cada vez su mente se doblegaba ante él, y cedía a comer aquello que nunca debería ser comido.

Y aunque siempre su propia mente era quien servía de verdugo, juzgando y nunca perdonando, tachando su hábito enfermo como algo inhumano, su madre quien se entero de ello poco después de que tal conducta bestial comenzara, realmente no parecía molesta por ello, no parecía arrepentida de haber orillado a su propio hijo a tal estado de desesperación, que debió recurrir a tal recurso para sobrevivir.

Pero para ser sincero, realmente no estaba seguro cual fue el punto en el que enloqueció por completo, donde fue que su mente se rompió bajo el peso de las exigencias de su madre.

Realmente no es consciente, en que momento se volvió adicto a la carne humana.

Pero esta mal, siempre estuvo mal, y ahora vive con su padre, ahora él es Robin, y tiene prohibido matar.

Él sabe que esta mal, que esta enfermo, pero técnicamente la persona a sus pies ya esta muerta, y ni siquiera ha sido su culpa, el muy idiota se ha caído él solo por la barandilla a su propia muerte.

Pero no, no esta solo, Jonathan le acompaña hoy en esta misión, él esta revisando el sector de al lado, podría volver en cualquier momento, y no quiere que sepa la clase de monstruo en que se ha convertido, no soportaría ser odiado por él, Jon le ama y él lo amo, debería ser suficiente razón para no ceder a este instinto enfermo que le invade.

.
.
.

Pero al parecer el auto control de aquel de pie en medio de tal almacén abandonado ya se ha perdido y ha cedido, como si fuera aquel niño de solo tres años, sumido entre los fríos muros de aquel lugar lejano entre las montañas nevadas ante esa hambre que no puede ignorar, la saliva ya se escapa por una de las comisuras de su boca, sus ojos perdidos en la locura, miran sin pestañear las partes expuestas del músculo desgarrado, y el pensamiento invade la mente de Damian, "Aunque, si solo es un bocado".

Fue de rodillas ante el cuerpo apenas tibio, con todo su traje Robin salpicado en sangre, sus manos empapadas de rojo hasta llegar a sus codos, un gran trozo de carne en unas de sus manos, mientra la otra ya busca desgarrar otro del cuerpo inerte al cual devora con ímpetu, un gran bocado ya siendo masticado con impaciencia, el carmín escurriendo de su boca, y el hambre grabado en sus orbes jades, mientras que de ellos las lágrimas brotaban una tras otra, y mientras hacían su viaje por sus mejillas sucias, hasta perderse entre sus sangrientos labios y ropa manchada, se iban tiñendo lentamente de rojo.

Esa es la imagen de su novio con la que Jon se encontró al regresar.

Damian se detuvo de inmediato, recobrando la cordura perdida, pero inmóvil ante el miedo de ser encontrado con tal aspecto por el único al que nunca quiso mostrárselo.

Pero bajo todo aquello que el de menor estatura esperase de aquel al que amaba, nunca espero que este sonriera, una de esas sonrisas que solo le ha visto dedicarle a él, dulce, cariñosa, y llena de amor, mirándolo no con odio o repulsión como debería estarlo haciendo, si no con amor y paciencia, y juraría si no estuviera tan nublada su mente, que el brillo más débil de diversión y locura también estaban allí.

Jon se acercó a paso lento, Damian no se movió, Jon se arrodilló frente a él, Damian solo miro sin parpadear, Jon se quito la chaqueta y la coloco sobre los hombros más pequeños y manchados de carmesí, y dedicándole una más de esas sonrisas de las que solo él era dueño, tomo sus manos teñidas de rojo y le obligó a soltar aquello que estaba destinado a perderse en su boca, acaricio sus dedos con suavidad, manchando los propios de carmín, al final terminando por envolver las manos más pequeñas en las propias, alzando la vista de donde minutos antes analizaba las manos del mayor, ahora posaba sus zafiros sobre los jades.

- No hagas eso, si sigues así vas a lastimar tus manos - Le susurro en un tono calmado y tranquilizante, nada propio del momento, para luego dejar un dulce beso sobre su frente y volver a sonreírle con ternura - Además, si sigues aquí sentado y así de mojado vas a coger frío, solo mira, tus manos están heladas - El comentario fue dicho mientras una vez más observaba las manos que sostenía y con delicadeza, como si temiera dañarle, frotaba estas para brindarles un poco de calor, pero su vista solo se desvió por algunos segundos, y antes de volver a hablar ya había vuelto a enfrentar sus miradas una vez más - Si tenias hambre solo tenias que decírmelo - El de orbes azules acabo de decir con una sonrisa.

.
.
.

La ventana de la habitación de su pequeño príncipe se encuentra abierta, Jon suelta una risilla ante tal hecho, no es nada nuevo, siempre esta abierta para él, pero nunca dejara de calentarle el pecho lo mucho que Damian confía en él para que sea así.

Ingresa a la recámara de su novio con paso suave pero mucho menos silencioso de lo que podría ser, encargándose de anunciar su parecencia al dueño de esta de ante mano, a su pajarito nunca le han gustado las sorpresas.

Superboy porta en su rostro una sonrisa cariñosa y ojos desbordantes de amor cuando logra divisar por fin a su lindo novio, aperitivo en manos para su pequeño pajarito hambriento.

