De escuadrón de defensa de Nico a planners de cumpleaños


—¡Will, Will, Will!

Piper entró agitada a la enfermería, en donde el hijo de Apolo atendía una herida abierta en una pequeña de Deméter.

—¿Qué ocurre? —preguntó Will sin dejar de suturar la herida en la pierna de su paciente.

—Auch —se quejó la nena, que apretaba los dientes y los párpados y se aferraba con fuerza a la camisa de médico de Will.

—Solo será un poco más, cariño. Ya casi termino.

Piper recargó los codos en el respaldar de la silla donde estaba sentada la pequeña para recuperar el aliento. El logo CHB de su camiseta estaba girado hacia un costado y habían restos de tierra húmeda en sus jeans. Las dos trenzas que tenía como peinado estaban cubiertas de frizz, ramas y hojas.

—Es... Nico.

De inmediato, la expresión serena de Will fue reemplazada por una de pánico, aunque eso tampoco afectó a sus dedos, que prácticamente trabajaban con efectividad automática, ahora preparando un rectángulo de gasa.

—¿Le ocurrió algo malo? ¿Sobreutilizó los poderes del Inframundo otra vez? ¿Está...?

—No, no. —Piper sonrió, enternecida por su reacción—. Hablaba de su cumpleaños.

Will enfatizó su mirada en el aspecto de Piper, como preguntando ¿y eso por qué?

—Ah —la muchacha se sonrojó y trató de arreglar sus trenzas con una mano mientras que con la otra enderezaba su camiseta—, me caí cuando corría hacia aquí... en una ladera.

—¿Doctor Solace? —La nena tiró de su camisa.

Will se excusó con Piper.

—Dame unos minutos.

Terminó de atender a su paciente. Le dijo que no hiciera mucho esfuerzo con esa pierna, que se mantuviera lejos de sus hermanos cuando tuviesen las hoces a la mano y que volviera dentro de tres días para evaluar la evolución de la herida y cambiar los vendajes. Le entregó un justificante médico y la niña se marchó, no sin antes darle las gracias y un abrazo.

—¿El cumpleaños de Nico no es en tres semanas? —le preguntó a Piper.

—¡Exacto! —La hija de Afrodita sonrió ampliamente y entendió los abrazos hacia sus costados—. ¡Tenemos que hacerle algo bonito y especial! Hazel y Reyna vendrán del Campamento Júpiter exclusivamente para eso. Intenté convencer a Percy y Annabeth, pero están por comenzar el periodo de exámenes en la universidad y dijeron que solo podrán ayudarnos con un mensaje iris.

—Uhm... —Will también sonrió. La idea de organizarle una fiesta de cumpleaños sorpresa a su novio no sonaba nada mal—. Cuenten conmigo.

☠︎❧

Tres semanas fueron precisamente lo que necesitaron. Les tomó una semana entera decidir qué tipo de celebración harían.

Jason creía que una reunión simple con los más cercanos sería lo mejor, para comodidad de Nico. Piper decía que debían hacer una gran fiesta en el comedor e invitar a bailar a todos los campistas, alegando que de esa manera, Nico «se dejaría llevar y se soltaría un poco». Hazel propuso hacer una fiesta de pijamas, con una decoración especial en la Cabaña trece, las galletas favoritas de Nico y pijamas de su escuadrón de protección. Will opinaba que, con un poco de colaboración económica de cada uno de ellos, solo era necesario comprarle un regalo especial, algo que Nico siempre hubiera querido y dárselo de sorpresa. Reyna hizo el papel de mediadora, y expresó igual cantidad de aprobación y desaprobación por cada una de las ideas.

Al final decidieron hacer una mezcla de todo. Una mega celebración que duraría todo el día. Qué entusiasmo podían llegar a tener los semidioses. Así llegamos a la segunda semana, en la que planearon exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Establecieron un horario.

En la mañana, Will se acercaría a la cabaña trece para despertar a Nico con una especie de serenata y desayuno en la cama romántico-íntimo, sin que Nico supiera que todos sus amigos estarían escondidos por ahí detrás, filmando todo desde la ventana y consiguiendo una enorme revolución en DemiSnapchat. (Sí, resulta que gracias a Leo, los semidioses ya contaban con una red abierta de wi-fi, aparatos electrónicos personales y aplicaciones populares a prueba de monstruos).

En la tarde, las arpías cocinarían el plato veneciano favorito de Nico, y una vez que todos terminaran de comer, sorprenderían al hijo de Hades levantándose de sus lugares y acercándose a su mesa con confeti, globos, vítores y una exclamación general de: ¡Feliz Cumpleaños Nico!, todo mientras las dríades depositaban sobre su mesa su pastel favorito con sus respectivas quince velas encendidas.

