Capítulo 6 | First date

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

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Llevaba quince eternos minutos en el auto, estacionado afuera de la casa de Hinata. Dios, nunca había sido tan cobarde con una chica.

Es que ella era...

Una sonrisa estúpida se dibujó en mis labios al recordarla. Seré el tipo más suertudo del mundo si ella me corresponde. Por Dios, sí que lo seré.

Tomé aire como por milésima vez y acomodé el saco que llevaba sobre mi camiseta blanca, eso, sumado a unos jeans azules desgastados y unos zapatos negros, eran mi atuendo para hoy.

Me bajé del auto ya más relajado, pero, cuando crucé el jardín y llegué hasta su puerta de entrada, el estómago se me cerró, e hice acopio de toda mi fuerza de voluntad para tocar dos veces.

Ante mí la puerta se abrió y la figura de una señora algo mayor se me presentó.

—¿Sí?

—Bu-buenas noches, señora. Vine a buscar a Hinata.

—Oh, sí. Adelante pasa —Con un leve «permiso» me introduje al recibidor y la mujer me hizo pasar hasta la sala—. Espérala aquí, enseguida voy a avisarle de tu llegada.

No hay nada más incómodo que estar sólo en un lugar al que llegas por primera vez. Deslicé mí vista por la sala, apreciando el tradicional decorado lleno de colores opacos y sobrios; había escasos retratos familiares, los cuales no pude apreciar por la distancia.

—¿Quién eres tú?

Me giré hacía el lugar de donde venía aquella pregunta y me sorprendió ver a una pequeña castaña, de ojos tan perlas como los de Hinata, parada estoica en el marco de la entrada de la sala.

La hermana de Hinata.

—Hola, soy Naruto —me acerqué un paso hacia ella con una sonrisa amable.

—¿A quién buscas? —¿Qué esto, un interrogatorio?

—A...a tu hermana. Hinata.

—¿Y cómo sabes que es mi hermana?

—Ella me habló de ti.

—¿Ah sí? Pues mi hermana no me habló de ti.

—Bueno, no tenía por qué hacerlo...—¿Esta chica era la hermana de Hinata? lucía tan distinta a la dulce niña que me describió, tampoco se parece en nada a su hermana mayor.

—Naruto... ¿dijiste? —asentí bastante confundido, qué situación más extrañan—. ¿Eres el novio de mi hermana?

La pregunta fue tan directa que me tomó por sorpresa, me sentí humillado cuando me percaté del calor que subía a mis mejillas.

—¡¿Qué?! ¡N-no, no lo soy! Yo sólo...

—Pero quieres.

—Oye, espera un segundo...

—¡Hanabi! —Ambos nos giramos a ver como Hinata bajaba por las escaleras, enviándole una mirada de advertencia a la pequeña adolescente—. Deja en paz a Naruto-kun, por favor.

Hasta para retar a su hermanita era amable.

Hanabi sólo bufó sonoramente mientras ponía los ojos en blanco. Me hizo acordar a Sasuke.

En el momento que la mirada de Hinata se posó en mi me convertí en una estatua.

—Ho-hola, Naruto-kun —su voz sonó angelical.

Sabía que tenía que responderle, debía hacerlo, pero de sólo verla me había quedado mudo. Llevaba puesto un ajustado pantalón negro con unas botitas café y suéter gris sobre una camiseta blanca cuyo cuello y puños sobresalían por encima del suéter, eso, sumado a un collar brillante en su bello cuello, provocaron que me olvide de respirar y que no pudiera apartar mi mirada de su perfecta figura.

—Hola, Hinata...Estás...te ves increíble —se sonrojó con más rapidez de la acostumbrada.

—Gr-gracias. ¿No-nos vamos?

Asentí y nos dirigimos a la salida. La hermana de Hinata iba detrás de nosotros, pisándonos los talones.

—¿A dónde irás? —juró que pude oír algo de desesperación en su tono de voz.

