Capítulo.- 08

Gioachino Rossini...

Las dos mujeres dedicadas en hacer la comida se movían por toda la cocina al ritmo de una de aquellas canciones de Gioachino Rossini, alguien dedicado a la ópera, a lo instrumental, al cantico que acompañaba tan altas y dedicas sinfonías. Una maravillosa cena era la que preparaban, cazuelas, sartenes y algunos platos listos para colocarles cada exquisito guisado que Nuria y su acompañante Abril, habían estado preparando con tanta dedicación.

Stella, quien era hija de Nuria se encontraba poniendo la mesa, cada plato, cada copa, cada cubierto en su debido lugar correspondiente, no quería tener errores, después de todo, al cometerlos se ganaba un regaño por parte de su madre y la desaprobación total de Skarsgård.

Tan solo tenía quince años y se encontraba trabajando en lugar de estudiar en alguna escuela que se adaptara a su nivel económico, eran de una clase demasiado baja que para lograr obtener un sustento para comer, Stella se vio obligada a dejar su escuela y ayudar a su madre en buscar trabajo.

No tenía padre, o al menos eso fue lo que su madre le hizo creer para alejarla de la dura realidad que Nuria había vivido a lado de aquel hombre. Arrogante, manipulador, violento... Era esa clase de hombre que pedía tanto para dar muy poco, un pobre alcohólico que robaba lo poco que Nuria ganaba limpiando casas, cuando Stella apenas si tenía pocos meses de edad.

Lo dejó, es decir... Escapo. No tenía la mínima intención de seguir soportando sus abusos físicos y psicológicos, quería que su hija creciera lejos de un hombre así, lejos de una dura y difícil vida.

Trabajo por años en Estados Unidos como niñera, como las típicas mucamas de hoteles costosos, en casas... Al tener el dinero suficiente decidió dejar Estados Unidos con el propósito de cerrar un duro ciclo y continuar uno nuevo.

Suecia fue destino y en Suecia, encontró al hombre que la saco de una difícil situación en la que Nuria se encontraba con su hija adolescente. Tres años trabajando para Skarsgård y, en esos años, Nuria supo que había cometido el mismo error de hace años, porque sabía tras conocerlo, que Bill Skarsgård, no era el 'magnate' que todos pensaban.

Cuando Stella, habia notado la perfección de la mesa, salió corriendo hacia la puerta de la cocina para abrirla de golpe y entrar emocionada, le encantaba tanto ayudar a su madre, que las cosas le salieran a la perfección y sin duda alguna que Bill se sintiera orgulloso por su trabajo.

─La mesa esta lista ─dice con emoción.

─Muy bien, iré a avisarle al Sr. Skarsgård. cuando termine aquí ─su madre dice sin siquiera mirar a su hija, misma quien succiono sus labios y llevo las manos al frente apretando aquel delantal color blanco.

─Puedo avisarle yo ─dice en voz baja, casi en un susurro, lo que para su madre fue suficiente para ponerle toda la atención del mundo.

─Sabes lo que pienso ─la mujer, se aseguro de que nadie estuviera próximo a abrir la puerta de la cocina─. No me agrada que estés tan cercas de ese hombre, Stella.

─Tu madre tiene razón, Stella ─Nuria, coloca una cuchara a un costado de la estufa eléctrica─. No es muy recomendable que estés tan junta de él.

─No estoy junta de él ─Stella resoplo con frustración para después soltar aquel delantal ─. Solo pregunte que, si querían que le avisara, detesta las impuntualidades y lo saben.

Y era verdad, un solo minuto de retardo podría costarles una fuerte llamada de atención, Nuria, llevo la mirada al reloj que estaba frente a ellas, faltaban diez minutos aun para que Bill se sentara en una de aquellas sillas y comenzara a esperar por sus alimentos, con un suspiro, Nuria asintió hacia su hija, le dio la indicación de que fuera avisándole al hombre y se dio la vuelta sin nada más que decir.

