Prefacio

Suecia, Vallingby...









Es un barrio situado en la parte occidental de Estocolmo. Planeado a comienzos de 1950 como una nueva ciudad en la que las personas podían hacer y vivir su vida como mejor les conviniera. Era una ciudad con muy buen régimen, buenas leyes, buenas personas buscando un futuro prometedor, personas con trabajos donde los miles llegaban a sus propias disposiciones.

Los días eran tranquilos, las noches eran de locura total en donde los jóvenes después de salir de sus escuelas decidían irse a divertir a los lujosos centros nocturnos de la ciudad, en cuanto a las personas mayores iban de regreso a casa o incluso de la misma manera deseaban pasar un par de horas divirtiéndose como todo joven.

Es una ciudad distinta a las demás, donde el crimen esta por los suelos y la ley por los cielos. No es una ciudad donde la delincuencia gobierne, tampoco una donde la venta de metanfetaminas este a la orden del día, no hay manera de que estas sean vendidas en la ciudad, tampoco hay manera de que los crimines gobiernen, que se apoderen de la ciudad, que puedan asaltar a casas o transeúntes.

Y eso era gracias a un solo hombre que podía manejar la ciudad con solo mover un solo dedo. Sus tratos con la policía de Vallingby iban más allá de lo esperado, ninguna persona de la ciudad sabía de los tratos que el poderoso 'magnate' tenía con ellos. Ni siquiera las otras personas con las que el 'magnate' tenía sus tratos en distintas áreas del mundo.

Oh, bueno... Con las que solía tener tratos.

La ciudad se clasificaba principalmente por ser una en donde los jefes de policía permitían la venta de metanfetaminas en una sola zona establecida en la ciudad, esto con el fin de que las personas o el mismo gobernador no se dieran cuenta de los tratos que habían formado aquellos dos bandos —de policía y mafia— que ambos por igual, tras llegar a un acuerdo llegaron a formar parte de una alianza para proteger a la ciudad.

Esto con el fin de dar la libertad, la ayuda y cuidado que podría beneficiarlos a ambos.

La ciudad habia sido cubierta por un manto oscuro donde las luces de las casas y grandes edificios alumbraban la ciudad, así mismo, las estrellas y la luna creciente hacían parte de su trabajo.

Daba pasos cortos por la enorme sala que tenía como decoración muebles de piel negra, las paredes eran color vino así como las cortinas que se encontraban deslizadas hacia la derecha e izquierda dejando en medio a la vista la ciudad, el piso estaba tapizado de negro, lámparas encendidas en cada esquina de la estancia, muebles achocolatados con libros de todo género, desde el libro más antiguo de mitología hasta el libro de romance más leído de todos los tiempos, valiosos jarrones y pinturas colgadas por las limpias paredes, un penthouse de los sueños, donde con tan solo verlo, cualquiera podría decir que el hombre estaba más que forrado en dinero.

Una mujer vestida de mucama se acercó al hombre con una bandeja de plata, en donde una copa de vino estaba servida a su capacidad adecuada para que ninguna gota fuera derramada en la fina copa.

El hombre, la tomo sin quitarle la mirada a la mujer quien temerosa decidió hacer una pequeña reverencia antes de darse la vuelta y echar camino hacia la cocina para seguir haciendo la cena, que hace unos minutos, el magnate le habia pedido que prepara.

Dos hombres entraron con dos maletas cada uno, guantes blancos en sus manos y bien vestidos, corbatas negras y un peinado hacia atrás bien a su estilo, dichas maletas fueron colocadas en un costado de uno de los sofás y al terminar su trabajo decidieron darse la vuelta haciendo igual que la mujer una reverencia.

─ ¿Qué tal Japón? ─uno de sus más fieles compañeros decidió entrar a la estancia, sus manos estaban al frente, firmemente parado observando a su fiel compañero y amigo─. ¿Lograste eliminar a Toru Inoue?

─Fue muy fácil, Christian... el más fácil en eliminar.

─Oh, Bill... eliminaste a toda Asia en tan pocas horas ¿Qué esperabas? El traficante de Japón sabía que irías por él, has estado por Asia por bastante tiempo, dándote tus momentos de eliminar a cada uno de aquellos que te retaron y fallaron ─Bill, decidió darle la cara a Christian comenzando a caminar hacia uno de los sofás.

─ ¿Qué noticias me tienes, Christian? Me ausente bastante por dos años aun que solo hayan sido horas las que acabe con toda la gente falsa de Asia ─Bill, se atrevió a beber de aquella copa, solo un sorbo en el cual al tragar succiono sus labios para saborear el líquido que habia pintado sus labios─. Escuche... rumores, sobre Estados unidos.

