Capítulo 3 | Coffee love

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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

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Eran casi las diez de la mañana y mi cerebro estaba abombado por todos los artículos que habíamos estudiado en esas tres horas. Necesitaba un respiro.

Frente a mí, Sasuke seguía leyendo y no pude evitar soltar un bufido. Él me miró y, para mi sorpresa, cerró el código procesal.

—Creo que es suficiente por hoy.

—¿Estás seguro? —Era lo que más anhelaba escuchar, pero me resultaba sumamente extraño que naciera de él.

—Hemos avanzado bastante, y los estudiamos de manera que sólo tengamos que repasarlo antes del parcial.

Asentí satisfecho y proseguí a estirar mis brazos y piernas, desperezándome. Sasuke se puso a guardar sus cosas.

—¿Quieres ir a desayunar? No hemos comido nada y me estoy muriendo de hambre.

—No puedo, Itachi me pidió que lo acompañara a elegir su traje. Sabes que él es como yo y no quiere dar muchas vueltas con esto, pero hay que hacerlo —suspiró mientras ponía los ojos en blanco. Siempre me sorprendió que no se mareara haciendo eso.

Sonreí divertido ante su comentario. Itachi era el hermano mayor de Sasuke, y dentro de tres meses se casaría con su novia de toda la vida: Izumi. E imaginarme a ellos dos, tan serios y reservados, de compras por el centro comercial...no podía perdérmelo.

—No vendrás, dobe —Sentenció amenazador, señalándome con el dedo cuando descubrió las intenciones tras mi sonrisa.

Bufé, pero no le recriminé nada, estaba seguro que en serio no me dejaría ir.

Tendría que desayunar solo.

Salí de la biblioteca de la facultad de ciencias a paso lento mientras decidía donde podía ir. Hoy no tenía clases hasta las dos, así que tenía aún varias horas libres.

La entrada de esa facultad era muy amplia, con una enorme entrada acristalada de varios accesos que permitían la constante salida e ingreso de cientos de alumnos al día, y, al pasar el recibidor, te encontrabas con incontables pasillos y escaleras que llevaban a las distintas instalaciones, en su mayoría salones de clase.

Era la facultad más grande del campus, y en la que perderse no era novedad.

Estaba saliendo por uno de esos pasillos cuando un grupo de estudiantes aparecieron, casi en manada, por otro de ellos.

Me quedé unos segundos parado, esperando que la mayoría pasaran y crucé mi mirada inevitablemente con varios. No pude ubicar a ningún conocido, así que supuse que eran alumnos de primer año. Debían salir de su primera clase del día.

—¿Na-Naruto-kun?

Ese suave y delicado tartamudeo me hizo detener mis pasos cuando estuve a punto de retomar mi camino. No podía ser, tenía que estar soñando...

Me giré lo más pausado que mi cuerpo —y sentimientos— me lo permitieron, y ahí estaba ella, mirándome con atención. Iba vestida con ese abrigo gris que se le ceñía a la cintura y una gorrito rojo.

Abrí los ojos casi llorando de la felicidad que me producía el poder verla ese día también.

—Eh, Hinata —Me acerqué sonriente a ella y, como de costumbre, vi como sus mejillas se tornaban rojas como su gorro—. Qué alegría encontrarte.

De por sí yo no podía evitar que la sinceridad se me desprendiera por los poros, pero con ella era aún peor. Aunque no me arrepentía, quería ser lo más real posible para ella y, contrario a lo que pensaba de que provocaría que se alejara de mí, sentía que de esa forma ella también se abría conmigo.

Desvió su rostro por uno segundo de mi vista, intentando ocultar el que su sonrojo se haya intensificado, me reí internamente por su tierno fracaso.

—S-sí que es una sorpresa —me volvió a mirar con un deje de curiosidad—. ¿Qué haces aquí? —Sus palabras salieron tan apresuradas que sonó como una especie de reprimenda, cuando se dio cuenta sus ojos se abrieron aterrados e, inmediatamente, intentó corregirse—. E-es decir, no...no es que no quiera que estés aquí, claro que quiero... ¡No! Ha-hablo de que no me molesta e-encontrarte sólo es que me so-sorprendiste...