Stella por dentro sonrió victoriosa, giró sobre sus talones y caminó con toda calma hacia la puerta de aquella cocina, tomando la manija para abrir la puerta y salir de la cocina por completo.

Caminó por la zona en donde estaba la mesa, después de dirigirse hacia el pasillo principal de la casa, llegó a la sala y con un paso más apresurado fue hacia el pasillo de la escalera en donde tres puertas cerradas daban el paso a las habitaciones de huéspedes y al despacho en donde habia visto entrar a Bill hace tiempo.

El sonido de la música era más fuerte desde aquí, vaya que Bill disfrutaba bastante de ella mientras hacia su trabajo. Stella, acomodo su falda pasando sus manos por las arrugas de la falda negra y después de dar un suspiro, toco a la puerta, pero vaya, que no habia obtenido respuesta de entre por Bill.

Una vez más, un poco más alto, pero nada...

Decidida, abrió la puerta un poco para mostrar solo su rostro y ahí estaba, sentado en aquella silla de cuero mientras una de sus manos pasaba un bolígrafo por una hoja de papel, su MacBook blanca estaba abierta y al momento en que Bill llevo la mirada al computador, su sonrisa se hizo presente al ver a Stella en presencia suya.

Con su mano, le dio la indicación de que entrara y ante semejante acción y mirada, Stella no pudo contenerse a entrar y cerrar la puerta detrás de ella. Caminó y al mismo tiempo, Bill se puso de pie para caminar hacia el tocadiscos que estaba a su lado izquierdo. La música fue más baja, ahora podían escucharse los pasos de ambos, hasta las mismas respiraciones al estar a una distancia demasiado corta.

Bill, caminó hacia el frente de su escritorio, logro recargarse o más bien, sentarse en este, su altura lo ayudaba bastante a tomar un asiento en aquel material de madera pesado. Sus manos descansaron a cada costado del escritorio, dos anillos -uno en cada mano- llamaban la atención de cualquiera por ser de oro, plata y con una preciosa piedra en medio de estos, vaya que eran caros.

─ ¿Puedo hacer algo por ti, Stella? ─la chica, succiono sus labios y bajo la mirada al escuchar tan potente voz, era una melodía exquisita para sus oídos y el verlo tan cercas, era un mismo deleite para su mirada.

─S-si yo... Amm, bueno, l-la comida ya casi esta lista, s-solo vine a avisarle, Sr. Skarsgård.

Él sonrió, una sonrisa pequeña que para Stella hizo de su día algo mucho mejor, Bill sabia lo que provocaba en la chica, sabia que no debía perder oportunidades como esta en donde ambos, estuvieran solos en el mismo sitio.

Dejó el escritorio y solo para dar los pocos pasos que le faltaban para llegar hasta donde Stella, la chica comenzó a temblar, no por miedo, si no por emoción...

Cuando Bill estuvo a solo centímetros de ella, Stella tuvo que mirar hacia arriba, era diminuta a su lado, no era alguien que tuviera la misma estatura o una al menos un poco más "aceptable" habia heredado la estatura de su madre o claro, hasta de su padre.

─Estaré en la mesa en unos minutos más, Stella.

─... Bien.

La chica no dijo más, hizo una pequeña reverencia antes de darse la vuelta en seco, pero al sentir la mano de Bill sostener la suya, hizo que un escalofrió la recorriera de pies a cabeza, «que sensación tan más hermosa» fueron las palabras que pasaron por la cabeza de la chica, quien giró encarando a Bill.

Esa mirada dulce, esa mirada como la misma poesía dictada habia hecho que Stella perdiera la noción de todo, tenerlo tan cercas y contemplar de esa manera su rostro era una satisfacción que a ella le hacia sentir mil y una sensaciones.

─Stella ─probo su nombre en sus labios─. Creí haberte dicho como se ataba este cordón ─indico el cordón negro que colgaba del cuello de la camisa, mismo que jalo hasta desprenderlo teniendo acceso total al cuello de la chica.