—Iremos al cumpleaños de una amiga —Hinata le respondió con suavidad mientras se colocaba el saco.

—¿A qué hora volverás?

—No lo sé, Hanabi.

—Recuerda que no puede quedarte hasta muy tarde. Es de noche y papá...—Hinata se agachó para quedar a su altura y le besó la frente con dulzura, provocando que las incesantes preguntas de su hermana se detuvieran. La acción me enterneció.

—Pórtate bien y hazle caso a Natsu, volveré en unas horas.

Hinata abrió la puerta y salimos. Hanabi nos siguió con la mirada hasta que llegamos al auto y cuando la miré para despedirme fijo sus ojos en mí, ceñuda, para después cerrar la puerta de un golpe.

Auch, mal comienzo.

—Disculpa a mi hermana, Naruto-kun —me dijo ni bien subimos al auto—. Ella es algo...bueno...

—¿Celosa? —inquirí, elevando mi ceja.

—Papá trabaja mucho en la oficina y...nunca me separo de ella por tanto tiempo.

—Descuida —hice un gesto con mi mano quitándole importancia—, es normal —se giró a verme agradecida.

—Aún así fue grosera —Pronunció molesta. La miré de reojo, ya estábamos de camino a la casa de Sakura, y la expresión que hizo me causó mucha gracia—. ¿Qué?

—Nada —una pequeña risa ahogada se escapó de mi garganta, no podía mirarla, así que me limitaba a tener sus ojos sobre mí—. Es que, arrugas la nariz cuando te enfadas.

No dijo nada, por lo que adiviné que estaba sonrojada. Una sonrisa se formó en mi rostro.

Cuando estacioné a unos metros de la casa de Sakura me bajé apresurado para rodear el capó y abrirle la puerta como todo un caballero.

Ella me sonrió agradecida y nos encaminamos a la entrada.

—¡Hasta que al fin llegan! —la estruendosa voz de Ino se confundió con el ruido de la música que salía del interior de la casa. Se acercó a Hinata y le dio un fuerte abrazo—. ¡Me alegra que pudieras venir!

Estoy casi seguro de que ya tiene algunas copas de más en su metabolismo.

Cuando por fin entramos la tenue luz que había me obligó a entrecerrar los ojos para poder esclarecer un poco las sombras que se movían frente a mí. Lo logré justo a tiempo para ver cómo, otra vez, Hinata era aporreada en un abrazo. Distinguí los rosados cabellos de Sakura.

—¡Me alegra que hayas venido! —por la forma en que arrastraba las palabras, y lo eufórica que estaba, asiento al hecho de que esta borracha, o, al menos, comenzado—. Qué bueno que el idiota de Naruto te haya traído —la miré con el ceño fruncido ante su clara ofensa.

—Gra-gracias, Sakura. Feliz cumpleaños.

—¡Feliz cumpleaños, Sakura-chan!

—Oh, ¡me van a hacer emocionar! —Extendió su brazo izquierdo hacia mí y nos rodeó a ambos con ellos—. Debe ser que ya soy adulta que me pongo así.

O por las gotas del alcohol en tu sangre.

Cuando por fin nos vimos librados de Sakura, luego de que recibiera el regalo que Hinata le trajo —un bello brazalete de plata con dijes en forma de pétalos de cerezo—, la llevé hasta la barra que habían preparado para buscar algo de beber.

—¿Quieres beber algo? —Asintió y me giré para apoyar mis manos en la mesa y hablarle al barman que estaba de espaldas frente a mí—. Oye amigo, ¿qué tienes para beber?

Cuando se giró hacia mí resultó ser Sai, vestido con una camisa negra a rayas y un delantal amarrado a sus caderas. Casi me reí, casi.

—Hola, Naruto. Sólo tengo cerveza —hizo un gesto con la mano señalándome la heladera a su costado, lleno de la bebida en cuestión, en diferentes envases.