La imagen que deja ver Damian no es la mejor, las ojeras perpetuas y oscuras cual moretón bajo sus jades ojos delatan que la lucha contra el insomnio del mayor aun esta en proceso, el cabello cual ébano esta revuelto y apunta a todas las direcciones posibles, signo claro de que su pajarito lo ha estado jalando, Damian aun cuando sabe de su presencia, permanece acurrucado en si mismo, apoyando su espalda contra el respaldo de la cama, usa uno de sus brazos para mantener sus piernas presionadas tan fuertemente contra su pecho como le es posible, mientras mese su cuerpo a un ritmo lento, los pequeños dedos de su mano libre se mantienen atrapados entre sus dientes, manchados con el rojo de la sangre que ya brotan de ellos, producto del maltrato de los mismos, morder sus propios dedos hasta hacerlos sangrar se ha vuelto un habito de Damian cuando esta ansioso, que el mayor se cause daño a si mismo no es algo del agrado de Jon, nunca lo ha sido.

Bueno, supone que ya es hora de comer.

Es cuestión de segundos una vez que Jon le entrega el paquete, Damian hace rodar la sangre en su boca, la carne es desgarrada por sus dientes, y por fin su mente vuelve a estar en paz una vez su hambre y sed es saciada, puede sentir los retazos de su cordura retomando su lugar, no puede evitar mirar a su novio con agradecimiento, el contrario solo le devuelve una sonrisa, le ayuda limpiando la comisura de su boca manchada de carmín, usando el puño de su sudadera, toma el envoltorio de su aperitivo nocturno y lo arroja a la basura, son solo algunos minutos los que le lleva tomar el lugar que antes ocupaba el mayor y colocar a Damian en su regazo, Jon solo puede sonreír, se siente tan feliz, Damian encaja a la perfección entre sus brazos, como si hubiese sido hecho a su medida, tal vez si lo fue, porque Damian es su Robin, Damian siempre estuvo destinado a ser suyo.

Jon no puede evitarlo, oculta su nariz entre las hebras oscuras del más bajo, disfrutando por un momento de su aroma, deposita un beso allí mismo, se aferra un poco más a él, pegándole incluso más a su cuerpo, puede sentir la risilla que escapa de los labios contrarios resonar en su pecho, y solo puede ocultar su sonrisa en el cuello de su príncipe.

Jon sabe que Damian esta más cerca de la locura que otra cosa, y es por ello que él necesita cuidar de su pajarito, él necesita ayudarlo a sanar, él necesita alimentarlo correctamente, ya que el murciélago no parece hacerlo bien, y no cree que este haciendo algo malo, Jon solo esta cuidando de su pequeño príncipe.

Bueno, ¿Que no es eso lo que hacen todos los novios?.

Él solo esta cuidando de su lindo amante que tiene hambre.

Y si, lo sabe, su cordura esta tan dañada o tal vez más que la de Damian, pero esta bien, porque Damian es el Robin para su Superboy, estaba destinado a ser así.

Jon desliza sus manos desde el agarre férreo que mantenía alrededor de la cintura del de ojos jades hasta llegar a sus manos, toma con cuidado aquella lastimada y la guía hasta sus labios, deja un cálido beso en cada uno de aquellos pequeños dedos cubierto por las cicatrices de viejas y nuevas heridas, todas causadas por dientes que buscan alivió a través del propio dolor, Jon en verdad odia cuando Damian se lástima, supone que ha tardado mucho en acabar con la vida de aquella pobre escusa de ser humano, tanto para que su pequeño novio se haya puesto así de ansioso, se reprende mentalmente por su descuido, pero al mismo tiempo él sabe que no se podía evitar, es realmente difícil encontrar a delincuentes libres de enfermedades o sustancias peligrosas antes ingeridas en una ciudad tan podrida como lo es Gotham, y no quiere que su pajarito lo pase mal al ingerir algo echado a perder, es por ello que siempre se toma su tiempo a la hora de escoger el menú de cada vez para su príncipe.

Al terminar de depositar el quinto beso deja uno más en la palma de su mano, y con una sonrisa atrapa en un descuido los labios del más bajo, lo besa lento y profundo, recorre con su legua cada rincón de su boca, Damian después de un momento le devuelve el beso con la misma intensidad.

Fue un beso compartido que supo a sangre.

Un beso que buscaba gritar cuanto se amaban el uno al otro, tanto cuando la cordura estaba presenta como también en su ausencia.

Jon no puede evitar sonríe al finalizar el beso, es algo que hace mucho desde que Damian declaro que sus sentimientos eran mutuos, como tampoco pudo evitar dejar casi de inmediato un beso más casto, un gentil rose en labios que le devuelven el gesto con una sonrisa más pequeña.

Aunque el cansancio que siempre invade al mayor después de comer lo arrastra a un sueño profundo no más de quince minutos después, Jon solo puede abrazarlo y acunarlo más cómodamente en su pecho, dejando caricias en los suaves mechones oscuros del más bajo, el respirar pausado y sin perturbaciones de Damian una melodía que le permite relajarse en el calor de su novio, los zafiros se pierden un momento a través de la ventana, la noche esta un poco fría, las nubes no dejan ver las estrellas, se pregunta, como un pensamiento tardío, si el murciélago esta teniendo una noche difícil, sonríe de forma casi desquiciada, últimamente ha habido un aumento en los casos de homicidio de delincuentes, de seguro Batman tendrá una noche de Halloween ocupada.

.
.
.
.
.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top