Ya nerviosa, Stella aprisiono la tela de aquella falda entre sus manos cuando Bill decidió colocarse detrás de ella y guiar su cuerpo hacia aquel escritorio, cuando la giró y solo para verla a la cara, Stella coloco sus manos en los brazos de Bill, sin dejar de mirarlo, sin dejar de prestarle atención a esa bonita mirada, Bill la cargo haciendo que la chica se sentara sobre el escritorio.

Se sentía tan nerviosa, pero a la vez emocionada, afortunada de ser vista de aquella manera por Bill, quien no dejaba de acariciar su rostro con suavidad, la chica simplemente suspiraba, se sentía "amada" de alguna manera, era una adolescente que se la vivía leyendo sobre el amor, viendo parejas felices por la calle, no conocía a nadie en particular lo que para ella, Bill era más que suficiente, la clase de hombre que la habia cautivado.

Soltó un gemido pequeño, cuando los labios de Bill llegaron a su cuello, cuando sus dientes mordían la carne blanda de su cuello y orejas, se sentía excitada ante aquellos toques que solo hacia con su boca.

Pero uno de los gemidos fue más alto al momento en que la mano e Bill se introdujo por debajo de su falda, tocando su parte intima y la más sensible.

Bill, abrió aun más las piernas de la chica colocándose en medio de ellas, lo que para Stella habia comenzado como una fantasía sexual, hoy se le cumpliría, al menos, eso creía ella.

─Más te vale que regreses a la cocina, Stella ─murmuro Bill cercas del oído de Stella, ella se aparto un poco para verlo─. Créeme, es por tu bien.

─Bill... ─la silencio colocando su dedo anular en sus labios, mismo, que introdujo en la boca de aquella chica, mismo, que se dedicaba a dejar en el mismo sitio mientras ella lo chupaba, vaya, que él también estaba disfrutando de verla así y esa sonrisa y mirada expresiva, lo decían todo.

Dos golpes a la puerta acabaron con el momento, Stella sobre saltada, bajo del escritorio después de apartar el dedo de Bill de sus labios y boca, acomodo mejor la falda y Bill con toda naturalidad del mundo camino hacia el tocadiscos.

La puerta fue abierta, Nuria se hizo presente fingiendo una sonrisa pequeña ante Bill, mientras que Stella caminaba hacia su madre tratando de despistar toda la incomodidad que se había filtrado.

─Nuria ─Bill la llama, a lo cual la mujer puso toda la atención en él, sonriendo, tratando de despistar todo aquel pensamiento que cruzó por su mente─. Necesito que Abril, tú y tu hija empaquen.

─ ¿Paso algo Sr. Skarsgård?

─No, no... Nos vamos de Suecia por un tiempo, viajamos a New York en unas horas ─las miro─. Le comentaba a Stella que tengo negocios en el sitio y quiero que me acompañen ─y la chica asintió con naturalidad.

─Me dijo que necesitaba que lo acompañáramos ─Stella dijo a su madre quien la miro, la miro y noto un pequeño detalle en la vestimenta de su hija, el cordón negro que cerraba el cuello de aquella camisa, no estaba.

─Stella ¿y el cordón? ─la chica por un momento pudo haber palidecido, pero, simplemente llevo las manos hasta la zona y se hizo la sorprendida.

─Rayos... debió caerse ─y miro al piso como si lo estuviera buscando.

─Arregla esa vestimenta ahora, Stella ─Bill menciono en tono "molesto" ─no quiero verte en la comida sin ese cordón. Supongo ya está servida ¿no, Nuria?

─Sí, Sr. Skarsgård... esta servida. Lo esperamos en la mesa.

La mujer, miro una ultima vez a su hija antes de caminar hacia la salida, Stella, miro a Bill quien le mostro el cordón a la chica, mismo que guardo en su bolsillo delantero, pronto, camino hacia ella y Stella, salió a toda prisa de aquel lugar con Bill detrás suyo.