─Hay muchos rumores, Bill... Fuertes, en realidad.

─Dímelos, ahora.

─... Andrew Banner, asesino a Michael Jackson.

─...

Bill, succiono con fuerza sus labios, bajó la mano que sostenía la copa y su mirada se fue hacia el piso. Sus labios pintaron una sonrisa corta, una carcajada se le escapo llevando la mirada hacia Christian, creo que era la noticia que más esperaba en tanto tiempo, era verdad se habia ausentado por dos años y habia perdido la noción de todo lo que corría en otros lados del mundo.

Su prioridad de deshacerse de la gente que estaba por encima de la mafia, lo habia cegado del blanco que tenía en Estados Unidos, lo habia cegado por completo sin darle ningún tipo de tiempo o razonamiento al movimiento que tanto se habia propuesto en realizar.

Bebió una vez más de la copa con esa sonrisa aun en sus labios, aclaro su garganta después de que dio dos sorbos más de aquel vino.

─ ¿Quién mierda dirige en su ausencia? ¿Harry Styles?

─No, Bill... Su esposa, es decir... su viuda.

─ ¿Lily Collins? ¿Cómo es que le dejo todo eso a una mocosa de mierda?

─Sabes que asesinó a Jolson, fue una tipa inteligente en haber dirigido la ciudad con Joe, ha hecho grandes cosas desde la ausencia de Jackson, Bill...

Aborrezco las mentes cotidianas ─mezclo el vino tinto al dar movimientos circulares a la copa de cristal─. Me agobia pensar que todos tienen lo mismo para ofrecer, pero...

─ ¿Bill? ─Christian, se atrevió a dar dos pasos al frente, sin embargo, se detuvo cuando Bill giró a encararlo.

─ ¿Qué me podría ofrecer Lily Collins? ¡Oh, aclaro! La viuda...

─Tenle respeto, Bill... Asesino a Jolson, ha asesinado a

No soy Jolson, Christian ─con brusquedad lo interrumpió, aquella enfermiza mirada se topó con los ojos de Christian─. Soy algo peor que Jolson, soy algo peor que la misma plaga... Soy la misma pesadilla indicada para una imbécil que se metió en donde no debía. No hay lugar en la mafia para una mujer, Christian.

─Es Lily Collins, Bill... la líder de casi todo Estados Unidos, ha exterminado a grandes personas que intentaron robarle el mando desde que Michael murió.

─ ¿Así? ¿Sabes quién soy yo, Christian? ¿Cuántas cabezas de la mafia no he cortado? ¿Crees que le temo a la hija de puta, viuda del peor lame huevos de la historia? ¡Por favor, Christian! Lily Collins es una inútil que solo ha Estado cubriendo a quien de verdad le costó hacer crecer New York.

─Sr. Skarsgård ─uno de los hombres que habia entrado con las maletas llamo a Bill, quien atento lo miro─. La Sra. Alaina Banks está aquí.

─Hazla pasar, Eddie ... ¿sus hijos vienen con ella?

─Si, Sr. Skarsgård.

─Bien, que pasen.

Eddie, como se hizo llamar giró en silencio, Bill se dirigió hacia la mesita más cercana para colocar la copa de vino y en cuanto a Christian, arrugo la nariz con incomodidad para darse la vuelta e irse de aquella zona por donde habia entrado para hablar con Bill.

Porque sabía lo que sucedería, ahora que Alaina Banks y sus hijos estaban aquí.

Bill, llevo la mirada hacia la entrada de aquel lugar, los pasos secos se aproximaban hacia la sala y en presencia de aquel hombre, Alaina Banks ꟷla que en un momento llego a dirigir Oregónꟷ ya estaba en Suecia.

Con una sonrisa esplendida al ver a Bill, corrió hacia él con un brillo especial en los ojos y al estar a centímetros de él lo abrazo con tanta fuerza que para Bill fue suficiente para desatar un poco su molestia, no deseaba ser abrazado, tampoco deseaba ser querido por ninguna mujer.

Pequeños golpecitos en la espalda eran proporcionados en la mujer, quien solo hablaba de lo emocionada que estaba por estar con aquel hombre. Los niños de la misma manera corrieron hacia el hombre para abrazarlo por los pies ya que era demasiado alto para dos pequeños niños.

─ ¡Bill, Bill, Bill, Bill, Bill! ─era lo que los niños gritaban a aquel hombre, con tanta emoción que era como si fuera su propio padre, mismo que no habían visto en un  largo tiempo.