Iba preguntarle que, si sólo había cerveza, ¿por qué el disfraz? Pero me ahorré el comentario. Miré a Hinata y me asintió algo indecisa.

—De acuerdo, dame una lata —Cuando se la entregué a Hinata le pregunté si quería estar adentro o salir al patio que estaba más tranquilo. Acerté, eligió la segunda opción.

El patio de Sakura era la parte más linda de su casa: tenía un semi cubierto, dónde se esmeró en colocar más de una sillas y sillones, y una buena porción de tierra sembrada con un pasto de color esmeralda y preciosas flores y arbustos junto a un erguido y alto limonero.

—Es muy bonito —murmuró, apreciando las luces que habían colgado en las maderas del techo. Nos sentamos en uno de los tantos sillones que había en las esquinas. Estoy seguro de que fue idea de Ino alquilar varios livings como estos, y no era para menos, no sé de dónde sacaron a tanta gente—. ¿Tú no beberás nada, Naruto-kun?

Miré como observaba mis manos vacías y luego las suyas con la cerveza entre sus dedos.

—Hoy no. Soy el conductor designado, debo asegurarme que llegues bien a casa —inflé mi pecho y le sonreí.

—Si quieres puedes beber de la mía, no te multarán por media lata de cerveza.

—¿Estás queriendo corromperme, Hinata? —alcé una ceja.

—¡N-no es eso! Es que...—dudó mientras miraba la lata en sus manos.

—¿Qué? Dime. ¿No te gusta la cerveza?

—No soy muy aficionada...

Una risa gutural salió de mi garganta al ver su expresión.

—¿Y por qué no lo dijiste allá?

—N-no quería ser descortés —sonreí divertido ante su indignada respuesta y estiré mi mano.

—De acuerdo, te ayudaré a tomarla. Pero luego de esto pediremos un jugo, ¿está bien? —miró mi mano extendida para tomar la lata y sonrió agradecida para luego asentir y entregármela—. Y...Si algo no te gusta, sólo dímelo, ¿sí?

Su mirada se tornó dulce y asintió.

—Sí...

—¡Pero si aquí están, tortolitos! —una muy feliz Ino se acomodó en medio de nosotros con una cerveza en mano—. ¿No les parece que este lugar está en serio aburrido? —enfatizó señalando todo a su alrededor.

—A Hinata le gusta porque es tranquilo.

—¡Hina! —Canturreó ahora, alargando las vocales. Acercó su rostro al de ella casi pegando sus mejillas, estoy seguro que Hinata se puso nerviosa—. No seas aburrida... ¿Por qué no vienes adentro a bailar conmigo?

—N-no creo...

—¡Anda! Sakura ya está ahí, así que mueve tu trasero.

Ino tomó su mano y la jaló hasta ponerla de pie y arrastrarla dentro de la casa.

Me levanté divertido y las seguí, riéndome de las miradas suplicantes que me mandaba Hinata.

La rubia la guío hasta el centro de la sala donde se habían corridos los sofás y colocado un par de luces en las esquinas y una computadora con parlantes, generando una pista de baile.

Nos encontramos a una alocada Sakura bailando con un grupo de chicas en el centro, había también otro grupito al costado y algunas parejas. Al verlas acercarse pegó un grito.

—¡Hina! ¡Amiga! ¡Ven a divertirte con nosotras!

No tuvo escapatoria. Sakura la jaló de ambos brazos e Ino la empujó por la espalda, uniéndola a la fuerza a esa manada de chicas alborotadas y felices.

Me apoyé contra la barra con la cerveza aún en mi mano y una mirada sonriente hacia la pista.

—Y pensar que esto recién empieza...—oí suspirar a Sai a mi lado.

—No quiero ni imaginarme cómo se pondrá...—asentí con miedo—. ¿Dónde están los chicos?