Christian, ya se acercaba al despacho, pero se detuvo al ver a su amigo salir de este, Bill lo detuvo dejando que Nuria y su hija siguieran solas su camino, pues quería escuchar lo que Christian le venia a decir.

─Está hecho ─menciono Christian─. Encontraron el cuerpo de Alaina y sus hijos.

─ ¿Notificaron a los padres?

─Sí... Correrán a Collins, es lo más seguro.

─Hay que darnos prisa... Empaca lo necesario, salimos en unas horas a New York, quiero conocer a Lily Collins... hacer un poco de movimientos, quiero conocer Broadway, Christian ─sonrió, así como Christian─. Veamos si Collins resalta la inteligencia en las mujeres.







***

Lily




Renata se encuentra más tranquila, claro que las lágrimas siguen resbalando por sus mejillas a tal punto que hacen ver su rostro completamente empapado. Tiene un vaso de cristal entre sus manos, el contenido se balancea de un lado a otro y puedo verlo debido al cristal.

Umesh se encuentra bebiendo de una copa mientras que Simon esta sentado en el apoyabrazos a un costado de su madre, no me habia percatado de que en sus manos tenia un folder, mismo del cual su contenido sigo desconociendo.

Rami esta sentado en una de las sillas de aquel comedor, con sus manos apoyadas en el respaldo del material y sus piernas a cada costado de esta, Narian esta detrás de Harry el cual, esta sentado en uno de los sofás que dan la espalda contra el balcón del sitio.

─Alaina me dijo que quería dejar el negocio ─digo después de tiempo, Renata sube la mirada y estira su brazo hacia la caja de pañuelos que estaba en frente de ella─. Solamente me dijo que deseaba salir de todo esto, ver por ella y por sus hijos.

─Es que no lo entiendo ─Umesh camina hacia mi dirección y cuando se coloca a mi costado, lo miro con más atención─. Mi hija me lo hubiera consultado, jamás me dijo nada de esto.

─Créeme Umesh, que me tomo por sorpresa cuando me lo dijo... Menciono que, habia conocido a alguien y que ese alguien la habia hecho sentirse mejor a tal punto que deseaba dejar a un lado los negocios. No te voy a negar que le ofrecí una gran cantidad de dinero por Oregón, me dijo que estaba bien y que me confirmaría, desgraciadamente jamás recibí su llamada.

Renata, volvió a soltar el llanto desgarrador, de tal manera que Simon tuvo que bajar del apoyabrazos y colocarse en el lugar de alado de su madre, coloco el folder en la mesita de centro y solo se dedico a abrazar a su madre con fuerza, mujer que se consolaba en los brazos de su hijo y se refugiaba en las palabras de Simon.

Narian, miraba con tanta atención el folder que estaba sobre la mesa, demasiada atención diría yo y es que de verdad llena de curiosidad que es ese folder y que tiene en su contenido.

─No lo hicieron llegar por correo ─menciona Simon mirando a Narian, puesto que se habia percatado de la curiosidad del chico─. Mi madre fue quien lo recibió y...

─Vio el contenido ─Narian finalizo por Simon, quien asintió desconsolado.

Harry, dejó su asiento y solo para caminar hacia la mesita y tomar el folder, se aclaro la garganta antes de caminar nuevamente hacia su asiento, cuando abrió aquel folder mi atención creció aun más tras ver las diversas expresiones de aquellos dos.

Me acerque hasta ellos, creo que Narian sintió la necesidad de dejar de ver cuándo por impulso se apartó de Harry y corrió rumbo escaleras arriba, Harry succiono sus labios y decidió entregar aquello que por segundos toco sus manos, mismas que restregó en su rostro cuando el folder estuvo a mi disposición.

Son fotografías... Y nada agradables.

