✎┇ capítulo O7

Pasados los minutos llenos del agobiante
tráfico de alumnos a la hora de la salida,
predominaba el silencio profundo del medieval edificio, todos habían abandonado sus aulas correspondientes y muy pocos aprovecharon el servicio de la cafetería para tomar algo antes de
marcharse a casa. El azabache descansaba en uno de los bancos más alejados de la entrada a esa enorme cafetería, sus cabellos negros recaían sobre su pálida piel y sus ojos estaban cerrados por el cansancio que su cuerpo había aguantado, no se dio cuenta de que las horas habían pasado al estar totalmente dormido.

No fue hasta que un embriagante
olor a miel fue atrayéndole poco a
poco, envolviendo sus sentidos en él
y sedándolo junto al aroma principal;
el tentador bizcocho. No era como los
bizcochos cargados de azúcar nata que
empalagan con solo echarles un ojo, era
más un bizcocho casero con lo justo de
azúcar y repleto de miel. Y Yoongi
amaba la miel, pero un poco más si se
combinaban.

Dando suaves pestañazos lentos al estar
sus luceros acostumbrándose a la luz
del ventanal, se movió solo un poco para
estirarse, un bulto suave abrazándose
a él le frenó hasta la circulación de la
sangre, pálido comno un vampiro abrió
desmesuradamente sus ojos.

Eso no le podía estar pasando a él.

De todas las personas que pudieron
aprovecharse de su guardia baja, de
tantos Omegas que pudieron haberse
acercado, lo hacía él, Kim Taehyung
descansaba pacíficamente tomando con
esas gorditas manitas su brazo sin ejercer fuerza, simplemente sosteniéndolo.

―Levántate masculló al segundo de
notar tanta cercanía entre sus cuerpos,
sacando su brazo y desconcertando al
castañito omega sobre la mesa― Estúpido omega, ¿Qué derecho crees que tienes? ―Taehyung no le llegó a escuchar, su único ojo buscaba las gafas graduadas que necesitaba para enfocar las cosas― Eres un ciego de mierda que depende de un trasto de esos ―murmuró entre dientes levantándose de golpe y viendo rápidamente a sus costados buscando a alguien, para su suerte se hallaban solos, chasqueó su lengua acercándole la cajita negra de las gafas al menor.

Enganchó su mochila en uno de sus
hombros esperando a que el otro se
orientara un poco más para comenzar a
andar, por lo que en breves segundos se
asesoró de la hora en su móvil, un suspiro abandonó sus belfos y esa rígida mirada recayó una vez más sobre el omega.

―Taehyung, es para hoy, vamos
―chasqueó sobre su cabeza sus dedos
repetidas veces, ocasionando más pérdida en él, por lo que imitó sus acciones tomando su mochila y sin decir nada echó a andar sin verle― Empiezo a pensar que también eres mudo.

Casi pisándole los talones al más bajo,
Yoongi siguió andando detrás por
minutos enteros en un lindo silencio para su suerte, no es que le agradara ir tan callado pero era preferible, no quería que su irritación pasara de 0 a 100 al escuchar esa errática, baja, pausada y suave voz. Solo le escuchaba refunfuñar, suspiros pesados algunas veces y repetía la acción de bajar su jersey rojo cada tres minutos.

Tras cuarenta mninutos de marcha sin
descanso, Taehyung señaló con su dedito un enorme edificio moderno donde se hallaban los departamentos destinados a jóvenes como él, sin padres y con problemas de salud como para trabajar. Yoongi algo impresionado tragó duro, viendo ahora al castañito mordisquear sus labios mientras buscaba sus llaves, acomodando antes su jersey.

Nada más adentrarse en el edificio
Taehyung sentía sus nervios ir en
aumento sin freno, ya sus manitas
estaban sudadas y su respiración iba un
poco más pesada. Sí, el edificio prometía
una vivienda, mas no todo lo necesario
para vivir en ella, a él por ejemplo le
faltaba muchas veces electricidad y debía buscarse la vida.