—Se refugiaron en la cocina con comida y un buen cajón de cerveza. Yo iría, pero me tengo que encargar de esto y de que Ino no haga locuras —exhaló pesadamente antes de entregarle otra cerveza a un chico.

—Descuida, amigo, yo te acompañaré —palmeé su hombro—. De todos modos también tengo que cuidar a alguien —desvié la mirada hasta Hinata que ya se le habían ido un poco los nervios y bailaba con las chicas, aunque a una manera más relajada.

En un momento, su mirada se cruzó con la mía y acentué mi sonrisa al mismo tiempo que le giñaba un ojo. Se sonrojó de inmediato, lo sé, a pesar de la poca luz de la habitación. Y, cuando sus labios también se curvaron felices para mí, sentí una colonia de mariposas en la boca del estómago antes que Ino me tapara la preciosa visual.

—Viniste con Hinata, ¿no? ¿Están en una cita? —Asentí a la pregunta del moreno al mismo tiempo que bebía un trago de cerveza—. Se ve buena chica. Te deseo suerte, amigo —extendió una botella pequeña de la bebida en mi dirección e imité su gesto chocando con ella mi lata. Salud, Naruto.

En el transcurso en que me terminé la lata de cerveza no me di cuenta de que fue cayendo más gente hasta que mi visión de Hinata y las chicas se fue estorbando por la cantidad de personas que se amontonaron.

Cuando definitivamente ya no pude verla decidí meterme entre el gentío. No me molestaba en pedir permiso, todos saben que en las fiestas es una pérdida de tiempo, por lo que, con mi cuerpo y altura, me abrí paso en la pista y cuando pude divisar la espalda de Ino toqué su hombro.

—¿Y Hinata? —hablé fuerte a su oído cuando se giró a verme. Dibujó una enorme sonrisa pícara en su rostro y me tomó del brazo arrastrándome hasta que, en un momento, nos detuvimos de golpe y me empujó contra alguien. Sujeté a esa persona de ambos brazos para estabilizarla y resultó ser Hinata.

—¡Diviértanse! —fue lo último que escuché de Ino a mis espaldas.

Contemplé a la morena delante de mí con sus ojos bien abiertos observándome. Deslicé mis manos por sus brazos hasta sostenerle ambas manos suavemente, ella bajó su mirada a nuestra unión y vi como se mordía el labio.

—¡Hey! —la voz de la que creía era Sakura nos devolvió al entorno de la realidad, estaba a unos centímetros de nosotros con algunas de las otras chicas—. ¡Están en la pista de baile! ¡Bailen!

Incliné mi mirada a Hinata que aún mantenía la suya en Sakura. Cuando al fin posó sus preciosos orbes opalinos en mí elevé la comisura derecha de mis labios al cielo y, sujetando fuertemente su mano derecha, la hice dar una vuelta.

Cuando la volví a detener frente a mí me miró sorprendida, pero poco tardó en devolverme la sonrisa y seguir torpemente mis pasos. Tampoco era un gran bailarín, pero me divertí mucho y sé que ella también.

Cada vez que me equivocaba o hacía un movimiento ridículo la risa de Hinata sonaba en mis oídos aún más fuerte y melodiosa que todo el barullo a nuestro alrededor.

Disfruté cada segundo de las cinco canciones que bailamos, teniéndola entre mis brazos y apreciando su adictivo rostro.

Al pasar el tiempo cada vez más personas se amontonaban en la sala, haciéndome difícil disfrutar el momento con la chica que me gustaba si a cada segundo tenía que soportar empujones de quién sabe dónde y estar apartando a algunos idiotas ebrios de Hinata.

—¿Quieres ir afuera a beber algo? —Mis labios se pegaron a su oído disfrutando de la cercanía y los mechones de cabello que me cosquilleaban la cara.

—S-sí, por favor —prácticamente me lo suplicó con la mirada.

Me reí y, tomando su mano con delicadeza, comencé a avanzar abriéndonos camino entre ese lío de jóvenes enfiestados.