Hasta ese punto Nico estaría muy pero muy feliz. Pero allí no acababa el plan.

En la noche, cuando se dirigiera a su cabaña, sus amigos más íntimos (alias los planeadores de todo esto) lo sorprenderían recibiéndolo con sus pijamas de Nico Defense Squad y cuencos de snacks y palomitas. Jugarían Mythomagic hasta el agotamiento (un beneficio que habían conseguido con ayuda de Hylla, después de mucha búsqueda en las reservas de Amazon) con condiciones para los perdedores propuestas por Leo. (Si Will perdía volarían algunas prendas, por lo que en secreto todos confabularían para que Will perdiera).

La tercera semana fue para conseguir los implementos necesarios. Tuvieron que hacer viajes grupales a centros comerciales en Manhattan y Long Island. Hasta tuvieron que enfrentar a un grupo de dracaenaes, pues, como ya se sabe, los monstruos nunca dejan ir la oportunidad de fastidiar el día de un semidiós.

Nico no tenía ni idea, y esa resultó una gran complicación para los pobres planeadores. Esconder a Hazel y Reyna por tres semanas era cosa seria. Nico veía a Jason, Piper y Will comportarse raro y escabullirse fuera de su alcance siempre que se acercaba, así que comenzó a sospechar. Y a creer que todos lo estaban dejando de lado. El día en que lo vieron tan triste y solo, metiendo los pies en el agua del lago y suspirando con la cabeza gacha, tuvieron que cambiar de táctica. Will se quedó fuera de las últimas compras para poder pasar más tiempo con su novio y reforzar la relación.

Pero por fin, todo estaba listo. En una noche más sería el gran día. Faltaba poco para el toque de queda y Will se estaba despidiendo de Nico con un beso en los labios en la puerta de su cabaña, como todo buen novio a la antigua.

—Nos vemos mañana, cariño.

Nico intentó gruñir, pero terminó sonriendo, arrugando apenas la nariz.

—Hasta entonces molestia significante.

—¿Vas a seguir con eso?

Nico le dio un último y casto beso en las comisuras de los labios.

—Hasta que dejemos de salir.

Ambos sonrieron más y se alejaron lentamente, sin dejar de verse de refilón con ojos brillantes hasta que Nico cerró la puerta de la cabaña.

Esos dos se amaban, no había ninguna duda.

☙☠︎❧

Hades y Perséfone estaban pasándolo deliciosamente bien este invierno. Habían hecho por fin las paces con todo el asunto de María di Angelo, Démeter y el pequeño Nico, y habían dedicado sus meses juntos para reconstruir su relación. Algo así como terapia de pareja a nivel dios.

Esta noche en particular, discurrió una cena muy placentera. Incluso las Furias y demás criaturas del Inframundo que eran sirvientes de Hades tuvieron que mantenerse alejados de ellos, en vista del exceso de dulzura para sus oscuros corazones. A la escasa luz de unas velas de colores suaves y aromas florales, los esposos inmortales rememoraron toda su historia de amor, desde el principio.

—Créeme, cuando me secuestraste, creí que eras un monstruo patético y que jamás te amaría.

—Bueno —Hades soltó una risa nerviosa— en ese entonces estaba realmente desesperado. Me había enamorado perdidamente de ti. Me parecías el ser más bello de la creación.

—¿Y ahora qué? —Perséfone se inclinó hacia adelante, revelando más piel en su escote mientras una sonrisa pícara se dibujaba en sus labios color granada.

Hades tragó saliva antes de tomar sus manos tímidamente.

—Creo que con todo lo que ha ocurrido, había olvidado que aquello que tanto me cautivó de ti sigue allí.

Perséfone extendió su sonrisa y la convirtió en eso a lo que el mundo mortal le denomina «sonrisa seductora».

—Y creo que yo había olvidado que debajo de la fachada de dios amargado hay un dulce y amable caballero, uno con el cual al final acepté casarme gustosa.

Ambos suspiraron como tórtolos recientemente tocados por la flecha de Eros.

—Lástima que pronto tenga que subir con ni madre a la superficie.

Hades frunció el ceño.

—¿Qué fecha estamos?

—27 de enero —respondió la diosa de la primavera— ¿mañana es el cumpleaños de tu hijo, el semidiós, verdad?

Las mejillas de Hades se ruborizaron.

—Sí, lo había olvidado.

—Tenemos tiempo —dijo Perséfone, encogiéndose de hombros.

—¿Tienes una idea en mente?

Cuando Perséfone sonreía siniestramente a la luz de las velas, con sus labios del color de la pulpa de la granada y su vestido de las tinieblas más profundas e impolutas, caramba que resultaba irresistible.

—Vamos a divertirnos un poco, amado esposo mío. Hay que revivir los viejos tiempos.

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