En la primera puedo ver el torso desnudo de una mujer, con una enorme abertura desde sus pechos hasta su vientre. Pequeñas fotografías en hilera la acompañan, mismas que dejan ver los pies mutilados de la mujer, las manos con un tono de uñas color rojas y un brazalete muy particular que le habia visto en ocasiones pasadas, sin omitir las iniciales de sus dos hijos en el brazo derecho con tinta negra.

Puedo ver también una cabeza, aparte de todo ese cuerpo, cabeza sin rostro, cabeza... que esta siendo alzada por los cabellos mientras alguien tomaba la fotografía. Guantes negros la sostienen, nada más...

Siento unas manos sobre mis hombros, llevo la mirada hacia atrás percatándome de que era Rami quien habia llegado hasta mí. Paso a la siguiente fotografía...

Los cuerpos de dos niños son los siguientes que estan ante mis ojos... Pero lo cierro de golpe y solo, solo porque no puedo imaginar quien mierda seria capas de hacerle esto a dos niños y a una mujer que simplemente, quería lo mejor para sus hijos.

No puedo contener las lágrimas, por el simple hecho de que soy mujer, soy madre de dos niños y de un adolescente de diecinueve años, madre que simplemente no pudo evitar visualizar lo que podría haber pasado dos años atrás si no lográbamos hacer algo con Andrew Banner.

Rami toma el folder de mis manos, me guía hacia un sillón y me dejo caer cubriendo mi rostro. Que maldita impotencia siento...

─ ¿Saben quien pudo haberlas enviado? ─Rami pregunta.

─La verdad es que no, ninguna empresa de correo tiene registros de eso... Nos llamaron de Suecia ─alce la mirada observando a Simon.

─ ¿Suecia? ─Harry pregunta.

─Sí, de Suecia... Hoy precisamente, saben las horas de diferencia que tenemos en Estados Unidos y en Suecia, eran las cuatro de la mañana cuando nos notificaron que habían encontrado el cuerpo de Alaina y sus hijos, como era residente de aquí, se pusieron en contacto con el departamento de policías de Oregón, Phil el jefe, se puso en contacto con mi padre y... confirmaron las cosas.

─ ¿Y el paquete? ─Rami pregunta─. ¿Lo recibieron, cuando?

─Hoy, también...

No podía entender como rayos habían tenido tanta movilidad esas personas, es decir... Para enviar esto y hacer que hoy encontraran el cuerpo y lo confirmaran, era sumamente impresiónate, por un lado y por el otro... Aun habia tanta impotencia.

Umesh, se encamino hasta su mujer para tomarla de un brazo con delicadeza y ayudarla a que se colocara de pie, la mujer se refugio bajo el regazo de su esposo quien beso tiernamente su cabeza.

─ ¿Podrías ayudarnos? ─Umesh pregunta hacia mi─. De verdad que, no puedo creer esto.

─Cuenten con nuestro apoyo, Umesh...









***

11:43 p. m.








No dejo de pensar en lo que paso esta tarde, llegar a creer que Alaina Banks, una de las primeras mujeres en este negocio estuviera muerta y que sus hijos, sus dos hijos fueran víctimas de esto.

Estoy sentada sobre uno de los sillones, la copa que yace hasta la mitad ha sido colocada muy cercas de aquella arma, y el folder que habia estado una vez mas en mis manos, fue cerrado y colocado en ese sitio.

Umesh me dijo que debía conservarlo y llevarlo al departamento de policías, son una copia de las fotografías originales que ellos entregaron al departamento de policías de Oregón, creyeron que con este apoyo podrían encontrar más rápido la ayuda que querían y claro que espero que la tengan.

─Mañana llevare eso a Derek ─miro a Rami quien se introduce en la sala, me recargo por completo en el sillón sin quitarle la mirada en encima─. No es sano que las tengas.

─Lo sé, pensaba en llevarlas yo ─miro al frente de nuevo─. Tengo tantas nauseas...