Cuando salimos afuera con dos vasos de jugo en nuestras manos y yo, además, con un pequeño plato de bombas de queso, nos percatamos de que estaba tan lleno y abarrotado de gente como adentro. ¿De dónde rayos invitó Sakura a tantas personas? Estaba seguro que toda la universidad estaba allí, podía ver claramente compañeros míos de derecho, y ni hablar de veterinaria porque Kiba estaba ahí con su novia, Shino y varios más que no conozco, muchos más que no conozco, pero sé que me los he cruzado por alguno de los campus.

Cuando voltee a mirar a Hinata ella me devolvió una mirada preocupada. Necesitaba pensar rápido; estábamos en el casa de Sakura y... ¡Pero claro!

—Ya sé, acompáñame.

Me miró confundida, pero no le di tiempo para hablar porque le indiqué que comience a caminar hacia dentro de la casa. Tenía ambas manos ocupadas, pero lo que no pude tomar la suya para guiarla con seguridad por ahí adentro, así que me aseguré de que fuera delante de mí sin apartarme de ella.

Cuando comenzamos a subir las escaleras me mandó miradas de desconcierto y yo sólo me limitaba a hacerle un gesto con la barbilla, indicándole que siguiera.

El piso de arriba era todo lo contrario a la vorágine de jóvenes adultos enfiestados que había en el de abajo, sólo se oía el retumbar de la alta música por las paredes y, gracias al cielo, mis pensamientos nuevamente.

—¿Qué hacemos aquí, Naruto-kun? —Hinata merodeó sus bonitos ojos por el pasillo, sintiéndose, seguramente, una intrusa.

—Ya lo verás —Y sé que la confianza en mi voz no le dio mucha seguridad pero, aún así, me siguió.

Llegamos hasta la última puerta del corto pasillo y con esfuerzo la abrí, adentrándonos en, lo que claramente era, la habitación principal, es decir la de los padres de Sakura. Hinata no era tonta, y me miró aterrada cuando sus ojos se posaron en la enorme cama en medio del lugar.

—¿E-estaremos a-aquí?

—Nop —le aseguré, y el miedo en sus ojos regresó a ser confusión. Adoraba lo fácil que resultaba ser leerla —. Estaremos aquí.

Inmediatamente corrí una enorme cortina bordó dejando ver una puerta corrediza de vidrio detrás; la deslice y le indiqué a Hinata que pasara. Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver la mediana terraza que había del otro lado, con varias plantas y flores esparcidas por los bordes y un pequeño living de jardín —con un sofá y una mesa ratona—contra la pared junto a nosotros—. Es genial, ¿cierto?

—¿Cómo sabías de este lugar? —sus dedos palpaban con suavidad los pétalos de una margarita que sobresalía airosa de su maceta.

—Conozco a Sakura desde el jardín de niños —expliqué al mismo tiempo que me desplomaba en el sofá—. He venido aquí lo suficiente como para saber que es su lugar favorito para estudiar —remarqué de forma divertida mis palabras tomando un resaltador que había quedado debajo de mí en el sofá.

Ella se rio conmigo y se sentó con gracia a mi lado.

—Se nota que te aprecia mucho —afirmó con calidez—, a pesar de que no puede evitar soltar un insulto cada vez que te menciona —sus cejas se arquearon como si estuviera recordando a Sakura pronunciándome en ese momento. Yo me reí porque sabía que ella era así y pude imaginármela—Y se ve que a la mamá de Sakura le gusta la jardinería —Se apoyó contra el respaldo del sofá con su jugo en mano y fui consciente de los escasos centímetros que nos separaban.

—Sí. De hecho, trabaja en la florería de la familia Yamanaka con la mamá de Ino, así la conocimos.

—¿Y Sasuke? —preguntó curiosa y yo solté un sonoro bufido al recordar a mi antipático mejor amigo.