―¿Vives solo? ―preguntó despacio viendo sus manitas entrelazarse fuertemente, su mirada recayó en el suelo del ascensor y Yoongi supo que no debía preguntar más.

Cuando salieron Taehyung se posicionó al frente otra vez, guiando al azabache a la útima puerta del largo pasillo.

―Taehyungnie ―pronunciaron a unos
pasos antes de llegar a su casa, por el
timbre de voz y el apodo utilizado, el
aludido supo de quién se trataba aquella
acogedora voz.

―Jiminnie ―eespondió en un susurro
que ni Yoongi su lado escuchó, un
sonriente chico pelinegro salió de una de las puertas sosteniendo el minino siamés de Tae.

―Como vi que no llegabas temprano me
levé a Yoon a mi casa ―informó dejando
el rechoncho gatito en los brazos de su
amigo, no había visto al acompañante de
su vecino así que no dudó en dejarle un
besito en su mejilla como saludo- ¿Has
comido ya? Jungkook preparó tu pasta
favorita, ¿Quieres pasar? ―Jimin tomó de las mejillas a su vecino, dando suaves
caricias.

―T-Tengo que... ha-hacer una cosa con...
Y-Yoon... gi ―su labio inferior tembló
tras pronunciar, entonces Jimin alzó la mirada tapándose con un Alfa alto y
pelinegro que le veía de pies a cabeza con una ceja alzada y sus brazos cruzados por encima de su pecho.

―Oh... entiendo, cualquier cosa no dudes en llamar a la puerta, Jungkook  tiene muchas ganas de verte ―comentó alzando más su bonita sonrisa― Obviamente nuestro Soo también te quiere ver ―reafirmó dejando dos últimos besitos en cada una de las rosas mejillas de su vecino, ni saludó ni se despidió de Yoongi, por el simple hecho de dedicarle tal mirada, además de que
estaba suprimiendo su aroma por encima del de Taehyung y no le agradaba.

Cerrando su puerta dejó a ambos jóvenes desorientados pero el gatito en brazos del castaño empezó a maullar descontento, obligando a su dueňo a abrir su propia puerta. Sus garras resonaron por el suelo de madera al caminar y Taehyung siguió a su gato hasta su habitación, un perdido
Yoongi cerró la puerta y se deshizo
de sus zapatos y chaqueta. Quedándose
quieto allí mismo.

Mientras Taehyung despejaba su
escritorio bajando todas las hojas
dispersas y arrugadas en la superficie,
metiéndolo todo en la cesta de basura
que estaba al costado, justo donde hace
tiempo había tirado su trabajo del sistema solar.

No se veía muy ordenado pero tampoco
parecía desordenado, por lo que asomó
la mitad de su cuerpo por el marco de la
puerta, Yoongi repasaba lentamente
las fotografias colgadas en la pared, fotos donde Taehyung era un cachorro
pequeñito junto a Jimin, el omega de hace rato. Pero le lamó mucho la atención ver fotos aparentemente recientes de un niño pequeño azabache junto al gatito de Tae.

Rápidamente Taehyung se interpuso en
su curiosa mirada, ese ojito le vio tan serio que Yoongi lejos de echarse atrás por la cercanía marcada, sonrió levemente intentando suavizar aquel semblante sobrio.

―Solo me interesé un poco por tus fotos,
no estoy haciendo nada malo... ―dijo
profundizando un poco su voz, ladeando
su rostro e indagando en el menor, tal vez perdió algo de tiempo al ver sus labios resecos y repletos de heridas por todas las veces que se mordía al equivocarse al hablar, o tal vez le llamó mucho la atención los lunares que decoraban su morenita piel.

―N-No.. di-digas na...da ―logró decir,
sorprendiendo al mayor con su voz.

―No te preocupes, vengo a darte clases,
no a juzgarte ―¿Había dicho algo así al
chico que le causaba asco? Se sorprendió
más el que el castaño.


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