─Lo entiendo...

─Rami... No tenia rostro, no tenia su rostro y sus intestinos

─Lily ─me interrumpió colocando su dedo anular encima de mis labios, empuñe los ojos y me agache─. Tarde que temprano sabremos quien lo hizo y apuesto a que pagara caro.

Y asentí antes de darme cuenta que ya estaba llorando, creo que duele más ver y saber que ha sido un niño quien pago de la misma manera que su madre, pero... ¿Pagar qué? Alaina no estaba metida ya en esto, solo movía dinero, más no drogas o armas...

¿Por qué hacerles esto?

Ambas manos de Rami se colocan a cada costado de mi rostro, sus dedos son tibios a comparación de mi rostro que ha estado totalmente helado desde aquella noticia, sus dedos recorren cada pequeño rincón de este y solo para hacer que logre despejar aquellas ideas de mi cabeza.

Besa mi frente con ternura antes de bajar hacia mi nariz y por último a mis labios, un beso tan lento que absorbe toda la molestia, un beso que me hace ahogar en el solo deseo de querer disfrutar de sus labios al cálido ritmo de los míos.

Mis manos suben hasta sus hombros y por ultimo se colocan en su nuca, siento como sus dedos pulgares borran todo rastro de lagrimas y paran las nuevas que estaban apunto de salir.

Todo subió un poco más de tensión al momento en que me recargue nuevamente sobre el respaldo del sillón, coloco una de sus piernas en medio de las mías apoyándola mejor en mueble. Dejaron de haber lagrimas por mi parte, solo... hacia las mismas acciones que él en mí, acariciar su rostro, pasar mis manos por encima de su chaqueta.

Misma, que comencé a retirar al momento en que vi seria la mejor oportunidad.

Saco un brazo de esta, después el segundo y llego el momento en el que me comenzó a recostar sobre el acolchonado sitio, sus besos eran más urgentes ante la situación presentada y sus toques con las llamas de sus dedos por debajo de mi blusa eran cada vez más constantes.

Pero simplemente se detuvo, me miro a los ojos y me dedico una cálida sonrisa que volvió a acompañar con un beso en la frente.

Se separo de mi y tomo su chaqueta del piso y comenzó a colocársela, no dejaba de verme y yo tampoco dejaba de hacerlo. Me era imposible desviar mi mirada de él, poner mi atención en otro sitio que no fuera en este hombre, en mi apoyo en todo lo nuevo que estaba experimentando gracias a él.

─Te veré mañana en el muelle ─dice apretando mi nariz con fuerza, le doy un golpe en las costillas, mismo que hizo que se quejara y alejara con rapidez de mí.

─Me parece injusto que me hayas dado la orden de quedarme aquí ─digo en alto.

─Mereces descansar, Collins... Buenas noches, hermosa.

─Buenas noches ─digo incorporándome del sillón para verlo introducirse en el elevador.

Cuando las puertas de este se cierran, me quedo observando al perro que camina hacia mí, acaricio su cabeza cuando lo tengo frente y pronto, sube al sillón para recostarse a mi costado.

Me coloco de pie y tomo el folder, caminó hacia las escaleras y comienzo a dar pasos lentos, mis manos pasan por la barandilla deslizándose y mi sola mirada el frente. Cuando llego al final de estas sigo derecho hacia el pasillo que tiene dos puertas, una de ellas el cuarto de Narian.

Toco un par de veces la puerta, pero no hay respuesta por parte del chico, a lo cual al tomar la perilla y girarla, la abrí un poco.

Enciendo la luz y lo veo completamente dormido, bien... No pude hablar con él como se lo hice saber cuando Umesh, su esposa e hijo se fueron.

Llevo la mirada a su mesa de noche, aquella fotografía de él y Michael me lleva a querer preguntarle sobre ese día, sobre que fue lo que hicieron para que ambos se vieran tan felices, tan contentos...

Pero tampoco quiero dañarlo con ello.