Fastidio puro y sincero era lo que ahora vivía ese hombre. Bill, forzó una sonrisa apartándose de la mujer, hincándose a la altura de los dos niños que con el mismo brillo que su madre tenía en los ojos, ellos lo expresaban.

─ ¿Qué tal ha estado el vuelo? ¿Se divirtieron? ─revolvió el cabello del niño de seis años, Dario, como se hacía llamar asintió de inmediato.

─ ¡Fue genial, Bill! ¡Ellen pensaba que nos perderíamos en el cielo!

─ ¡No es verdad! ─la niña grito avergonzada mientras abrazaba aquel conejo de felpa.

─ ¡Es verdad! ─le respondió Dario a su hermana, quien era un año menor que él.

─Bueno, bueno, calma... ¿Por qué no van a jugar? Prepare algo muy especial para ustedes en la habitación de al fondo. Quiero hablar con su madre además ─los niños brincaron en una afirmación, decididos corrieron hacia uno de los pasillos sin dejar de gritar de emoción por saber, que era lo que Bill habia preparado para ellos ─. Cuando me dijiste que los traerías, no pensé que fuera enserio ─sonríe falsamente.

─Querían venir, por eso te avise ─Alaina admite con naturalidad y una voz bastante frágil─. No hay problema ¿verdad? Sabes que aman hablar contigo hasta por video llamada, ansiaban venir contigo y salir a pescar como la última vez.

─Claro que no hay problema... vamos, siéntate cariño, debes estar agotada.

─Bastante, el vuelo me agoto demasiado ─al sentarse, ella tomo las manos de Bill aprisionándolas.

─ ¿Qué tal Oregón?

─Tuve que dejarlo... ya sabes, las cosas han cambiado, con el trágico descenso de Jackson, las cosas fueron diferentes.

─Entiendo, me dijeron que... Su esposa quedó a cargo ─trataba de sonar alegre, trataba de hacerse sonar como un hombre orgulloso por lo que una mujer podría asumir─. ¿Te ofreció más?

─No, no ─medio sonríe─. Creo que, sabe que no soy tan apta para sobrellevar estas cosas, cada vez es más difícil ¿sabes? creo que me estoy volviendo vieja.

─Oh, Alaina... ─Bill se colocó de pie tomando las manos de su "amada" ─. ¿Tú, vieja? ¡Amor, por Dios! Eres joven, hermosa, talentosa, eres tan sencillamente una mujer que lo tiene todo y que dio todo de ella y aun lo sigue dando por el bien de un Estado que aun diriges aunque me lo niegues.

─En realidad... ─La mujer se levantó del sofá para caminar detrás de este, Bill la seguía con aire frío y desinteresado, adoraba actuar frente a esta mujer, adoraba actuar frente a cualquier mujer─. Collins me ha ofrecido una suma bastante razonable de dinero para dejarle Oregón ─y giro a encarar al hombre que ya estaba sujetándole de la cintura.

Bill, paso su mirada por los ojos luminosos de aquella mujer, quien tenía una sonrisa demasiado pequeña formando sus labios, pequeños hoyuelos se hacían presentes en sus mejillas, las delgadas manos de la mujer se colocaron en los hombros de Bill quien nuevamente fingió felicidad y comodidad al estar con ella.

Bill, succiono sus labios procediendo a bajar la mirada, sabia que Alaina era capaz de aceptar el dinero ofrecido por Collins para que ella, pudiera controlar otra zona exclusiva de Estados Unidos, claro, que Bill, no permitiría las estupideces que Alaina aceptara de Collins.

─Bueno, si estas segura de lo que haces Alaina, tienes mi apoyo ─Bill, le dedico una sonrisa amplia, misma que llego a contagiarle a la mujer quien se abalanzo a los brazos de aquel hombre para abrazarlo por el cuello mientras procedia a besarlo.

Estaba agradecida de que Bill fuera compresivo con ella, que aceptara las decisiones que ella tomaba, que no fuera el típico hombre que trato de controlarla por mucho tiempo en Estados Unidos, Alaina, veía en Bill la comprensión y la seguridad que siempre busco, veía un hombre seguro de sí mismo, un hombre que... No pedía nada a cambio.

Pero así, como estaba perdidamente enamorada de ese hombre, estaba equivocada, equivocada en pensar que con Bill encontraría la paz, la seguridad y la comprensión, estaba tan equivocada que Bill, solo ansiaba, deseaba poder acabar con ella, deseaba tomar toda posesión valiosa de ella, después de todo...

Estaba "felizmente" comprometido con ella...

Cuando aquel beso parecía ponerse más intenso, él decidió separarse tomando sus manos y con el solo propósito de llevarla hasta aquel pasillo oscuro, en donde las voces de los niños era lo único que se contemplaba en una de las habitaciones, entraron en otra, una en donde solo una lámpara alumbraba el costado izquierdo de la cama.