A medida que hablaba su rostro se volvió completamente rojo y el mío tampoco pudo evitar sonrojarse por sus palabras.

Vi como se moría de vergüenza y me dio tanta ternura, y emoción que se pusiera así por mí, que decidí hablar para calmar su pena.

—Vine a estudiar con Sasuke a la biblioteca. Nos juntamos a las siete y estuvimos hasta recién. Estoy muerto —Lo último lo exclamé de manera exagerada y logró el efecto que yo quería: una hermosa sonrisa de su parte.

—Ya veo...Yo tuve clase hasta recién como te darás cuenta —me miró apenada señalando a los muchos estudiantes que todavía habían alrededor nuestro.

—¿Tienes algo que hacer ahora? —una idea brillante se anidó en mi cabeza—. Ven a desayunar conmigo. Yo invito.

Admiré como sus ojos se abrían con sorpresa y de nuevo sus mejillas se coloreaban. Suponía que lo hacía así con todo el mundo, pero me gustaba imaginar que yo tenía algo que lo provocaba con mayor intensidad.

—Eh, bu-bueno yo...había quedado con un compañero para estudiar —Mi sonrisa desapareció de manera automática y toda la confianza que había acumulado para decirle aquello flaqueó junto con mi corazón— ¡Pe-pero! Puedo acompañarte hasta las once que es a la hora en que quedé con él...Sería sólo una hora, pero...

—¡Es perfecto! No te preocupes, será la mejor hora de tu vida —cuando la confianza volvió a mí, a modo de río torrencial, no pude contenerme para guiñarle un ojo y deleitarme con su inevitable sonrojo. Caminé con pasos largos hasta la entrada y la abrí frente a ella—. Vamos.

Le señalé con la cabeza y ella tardó unos segundos en reaccionar, pero pasó por delante de mí a paso nervioso y apresurado, como si no quisiera hacerme esperar.

Con sólo una zancada la alcance y comencé a caminar junto a ella, sintiendo como mi corazón desbordaba de felicidad reflejándose en mi enorme sonrisa.

Giré mi rostro a ella y mi corazón dio un vuelco cuando la atrapé observándome. Inmediatamente se volvió y, no sé cómo fue posible, pero mi sonrisa aumentó aún más.

—¿A dónde quieres ir? —Pregunté para distender un poco el ambiente—. Recuerda que yo invito.

—E-en ese caso, a donde tú quieras.

—De acuerdo, entonces vamos hacia allá...

No la llevé muy lejos, sabía que teníamos poco tiempo y quería aprovecharlo al máximo, así que Suna, la cafetería más cercana a su campus, era mi mejor opción. No prefería realmente ir a mi trabajo, pero por pasar más tiempo con Hinata lo que sea.

Cuando llegamos le abrí la puerta como todo un caballero para que pudiera pasar primero, sintiéndome satisfecho con la sonrisa tímida que me regaló en agradecimiento. No sentamos en una de las mesas junto a la ventana y nos quitamos los abrigos mientras el olor a café y panecillos inundaba nuestras fosas nasales.

—Te encantará lo que preparan aquí. Créeme, sé de lo que hablo —le guiñé de nuevo Al mismo tiempo que el mesero se acercó a nuestra mesa.

—¿Pero qué tenemos aquí? —Me giré con una sonrisa hacia Gaara—. No es normal verte por aquí cuando no son tus horas de trabajo —acusó arqueando una ceja.

—Eh, Gaara. También me da gusto verte —golpeé juguetonamente su brazo—. Déjame presentártela, ella es Hinata. Hinata, él es mi amigo Gaara.

El pelirrojo desvió su mirada hacía la azabache y la analizó con intriga. Vi como Hinata se ponía algo incómoda, pero, antes de que pueda patear a Gaara para que sea educado, le tendió la mano con una sonrisa.

—Encantado, Hinata.

—I-igualmente, Gaara-kun.

Después de anotar nuestras órdenes Gaara se retiró, no sin antes darme una mirada de: Luego me cuentas. No la cagues.