—Sasuke llegó en segundo grado con una actitud indiferente y un hermano mayor, ¿quién pensaría que eso enamora a las niñas de siete años? —ella entornó los ojos y negó divertida estando de acuerdo conmigo. Gracias—. Me juré derrotarlo en todo —cerré mi puño con convicción, reavivando esa sensación y sed de victoria que Sasuke despertaba en mi cuando era más joven. Y ahora un poco también...

—¿Se llevaban mal? —parpadeó confundida—. ¿Y cómo se hicieron mejores amigos?

—Sólo digamos que, hacíamos buen equipo —me incliné sobre la mesa y tomé el plato de bombas de queso para sostenerlo sobre mi regazo y disfrutar de una. Hinata también tomó una, pero, en lugar de comérsela, la analizó meticulosamente. Como si fuera un espécimen extraño de la cocina casera.

—¿Qué son? —cuestionó mientras la giraba con sus dedos frente a sus ojos.

—Bombas de queso —contesté aún masticando la mía. Tragué para continuar—. Las hace la madre de Sakura-chan, son deliciosas.

Mordió un pequeño trozo y lo saboreo en su boca.

—No, no —censuré estirando mi mano para sacarle la bomba de queso de los dedos.

—¿Qué? —no pude contener una sonrisa medio burlona ante la inquietud en su rostro. Exhibí la bomba de queso en mi mano izquierda y erguí el dedo índice de mi mano derecha.

—Así no se comen las bombas de queso —quiso replicar pero no se lo permití—. Debe ser un bocado grande, así saboreas bien su contextura chiclosa —Ella se rió por la seriedad de mi gesto y entornó los ojos, desafiante.

—De acuerdo...

Iba a tomar el aperitivo de mi mano pero la alejé negándoselo. Enarcó una ceja y mi sonrisa se volvió zorruna.

—Me aseguraré de que de que lo hagas bien —no me entendió hasta que acerqué la bomba de queso hasta sus labios—. Vamos, abre —se sonrojó furiosamente y sus ojos bajaron de los míos a la masa de queso que estaba en mis dedos frente a ella. Cuando el bochorno se le aminoró un poco, entre abrió apenas sus labios—. No Hinata, abre más grande. Así —exageré mi gesto abriendo la boca lo más que pude, logrando el objetivo deseado: su rostro se relajó, dibujó una mueca divertida en sus labios y terminó resoplando con fingida molestia.

Cuando abrió sus labios como le indiqué —aunque de un modo más refinado— le hice probar un gran pedazo del bocadillo y la miré expectante mientras lo degustaba.

—Tienes razón —admitió casi con asombro—. En verdad es chiclosa.

—¿Lo ves? —me llevé a la boca el trozo que aún había en mis manos y lo degusté satisfecho.

Entre bomba de queso y bomba de queso nuestra charla se volvió amena y relajada, muy ajenos a la colosal fiesta que se efectuaba unos metros debajo. Disfrutaba de lo locuaz que podía ser Hinata cuando se abría, y el hecho de que fuera así conmigo me llenaba de dicha.

No podía despegar mis ojos de los de ella, y con cada sonrisa y destello en su mirada Hinata me hacía sentir que yo era el centro de su mundo. Mi brazo se acomodó estirado en el respaldo del sofá, pasando detrás de su espalda. La distancia entre nosotros se iba haciendo más reducida, pero ninguno de los dos se atrevía a dar un paso arriesgado, aunque bien sabíamos que ambos lo esperábamos.

—Tengo que admitir que tu hermanita me dio algo de miedo —mis dedos jugueteaban con su sedoso cabello de manera casi imperceptible y delicada—. Pensé que me echaría de tu casa a patadas.

—L-lo siento, no sé en que estaba pensando al tratarte así —sus gesto pasó del arrepentimiento a la molestia en milésimas de segundo, por lo que no pude evitar reírme—. ¿D-De qué te ríes?

