El cumpleañero se esfuma de la faz de la tierra
La idea de Perséfone consistía en honrar el cómo había conocido a su marido, haciendo básicamente el mismo chiste con su hijastro. Hades no dudó ni un segundo en aprobar la idea.
A las cuatro de la madrugada, ambos dioses se enfundaron en sus armaduras, de hierro estigio y oro rosa con incrustaciones de diamante respectivamente, montaron la carroza de Hades y, a través de un portal de sombras, partieron de la mano al mundo mortal. Específicamente, a la cabaña numero trece del Campamento Mestizo.
Emergieron del suelo, entre risas «malévolas», tentáculos de oscuridad, zarcillos de plantas del Inframundo y relinchos de caballos esqueléticos. Por amor al Olimpo, ¿hace cuánto que no se divertían tanto?
Nico se levantó de su cama con un sobresalto, agarrando su espada y apuntándola hacia ellos en un acto reflejo. Al reconocer a sus visitantes, su rostro adoptó una expresión entre estupefacta e irritada.
—¿Papá, Perséfone? ¿Qué hacen aquí?
El dios se retiró el casco y se lo entregó a Perséfone.
—Venimos a desearte feliz cumpleaños, Nico.
Acto seguido, lo cargó sobre su hombro y la carroza volvió a desaparecer en las sombras, sin dejar más marca que una gran rajadura rodeada de negro en el suelo entablado.
☙☠︎❧
Will tenía todo listo para la serenata-desayuno. Su hermana, Kayla, le ayudaría con la parte de la comida (es decir, a llevarla hasta la cabaña mientras Will cantaba) y su hermano, Austin, con la serenata (no hay nada más romántico y exclusivo que un acompañamiento de saxofón). Había entrenado su voz casi toda la noche anterior para reducir el margen de desafinaciones (o lo que quedaba de ella después de despedirse de Nico). Hasta se había puesto mucho spray de menta en la boca y asegurado que su cuerpo oliera a One Million de Pacco Rabbane (cortesía inesperada de Drew Tanaka, en nombre de la cabaña de Afrodita).
Se encaminó entre nervioso y emocionado hasta la Cabaña 13 y golpeó la puerta con los nudillos, que se entreabrió habiendo estado solo puesta. A Will le enterneció pensar que Nico pudo haberla dejado así a propósito, esperando a por él. Abrió puerta de par en par con una enorme sonrisa blanca.
—¡Feliz cumpleaños a...! —Su sonrisa se transformó en un gesto de horror.
Pareciera que un huracán hubiera arrasado con la habitación. La cama estaba desordenada. Las cosas estaban rotas y desperdigadas por doquier. Y lo más preocupante: Nico no estaba.
—¡¿Nico?!
Entre Will, Kayla y Asutin lo buscaron por toda la cabaña y en sus afueras, sin éxito. Sólo encontraron las extrañas rajaduras negras en el suelo, algo que en definitiva no era una buena señal. Llamaron su nombre por los sectores cercanos. Despertaron a medio campamento con sus gritos.
Nada.
Nadie lo había visto.
La única que sabía algo, era una dríade que mencionó que lo oyó gritar en la madrugada.
Will no tocó su desayuno.
Nico. Su novio había desaparecido.
No solo eso: había sido secuestrado.
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