La puerta fue cerrada por Bill, cerrada con seguro...

Comenzó a pasar sus largas manos por la parte trasera del vestido rojo de Alaina, deslizando el cierre de este con suavidad causando que la mujer se estremeciera con frenesí, pues sabía que bajo las reglas de Bill al hacerle el amor, eran otras, unas donde ella no podía hacer más que solo obedecer sus órdenes.

Ella apenas si pudo retirar el saco que Bill llevaba encima, aprecio la camisa blanca pegada al cuerpo del hombre que hace apenas unos meses le habia pedido ser su esposa y hoy, estaba ahí para cumplir en solo días la "promesa" de amor que Bill le habia hecho.

La mujer, cayó de espaldas contra el acolchonado lugar recibiendo entre en medio de sus piernas a Bill, adoraba que la besara con esa pasión, adoraba que sus manos se deslizaran por sus piernas hasta llegar a su parte intima, amaba que la besara de labios a cuello y de cuello a pechos, que sus dedos largos y delgados se deslizarse por cada centímetro de su feminidad, adoraba gemir por el placer tan exquisito que ese hombre le daba con solo unos roces.

Estaba agitada, tanto que sentía el calor en su cuerpo a pesar de poseer solo su ropa interior. Le suplicaba a Bill, suplicaba porque la hiciera suya como tanto le gustaba, como tanto habia añorado por meses desde la última vez que lo vio desnudo frente a ella, desde la última vez que sentía como su masculinidad tomaba todo de ella.

¿Qué es lo que quieres, Alaina? ─Bill le susurro en el oído con aquella ronca y pastosa voz, sabía que causaba escalofríos en Alaina, es decir... Si los causaba con las demás mujeres con las que habia tenido sus aventuras ¿Por qué no causar esas mismas sensaciones con ella? ─. Dímelo.

A ti, Bill... Te quiero a ti, por favor.

Y mientras volvía a besar sus labios, su mano derecha se fue despistadamente debajo de una de las almohadas, tomando el mango de lo que parecía ser una navaja, con mango en forma de manopla, con cuchilla de plata, era afilada, demasiado, y claro que no perdería la pista de empuñarla en una parte del cuerpo de aquella mujer.

Bajó a su cuello, mordiendo el lóbulo de su oreja sintiendo a la mujer retorcerse bajo su cuerpo, con sus manos temblorosas tratando, queriendo quitarle aquella prenda que cubría su torso trabajado.

Pero nada salió como lo quería... un gemido ahogado fue arrebatado desde la garganta de aquella mujer, el dolor que había sentido la había traído a la realidad oscura, apartadola de la tonalidad rosada en la que había vivido por meses.

Bill, con una sonrisa se separó de ella para verla a los ojos con aquella enfermiza sonrisa mientras la afilada navaja se enterraba más en las costillas de la mujer, el mango estaba a solo centímetros de tocar la piel de la mujer mientras Bill, la sumergía con tanto desprecio, que cuando Alaina tuvo la oportunidad perfecta, pateó con fuerza a Bill teniendo la oportunidad perfecta para escapar.

Giró cayendo de la cama, lastimándose aún más la parte de sus costillas, no podía siquiera tomar el mango del arma, no sin sentir como el dolor recorría su cuerpo.

Como pudo, se colocó de pie para caminar con desesperación hacia la puerta, desgraciadamente, Bill la tomo del cabello impidiéndole un paso más a la puerta, arrojándola de regreso a la cama con molestia.

Nadie tenía el derecho de golpearlo, nadie...

─Darle Oregón a la hija de perra, darle más mando a una mocosa de mierda y solo por dinero... ¡Hacer que tenga más jodido poder! ─tomo el mango de aquella navaja desterrándola de las costillas de la mujer, quien soltó un grito al recibir otra apuñalada casi por el mismo sitio─. Lo siento mi amor, pero estas haciendo una verdadera estupidez al darle algo a una imbécil de mierda que solo esta siendo el maldito peón del cabrón de Jackson─tomo una almohada, misma que presiono un poco con sus dos manos.

─ ¡Bill, por favor no, basta, basta por favor!  ¡No me hagas más daño! ¡Tú no eres así, tú no eres así!

─ ¡Cierra tú puta boca!