—Ese gesto —señalé con el dedo aún entre risas ahogadas—, es muy gracioso, me encanta como arrugas la nariz al enfadarte —le pellizqué la punta de la nariz y ella arrugó el rostro aún más.

—¡T-tú también haces expresiones graciosas, Naruto-kun! —intentó sonar molesta, pero la dulzura en su voz y la sonrisa que se le escapó al final sólo me provocaban ganas de comérmela a besos.

Mientras protestaba se inclinó hacia mí y tocó mi pecho de manera acusadora con su dedo índice. Rápidamente, aproveche ese momento para rodear su hombro con el brazo que tenía detrás suyo y la atraje más hacia mí.

—¿Qué expresiones? —el sonido ronco de mi voz, y la pronta cercanía de nuestros cuerpos, provocó que la impetuosidad en su mirada se descompensara y un sonrojo le tiñera el rostro hasta las orejas. Pero, lejos de apartarse abochornada, mi corazón volcó de alegría cuando la mano que tenía su dedo sobre mi pecho se apoyaba totalmente en él, y su cuerpo se acomodaba contra el mío. Cuando mis ojos por fin dieron encuentro a los suyos destellantes, me sonrió de una manera casi coqueta que jamás le había visto.

—P-pues...—Adoré que aún mantuviera su tartamudeo, la hacía mantener esa dulce esencia de la que estaba embriagado—. Cuando no entiendes algo tus cejas se fruncen tanto que da la sensación de que se quieren tocar —una risa ligera se escapó de mis garganta, pero murió en el momento en que la mano que tenía sobre mi pecho subió hasta mi rostro y acarició con delicadeza la línea de mis cejas—. Tu cabello, a pesar de ser corto, tiene la capacidad de alborotarse, sobre todo después de que te quitas el gorro —sus delicados dedos subieron hasta mis hebras rubias y las acariciaron casi con adoración. Mi garganta se cerró, impresionado por las cosas que Hinata decía sobre mí. Nunca una persona me había prestado tanta atención, mucho menos una chica. Unos segundos después sus dedos delinearon el contorno de mi rostro hasta mi barbilla—. Tiendes a endurecer la quijada cuando algo te molesta. Y cuando sonríes...—sus ojos brillaron al rozar mis mejillas y delinear las marcas que éstas tenían—, tus hoyuelos y marcas se aferran para no caerse de tu rostro al ser acaparados por tu enorme y brillante sonrisa.

Una tenue y dulce sonrisa se formó en sus rosados labios, y no resistí la tentación de también elevar mi mano y delinear el inferior con mi pulgar, gozando suavemente de su textura.

Ella los separó un poco y suspiró, y sólo en ese momento, cuando su aliento golpeó mi rostro, supe que me había acercado. Mi mano se movió a un costado para acariciar su tersa mejilla, y en el momento que mi nariz rozó la suya fui testigo de cómo sus enormes y expectantes ojos se cerraban.

Un leve rose de mis labios sobre los suyos la hizo volver a suspirar, y ya entonces no pude contener la avalancha de emociones que me quemaban por dentro.

Cubrí sus labios con los míos, saboreando dulcemente el suyo inferior mientras ella se aferraba al mío superior. Nuestras bocas eran una delicada danza de salón y cada nuevo rose era aún más glorioso y profundo que el anterior.

Sus delicadas manos subieron hasta mi cuello y se aferraron a él, acariciando mis cabellos. Imité su gesto, moviendo mi mano desde su mejilla hacia su nuca y la acerqué más a mí para profundizar el beso.

Me sentía desfallecer de sólo pensar que eso estaba ocurriendo, que podía disfrutar de los labios de Hinata, de tenerla entre mis brazos y que ella me correspondiera con la misma intensidad. Cuando comencé a acercarme a ella sabía a lo que me estaba arriesgando, pero aún así me lancé a la incertidumbre, y, aunque tenía ciertas esperanzas y era optimista, nunca imaginé que una chica como Hinata me correspondería tan fervientemente igual a todo lo que yo sentía por ella. Era como si lo nuestro no fuera una simple coincidencia y el mismo destino nos sonriera, indicándonos que todo estaría bien y que esto era lo correcto.