Sonreí zorruno en respuesta y me volví a Hinata que me miraba con notoria curiosidad. Supongo que creo saber lo que se pegunta.

—¿Trabajas aquí? —su voz siempre era tierna y melodiosa.

—Día por medio y algunos fines de semana —me remangué las mangas de mi jersey oscuro y apoyé ambos brazos sobre la mesa—. En realidad, no es que en serio necesite el dinero, pero desde que estoy en tercero de secundaria no recuerdo no haber trabajado. Me gusta la idea de poder conseguir mis cosas, y a esa edad era una forma de independizarme de mis padres y sentirme más maduro.

—Eso suena maravilloso —Me sonrió con ternura—. A mi padre no le gustaba que trabaje, decía que no era necesario porque él podía darme todo lo que me hiciera falta y que yo sólo debía enfocarme en mis estudios. Aunque eso no evitó que algunos veranos consiguiera trabajos de temporada.

No hace falta decir que sonreía embobado cada que ella me hablaba.

—Mis padres también se opusieron en un primer momento, mi madre mayormente, decía que era aún muy pequeño, pero eso no evitó que me saliera con la mía—sonreí de forma traviesa.

Ella volvió a reír tímidamente, tapando sus labios con su mano y, de nuevo, todo el lugar se iluminó.

Luego de que Gaara nos trajera el pedido continuamos hablando y hablando, y esta vez lo hicimos de todo; desde cosas importantes hasta las más insignificantes.

Me enteré que tiene una hermana menor y ambas viven con su padre, su madre falleció hace mucho. Estudia medicina porque su padre es doctor y siempre admiró su trabajo, aunque prefiere especializarse en el área de pediatría.

Yo le hablé de papá y su empresa constructora y de mamá y su amor por su jardín y cocina. También le conté como conocí a Sasuke y Sakura en primaria y de qué manera extraña terminamos siendo los mejores amigos.

Me confesó algo que ya suponía: Sakura le advirtió que Sasuke era de ella. Puse los ojos en blanco y no pude evitar sonreír divertido al ver la cara de horrorizada que ponía cuando me lo contaba, y solté una carcajada cuando me confesó que Sasuke le parecía una persona oscura e intimidante.

Aunque realmente me aliviaba, debe ser de las pocas chicas en el mundo que no caen en los encantos del chico serio.

En un momento en que ella tomó su taza para beber el último sorbo de su mocaccino no puede evitar contemplarla. La pálida piel de su delicado rostro contrastaba maravillosamente con sus negros cabellos como la noche y, cuando abría los ojos, sus enormes y brillantes perlas hacían relucir su rostro aún más.

Fue cuando me percaté de mi último pensamiento que me di cuenta que ella me miraba. Sus nubes con mis cielos, era algo que no se podían desprender. Apoyó despacio la taza que había llevado a su boca hacía unos segundos y limpió con su lengua la espuma que había quedado en sus labios.

Tentador.

De manera lenta e involuntaria, tomé una servilleta y llevé mi mano hasta sus labios, pasándola con suavidad por la comisura de estos. Ella no se movió, aunque si la sentí estremecerse tanto como yo.

En ningún momento su mirada se desprendió de la mía y nunca antes el corazón me había latido tan rápido. Se me aceleraba de sólo pensar en que podíamos estar compartiendo una charla amena y alegre y, también, en el silencio y con sólo una profunda mirada, podíamos llegar a tener este momento tan íntimo e intenso.

El instante idílico se rompió al mismo tiempo que el teléfono de Hinata sonó y mi mano se apartó de su rostro ahora sonrojado.

La vi leer lo que parecía ser un mensaje el cual contestó rápidamente. Levantó su vista hacía mí viéndose apenada.

—Es mi compañero. Viene en camino hacia aquí para irnos a estudiar.

No voy a negar que una mueca de frustración se escapó de mi rostro, pero rápidamente la remplacé por una tenue sonrisa.

—Vamos, te acompaño a esperarlo afuera.

Pagué la cuenta, me despedí de Gaara y sus hermanos y salí afuera a acompañar a Hinata.

Hacía un frío de los mil demonios, y que el cielo se nublara lo empeoraba aún más.