Un suspiro es arrebatado de mí, succiono mis labios y bajo la mirada al momento en que apago la luz dispuesta a darme la vuelta e irme.

─ ¿Lily? ─giro rápidamente hacia el interior de la habitación, enciendo la luz y lo veo incorporarse de esta con lentitud, ha quedado sentado en la cama con la mirada fija en mí.

─No quería despertarte ─le hago saber con sinceridad.

─No lo hiciste... estaba despierto solo que, no quería que lo supieras.

Baja la mirada con preocupación y un poco de temor, arrepentimiento. Del cajón de su mesa de noche toma un papel color rosado, mismo que hace que me introduzca aun más hasta el punto de llegar a su cama y sentarme en esta.

Cuando tomo el papel, miro su rostro y los golpes que tiene sobre sus brazos, vuelvo a mirar el papel y comienzo a leer lo que tiene, carta de castigo... No hay suspensión más si hay castigos como ayudar a los conserjes, horas de castigo y hasta un impedimento a una visita a un sitio que le ayudaría en una de sus materias.

Mas abajo, la firma de Rami llama mi atención, así que ese era el problema de hoy...

─ ¿Por qué fue? ─lo miro a los ojos mientras mi mano derecha se aventura a tocar aquellos golpes, sus ceños fruncidos me hacen detenerme.

─Me detuvo... Le pedí amablemente que me soltara pero...

─ ¿No lo hizo? ─negó.

Murió tal cual su destino lo predecía ─murmuro molesto, fue ahí que comprendí más─. Le rompí la nariz.

─ ¿Es broma? ─ negó.

─Tomare las terapias... Al menos, espero hacerlo...

─...

─Lo siento, no quería causarte problemas ni que vieras por mí, no soy tu hijo y te hago ser responsable de mi conduta y de mis malos hábitos cuando solo tienes que ver por Kilian y por Chris.

─Y por ti ─le hice saber al colocar una de mis manos en su hombro─. Por ti también, Narian... Tal vez no eres mi hijo biológico, pero recuerda, que Michael y yo te adoptamos, lo hicimos Narian y aprendí a verte como si de verdad fueras mi hijo biológico.

─Pero no lo soy

─ ¡Lo eres! ─le di un leve golpe en la cabeza, mismo que lo hizo sonreír ─. Lo eres... Y me siento orgullosa de ello, Narian...

─...

─No sé con que mierda castigarte ─ me coloque de pie colocando la hoja a un costado del retrato─. De verdad que no lo sé así que... Solo me queda sermonearte, Narian... eres un buen chico que sabe las estupideces que la gente siempre dirá, sé que no puedo obligarte a que no actúes de esa manera, pero... si puedo obligarte a que busques nuevamente esa ayuda psicológica. No quiero que cometas otra vez esto Narian, no quiero que te expulsen de una universidad a la que te costo entrar. Creí que de verdad deseabas salir de esto pronto y solo educarte con una profesión como la que yo jamás ejercí ─succiono sus labios─. Jackson ─me miro─. Hazlo por ti mismo, el mundo puede esperar a que lo hagas por él. ¿De acuerdo?

De acuerdo ─le sonreí cuando dijo aquellas palabras─. Pero, es difícil, Lily... Aun más cuando saben que

─Oye ─lo interrumpi─. Que lleves ese apellido es un honor, un orgullo, Narian. Recuerda que siempre habrá gente que te apoyará y otra que, por miedo a lo nuevo preferirá alejarse.

─... ─cero palabras del chico, solo pequeños asentamientos que me hacían pensar que de verdad, trabajaría en él para mejorar.

Solté un suspiro pequeño, después una pequeña sonrisa me abandono. Me dispuse a dejarlo solo para que pensara lo que tanto quería mejorar de él y con que fin. Cuando estaba a punto de salir de la habitación, él me freno.

-Gracias... Lily. Por todo lo que has hecho por mi.

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