Cuando sentí que Hinata se esforzaba por mantener el ritmo y aguantar la respiración, me separé muy lentamente de sus labios y, recién ahí, me di cuenta de la necesidad de mi cuerpo que también urgía por oxigeno.

Sus preciosos ojos se abrieron, permitiéndome apreciar como sus voluminosas pestañas enmarcaban esas fulgentes pupilas tan transparentes que me deleitaba de ver que lo único que se reflejaba en ellas era mi propio rostro.

Al momento en que una suave sonrisa surcó sus, ahora más rosados, labios, entorné los ojos correspondiéndole el gesto de manera estúpida y froté mi nariz con la suya, siendo lo más tierno y delicado que la emociones que me embargaban en ese momento me permitían.

—Me gustas mucho, Hinata —susurré al tiempo que mi frente descansaba en la suya y volvía a oírla suspirar. Creo que se convirtió en mi sonido favorito—. Mucho, mucho...—Cerré mis ojos nuevamente y mi frente acarició la suya, despeinando los mechones de su flequillo.

—También me gustas mucho, Naruto-kun...—sus manos en mi cuello acariciaban con sus pulgares mis mejillas, y se movió apenas, acurrucándose contra mí.

Mi corazón se alocó de emoción, y no pude contener una rebosante sonrisa de alegría y emotividad. La estreché aún más contra mí, rodeando su cintura con mis brazos dejando que su cabeza se apoyara en mi hombro, mientras sus manos seguían dibujando figuras indefinidas en mi cuello y rostro.

—¿Quieres...? ¿Te gustaría...salir conmigo? —me costó horrores tragarme el nudo en mi garganta y ser capaz de pronunciar las palabras que esperaba decir desde el momento en que la conocí y mi mundo entero se tiñó con su luz—. Sin presiones —me apresuré a aclarar y me avergoncé de lo ahogada que sonó mi voz—. Sólo salir...y ver hasta donde somos capaces de llegar. Conocernos aún más.

La oí reírse sutilmente y no pude creer lo irónico que resultaba todo: yo tartamudeando avergonzado y ella riéndose de mi bochorno. Pero, muy lejos de irritarme o avergonzarme, el sonido angelical de sus carcajadas eran como un bálsamo para el ardor de mi corazón, y me llenaba el pecho de tantas emociones que me dejaba atontado y sorprendido de todo lo que esa preciosa chica frente a mí fue capaz de llegar a hacer conmigo.

Acercó sus labios dulcemente hasta los mío provocando así que se rosaran cuando habló.

—Me encantaría salir contigo, Naruto-kun...

Y sólo eso bastó para que, con una enorme sonrisa en mi rostro, mis labios abarcaran los suyos por completo en un beso, esta vez, más urgente.

En ese mismo momento supe que me esforzaría al máximo por ser la persona a la que Hinata llegue a querer, a la que llegue a amar, porque ya no estaba dispuesto a dar marcha atrás. Ahora lo único que veían mis ojos era un futuro, y ese futuro era junto a Hinata.

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¡La temible y tan aclamada cita llegó muajaja!

Sinceramente no me animé a volverla a leer sólo por el temor de sentir vergüenza de mí misma, no es bonito.

Así que creeré que la escribí bien cómo para no haberle dado una revisada final, je

¡Gente, terminé de cursar!

Así que ya estaré un poquitin más libre...Sí es que todavía hay personas del otro lado que tengan el interés de leerme jaja

Ok, los dejo. Espero que hayan disfrutado el capi.

¡Cuente que les pareció y no olviden los corazoncitos!

besitos

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