Parte única

AU: londres victoriano (single XIX)

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Yuko llevó una mano hacia el encaje de la manga de su vestido. 

Un circo.

Aquel salón parecía un circo y ella era el espectáculo principal.  

Su padre realmente era iluso si creía iba a conquistar a un noble en su fiesta de debutante. No cuando era el doble de una debutante y sus medidas la hacían parecer un durazno, gordo y mallugado. 

Yuko al menos pensó que no hizo el ridículo en su primer vals, porque obligatoriamente era su padre que debía bailar con ella en su primera pieza.

Apretó los labios.   

Quería largarse a su habitación y pensar en que ir a un convento era mejor idea que tratar de casarse con un noble. Yuko no era ilusa. Su abuela al menos nunca la hizo ser ilusa con respecto a los caballeros. Sabía los nobles buscaban medidas como de botella y sonrisas dulces, y que ella no tendría nunca oportunidad. 

Al menos que el noble se encontrara endeudado y buscara en ella la salida mas fácil. 

—Es como una calabaza — escuchó aquel comentario a un costado.  El corazón de Yuko se agitó y apretó su mano sobre su antebrazo para darse un poco de la fortaleza que no sentía. 

—No sé  como su padre pudo elaborar este baile ¿acaso él mismo la odia?

—Si ella fuera mi hija, antes muerta que presentarla en sociedad. Al menos primero la mataría de hambre. 

—No creo consiga una propuesta de matrimonio, tendría que volver a nacer.  

La ansiedad trepó a la garganta de Yuko al escuchar las risas venosas de aquellas señoras. 

Sintió sus ojos empañados y deseo poder largarse.  Así como gritar que alguien la ayudara, pero sabía nadie lo haría.  Yuko estaba sola. 

—¿Quiere concederme esta pieza, Lady Ozawa?

Aquellas palabras regresaron a Yuko al presente. Su mirada enfoco primero unos zapatos, hasta que esta fue ascendiendo hasta encontrarse con la sonrisa mas brillante que Yuko pudiera haber conocido en su todavía corta vida.

Sonrisa de oro.  Cruzó por su mente. 

—¿Eh? — fue lo primero que soltó, sin poder creérselo.

El chico sin perder la sonrisa extendió su mano.

—Que si quieres bailar el siguiente vals, conmigo.

Yuko no dejó de mirar hacia el rostro del chico ¿Acaso se había desmayado de los nervios y ahora este le presentaba un salvador?  Pero entonces miro a su alrededor y se dio cuenta que no. 

Vio a su padre hacerle seña con la mirada para que aceptara y luego a muchas otras personas observándolos con sus ojos maliciosos y lenguas viperinas a la espera para poder seguir soltando sus venenos. Yuko reculo un paso y bajo la mirada. 

—No creo sea buena idea.

—¿Por qué? — cuestionó el chico. Entonces creyó comprender — ¿Es por qué acaba de ver que no soy buen bailarín?  — Y rió entre apenada y despreocupado, llamando la atención de Yuko quien no había entendido su comentario. Ella al menos no se había fijado en él, ni en nadie esa noche. Solo en su desgracia. — No se preocupe, el vals si me sale bien. Admito que la cuadrilla me confunde mucho con todas esas vueltas. 

Yuko ladeo la cabeza. 

—No, yo me refería a que se burlarían de usted por mi culpa. — Y suspiró, un poco exasperada — Hay otras damas que seguro querrán bailar con usted. 

—Pero yo quiero bailar contigo.

Las mejillas de Yuko se ruborizaron y volvió a mirar al chico, incrédula por lo que estaba pasando. Entonces achico los ojos recelosa, recordando las palabras de su abuela sobre el interés y la avaricia de los jóvenes nobles por las dotes de las inocentes debutantes. 

—¿Por qué? — soltó, su voz sonando molesta. Yuko empezaba a cansarse que quisieran burlarse de ella — ¿Acaso busca agradar a mi padre, al Duque de York?

El chico suspiró y aun sin bajar la mano, le miro de un modo significativo.

—Solo quiero bailar. Y si quieres un motivo. Es que me pareciste muy bonita y elegante bailando con tu padre. 

Yuko aguantó la risa.

—Milord, no soy una idiota, se que soy algunas cosas pero entre ellas no entra ni la palabra bonito ni elegante — Yuko miro aun lado, sintiendo de nuevo sus ojos empañarse. Al menos los demás no disimulaban en su burla, no como este chico, quien parecía hacerse el tonto para seguro luego humillarse cuando le diera la espalda — Por favor, váyase. Ya no quiero mas burlas. 

—Empezare de nuevo — Fue lo que dijo el chico a cambio, volviendo a llamar la atención de Yuko— Soy Yuji Itadori, futuro conde de Grafton, y me gustaría bailar con usted; lady Ozawa. 

Y la sonrisa de oro apareció de nuevo en aquel rostro, causando un calorcito en el pecho de Yuko. 

—¿De verdad quiere bailar conmigo?

Yuji asintió, sin perder la sonrisa. 

—Deme su mano, Lady Ozawa.  

Yuko miro aquella mano y tras un suspiró, quizás hechizada al final por aquella sonrisa, terminó aceptando su mano. 

Ambos se dirigieron hacia el centro, seguido de otras parejas, y la orquesta empezó a tocar aquel dulce vals.

En todo momento Yuko no miro hacia el rostro del joven noble, su pecho en cambio parecía mas interesante.  Pero en medio de eso, Yuko admitía que bailar con aquel noble se sentía bien y de algún modo cómodo y disfrutable. 

Él de alguna forma le transmitía confianza y sinceridad.  Aunque Yuko no quisiera admitirlo. 

—¿Puedo darle un concejo, lady Ozawa? — Aquel permiso fue lo que finalmente hizo levantar su mirada — No le demuestre su dolor a aquellas culebras. 

 —¿Eh?  — Yuko le miró sorprendida.

 —Se que no es fácil, pero si les muestra su dolor, ellas mas se alimentarán — Y le miró de un modo significativo. — Y siempre he creído que no hay mas daño que nos causamos a nosotros mismo al permitir que otros no los hagan. Confié más en usted, Lady Ozawa.  No hay nada mas bonito y atractivo que la actitud de una persona. 

Y la pieza terminó.

Yuji volvió a dedicarle aquella sonrisa de oro, acompañado esta vez con un beso en el dorso de su mano, para luego alejarse y perderse entre la multitud en aquel salón. 

Yuko solo lo miró marcharse, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. 

Porque Yuko entendió enseguida el acto de aquel joven. 

Al final alguien si había llegado a su guarda para salvarla de ser el espectáculo en aquel circo.  

¿Su abuela podría haberse equivocado? ¿No eran todos los jóvenes nobles tan malos? ¿Sin interés ni nada a cambio había acudido ayudarla? 

Y Yuko sonrío, por primera vez en toda la noche.

Temía aun equivocarse. Pero aun así Yuko se encontró con su corazón deseando creer en el acto bondadoso de aquel noble. 

Al quien al menos Yuko siempre recordarían como el joven sonrisa de oro.  

Aquel que la había salvado en su noche de debutante.

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Otro itazawa 

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