Mi cuerpo se contraía para intentar proporcionarme calor y veía como Hinata se subía el abrigo hasta el cuello para cubrírselo, pero eso, en consecuencia, provocaba que le temblaran las manos.

No sabía cuánto tiempo íbamos a estar esperando ahí, así que opté por hacer lo que creí mejor.

Tomé la bufanda roja que traía puesta y la desenvolví. Me acerqué a Hinata y, sin pedir permiso, rodeé su cuello con ella acomodándola de forma que el frío no se le filtrara por ninguna parte.

—Pe-pero Naruto-kun, tú...

—No tienes que preocuparte por mí. Además, combina con tu gorro —le sonreí mostrando todos mis dientes, mientras mis manos aún permanecían en la bufanda y mi cuerpo podía percatarse de la escasa cercanía del suyo.

Contra todos mis pronósticos, ella levantó su rostro y me miró.

La sonrisa que se dibujó en sus labios, tan perfecta y sutil, pero llena de un sentimiento que no conocía, prácticamente me quitó el aliento.

—Gracias —Susurró apenas con mucha ternura, como sólo ella lo haría, y yo volví a sonreírle complacido.

—Ejem —un carraspeo nos hizo volver a salir de nuestro mundo y, cuando nos giramos para ver al dueño de dicho sonido, Hinata se separó levemente de mí.

—Ah...Toneri —Miré a Hinata y luego, algo ceñudo, al tipo de cabello blanco y mirada analítica y desdeñosa que acababa de llegar.

Que acababa de interrumpirnos.

Se acercó a Hinata y tuve que apretar los dientes cuando lo vi rodear sus hombros con su brazo.

Ella pareció sorprenderse.

—Aquí estás, Hinata ¿Lista para otra sesión de estudio? —sé que no estoy delirando cuando digo que, por un momento, sus ojos se fijaron en mi con intención.

—Ah, s-sí claro —El tipo sonrió y quiso comenzar a emprender marcha, pero Hinata lo detuvo en el momento justo—. Toneri, déjame presentarte a Naruto Uzumaki. Naruto-kun él es mi compañero, Toneri Otsutsuki.

Traté de que mi mirada sea lo más gélida posible, pero también me las arreglé para forzar la sonrisa más falsa de toda mi vida.

—Un gusto conocerte, Toneri.

—Lo mismo digo, Uzumaki. Debo agradecerte por cuidar de Hinata hasta el momento, pero a partir de ahora yo me encargaré de ella —La bilis que subía de mi estomago me consumía la garganta obligándome a apretar los puños con fuerzas para evitar que destrozara la perfecta sonrisa de ese tipo. Empujó un poco a Hinata con su brazo que aún mantenía sobre sus hombros, obligándola a avanzar—. Adiós, amigo y cuídate.

Me quedé ahí parado, observando cómo se alejaban de mí y despotricando contra ese tipo y toda su familia.

Pero, en un momento, el rostro de Hinata se giró como pudo hacía mi y, tras una mirada preocupada, me dedicó una tenue sonrisa y movió su manita a modo de despedida.

Ante aquella imagen no pude evitar soltar un suspiro de resignación y sonreírle de igual forma, guiñándole un ojo y levantando mi mano que correspondía al gesto de la suya.

En cuanto volvió a girarse volví a mi cara de perro.

Ya estaba decidido. No dejaría que el señor sonrisa de comercial me robe a Hinata.

Aunque primero debía averiguar quién era el maldito y lo que significaba para ella.

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Siento que ya me paso de cursi con lo fluff que está esto jaja...en serio.

En fin, ustedes me dirán.

¡Hellow, personitas! 

Espero hayan disfrutado este nuevo capítulo, no sé que me picó hoy para publicarlo pero agradezcanselo jaja

La historia van lento y tierno, pero tranqui...que así es esto xD

Muchas gracias por sus comentarios y votos! Y por incluirla en sus bibliotecas <3 

Me saca una sonrisa saber que, al menos, les saca una sonrisa.

Comenten, voten, compartan y tenga una buena continuación de semana :)

¡Bye, bye!


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