Dejó de presionar la almohada contra sus manos para ahora, presionarla contra el rostro de Alaina, sus pataleos eran tantos, los golpes que lograba darle a Bill en el rostro eran tantos que el hombre con más fuerza apretaba aquella almohada contra Alaina, la mujer buscaba algo sobre la cama, algo que sabía que Bill habia colocado tras desterrarla de su cuerpo y cuando encontró ese artefacto, trato de buscar el cuerpo de Bill para enterrársela como él lo habia hecho con la mujer, para poder lastimarlo aunque fuera un poco.

Sus gritos iban disminuyendo, perdiendo fuerza...

No duro mucho ese momento que pudo haber sido de victoria para Alaina, ya que Bill, tomo su arma de la parte trasera de su pantalón y apunto a la cabeza de la mujer jalando el gatillo, ahuyentando el sonido del arma por la almohada.

Su mano cayó a un castado y la navaja golpeo el piso... Las sábanas blancas ya se habían comenzado a manchar de ese rojo intenso y lo que Bill hizo, fue retirar la almohada para ver el rostro de esa mujer una última vez.

La sangre salía por la frente de Alaina, por sus costillas, la habia matado... lo habia hecho bajo un costo que a él le beneficiaria bastante. Llevo algunos cabellos hacia atrás, tomo una sábana y la cubrió, no sin antes cerrar sus ojos. Bajó de la cama y camino hasta la puerta sin decir nada más, sin mirar atrás.

Cuando llego a la cocina, una de las mujeres que hacían el aseo lo vio, no noto nada raro en él, en cambio le dedico una sonrisa al hombre que ya caminaba hacia ella.

Parecía que la mujer estaba calentando lo que podría ser leche─: Los niños querían un poco de leche, pensé que podría tibiarla un poco.

─Yo lo haré, retírate ─fue lo único que dijo antes de apagar aquel mechero, la mujer lo miro con duda.

─P-pero Sr. Skarsgård, aún no termina mi turno.

─ ¡He dicho que te retires! ─le grito mirándola con furia, la mujer, comprendió de inmediato que no podía cuestionarse más, dio una corta reverencia antes de irse casi corriendo fuera del sitio.

Caminó hacia una de las gavetas donde sabía que las empleadas guardaban toda clase de artículos de limpieza e insecticidas, algo enfermo cruzo por su mente y claro, que al abrir la gaveta tomo un frasco amarillo con el estampado de una rata en él.

Tomo dos vasos de cristal, sirvió la leche con un cucharon y con una cuchara, coloco al menos dos cucharas de aquel veneno en cada vaso... Lo revolvió, con sus pensamientos en lo que haría para deshacerse de aquellos cuerpos.

Cuando tomo los dos vasos listos, caminó hacia el pasillo silencioso, con una sonrisa pequeña pero notoria, caminaba con autonomía, como todo un hombre ganador y sabiondo...

Al entrar a la habitación lo único que hizo fue saludar a los dos niños que ya estaban acostados en la misma cama, con sus pijamas colocados, con toda la inocencia del mundo sobre ellos, con juguetes esparcidos por encima de la cama.

La niña, ya había cambiado el conejo de felpa por una bebé de juguete, vestida con un adorable mameluco de conejo, le encantaban los conejos y era por eso que Bill le había comprado ese bebé.

─ ¿Y mamá? ─Dario pregunta tomando el vaso que Bill le ofreció.

Temo que mamá, se ha quedado dormida... ─respondió dándole el otro vaso a Ellen.

─Gracias por el vaso con leche Bill ─Ellen sonríe─. Y gracias por mi bebé, me gusto mucho.

─De nada y me alegra que te haya gustado... Ahora beban la leche antes de que se enfríe, buenas noches.

─ ¿Bill? ─el nombrado, llevó su mirada hacia el niño quien parecía algo, asustado, confundido─. Si mamá está dormida... ¿Por qué la escuche gritar hace poco?

─ ¿Gritar? Oh, no, no campeón... Tu mamá está dormida, seguramente lo imaginaste.

─...

─Toma la leche antes de que se enfrié y a dormir.

─Bien, gracias Bill... Buenas noches.

─Buenas noches.

Cuando giró sobre sus talones, su sonrisa creció... Salió de la habitación en silencio, pero dando a notar su felicidad, y cuando cerró la puerta, Christian ya caminaba hacia él.

─Ve al sótano, busca todas las malditas bolsas negras que puedas.

─Mierda, Bill...

─Pasando unos días, nos vamos a New York ─Bill suspiro─. Es una maldita coincidencia, que Jackson haya muerto, cuando estaba más que dispuesto a ir por él... Tú escuchaste lo puto maricón que se volvió cuando lo llame... Y ahora, resulta que esta muerto.

─...

Veamos quien es Lily Collins, en realidad. Veamos cuanto tiempo dura Jackson escondido antes de que acabe con esa tipeja.

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